Frente al Derecho a una vida
digna.
Resulta evidente la forma tan flagrante como se violan
los derechos de los
niños,
y ello resulta ser mas vehemente cuando se da en el marco de un
conflicto
armado. En el cual muchas veces no es suficiente con exponerles a
necesidades y vulneraciones sino que en muchos casos son llevados
a participar como actores dentro del mismo, siendo de esta forma
no solo víctimas, sino también perpetradores del
conflicto.
En muchos casos se enfrentan al rechazo de la gente por
considerarles victimarios pero no son mas que víctimas
crueles de una violencia
desencarnada.
Los niños son las principales víctimas de
cualquier guerra, sufren
heridas, pierden familiares, sufren la destrucción de sus
casas, son mas vulnerables a enfermedades, quedan
expuestos a grandes riesgos como
la explotación sexual y laboral o al
reclutamiento
; se ven privados de su
educación ya que la supervivencia inmediata
resulta menester y muchos de ellos deben afrontar nuevas
responsabilidades a temprana edad.
El conflicto armado por ser una situación que
genera y degenera en violencia conlleva a efectos perniciosos y
generales, convirtiendo así a la niñez en un blanco
y en la población de mayor riesgo, ya que al
no tener la capacidad para defenderse, no pueden escapar de los
peligros
ni de sus consecuencias y, porque los recursos
básicos de los cuales dependen para sobrevivir quedan en
la mayoría de los casos totalmente destruidos, todas estas
situaciones les repercuten en consecuencias no solo inmediatas
sino también a largo plazo.
Es evidente que, toda guerra sea justa o injusta,
victoriosa o desastrosa, es siempre una guerra contra los
niños y ello, en parte, por las situaciones expresadas
anteriormente. Ahora, la participación del menor en el
conflicto armado se asume desde dos (2) perspectivas; una
de
ellas es, cuando hacen parte de las filas de los
ejércitos o fuerzas combatientes, en este caso son
catalogados internacionalmente como niños soldados, desde
esta posición son vistos como víctimas pero
también como actores del conflicto, y aunque actores, no
se les ve ni como iniciadores y mucho menos como causantes del
mismo, es por ello que, el tratamiento que sin duda alguna deben
recibir es el primero – víctimas -, porque sea cual
haya sido la circunstancia que les llevó
hasta esta situación, debe procurarse ante todo
su protección integral. La segunda perspectiva es aquella
en la cual no hacen parte de las filas, pero si son un blanco del
conflicto armado obligándoles a convertirse en
desplazados, o siendo víctimas del fuego
cruzado.
De igual forma, se observa que los niños y
niñas en el conflicto armado son víctimas no solo
del conflicto mismo sino también de una cantidad de
carencias y de la vulneración de sus derechos, el mas
primordial de estos, el derecho a una buena calidad de
vida, la cual resulta esencial para su desarrollo
integral acorde con la dignidad del
ser humano.
Ahora, el derecho a una vida digna no se ve menoscabado
solo por el conflicto, sino por la falta de cuidado por parte del
Estado, ya que
éste debería cuidarles con la finalidad de impedir
daños, enfermedades, desnutrición e invalidez, y cuando sean
afectados, entonces velar porque se les preste asistencia
curativa a tiempo y
efectiva, ello con el fin de lograr su recuperación
plena.
Situándonos en nuestro contexto social, no es lo
mismo hablar de niños y niñas en Colombia, desde
la retórica conceptual, a lograr incidir en los planes y
programas de
Estado y gobierno de
manera que cada niño y niña se conviertan en
sujetos sociales prevalentes, ya que de una parte
se declara enfáticamente los derechos de los
niños y de otro se guarda cierto silencio ante un estado
de cosas que convierte la condición de infancia en
etiqueta de garantía de violación de
derechos.
Aunque no podemos ser del todo injustos, ya que en las
últimas décadas se han elevado una serie de
instrumentos internacionales que procuran la protección
del menor en situaciones de conflicto armado, y ello porque se ha
ido creando la conciencia de que
es necesario velar por la protección integral de nuestras
generaciones, además que, se ha reafirmado la necesidad de
proporcionarles cuidado y asistencia especial en razón de
su vulnerabilidad, con estos instrumentos, como se
observará en el transcurso de todo este trabajo, lo
que se ha buscado inicialmente es presionar a los Estados para
que ejerzan políticas
contra este tipo de abuso que es considerado un crimen de guerra
por el Tribunal Penal Internacional.
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