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El pesimismo




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

    1. Cómo vivir
      en la amargura y la infelicidad
    2. Una alternativa
      interesante
    3. Qué hacer
      para no dejarnos invadir por los pensamientos
      negativos
    4. En
      resumen
    5. Aprender a
      quererse a sí mismo…

    Atormentarse la vida a uno mismo es
    fácil

    Reflexionar sobre la influencia que ciertos pensamientos
    tienen sobre nuestras emociones y
    conductas ayuda a que seamos menos pesimistas.
    Es relativamente frecuente toparse con personas
    arraigadas perpetuamente en la amargura, en la tristeza, el
    pesimismo y el desinterés. La primera pregunta que nos
    asalta cuando nos encontramos con estas actitudes es
    si son el resultado de una insistente acumulación de
    disgustos, mala suerte, decepciones, desengaños y fracasos
    a lo largo de toda una vida o si más bien se trata de una
    opción voluntariamente elegida, una posición ante
    uno mismo y ante los demás que responde a percepciones muy
    subjetivas, o incluso a un cierto modo
    ético-estético de entender las cosas. Todos
    conocemos a personas empeñadas en encontrar el lado
    negativo de todo lo que acontece a su alrededor: son los
    pesimistas tenaces.

    Cualquiera de nosotros tiene motivos, casi cada
    día, para preocuparse o entristecerse. Pero estropearse la
    vida a propósito es una habilidad que se aprende,
    ya que no basta con sufrir experiencias negativas. Lo peor es que
    quienes se empeñan en ver el lado negativo de las cosas,
    además de convertirse en personas infelices, tienen una
    penosa facilidad de amargar la vida a quienes tienen al lado,
    especialmente si las víctimas son niños o
    jóvenes, o dependen emocionalmente de la persona siempre
    insatisfecha.

    Las experiencias desagradables tienden a atarnos al
    pasado y a inhibirnos el futuro, porque nos condicionan y
    atemorizan. Simplificando un poco, dará igual como nos
    vayan las cosas realmente, porque si mostramos una
    predisposición negativa y pesimista, los momentos dichosos
    los matizaremos en exceso y los percibiremos con desconfianza y
    reservas.

    Normalmente, los amargados tienden a desempeñar
    el papel de víctima, en una forma de comunicación interpersonal en la que (casi
    siempre para captar la energía y atención ajenas), asumen uno o varios de
    estos roles: el de perseguidor, que hace de malo, interroga y es
    percibido como un genio que lo sabe todo y castiga o humilla a
    quienes cree que se equivocan; el de salvador, que busca que le
    reconozcan su papel bondadoso pero que a la vez nos pasa
    constantemente facturas de cuanto hace, y el de víctima,
    cuyo planteamiento de supervivencia y comunicación es dar
    lástima a los demás, captando su atención
    mediante la exhibición de su sufrimiento.

    Hay algunos seres desdichados, que reúnen las
    tres modalidades arriba descritas, en sí
    mismos.

    Ocasionalmente -circunstancias nos sobran para ello-
    todos podemos actuar estos roles y ello no es negativo. Lo que
    hace peligrar nuestro bienestar emocional y el de quienes nos
    rodean es cuando esos papeles los desempeñamos
    habitualmente.

    Paul Watzlawick, en su libro "El
    arte de
    amargarse la
    vida", nos ayuda a reconocer nuestro
    estilo personal frente a
    determinadas situaciones y nos brinda una excelente oportunidad
    para reflexionar sobre los procedimientos
    por los que una persona va construyéndose una vida
    desdichada. Watzlawick, recurriendo a la ironía, nos
    enfrenta con los modos en que de manera voluntaria vamos creando
    y consolidando nuestra infelicidad. El autor, sabedor de la
    naturaleza
    contradictoria y paradójica del ser humano, en lugar de
    facilitar consejos para alcanzar la felicidad prefiere divulgar
    fórmulas para conseguir que vivamos anclados en la
    desgracia. Naturalmente, el propósito es que el lector se
    percate del error y reaccione de manera contraria a la que
    proponen esos consejos.

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