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La paz del mundo no sólo es posible, sino también inevitable




Enviado por jesus gonzalez garcia



Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Los prejuicios un
      obstáculo para la paz
    2. La promesa
      de la paz mundial
    3. Selección de los
      escritos de Baháulláh sobre la
      paz
    4. Selección
      de los escritos de Abdul-Bahá sobre la
      paz
    5. Selección
      de las charlas de Abdul-Bahá sobre la
      paz
    6. Selección
      de cartas escritas de parte de Shoghi Effendi sobre la
      paz
    7. Selección
      de cartas de la Casa Universal de Justicia sobre la
      paz
    8. Selección
      de cartas escritas de parte de la Casa Universal de Justicia
      sobre la paz
    9. Bibliografía
    10. Ciudadanía
      Mundial. Ética Global para el Desarrollo
      Sostenible

    En los escritos bahá'ís se perfila lo
    que han de ser las instituciones
    necesarias para el establecimiento de la paz y el nuevo orden
    mundial. La paz debe establecerse primero entre los individuos,
    hasta que al final conduzca a la paz entre las
    naciones.

    La paz del mundo no sólo es posible, sino
    también inevitable.

    La próxima etapa en la evolución de este planeta es "La
    planetización de la humanidad.

    1. Los prejuicios un obstáculo
    para la paz

    Parece sumamente pertinente: «Como las guerras
    comienzan en la mente de los hombres, es en la mente de los
    hombres que han de construirse las defensas de la paz». Por
    lo tanto, parecería que ninguno de nosotros puede evadir
    la responsabilidad de por lo
    menos«desarmar» nuestros prejuicios, que suelen
    hallarse en la raíz de nuestra incapacidad de llevarnos
    bien los unos con los otros en las familias, las comunidades o en
    los planos nacional e internacional. La otra cara de la moneda,
    desde luego, está constituida por las medidas que los
    gobiernos pueden adoptar para promover el desarme general y
    completo y lograr una paz duradera en este planeta.

    (Comunidad
    Internacional Baha'i, El Desarme y la Paz)

    Asimismo a medida que los prejuicios de sexo,
    así como los de credo, raza, clase y
    nacionalidad,
    sean abandonados en un espíritu de dedicación a la
    unidad de la humanidad, podrá producirse en ambos, hombres
    y mujeres, la
    motivación necesaria para el establecimiento de la
    paz.

    Entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh
    está la que dice que los prejuicios religiosos, raciales,
    políticos, económicos y patrióticos
    destruyen el edificio de la humanidad. Mientras prevalezcan estos
    prejuicios, el mundo de la humanidad no tendrá descanso.
    Durante un período de seis mil años la historia nos informa acerca
    del mundo de la humanidad. Durante estos seis mil años el
    mundo de la humanidad no ha estado libre
    de guerras, de luchas, de homicidios y
    sed de sangre. En toda
    época se ha hecho la guerra en un
    país o en otro, y esa guerra se ha debido ya sea al
    prejuicio
    religioso, al prejuicio racial, al prejuicio político, o
    al prejuicio patriótico. Por tanto, se ha determinado y
    probado que todos los prejuicios son destructivos para el
    edificio humano. Mientras estos prejuicios persistan, la lucha
    por la existencia debe permanecer dominante, y debe continuar la
    sed de venganza y rapacidad. Por consiguiente, lo mismo que en el
    pasado, el mundo de la humanidad no puede ser salvado de la
    oscuridad de la naturaleza, y
    no puede alcanzar la iluminación si no es por medio del abandono
    de los prejuicios y la adquisición de la conducta del
    Reino.

    Si este prejuicio y esta enemistad son por cuenta de la
    religión,
    considerad que la religión debe ser la causa de
    camaradería, de lo contrario es infructuosa. Y si este
    prejuicio es el prejuicio de la nacionalidad,
    considerad que todo el género
    humano es de una única nación;
    todos han brotado del árbol de Adán, y Adán
    es la raíz del árbol. Ese árbol es tan solo
    uno, y todas estas naciones son como las ramas, en tanto que los
    individuos de la humanidad son como hojas, como flores y frutos
    del mismo. Luego, el establecimiento de las diferentes naciones y
    el consecuente derramamiento de sangre y destrucción del
    edificio de la humanidad, son el resultado de la ignorancia
    humana y de los motivos egoístas.

    En cuanto al prejuicio patriótico, esto
    también es debido a la absoluta ignorancia, pues la
    superficie de la tierra es
    un solo país natal. Todos pueden vivir en cualquier punto
    del globo terráqueo. Por tanto, todo el mundo es el lugar
    de nacimiento del hombre. Estas
    fronteras y sus pasos han sido ideados por el hombre. En
    la creación no han sido asignados tales límites y
    pasos fronterizos. Europa es un solo
    continente, Asia es un solo
    continente, África es un solo continente, Australia es un
    solo continente, pero algunas almas, por motivos personales e
    intereses egoístas, han dividido a cada uno de estos
    continentes y han considerado a cierta parte como su propio
    país. Dios no ha establecido frontera entre
    Francia y
    Alemania;
    ellas son continuas.

    En efecto, en las primeras centurias, almas
    egoístas, por la promoción de sus propios intereses, han
    señalado límites y pasos y, día a
    día, han asignado más importancia a los mismos,
    hasta que ello condujo a intensa enemistad, derramamiento de
    sangre y rapacidad en los siguientes siglos. De la misma manera,
    esto continuará indefinidamente, y si esta
    concepción del patriotismo permanece limitada dentro de un
    cierto círculo, ello será la causa principal de la
    destrucción del mundo. Ninguna persona sabia y
    justa reconoce estas distinciones imaginarias. Cada área
    limitada a la cual llamamos nuestro país natal la
    consideramos como nuestra patria, mientras que el globo
    terráqueo es la patria de todos, y no algún
    área restringida. En resumen, vivimos en esta tierra durante
    unos pocos días, y finalmente somos sepultados en ella,
    ella, nuestro sepulcro eterno. ¿Vale la pena que nos
    preocupemos en derramar sangre y en hacernos pedazos unos a otros
    por este sepulcro eterno? No, nada de eso, ni Dios es complacido
    por tal conducta, ni ningún hombre en su sano juicio lo
    aprobaría.

    Considerad: los animales benditos
    no se ocupan en disputas patrióticas. Están en la
    mayor camaradería unos con otros y viven juntos en
    armonía. Por ejemplo, si una paloma del este y una paloma
    del oeste, una paloma del norte y una del sur llegan al mismo
    tiempo a un
    mismo lugar, inmediatamente se asocian en armonía.
    Así ocurre con todos los animales y las aves benditas.
    Pero los animales feroces, tan pronto como se encuentran, se
    atacan y luchan unos con otros, se despedazan mutuamente y les es
    imposible vivir en forma pacífica en un mismo sitio. Son
    todos huraños y fieros, salvajes y combativos
    luchadores.
    Con respecto al prejuicio económico, es evidente que
    cuando quiera que se fortalezcan los vínculos entre las
    naciones y se acelere el intercambio de mercancías, y que
    en algún país se establezca algún principio
    económico, ello finalmente afectará a los
    demás países y se obtendrán beneficios
    universales. Luego, ¿por qué este
    prejuicio?

    En cuanto a los prejuicios políticos, debe
    seguirse la política de Dios, y
    es indiscutible que la política de Dios es más
    grande que la política humana. Debemos seguir la
    política divina, y ello es aplicable por igual a todos los
    individuos. Él trata a todos los individuos del mismo
    modo; no hace distinción, y este es el basamento de las
    Religiones
    Divinas. (Selección
    de los Escritos de Abdul-Bahá).

    Las Revelaciones de Dios no difieren una de otra en
    ningún aspecto esencial, aunque las necesidades cambiantes
    de las que se ocupan, de época en época, han
    exigido de cada una de ellas respuestas especiales para cada
    caso.
    Todos los Profetas de Dios, Sus favorecidos, Sus santos y
    escogidos Mensajeros, son sin excepción los portadores de
    Sus nombres y las personificaciones de Sus atributos. Sólo
    difieren en la intensidad de Su revelación y en la
    potencia
    relativa de Su luz.
    Se advierte a los que estudian la religión que no permitan
    que los dogmas teológicos u otros prejuicios les lleven a
    hacer discriminaciones entre aquellos a quienes Dios ha utilizado
    como canales de Su luz:
    Cuidado, OH creyentes en la Unidad de Dios, no seáis
    tentados a hacer distinción alguna entre las
    Manifestaciones de Su Causa o menospreciar los signos que han
    acompañado y proclamado Su Revelación. Éste
    es ciertamente el verdadero significado de la Unidad Divina;
    ojala seáis de los que comprenden esta verdad y creen en
    ella. Además, estad seguros de que
    las obras y hechos de todas y cada una de estas Manifestaciones
    de Dios, más aún, todo lo que a Ellas atañe
    y todo lo que manifiesten en el futuro está ordenado por
    Dios y es un reflejo de Su Voluntad y Propósito.
    (Baháulláh).

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