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El Símbolo: Acepción, Diferencias Conceptuales y Definición Operativa (página 2)




Enviado por ngtaipe



Partes: 1, 2

Una comparación de los elementos definitorios de
estos antropólogos proyecta el esquema
siguiente:

Cuadro 1: Definiciones de símbolo por algunos
antropólogos.

 

Símbolo es:

Lévi-Strauss

Expresión de determinados aspectos de la
realidad. Pertenece a la dimensión del
inconsciente.

Geertz

Todo signo interpretable es símbolo. Todo
lo que sirve de vehículo de una
concepción.

Turner

Lo que tipifica, representa o recuerda algo por
la posesión de cualidades análogas, por
medio de asociación de hecho o de pensamiento. Es una marca,
un mojón, algo que conecta lo desconocido con lo
conocido.

Leach

Una relación de representación no
intrínseca entre dos elementos de contextos
culturales diferentes. Símbolo y signo son
subcategorías de signum.

2.2. Punto de vista de los
semiólogos

Los semiólogos aludidos son Ferdinand de
Saussure, Charles S. Peirce, Iuri M. Lotman y Roland
Barthes.

2.2.1. Saussure

Saussure distingue al símbolo del signo por el
grado de arbitrariedad, pero que el primero se distingue por
cierta continuidad asociativa entre el significante (imagen
acústica) y el significado (concepto); es
decir, la presencia de un cierto lazo natural, de un
embrión interrelacional visible o imaginable,
motivado, que lo caracteriza como
icónico.

«Se ha empleado la palabra símbolo
–escribe Saussure– para designar al signo
lingüístico, o más exactamente lo que nosotros
llamamos el significante. Hay inconvenientes para admitirlo,
debido precisamente a nuestro primer principio [lo arbitrario del
signo]. Lo característico del símbolo es no ser
nunca completamente arbitrario; no está vacío, hay
un rudimento de lazo natural entre significante y significado. El
símbolo de la justicia, la
balanza, podría ser reemplazado por cualquier otro, por un
carro, por ejemplo» (1985: 105); en contraste, el signo es
completamente arbitrario o inmotivado (no tiene
ningún vínculo natural con la realidad), aunque
ambos, signo y símbolo, comparten la convencionalidad y
ésta se ubica en diferente gradación.

Guiraud (1997) y otros semiólogos también
se suman a Saussure en concebir que el símbolo
«representa» una cosa en virtud de una
correspondencia analógica, por el reconocimiento de su
naturaleza
icónica.

2.2.2. Peirce

Peirce realiza una clasificación compleja de los
signos,
plantea tres divisiones al interior de cada una de ellas:
primera: cualisigno, sinsigno y legisigno; segunda: icono,
índice y símbolo; y tercera: rema, signo dicente y
argumento. El símbolo es un ente viviente y pertenece a la
segundidad. Escribe que «la (división de signos)
fundamental es la que los clasifica en Iconos, Índices y
Símbolos» (1986: 46).

El símbolo es un representamen; es decir,
un signo, «… que se refiere al Objeto que denota en
virtud de una ley, usualmente
una asociación de ideas generales que operan de modo tal
que son la causa de que el Símbolo se interprete como
referido a dicho Objeto. En consecuencia, el Símbolo es,
en sí mismo, un tipo general o ley, esto es, un Legisigno
[ley que es un signo]» (Peirce, 1986: 30-31).

El carácter representativo del símbolo
consiste en que él es una regla que determina a su
interpretante. Todas las palabras, oraciones y otros signos
convencionales son símbolos. «Un Símbolo es
una ley, o una regularidad del futuro indefinido. Su
interpretante debe ser susceptible de la misma descripción; y también debe serlo el
Objeto inmediato en su totalidad, o significado. Pero una ley
necesariamente rige a los individuos, o está "incluida" en
ellos, y prescribe algunas de sus cualidades. Por consiguiente,
puede darse que un índice sea constituyente de un
Símbolo, y que un Icono lo sea también»
(Peirce, 1986: 55). «Un símbolo es un signo
naturalmente apto para declarar que el conjunto de objetos
denotados por un conjunto cualquiera de índices que pueda
estar en cierta manera ligado a él es representado por un
icono asociado con él» (Peirce, 1986:
56).

2.2.3. Lotman

En Lotman «la más habitual idea del
símbolo está ligada a la idea de cierto contenido
que, a su vez, sirve de plano de expresión para otro
contenido, por lo regular más valioso culturalmente. El
símbolo hay que distinguirlo de la reminiscencia o de la
cita, puesto que en estos últimos el plano "externo" del
contenido-expresión no es independiente, sino que es un
signo-índice sui géneris que indica
algún texto
más vasto, con el cual él se halla en una
relación metonímica. En cambio, el
símbolo, tanto en el plano de la expresión como en
el del contenido, siempre representa cierto texto; es
decir, posee cierto significado único cerrado en sí
mismo y una frontera
nítidamente manifiesta que permite separarlo claramente
del contexto semiótico circundante. Esta última
circunstancia nos parece particularmente esencial para la
capacidad de "ser un símbolo"» (1993:
48-49).

Para Lotman «el símbolo se distingue del
signo convencional por la presencia de un elemento
icónico, por determinada semejanza entre el plano de la
expresión y el del contenido» (1993: 59). En el
símbolo siempre hay algo arcaico que es la capacidad de
conservar en forma condensada textos extraordinariamente extensos
e importantes. El símbolo puede no incorporarse a ninguna
serie sintagmática, y si se incorpora a ella, conserva su
independencia
de sentido y estructura.
Pero puede entrar a otro entorno textual. Nunca pertenece a un
solo corte sincrónico de la cultura,
siempre atraviesa ese corte verticalmente, viniendo del pasado y
proyectándose al futuro. En este sentido, el
símbolo representa uno de los elementos más
estables del continuum cultural. Transporta textos,
esquemas de sujet y otras formaciones semióticas de
una capa de la cultura a otra.

Por otra parte, el símbolo tiene una doble
naturaleza: es a la vez invariante, de ahí que
actúe como algo que no guarda homogeneidad con el espacio
textual que lo rodea, un mensajero de otras épocas
culturales, como un recordatorio de los fundamentos antiguos de
la cultura; pero al mismo tiempo es
variante, se correlaciona activamente con su contexto cultural,
se transforma bajo su influencia, y a su vez, lo transforma
(Lotman, 1993).

2.2.4. Barthes

Barthes (1993) determina que la señal, el
indicio, el icono, la alegoría y el símbolo,
aún cuando son los principales rivales del signo, todos
ellos, incluido este último, remiten a una relación
entre dos relata (estímulo/respuesta); por tanto,
siendo éste un rasgo común, no puede diferenciarlos
a unos de otros.

De ahí que, para distinguirlos, Barthes
establezca la variación de sentido recurriendo al rasgo
alternativo de la presencia/ausencia. La
señal (inmediata y existencial) y el indicio
(que es tan sólo una huella) forman un grupo de
relata desprovisto de representación
psíquica; en contraste, el símbolo y
signo forman un grupo con dicha representación. La
diferencia entre símbolo y signo es que en el primero la
representación es analógica e inadecuada, mientras
que en el segundo la relación es inmotivada y
exacta.

Una comparación de los elementos definitorios de
estos semiólogos proyecta el esquema siguiente:

Cuadro 2: Definiciones de símbolo por algunos
semiólogos.

 

Símbolo:

Saussure

No es signo. El símbolo nunca es
completamente arbitrario, no está vacío,
hay un rudimento de lazo natural entre significante y
significado, pero está ausente el objeto. El
símbolo es de naturaleza icónica (es
motivado). El signo es completamente arbitrario
(inmotivado), aunque ambos, compartan la convencionalidad
pero en diferente gradación.

Peirce

Es un Representamen, un signo. Es parte de la
triada índice, icono y símbolo. Su
pertenencia a la segundidad le adscribe la
contigüidad con el objeto al que denota en virtud de
una asociación de ideas que permiten que el
símbolo se interprete como referido a dicho
objeto.

Lotman

Es un contenido que sirve de plano de
expresión para otro contenido, más valioso
culturalmente (tiene influencia peirceana a través
de Jakobson). Es icónico y analógico (tiene
proximidad a los planteamientos fundantes de
Saussure).

Barthes

Una representación psíquica,
analógica e inadecuada (tiene influencia
saussureana).

2.3. El símbolo en sentido amplio y sentido
restringido

Una de las características de
Lévi-Strauss, Geertz y Turner es que definen al
símbolo en sentido amplio (la cultura como un conjunto de
sistemas
simbólicos, todo signo interpretable es símbolo, o
una cosa que tipifica, representa o recuerda algo; una marca, un
mojón, algo que conecta lo desconocido con lo conocido);
es decir, «lo simbólico es lo semiótico, como
producción de sistemas de
significación (códigos) y de procesos de
comunicación» (Haidar, 1994: 13). En
Leach la definición aparece un tanto más
restringida (símbolo y signo como subcategorías del
signum). No obstante, el funcionamiento simbólico
de las prácticas culturales es interpretado (en caso de
Geertz) y explicado (en caso de Lévi-Strauss, Turner y
Leach) en sentido restringido que designaría el simulacro,
también, en sentido restringido (Haidar,
1994)2.

Se dice que el signo evoca lo
semiológico (o semiótico) mientras que el
símbolo evoca lo simbólico, esto es
una forma de contraponer el símbolo al signo. Sin embargo,
en semiótica el signo es una categoría
general mientras que el símbolo es un tipo, en este
sentido, Trevi (1996) diría que el símbolo es una
región del continente del signo.

La perspectiva de Julieta Haidar (1994) es conservar lo
semiótico como simulacro en el sentido restringido que, no
sólo representa la realidad, sino que también la
reproduce de manera especial. En el funcionamiento
simbólico, en general, lo semiótico opera como un
funcionamiento particular, que es el simulacro, con lo cual
define la autora de forma particular una característica
defendida con insistencia por muchos semiólogos como
general.

Una característica común que atraviesa
verticalmente a las definiciones de todos los autores
señalados es que el símbolo
«representa» una realidad física o espiritual,
corpórea o psíquica. En torno a este eje
común surgen otros atributos: el símbolo
«tipifica», «recuerda»,
«conecta» (Turner, 1999), «reemplaza»
(Martinet, 1980) o «sustituye» (Trevi, 1996),
«denota» (Peirce, 1986; Martinet, 1980),
«evoca» e «indica» (Trevi, 1996),
«transporta» (Lotman, 1993; Geertz, 1987),
«expresa» (Lévi-Strauss, 1979; Lotman, 1993),
«revela» (Freud y Jung
–ver Trevi, 1996–).

Si se homologan revelar, conectar, denotar,
indicar
y expresar en razón de «poner de
manifiesto» tanto lo desconocido como lo conocido;
evocar y recordar en razón de «traer
alguna cosa a la
memoria»; reemplazar y sustituir en
razón de «poner una cosa por otra»; entonces
el símbolo representa revelando, evocando, reemplazando,
tipificando o transportando.

3. El símbolo: una definición
operativa

Iuri M. Lotman (1993) argumenta que aunque no se sepa
qué es el símbolo, cada sistema sabe
qué es su «símbolo» y necesita de
él para el trabajo de
su estructura semiótica. Para hacer un intento de
determinar el carácter de algunas funciones
esenciales del símbolo, es más conveniente no dar
ninguna definición universal, sino tomar como punto de
partida las ideas que nos son dadas intuitivamente por la
experiencia cultural y después, tratar de
generalizarlas.

En contraste, he optado por proponer una
definición operativa del símbolo que se comporte
como instrumento teórico de investigación que guíe el análisis, explicación y exposición
de las investigaciones.
En consecuencia defino al símbolo como una
representación psíquica de naturaleza
analógica e icónica, con cierto grado de
convencionalidad y que, en cuanto elemento estable en un
continuum cultural, representa revelando, evocando, reemplazando,
tipificando o transportando.

Las características que complementan a mi
definición operativa de símbolo son:

a) El símbolo no es una representación
totalmente arbitraria; por tanto, es analógico
(motivado), inadecuado, pero que tiene cierto grado de
convencionalidad y es icónica; que lo diferencia del
signo porque éste es una representación
arbitraria a priori y convencional a posteriori;
por tanto, es inmotivado y exacto. Esta postura me aproxima a
Saussure y Barthes.

b) El símbolo (junto con el signo) es un
relata (estímulo/respuesta) con
representación psíquica que lo diferencia de la
señal y el indicio que carecen de dicha
representación (postura de Barthes).

c) Entre la realidad y el símbolo existe una
relación dialéctica. El símbolo produce la
realidad pero al mismo tiempo es producido por ella; por tanto,
este postulado se diferencia de la postura que sostiene que lo
simbólico determina a la realidad (Lévi-Strauss)
o viceversa, que ésta determina a aquél. No
obstante es conveniente señalar que los
semiólogos, como postula Haidar, diversamente consideran
que entre la realidad y el funcionamiento simbólico
puede existir una relación paralela, una relación
de causalidad, una relación especular, una
relación de covariación, una relación
dialéctica y una relación constructiva de la
realidad (Haidar, 1994: 137).

d) Propongo que representar revelando es la función
principal del símbolo, pero que también evoca,
reemplaza, tipifica o transporta. En consecuencia,
además de la función principal, el símbolo
puede representar evocando, reemplazando, tipificando o
transportando.

e) Los símbolos son elementos estables en un
continuum cultural, nunca pertenecen a un solo corte
sincrónico de la cultura, siempre atraviesan ese corte
verticalmente, viniendo del pasado y proyectándose al
futuro. El sentido anterior me diferencia de Freud que proyecta
el símbolo al pasado, también del ahistoricismo
de Lévi-Strauss, y me aproxima a Jung y
Lotman.

f) Como ente viviente (Peirce), el símbolo
tiene una doble naturaleza: es invariante y variante (recibe la
influencia de su contexto cultural pero al mismo tiempo lo
transforma) (Lotman).

g) Finalmente, el símbolo es así la
dimensión que adquiere cualquier objeto (en sentido de
Peirce) cuando éste asume alguna de las funciones del
punto «d», siendo común en ellos la propiedad de
que otro dice sobre otro, siendo análogo; o, como
propone Trevi (1996), dice una cosa diciendo otra cosa no
directamente evidenciable.

BIBLIOGRAFÍA

BARTHES, Roland

«Introducción al análisis
estructural de los relatos» en La aventura
semiológica
, Paidós, Barcelona, 1993,
págs. 163-201.

GEERTZ, Clifford

La interpretación de las culturas,
Gedisa, México, 1987.

GUIRAUD, Pierre

(1) La semántica, Fondo de Cultura
Económica, Breviarios Nº 153, México,
1991.

(2) La semiología, Siglo Veintiuno
Editores, México, 1997.

HAIDAR, Julieta

(1) El estructuralismo, Juan Pablos Editor,
México, 1990.

(2) «Las prácticas culturales como
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Metodología y cultura, Jorge A. González y
Jesús Galindo (coords.), CONACULTA, México, 1994,
págs. 119-160.

(3) «El campo de la semiótica
visual» en Semiótica, Adrián
Gimate-Welsh y Juan M. López Austin (coords.), UAM-A,
México, 1995, págs. 213-224.

(4) «Las propuestas de Lotman para el
análisis cultural y su relación con los
planteamientos de otras tendencias actuales» En la
esfera semiótica lotmaniana. Estudios en honor de Iuri
Mijáilovich Lotman
, Manuel Cáceres (ed.),
Epísteme, Valencia, 1997, págs.
194-207.

LEACH, Edmund

Cultura y comunicación: La lógica de la conexión de los
símbolos
, Siglo Veintiuno Editores, Madrid,
1978.

LÉVI-STRAUSS, Claude

«Introducción a la obra de Marcel
Mauss» en Sociología y antropología
de Marcel Mauss, Tecnos, Madrid, 1979, págs.
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LOTMAN, Iuri M.

«El símbolo en el sistema de la
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Centro de Ciencias del
Lenguaje
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MARTINET, Jeanne

Claves para la semiología, Gredos,
Madrid, 1980.

MELGAR, Ricardo

«El universo
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PEIRCE, Charles Sanders

La ciencia de
la semiótica
, Nueva Visión, Buenos Aires,
1986.

SAUSSURE, Ferdinand (de)

Curso de lingüística general, Nuevomar,
México, 1985.

TREVI, Mario

Metáforas del símbolo,
presentación y traducción de Ricardo Carretero,
Anthropos, Barcelona, 1996.

TURNER, Victor

La selva de los símbolos, Siglo
Veintiuno Editores, México, 1999.

NOTAS:

En el lenguaje
lingüístico, Hjelmslev propone la oposición
relación/correlación, Jakobson la
contigüidad/similitud y Martinet el
contraste/oposición (Barthes, 1993).

2Se puede «aceptar la existencia
de dos sentidos del concepto de simulacro. En el sentido amplio,
el simulacro significaría que toda función
semiótica (el signo) representa o sustituye alguna cosa o
algo; el simulacro correspondería al proceso de
representación de lo sígnico. En el sentido
restringido, el simulacro representa la cosa, como si fuera ella
misma; es una representación particular de la
función semiótica» (Haidar, 1994: 131).
«En otras palabras, en el sentido amplio, todas las
representaciones semióticas serían simulacros; en
el sentido restringido, sólo las representaciones
simbólicas (también en el sentido
restringido)» (Haidar, op. cit.: 131).

 

Néstor Godofredo Taipe Campos

es doctor en antropología por la Escuela Nacional
de Historia y
Antropología, ENAH, de México.

Es autor de varios libros,
ensayos y
artículos científicos.

Partes: 1, 2
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