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La educación en la Edad Moderna (página 2)




Enviado por Digicentro Famal



Partes: 1, 2

Ello supone un replanteamiento de las relaciones y del
equilibrio
entre dos tipos de formación, que se enderezan a la
consecuencia de dos objetivos,
aunque no necesariamente contrapuesta ni fácilmente
disociables: la Formación Religiosa que
aspira a conducir el hombre a la
plenitud de tipo sobrenatural y la formación
humana
, relacionada con la plenitud de
este en tanto que ser humano.

El sabio moderno persigue, sin embargo, una finalidad
adicional, que con cierta frecuencia oscurece a la primera: le
interesa conocer, pero con el objetivo de
dominar el mundo y aprovechar sus recursos. Ellos
suponen, sin embargo, la progresiva perdida de la unidad del
saber científico y a mas largo plazo su definida
fragmentación, cuyos efectos se harán sentir con
claridad a partir del siglo XVIII.

La enseñanza y el cultivo de la ciencia ya
no son un asunto del que se ocupen casi en exclusiva los
eclesiásticos, como en la edad
media.

Durante la Edad Moderna: se asiste
también al progreso desarrollo del
individualismo, cuyos orígenes
podrían situarse en la ultima etapa de la edad
media.

Mientras el hombre
medieval vivía inmerso en un a comunidad rural
de tamaño reducido en la cual se integraba de un modo casi
natural, el hombre moderno forma parte de estructuras
políticas y sociales mas complejas, que
reclaman el establecimiento de vínculos mas sutiles y
menos directos.

Por otro lado, el conjunto de transformaciones de todo
tipo que hemos descrito y la nueva mentalidad imperante
proporcionan a las personas el tiempo y las
condiciones adecuadas para la introspección y generan en
ellas el deseo de autoconocimiento.

Con el tiempo todos estos pequeños cambios
acabaran transformando por completo la vida diaria de los
europeos. Aun constituyendo una unidad de fondo, es posible
dividir la Edad Moderna
en tres fases históricas de características bien
diferenciadas: la época del humanismo
estrecha asociada al Renacimiento, el periodo de
las reformas religiosas, que en el terreno cultural
coincidirían con el Barroco y la era de la
ilustración.

No obstante, d modo general, puede decirse que el
Humanismo comienza a imponerse como movimiento
cultural a partir de la segunda mitad del siglo XV.

La transición del Renacimiento al
Barroco tendría lugar durante la segunda
mita del siglo XVI, que podría tomarse como fecha de
referencia la celebración del concilio de Trento
(1545-1563), si bien las ideas del humanismo
permanecen aun vivas en la primera mita de la nueva
Centuria.

Desde el punto de estrictamente pedagógico es
posible delinear tres grandes concepciones educativas que se
corresponden con los tres movimientos culturales reseñados
y cuya vigencia viene a coincidir, a grosso modo con la de
estos.

La pedagogía del humanismo sirve de
transición entre la educación
medieval y la moderna, y anima la
educación
europea desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVI,
aunque es su ultima etapa. Convive con las nuevas concepciones
pedagógicas de inspiración religiosa.

Esta última son las que imperan durante el siglo
XVII y buena parte del siglo XVIII y dar lugar al llamado
realismo o diciplinarismo
pedagógico.

  1. Las
    Doctrinas Pedagógicas del
    Humanismo

Por Concepción
Cárceles

2.1. Contexto
Histórico

Origen y Evolución del Humanismo
Pedagógico

1. El Humanismo Histórico: es el
movimiento cultural que marca la
transición entre la edad media y la Edad Moderna, alcanza
su plenitud en los siglos XV y XVI y comienza a declinar en el
siglo XVII.

Son las raíces medievales que anuncian el
nacimiento del humanismo renacentista, uno de cuyos
mayores manifiestos, es la obra de Lorenzo Valla (1406-1457), La
elegancia de la lengua
latina.

Valla es el iniciador de una
corriente filosófica que enfatiza el lugar del lenguaje en la
formación. La lengua y sobre todo la lengua de la cultura, la
latina, es el instrumento de la
comunicación, la clave del conocimiento y
la manifestación más acabada de la
perfección humana.

Pero ahora se abre una nueva época de esplendor
cultural en la que existe una clara conciencia de
ruptura con los siglos medievales y de restauración de la
vida intelectual.

El florecimiento de las letras ha extendido sus
beneficios, según Bodin, a todo el entramado
social. Es el reconocimiento de estar viviendo una época
de esplendor que por encima de los siglos medievales entronca con
las raíces de la civilización
occidental.

Pero los humanistas no buscan solamente una
renovación intelectual. Lo que
preconizan realmente es una reforma de la
vida y de las costumbres. Esta dimensión ética es
la verdadera clave del humanismo y la que le confiere un neto
carácter pedagógico.

También en esta línea hay que buscar los
orígenes en Italia.
Allí, en la primera mita del siglo XV, se encuentra un
núcleo de humanistas, iniciadores de una corriente
pedagógica que al igual que la nueva cultura, pronto se va
a extender al resto de Europa.

Autores como Pier Paolo Vergerio (1370-1444), Leonardo
Bruni (1369-1444), Leon Batista Alberti (1404-1472, Eneas Silvio
Piccolomini (1405-1464) o Maffeo Regio (1407-1458) escriben obras
en las que se encuentran las ideas maestras que configuran la
educación moderna.

En España
concretamente, se puede hablar de un círculo de escritores
que en torno a Alfonso
de Cartagena (1384-1456) anuncia ya la restauración del
clasicismo. En ella brillan con luz propia
algunos grandes tratados
pedagógicos, pero sobre todo, prolifera una multitud de
escritos parciales, a veces secundarios, que refleja hasta que
punto el mundo intelectual ha hecho suya la causa de la
educación. El racionalismo , el desarrollo de las
ciencias
empíricas, la fe en el progreso y en la posibilidad de
dominar la naturaleza son
las nuevas fuerzas que acabaran desplazando a la educación
humanista.

Si algo caracteriza al humanismo desde sus
orígenes, es el deseo de volver a las fuentes de la
cultura occidental en busca de la verdadera filosofía y de
una piedad más sencilla y autentica. Pero sobre todo el
humanismo asume la responsabilidad de invocar el espíritu de
una cultura antigua precristiana o no pero en todo caso
pagana.

Según una corriente del pensamiento
cristiano, la asimilación de los clásicos gentiles
encerraba el peligro de desvirtuar el mensaje bíblico y
evangélico, el riesgo de un
sincretismo e incluso la revitalización del
espíritu pagano. Así hace el humanista y
teólogo Cordobés Juan Gines de Sepúlveda en
una carta dirigida a
otro doctor en teología que sostiene la opinión
contraria.

Apoyándose en la autoridad de
San Pedro, San Pablo, San
Agustín y Tomas de Aquino afirma que Dios ha extendido
la posibilidad de salvación a todo el género
humano. Quien haya llevado una vida recta y virtuosa ha vivido de
acuerdo con la voluntad divina.

Y sin dudas ese fue el caso de grandes filósofos de la antigüedad, por que si
no habrían sido verdaderos filósofos sino meros
charlatanes. Es la defensa teológica del mundo clasifico
que acaba en la alabanza de Aristóteles no solo vivió alejado
del vicio, sino que llevo una vida de verdadera
perfección.

Los humanistas en efecto tienen que defenderse de las
posturas más intransigentes y justificar una cultura que
no deja de levantar recelos. Cuando la cultura se concreta en
educación cuando sale del círculo erudito para
convertirse en la base de la formación humana, todos los
cuidados son pocos, porque el niño y el joven no tiene
esos estómagos robustos que a veces requieren ciertas
lecturas.

Naturalmente, quienes con más facilidad
reúnen estas condiciones son los clásicos
cristianos, escritores como Prudencio, Arador, Sedulio o Juvenlo
que entre los siglos IV y VI, componen obras a imitación
de Virgilio o de Horacio, pero cuya epopeya es la historia de la
salvación.

Son ejemplo de un esfuerzo que forma parte del
espíritu de restauración de la, cultura que
caracteriza al humanismo. Pero también forma parte de su
deseo de encontrar textos literarios que combinen la elegancia y
la piedad.

Porque, como dice Nebrija:

Nosotros no buscamos o no debemos buscar
solamente las fuerza del
latín, sino el
conocimiento de muchas otras cosas que aumentan el caudal de
ideas y de palabras; y no vamos a perder por un purísimo
mal entendido los tesoros que hay en otros autores y
principalmente en los cristianos.

Esta es una reflexión habitual que se enfatiza
ante lo que supone es un plan de estudios.
Ello sigue siendo la base de los programas. Lo
único que es equilibrar su influencia y en definitiva
hacer realidad la verdadera aspiración de este movimiento
que es integrarlos en la cultura cristiana.

En todo caso, lo que se quiere dejar claro es que la
educación es y por lo tanto los estudios que se basa en
una cultura que puede ordenarse a la formación
ética y religiosa.

2.2 Introducción a la Historia de la
Educación

Concepto de Educación

No hay por tanto una diferencia radical respecto a la
concepción cristiana del hombre y del mundo. Lo que cambia
es el enfoque que se da ahora al antropológico. La
lógica
en la búsqueda de la verdad cede el paso a la
retórica.

Desde esta perspectiva retórica, hay que
comprender el nuevo tratamiento antropológico que tiene su
más clara manifestación en los tratados sobre la
dignidad del
hombre o en los múltiples pasajes de las obras en la que
se describen las perfecciones con que Dios le ha
dotado.

En estos textos, el principal sentimiento es la
admiración por la obra de Dios, todo lo que ha salido de
sus manos, tanto la creación visible, como la invisible,
es digno de asombro.

El hombre es un ser privilegiado, ya que es capaz de
comprender la sabiduría divina. La importancia que el
humanista italiano del siglo XV y el humanista francés del
siglo XVI concede al lenguaje no es gratuito. En su
reflexión se contiene la clave del humanismo, la
definición de la mas honda aspiración de este
movimiento que es volver a la palabra, al verbo, el protagonismo
en la historia de la cultura.

Esta idea que tanto se repite de los escritos
humanísticos, es la que sirve de esquema a la fabula del
hombre (1518), de Luís Vives, un breve escrito de juventud
extraño a su pensamiento posterior en la que el hombre
representa una pantomima ante los dioses del olimpo, es decir la
montaña mas alta de crecía. Es el motivo literario
que le permite describir la perfección del cuerpo y de la
mente y su sabia disposición para llevara al ser humano,
si el lo quiere a las mas altas cimas de su realización
personal.

El alma a su vez
se considera dividida en dos partes, una parte superior por la
que somos semejantes a Dios, donde se encuentra la razón y
el juicio, y una parte inferior. Pero el hombre no esta solo, ni
en su grandeza ni en su miseria, su naturaleza perfecta como obra
del creador, esta debilitada por el pecado. Pero Dios que lo ha
creado, también lo ha salvado por medio de su hijo por que
lo ama.

Son cuestiones concretas, suscitadas por el propio
desarrollo de la educación, en las que el humanismo
moderno abre nuevos cauces al conocimiento del hombre. Lo que se
inicia ahora, en resumen en una investigación psicológica cada vez
mas alejada de las cuestiones metafísicas que sirva de
bases al proceso de
desarrollo
humano.

Factores del Perfeccionamiento
Humano

El humanismo concibe la educación como
formación en el sentido exacto del término. Educar
es formar, moldear al hombre de acuerdo con todas las
perfecciones que hay implícitas en su
naturaleza.

Educarse es recorrer nuevamente este camino asimilando
los frutos del esfuerzo colectivo; es formarse de acuerdo con al
cultura que ha producido la razón humana.

El hombre puede por tanto, educarse por que posee la
razón, pero también por que es un ser social capaz
de comunicarse con otros hombres y compartir sus
conocimientos.

Introducción a la Historia de la
Educación

La educación se concibe como un proceso de
asimilación de la cultura que incorpora al hombre a la
humanidad, que la humaniza. La cultura es la que desbastando toda
su rudeza, afirma el entendimiento y le hace más apto para
guiar a la voluntad al ejercicio de la virtud.

En definitiva, según comenta Maravall, la clave
de la educación está, por tanto, e la libertad y en
el uso que de ella se haga.

Porque ni la razón ni la cultura bastan para
hacer del hombre una obra de arte, aunque le
facilite el camino.

Aunque la formación depende en última
instancia de la libertad, el humanismo concibe grandes esperanzas
en el poder de la
educación intelectual como base y fermento de la
educación moral.

La educación se concibe en definitiva como un
proceso en el que cada ser va desplegando todos los recursos de
sus naturaleza y en el que con la ayuda de Dios, de otros hombres
y de sus determinación, se moldea de acuerdo con su propia
humanidad.

La educación debe pues adaptarse a las
capacidades y tendencias individuales, lo que exige un buen
conocimiento y seguimiento personal. La pedagogía del
humanismo no solo reconoce las diferencias, sino que incluso
acentúa la necesidad de orientar de acuerdo a las
inclinaciones personales.

El Sujeto de la Educación

Las Etapas del proceso
Formativo

1- La educación consiste, por tanto, en un largo
proceso que de acuerdo con la importancia que le concede el
humanismo, debe comenzar cuanto antes. Incluso antes del
nacimiento, los padres ya deben tomar las precauciones necesarias
para que la generación del hijo se realice en las mejores
condiciones posibles.

Estos consejos se resumen en la elección de
esposas y en una serie de cuidados perinatales entre los que
sobre sale por el énfasis y la reiteración con que
es tratado el tema de la lactancia.

Pero con todo la verdadera educación comienza en
la infancia. Al
igual que la edad media, se concibe como un periodo
difícil por que el niño cuya razón es aun
muy rudimentaria, puede ser presa de sus malas
inclinaciones.

Lo que aporta el humanismo, fiel a su creencia en el
poder de la cultura, es una mayor perspectiva de la naturaleza
infantil a la que se considera ahora capaz también de una
educación intelectual y de una formación cristiana
mucho mas solidad.

Así entre los tres y cinco años,
según dice el humanista Italiano Alessandro Piccolimini,
se cuidara de que el niño aprenda correctamente la lengua
nativa para que sea "pura, propia, dulce y lejana de la del vulgo
y en definitiva que sea de tal manera según la autoridad
de Aristóteles en el tercer libro de la
retórica que entre la ciudadanía mas honorable sea tenida como
propia y en ningún modo forastera, áspera o
difícil".

El niño es por tanto concebido, ahora como sujeto
de educación y no solo de adiestramiento
porque no es un ser humano en potencia, a la
espera de que nazca en él, como una segunda naturaleza, el
uso de la razón. Es un apersona completa, como dirá
el P. Bonifacio, el primer pedagogo de los Jesuitas, la
infancia es un valor en si
misma, solo hace falta que los educadores lo comprendan
así.

Pensamos además que los niños
pueden llegar a la perfección en todos los órdenes,
pero no llegaran sino los fortalecemos bien sino los conocemos
bien, como realmente son, con sus buenas y malas cualidades y no
trabajamos con ellos con la constancia y solicitud que pide de
nosotros este ministerio del que depende el por venir de la
sociedad.

En este edad, por otra parte, los agentes de la
educación son el primer lugar, los padres, a ellos van a
ir destinados muchos de los tratados humanistas en los que se le
exhorta a considerar la formación de los hijos como la mas
importante de sus obligaciones.

De esta manera se despierta en ellos el amor por
las letras y por las buenas acciones. Como
dice Sadoleto, refiriéndose a los
pequeños, el padre hará bien en llamar a otro que
ya haya empezado a leer y si lo hace bien, deberá
alabarlo, besarlo y darle cualquier regalillo o cualquier premio.
Así en el ánimo del niño se despertara el
deseo de emular aquellos mismos estudios por los cuales el otro
muchacho ha sido tan afectuosamente tratado.

Los educadores de esta primera etapa de la vida son las
nodrizas, es decir ama de cría y los
pedagogos. En resumen, se exige a los padres que no deleguen sus
obligaciones, pero que si lo tienen que hacer, escojan las
personas mas adecuadas, ya que lo que esta en juego es la
educación de sus hijos y que no escatimen el salario.

La educación es sin duda moldear al nuevo ser,
pero también adaptarse a su naturaleza, seguir su proceso
evolutivo. Y en este proceso, lo que sigue educativamente a la
crianza o educación, propiamente dicha, son los estudios.
Sin duda, no se trata de la única vía para alcanzar
la virtud, pero es la más segura y la más
sólida.

Si hay algo claro y contundente en el pensamiento del
humanismo es su confianza en el poder de los estudios como
principio del perfeccionamiento humano. El humanismo, en su
afán pedagógico también llega a los
pobres.

Mas contundente es sin duda el Francés
Jean Bodin
, ya que en discurso al
senado y al pueblo de Toulouse, lo que propone es una
educación publica, controlada y sufragada por el estado, que
evite las desigualdades sociales.

También dentro de la línea abierta por los
antiguos y especialmente por Quintiliano se
recomienda que el niño cuanto antes acuda a la escuela. A medida
que avanza el siglo XVI, esta se va viendo como la mejor
garantía de una buena educación y como un elemento
clave de la reforma de la vida social que debe ser supervisado y
controlado por instancias superiores.

Lo que sigue a esta formación básica es la
cultura, prosiga o no d estudios superiores, la persona ya ha
adquirido los principios de las
artes y de las ciencias y con ello un amor por el
saber que le permite continuar su propia
educación.

El Fin
de la Educación

Al seguir el desarrollo del concepto de
educación que forja el humanismo se advierte que el
paradigma que
propone es el del sabio, la persona cultivada y virtuosa, que
hace d su vida una obra de arte.

El fin de la educación es, por tanto, alcanzar la
virtud. Por eso importa saber que significa exactamente este
término.

La virtud es como diría Alberti en otero pasaje,
"Alegre graciosa y amena, siempre te contesto nunca te duele,
jamás te sacia, cada vez de te es mas grata y
útil".

Los Contenidos de la
Educación

1. La educación intelectual que propone el
humanismo se basa, desde el principio en las buenas
letras
, expresión, llena de significado que
designa lo mejor de una tradición escrita y que ha
perdurado durante siglos pese a la incuria de los
tiempos.

"No creo dice Guarino Veronese que
nadie puede ser una persona sólida si no aprecia las
letras, las ama, se dedica a ellas y las asimila, sino profundiza
en ellas".

Pero aunque llenas de significados, estas expresiones
necesitan concretarse aun más para configurar un ciclo
formativo, un currículo que ofrecer a los
estudiantes.

Sobre esta base se van a diseñar los planes de
estudios que con cierta flexibilidad y a veces con variaciones
sustanciales, mantiene constante un orden en la enseñanza
de las disciplinas.

Sun embargo no hay un criterio unitario en lo que se
refiere a la lengua. Aunque el hombre nace con el don de la
palabra, esta es arbitraria. Así en unos países,
entre ellos España, se piensa con bastante lógica,
que l niño debe aprender primero la lengua materna
y poco a poco introduciéndole en el
latín.

En otros países, como Francia e
Italia, sin embargo estos primero estudios se realizan ya
directamente en latín.

También para Erasmo deben aprenderse las dos
lenguas conjuntamente: "La Precedencia (del conocimiento) la
reclama la gramática para si y ella, desde el primer
momento debe ser enseñada a los niños en ambas
ramas: griega y latina.

La gramática latina comienza, pues, por la
pronunciación de las palabras, el aprendizaje de
las declinaciones y la conjugación de los verbos, que se
confía a la
memoria.

Al estudio de la gramática sobre los textos de
los clásicos seguirá el del arte oratoria que
en el humanismo se basa en dos disciplinas, la dialéctica
y la retórica.

En efecto, los estudios gramaticales acababan con la
retórica, la culminación de todo el edificio
lingüístico, en la practica, el arte del bien decir,
cuyo fin es el de mover la voluntad al bien y a la virtud. La
retórica comienza con el estudio de los grandes modelos de la
oratoria, en especial de Cicerón, el
autor más admirado, pero no para copiarlo al pie de la
letra, según se insiste, sino para captar el
espíritu de la verdadera elocuencia.

En general, las artes de Quadrivium
sigue manteniendo su orden tradicional. Fundamentalmente consiste
en las matemáticas que además de la
aritmética comprende la geometría, en la que se incluyen la
geografía
y la cosmografía, la astronomía y la música, así
como los principios de la filosofía natural, es decir, la
ciencia que
versa sobre el conocimiento de los metales, las
plantas, la
naturaleza animal y finalmente la composición de la
naturaleza
humana.

De ahí se derivan las exigencias para su
enseñanza que son según expone Ferman Pérez
de la Oliva en sus oposiciones para la cátedra de
filosofía moral en Salamanca.

La obra mas recomendada para inicial estos estudios son
los tratados morales de los filósofos clásicos,
sobre todo de Platón
y Aristóteles. Aunque sin duda la obra fundamental es la
ética de Aristóteles.

"Una obra perfecta en lo que cabe, según Juan
Gines de Sepúlveda, y muy superior a toda otra obra sobre
esta materia de los
demás filósofos que laboraron en el mismo campo y
con los mismos medios que
él".

La importancia que el humanismo le concede es un
consecuencia lógica de sus propios planteamientos y
probablemente, como dice Maravall, es el
historiador quien mejor representa en esta época el ideal
sabio: "Ella (la historia) nos permite conocer una masa ingente
de actos humanos y ella hace posible, sobre un material de
observación tan rico y lo que es
lógicamente necesario tan constante, inducir la regla de
la vida.

El humanismo, en definitiva, propone un plan de estudios
sistemático y coherente, en el que se trazan las
líneas básicas de la educación secundaria,
pero sobre todo delinea un proyecto de vida
capaz de llevar al ser humano a su plena
realización.

Este es el deseo y la aspiración de la
pedagogía humanista que se resume perfectamente en estas
palabras de Vives:

" En el estudio de la sabiduría no se ha de poner
termino en la vida; con la vida se ha de acabar. Siempre
serán tres los puntos que debe meditar el hombre mientras
viva: como sabrá bien, como hablara bien, como
obrara bien.

CONCLUSIÓN

Después de haber realizado el análisis de este capitulo
6

El Pensamiento Pedagógico del Humanismo
Moderno.

Puedo valorar que el aporte que hicieron cada uno de los
autores es muy valioso para llevar a cabo una buena
enseñanza y pude identificar que este aporte se basa
principalmente en lo humano.

BIBLIOGRAFÍA

Libro: Introducción a la Historia de la
Educación

Autor: Emilio Redondo y Otros

 

Digicentro Famal

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