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¿Para qué sistematizar la Auditoría pública? (página 2)



Partes: 1, 2

¿Por qué no se ha producido un cambio en la
práctica de auditoría pública?

El presente escrito recupera la idea central de Oscar
Jara, educador popular, Director durante muchos años de la
Red
centroamericana de Educación Popular
Alforja, que en su libro "Para
Sistematizar experiencias" editorial Alforja, Costa Rica, 1994.
Expone "La sistematización es aquella interpretación crítica
de una o varias experiencias que, a partir de su ordenamiento y
reconstrucción descubre o explícita la lógica
del proceso
vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso,
cómo se han relacionado entre sí, y por qué
lo han hecho de ese modo", es decir, la sistematización es
apropiarse de la experiencia vivida y dar cuenta de ella,
compartiendo con otros lo aprendido, como reconstrucción
ordenada de la experiencia, pero también como un proceso
productor de conocimiento y
participativo. Sin embargo, una revisión en la literatura de la
auditoría pública, da cuenta que la experiencia
concreta no se sistematiza, no existe un aprendizaje de la
práctica de auditoría pública, un movimiento que
eduque con un sentido nuevo su concepción, génesis
y desarrollo. La
historia de la
auditoría pública es una asignatura pendiente. Los
cursos de auditoría gubernamental son burdas repeticiones
de la auditoría privada, porque la auditoría
clásica es privada, aunque se disfrace de externa o
independiente. Acaso la INTOSAI o los colegios e institutos de
contadores proporcionan una guía de auditoría
pública que sirva para:

  • Tener una comprensión más profunda de
    las experiencias que se realizan en el ámbito de la
    auditoría pública, con el fin de mejor nuestra
    propia práctica.
  • Compartir con otros casos o auditorías similares, las
    enseñanzas surgidas de las experiencias.
  • Aportar a la reflexión teórica, y en
    general a la construcción de la teoría, conocimientos surgidos de la
    práctica de auditoría concreta con los procesos
    sociales.

El problema de la auditoría pública
proviene de su génesis. Una enseñanza de la auditoría, en las
escuelas y facultades de contaduría, reducida a la esfera
privada, sin un programa
curricular que abarque el
conocimiento de la historia de la
administración pública, su relación con
la sociedad y la
responsabilidad de los ciudadanos, los métodos
científicos, y la ausencia de talleres que permitan a los
estudiantes aproximarse al quehacer de la auditoría. Se
define a la auditoría pública como una actividad
que realizan los auditores a estados
financieros, presupuestos,
planes, programas y
demás información relativa de las dependencias y
entidades de la
Administración Pública; sin embargo, la
definición gira en redondo, es tautológica, porque
no se precisa su especificidad, dado que lo público
califica su actividad. Pero los estudiantes egresan de las
universidades sin saber realmente cómo se hace una
auditoría, y menos pública.

En las instituciones
públicas, los órganos de control adoptan
la guía teórica de los institutos de contadores que
se denomina "Normas Generales
de Auditoría", agregándole "Públicas" como
si la noción fuera suficiente para hacer la
distinción con la llamada "externa" que propiamente es
privada. Más el agregado ha salido sobrando, no obstante
que la INTOSAI defina que sus normas de auditoría son
públicas, porque los despachos de auditoría
"independientes", los contadores públicos certificados, e
incluso los propios fiscalizadores, intervienen en la
realización y además disertan sobre la
auditoría pública sin saber qué es Por
ejemplo: Kevin Brady, Contralor y Auditor General de Nueva
Zelanda, afirma "Afortunadamente en Nueva Zelanda sólo
tenemos un órgano de cuentas para
todos los contadores tanto en el sector
público como en el privado" (2), o la Dra. Piedad
Amparo
Zuñiga Quintero, Auditora General de la República
de Colombia "no creo
que exista esa pretendida separación abismal entre lo
público y lo privado, en lo que se refiere a control" (3).
Y el Instituto Mexicano de Contadores Públicos, define
auditoría "Es el proceso sistemático para obtener y
evaluar de manera objetiva, las evidencias
relacionadas con informes sobre
actividades económicas y otras situaciones que tienen una
relación directa con las actividades que se desarrollan
en una entidad pública o privada
" (4).

La confusión que se observa en el pensamiento
"oficial" de la auditoría entre lo público y lo
privado, refleja la perdida de lo público, avasallado por
la economía,
eficiencia,
calidad y
rentabilidad,
por esto resulta acertado el informe de
conclusiones sobre "La profesionalización de la función
pública" del XI Congreso del CLAD "El retorno hacia lo
público deberá alcanzar acuerdos para generar
reglas de juego entre lo
público y lo privado". Se ha retomado un proceso de
aprendizaje porque el cambio requiere un movimiento de
educación, que motive rupturas en moldes pensamiento, en
la concepción de la auditoría tradicional y
signifique romper con la actitud
defensiva de refugiarse en las "seguridades" que otorga un
sistema avalado
por las "Normas de Auditoría Generalmente Aceptadas", de
tener respuestas sostenidas por la autoridad
intelectual de institutos y colegios de profesionistas, e incluso
de la INTOSAI. La actitud pasiva se ha aprendido desde las aulas
universitarias y se refuerza en la práctica
profesional que induce a una educación
memorística, repetitiva, simple repetición de lo
afirmado, porque se sostiene en la falacia de la autoridad
derivado del desconocimiento de su demostración, ignorando
no solamente las causas objetivas que han promovido tales
nociones en la conciencia
social, sino además se ignora la forma de cómo
demostrar que la práctica de auditoría
pública sea verdaderamente objetiva e
imparcial.

La auditoría o contraloría social no puede
seguir adoptando posiciones voluntaristas de pretender que la
presencia de ciudadanos en los órganos de control produce
una fiscalización de probidad, ni privilegiar la
adquisición de saberes técnicos como presupuestos,
contabilidad u
otras materias sin dilucidar antes el objeto, método,
normas y procedimientos de
la disciplina que
hace posible el control y evaluación
de los recursos
públicos. La participación ciudadana no debe ser un
reclamo aislado, ni un quijotesco esfuerzo de las organizaciones
que no logran articular una estrategia
coherente mediante un trabajo en
equipos que definan la agenda de los problemas
fundamentales de la rendición de cuentas, transparencia y
la fiscalización sobre casos concretos, y en
discusión pública con las entidades de
fiscalización superior.

La propuesta de Oscar Jara sobre la
sistematización posibilita comprender para qué y
cómo se desarrolla la experiencia de una práctica
concreta de auditoría pública; por qué se
dio precisamente de esta manera y no de otra; dar cuenta de
cuáles fueron los cambios que se produjeron, cómo
se produjeron y por qué se produjeron. Así la
sistematización permitiría entender la
relación entre las distintas etapas de un proceso de
auditoría: qué elementos han sido más
determinantes que otros y por qué, y cuáles son los
momentos significativos que marcan el devenir de la experiencia y
que le han dado determinados giros a su puesta en
práctica. Lo anterior, permitiría explicar,
justificar y demostrar la validez de una práctica concreta
de auditoría pública, y por lo tanto se
cumpliría con los principios
básicos de su actividad: la objetividad e
imparcialidad.

La condición que reproduce la auditoría
pública como actividad cerrada, se encuentra en la
ideología que justifica la revisión
y evaluación de los asuntos públicos como
práctica privada, bajo el criterio de la confidencialidad,
misma que produce leyes,
ordenamientos, códigos y una concepción que se
adopta como "natural", fuera de duda, como facticidad evidente.
La realidad de la auditoría pública ha establecido
referentes de orden implícito, convertidos en supuestos,
conceptos tácitos que guían la práctica y el
pensamiento cotidiano de los profesionales de auditoría y
de los legos. Sin embargo, los hombres son al mismo tiempo actores
y motores de su
historia, donde se transforman ellos mismos y transforman las
prácticas y condiciones. La realidad conocida de la
auditoría pública o gubernamental ha sido
construida y por lo tanto es sujeta a nuestra acción
de transformación. La irrupción de una ciudadanía más participativa como
componente vital de la democracia,
que demanda nuevas
formas y espacios en el marco de la globalidad de la
información y ante el creciente deterioro de la
credibilidad de las entidades de fiscalización superior,
surgen interrogantes sobre su pretendida fortaleza teórica
aprobada por la INTOSAI, de la práctica autoritaria de la
auditoría que no corresponde con el momento
histórico actual, resultando que la sociedad civil
comienza a darse cuenta de las debilidades en los fundamentos y
nociones esenciales de la práctica de
auditoría.

La sistematización produce una
reconceptualización mediante la cual las concepciones
teóricas vigentes son redefinidas desde la
práctica, desde los nuevos conocimientos que se elaboran
al reflexionar sobre su génesis, desarrollo y resultados
de casos concretos. Estos nuevos conocimientos deberán ser
difundidos y, a su vez, confrontados con otras experiencias, en
un proceso en espiral, flexible y dinámico, donde lo
aprendido es la base para nuevos conocimientos. La
auditoría o contraloría social debe exigir que las
experiencias de las prácticas de auditoría
pública sean difundidas para que las experiencias sean la
fuente más importante de aprendizaje
teórico-práctico para comprender y mejorar la
función de la fiscalización, para extraer sus
enseñanzas y compartirlos con otros auditores y ciudadanos
que contribuya a la construcción de una teoría que
responda a la realidad y, por tanto, permita reorientar nuestra
práctica de transformación.

En este marco, queremos atrevernos a relacionar la
propuesta metodológica de Oscar Jara en la práctica
de auditoría pública, se trata de un programa en
cinco etapas, lo cual sugiere un procedimiento con
un orden justificado, pero que no necesariamente debería
seguirse tal cual, porque dependerá de muchísimos
factores que inciden en la multiplicidad de experiencias
existentes, que en forma general se presenta:

A) El
punto de partida.

Se trata de partir de la práctica. Es el punto de
partida de todo proceso de sistematización, y esto quiere
decir, fundamentalmente, que la sistematización es un
"momento segundo", no se puede sistematizar algo que no se ha
puesto en práctica previamente.

A.1. Haber participado en la experiencia.

Con respecto a mi experiencia como auditor en
órganos de control y del conocimiento de la trayectoria de
los funcionarios que ocupan los mandos superiores en la
Contraloría del Estado y la
Auditoría Superior en la entidad, he observado que en lo
general carecen de la experiencia en la realización de
auditorías, de la práctica verdaderamente formadora
de "arrastrar el lápiz", de cómo fundamentar una
observación, decidir entre la vasta
información cuál es relevante y pertinente, de
distinguir lo ocasional de lo recurrente, y enfrentarse a las
presiones para que la revisión tenga un determinado sesgo,
muchas son las interrogantes y problemas teóricos y
prácticos para llevar a cabo una auditoría en el
sector público y que además cumpla con los
requisitos de forma y contenido.

Nada que ver con el requisito pueril establecido en la
Ley de
Fiscalización Superior del estado de Michoacán,
artículo 8, fracción II, en los requisitos que
deberá cumplir el Auditor Superior, que dice "Contar con
experiencia mínima de cinco años en el control,
manejo y fiscalización en el sector gubernamental". Porque
se cumple con el ingreso de funcionarios a la institución
en mandos medios y
posteriormente se les asigna la principal responsabilidad sin
realmente tener experiencia en practicar o realmente hacer
auditoría, que es diferente a la vaguedad de la ley.
Asimismo en la Ley Orgánica Municipal de Michoacán,
artículo 57, fracción II, se establece los
requisitos para ser nombrado Contralor Municipal "Ser
profesionista en las áreas contables, jurídicas,
económicas o administrativas o, tener experiencia en
algunas de ellas de cuando menos dos años". Lo anterior
indica el grave desconocimiento y desvalorización de la
función de contraloría, dado que un abogado,
economista o licenciado en administración de empresas carecen de la
formación y experiencia en la práctica de
auditoría, incluso los profesionistas de la
contaduría con sus estudios universitarios y
comprobación que hayan trabajado en labores de control y
fiscalización no significa que tengan la experiencia
vivida del quehacer de auditoría. Pero este problema no es
particular del estado de Michoacán, se presenta en todo
México, y
en muchos países, del análisis del currículo de los Auditores Superiores o
Contralores Generales participantes en el Foro Internacional sobre la
Fiscalización Superior en México 2005, son:
abogados, ingenieros, economistas, administradores, y los menos
contadores.

Los prestigiados grados académicos y los
importantes puestos ocupados parece ser la condición
suficiente para ser nombrado máxima autoridad de
fiscalización, en países como: Bolivia,
Perú, Nueva Zelanda, Venezuela,
Italia, Suiza,
Costa Rica, Argentina y Polonia. Pero se encuentran declaraciones
como: La Contralora General de Costa Rica, Lic. Rocío
Aguilar Montoya, "el sujeto de la fiscalización, es decir
el Estado y
sus instituciones" (5), o el Dr. Kurt Gruter, Director de la
Oficina de
Auditoría de Suiza "Los objetos de la auditoría se
determinan sobre la base de un análisis de riesgos" y "La
Oficina Federal de Auditoría audita estos informes,
naturalmente también determina los objetos de las
auditorías –por ejemplo los sistemas de
control y los pagos de los contratos
– y coordina las
actividades de los distintos órganos de supervisión" (6), o el Dr. Gerardo
Palacios, Auditor General de Argentina "Los informes que
produce la Auditoría General de la Nación
llevan la firma de profesionales matriculados en el
Consejo Profesional, quienes son jurídicamente
responsables por ello, lo cual garantiza su objetividad"
(7), y la INTOSAI sin definir el concepto de
objetividad en la Declaración de Lima, señala "Que
los objetivos específicos de la
fiscalización, a saber, la apropiada y eficaz
utilización de los fondos públicos, la
búsqueda de una gestión
rigurosa, la regularidad en la acción administrativa y la
información, tanto a los poderes públicos como al
país, mediante la publicación de informes
objetivos
". En primero, cabe la precisión que los
sujetos son los auditores o entidades de fiscalización; en
segundo, el objeto de un campo de conocimiento es su realidad a
estudiar, sin embargo ni en la propia normatividad de la INTOSAI
se tiene claro y determinado el problema del objeto en la
auditoría pública, puesto que no se define ni
determina, presentando solamente en el Glosario de las
Normas de Auditoría la definición de objetivo de la
auditoría "Una declaración precisa de lo que
pretende lograr la auditoría y/o de la pregunta a que
ésta dará respuesta. Puede incluir cuestiones
financieras, de regularidad u operativas". Lo que resulta
evidente es la confusión de objeto con objetivos,
así como objetivo de alcanzar fines o metas, con objetivo
de objetividad, que no son lo mismo. Y en tercero, considerar que
se garantice la objetividad mediante la firma de profesionales
certificados refleja la simpleza e ignorancia de la
concepción en la auditoría tradicional que la
supedita a los sujetos o auditores pero no al objeto de donde
proviene la objetividad.

Además otro concepto central, Kevin Brady,
Contralor y Auditor General de Nueva Zelanda, afirma "Nuestra
metodología se basa en las normas
existentes de auditoría" (8), ¿cuál
metodología? Sí en las normas de auditoría,
incluida la INTOSAI, confunde método con procedimiento o
técnica, y reduce el método a la subjetividad
cuando afirma "Los métodos y técnicas
aplicables dependen en gran parte (…) del conocimiento y
el criterio del auditor" (9). Entonces, sí los conceptos
de sujeto y objeto no se encuentran determinados, la naturaleza del
conocimiento de la auditoría pública tampoco lo
está, es decir, el estudio epistemológico en la
auditoría se encuentra en ciernes. Por tal razón,
la auditoría, y específicamente la auditoría
pública, sigue confundiendo metodología con
técnicas de investigación. El método surge de la
relación entre el objeto investigado y los procesos
cognoscitivos que permiten tener acceso a éste, su estudio
impulsa hacia la apreciación objetiva del auditor respecto
al mundo, y la responsabilidad pública de si mismo. Pero
la ausencia de claridad en los problemas teóricos de
auditoría pública, indica la falta de experiencia
vivida de los responsables de la fiscalización.

A.2. Tener registros de la
experiencia.

Lo importante para la sistematización de la
experiencia en la auditoría pública es contar con
registros de su práctica, que sean elaborados de su
vivencia, de lo que ha ido sucediendo. Este es un requisito
indispensable, dado que los registros nos permiten ir a la fuente
de los distintos momentos que se llevaron a cabo a lo largo de la
experiencia, por lo que será posible reconstruir ese
momento tal como fue; los registros se refieren a una enorme
variedad de formas posibles en las cuales se puede recoger la
información de lo que sucede en una experiencia, sin
embargo la práctica de auditoría pública es
una actividad cerrada que no facilita la visión del
desarrollo real de los procesos (el esquematismo de los programas
de auditoría lo atestigua), representando en lo general un
obstáculo al derecho de información. Por
consiguiente, dado la necesidad y/o urgencia de fortalecer la
rendición de cuentas o accountability en los
órganos de control, el registro de las
experiencias concretas de auditorías públicas
podría posibilitar el control del poder de la
fiscalización, no solamente a través del informe y
justificación de sus actividades, decisiones,
comportamientos y resultados, o en la necesaria promoción de nuevos espacios de equilibrio
entre las entidades de fiscalización y la sociedad civil,
si no en la búsqueda de una nueva lógica que
permita exigir cuentas claras porque se cuenta con conceptos
claros, erradicando el desorden y confusión que priva en
el pensamiento y práctica de la fiscalización
superior.

B)
Las preguntas iniciales.

En esta segunda parte, se trata de iniciar propiamente
la sistematización, donde se responde claramente tres
preguntas:

B.1. La determinación del objeto a
sistematizar.

Se acepta que el problema del método está
enteramente determinado por su objeto de estudio. Pero la ciencia no
ha llegado todavía a la auditoría tradicional que
continua sosteniendo la validez de la teoría para el
sector público sea la misma que se aplica en la esfera
privada. En el fondo no se reconoce que la unidad original del
saber de la auditoría se ha ido disgregando generando
ramas parciales que corresponden al sector de la realidad a
examinar. Lo público y lo privado tienen connotaciones
diferentes, que es preciso delimitar, y aún más lo
público no es un concepto unitario u homogéneo.
Porque la institución pública se encuentra
determinada en espacio y tiempo con circunstancias, condiciones y
situaciones que en cada caso concreto
resulta preciso dilucidar.

Cuando la INTOSAI afirma "Los métodos y
técnicas aplicables dependen en gran parte de la
naturaleza, alcance y objetivos de la auditoría y del
conocimiento y el criterio del auditor", demuestra que su
pensamiento está determinado por normas de
auditoría emitidas por institutos de contadores para
aplicarse en el sector privado, tal como "El trabajo profesional
de auditoría, tiene una finalidad y unos objetivos
definidos que se desprenden de su propia naturaleza" (10). Pero
cuando apelan al concepto de naturaleza, a qué se
refieren, porque en la literatura de auditoría no existe
una definición o explicación al respecto, no
obstante que afirman que los métodos y objetivos dependen
de ella. Lo que indica como un supuesto ha orientado la
concepción de auditoría sin aclarar la
posición epistemológica y metodológica que
la sostiene. Si la auditoría presupone condicionantes,
éstos necesariamente deben dilucidarse.

Atenerse al criterio de los auditores significa
remitirse a la discrecionalidad, relativizar los resultados de la
auditoría al conocimiento personal del
auditor conduce a ignorar las dificultades teóricas de la
auditoría. El problema no se encuentra en las nociones
"aceptadas generalmente" como "verdaderas" de la auditoría
tradicional, sino en la delimitación del objeto,
sólo el conocimiento de la auditoría
pública será objetivo si procede del objeto, y no
del sujeto
.

B. 2. Definir el objetivo de la
sistematización.

Aquí se trata de definir el sentido de la
sistematización. Dependerá de la situación y
circunstancias de la revisión, tanto externas como
internas, y del proceso de maduración del equipo para
responder ¿para qué sistematizar?

El objetivo a lograr puede ser general y
específico, pero si debe ser relevante para las personas
interesadas en la investigación. El objetivo general es
preciso en la medida que clarifica tal o cual fenómeno o
área problemática, o indica la forma o
procedimientos para probar una determinada observación;
aún cuando los objetivos específicos estén
todavía enredados, por lo que deben plantearse cuando la
auditoría esté más adelantada. Un error
frecuente en las auditorías consiste en sujetarlas a
definiciones fijas de los diversos tipos de revisiones sin
determinar su objeto y método, y así han pretendido
expresar opiniones sobre la certeza en el manejo de recursos por
servidores
públicos con base en "economizar" el pensamiento, derivado
de pruebas
selectivas, reduciendo el problema de la inducción a la probabilidad
matematizante que no demuestra su proceso metodológico,
como afrontar si en una determinada institución
pública hubo o no corrupción, porque la revisión no se
enfoca a la fiscalización de probidad.

B.3. Qué aspectos centrales de las experiencias
interesa sistematizar.

Precisar un eje de sistematización es esencial
para poder llevar a cabo un proceso de sistematización
coherente, dado que las experiencias son en sí tan
enormemente ricas en elementos, que incluso teniendo un objeto
delimitado y un objetivo (s) claramente definido, aún
será necesario precisar más el enfoque de la
sistematización, para no dispersarse, y ese es el papel de
la sistematización.

Un eje de sistematización, es como un hilo
conductor que atraviesa la experiencia y que está referido
a aquellos aspectos centrales de esa experiencia (s) que nos
interesa sistematizar. Un eje de sistematización es como
una columna vertebral que nos comunica con toda la experiencia,
pero desde una óptica
específica. En definitiva, la formulación del eje
debe ser coherente con el objeto, objetivo, y responder de manera
especifica a ellos.

C.
Recuperación del proceso vivido.

En esta tercera etapa entramos de lleno en la
sistematización, a través de:

C.1. Reconstruir la historia.

Se trata aquí de tener una visión global
de los principales acontecimientos que sucedieron en el lapso de
la experiencia, normalmente puestos de manera cronológica.
Para lo cual será indispensable acudir a los registros.
Puesto que los hechos y acontecimientos a que hacemos referencia
son vividos, será importante dejar constancia de las
diferentes interpretaciones que se presenten en la
reconstrucción histórica. Pero lo importante, es
que permita una visión general del proceso de
auditoría. Si se realiza con cuidado, significará
no solamente una experiencia que genere nuevos conocimientos y
aprendizajes, sino que también demuestre que la
práctica realmente fue objetiva e imparcial.

C.2. Ordenar y clarificar la
información.

Basándose en esa visión general del
proceso vivido, se trata ahora de avanzar hacia la
ubicación de los distintos componentes de ese proceso.
Aquí es donde la precisión del eje de
sistematización nos va a hacer de suma utilidad, porque
nos dará la pauta de qué componentes tomar en
cuenta. Un instrumento sumamente útil para esta tarea, es
una guía de ordenamiento: un cuadro, una lista de
preguntas que permitirá articular la información
sobre la experiencia en torno a los
aspectos básicos que nos interesa, al igual que en la
etapa anterior, los registros serán
fundamentales.

En síntesis,
el ordenamiento y clasificación de la información
debe permitir reconstruir de forma precisa, los diferentes
aspectos de la experiencia, vista como un proceso.

D)
La reflexión de fondo.

Llegamos a la etapa clave del proceso de
sistematización: la interpretación crítica
del proceso vivido, las otras etapas están en
función de ésta. Se trata, ahora de ir más
allá de lo descriptivo, de realizar un proceso ordenado de
abstracción, para encontrar la razón de ser de lo
que sucedió en el proceso de la experiencia.

D.1. Análisis, síntesis e
interpretación crítica del proceso.

Para realizar esta reflexión de fondo,
será necesario penetrar por partes en la experiencia, es
decir, hacer un ejercicio analítico; ubicar las tensiones
o contradicciones que marcaron el proceso de la auditoría;
y, con esos elementos volver a ver el conjunto del proceso, es
decir, realizar una síntesis, que permita elaborar una
conceptualización a partir de la práctica
sistematizada.

Esta etapa depende del objeto y objetivo de la
sistematización. Uno de los principales instrumentos que
se puede utilizar aquí es una guía de preguntas
críticas que interroguen el proceso de la experiencia y
permitan identificar los factores esenciales que han intervenido
a lo largo de la auditoría y explicar la lógica y
el sentido de la experiencia. Por ejemplo:

  • ¿Ha habido cambios en los objetivos?
    ¿Por qué?
  • ¿Qué tensiones ocurrieron entre los
    auditados y auditores? ¿ A qué se
    debieron
  • ¿Qué tensiones ocurrieron entre los
    auditores y los mandos superiores?
  • ¿Cuál es la relación entre los
    auditados y la entidad de fiscalización?
  • ¿Qué relación guardan los
    auditados con la estructura
    de poder?
  • ¿Qué factores incidieron en la mayor o
    menor autonomía del trabajo de
    auditoría?

En fin, puede surgir una diversidad de preguntas de la
situación específica de la auditoría. Lo
importante es generar preguntas que permitan a los propios
auditores y a los interesados, conocer el desarrollo y la
problemática vivida de la auditoría.

E.
Los puntos de llegada.

La última etapa de esta propuesta
metodológica, el cual es una nueva forma de arribar al
punto de partida, enriquecido con el ordenamiento,
reconstrucción e interpretación crítica de
la experiencia (s) sistematizada (s).

Aunque pudiera parecer que formular las conclusiones y
comunicar los aprendizajes es una tarea fácil y que se
hará casi como consecuencia natural de lo realizado
anteriormente, no es así. Tiene una importancia enorme el
dedicar tiempo y energía a esta tarea, porque de ello
dependerá el que realmente puedan cumplirse los objetivos
de fondo del ejercicio sistematizador.

E. 1. Formular conclusiones.

Toda la reflexión interpretativa del momento
anterior, deberá dar por resultado la formulación,
lo más clara posible, de conclusiones tanto
teóricas como prácticas.

Se trata de expresar las principales respuestas a las
preguntas formuladas en la guía de interpretación
crítica, tomando como referencia principal el eje de
sistematización formulado. Asimismo, las conclusiones
deberán estar dirigidas a dar respuestas al objeto y
objetivos planteados al inicio de la
sistematización.

E.2. Comunicar los aprendizajes.

Por último, será necesario producir
algún o algunos materiales que
permitan compartir con otros auditores o ciudadanos lo aprendido.
Vale la pena dedicar un tiempo importante a esto, porque de otra
manera, la riqueza del proceso se limitará al grupo de
auditores, lo que sería irresponsable, por decir lo
menos.

Aquí, hacemos referencia a la etapa tercera,
respecto a que la dimensión comunicativa de la
sistematización es un aspecto sustancial y no secundario
ni optativo. Recalcamos, también que al producir este
material nos permitirá realizar una nueva
objetivización de lo vivido, que enriquecerá
aún más el proceso de pensar y transformar la
propia práctica. Asimismo, recurrir a toda forma
imaginativa o creativa que haga comunicable la
experiencia.

Conclusión

La auditoría tradicional ha alcanzado sus
límites
de utilidad en la práctica de fiscalización
superior. El agotamiento del paradigma
radica no sólo en la falta de claridad conceptual, en su
inconsistencia metodológica, sino sobre todo en su
incapacidad de dar explicaciones adecuadas a los fenómenos
de: corrupción, opacidad e impunidad. Por
lo que resulta imperativo impulsar una auditoría
pública que sea objetiva, abierta y demostrable. Para lo
cual se requiere establecer la necesidad del cambio, y crear una
clara visión de a dónde conduce. Resulta
difícil entender el desarrollo de las entidades de
fiscalización superior sin conectarlas con su
dimensión científica y social, como tampoco es
posible concebir su avance sin transformar su herramienta- la
auditoría-, y también procure compartir las
experiencias de las auditorías para el desarrollo
personal del auditor y de la sociedad civil.

Pero en tanto, los gobiernos, congresos, partidos
políticos, organizaciones, ciudadanos, y especialmente
la INTOSAI y sus miembros no perciban la necesidad del cambio, en
la auditoría aplicable al sector público,
continuarán exaltando y alabando la entelequia artificial
de la fiscalización superior. Pero ello no le quita su
fuerza e
importancia, al contrario nos debiera hacer reflexionar sobre la
manera en que podemos penetrar en su fenómeno y la manera
en que se inserta en la estructura científica y
social.

¿Cómo dotar a las entidades de
fiscalización superior de las capacidades y
prácticas que carecen?, si el campo de la auditoría
pública ha estado protegido del examen analítico y
crítico, si ha sido sometido a los vaivenes de la política, y si la
propia institución de fiscalización se resiste a
reconocer que las "Normas de auditoría generalmente
aceptadas" constituyen la expresión de un sistema
autoritario y discrecional.

Por lo tanto, ¿qué debemos construir desde
la sociedad civil?

Impulsar propuestas que fortalezcan la concepción
de la auditoría pública como una actividad abierta,
a partir de otorgarles voz a los auditores para que sus
experiencias se conviertan en aprendizaje y productor de
conocimiento y, principalmente, promover su derecho al disenso.
Así los institutos y colegios de auditores y contadores,
la INTOSAI y sus más de 180 miembros, se verán
obligados a reconocer que su práctica requiere un profundo
cambio y la institución de fiscalización, en su
generalidad, la reconstrucción.

Notas

  1. .
    C.P.C. Horacio Lozano Ulloa. 14 de marzo de 2006. (negritas del
    autor).
  2. Memoria del Foro Internacional sobre la
    Fiscalización Superior en México y el Mundo 2005.
    Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior
    de la Federación. Cámara de Diputados, LIX
    Legislatura,
    Noviembre de 2005. P.225.
  3. Ídem. P. 188.
  4. www.imcp.org.mx.
  5. Ídem. P. 268.
  6. Ídem. Pp. 174-176.
  7. Ídem. P. 286.
  8. Ídem. P. 232.
  9. Normas de Auditoría de la INTOSAI. 3.6.3. P.
    62.
  10. Normas y procedimientos de auditoría y normas
    para atestiguar. Boletín 1010. IMCP. 24ª. Edición. Febrero 2004.

 

Mario Alberto Gómez Maldonado

Partes: 1, 2
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