Se desarrolla la actividad como
categoría filosófica, en sus múltiples
determinaciones
y condicionamientos, destacando sus atributos cualificadores y el
modo especial
en que se encarnan en la cultura
Se hace énfasis especial en el
devenir histórico – cultural de la categoría
actividad.
La determinación del status filosófico de
actividad y su asunción como objeto específico la
reflexión filosófica, se revela como un momento
esencial del contenido revolucionario que inauguro el marxismo en la
historia de la
filosofía.
La Filosofía Clásica Alemana, y
especialmente Hegel,
otorgó una dimensión cosmovisiva a actividad y la
fijó como instrumento teórico-metodológico
de su sistema
filosófico, sin embargo, el carácter idealista de su concepción
del mundo le impidió concebir la práctica como
núcleo determinante de la actividad. En Hegel, la
actividad corno tal, refiere al movimiento de
concreción del principio espiritual, y la práctica,
la forma fenoménica del autoconocimiento y
determinación del absoluto; es decir, el filósofo
clásico alemán no fue capaz de revelar la
determinación práctico-material del pensamiento y
toda la vida espiritual del hombre.
En el marxismo, por primera vez en la historia de la
filosofía, las categorías
actividad-práctica- reflejo, se imbrican indisolublemente
en un proceso de
mediación dialéctica compleja del devenir objetivo –
subjetivo, donde lo ideal resulta expresión de lo
material, mediado por lo práctica. Esta nueva perspectiva
de análisis dio la clave para explicar sobre
bases científicas el proceso de objetivación y
desobjetivación de la actividad mana, así como
concebir a esta última, como expresión categorial
que sintetiza los aspectos objetivo y subjetivo de la realidad
social.
El hombre en su actividad práctica humaniza la
naturaleza, la
convierte en el objeto del conocimiento y
la valoración, en dependencia de sus necesidades e
intereses. En este proceso ininterrumpido el hombre
asume la realidad y la integra a su ser esencial como existencia
humana realizada, devenida objeto en y por el hombre. Al mismo
tiempo este
proceso, mediado por la práctica, el trabajo, en
su integridad, condiciona la elevación del hombre como ser
mediato, como sustancia social que posee fines e ideas capaces de
proyectar el resultado que la necesidad exige, así como
guiar la práctica en su realización
efectiva.
La actividad, como modo de existencia y desarrollo de
la realidad social y síntesis
de lo objetivo y lo subjetivo, posee una connotación
cosmovisiva y metodológica general, lo cual determina un
lugar específico en el objeto de la filosofía
marxista y con ello además, un elemento esencial a tener
en cuenta en la definición de la naturaleza y
especificidad del conocimiento filosófico y su
relación con las ciencias y las
formas valorativas de la conciencia social
y la práctica.
La determinación cosmovisiva de la actividad
humana, nucleada en torno a su
fundamento esencial: la actividad práctica, no conduce en
modo alguno hiperbolizar su lugar, ni hipostasiar del objeto de
la filosofía otros momentos esenciales de la realidad, ni
tampoco sustituir todo el rico universo que
asume la filosofía a través de su sistema
categorial, incluida la actividad . Se trata ante todo, de
determinar en el marco del sistema categorial del marxismo aquel
eslabón o categoría-célula que
sintetiza y compendia su contenido fundamental, es decir, la
relación entre lo ideal y lo material, mediado por la
praxis y
concretado en la cultura.
Esto no significa la negación de la
primacía de lo material respecto a lo espiritual. Todo a
contrario, fija el principio monista marxista de que todo lo que
existe es material o expresión de su desarrollo. El
problema es otro: ubicar el lugar de una categoría en el
sistema teórico marxista. Revelar la esencia de la
consecución categorial y sus relaciones recíprocas
en la aprehensión-refleja de la realidad, hasta
desentrañar la categoría que sirva de punto de
partida para explicar el movimiento de la teoría
en la asunción aprehensiva de la realidad.
En esta empresa es
necesario, por supuesto, fijar la atención en Marx. Ya desde la
tesis sobre
Feuerbach define la vida como esencialmente práctica y
exige abordar la realidad subjetivamente, así como la
necesidad de asumir la práctica racionalmente, y en La
Ideología Alemana conceptúa la
conciencia como el ser consciente y el ser de los hombres como un
resultado de su vida real y práctica, en tanto es en la
praxis, como relación esencial sujeto-objeto, donde lo
ideal y lo material se convierten recíprocamente. La
actividad en su determinación efectiva, en su
expresión esencial, como práctica, como trabajo, media
y sintetiza los aspectos material y espiritual de la realidad
social. Y en esta dirección, condiciona todo el proceso de
aprehensión teórico-práctica de la realidad.
La relación entre lo ideal y lo material, se revela y con
creta en la relación sujeto-objeto, como expresión
determinada de la relación hombre-mundo. Es en la
relación sujeto – objeto, en la que se resuelve la
contradicción dialéctica entre lo material y lo
espiritual, a través de un proceso de conversión
recíproca e interpenetración de los contrarios,
cuyo devenir se funda en la actividad práctica.
Es en esta lógica
de razonamiento que Lenin expresa y fundamenta la tesis de que
materia y
conciencia son contrarios antitéticos absolutos
sólo en un campo muy restringido, es decir, en la
prioridad gnoseológica de lo material respecto a lo
espiritual. Fuera de estos límites la
contraposición resulta relativa. La definición
leninista del carácter relativo de la
contraposición entre lo ideal y lo material, tiene como
fundamento la asunción de la actividad práctica y
su mediación dialéctica en la relación
sujeto – objeto y sujeto – sujeto. La
intelección de este problema conduce inexorablemente a la
tesis de que lo conciencia no sólo refleja a materia sino
que la crea; en la medida que el hombre en su práctica
social convierte la realidad de "cosa en sí", en cosa para
nosotros, es decir, la integra a su mundo social.
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