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Aspectos psicológicos en la Odontopediatría (página )



Partes: 1, 2

La comunicación entre el dentista y el
niño

Es fácil comprender que previo a un rendimiento
eficiente del dentista es necesario vencer las barreras
psicológicas que existe entre él y su paciente. El
paciente menor de edad tiene limitaciones en cuanto al desarrollo del
lenguaje, su
comprensión es limitada, su capacidad de adaptación
esta siendo puesta a prueba. De esta manera hay dificultades para
la efectiva comunicación, proceso no muy
bien comprendido inicialmente por los dentistas que trataban
niños,
los cuales recomiendan técnicas
que, a modo de recetas, buscan la producción de mejoramientos en el comportamiento
de sus pacientes, variando de actitudes
permisivas a rígidas y disciplinarias, con el factor
común de enfatizar el mas expendido accionar del
profesional, mas bien que la naturaleza de
las reacciones infantiles.

Como se ha visto en desarrollo emocional, la primera
forma de comunicación del malestar de cualquier orden es
el llanto. A esta forma de expresión recurren con
frecuencia los niños ante el miedo, la ansiedad y el
dolor, siendo, en muchos casos, la primera reacción
observable desde el punto de vista del dentista tratante. Los
llantos pueden ser de cuatro tipos:

  • Llanto obstinado: consiste en llanto fuerte,
    con gritos, ordenes y amenazas, movimientos de la musculatura
    gruesa y conducta
    agresiva tipo pataleta.
  • Llanto atemorizado: con abundante
    lágrimas, quejas, vocalización lastimera,
    solicitudes de llamar a la mamá, movimientos de
    evitación con la cabeza, manos cubriendo la cara y
    evitación del contacto visual con el
    dentista.
  • Llanto herido de poco volumen: con respiración alterada, manos y
    extremidades tensas.
  • Llanto compensador: consiste en una
    emisión de sonidos que más sirven para
    neutralizar, o compensar, los ruidos producidos por
    instrumentos o equipos del operador.

Las actitudes del dentista tienen que ser diferentes
ante estos diversos tipos de llanto, ya que son igualmente
diversas las causas que lo provocan. El primero requiere de una
actitud firme,
desde el control por medio
de la voz, en una instrucción clara y perentoria, a
restricción física. El segundo,
por el contrario, demanda
comprensión y apoyo, para disminuir el temor,
explicaciones técnicas del tipo decir ? mostrar ? hacer,
en acciones
traumáticas y breves para permitir al paciente tomar
contacto gradual con la situación. El llanto herido
representa un error del operador, ya que esta provocando dolor a
su paciente y esta situación debe ser controlada de
inmediato, además de pedir disculpas al niño. El
llanto o ruido
compensador puede ser disminuido, si es molesto, mediante una
solicitud comprensiva, ya que es posiblemente menos molesto para
el dentista que las acciones de este para el paciente.

La técnica a aplicar, según estas
respuestas dependen también de la empatia, la cual debe
educarse. Los tipos de llanto pueden ayudar a entender como se
siente un niño. Se ha observado que la conducta del
dentista es influenciada por la conducta de los niños.
Estos pueden utilizar más orden y contacto físico
con los niños asustados, mas aun, mostrar más
negación de sentimientos o comentarios despectivos y
restricción en los niños con claras manifestaciones
de miedo. Los dentistas manifiestan alto estrés
frente a resistencia
moderada motora, a pequeñas muestras de llanto, a
movimientos agresivos y gritos, de tal modo que parece esta
situación involucrada al control emocional del
profesional.

Conocimiento de
la experiencia del niño

Con frecuencia el contacto con el preescolar, o
escolar, consiste en requerir, con grados variables de
firmeza, conductas compatibles con las necesidades del examen y
tratamiento. Esta solicitaciones pueden ser seguidas por
explicaciones de por que el tratamiento es necesario, o por que
la salud bucal es
deseable. Generalmente, se esta mas preocupado de comunicar al
niño lo que necesita hacerse para considerar la
sesión exitosa que apreciar los sentimientos de este,
quien esta frecuentemente temeroso, o muy aprensivo. En su mente
esta, sobre todo, la incertidumbre acerca de lo que le
será requerido y el grado de molestia que significa. En un
esfuerzo por vencer la ansiedad, o el miedo, en lo más
pequeños debe pedirse que comenten sus temores. Si es
niño esta contento es fácil decirle que se ve de
ese modo, que se esta contento de verle. Si su actitud es
negativa o escéptica, se le puede expresar que esto es
visible, que seria mejor que no tuviera que estar en tratamiento,
que pudiera quedarse en su casa. Es posible esperar una atención del niño a esa altura, ya
que es notorio que el dentista parece entender como se siente. A
continuación se puede explicar lo que se hará y
hacerlo bien y pronto. Si esto se logra, las futuras solicitudes
pueden tener mejor acogida.

Básicamente, se trata de no argumentar con su
experiencia, no negar sus sentimientos; específicamente,
no trata de convencerlo de lo que ve, escucha o presirve no es
así.

Descrito como comportamiento hepático, es la
habilidad del dentista para ponerse en el lugar del niño
(trato de entender como te sientes?, se que tienes temor?),
centrándose en este y en sus sentimientos, siendo mas
efectivo cuando se expresa en el momento adecuado, en periodos
difíciles. Se ha descrito en un estudio que evalúa
estrategias
comunicacionales como un método
altamente efectivo en reducir ansiedad.

Uso de la
imaginación y la fantasía del
niño

Para el niño que con su conducta ha hecho obvio
que no quiere ser atendido, se le puede decir que al dentista le
agradaría no tener que hacer nada, que seria mejor que
estuviera jugando con sus amigos, o tener el poder de
eliminar sus problemas con
solo desearlo. Puede comentársele que seria agradable no
tener que hacer las cosas que no nos gustan. Ocasionalmente se
puede añadir que hay adultos que no quieren ir al
dentista.

Todas estas observaciones son cosas que el niño
sabe bien y puede concluir que estaría en el animo del
dentista no hacer nada si esto fuera posible. Al desear por
él lo que quiere, se comunica la comprensión del
dentista, a pesar de no poder acceder a evitar la experiencia. En
resumen, se le da al niño en fantasía en lo que no
puede dársele en realidad.

El respeto a la
dignidad del
niño

Cuando el dentista esta frente a pacientes adultos son
rutinarias las muestras de cortesía y estas
deberían ser igualmente de rutina con el paciente
infantil. Todas las solicitudes deberían ser hechas "por
favor", y si el niño responde, seguidas de "gracias". Se
le pude extender la mano para ayudar al niño a ajar del
sillón y permitirle expresar opiniones y sentimientos
dentro de posibilidades razonables. Básicamente, se desea
que se comporten como adultos tratándoles con el respeto
correspondiente. Es recuente ver conducirse bien a un niño
solo porque ha sido tratado deferencia; este suele apreciar el
respeto y se esfuerza por no arriesgar la perdida de esta
relación.

El uso del
elogio

Nuestra cultura esta
condicionada contra el elogio directo y hay una presión
fuerte para ser modesto en la expresión de relaciones o
autoimagen. Por esto el elogio directo puede resultar
inconfortable para un niño, puede además estar en
conflicto con
opiniones anteriores; si se le dice que es valiente antes de
haberlo probado y se le ha descrito en el colegio como cobarde,
hay presente una contradicción obvia, alguien esta
equivocado, o miente. Una manera de evitar esta situación
es describir la conducta del niño de tal modo de que
él saque sus propias conclusiones: "hoy me has ayudado
mucho", "te agradezco que te hayas portado tan bien".

En ocasiones pareciera que si los padres no demostraran
una tremenda emoción al terminar la sesión,
abrazando y besando a su hijo, este se comportaría mejor
en la próxima oportunidad. Si es recibido en la sala de
espera como si hubiera escapado ileso de una situación del
mas alto riesgo, es
probable que intuya que efectivamente la relación con el
dentista tiene un elevado grado de peligrosidad, y presente, en
consecuencia, una conducta inapropiada.

La conducta de los padres en estas ocasiones puede ser
modificada al explicar por qué se le pide naturalidad y
sobreviedad al recibir al niño. Si se les invita a verlo a
mitad del tratamiento, cuando el niño esta tranquilo,
podría desminuir su ansiedad, al constatar que el hijo
esta cómodo y relajado y no soporta sacrificio
sobrehumano; se hace así menos probable que lo acojan, a
la salida del consultorio, como un prisionero de guerra de
regreso a casa.

El principio mas importante es que el elogio de
relacione con los esfuerzos y logros del niño y no con su
carácter y personalidad.
Los comentarios deben ser hechos de manera que este pueda deducir
de ellos características positivas en su comportamiento y
capacidad de adaptación.

Se había propuesto que la autoestima no
seria un factor determinante en la infancia
temprana, sin embargo se ha descrito la importancia de la
estética aun para niños de corta
edad. Lo cual es un elemento digno de
consideración.

Presentación de opciones

En general, a todos los niños debería
permitírseles algún grado de control sobre las
modalidades del tratamiento, ofrece examinar la arcada superior o
inferior, descansar un mínimo, o continuar, etc.; permite
al paciente participar de un modo activo en la secuencia de
acciones que se cumple en su boca y le informa que él
sigue existiendo como persona para el
profesional que lo atiende.

Cuando el niño llega a la consulta es confrontado
con muchas opciones; si se puede elegir entre algunas, se
afirmara su confianza en su capacidad para resolverlas y se
hará participe de un tratamiento que, para tener éxito,
necesita ciertamente del concurso mutuo de profesional y
paciente.

Evaluación de resultados

La infancia es en cierto modo un estudio de las
consecuencias de las actividades y, según esas,
proseguirlas, modificarlas, o eliminarlas.

Reconocer la corrección juega un papel muy
importante, informa sobre la adaptación a las
circunstancias, ayudando a desarrollar y mejorar la autoestima.
Al menos se le puede pedir adivinar cuantos dientes tiene, el
propósito del sillón dental o de algún
botón o accesorio; cualquier respuesta, aun parcialmente
correcta, es rápidamente recompensada con el
reconocimiento de la percepción
e inteligencia
del niño. Igualmente, su cooperación debe de ser
reconocida.

El dentista debe buscar la manera de agradecer y
felicitar, el resto del mundo esta tan ansioso de señalar
sus errores que queda algunos adultos la posibilidad de felicitar
a los niños cuando lo hacen bien.

Autenticidad del aprecio

Los niños necesitan ser queridos y saberlo: el
sentimiento del adulto a de ser autentico, ya que aquellos
perciben con mucha rapidez la insinceridad. Si el dentista no
tiene agrado por los menores tendría que fingir y eso
representa un obstáculo mayor en relaciones con esos
pacientes.

Se puede decir, sintiéndolo, "tu me gustas; fue
fácil trabajar contigo, muchas gracias", y obtener una
recompensa grande con un esfuerzo menor. En las relaciones
humanas, los agentes de ayuda no son solamente las
técnicas, sino las personas que las emplean; sin
simpatía y autenticidad las técnicas
fallan.

Las
reglas del juego

En el proceso de comunicación que influye la
consulta, el dentista debe establecer desde el principio,
paulatinamente y con claridad cuales son las reglas del juego, las
normas y
modalidades durante las sesiones. El niño necesita, para
desenvolverse progresivamente mejor, un sistema de
referencia consistente, un esquema conocido y de pocas
variaciones, y una ves establecidas estas rutinas el dentista no
debe separarse de ellas, a no ser que circunstancias muy
especiales lo hagan aconsejable y aun así es necesario
explicar las razones del cambio.

Hay que ser particularmente claro en establecer que
conductas son permisibles y cuales no, ofrecer desde el principio
un rango de expresiones emocionales aceptables ("a mi no se me
grita"). En el hogar suele existir inconsecuencia en el resultado
de una actividad, que puede tener premio o castigo dependiendo
del clima del
momento. Para el dentista es más fácil mantener por
tiempo breve
una actitud consistente, ayudando así al paciente a
equilibrarse en el medio odontológico, sin el desconcierto
que produce la ambigüedad en el criterio de
corrección o incorrección.

Para algunos adultos resulta difícil imponer
disciplina.
Sin embargo, el dirigir la conducta facilita el ajuste a los
requerimientos de la sociedad; el
niño puede a veces protestar, pero en el fondo esta
satisfecho de saber que alguien tiene el buen juicio para
protegerlo de su inexperiencia. En este sentido, el dentista
tiene un papel importante que cumplir y participar con responsabilidad en la formación personal de sus
pacientes.

Algunos factores
ambientales que producen conductas determinadas en la
consulta

Como se ha explicado, en el desarrollo
psicológico hay un permanente y riquísimo juego
entre la herencia y el
ambiente, este
último es de compleja y variada naturaleza y explica la
diversidad de la persona resultante. Algunas variables en el
ambiente tiene directa relación con la conducta que el
niño manifiesta ante el dentista; esta representadas por
la influencia de sus padres, su grupo de
referencia escolar y sus antecedente medico ?
dentales.

  • La influencia de los padres

Se puede adelantar que el dentista que trata
niños tiene una proporción menor de niños
problemas que padres problemas. Las actitudes de sus mayores
pueden describirse bajo algunas circunstancias que permite
anticipar hasta cierto punto el comportamiento de los
niños.

  1. sobreafecto: situación frecuente en los
    padres que han tenido a sus hijos en edad avanzada en el
    único hijo, en el adoptado, o en el menor de la familia.
    Son niños con una preparación inadecuada para
    ocupar su debido lugar en la sociedad, en la escuela o en
    el hogar. En el consultorio demuestra poco valor
    recurriendo a su madre, o al adulto que lo trae y rehusando a
    dejarles, abrazándoles o tomándoles la
    mano.
  2. Sobreprotección: se observa con
    frecuencia en madres que quieren monopolizar todo el tiempo de
    su hijo, sin permitirle que juegue o se junte con otros, con el
    argumento que pueden dañarle, ensuciarlo o contagiarlo.
    El niño manifiesta un comportamiento autoritario, quiere
    controlar todas las situación y rehúsa jugar con
    otros niños en igualdad de
    condiciones, pretende guiar al dentista en lo que este hace, no
    aceptando algunos instrumentos, adolece en resumen la falta de
    disciplina.
  3. Sobreindulgencia: consecuencia de la actitud
    de padres que nada niegan a sus hijos, especialmente de
    aquellos que durante su infancia no tuvieron muchas facilidades
    y satisfacciones, generalmente por dificultades
    económicas. También se observa en adultos que
    tienen a los niños por algunos periodos y eligen esta
    vía para no tener dificultades con ellos, como es el
    caso de algunos abuelos. El resultado es un niño
    exigente, con el cual es muy difícil congeniar a menos
    que exceda a sus demandas, las cuales son reforzadas con llanto
    y rabietas, exhibiendo igual conducta con el
    dentista.
  4. Sobreansiedad: actitud observable en familias
    donde han ocurrido muertes, cuando los padres con
    jóvenes e inexpertos o cuando es su hijo único
    obtenido con dificultad. Se ejerce sobre el niño
    sobreafecto y sobreprotección motivados por el temor y
    la ansiedad. El niño así tratando depender de sus
    padres para tomar decisiones y emprender actividades, responde
    con timidez y cobardía ante situaciones nuevas, muy
    notorio en la consulta odontológica además,
    cualquier problema menos de salud, lluvia o frió, es
    causa suficiente para interrumpir el tratamiento.
  5. Sobreautoridad: los padres actúan de
    esta manera para modelar a sus hijos con un determinado tipo de
    comportamiento, a este efecto se impone una disciplina que
    tiende a ser severa, inflexible y a vece cruel. Esto produce en
    el niño un negativismo, pasividad e inseguridad,
    lo cual es perfectamente en el consultorio. El dentista
    autoritario puede identificarse con la figura paterna, o
    materna, manteniendo ese esquema, pero debería en cambio
    permitir al niño la expresión del temor, o de sus
    necesidades o motivaciones para capacitarlo y gradualmente a la
    adaptación y exigencia del tratamiento.
  6. Falta de afecto: la indiferencia de los padres
    para con el niño se manifiesta cuando disponen de poco
    tiempo para atenderle, por incompatibilidad entre el padre y la
    madre, cuando la consepcio ni a sido deseada o el sexo del
    niño no fue deseado. El niño que vive en esta
    situación suele ser tímido y retraído,
    indeciso, se asusta con facilidad, en un intento de llamar la
    atención puede desarrollar ciertos hábitos como
    rehusar la comida, onicofagia, succión digital, etc. En
    la conducta asume las modalidades típicas del
    niño tímido, el afecto legítimo del
    profesional puede conducir gradualmente a ese niño a una
    relación muy satisfactoria para ambos.
  7. Rechazo: por las mismas causas anteriores, mas
    aquellas representadas por celos de los padres, mala
    situación económica, inmadures, etc., esos
    actúan alejados del niño, manteniendo con el una
    actitud negativa de critica, de castigo, de disciplina
    exagerado e inconstante: el resultado suele ser un niño
    desobediente e imperioso, que puede pretender una capacidad de
    mando inexistente, propenso a pataletas, puede ser mentiroso, o
    robar. El profesional que reconozca esta circunstancia puede
    con compresión y preocupación llegar a ser muy
    estimado por el niño, en el fondo necesita afecto como
    cualquiera, solo que no le entrega con facilidad, porque el
    ambiente le a enseñado a protegerse.
  • La influencia de la escuela

Los niños que asisten a escuelas de
párvulos tienen la oportunidad de estar en
compañía de otros, adquiriendo experiencias que no
tienen aquellos que son confiados en su hogar hasta la edad
escolar.

La mayor socialización que esto representa, la
necesaria adaptación o medio diferente, la negación
de nuevos roles dentro del grupo, el intercambio de información, hace que, por lo general, sea
mas difícil para el dentista examinar estos niños;
por otra parte, la imagen del
dentista para el preescolar de existir es positiva. Los
compañeros de curso han sido sometidos a tratamientos
preventivos o de dificultad menor y esta experiencia es relatada
al grupo.

Durante la educación
básica, la información es de otra índole, ya
q la acción
del odontólogo suele presentar, y a veces exclusivamente,
extracciones y tratamiento de emergencia, los que suelen ser
descritos exageradamente y con detalles "escalofriantes" aun
auditorio muy atente. Si esta es la primera noticia de
odontología, es natural que el niño tenga en este
caso una imagen negativa del dentista y esta en mano de este
presentar la otra cara de la profesión.

  • Antecedente medico ? dentales:

Cuando se realiza el desarrollo emocional de
niño, es aparente la importancia de la salud del
niño en su umbral de respuesta a los estímulos
propios de la emoción. Para el dentista es útil
saber que si han estado
enfermos en su hogar por periodos prolongados, puede presentar
conductas consecuentes con actitudes paternas de
sobreprotección y sobre indulgencia. Los niños que
han estado hospitalizados pueden tener excelentes adaptaciones a
los requerimientos de las presentaciones de salud y, en otra
posibilidad haber tenido malas experiencias que le hacen asociar
y generalizar temor a la odontología.

Falta de capacidad de
cooperación

Puede ubicarse aquí aquellos pacientes con los
cuales no puede establecerse comunicación: niños
muy pequeños y niños con retrazo mental.

Control del miedo y la ansiedad

La psicología no
están de acuerdo en como los dentistas pueden tratar el
miedo y la ansiedad en sus jóvenes pacientes. El
desacuerdo puede radicar en parte en lo complejo de estas
emociones, la
falta de investigación concluyente en el área
y principalmente, los problemas conceptuales.

La ansiedad y el miedo son diferentes, este
último tiene una razón concreta y definible, en
cambio la sociedad es una situación indefinible de
amenazas o catástrofes de origen natural desconocidos que
carece demandar acción urgente y, sin embargo, el individuo es
incapaz de actuar en ningún sentido. Los individuos
ansiosos son heterogéneos en cuanto a origen y
manifestaciones de temor a la odontología que pueden ser
exógenos, vía condicionamiento o trauma vivencia a
la odontología y endogenos, con una constitución vulnerable de naturaleza
general. Entre los primeros, se puede comentar que el inicio de
la ansiedad a la odontología se da básicamente en
la infancia. El miedo es común en los niños
preescolares y se han examinado los tipos más frecuente,
sugiriendo algunas maneras de preceder frente a ellos: en la
medida que el niño se desarrolla sicológicamente
empieza a parecer la ansiedad, que por su misma naturaleza es
difícil de combatir.

Al tener la ansiedad aspectos multidimensionales
conductuales, cognitiva y fisiológicos, ninguno de las
pruebas
clásicas para detectarla tiene valor conclusivo. Para los
sicoanalistas la ansiedad es síntoma de una
disfunción sicológica subyacente, o como una
manifestación del la libido que debe ser sublimada en
canales socialmente aceptables, o suprimida bajo control del ego
o del súper ego. En cualquier caso es considerada como
indeseable y se busca su supresión, eliminación o
transferencia. Para los conductistas, la ansiedad es una forma de
conducta que incluyen reacciones simpáticas,
contracción corporal y sensibilidad disminuida del miedo
circundante. Sin considerar los factores causales, se a probado
un nutro de técnicas para distraer al paciente o
interferir con la percepción de la emoción, entre
estas se encuentran el uso de la música en el
consultorio y ruidos blancos, referida a veces como
audioanalgecia.

Al observar la ansiedad con mayor atención, se la
categoriza actualmente como una experiencia humana
característica y significativa, una reacción normal
y sana del niño frente a la situación
odontológica, con la capacidad dual de alertar y motivar.
Para el bienestar y el desarrollo saludable del niño es
necesario el aprendizaje de
cuando es necesario estar ansioso. En efecto, ansiedad y temor
son una respuesta esperada ante una situación
extraña, con un adulto desconocido situado sobre su
altura, con instrumento de aspecto peligroso. El aumento de la
ansiedad sobre cierto nivel puede transformar a un niño en
un problema disciplinario para el dentista; por otra parte, muy
poca ansiedad, indiferencia, es anormal, ya que la ansiedad tiene
un valor de protección y motivación, sin ella muchas de las acciones
especificas del dentista no tienen sentido.

Los efectos de las molestias y pequeños dolores
que el dentista inevitablemente provoca, son muy exagerados por
el niño que no esta preparado para tolerarlos.

El mismo punto puede probarse con la necesidad de un
"nivel óptimo" de ansiedad que, en un estudiante, produce
la necesaria motivación para rendir con eficiencia. Si la
ansiedad es muy alta, o si es muy baja, el rendimiento sufre
deterioro. En consecuencia, el papel del dentista en esta
situación debería ser educar al paciente infantil a
manejar su ansiedad y ajustarla en un nivel adecuado, nivel
diferente para cada niño y para cada
ocasión.

El control de la ansiedad por medios de
técnicas reductoras se ha probado en diferentes edades,
estimándose que estas deben aplicarse sobre todo en los
periodos preparatorios de cada sesión de tratamiento. El
dentista debe saber que los momentos mas ansiogénicos o
atemorizantes son aquellos usados para maniobras preparatorias:
lavarse las manos, encender la lámpara, solicitudes al
auxiliar, movimientos de instrumental; de aquí que se
recomienda tener todo preparado antes de llamar al niño y
seleccionar con cuidado las palabras usadas durante el
tratamiento.

El tema del temor y la ansiedad es importante en
pacientes adultos y niños. Pero en estos últimos
donde el dentista, junto a otros adultos significativos,
además de la familia,
pediatras, educadores, etc., juega un papel crucial en la
capacidad del niño para manejar su ansiedad y controlar el
miedo en el mundo exterior.

El dentista puede ayudar si la participa en la
estructuración de las experiencias de su paciente. Uno de
los principios
básicos del aprendizaje es
que cada uno aprende de su experiencia y de algún modo
todos los niños aprender a manejar su ansiedad; algunos se
sienten tranquilos y aun duermen, otros hablan y se mueven mucho,
rehúsan a abrir la boca, resistentes y gritan, lo
común en todas estas conductas en luchar frente a un
estado emocional, y si el niño las utiliza es porque
resultan para el. El mayor problema no es, entonces, la ansiedad
misma, sino la posibilidad de aprender estrategias no funcionales
para manejarlas.

Antes de describir procedimientos
específicos es necesario examinar dos situaciones
observables con alguna frecuencia. Dentistas que utilizan
estrategias indeseables, por ejemplo, persuadir a un niño
que la inyección es indolora; sino resulta de ese modo, el
paciente debe concluir que el dentista es insensible o mentiroso.
En otro caso, el dentista permite que su paciente deje la
consulta con la impresión que no fue "bueno" o "valiente",
el niño puede desarrollar una actitud negativa, un
reconocimiento de su aparente incapacidad para afrentar
situaciones de este tipo, en el futuro próximo y
lejano.

Tal vez más perjudicial que lo corrientemente
estimado es la práctica de la premedicación
indiscriminada, ya que esta no resuelve el problema, sino que
simplemente lo posterga, posponiendo el enfrentamiento del
niño con un problema inevitable, aprendiendo en cambio una
disposición a evitar situaciones ansiogenicas con
depresores artificiales.

Un niño con sedación no esta en
condiciones no esta en condiciones de aprender de su experiencia,
lo cual no tiene sentido, ya que el paciente esta
psicológicamente ajeno. Obviamente, existen casos en donde
resultan imperativos en auxilio de drogas, en
niños muy pequeños o aquellos con déficit
mental y físico. La relativa excepcionalidad de estos
casos no debería desviar la atención del dentista
de sus pacientes típicos, que son la gran mayoría
de los niños.

Refuerzo

Este poderoso principio de aprendizaje mediante
condicionamiento operante esta basado en el hecho que las
conductas del hombre son
influidas por sus consecuencias. Si el resultado de una actividad
es positivo (recompensa) la conducta será repetida
(reforzada). Si el resultado es negativo, la conducta pierde
fuerza o se
extingue. El término operante implica que se puede
intervenir en las consecuencias de una conducta para modificarla
o eliminarla.

Según este esquema de condicionamiento operante,
para consolidar y aumentar respuestas correctas es necesario
premiar o recompensar. Los premios, o reforzadores, pueden ser de
variada naturaleza: son primarios y tienen importancia
biológica o satisfacen una necesidad fisiológica;
secundaria si es necesario previamente asociarlos con
reforzadores primarios, por ejemplo, dinero,
afecto, atención, aprobación.

El dentista tiene que operar en el ambiente del
niño para reforzar las conductas positivas de su paciente
y para evitar recompensar aquellas negativas. Los reforzadores
sociales son los mas empleados y, entre ellos, el elogio. Se
describe a continuación una secuencia de este procedimiento:

  1. ¿Qué se elogia? Cualquier
    conducta adecuada que se quiere observar nuevamente.
    Pequeños avances hacia la conducta final deseada
    (aproximaciones sucesivas) equivalentes a conformación
    progresiva de conductas.
  2. ¿Cómo elogiar? Dar instrucciones
    simples, precisas y claras, proveer atención positiva
    (contacto visual, palabras agradables, contacto afectuoso
    físico), ser simple y específico sobre lo que se
    quiere, no destruir el efecto positivo añadiendo
    crítica después del
    elogio.
  3. ¿Cuánto elogiar? Inmediatamente,
    para lograr el máximo efecto; sino es posible, el elogio
    atrasado también es efectivo. Elogiar cada vez que
    ocurra la conducta, ya que la consistencia es muy importante.
    Una ves establecida la conducta, esta puede ser elogiada
    intermitentemente; se a estudiado un elogio mínimo para
    cada cinco conductas positivas.

El esfuerzo intermitente o parcial tiene una gran
fuerza, mayor aun que la consecuencia positiva de cada conducta
adecuada. La obtención de una recompensa, con un cierto
ritmo hasta un cierto punto impredecible, explica la dificultad
de eliminar el hábito del jugador compulsivo.

La situación contraria, no reforzar una conducta
indeseable, es también crítica, si se piensa que
dejar la consulta es la recompensa más poderosa que un
paciente pueda recibir, la salida de ella debe ser bajo ciertas
condiciones. La fantasía, agresión, resistencia y
retirada son algunos de los medios de que dispone el niño
para terminar una situación adversa. Si alguno de ellos
resulta, aun momentáneamente, el paciente infantil ha
aprendido una manera disfuncional de manejar su miedo y ansiedad.
El paciente dejara de oponer resistencia injustificada, o de
manifestar conductas obstructivas si sus tácticas no dan
resultado, sino son reforzadas. Una de las técnicas
basadas en este principio es ignorar la situación,
secuencia que se examina a continuación:

  1. ¿Qué se ignora? Conductas
    inadecuadas pero tolerables, técnicas dilatorias,
    evitación o demora del tratamiento, distracción,
    conductas molestas, ruidos, interrupciones, solicitudes,
    ordenes.
  2. ¿Cómo ignorar? Separarse del
    niño con la instrucción de cambiar actitud, no
    responder en absoluto, ser firma y continuar ignorando al
    niño, elogiar el primer signo de conducta deseada. Hay
    que recordar que el niño puede acelerar y aumentar la o
    las conductas inadecuadas antes de cooperar.

Hay aun conductas negativas agudas: rechazo franco y
complejo descontrol emocional ya descrito, en la forma de llanto
obstinado o pataleta. En estos casos el clínico se ve
enfrentado a una situación que no puede ser pospuesta.
Diversas técnicas bajo el titulo restricción
física se han descrito con ese propósito. El
objetivo es la
terminación de la conducta intolerable o por lo menos
disminuirla; por sus características imposibilita
absolutamente el examen del paciente y no existen vías
operativas de comunicación. El proceso se inicia con una
orden perentoria de sede, de naturaleza especifica; si el
resultado es bueno el episodio se da por terminado y se refuerzan
conductas positivas.

Conclusiones

Con el presente trabajo
concluimos cómo la psicología representa un perfil
importante para nuestra carrera odontológica, y más
aun para la rama de odontopediatria, en la cual el
odontólogo tiene que saber el trato adecuado para trabajar
con niños, ya sea niños especiales.

Este documento nos informa claramente cómo seguir
esos pasos y la actitud que un odontopediatra debe mostrar hacia
su paciente.

Anexos

Bibliografía

Odontología Pediátrica, Fernando Escobar
Muñoz

 

Carolina Olivera C.

carolina_-1444[arroba]hotmail.com

Biografía

Bautizada con el nombre de Carolina Lizbeth Olivera
Carrera, nacida en Lima Perú, hija de padre
Odontólogo y procedente de familia medico-dentistas.
Realizó estudios básicos y actualmente estudios
superiores en la Universidad Inca
Garcilaso de la Vega (Perú).

UIGV

Facultad: Estomatología

Perú, Lima, 20 de Octubre 2007

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