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José Millet: un santiaguero en Coro (página 2)




Enviado por José Millet



Partes: 1, 2

Mi
familia

Hace muchos años, en el arranque mismo de Los
Andes me encontré, en una comunidad
aborigen, con el rostro de mi madre: exactamente como hoy lo veo
en mucha gente con que me ha tocado vivir aquí en
Falcón y en otros muchos sitios de este mágico
país. Mi madre era "india" no
sólo por su biotipo, cuya réplica me impactó
al encontrarla hace muchos años en Lara cuando por primera
vez ascendí a la Cordillera de Los Andes y me
encontré con una comunidad nativa, sino por su apego a la
madre tierra, al
tabaco y al mundo
de los espíritus. Cuando ahora aquí asisto a y
estudio Las Turas me parece estar dentro de ese círculo de
concentración de fuerzas mágicas que perfila el
denominado "espiritismo de cordón" u orilé
que existe en el Oriente de Cuba y al que
perteneció mi madre desde que era prácticamente una
niña. A diario, ella se ponía en contacto con esas
fuerzas sobrenaturales que nos rodean y a las que la
"civilización" o cultura
eurooccidental se ha encargado de distanciar colocándonos
en nuestros ojos una especie de visera y en nuestro cuerpo
aislantes para impedirnos percibirlas, contactarlas y
canalizarlas en bien de la Humanidad. Ella decía que entre
los espíritus que acudían en auxilio de sus
prácticas de sanación estaba el Médico
Prodigioso, quien se identificaba como "El Doctor Gregorio",
porque no era si no el Doctor José Gregorio
Hernández, médico venezolano presente
también en la religiosidad popular de otros países
de la región, como República Dominicana.

Cuando escuché la canción de Alí
Primera dedicada a su abuela Mama Pancha sonreí, porque mi
madre no era sólo rezandera, sino
también chamán: invocaba las fuerzas que más
arriba quedan dichas y colocaba sus manos encima de las personas
que diariamente traían a nuestra casa para curarlas. Le
hacían colas desde que amanecía hasta altas horas
de la noche. No tenía altares ni imágenes
de ningún tipo: decía "trabajar con la Providencia
Divina o El Santísimo", es decir, sin que mediara otra
cosa que "las corrientes espirituales" situadas en el "más
allá" o en un centro ubicado en el cosmos. Sólo
invocaba esa fuerza divina
y decía sus oraciones, al principio usaba nada que esos
recursos.
Santiguaba a todo el que le traían a nuestra humilde
vivienda de mampostería, techo de paja y un corredor de
zinc. Y siempre, en la noche, cuando dormíamos nos
santiguaba y colocaba debajo de la cama un vaso de cristal con
agua
transparente. En la mañana, bien temprano, sacaba por la
puerta de entrada principal una palangana con agua que echaba en
todo el frente de la casa, en la calle de tierra que era lo
predominante en los barrios pobres. Ese recipiente dormía
toda la noche en la sala y su contenido evitaba que se filtraran
maleficios que podían sorprendernos en el sueño y
se iba al exterior con todas las impurezas que pudieran haberse
quedado aprisionadas en ellas.

Bien entrada la década de los sesenta
percibí que mi madre usaba gajos de algunas plantas
humedecidas, como la albahaca, para esos "despojos" o formas de
terapias que tanto bien hacían a las personas, quienes
manifestaban salir muy "frescas" de tales operaciones
benéficas que después descubrí tenían
un efectiva función de
sanar somática y psíquicamente. Muy tarde fue que
mi madre fue levantando su altar con escalones de madera, todo
cubierto con tela, en el que fue colocando imágenes de
bulto en yeso, como las de la Virgen de La Caridad de El cobre y de San
Lázaro, ese santo milagroso en el que tantos cubanos
creen. Esos santos eran escoltados por vasos de cristal con agua
transparente y algunas fotos de
familiares fallecidos.

Mi madre fue víctima de los procesos de
diverso signo por los que atravesó la Revolución
cubana: al principio escondía las imágenes de
sus santos, los vasos de agua y se reprimía de manifestar
sus creencias, porque era objeto de burla por sus hijos y otras
gentes en quienes el materialismo ateo
que predominaba en la sociedad
hacían que esto fuera visto como "cosa de atraso" o de
superstición. El enfrentamiento del Estado con la
Iglesia
Católica se extendió en general a todas las
religiones y la
religiosidad popular del pueblo cubano sufrió los efectos
de la aplicación de políticas
desacertadas que perjudicaron estas expresiones de la
espiritualidad del pueblo que nació primero como
mecanismos de resistencia
frente a la cultura "oficial" española, luego como formas
de cristalización de una identidad
propia en el proceso de
nuestras guerras por la
independencia
nacional y, lamentablemente, a quienes las portaban.
Afortunadamente, otras raíces de la cultura nacional
disfrutaron de mejor suerte, como es el caso de las religiones
afrocubanas que no sólo se afianzaron y extendieron por
todo el archipiélago, sino que establecieron en plaza en
casi todos los continentes con la gran migración
de cubanos que, por diversos medios y
motivos, decidieron marcharse de Cuba.

Cuando recibí la noticia de su muerte,
estando yo aquí en Venezuela, lo
primero que me cruzó por la mente fueron aquellas veces
que la reprimí por el uso de esos objetos religiosos que
ella iba colocando cada vez en zonas más visibles de la
casa, en la medida que ya habían avanzado sus años,
sentía en carne propia la soledad por la ausencia de sus
hijos y la muerte de
tantos seres queridos. Paradoja del destino: sería el
espiritismo lo que más estudiaría yo luego que me
gradué en la Universidad y me
dediqué por entero a la investigación antropológica en el
área de la religiosidad popular. Esa era la actitud
general que imperaba en la gente y sobre todo en los
jóvenes en relación con las generaciones
precedentes, más si se trataba de un joven radical como
yo, que obtuve la militancia comunista a los 13 años de
edad.

La otra embestida la recibió de la ola de
"patiblancos" o Testigos de Jehová que había en el
barrio y que incrementó su proselitismo después del
último congreso del Partido que se realizó en
Santiago de Cuba y, de manera más drástica, debido
a los cambios producidos a raíz de la visita del Papa a
Cuba en 1998. Esas y otras denominaciones, como las
evangélicas, consideran esas creencias y esas
prácticas como diabólicas o satánicas. Mi
mamá se había quedado a vivir sola en la casa hacia
la que nos mudamos en 1963, sola quiero decir porque vivía
con mi hermana Nurys Josefa, que la atendía más que
a la perra de mi hermano Pedro que vivía en los altos de
ese chalet. Esa gente llegaron a "comerle el coco" a tres de mis
hermanas que la atacaban ferozmente en mi ausencia y, cuando
cierta vez me llevé a vivir a mi apartamento de Santiago a
La Vieja y a Rosa, mi hermana mayor, acabé con esta
agresión amenazándola con tirarla a la hoguera,
litera y prácticamente hablando, si volvía a
repetirle a mi madre que esas creencias y prácticas eran
cosas del diablo. Al volver a su soledad en el barrio pobre y de
negros que es Pueblo Nuevo, la situación se
repitió, ahora en su relación con mi sobrino
Ronald, abrazado a no sé qué "religión" que lo
hacía volver por las mismas andadas proselitistas, ahora
con la ventaja de que la salud mi Vieja se
había quebrantado al extremo de que le impedía
moverse de la casa.

Mi madre asistía desde hace mucho tiempo al
"templo" o centro espiritista de Nemesio Patterson, un negro
fornido que después descubrí descendía de
una familia
jamaicana, que fue en el Oriente del país donde más
antillanos se ubicaron en las primeras décadas del siglo
pasado. En un barrio humilde, en una casa de "gente de color"
(así se la llamaba antes de 1959), con bancos de madera
dispuestos a cada lado de la nave desprovista de paredes
laterales que habían levantado al fondo de la casa, a
manera de anexo, se reunía una comunidad de hombres y
mujeres para escuchar las Oraciones Escogidas de Allan Kardec,
las invocaciones a los espíritus para luego enlazarse de
manos y adentrarse en una danza que
terminaba en un trance colectivo. A esas sesiones semanales mi
madre nos llevaba a nosotros que no entendíamos nada de lo
que sucedía allí y que aprovechábamos la
salida nocturna para jugar con amiguitos de esa familia a la que
tan entrañables lazos nos unió siempre. Cuando
había "misa de muerto" en alguna casa que no era la del
templo, si que disfrutábamos más porque al final se
repartía un refrigerio que consistía en dulces de
los que vendía mi padre en su Kiosco, refresco y para los
mayores chocolate caliente. Nosotros teníamos familia en
el campo, en un sitio relativamente cerca de la ciudad de
Holguín que se llama Mayabe, adonde íbamos en las
vacaciones a solazarnos y donde asistí al velorio de un
pariente de mi abuela materna en que, para sorpresa mía,
se sacrificó un toro del que estuvimos comiendo casi dos
días y durante la noche se hicieron cuentos y la
gente se divirtió como si se tratara de una
fiesta.

Mi madre era y murió siendo comunista:
jamás aceptó un centavo, ni nada material ni de
otra naturaleza a
cambio de las
curaciones y las labores espirituales que hizo durante toda su
vida, labor misionera, como ella gustaba llamarla, que se
interrumpió por cierto estando yo aquí en
Venezuela, hace unos años, debido a su gradual estado de
deterioro físico. Me aportó esa dimensión
espiritual y el desprendimiento que forman parte de mi "equipaje
de viaje", que he llevado a todas partes.

Mi padre en cambio era escéptico en todo; creer
sólo en uno mismo: en aquel capitalismo
salvaje, él enseñaba un pragmatismo
que nos ayudó a tomar conciencia de que
había que valerse por sí mismo: trabajar y estudiar
para no ser "esclavo de esclavos". A las cuatro hembras, y en
particular a los cuatro hermanos, nos exigió que
estudiáramos como única manera para abrirnos paso
en una sociedad a cuyas cumbres sólo accedían ricos
y pudientes, donde era casi imposible que un pobre llegase a
gobernante o a profesional altamente calificado. En cuanto a sus
creencias, se burlaba de nuestra madre cuando ella
emprendía viaje a ese otro mundo del que nos hemos
desprendido la mayoría de los humanos. Viéndolo
desde la perspectiva del tiempo, aquella tensión entre mis
padres era buena: que hubiera modos diversos de ver el mundo
equilibraba nuestra formación personal. Pero
el hombre es
aquello que dije y algo más: fruto de su genio y aun
más de circunstancias mucho más amplias.

El resto de la familia
"nuclear" vive en la Isla, en el cual incluyo a mi hijo Joseph
James…; mis padres descansan allá uno cerca del
otro, como están próximos en el "más
allá" todos mis abuelos… Tengo varias sobrinas en
Alemania, en
compañía de su padre, mi hermano "El Negro",
único de los ocho que sacó el gen africano o indio.
Esta ubicación resulta inusual, porque el cubano tiene un
sentido del arraigo a su terruño tan fuerte como lo ha
tenido el venezolano: es que el nuestro fue también un
país de inmigrantes, como Venezuela.

Hijo de
la Revolución Cubana

En esa relación humana en el interior de la
familia encontré gérmenes de rebeldía: de
labios de un amigo de mi padre escuché hablar por primera
vez de revolución y de libros, en el
mostrador del bar suyo donde iba aquel negro tabaquero a beber su
caña clara del día. Aquel negro tan exageradamente
espigado era quien corría conmigo a la Casa del Socorro
cada vez que me accidentaba producto de
mis continuas aventuras, cosa que sucedía con frecuencia
inusual, porque yo era un niño de armas tomar. Mi
abuelo paterno había herrado caballos del Ejército
Libertador Mambí al paso por aquella geografía de las
tropas que comandaba el General Antonio Maceo, según me
contó mi abuela, quien había perdido varios
niños
en aquella guerra y
murió con una medalla por haber sido colaboradora
de aquellas gestas por nuestra independencia.

Eran tiempos de sangrienta dictadura. Me
enfrenté siendo un niño a la muerte: cada
día aparecían jóvenes asesinados por la
dictadura de Batista, cuyos sicarios extorsionaban el
pequeño negocio de mi padre, quien los veía con la
más absoluta aversión. De hecho el padre de un
amiguito del barrio lo encontraron tirado en una cuneta donde lo
habían tiroteado y otro adolescente a quien
queríamos cayó cuando los soldados lo
sorprendieron, herido, oculto en una alcantarilla a la que
arrojaron una granada. A ocultas, en nuestra casa se hablaba de
la lucha armada que desbordaba ya la Sierra Maestra: de Camilo y
de Fidel; de hecho, uno de mis hermanos estaba conspirando para
alzarse en el monte con la guerrilla. Las avionetas ametrallaron
parte del barrio cuando los "barbudos" se aproximaban a ella para
realizar atentados, como el corte de la luz
eléctrica.

Fue natural, pues, que mi hermano mayor y yo
camináramos mucho para ir a recibir al Ejército
Rebelde en aquel día de enero de 1959 que nos
despertó con el Himno del 26 de Julio cantado por Daniel
Santos. Yo estaba próximo a cumplir diez años de
edad. Uno de los hechos que marcó para siempre mi vida: el
abrazo de los hijos barbudos con el pueblo y las lágrimas
corriendo en las mejillas de los familiares en un memorable
encuentro, luego de haber vencido la bala asesina, la tortura y
la muerte. En aquellos días, me sumé a la masa del
pueblo en la persecución de los chivatos y esbirros, que
todavía estaban armados, en su furia frenética
contra todo lo que simbolizara la dictadura y el poder de aquel
gobierno
instaurado mediante un golpe militar. Como lo sería mi
incorporación temprana al movimiento de
la Asociación de Jóvenes Rebeldes (aunque no
tenía edad), a las Milicias Nacionales Revolucionarias
donde aprendí a manejar un fusil y me lo eché al
hombro sin tener tampoco la edad requerida. Mi carácter terminó de forjarse en
aquellos "tiempos duros" donde pasamos las de Caín, pero
resistimos, luchamos y vencimos, como lo seguimos haciendo hoy
donde quiera que estemos, dentro o fuera de la patria.

Camino al mundo de la cultura.

También a esa edad adolescente comenzó mi
preparación teórica: con amigos vecinos del barrio
que habían hecho la experiencia de los "Cinco Picos"
(subir cinco o más veces la montaña más alta
de Cuba) comencé a estudiar en una de las Escuelas de
Instrucción Revolucionaria, de la que pasé a otra
Escuela
Básica de Marxismo-Leninisno y aquella plataforma
allanó el camino hacia un estudio permanente de la
Filosofía que no ha cesado hasta el presente. Luego de mi
ingreso a la Unión de Jóvenes Comunistas, me
convertí en un dirigente político que tomó
consecuentemente el modelo de
hombre y de
revolucionario del que no me he apartado nunca: el del Che Guevara.
No ha habido otro hombre que haya sabido alcanzar las virtudes de
este ser a quien respeto y tras
cuyos pasos he marchado sin vacilación. Llegué en
1965 a La Habana donde quise estudiar en el Instituto
Técnico Militar del cual causé baja por secuelas de
un accidente automotor tenido dos años antes y ciudad
donde finalmente hice mi bachillerato en un instituto
preuniversitario militar.

Desde la más temprana infancia,
súbitamente me invadió la conciencia de ser un ser
poco común: poseedor de una rara sensibilidad hacia la
Naturaleza, las aguas, los animales y las
plantas, a los que defendía y con los que conversaba en
mis frecuentes escapadas al campo o al río. Escribí
en cuadernos escolares muchos poemas y
letras que no encajaban en las formas tradicionales o las
aceptadas por la Preceptiva literaria al uso. De ahí que
la primera opción elegida cuando decidí entrar en
la Universidad fue la carrera de Letras, aunque en los estudios
medios había obtenido tan buenas calificaciones en
ciencias
exactas como en Humanidades. Pero en el mismo año del
comienzo de la carrera, el Partido Comunista me seleccionó
junto con otros alumnos para estudiar Filosofía en la
Universidad de La Habana, donde me vinculé a
compañeros de una ideología avanzada que habían
edificado un revista que
pasará a la historia de las ideas de
América
Latina como un vivo ejemplo de lo que es la máxima
amplitud de miras en lo que respecta al pensamiento a
que se puede llegar manteniendo un nivel de invariable compromiso
político : Pensamiento Crítico, calificada
por el antropólogo brasilero Darcy Ribeiro como una de las
más valientes en cuanto a corriente de ideas emancipadoras
se refiere en el marco de una joven revolución.

Me honrará siempre haber estudiado y pertenecido
al Departamento de Filosofía de la Universidad de La
Habana y haber sabido sostener hasta el presente una
entrañable y noble relación con la mayoría
de sus integrantes, incluidos a quienes hicieron esa revista,
entre quienes debo nombrar a José Bell Lara, Hugo Ascuy y,
en lugar privilegiado, a su director, el hermano digno de
admiración Fernando Martínez Heredia. Creo que
ésta pudo haber sido la mejor carta de
presentación para entrar al mundo académico en
cualquier lugar donde me hubiese encontrado y asimismo ante "las
izquierdas" del mundo, incluida la venezolana. Como lo
será siempre haber sido uno de los fundadores del Festival
del Caribe y de esa prestigiosa institución que lo ha
sostenido a lo largo de más de un cuarto de siglo: la Casa
del Caribe. Me honra también, y no en menor euritmia y
alcance, haber compartido la segunda gran etapa de la lucha de la
intelectualidad orgánica surgida en el seno de la
Revolución Cubana que tuvo y tendrá en Joel James
Figarola uno de los pensadores y filósofos más radicales y valientes,
no sólo en lo que respecta a la lucha– resuelta y
decisiva– por las ideas independientes, sino en lo que respecta
a la necesidad de enfrentarse permanentemente a la burocracia de
manera frontal, por cuanto el pensamiento y la conducta que ella
genera son el verdadero cáncer que termina por minar los
procesos revolucionarios.

Cultura es "bellas artes",
pero es también conocimiento:
y a su estudio y producción le he dedicado parte sustancial
de mi vida, tanto desde la docencia
universitaria como desde el trabajo de
la creación artística literaria, así como
desde la investigación en el campo de las ciencias
sociales y humanas, que es lo que pretendo continuar haciendo
desde el Centro de Investigaciones
Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón
donde actualmente trabajo.

Un
hombre de letras

Soy un hombre de letras en tanto que mi pasión ha
sido y es ser escritor, pero también pertenezco al mundo
de las ciencias, esto último lo más difícil
y angustioso cuando se vive en un país del "Tercer Mundo";
quiero decir, hombre de pensamiento, de ideas y de
reflexión permanente acerca del ser y del misterio del
universo y de
la vida, pero apegado siempre a la búsqueda de la verdad y
a su defensa intrnasigente. De hecho, el Ministerio de Ciencias,
Tecnología
y Medio
ambiente, luego de muchos rigurosos exámenes y a
través de una Comisión de Evaluación, me otorgó la
categoría científica de Investigador Auxiliar, que
cargo desde hace varios lustros con gran orgullo, por cierto;
para acceder a la siguiente de Titular debo
doctorarme…

Mi vida ha transcurrido por una larga avenida de
estudios académicos. Hace 31 años me gradué
en Filología en la Universidad de Oriente, luego de haber
hecho intensos estudios de Filosofía en la de La Habana
para dedicarme tiempo completo a la docencia universitaria y,
finalmente, encaminarme en estos últimos veintiséis
años al estudio del hombre y de su espiritualidad, que es
parcela propia de la Antropología, en un Centro de
Investigación. Las fiestas populares, entre ellas el
carnaval; las diversas formas de religiosidad de los pueblos del
Caribe- al que pertenece Venezuela por geografía e
historia–, en particular las de base africana y el espiritismo
han ocupado casi todo el tiempo de mis ocupaciones
científicas de estos últimos lustros y de ellas
llevo muchos trabajos publicados tanto en mi país natal
como en otros de diversas latitudes del planeta. Quienes quieran
saber qué he hecho en mi vida profesional, consulten
Archivocubano en su dirección en la web:
www.freeweb.supereva.com, hecha por el amigo antropólogo
italiano Carlo Nobili y la revista Caribenet, de
divulgación de las culturas caribeñas, hecha en
colaboración con su directora, la también italiana
y amiga querida Mariella Moresco: www.caribenet.info.

¿Te quedaste sólo al nivel de la
escritura?

Soy hombre de esta época que vive bajo el signo
de los medios audiovisuales y de las modernas tecnologías
de la
comunicación masiva que han hecho del mundo un
pañuelo: en la Universidad, me dediqué a la
docencia de la filosofía y más tarde de las
Literaturas, al mismo tiempo que de la historia y la
apreciación del cine, luego de
haber dirigido cine-clubes y de haber publicado en los diarios
cientos de reseñas y críticas de las
películas que se estrenaban semanalmente en los
cinematógrafos.
Intervine en programas de
radio y de
cine a nivel nacional, algunos contaron con un público
regular muy exigente por su alta preparación. En fin, he
participado en el proceso de investigación previo a la
realización de documentales de índole
antropo-sociológica, algunos de los cuales han ganado
premios en certámenes internacionales, como
Huellas, que ganó premio en el Festival
Internacional de Cine de Moscú… De ahí que
ahora impulse el avance de la Cooperativa
Productora de Audiovisuales "Visión-Manaure", perfil
empresarial en el cual creo en tanto alternativa a las formas de
explotación y apropiación propias del capitalismo
que rechazo.

He prestado especial atención a los medios de
comunicación masiva a lo largo de mi permanencia en la
Casa del Caribe, institución de la cual soy uno de los
fundadores y a la que quiero con todas las fuerzas del ser. Soy
padre e hijo de ella a la vez, por lo tanto que debo a Joel
James, recién fallecido, que fue el motor que la
mantuvo navegando, en las encrespadas aguas del Mar Caribe,
durante un cuarto de siglo. En ella inauguré el servicio del
telex con la presencia del Ministro de Comunicaciones
de la URSS, mantuve una comunicación fluida con parte del mundo
académico relacionado con la región, por la
vía del correo ordinario, del teléfono y, en los últimos
años, del correo
electrónico (no tuvimos Internet sino hace poco
tiempo…) Son numerosas las publicaciones periódicas
en las que he participado con diversas responsabilidades
editoriales: Taller, Mambí, Letras, Impulso, Cancerbero,
Del Caribe, Signos (del
Ministerio de Cultura de Cuba) y OIKOS, del Instituto de Cultura
del Estado Falcón. Ah¡ soy de los poquísimos
cubanos que creé una revista en Internet siguiendo la
voluntad de una intelectual extranjera y de la que soy Jefe de
Redacción: ya la mencioné,
Caribenet.

Tengo
entendido que has ganado algunos premios en
concursos

Lo hecho hasta aquí, lo he hecho
desinteresadamente en servicio de los necesitados y marginados de
siempre, no buscando un beneficio personal. Sí, he ganado
varios premios: Primera Mención por un libro de
testimonios en el Concurso Nacional de Historia "Primero de
Enero", del Departamento de Orientación Revolucionaria
(DOR) del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; y
el de Investigación Sociocultural, otorgado por el
Ministerio de Cultura de mi país natal, en dos ocasiones
por dos de los libros publicados originalmente en
República Dominicana.

Y,
¿ningún premio literario?

Algunos que ya casi he olvidado, el primero por un ensayo
acerca del folklorista Samuel Feijóo…pero el
más importante fue el de poesía,
por mi libro Árbol más hermoso
(todavía inédito) y el otro en ensayo, ambos
otorgados en el Concurso José María Heredia, de la
Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a
la cual pertenezco en mi condición de escritor y de
"hombre de audiovisuales": de radio, cine y televisión

¿Qué es lo más significativo de lo
que has publicado?

Desde luego, algunos de nuestros libros publicados que
son pioneros en el tratamiento de temas inusuales, como el
descubrimiento de la existencia de la religión haitiana en
Cuba y su alcance para la historia de la cultura a nivel
nacional; soy uno de los cinco especialistas en el mundo que ha
hecho tal clase de
estudios en el marco referencial de mi país de origen y su
relación con otro del Caribe. Asimismo, cargo una
reputación y calificación parecidas en
relación con el estudio del espiritismo en sus diversas
variantes nacionales cubanas.

Finalmente, mis dos libros preferidos: el estudio
antropo-sociológico hecho junto con Rafael Brea
López y Manuel Ruiz Vila cuyo objeto fue la comparsa "El
Kokoyé", del barrio Los Hoyos, principal foco de
irradiación de cultura tradicional del carnaval
santiaguero y Tiembla Tierra, libro-catálogo de la
exposición de arte ritual
afrocubano y espiritismo más completa de cuantas se hayan
hecho en Cuba, de la cual compartí curaduría con el
Tata Abelardo Larduet. El primero publicado sólo en Santo
Domingo y el segundo en Santiago de Compostela, capital de
Galicia. Y un lugar especial lo ha ocupado y ocupará El
vodú en Cuba
, publicado también primeramente en
República Dominicana, en el cual se condensaron largos
años de estudio y de investigaciones de campo a cargo de
un equipo integrado precisamente por Joel James, Julio Corbea
Calzado, Alexis Alarcón y mi persona. Tal vez
alguna universidad repare en esta obra por el significado de los
resultados que para las ciencias de la cultura comporta y nos
otorgue alguna distinción académica. Es una pena
que a los científicos sociales nacidos y que viven en
países del Tercer Mundo no se les proporcione el debido
reconocimiento a nivel internacional, como sí se les hace
a aquellos pertenecientes al del denominado Primer Mundo. Esto
forma parte del sistema de
injusticia que establece como colateral de la estrategia de
dominio de los
centros de poder hegemónico a nivel mundial: acallar la
capacidad del pueblo de general hombres de ciencia en
casi todos los campos del saber humano.

Quiero también a muchos de los ensayos,
estudios y artículos que he publicado en Cuba, así
como en, Puerto Rico,
Santo Domingo, Guadalupe, México,
Polonia, Canadá, Brasil y Estados Unidos,
país donde pronto verá la luz Sacred Spaces:
afrocuban religions in Oriente, Cuba,
obra en inglés
hecha con la profesora Dra. Jualynne Dodson de la Michigan State
University, que partió de la idea original del
entrañable filósofo Julián Mateo, uno de los
fallecidos y que es asimismo el fruto apetecible de nuestros
estudios conjuntos
durante casi una década. En el trabajo de campo trabajaron
intensa y sistemáticamente sus alumnos, a quienes quiero y
aprecio mucho. Eso mismo tengo la intención de hacer con
académicos y estudiantes venezolanos, a quienes hay que
inclinar a este tipo de estudios tan poco estimados en nuestros
medios académicos domésticos, por la falta de
visión y de desarrollo de
mentalidades positivas que, por lo general, han
prevalecido.

¿Y
tus últimas publicaciones en Venezuela?

Nuestro último libro fue publicado el año
pasado en Barquisimeto en colaboración con tres amigos
guaros; se titula Alí Primera, entre la rabia y la
ternura
. Estoy escribiendo un libro biográfico acerca
de este poeta que es ideólogo y mentor principal de esta
revolución bolivariana que se inspira en su vida signada
por la humildad del campesino
creador y en su pensamiento político. Acaba de ser
publicado el libro La Guinea, barrio afrocaribeño,
fruto del estudio en equipo venezolano-cubano de uno de los
barrios más emblemáticos y antiguos de Coro, al que
lo habían desaparecido del catastro oficial de Miranda y
del mapa y que, gracias al reclamo tesonero de sus vecinos
durante dos años, le fue restituido sus límites
territoriales, su nombre original y fue declarado patrimonio
histórico-cultural del Municipio por el alcalde ingeniero
Rafael Pineda Piña.

Por lo que me dijiste al principio de la entrevista,
¿puedo colegir que llegaste a Coro huyéndole a
alguna tragedia?

De ningún modo por esa causa, ni por ninguna de
cualquier otra naturaleza. Nunca ha estado en mi espíritu
escapar de nada, sino todo lo contrario: afrontar las cosas como
se te vienen encima. Pero, tratándose de tal caso extremo,
recordar que uno no elige el lugar donde nace, pero sí
donde muere. En definitiva, la existencia es mezcla de cosas que
el hombre no alcanza a remediar y de su antítesis;
resultante: la tragicomedia, más bien. En esta
ocasión me trajo a Venezuela Alí Primera, mi gran
camarada de la vida, a quien me une un profundad amistad y que es
una lástima que sea tan poco conocido en lo que se refiere
a la consistencia y profundidad de su pensamiento. Estoy viniendo
a este país, de gente tan bella y diversa en el
físico y tan rica espiritualmente, desde principios de los
noventa y me casé con Coro, esta ciudad que tanto me
recuerda a mi Santiago de Cuba, por la nobleza de su gente,
callada y morena; por las montañas que la rodean que me
recuerdan las de la Sierra Maestra que envuelven mi Santiago y
por su historia, tan llena de peripecias y luchas también
de alcance universal. El tambor, las creencias, en fin, todo
aquello que nos ha unido a través del Caribe, del que
emergió una misma identidad regional que calificamos de
caribeña; en definitiva el calor
físico y el humano, allá y aquí, es el
mismo.

Me alegra la planta del cocuy, que no hay manera de
encontrar el modo de sembrarla y que produce una de las bebidas
ancestrales más llenas de encantos del planeta; me
estremece el viento que curva al cují, pero no lo vence;
"paro bolas" al
chivo cuya capacidad de resistencia es un modelo que debemos
estudiar y seguir en nuestro comportamiento
los seres humanos. La simplicidad de la gastronomía regional, que puede resumirse
en la versátil "arepa pelá", es ejemplo de la
reserva y el ingenio del pueblo para enfrentarse a situaciones de
carencias materiales
extremas.

¿Qué aprecias más en la
vida?

La vida misma: el amor que
todo lo vence, sean distancias o barreras absurdas que hemos
construido los hombres en nuestro avance ciego hacia una cultura
del empobrecimiento del universo y de la Naturaleza; al amor en que se
conjuga el cuerpo y el alma sin
límites ni cortapisas; el filial, tan necesario, y el
espiritual, tan frágil siempre, por lo que hay que
esforzarse en edificarlo entre la criaturas humanas. Martí
prefirió escoger del "joyero mejor" la amistad sincera
antes que el amor, entendido en este caso como relación
erótica de pareja. Respeto su elección; trato de
colocarme en la media de su elección, para no terminar
loando la soledad en lo que respecta a la búsqueda de una
felicidad que ciertamente está en uno mismo y en nuestra
voluntad por vivir en comunión con el hombre. Me embelezo
y asombro cada día que amanece al ver tanta belleza en
la mujer
venezolana: y esa es una elección, una fuerza de las
"afinidades electivas" de las hablaba Goethe a la que hay que
prestar atención y que puede ser un motivo adicional para
mi "estacionamiento" aquí en esta tierra hospitalaria
donde me encuentro.

Deberías haberme preguntado: ¿qué
buscas, qué pretendes alcanzar? Esforzarme por alcanzar la
verdad que hay en el hombre y desentrañar el misterio que
todo lo rodea; dedicar lo que resta de mi tiempo humano en serle
útil al otro y en especial a su lucha temeraria por
alcanzar un mundo virtuoso en equilibrio con
la naturaleza y con el universo del
cual vinimos y en cuyo seno deberemos reposar, aunque seamos aun
en él "polvo enamorado", es decir, partículas de
esa sustancia sentimental y emotiva que vibra "al menor
movimiento de tu cuerpo al andar", como reza una famosa
canción. Hacerlo de una manera práctica y efectiva,
de manera que la gente pueda medir una gota de sacrificio
más, que nos hace más humanos. Tratar de que el
nuestro sea un reino donde alcancemos la justicia que
impera en el universo y en cada espacio de la Naturaleza donde
convivimos con otros seres que tienen la misma importancia que
nos atribuimos los seres humanos, quienes debemos –por encima de
cualquier otra determinación– respetarlas y cuidarlas
como a nosotros mismos o, quizá,
más…

¿Algún otro mensaje?

"Crear es la palabra de pase para nuestra
generación", idea de Martí
que invito a compartir con mis hermanos venezolanos, a quienes
quiero y aprecio. Hay que inventar a riesgo del error,
si es preciso: cada cosa es hija de la historia y de las
circunstancias propias; no copiar nada ajeno. Y: ¡amen
siempre¡

 

Prof. Investigador Auxiliar Lic. José
Mollet

Director del Centro de Investigaciones
Socioculturales
Instituto de Cultura del Estado Falcón
Edificio Sta Rosa, Coro City, Estado Falcón,
Venezuela.

http://www.afrocubaweb.com/

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