El Rey de España el
25 de Septiembre de 1728 aceptó la propuesta de los
comerciantes vizcaínos, y firmó un contrato con la
célebre compañía Guipuzcoana de
Caracas.
Bajo el patrocinio de San Ignacio se formó esta
sociedad
mercantil, cuya dirección residió en San
Sebastián y, desde 1751, en Madrid
Tenía el monopolio del
comercio de
Venezuela,
Nueva Andalucía, Maracaibo y Trinidad.
Los navíos salían de Guipúzcoa y a
la vuelta debían tocar en Cádiz y pagar los
derechos
convencionales. Gozaban sus empleados de las mismas prerrogativas
que los de la Armada Real, de la cual la Compañía
recibía el apoyo necesario. Para impedir el comercio
clandestino, podía asimismo tener armas y buques de
vigilancia.
En 1730 llegaron a Venezuela los primeros buques de esta
compañía: el San Ignacio, el San Joaquín, y
las fragatas Santa Rosa y Guipuzcoana.
Los venezolanos, acostumbrados al comercio clandestino,
mostraron al principio cierta indiferencia con los agentes de la
compañía, los cuales tardaron tres años en
conseguir el cacao necesario para cargar sus buques y regresar a
Europa.
A pesar de la indiferencia con que fue acogida al
principio y de la intentona de sublevación que, a
instigación de los holandeses, quiso realizar el zambo
Andresote en el valle del Yaracuy, la compañía se
afianzó y estableció un servicio
regular entre España y Venezuela. Cada dos meses, un buque
mercante proveía a la colonia con artefactos europeos y
exportaba los productos del
país.
Para fomentar la agricultura y
estimular a los hacendados, estableció premios anuales,
favoreció la entrada de trabajadores libres y trajo al
país más de dos mil esclavos negros, que
vendió a los propietarios, lo que permitió el
ensanche de los cultivos tropicales.
La producción del café
aumentó considerablemente, y alcanzó en 1808 a
1000.000 quintales.
En 1767 se desarrolló la plantación de
algodón, y en 1768 se implantó el
cultivo de añil, cuya exportación llegó a un millón
de libras; aumentó la exportación de cuerpos y se
inició el comercio del dividive.
En pocas palabras, a la Compañía
Guipuzcoana debió Venezuela su relativa prosperidad
económica del siglo XVII
Tomado del Libro Historia de
Venezuela Para la enseñanza superior, de Colección la
Salle 1958
RAZAS Y CASTAS
COLONIALES:
Razas puras y razas mezcladas.
La población venezolana de la época
colonial, que formaba parte de la sociedad de aquel tiempo, se
componía de las siguientes castas, que se
distinguían por su origen y color y por los
privilegios especiales propios de cada una: blancos, indios y
negros, que formaban las razas puras, y los pardos que
provenían de la mezcla de las anteriores razas.
Blancos:
Los Blancos comprendían los
españoles nacidos es Europa y los nacidos en el
país, o criollos.
Los blancos formaban la clase
oligarca, eran los dueños de las tierras por los
repartimientos, de los indios por las encomiendas y de los
esclavos: a ellos eran reservados los puestos en el gobierno, el
ejército, la hacienda, el comercio y el sacerdocio; no se
mezclaban con las otras castas, a las cuales miraban con
desprecio.
Blancos nacidos en
España:
Llamados en algunas partes Chapetones, eran: los
peninsulares venidos en busca de fortuna, los ex funcionarios que
se radicaban en el país, los conquistadores, los
dueños de minas y amos de grandes extensiones de tierras,
los comerciantes y los que ejercían profesiones liberales.
Formaban la clase poderosa, la aristocracia. Para ellos eran los
altos empleos del gobierno colonial.
Criollos:
Los criollos eran los descendientes de españoles
establecidos en el país; podían desempeñar
los cargos de regidores y alcaldes, ocupaban puestos subalternos
en el comercio, el ejército y el sacerdocio; eran
hacendados o propietarios, y muchos de ellos adquirieron grandes
riquezas. Buscaban por todos los medios
igualarse a los blancos españoles, y unos llegaron hasta
adquirir por compra los títulos de conde y marqués.
Miraban con desprecio a los pardos y veían de muy mal
agrado la protección que la Corona les dispensaba. Los
blancos criollos que por su origen, su riqueza, su
condición social y otras circunstancias ejercían
gran influencia en la sociedad, eran llamados mantuanos, formaban
en cada ciudad, especialmente en Caracas, una clase reducida y
privilegiada.
Pardos:
Con el nombre de pardos se designaban todos los que no
eran de raza pura, es decir, que no eran blancos, indios o
negros. Pertenecían a esta casta los mulatos o nacidos de
blanco y negro: los mestizos, de indio y blanco, y los ambos, de
indio y negro.
Los pardos constituían una casta poderosa, y
antes de la independencia
formaban la mitad de la población.
En general, los pardos eran trabajadores, obreros o
artesanos. Muchos de ellos llegaron a tener riquezas; y hacia
fines de la Colonia pudieron obtener empleos reservados a los
blancos, el título de Don y los privilegios de
hidalguía, mediante el pago de ciertos derechos
estipulados por el Rey.
Indios:
Los Indios civilizados estaban
comprendidos en las siguientes agrupaciones: los encomendados,
que pagaban tributos a sus
amos; y de los pueblos libres que casi siempre pagaban
algún tributo. Todos los pueblos de indios poseían
una lengua
cuadrada de tierra de
labor, que no podía ser enajenada. Para su gobierno
gozaban del derecho de ayuntamiento y de tener alcaldes y
regidores. (El cabildo de los pueblos de indios se
componía de dos alcaldes y de dos regidores;
únicamente tenían derecho de poseerlo los pueblos
que constaban de más de 80 casas). En las principales
ciudades un funcionario público, llamado corregidor,
tenía a su cargo los pueblos de indios, velaba por los
intereses de éstos y por el cumplimiento de las leyes que los
protegían.
Los indios pagaban, desde los dieciocho hasta los
cincuenta años, un tributo anual de dos pesos.
Solían satisfacer este impuesto con
frutos de su cultivo, tales como maíz,
cacao y sobre todo algodón; pero muchas veces, con
facilidad se les eximía de este tributo.
Negros:
1º Libres: Casi todos los negros
libres eran esclavos que habían obtenido su libertad, o
descendientes de antiguos esclavos.
2º Esclavos: Antes de la
Independencia había en Venezuela unos 62.000 esclavos, de
los cuales 42.000 pertenecían a la provincia de Caracas.
Eran todos negros, debían trabajar para sus amos, salvo
dos horas diarias que podían emplear en su propio
provecho. Leyes benéficas reglamentaban la esclavitud; pero,
desgraciadamente, muchas veces no se cumplían y los amos
abusaban de los castigos corporales que podían imponerles
cuando cometían alguna falta. El valor
corriente de un esclavo era de 300 pesos, pero variaba
según el sexo, edad,
salud y aptitud
para el
trabajo.
Tomado del Libro Historia de Venezuela Para
la enseñanza superior, de Colección la Salle
1958.
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