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Consideraciones sobre el concepto de Edad Media



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Estado de la
      cuestión
    3. El Siglo
      XVI
    4. Siglos XVII
      y XVIII
    5. El siglo
      XIX
    6. Hacia una "Nueva
      Historia"
    7. Visión
      general del planteamiento de la "Escuela de los
      Annales"
    8. "Annales" y le
      Edad Media
    9. Bibliografía

    Resumen:

    Repaso y valoración historiográfica del
    concepto de
    "Edad Media", desde su formulación. Analizamos su evolución y consideración
    actual.

    1. Estado de la
    cuestión

    ¿Qué se entiende realmente por Edad Media?;
    es, a priori, una pregunta que el imaginario colectivo de la
    cultura
    popular parece considerar simple; el mundo académico de la
    Historia, a pesar
    de que no siempre ha sido así, hoy en día parece
    tenerlo también claro. Pero, bajo un análisis riguroso, hecho obviamente desde
    la perspectiva de la Historia académica, no es un concepto
    claro y delimitado, y arrastra muchos lastres comunes a otros
    conceptos de la ciencia
    histórica, que a pesar de su evolución y
    conceptualización, hoy en día son resbaladizos y
    aún suscitan vivos e intensos debates.

    Tal vez antes de preguntarnos qué es la Edad
    Media, convendría preguntarse qué no lo es, y
    qué usos y valoración se le atribuye al concepto;
    en este punto, es muy interesante analizar dos perspectivas: la
    que podemos llamar "profesional" y la arraigada en la cultura
    popular; y aún podríamos sumar una más,
    compleja pero a la vez fascinante: la Edad Media como
    "propuesta".

    Estas tres concepciones del Medievo tienen sus
    diferencias, algunas más que notables, pero todas parten
    del mismo contexto: el occidente europeo de los siglos IV-XV;
    sobre este eurocentrismo,
    común hasta cierto punto en la historiografía hasta
    el Siglo XX, hablaremos más tarde; pero primero, a modo de
    introducción, repasemos las tres edades
    medias con las que nos encontramos a priori.

    Para introducir la Edad Media del ámbito
    académico, antes es necesario realizar una serie de
    consideraciones sobre la polémica división de la
    Historia por edades, arraigada en el estudio de la disciplina
    histórica por obvias razones pedagógicas y de
    coherencia. No cabe duda alguna que la Historia es un continuo,
    donde no hay cortes bruscos, sino periodos de transición
    donde lo viejo y lo nuevo conviven, algunas estructuras
    desaparecen y otras perviven, se fusionan y avanzan hacia algo
    distinto; nadie, por tanto, se acostó en la Edad Media y
    se levantó en la Edad Moderna. Este criterio, aplicado al
    medievo, refleja por tanto dos periodos de transición
    según la clásica ordenación de la Historia
    en Prehistoria, Edad
    Antigua, Media, Moderna y Contemporánea: un primer
    periodo, de la Antigüedad al Medievo, y un segundo, de la
    Edad Media a la Moderna. Precisamente en ese caldo de cultivo
    surgió la primera conceptualización de la Edad
    Media, como veremos más adelante; sin embargo, parece que
    esa primera aproximación no fue más que "una
    convención cronológica de los Humanistas de los
    Siglos XV y XVI, animados por una nueva esperanza de renacimiento
    cultural y de recuperación general"; y por cierto que la
    tendencia fue a hacerla "oscura", decadente, un tránsito
    entre la Antigüedad Clásica y ese Renacimiento que
    pretendía recuperarla, o lo que es lo mismo, desde la
    caída del Imperio Romano
    hasta los momentos en los que surgió esa
    recuperación de la Antigüedad, visto el periodo
    intermedio como una época de decadencia general, donde los
    ideales clásicos se habían perdido por completo:
    nacía así la "Edad del Medio". Este pensamiento
    tiene sus motivaciones, que desarrollaremos plenamente en otro
    capítulo.

    Desde esa primera definición las cosas han
    cambiado bastante en la esfera de la alta cultura, y
    también en las investigaciones
    históricas; hoy por hoy a ningún profesional de la
    Historia se le ocurriría definir el periodo medieval en
    esos términos; lo veremos de manera más
    pormenorizada en capítulos posteriores, pero la profunda
    renovación historiográfica del Siglo XX ha
    permitido conocer muchos aspectos, y no sólo del periodo
    medieval, en los que el estudio de la Historia no se había
    fijado, dominado por los influjos empíricos del positivismo,
    hasta que comenzó el diálogo
    entre disciplinas y el estudio del hombre como
    grupo por
    encima del hecho o del personaje; algo que hoy nos parece tan
    lógico, aceptando las palabras de Lucien Febvre, uno de
    los fundadores de la revista
    Annales, y, por tanto, de la corriente
    historiográfica más importante del Siglo XX: "Hay
    historia sin más, en su unidad. La historia es, por
    definición, absolutamente social"; esta profunda
    transformación y la ampliación de las posibilidades
    de investigación que conlleva, más
    allá de la sumisión al documento o al personaje, ha
    permitido conocer otra Edad Media, no tan oscura, no tan
    decadente, al menos a un nivel "profesional".

    Sin embargo, hasta la llegada de esa renovación,
    en los siglos XVII y XVIII (a pesar de breves reconsideraciones
    de un carácter más positivo, localizadas
    en intelectuales
    muy concretos) se tendió a pensar, principalmente a
    través de las corrientes Ilustradas, que todo lo decadente
    y necesario de cambio en
    Europa
    venía de la Edad Media, y el cambio necesario vino con la
    Revolución
    Francesa; se atribuía así al período
    medieval todo lo contrario a los términos de razón,
    igualdad y
    libertad,
    obviando que muchos de los males a los que se referían se
    habían forjado en los propios siglos XVII y XVIII; un
    ejemplo muy claro es el feudalismo,
    término ciertamente ambiguo y relativamente reciente que
    analizaremos en profundidad en capítulos sucesivos; con la
    "tendencia natural de la mente humana a mirar las cosas en
    perspectiva", se acuñó la idea de que el feudalismo
    era un residuo medieval, e importaba poco que el feudalismo del
    XVIII se pareciera bien poco al feudalismo típicamente
    medieval (el feudo-vasallático) y que se hubiera ido
    forjando en cambios posteriores. De este modo, el razonamiento
    circular, brillantemente expuesto por Sergi, quedó de este
    modo: "¿Qué es el sistema
    feudal?.

    El derribado por la Revolución
    Francesa. ¿Y cómo era el feudalismo derribado
    entonces?. Un residuo medieval. ¿Y cual era la
    característica de la Edad Media?. Haber producido esa
    organización feudal del poder.
    ¿Y cómo era esa organización feudal del
    poder?. Parecida al feudalismo vigente en el siglo XVIII"; un
    pensamiento estático y circular,
    ciertamente.

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