I Foro de intelectuales e investigadores indígenas Lima-Perú, 4 a 6 de julio de 2007
- Algunos
antecedentes para tener en cuenta - Sugerencias para un proceso de integración
integral en la diversidad - Bibliografía
HACIA UNAS POLÍTICAS DE
INTEGRACIÓN EN LA DIVERSIDAD CON PARTICIPACIÓN
DECISORIA DE LOS PUEBLOS INDIGENAS.
Sea lo primero agradecer a la Comunidad
Andina de Naciones –CAN- y especialmente a la hermana
Pacha Cabascango, por la invitación a participar en este
Primer Foro de Intelectuales
Indígenas y Académicos para debatir sobre temas de
actualidad y en mi caso sobre las políticas
de integración en la diversidad que
deberían implementarse con y para la participación
de los pueblos indígenas, sobre lo cual pretendemos
aportar algunos criterios para avanzar en el proceso desde
una óptica
que no sea meramente mercantilista y excluyente en detrimento de
los valores e
intereses de los pueblos indígenas y sectores populares
andinos y en general latinoamericanos.
He tratado de organizar este aporte intentando que
responda básicamente a lo siguiente:
- Algunos antecedentes para tener en
cuenta. - La integración en la diversidad como
proceso. - Sugerencias para un proceso de integración
integral en la diversidad.
Algunos antecedentes para tener en
cuenta.
Para ubicarnos inicialmente a qué población indígena de la
región andina nos estamos refiriendo y sobre la cual
tendrían incidencia las políticas de
integración en la diversidad que se pretenden construir,
presento a manera de referente unos breves elementos
estadísticos de algunos países con población
indígena que existen en la Comunidad
Andina.
En Colombia por
ejemplo, según el censo de 2005 se reconocen oficialmente
ochenta y siete (87) pueblos indígenas con una
población de 1.378.884 personas que corresponde al 3,40%
de un total nacional de 41.468.384 habitantes.
En Bolivia, de
una población total de 8.054.169 habitantes, 5.008.997 son
indígenas, lo cual representa el 62.2% del total de la
población, distribuida básicamente en 37 pueblos
indígenas.
En Ecuador, se
registra una población indígena estimada en
1.203.382 personas distribuidas en 27 pueblos y nacionalidades
indígenas que corresponde al 8.77% del total de la
población ecuatoriana estimada en 13.710.234
habitantes.
En Perú, del total de una población de
26.152.265 habitantes, 9.000.000 se estima son indígenas
distribuidos en 72 grupos
étnicos y que corresponden al 34,41% del total de la
población.
En Venezuela, la
población indígena en términos porcentuales
es del 2.17% que corresponde a 506.341 indígenas,
distribuidos en 28 pueblos indígenas, de una
población total nacional de 23.232.553
habitantes.
Del anterior referente se puede deducir que de un total
de 112.617.604 habitantes de la comunidad andina, corresponden a
los pueblos indígenas 17.097.604 personas que en
términos porcentuales equivale al 15.18%, es decir, en
otras palabras es un poco más de la sexta parte del total
de la población andina aquí referenciada, que hasta
ahora ha sido excluida y tratada en inferioridad de condiciones y
sin ninguna capacidad real y efectiva para participar
directamente en la toma de
decisiones en las políticas que les afecta e
interesa.
Ahora bien, para hablar de políticas de
integración es pertinente recordar unos antecedentes
puntuales que acontecieron en mi país y en el
ámbito internacional desde mediados del siglo
inmediatamente anterior, pues tenemos claro que si no sabemos de
dónde venimos o qué hicimos anteriormente, se nos
dificulta el saber para dónde vamos, que queremos y
cómo lo queremos, o sea que no podemos desechar las
experiencias que ya se han vivido con las políticas
institucionales de integración.
Para los Pueblos Indígenas de Colombia hablar de
integración es traer a la memoria
recuerdos no tan lejanos en el tiempo pero
quizá algunos aún perdurables en los intentos por
perpetuar una hegemonía cultural cuantitativamente
mayoritaria occidental sobre la base del desconocimiento legal y
de hecho de la existencia de la diversidad, así en este
momento se tenga un postulado constitucional que proclama el
reconocimiento y protección del Estado a la
diversidad étnica y cultural de la nación
que en la mayoría de veces se queda en lo
retórico.
En efecto, entre los años 1940-1980 se presentan
varios hechos nacionales e internacionales que favorecían
el "buen viento" hacia los derechos de los pueblos
indígenas, tales como: el primer congreso indigenista de
Páztcuaro-México
(1940), la firma por Colombia del Convenio 107 de la OIT sobre
protección de poblaciones indígenas (1957), la
creación del Instituto Indigenista Interamericano por la
OEA (1942),
creación de la Sección de Negocios
Indígenas de Colombia y expedición de la Ley 81 de 1958
que plantea los criterios de trabajo con
indígenas y la ley 135 de 1961 que "impulsa" el desarrollo de
los pueblos indígenas, entre otros.
Estos instrumentos legales buscaban en ese entonces que
se tratara a los indígenas ya no como los salvajes sin
alma a los que
se debía evangelizar y civilizar, sino como un sector del
campesinado, muy atrasado, que trabaja con técnicas
rudimentarias y al que "por su bien" hay que integrarlo a la
sociedad
mayoritaria para que asuma unos valores ajenos
a su cosmovisión en lo político, económico,
social, cultural, ambiental y moral. En
otras palabras, la integración, o mejor, el
integracionismo a partir de la asimilación de valores
extraños por los pueblos indígenas no fue otra cosa
que buscar imponer otro sistema de vida y
valores bajo el pretexto de consolidar una sociedad
homogénea, pero con el objetivo de
facilitar la liquidación de territorios, gobiernos,
organizaciones, autonomías y formas
colectivas de trabajo indígenas. Hoy esto no está
muy distante en los hechos como lo dijimos antes, baste recordar
cómo se vulneran los territorios indígenas por
razones inherentes a la explotación de la madre tierra en
asuntos petroleros, mineros y de recursos
naturales en general.
Quisiera traer a este Foro las palabras de una hermana
dirigente del Pueblo Arhuaco Leonor Zalabata que retrata de
cuerpo entero lo que ha representado y quizá
todavía en algunos casos representa el integracionismo
para los pueblos indígenas. Ella expresa que
"…nosotros los Iku tradicionales, hemos comprendido que
cuando el blanco habla de "progreso" e "integración",
significa miseria y despojo para nosotros, porque en esa
integración los indígenas no tenemos ninguna
participación, porque no se nos oye, ni se nos ha
permitido ser quienes decidamos cuál es el camino que
hemos de seguir, porque "integrarnos" a la sociedad del blanco es
perder todo lo que es nuestro".
Al respecto y en el contexto internacional, la dirigente
indígena de ECUARUNARI del Ecuador Blanca Chancoso
también ha manifestado que "Con relación a la
llamada "integración", habría que esclarecer de
qué estamos hablando, porque el pretexto de la
integración siempre fue para imponer y para hacer
desaparecer a los otros, siempre ha sido una integración
violenta construida desde el poder".
Por su parte la dirigente del Consejo de Organizaciones
Populares Indígenas de Honduras (COPINH) nos recuerda que
"…nos dicen que somos pueblos que se integran, que
tengamos las fronteras abiertas para la entrada y salida de
mercancías, pero esta es una integración para el
capital-pulpo
que se traga a los pueblos, es una interpretación a favor de las
transnacionales mediante los TLCs, el PPP (Plan Puebla
Panamá), los acuerdos migratorios basados
en prejuicios, racismo y
discriminación. Nosotros y nosotras debemos
cuestionar ese concepto de
integración y desenmascararlo como la gran mentira que es,
porque mientras nos invaden los productos
gringos, están saqueando nuestros pueblos, imponen
leyes
fitosanitarias, migratorias, nuevas barreras arancelarias para
quienes exportan y así se ve la gran mentira de que el
libre comercio
da igualdad de
trato a los países". (Paréntesis fuera de texto
original).
Fortunosamente ese integracionismo fracasó y no
es deseable repetir ese camino ya andado, ni mucho menos lo es el
propósito de algunos representantes de gobiernos
nacionales que sólo ven en la integración un medio
para enriquecer a la oligarquía local y entregar las
riquezas naturales a las transnacionales, despojando de lo suyo a
los propietarios ancestrales desde muchos milenios antes que se
inventaran los Estados, los TLC o
cualquier otra forma desventajosa para los intereses de los
pueblos.
En la actualidad existen algunos gobiernos amigos o
afines a los pueblos indígenas como es el caso de Bolivia,
Ecuador y Venezuela que tratan de cambiar las políticas
anquilosadas que tenían sus estados sobre pueblos
indígenas para construir unas acordes con los intereses y
participación decisoria de los pueblos indígenas.
Ojalá esto incida en la CAN para que gobiernos como el
colombiano que en lo virtual es amigo de los indígenas
pero en lo real es todo lo contrario ya que precisamente en esta
coyuntura está suspendida la mesa de concertación
con las organizaciones indígenas y el de Perú con
el manejo que le está dando al INDEPA, se enruten
seriamente y por convicción algún día por el
camino de la consulta y concertación de políticas
públicas indígenas con la auténtica y
decisoria participación de los pueblos y organizaciones
indígenas.
Página siguiente |