La formación de valores desde una perspectiva filosófica y sociológica
- Fundamentos filosóficos
en el contexto mundial - Desde el
punto de vista sociológico - Fundamentos
sociológicos en el Contexto Nacional - Bibliografía
Este trabajo hace
referencia a las concepciones filosóficas y
sociológicas de la formación de valores
teniendo en cuenta el criterio de varios autores a nivel mundial
y nacional.
Fundamentos filosóficos en el
contexto mundial
La teoría del
conocimiento del marxismo
revela la esencia de la relación cognoscitiva del hombre
partiendo de su actividad transformadora, lo que posibilita
investigar el surgimiento de los conceptos, categorías,
regularidades y leyes y
fundamentar la actividad del conocimiento
humano.
El carácter universal y científico de
la dialéctica materialista radica en que se basa en
el
conocimiento de las leyes más generales del desarrollo,
por su parte, los principios y las
leyes de la filosofía marxista leninista constituyen un
método que
posibilita el logro de nuevos resultados en el proceso del
pensamiento y
en la actividad práctica del hombre.
El tema de los valores ha
sido abordado por filósofos como Scheler, Nietzsche,
Windelband, Rickert, Wojtila, Weber, y
algunos otros filósofos de la cultura.
Para Windelband y Rickert la filosofía debe ser
considerada una teoría
de los valores donde se busquen los principios que garanticen la
validez del conocimiento de una manera normativa sin dejar de
lado la actividad humana que surge en el ámbito de la
moralidad y el
arte.
Para Scheler en cambio los
valores son "cualidades materiales que
tienen una determinada orientación mutua en el sentido de
alto y bajo; y esto acaece con independencia
de la forma de ser en que se les incluya." Con ello quiere
significar que los valores "no son propiedades de las cosas
(…), ni tampoco fuerzas o capacidades o disposiciones insitas a
las cosas" sino "cualidades" peculiares que manifiestan el "
matiz valioso de un objeto (…), que es lo más primario
que nos llega de aquel objeto".
Plantea además: "el mundo de los valores no es de
naturaleza
lógica
sino que pertenecen a una legalidad
propia del mundo de los valores y se fundan en conexiones de
esencia y en incompatibilidades de esencia existente entre los
valores mismos."
El catedrático hispano Manuel García
Morente y su colega Juan Zaragüeta exponen en los
"Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas
Filosóficos": "los valores son objetivos, se
descubren a través de la intuición; no son ni cosas
ni impresiones subjetivas, porque los valores no son, porque los
valores no tienen esa categoría de los objetos reales y
los objetos ideales, esa primera categoría de ser."(1947:
73)
Estos autores desvirtúan las concepciones
axiológicas existentes introduciendo una nueva variedad
ontológica de los valores, consistente en que no son,
apoyados en la proposición realizada en el siglo XIX por
el filósofo Alemán Lotze, quien define el criterio
de que los valores no son, sino que valen. A esto replicaron
suspicazmente Husserl y Stumpf, considerando a los valores no
como entes independientes, por no poseer sustantividad, sino como
cualidades que se adhieren a las cosas, lo que impide su
parcelación ontológica.
A partir de estos presupuestos
los autores citados proponen como aparato categorial
axiológico el siguiente: la primera categoría
radicada en la no indiferencia de las cosas, el valer; la segunda
categoría sustentada en la no entidad del valor, la
cualidad pura; la tercera categoría que responde al orden
de preferencia entre valores y antivalores, la polaridad y la
cuarta y última categoría referida al orden de
importancia que le concedemos a los valores o grupos de
valores, la jerarquía.
En su proposición que declaraba como
núcleos de la realidad al ser, la espacialidad, la
temporalidad y la causalidad, enfocan a los valores
independientes del espacio y del tiempo, como
significaciones absolutas.
La aparición de las obras "Más
allá del bien y del mal" y "Genealogía de
la moral",
en 1886 y 1887 respectivamente, bajo la autoría de
Nietzsche, provocó que el tema de los valores saltara al
primer plano de la discusión filosófica; sus
tesis,
postulados y argumentos contribuyeron a que el concepto de
"valor" abarcase casi la totalidad de los problemas
morales.
La intencionalidad de sus obras tendientes a la inversión de los llamados "valores eternos
o tradicionales" para suplirlos por "valores vitales", que nacen
de la afirmación de la vida y en respuesta a sus
exigencias, llamaron poderosamente la atención a los círculos y escuelas
filosóficas y sirvieron de acicate a las discusiones en
torno a estas
cuestiones. Las diversas concepciones formadas se proyectaron en
dos tendencias fundamentales:
La primera plantea la esencia apriorística de los
valores con respecto al hombre y la sociedad. Esta
estuvo representada por la escuela
neokantiana de Baden, liderada por Wilhem Windelband y Heinricht
Rickert, quienes argumentaban que el valor constituye el deber de
ser una norma y la filosofía tendría como objetivo
analizar y descubrir los valores de trascendencia y validez
universal. Otros representantes de esta primera concepción
fueron Max Scheler, Nikolai Hartmann y Le Senne, todos
coincidían en la apreciación objetiva de los
valores como entes inmutables, llegando Scheler a proponer en su
libro "El
formalismo en la ética y la
ética material de los valores", una
clasificación que agrupa a los valores en seis grupos:
útiles, vitales, lógicos, estéticos,
éticos y religiosos.
La segunda concepción, de naturaleza empirista y
corte historicista, relativo y subjetivista, fue respaldada
filosóficamente por Wilhelm Diltley, Ortega y Gasset, Luis
Lavelle, John Dewey y otros, quienes defendían la idea de
que los valores no pueden ser considerados, ni en sí
mismos, ni en su relación con el hombre, al
margen de la historia; porque la historia misma es la fuerza
productiva que engendra las determinaciones de valor, los
ideales, los fines con que se mide el significado de hombres y de
acontecimientos.
En lo que concierne a la taxonomía
jerárquica de los valores, Ortega y Gasset (1947) propone
una clasificación en seis clases de valores, que solo se
diferencia de la de Scheler, en que llamó a los valores
lógicos, valores intelectuales.
Luis Savelle (1955) realiza una nueva propuesta en lo que
él denominó "visión realista de los
valores", dividiéndolos en económicos, afectivos,
intelectuales, estéticos, morales, espirituales y
religiosos; considerando a las cuatro últimas clases como
valores de trascendencia.
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