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Percepciones epistemológicas y la teoría del valor (página 3)




Enviado por Mario Blacutt Mendoza



Partes: 1, 2, 3

 

La Ciencia

Se considera que la ciencia es
un modo de conocimiento
que pretende encontrar las leyes objetivas
por las que se rigen los diferentes fenómenos. Las
ciencias
naturales observan, experimentan y predicen con pretendido
rigor determinista, mientras que las ciencias
sociales lo hacen a través de leyes estadísticas, introduciendo el concepto de
probabilidad,
aunque la ciencia del
micromundo también apela a la probabilidad como auxiliar
del conocimiento. El grado de comprobación y de
predicción depende también del método que
se emplea en cada disciplina
científica.

El instrumento fundamental del conocimiento
científico es la Razón; sin embargo, la
percepción que la Razón tiene del
mundo objetivo es
siempre fragmentaria y estática
y, por lo tanto, considerablemente deformada y errónea. Es
que la Razón, por su propia estructura,
procede a través de observaciones de puntos focales de
fragmentos aislados del mundo objetivo, del mundo objetivo que en
la realidad está en perenne movimiento
continuo. Al proceder de este modo, los conocimientos logrados
semejan pequeños "flashes" de una realidad hecha
artificialmente estática.

En verdad, los conocimientos que del mundo objetivo nos
proporciona la Razón, semejan las lucesitas intermitentes
que adornan los árbolitos de navidad: cada
una brilla por sí, sin que exista una luz general y
homogénea. En este sentido, el
conocimiento racional del mundo objetivo es la contraparte
del fenómeno que nos permite ver el movimiento en una
exhibición cinematográfica. En efecto, como se
sabe, la magia del cine se basa
en una debilidad del ojo humano. Debido a esa deficiencia, un
conjunto de figuritas estáticas parecen cobrar vida y
movimiento al ser expuestas en una sucesión
isocrónica. El fenómeno inverso sucede en el
proceso
cognoscitivo guiado por la Razón exclusivamente. Su
incapacidad de abarcar la totalidad del fenómeno, la
obliga a segmentar la realidad, a realizar una especie de
autopsia de un
cuerpo artificialmente muerto. De esta manera hace que la
información aprehendida por ella, aparezca
como una suma de fragmentos disecados que refleja un mundo hecho
artificialmente estático. Así, la Razón
convierte un mundo que está en eterno movimiento, en un
conjunto de observaciones fragmentadas y estáticas con un
valor
cognoscitivo muy pequeño. En cambio la
Intuición, es decir, la capacidad del conocimiento
inmediato, directo, sin mediaciones de ninguna clase,
aprehende la totalidad del fenómeno de un solo
manotón. Lo aprehende en toda su continuidad, sin
fragmentaciones, en su eterno movimiento y en el total de sus
relaciones con los otros fenómenos.

Una prueba de que la Intuición es un
método que complementa el conocimiento racional se nos
presenta cada mañana, al despertarnos. Al abrir los ojos,
el conocimiento de que existimos nos viene de un solo golpe. No
necesitamos pruebas
racionales, ni mucho menos la existencia previa de seres
imaginarios, al estilo cartesiano, para saber que estamos vivos.
Nuestra Intuición lo capta a cada minuto, a cada segundo,
a cada fracción de segundo. Claro está que nuestra
capacidad intuitiva, al no haber evolucionado como lo ha hecho la
capacidad racional, no está aún suficientemente
capacitada para darnos un conocimiento mucho más integral
del mundo. Necesita del proceso evolutivo del cerebro,
fenómeno biológico, para lograr esa capacidad de
conformar con la Razón el dueto que constituye el
instrumento cognoscitivo por excelencia. En otras palabras, la
especie todavía no está lista, como tal, para un
conocimiento así estructurado. Pero, en grados
todavía pequeños, lo están algunos seres
humanos, a quienes la naturaleza les
ha dotado en mayor proporción que a los demás, de
esa capacidad intuitiva. Entre ellos, están los filósofos, los artistas y, sobre todo, los
poetas, quienes tienen la facultad de "ver el mundo" con la
Intuición de una manera que no es muy comprensible para la
filosofía y que es totalmente incomprensible para la
ciencia.

La Filosofía

Desde mi punto de vista, la Filosofía quiso hacer
con la Razón lo que hubiera podido hacer exitosamente con
la Intuición: la hizo instrumento para conocer el cosmos.
Esta afirmación incluye el convencimiento de que tanto la
Razón como la Intuición son los instrumentos
cognoscitivos por excelencia del ser humano, pero que la
Razón evolucionó a un paso mucho más
rápido que la Intuición. Este desarrollo
asimétrico de la Razón con relación a la
Intuición, se debió, como se dijo, a la necesidad
de sobrevivir del Ser cuando devino enemigo de sí mismo
por la aparición de la propiedad.

En el principio, el instinto animal se convirtió
en Intuición en las primeras etapas de la evolución del antropoide en Ser;
luego, por la aparición del sentido de propiedad, esa
Intuición se divide, a su vez, en dos partes: la
Intuición propiamente dicha y la Astucia. La Astucia es el
Instinto convertido en instrumento de sobrevivencia, cuando el
Ser se desarraiga del Todo y se vuelve contra
sí mismo, a causa de la lucha por la propiedad. Del
desarrollo posterior de la Astucia, nace la Razón, la
misma que en un ambiente de
lucha continua, evoluciona a un ritmo mucho más
rápido que la Intuición. De este modo, el cerebro
del Ser, desarraigado del Todo, evoluciona
biológicamente privilegiando la Razón sobre la
Intuición, bajo modalidades que le imprimen tanto el
medio ambiente
en el que le toca vivir como las condiciones históricas de
desarrollo. Esta concepción implica que no sólo el
medio ambiente, sino también las condiciones sociales
delinean las condiciones biológicas del Ser desarraigado
del Todo.

El Poeta

Supongamos que seres de una galaxia muy lejana llegan a
nuestro planeta. Supongamos también que estos seres no
sólo tienen cinco, sino diez sentidos. Al verlos actuar en
plena posesión de sus diez sentidos, seguramente veremos
en ellos algunas facultades que nuestra heredada tendencia a la
superstición nos hará clasificarlas como
sobrenaturales. Estos seres seguramente podrán apreciar el
Cosmos desde la perspectiva de varias dimensiones adicionales a
las conocidas por nuestro cerebro. Supongamos también que
uno o dos de esos sentidos adicionales superen el tiempo-espacio
para aprehender otras manifestaciones del cosmos vedadas a
nuestros sentidos. Con toda seguridad que su
conocimiento del universo
será mucho más completo que el nuestro y su
aprehensión de los fenómenos, mucho más
integral. Ahora bien, algún día el cerebro humano
se desarrollará de tal modo, que su capacidad Intuitiva
aumentará asombrosamente. Esta capacidad será
lograda sobre la base del desarrollo actual de la Razón,
la misma que, en el proceso evolutivo de la especie, se
convertirá en Intuición pura. Cuando ese punto
llegue, el ser humano habrá vuelto a arraigarse
completamente en el Ser Total y podrá conocer sus
diferentes facetas no de un modo desperdigado, sino integral.
Mientras tanto, el hombre
racional seguirá conociendo el cosmos de un modo
fragmentario y estático. Pero habrá algunas
excepciones: las de los seres humanos a quienes la capacidad
intuitiva se les habrá desarrollado a un ritmo mayor que
el promedio. Entre esos hombres se contará el artista y,
entre los artistas sobre todo, el Poeta.

El Poeta es el ser que teniendo aún una capacidad
intuitiva incipiente la tiene sin embargo, en un grado mucho
más desarrollado que el promedio de los demás
hombres. Es por eso que el conocimiento que el Poeta tiene del
Ser, es cualitativamente diferente del conocimiento que de
él tiene el científico o el filósofo. Es por
eso también que su uso del lenguaje debe
ser discrecional, puesto que el lenguaje
tal como lo conocemos ahora, es todavía un instrumento muy
primitivo para mostrar las facetas del Ser, a las que
sólo el Poeta tiene acceso. La filosofía
será la indagación del porqué del por
qué de las cosas y de los fenómenos y
emergerá de los hallazgos que le han proporcionado la
Intuición y la Razón combinadas. Por eso es que
considero que en las condiciones presentes, el Poema es la
expresión natural de los hallazgos de los
filósofos.

Volviendo al ensayo sobre
la posibilidad de que la mente haga abstracciones de
abstracciones y logre conformar un concreto real
sobre la base de la combinación de propiedades de
diferentes concretos reales, sin que exista la ley que exprese
la interconexión interna de estos elementos, debo decir
que sí, que el hombre puede
imaginar, idealmente, un concreto así concebido. Eso
sucede en el arte; en todas
las artes. El artista, entre ellos, el escritor y, sobre todo, el
poeta, tiene la capacidad, entre otras, de elaborar cadenas de
abstracciones con las que realiza su obra de arte. En una obra de
arte están objetivadas toda clase de abstracciones cuyas
interconexiones no obedecen a ninguna ley, puesto que son
creaciones intuitivas de la mente, no racionales, sino creativas.
Pero el poeta no sólo crea su obra con abstracciones de
abstracciones, también tiene la facultad de develar lo que
yo llamo Estados Puros del Ser, lo que los
filósofos, a su vez, llamarían "esencia". En mi
libro El
Ser Poético
, publicado en 1997, defino el arte y el
poema en particular, como el encuentro intuitivo del poeta con un
Momento Vital, es decir, con un Estado Puro del Ser
al que lo describe en el Momento Poético, para
lograr que la Emoción del lector se despierte en el
Momento Compartido. Por otra parte, en mi obra en proceso
La Acción
Recíproca
analizo con mayor detalle el fenómeno
del arte como instrumento cognoscitivo.

Cuando admiramos las obras de Salvador
Dalí (mi artista plástico
favorito) nos damos cuenta de que estamos ante un ejemplo de
cómo el artista crea sus obras como una combinación
de abstracciones de diferentes elementos conocidos. En el caso
del surrealismo de
Dalí tendremos imágenes
que son el reflejo más o menos adecuado de la realidad,
combinado con formas hechas de abstracciones de abstracciones.
Cuando admiramos a Picasso, su
pretensión de "abarcar la cosa desde todos los
ángulos posibles, al mismo tiempo" nos damos cuenta de que
es otra muestra de la
capacidad del artista para crear cosas nuevas sobre la base de la
combinación de abstracciones de abstracciones.
Algún día, cuando la mente del ser humano
esté debidamente evolucionada y exista la armonía
perfecta entre Razón e Intuición, todos nosotros
seremos capaces de percibir más de cerca la "realidad" del
mundo real; tendremos el privilegio de acercarnos,
asintóticamente, al conocimiento de la "cosa en sí"
kantiana.

Entiendo que este capítulo fue un tanto extenso
en la estructura del presente artículo, a pesar de la
enorme tarea de síntesis
aplicada a su configuración, pero quería estar
seguro de que
contaríamos con los instrumentos cognoscitivos y
epistemológicos que nos permitieran llegar a nuestro
objetivo, el análisis de las teorías
del valor, con las percepciones muy claras. Es en este
análisis donde citaremos críticamente las
concepciones axiomático-deductivas y las empíricas
que hemos citado en los capítulos anteriores


LAS PRINCIPALES TEORÍAS DEL
VALOR

J. Schumpeter History of Economic
Analysis

Ingrid Hahne Rima: Desarrollo del
Análisis Económico (21)

A continuación se resumirá las principales
concepciones sobre la Teoría
del Valor en la historia del pensamiento
económico, tratando de citar, críticamente, las
ideas más importantes en cada caso.

Los "Objetivistas"
clásicos

Adam Smith

Al comparar el valor de cambio de un bien con su
precio, Smith
observó que el precio fluctuaba como una respuesta a los
cambio monetarios, por lo que reemplaza el valor "nominal
monetario" de cada bien con un precio real, en el mismo sentido
que hoy le damos, v.g. al salario real a
diferencia del salario nominal o monetario. Este "valor real" es
expresado en términos relativos con la cantidad de
trabajo que
costó producirlo. De este modo, en vez de escoger una
mercancía tal como el oro o la
plata, Smith recurre más bien a otra mercancía
denominada trabajo. Queda entonces determinado que el valor de un
bien está determinado por la cantidad de trabajo que
contiene, por lo que el trabajador sería el creador de
valor. Sin embargo, aclara que el valor creado por el trabajador
debe repartirse también entre el dueño del capital y el
de la tierra. De
este modo, el salario, el beneficio y la renta se convierten en
componentes del costo de
producción del bien.

Smith supone que la nueva medida de valor, el trabajo, es
invariable, pues su costo de producción, la del trabajo, es el salario
de subsistencia que el trabajador recibe por el valor creado,
salario que por ser de subsistencia, hace que el trabajo sea el
menos invariable de todos los medidores del valor. De esta
manera, el precio se divide en tres componentes: los salarios, el
interés
y la renta. Cuando en el largo plazo el precio de mercado iguala la
suma de estos tres retornos, tendremos el precio natural. En el
corto plazo, el precio de mercado puede no igualar la suma de los
tres componentes, debido a que en ese caso, el precio es
determinado por las fuerzas de la oferta y la
demanda. Smith
declara que las tasas de beneficio se determinan por las
condiciones generales imperantes en la sociedad, en
un proceso que el fundador de la ciencia económica define
como de progreso, estancamiento y decadencia. Finalmente, define
el precio natural como aquél al que tienden los precios de
todas las mercancías.

Aunque Adam Smith
propone una solución adecuada a la teoría del valor
en la época de los clásicos, el hecho de que el
valor creado por el trabajo se divida en tres retornos: salario,
beneficio y renta, convierte a su propuesta en una teoría
del costo de producción, donde el precio "natural" no es
sino el equivalente a ese costo de producción, disfrazado
bajo una teoría del valor trabajo.

David Ricardo

Ricardo se apoya en la visión de Smith, pero va
un paso más adelante, pues llega al concepto de
"excedente" para definirlo como la diferencia entre la cantidad
de trabajo requerida para producir los bienes de
subsistencia del trabajador, es decir, los salarios, y la
cantidad producida por esa fuerza de
trabajo. Así, Ricardo explica el beneficio y la renta como
productos
derivados del excedente creado por el trabajador. Su
teoría del valor trabajo deja de lado la
contradicción del "costo de producción" de Smith,
puesteo que esa contradicción hacía que el precio
de un bien se midiera, en el fondo, "por el precio de ese bien" y
postula que la única causa de una alteración del
valor de cambio es el aumento o disminución de la cantidad
de trabajo que contenga, agrega que una variación del
salario tendrá un efecto inversamente proporcional al
beneficio. Por otro lado, una variación del beneficio
afectará a todos los sectores por igual y en el
intercambio de bienes a través de sus precios relativos
entre sí, el efecto de la variación del beneficio
será nulo.

"El carácter determinante del tipo de beneficio
agrícola sobre el tipo general de beneficio consiste en
que dado que la competencia
iguala a todos los tipos de beneficio, la tendencia a la
disminución del tipo de beneficio agrícola debe
transmitirse al tipo general de beneficio, el cual, por lo tanto,
debe manifestar él mismo una tendencia a la caída
progresiva". De este modo habrá una tasa de ganancia
única congruente con los rendimientos decrecientes en la
agricultura.
Por otro lado, suponiendo que el trigo es un bien que todos los
sectores utilizan como insumo, la dificultad de producción
para esos sistemas debe ser
igual a la dificultad de producción hallada en la
producción de trigo, pues la tasa de ganancia es
única. De aquí nace uno de los componentes de su
teoría del excedente, según la cual "la dificultad
o facilidad de la producción de la mercancía
regulará en último término su valor en
cambio".

Pero, lo que más nos interesa de la
teoría ricardiana es la afirmación de que no
sólo el trabajo presente sino el trabajo pasado
incorporado en la maquinaria produce el valor de la
mercancía. Como veremos después, éste fue un
postulado que Marx
criticó en "El Capital" y que yo considero que, por el
contrario, esa afirmación se constituye en uno de los
más grandes aportes que Ricardo hace a la teoría
del valor.

John Stuart Mill

Postula que el valor es una función de
los costos reales de
producción. Lo que más o menos coincide con Smit;
pero lo que asombra es su percepción de que los costos
monetarios representan lo que llama los costos reales de las
desutulidades del trabajo, por una parte, y de la abstinencia del
consumo de los
capitalistas, por la otra. Es por esta clase de afirmaciones, las
que serían respaldadas más tarde por Weber, que
Marx expresaría su admiración por lo que el
denominó los "Clásicos", esto es, Adam Smity y
David Ricardo,
debido a su interés "verdaderamente" científico de
encontrar las "leyes que rigen el proceso económico de las
sociedades" en
contraposición a todos los economistas que vendrían
después de ellos, como es el caso de J. S. Mill, a quienes
denominó "economistas vulgares" por su creencia de que
deformaban la verdad al servicio de la
clase burguesa. Particularmente yo guardo mucho respeto por la
obra en general de J.S Mill, especialmente por sus contribuciones
al "utilitarismo", pero su teoría de la "abstinencia" me
parece realmente una muestra del gran peso ideológico en
su percepción, por lo que no tendría ningún
derecho a criticar la posición ideológica con que
Marx plantea sus opiniones. Si la aplicáramos la
visión de Mill al caso de las grandes corporaciones
mundiales de la actualidad, por ejemplo, a la de Billy Gates,
llegaríamos a la conclusión de que habría
logrado una fortuna de cincuenta mil millones de dólares,
ahorrándose en los almuerzos. Esto es sencillamente
absurdo, y sin embargo, la "teoría de la abstinencia"
tiene seguidores ilustres, como es el caso de Max
Weber.

La Utilidad como
principio del valor

Jeremy Betham

Fue, con J.S. Mil, uno de los principales fundadores del
utilitarismo. Bajo este sistema, los
seres humanos huyen del dolor y buscan el placer. Sus aportes al
concepto de utilidad en la Economía se concretan
en su intención de realizar una compasión entre
dolor y placer que el individuo
obtiene en su actividad cotidiana. Por estas razones, fue
considerado un hedonista, pero, sobre todo, fue un "utilitarista
objetivo" pues definía la utilidad como "la facultad de un
bien para producir un beneficio o alegría, o suprimir un
dolor o adversidad". El método utilizado para ello fue un
apriorismo intuitivo, pero no logró una solución
general para asignar un valor cardinal a las dimensiones de
placer y dolor que se había planteado originalmente. Sin
embargo, logró dar cierta consistencia a su teoría
recurriendo al dinero como
una guía para la medición de las satisfacciones, idea que
fue retomada luego por Marshall.

Jean Baptist Say

Su principal objetivo fue el de liberar al concepto de
utilidad de cualquier contenido material. Para él, el
valor es algo eminentemente subjetivo y depende de la utilidad,
que es su fundamento, por lo que es también fundamento de
la riqueza. Pero encuentra dificultades en la medición del
valor utilizando las apreciaciones variables y
fluctuantes de los individuos, por lo que abandona este
método y acude a los gastos de
producción y de los movimientos de la demanda y oferta
para cuantificar el valor.

En realidad ni Betham ni Say alcanzan a dilucidar la
esencia de la utilidad y, sobre todo, no pueden encontrar el
medio para cuantificarla. Esa tarea sería cumplida con el
advenimiento de los marginalistas.

H.H. Gossen

El nuevo concepto de utilidad marginal encuentra en
Gossen un desarrollo decisivo, sobre todo por su visión de
fundamentar el valor en la "utilidad del último átomo", la
ley de saturación de necesidades y ley de
compensación de las utilidades. Por otra parte,
querrá explicar el proceso de cambio sobre la base de la
teoría subjetiva del valor, postulando que el cambio es
posible entre dos personas debido a que cada una recibe de la
otra más de lo que da, algo similar a la visión de
Condillac, que databa de muchas décadas
atrás.

El aporte de Gossen, es sin embargo, identificable, pues
propone que habrá cambio de equivalente cuando el
último átomo del bien recibido por cada uno de los
sujetos proporcione a cada uno una utilidad marginal igual, lo
que equivale a decir, que cada uno recibe el máximo de
valor posible; esto, es: el cambio de valores
equivalentes que es el cambio de cantidades
matemáticamente iguales, permite que los dos sujetos
reciban más de lo que cada uno da, en otras palabaras, las
cantidades matemáticamente iguales se convierten en
cantidades matemáticamente desiguales, afirmación
que es intuitivamente captada por cualquier persona que
observe un proceso de cambio. Sus principales descubrimientos
serían los mismos que encontrarían los
marginalistas treinta años más tarde, esto es, la
noción de que la utilidad es naturaleza subjetiva y
está asociada a la relación de bienes y
necesidades. También conforma su teoría las
nociones de que la base del valor de los bienes no es la utilidad
total, sino la que corresponde a la última unidad de un
bien cualquiera, es decir, lo que después se
conoció como utilidad marginal; la de que la utilidad
marginal es medible y, por último, la de que el
intercambio de productos es un intercambio de utilidades en el
margen, que es el determinante de la equivalencia de los valores.
Gossen declaró que él había hecho en la
Economía lo que Copérnico en la dimensión
del universo.

Los Marginalistas

Gossen no fue el único que realizaría una
"revolución coperniqueana" en la
Economía, pues los marginalistas le atribuyeron a Jevons y
a Menger, la responsabilidad de una nueva revolución
derivada de Copérnico. Definieron la utilidad como la
relación entre el hombre y un bien por la cual este
última satisface una necesidad. Para que esto se realice,
debían tomarse en cuenta los siguientes aspectos: la
propiedad de satisfacer una necesidad no es inherente al bien en
cuestión, no está en la materialidad
corpórea del bien; la utilidad, por ello, será de
carácter subjetiva y, para que los bienes tengan valor, la
utilidad de cada uno de ellos debe ser unida a la escasez. Al
problema de la identificación de la utilidad y la escasez,
se sumó la necesidad de cuantificar la utilidad de un
bien; para ello, los representantes de la escuela subjetiva
a principios de
1870, retomaron el concepto de utilidad marginal, para afirmar
que ésa era la que medía el valor de un
bien.

Karl Menger

Fue el que propuso por primera vez la nueva
concepción, postulando que es el consumidor quien
otorga valor a las mercancías, a las que recurre para
satisfacer necesidades individuales. De este modo concibe su
definción en los siguientes términos: "valor es la
importancia que las mercancías concretas o determinadas
cantidades de ellas adquieren para nosotros por el hecho de que
sabemos que la satisfacción de nuestras necesidades
dependen de que dispongamos de ellas."

Menger quería descubrir la ley que regía
en la formación de los precios, para lo que basó su
propuesta en las necesidades en relación con las
mercancías, rechazando la percepción objetiva del
valor. De este modo formulará el principio de la utilidad
en la dimensión marginal. Para empezar, dijo que un
consumidor racional buscará obtener la mayor
satisfacción de los bienes que desea consumir,
distribuyendo su dinero de modo tal que su última unidad
monetaria gastada en un bien le brinde la misma
satisfacción que la unidad monetaria gastada en cualquier
otro. Esto se complementa con la afirmación de que el
consumidor, en su afán de aumentar su satisfacción,
trasladará algo del gasto del bien menos importante a otro
que considere de mayor importancia. Este es el principio de
"marginalidad" o
marginal, principio bajo el cual el consumidor participa en la
estructuración de la demanda de mercado. Pero aún
quedaba por realizar la generalización de la
solución al problema de la valoración, lo que se
expresaría en su "teoría de la
imputación".

Wiliam Stanley Jevons

Hace tres aportes de valía a la teoría de
la utilidad: considera que la utilidad no debe ser tratada como
una magnitud absoluta, a diferencia de Meger, sino bajo el
concepto de "grado final de utilidad"; quiere recurrir a procedimientos
técnicos para medir la utilidad y pone al valor de uso
como base del valor de cambio, por lo que llega a la
vinculación del bien con el individuo. En otras palabras,
consolida la utilidad marginal en una tarea simultánea con
Menger, Walras y Marshall, aunque todos ellos trabajan de modo
independiente.

Los Neoclásicos

Alfred Marshall

El debate sobre
el valor es relegado a segundo término por los economistas
a partir del marginalismo, para ocuparse por la medición
de la utilidad a través del consumidor y la estructura de
su demanda. Alfred Marshall es el que sistematiza la nueva
concepción y lo hace bajo los siguientes aspectos: la
teoría del consumidor, el excedente del consumidor, la
noción de elasticidad, las
curvas de demanda y oferta parciales…..

La propuesta de Marshall sobre el punto que ahora nos
interesa es que el valor de un bien se fija en el equilibrio de
su oferta y su demanda. Con esto generalizó el concepto de
la utilidad marginal dentro de la teoría de la demanda y
tomó el dinero como
una medida, no de los deseos, pero sí del móvil de
la acción para satisfacerlos. De este modo, la
determinación de los precios del mercado sustituye a
análisis del valor como categoría de importancia en
lo que ya no es Economía
Política, sino, Teoría Económica. Con
Marshall, se consolida también el estudio especializado,
empírico y axiomático del consumidor, los precios y
el mercado

La teoría moderna de la
utilidad

La percepción académica de hoy enfoca sus
energías hacia la teoría de la utilidad bajo
incertidumbre, para lo que se aleja del principio estricto de la
utilidad marginal decreciente. Las elecciones de los consumidores
se desarrollan de tal manera que pueden mostrarse en una curva de
utilidad total que, al principio aumenta a una tasa decreciente,
debido a que la utilidad marginal decrece, para dar paso a un
proceso inverso, en el que la utilidad total se eleva a una tasa
creciente, con lo que aumenta la utilidad marginal, proceso en el
que los demandantes maximizan la utilidad esperada más que
la utilidad presente. Con esto revivió la posibilidad de
obtener técnicas
de medición a partir de comportamientos
"racionales".

En este sentido se razona de la siguiente manera:
establecidos U(X1) y U(X2) como niveles de
utilidad combinadas que se le presentan a un consumidor,
éste debe decidir la posesión alternativa de dos
combinaciones de bienes específicos, X1 y
X2 ; p es la probabilidad de que el consumidor
posea X1 y (1 – p) es la probabilidad de
poseer X2, ambos igualmente deseables,
entonces:

1

Esto es, la función de utilidad U(X1)
sobre la función de utilidad U(X2) es
proporcional a la probabilidad de X2 sobre la
probabilidad de X1. En esta versión moderna
sobre la utilidad, el consumidor demandaría bienes no por
sí mismos sino por las características que cada uno
tendría para satisfacer una necesidad determinada.
Así, cuando se demanda de sal no será per
se
, sino por la propiedad que tiene de sazonar la comida, por
lo que la utilidad de la sal estará objetivada en esa
propiedad de sazonamiento. Esta afirmación nos
mostraría que se estaría volviendo a una
determinada variación de la teoría objetiva del
valor, la que afirmaba que el valor de uso es una cualidad del
bien, no una simple relación entre una mercancía y
la necesidad humana.

Un resumen a modo de conclusión sobre la
teoría subjetiva del valor

A diferencia de la corriente objetiva, el valor de un
bien depende no del trabajo objetivado en él sino de la
utilidad que brinda, con lo que el valor de uso cobra
preeminencia sobre el valor de cambio; éste último
es una expresión cuantitativa del cambio de valores de
uso, a través de las respectivas utilidades marginales de
los bienes intercambiados. De aquí se deduce que el valor
de uso es la utilidad, que es una relación de alguna
cualidad de algún bien para satisfacer una necesidad. La
medida del valor está dada por la preferencia del
consumidor hacia ese bien determinado, mientras que la demanda de
un bien en el mercado se convierte en la concreción de las
preferencias del consumidor desde el punto de vista de la
utilidad marginal que encuentra en el bien en cuestión.
Los precios desplazan al valor como categoría de
análisis al estudiar las preferencias del consumidor por
un bien, preferencias reveladas a través del conteo
empírico del método positivista, lo que hace que la
utilidad sea ahora considerada como una categoría que no
es necesaria al análisis de los fenómenos
económicos, cuando se los trata como fuerzas que tienden
al equilibrio: la "preferencia revelada", objetivamente observada
en el mercado, ha hecho que el valor y la utilidad, por igual,
fueran anuladas del escenario económico neoclásico.
El concepto "valor" ha pasado a ser una entidad "metafísica". Pero hay impulsos
académicos que tienden a revivir el debate sobre la
teoría del valor. Tomemos como ejemplo, a Denis Robertsosn
en sus "Lecciones sobre los principios de la economía" que
toma el valor como base del análisis de la demanda. En mi
obra La Acción Recíproca en
preparación, el debate sobre el valor es uno de los puntos
principales de su estructura; lo es, bajo el principio de que los
problemas no
pueden ser ignorados. Tres cuartas partes del mundo se debaten en
la miseria por un sistema capitalista radicalizado que en vez de
solucionar los problemas teóricos de la economía,
simplemente los ignora. Eso es algo que no puede
continuar.

El análisis marxista del
valor

Empezaremos esta sección con una de las preguntas
más importantes que Marx hace en su análisis del
sistema capitalista: ¿qué sucede cuando el producto no se
consume de inmediato, cuando para llegar a ser consumido debe
pasar por la etapa del cambio? En otras palabras,
¿qué sucede cuando el bien concreto, que es un
valor de uso, se convierte en mercancía? En ese instante
el producto del trabajo ha cambiado cualitativamente. Esta
pregunta recurrió a un apoyo conceptual: toda
mercancía es un valor de uso, pero no todo valor de uso es
una mercancía. Por lo tanto, el sistema capitalista, al
producir bienes concretos para ser intercambiados, produce
mercancías, no simples valores de uso.

De inmediato hace la siguiente consideración: si
el valor de las mercancías descansa en la utilidad
subjetiva, si esto hace posible el cambio ¿cómo se
mide las proporciones en que las mercancías se cambian?
¿cuál es la unidad de medida en este caso? Marx
analiza esos conceptos en el primer tomo de "El Capital". En su
visión, todas las mercancías tienen valor por que
son producidos por el trabajo; esto es, la sustancia del valor es
el trabajo, expresado en el tiempo de trabajo socialmente
necesario para producirlas. Este indicador, el tiempo socialmente
necesario de producción, no sólo mide
cuantitativamente el valor de cada una sino que es lo que une a
todas las mercancías a pesar de sus diferencias
específicas que las singularizan unas a otras. Si las
mercancías no tuvieran ese "algo" que las une, no
podrían intercambiarse entre sí.

El análisis marxista incluye las
subcategorías "valor de uso" y "valor de cambio", el
primero, se denominará "trabajo concreto", mientras que el
segundo se llamará "trabajo abstracto" (trabajo social en
general). Con la ayuda de estas sub categorías, Marx
definirá la mercancía como la unidad que contiene
en sí el valor de uso y el valor, por eso es que se
definirá una mercancía por la propiedad que tiene
de ser útil y por que puede intercambiarse en el mercado
con otros valores concretos, a través del "valor", esto
es, la cantidad de trabajo abstracto que ambas contienen en
sí. De este modo, la mercancía será un
"valor de uso" como manifestación concreta y material de
sí misma; será un "valor de cambio" como portador
de tiempo de trabajo abstracto, es decir, como
"Valor".

Marx afirma que el intercambio se lleva a cabo por que
iguala las cantidades diferentes de valores de uso de las
mercancías de que se trata; en este proceso, el valor de
uso ya no entre en el análisis del intercambio, dado que
ahora ya son los valores de cambio los que se intercambian, dado
que en este proceso, las singularidades concretas de cada bien
intercambiado se abstraen a favor de sus valores de cambio. Ahora
bien, en el trueque directo, cada mercancía es el
equivalente de la otra con la que se intercambia, pero con el
advenimiento del dinero, éste se convierte en el
equivalente general de valores para todas las mercancías,
con lo que el análisis cualitativo del valor en valor de
uso y de cambio, se transforma en el análisis
cuantitativo, donde el dinero es el equivalente
general.

A pesar de lo expuesto, los marxistas afirman que no hay
una "teoría del valor" propiamente dicha en el marxismo, lo
que existiría sería "un análisis de la
génesis de la mercancía" en el que "el valor" no es
la categoría que se analiza, pues lo que se estudia es la
"mercancía" como síntesis del valor de uso y de
cambio (valor) Con esta aclaración, Marx pretende refutar
la acusación de que usa categorías
"metafísicas" en su análisis y cuyos misterios
deben ser develados por la Intuición intelectual o la
Razón, identificando al valor como uno de esos misterios.
Sobre este particular no olvidemos que en el fondo, la epistemología marxista está dentro
de un racionalismo
exacerbado y de un positivismo en
el que la "práctica social" sería el verificador
del "concreto ideal" al que nos referimos en el acápite
respectivo de este artículo.

Sin embargo, esto no quita que Marx haya lanzado su
famosa conclusión acerca de que el valor era creado por el
trabajador, el mismo que producía no sólo el valor
de su propia subsistencia, sino un excedente que era apropiado
por el capitalista en la forma de plus valía, la misma que
surgía del aumento de la explotación de que el
obrero era víctima por parte del empresario.
Así, en su afán de extraer más plus
valía de cada uno de sus trabajadores, el empresario
aumenta la jornada de trabajo para crear más plus
valía "absoluta", por una parte; por la otra, aumenta la
intensidad del trabajo para crear más plus valía
"relativa". La plus valía extraída del trabajo no
remunerado se repartirían entre el empresario, el
capitalista, el banquero y el Estado. La
proporción de plus valía que el empresario obtiene
depende de la proporción que existe entre el "capital
constante", esto es, la maquinaria y el equipo, por una parte, y
el capital variable, que se destina a la contratación y la
fuerza viva de trabajo. A esa proporción es que Marx llama
la "composición orgánica del capital". Ahora bien,
en virtud de que esta composición orgánica
evoluciona de tal manera que fortalece la primacía del
capital sobre la fuerza viva de trabajo, la tasa de ganancia, es
decir, la plus valía, se va haciendo cada vez menor, lo
que da lugar a la aparición y vigencia de la tendencia
decreciente de la tasa de ganancia, pues el capitalista
sólo puede vivir de la plus valía y ésta
sólo puede ser extraída del trabajo vivo, actual,
de los obreros.

Con esta afirmación, Marx participa, aunque desde
un ángulo diferente, de las percepciones de Adam Smith y
David Ricardo acerca de un capitalismo
que crece, se estanca y luego decae.

UNA PROPUESTA
EPISTEMOLÓGICA

El pequeño recorrido que hicimos en los
capítulos anteriores nos muestra una verdad concluyente:
todas las teorías están teñidas de ideología. Esto, que puede generalizarse a
todo el conocimiento humano, se hace mucho más patente en
la ciencia económica. En verdad, podemos afirmar que la
ciencia económica es la más contradictoria de
cuantas el ser humano conoce. Al respecto, recordemos lo que
decía un comentarista: la Economía es la
única ciencia que permite que dos académicos, v.g.
Samuelson y Friedman, sean acreedores al Premio Nóbel por
el hecho de que el segundo afirmara lo contrario de lo que
motivó el premio que se le concedió al
primero.

Esta observación no es casual. Recordemos a
Nixon cuando durante su periodo presidencial, los EE.UU
sintió por primera vez lo que los países
subdesarrollados ya teníamos como algo crónico: la
aparición y existencia simultánea de altos
índices de inflación y desempleo. Con el
objeto de encontrar una salida a este laberinto tan
extraño, convocó a Paul Samuelson, Premio
Nóbel de Economía en ese entonces y le
preguntó que debía hacer al respecto. Samuelson,
neokeynesiano por excelencia, le dijo que nos se preocupara, que
dedicara toda su atención a resolver el problema del
desempleo y que una vez resuelto, el de la inflación
desaparecería automáticamente. Eso significaba
ejecutar programas de
creación de empleos, incremento de inversiones en
infraestructura, reducción de impuestos, una
política
monetaria expansiva y los consiguientes incrementos del
déficit fiscal. Nixon,
que no se contentaba con una sola opinión, solicitó
la presencia de Milton Friedman, líder
de la corriente monetarista y, por ende, del sector más
conservador del neoliberalismo, el mismo que algunos años
más tarde recibiría también su respectivo
Premio Nóbel ("por haber sostenido lo contrario de
Samuelson") La respuesta que le dio al Presidente fue tan
categórica como la de Samuelson. Era preciso orientar
todas las energías para anular la inflación, una
vez vencida, el desempleo desaparecería como por encanto.
Para alcanzar esta dimensión era preciso reducir las
inversiones, aumentar los impuestos, recurrir a una política monetaria
restrictiva y, sobre todo, reducir el déficit fiscal. Esa
y no otra era la manera de luchar contra la estanflación y
el desempleo.

En cuanto al método que la actual Teoría
Económica usa, el del famoso caeteris paribus,
Harry Truman sintió en carne propia lo que eso
significaba. Se dirigió a la Asociación de
Economistas de los EE.UU para rogarles que por favor le mandaran
un economista manco para cumplir con las tareas de asesor
económico de la Casa Blanca. Lo quería manco,
porque esta cansado, dijo, que cuando preguntaba algo a un
economista, éste le decía: on one hand,
podría suceder esto; pero, on the other hand,
podría pasar lo contrario. Con el humor rústico que
Truman tenía, vio que la mejor manera de solucionar el
problema era tendiendo a su disposición, claro
está, un economista manco. Por último, no olvidemos
que un comentarista social definió al economista como
aquél individuo que nos dice qué va a suceder
mañana y luego nos explica con detalles impresionantes,
las razones por las que no sucedió de ese
modo.

Por lo tanto, debo aclarar que mi crítica
sobre las percepciones anotadas también estará
teñida de una ideología determinada, la mía,
a la que he denominado El Socialismo de
Complementos,
cuyos principios generales están
contemplados en mi obra que lleva el mismo título y que
fue publicada en el mes de septiembre próximo
pasado.

Los clásicos

Conservo el término que Marx acuñó
para referirse a Adam Smith y David Ricardo, quienes dieron las
pautas fundamentales de lo que llamarían Economía
Política. El nombre nos dice ya la intención que
tenían ambos teóricos al fundar y consolidar la
nueva ciencia: serviría, sobre todo, para que los
economistas concibieran recomendaciones que los políticos
en función de gobierno
debían observar, en el supuesto de que deseaban llevar
adelante los asuntos económicos de la nación
en forma sistemática y eficiente. El segundo
término de la frase, "Política" prueba que estaban
convencidos de que no era posible separar los procesos
económicos de los políticos y sociales, algo que
nos sirve de ejemplo para proponer nuevas alternativas
teóricas en las que lo "económico" no aparezca
huérfana de todas las influencias políticas,
sociales y culturales que lo modifican en el mundo
real.

Volviendo a Smith y Ricardo, recordemos también
que eran representantes de la nueva clase que se erigía ya
como la que dirigiría los destinos de las naciones de
Occidente, esto es, la burguesía. El advenimiento de esta
clase vino aparejada, claro está, con la de su contrario:
la del proletariado, de tal manera que en la evolución
histórica los intereses de una aparecieron como contrarios
a los intereses de la otra. Así, cuando Smith llegó
a la conclusión de que el valor era producido por el
trabajo, también se enteró que tenía que
resolver el problema del por qué el creador de valor, el
trabajador, no recibía todo el producto por él
creado. Su ideología no le permitía ir en contra de
su clase y entonces se enredó presentando una
teoría alternativa del coste de producción, donde
el valor de la mercancía estaba compuesto por los retornos
a los tres factores de producción que participaban en el
proceso productivo: el beneficio, el salario y la
renta.

Los marginalistas, por su parte, recurren al individuo
aislado para convertirlo en la unidad de análisis de la
Economía; para ello, estructuran un ser abstracto que obra
sólo después de hacer un análisis de costo y
beneficio privado, al que denominaron el Homo economicus.
Este ente abstracto era la contraparte de la idea de "masas" que
Marx había hecho germinar en el análisis de la
evolución histórica del ser humano. La
reacción de los marginalistas ante la percepción
marxista fue la de presentar una alternativa opuesta: dejar de
lado al ser social, dejar de lado el debate sobre el valor,
convirtiéndolo en "utilidad" y quitar a la
Economía Política el segundo término
para convertirla en Teoría Económica. De
este modo, la Economía Política quedó
cercenada de uno de sus objetos de estudio: la distribución, la que originalmente
había formado parte de la propia definición de lo
que era la ciencia económica. Pero los marginalistas no
estaban muy preocupados por la percepción de los
clásicos; lo que realmente les quitaba el sueño,
era la definición marxista de la Economía: la
ciencia que estudia las leyes que rigen las relaciones de
producción entre los grupos
sociales
, pues con esta definición el análisis
de lo económico tenía que incluir, por fuerza, las
dimensiones sociales y políticas, algo que los
marginalistas, representantes de la percepción burguesa
liberal, en contra de la socialista, no estaban dispuestos a
poner en el tapete de los debates.

Aunque fue Menger, fundador de la Escuela
Austriaca de la Economía, el primero en proponer la nueva
percepción, la mutilación completa de la ciencia
económica, se consolida con la participación de
Jevons, Walras y consortes, quienes introducen en el
análisis económico las matemáticas como un medio para formalizar
las proposiciones axiomático-deductivas, algo que la
Escuela Austriaca nunca apoyó formalmente. Con la introducción de las matemáticas en
la Economía, se pretende hacer que una ciencia social sea
cualitativamente semejante a cualquiera de las ciencias
naturales y exactas, es decir, una ciencia con leyes que se
cumplen en todo tiempo y espacio, a condición de que no se
la tiña de "ideología", que es lo que ellos
consideran que ocurre cuando se introduce las dimensiones
política y social. Con la aparición de Marshall en
el escenario de los grandes debates, se fortalece la escuela
neoclásica, la que estructura la ciencia económica
sobre una serie de axiomas, hipótesis y deducciones, tal como lo vimos
en la primera parte de este trabajo, con el aditamento de que las
matemáticas y le econometría se convierten en los
avales teóricos y de verificación empírica,
surgida de los "modelos" como
reflejos sintéticos de la realidad.

Nadie se opone a la utilización de modelos, por
supuesto; lo que sí preocupa es que los teóricos
del neoclasicismo,
al final, confunden el modelo con la
realidad, a la que acusan de no adaptarse al modelo y de ser
"irracional". Inmersos en espejismos delirantes, reducen el mundo
objetivo a las relaciones que forman entre sí un conjunto
de ecuaciones y
creen que con eso están dando pasos gigantescos en el
proceso de hacer de la Economía una ciencia exacta. En
realidad, la Teoría Económica se convierte, poco a
poco, en un pasatiempo elitista de algunos académicos que,
junto con la realidad, han perdido toda noción de
considerar a la ciencia como un medio para conocer la "verdad" en
cada caso. La realidad no importa, todo lo que se necesita es que
en el mundo del modelo, una fórmula tenga cabida y
satisfaga las intenciones formales de su
concepción.

La Economía ha perdido por completo su
carácter de ciencia social, sobre todo después del
anuncio que hizo Milton Frieman, refiriéndose a los
problemas
sociales que causan las medidas que él aconsejaba;
para contestar a uno de los interlocutores que le habló
sobre lo duro que es para los grupos de ingresos bajos la
aplicación de tales medidas, dijo: "la economía no
tiene sentimientos". Esta afirmación no sólo es
terriblemente impregnada de ideología, es también
increíblemente ingenua, pues es sabido que no sólo
la economía, sino cualquier ciencia carece de
sentimientos, debido a que no son seres, ni muchos menos,
sensibles; son creaciones del hombre, el cual sistematiza como
mejor puede los datos que le da
la experiencia para formar representaciones sistemáticas
que permiten el conocimiento organizado y necesario a la
estructuración de las diferentes ciencias. Los que
sí tenemos sentimientos y expresiones de apoyo con los
otros seres de la especie y con la naturaleza toda, somos los
hombres y mujeres reales que habitamos en el planeta. Pero la
declaración de Friedman no es una expresión
aislada, no; es más bien la percepción que los
académicos neoliberales tienen de la sociedad humana: se
han familiarizado tanto con sus creaciones ideales del individuo
aislado, que ha desaparecido de ellos todo sentimiento de
solidaridad,
de identificación con los demás seres. Los
inventores del individuo como unidad de análisis de la
Economía se han convertido en verdaderos robots, carentes
por completo de rasgos humanos y dedicados a la tarea de mejorar
las formas por las que el empresario aumente sus ganancias.
Friedman fue uno de ellos, tal vez el más brusco de
todos.

Algunas observaciones sobre la epistemología
de los clásicos

La declaración de Adam Smith de que el
egoísmo individual es el que hace posible la felicidad de
todos, la que se complementa con su postulado de que la suma de
intereses individuales coincide con el interés general, es
una deformación subjetiva que proviene de su modo de ser.
Recordemos que antes de iniciarse como economista, fue un
ético de primera cuando escribió su famosa obra "La
Teoría de los Sentimientos Morales" En este punto, debemos
decir que Smith confunde los preceptos éticos que postula
en esta obra, con el comportamiento
real de los individuos reales, especialmente en el mundo del
capitalismo, donde la competencia convierte a los individuos en
enemigos potenciales recíprocos, en el afán de
"tener más que el otro", pues el éxito
se identifica sólo y solo con la riqueza: quienes logran
obtenerla son los "winners", los que no logran alcanzarla
serán los "loosers". En la escala de valores
del pueblo estadounidense, nada es peor que ser un "looser", es
decir, un fracasado, porque no ha tenido la capacidad de acumular
riqueza. Este "fracaso" demostraría su inferioridad como
persona con relación a los demás. Por otra parte,
si observamos el comportamiento cotidiano de los individuos
reales de cualquier país, especialmente de los de Europa y EE.UU,
llegaremos a la conclusión de que la diaria coexistencia
entre ellos semeja una discoteca donde se ha producido un gran
incendio y hay una sola vía de salida. En la necesidad de
salvar la vida propia a cualquier precio, los que puedan
pasarán por los cuerpos de los caídos,
pisoteándolos para lograr salir. Es en actos como
éste que aparece la verdadera naturaleza
humana y la incongruencia de afirmar que la suma de los
intereses individuales coincide con el interés general. El
postulado de A. Smith es, a todas luces, una expresión
ideológica con gran empatía con la clase poseedora
de las fábricas y de los medios de
producción, en su intención, muy clara, de eliminar
las contradicciones de clase entre la burguesía y el
proletariado de aquella época, como lo hacía
cualquier otro buen liberal, influido, sobre todo, por Locke y
Montesquieu.

En otro orden de cosas, la afirmación de J.S.
Mill, en sentido de que la acumulación originaria del
capital se habría logrado gracias a la austeridad de
algunos seres y su capacidad de ahorro, es una
de las muestras de que hay una gran diferencia entre escribir CON
ideología y escribir PARA la Ideología. En este
caso, J.S. Mill, tan probo y sereno en el análisis de
otros temas, deja que sus afectos y desafectos le obliguen a
escribir para la Ideología. La inmensa mayoría de
los historiadores, sociólogos, estudiosos de las ciencias
sociales en general, han coincidido en afirmar que la
acumulación originaria del capital se logró sobre
los adelantos que algunos comerciantes daban a los agricultores
para comprarles sus cosechas a precios realmente ínfimos,
comparados con los que ellos cobraban después.
También coinciden en el uso de la misma estrategia con
relación a los artesanos y los bienes terminados que
éstos producían. Saben también que al final,
las fábricas los reúne a todos ellos y se inicia la
era de la industria
fabril, que se diferencia de la época pre industrial en el
hecho de que en esta última el capitalista le compraba al
artesano el producto terminado, mientras que en la era de la
fábrica el capitalista sólo alquila la fuerza de
trabajo del obrero, aumentando así el grado de
explotación a niveles nunca imaginados. Pretender olvidar
estos hechos históricos, con el propósito de
proclamar que el capitalista reúne su dinero
ahorrándose en los almuerzos, es una muestra de que los
afectos y desafectos personales deforman la percepción del
teórico en niveles muy preocupantes.

El método
axiomático-deductivo

No creo que haya alguien que se oponga a este
método como uno de los que coadyuvan al conocimiento de
las condiciones reales de existencia. El método,
sistemáticamente utilizado por la Escuela Austriaca antes
que cualquier otro, es válido y congruente con las
características del Ser para aprehender la
realidad. En realidad, el método
axiomático-deductivo es una gran conquista del pensamiento
en sus esfuerzos por conocer la realidad objetiva donde se
desarrolla el destino de la humanidad.

A pesar de ello, tiene tres desventajas muy
nítidas. La primera, pretende ser el único
método para el conocimiento de la verdad, algo que es
falso desde cualquier punto crítico que se lo observe. Al
igual que los otros, el método axiomático es uno
más en la tarea de llegar a conocer los procesos reales y
las relaciones del Ser con todos los demás. La
segunda, intenta convencernos de que las condiciones a priori son
independientes de tiempo-espacio y, de que, por lo tanto, son
válidas para todo lugar y toda fecha del calendario
mundial. Esto se nota, especialmente en los postulados de von
Mises referidos a la Acción Humana, obra en la que el ser
humano tendría una naturaleza inmutable en todas las eras
y en todos los puntos geográficos del mundo, desde su
aparición como homo erectus hasta la desaparición
de la especie misma. Generalizar de ese modo lo que es
históricamente determinado y culturalmente modelado es un
error que ahora pagan, con hambre creciente y miseria genocida,
cientos de miles de grupos humanos desparramados en el mapa de
la pobreza,
por la audacia de pretender englobarlos a todos en un mismo
costal, sin distinción de la evolución
histórica y cultural de cada uno. La tercera, el
individualismo metodológico que propician es un intento
vano de conocer las relaciones verdaderas entre los seres
humanos, debido a que se quiere analizarlo en el marco de un
supuesto "libre albedrío". Éste, es, en mi
opinión, un error por demás garrafal, debido a que
el comportamiento del individuo está grandemente influido
por el momento histórico en que vive y por la cultura donde
se ha criado. Este razonamiento nos muestra que si bien a la
ciencia económica no le es posible determinar el
comportamiento de cada individuo, sí puede hacerlo a
través de las tendencias de los grupos humanos.

Si se tiene un globo inflado con aire, la ley
física
dirá que si la capacidad del globo es rebasada por la
introducción de aire más allá de esa
capacidad, el globo reventará. Esa es una clase de ley que
puede y debe ser transferida a la Economía, pues habla de
cosas que sucederán para el conjunto de todas las
moléculas alojadas en el globo, las que, debido a la
explosión resultante, tendrán que ser expulsadas.
Pero lo que el Individualismo Metodológico pretende es
controlar la trayectoria individual de cada una de las
moléculas de aire en el momento en que fueron expulsadas y
analizar su comportamiento durante esa trayectoria hasta ver los
resultados de cada uno de ellos, una vez que los efectos
impulsores de la explosión cesan. Es para analizar estos
supuestos movimientos de cada molécula que establecen, en
la mayoría de los casos, los axiomas, las deducciones y
las hipótesis, algo
que repugna intrínsecamente. De ahí la falsedad de
las predicciones y, por supuesto, la imposibilidad de verificar
las premisas y, como vimos en muchos casos, los resultados de
esas predicciones. En mi opinión, la ciencia
económica debe preocuparse de conocer las leyes por las
que el globo reventará y prever los resultados sociales,
políticos, culturales y económicos de ese
fenómeno. Para ello, no necesita averiguar la trayectoria
de cada individuo, sino la del conjunto del grupo humano
que se analiza en cada caso. Sólo entonces se puede
establecer los axiomas necesarios y adelantar en la tarea del
pronóstico.

Tomemos otro ejemplo. Supongamos que asistimos a una
gran fiesta pública en la qua bailan miles de personas.
Cada una bailará a su modo y hará los movimientos
que le parezcan más expresivos, acorde con su personalidad.
Sin embargo, una vista panorámica nos mostrará que
los miles de bailarines se moverán al ritmo de la música que las
orquestas tocan. Es posible que el sicólogo esté
interesado en averiguar las razones para que un individuo
determinado se mueve como se mueve, e incluso, del por qué
no sigue el ritmo general, pero la Economía no puede
detenerse en los comportamientos psicológicos de cada
individuo; al contrario, tomará en cuenta las costumbres,
tradiciones, valores que rigen para el grupo danzante.

Por último, debo afirmar que la selección
de los axiomas no es un producto puro, extraído
exclusivamente de la razón. Al contrario, surge de la
experiencia pasada del grupo al que se analiza, experiencia que
queda registrada en lo que Jung llamaría la Memoria
Colectiva.
Yo soy un partidario entusiasta de la Memoria
Colectiva
, entusiasmo que comparten conmigo muchos de los
empresarios de las grandes corporaciones que han registrado sus
respectivas Curvas de Aprendizaje para comparar los costos
de un periodo a otro en la evolución de sus respectivas
empresas. La
descripción de los experimentos
realizados van más allá de la extensión de
este artículo, pero de ellos hablaremos en La
Acción Recíproca
. Lo que sí quiero dejar
establecido es que los axiomas no son enteramente racionales;
más bien son verdaderamente intuitivos, tal como las
categorías sensibles de Kant. Esto me da
pie para reiterar uno de los rasgos más específicos
de mi teoría del
conocimiento: por las razones anotadas en los primeros
capítulos de este artículo, la Razón, por
sí sola, es insuficiente para conocer el mundo objetivo,
para aprehender la "esencia" de las cosas, por lo que debe
contentarse con percibir el fenómeno, tal como lo postula
Kant, algo que logra con cierto nivel de adecuación debido
a que el acto cognoscitivo está siempre realizado por la
dupla Razón-Intuición, aunque los "racionalistas" a
ultranza nieguen la
contaminación intuitiva en la percepción de la
objetividad. En síntesis, escoger un axioma es apelar a la
Razón-Intuición, la dupla que es el verdadero
instrumento cognotivo.

Crítica al materialismo
dialéctico

En el capítulo respectivo ya me referí al
Materialismo Dialéctico, ofreciendo un ejemplo de mi
percepción acerca de ese proceso. En esta ocasión
voy referirme a su incongruencia lógica-dialéctica cuando rechaza de
plano el método axiomático-deductivo.

El Materialismo Dialéctico insiste,
doctrinalmente, que sólo y solo la práctica
histórica es la autoridad para
avalar la verdad de algo. Consecuentes con estas premisas, los
marxistas desechan los métodos
axiomático-deductivos, aunque también aclaran que
saben distinguir entre una generalización empírica
y la ley teórica, lo que queda claro en "La
Ideología Alemana" (Marx y Engels) La primera
declaración que debo hacer en este punto es que si la
Razón-Intuición no tuviera la capacidad de
establecer categorías a priori o axiomas "evidentes por
sí mismos" el conocimiento de las condiciones del mundo
sería siempre un conocimiento a posteriori, después
de que todo ha sucedido, sin que el hombre haya tenido la
facultad de prever lo que habrá de suceder en el futuro,
dadas ciertas condiciones históricas, sociales,
políticas y culturales. El ser humano no podría
hacer ningún pronóstico sobre nada, puesto que no
estaría avalado por "la práctica histórica".
Así, la Revolución
Francesa no podía haber sido prevista, por que no
había "una práctica histórica" que la
avalara en la realidad, antes de que sucediera. Lo mismo con la
Revolución
Rusa de Octubre. Nada podría ser previsto, debido a
que nada podría avalarlo a priori, por lo tanto el ser
humano tendría que contentarse con saber de dónde
viene pero nunca a dónde va.

El "Che" Guevara, por ejemplo, habla del Hombre Nuevo
en el socialismo cubano. Lo identifica como trabajador, honesto,
de conciencia
desarrollada, desinteresado, solidario, ajeno al
consumismo,… es decir, tomando nuestro ejemplo sobre la
abstracción que dimos al comienzo de este artículo,
el Che reúne cualidades abstractas que están
desparramadas en diferentes hombres y las reúne en una
sola entidad: el Hombre Nuevo. Pero sucede que ese Hombre Nuevo
no existía cuando el Che lo configuraba, como tampoco
existe ahora y por lo tanto, no había la práctica
histórica que avalara la realidad de su concepción.
Pero esto no impidió que el Che, uno de los seguidores
más consecuentes del Marxismo tradicional, modelara su
Hombre Nuevo de acuerdo con las exigencias que él
creía formaban parte del socialismo cubano.

En suma: la práctica histórica no puede
ser el único verificador de la verdad de un concepto
teórico. Necesariamente debe ir acompañada del
método axiomático-deductivo.

Otro rasgo del proceso cognitivo que
proclama el Materialismo Dialéctico y que convoca mi
interés, es el papel casi inexistente que le da al
individuo en los grandes procesos y cambios históricos.
Bajo el principio de que "las masas hacen la historia", los
marxistas olvidan los aportes individuales de los líderes
de esos movimientos de masa. ¿Qué habría
pasado si uno de los generales de Napoleón no se hubiera perdido en una
operación de exterminio de una buena parte del
ejército inglés
y hubiera venido en auxilio de Corso para terminar con el
ejército enemigo en Waterloo? ¿Sería el
mundo de hoy el mismo que habría sido si Napoleón
hubiera resultado triunfador en esa batalla? En el mismo rumbo de
cosas ¿Qué sendas habría tomado la
Revolución Francesa si Napoleón no hubiera
restaurado la monarquía, coronándose emperador?
¿Qué habría pasado con la Revolución
Industrial si Torricelli, Denis Papin, Thomas Newcomen y
James Watts no hubieran descubierto la máquina a vapor en
el momento en que la descubrieron? ¿Si George Stephenson
no hubiese inventado el ferrocarril cuando lo inventó?
¿si Claude Francoise, John Finch y Robert Fulton no
hubieran inventado el barco a vapor, cuando lo hcieron? ¿Y
si Thomas Alva Edinson y Westinghose no hubieran inventado el
control de la
energía
eléctrica y las maneras de producirlo, cuando lo
hicieron?….. Todas estas preguntas apuntan a un solo fin: hacer
notar la interrelación entre el individuo y el grupo
social.

Por supuesto que apoyo la afirmación de que la
sociedad es más que la suma de los individuos que la
componen y que también es anterior y posterior a
cualquiera de ellos y que el individuo aislado no existe; pero
también es cierto que las masas no harían nada si
no fuera por la acción de los líderes
políticos, académicos, los hombres de
teoría, los intelectuales
en general.

La verdad es que hay mucho que decir sobre estos y otros
temas, y los traigo a colación con el propósito de
dar una muestra de que la ideología de contrarios nos
lleva siempre a dicotomías forzadas, en las que cada uno
de los elementos no puede, por si solo, lograr una
representación más o menos adecuada de los
fenómenos objetivos.

Un aporte epistemológico

De acuerdo con mi Filosofía propia: La
Dialéctica de Complementos
, hay muchas
dicotomías en el campo de la epistemología, como en
todos los demás relativos al conocimiento, que pueden ser
mejor utilizados si en vez de rechazarse mutuamente, se
complementan en un solo cuerpo cognitivo. Desde este punto de
vista, postulo que la integración de lo
axiomático-deductivo con el proceso de conocimiento que
lleva de lo concreto sensible a lo concreto ideal a través
de la abstracción, se habrá de constituir en una
manera mucho más efectiva de lograr el conocimiento de los
fenómenos y de las leyes que rigen su existencia y proceso
evolutivo. Afirmo que el individuo aislado no es una unidad de
análisis para conocer la interacción social de los seres, por lo que
rechazo el Individualismo Metodológico y remplazo al
individuo con el grupo social como esa unidad de análisis
y que bajo el denominativo del Ser social, expresa la
interacción entre los diferentes grupos y la
interacción interna en cada grupo, de acuerdo a la
relación parte-todo en vez de sujeto-objeto. Al observar
la cotidianidad de los sujetos que viven en los países
desarrollados, nos asalta la certeza de que el individualismo ha
hecho de ellos seres que viven sólo con la idea de tener
más que el otro; que la competencia empresarial se refleja
ya en las relaciones
humanas, en las que los individuos compiten para tener
más y, al hacerlo, los ganadores adoptan niveles de
consumo que traspasan los límites de
las necesidades humanas, rasgo característico del
fenómeno del consumismo, que en su afán de tener
más y más, ha hecho que la sociedades de
capitalismo maduro empiecen a devorarse el planeta, por que la
tasa de explotación del medio ambiente está
superando la tasa de reposición. En esta competencia por
lograr más y más bienes materiales, el
individuo occidental ha sido atrapado en una soledad existencial
que no es comparable a ninguna otra en la historia misma de la
humanidad y el miedo, un miedo también existencial lo
obliga a asumir actitudes
agresivas con las sociedades que no comparten sus puntos de
vista. El progresivo incremento del armamentismo en esos
países es una prueba de que el miedo colectivo se hace
cada vez más agresivo, en un sistema en el que sólo
puede estar cierto de su propia incertidumbre.

Sostengo que el individuo es importante, en cuanto se
considera parte de un todo, con relación al grupo al que
circunstancialmente pertenece. Extiendo este concepto a las
relaciones intergrupales, en las que cada grupo es parte del Todo
que conforman, es decir, del grupo mayor que los acoge en su
seno.

Declaro que la Razón por sí sola no tiene
la capacidad de conocer el fenómeno en su versión
integral y que el verdadero instrumento cognitivo es la dupla
Razón-Intuición, a la que, intuitivamente recurren
los objetivistas, subjetivistas y materialistas por igual. Pero
declaro también que por razones históricas, la
Intuición aún no ha desarrollado al mismo paso que
la Razón, lo que no permite al ser humano conocer ni
siquiera la interacción de los elementos que conforman la
estructura de un fenómeno. Es necesario aún que
haya una evolución no solamente histórica, sino
también biológica del cerebro del Ser para
que éste pueda aprovechar de sus facultades
racional-intuitivas con gran ventaja sobre el modo en que conoce
ahora.

UNA PROPUESTA SOBRE LA TEORÍA
DEL VALOR

Considero que la teoría del valor ha sido y es a
lo largo de la historia una de las que está más
impregnada de ideología, debido a las consecuencias
teóricas que se extrae de los resultados a los que se
arriben en cada caso. De esta manera, si aceptamos la
teoría de la plusvalía, entonces debemos reconocer
que todo el valor creado debe pertenecer a "su creador", esto es,
al obrero. Si anulamos los debates sobre el valor, entonces
estamos obviando uno de los puntos más importantes de la
historia del pensamiento humano, reflejando en este caso, un
sesgo ideológico a favor del empresario. Dado el
carácter ideológico del debata, aclaro otra vez que
yo vengo con mi ideología propia (El Socialismo de
Complementos)
para dar mi opinión.

Crítica a la teoría del valor del
Materialismo Dialéctico

David Ricardo

Ricardo tomó la visión de A. Smith para
apoyar la tesis de que el trabajo era el que creaba el valor
calando que debía tomar en cuenta el trabajo presente y el
pasado. El trabajo presente era el trabajo "vivo" que los
trabajadores aplicaban en el proceso productivo, era el esfuerzo
físico y mental que realizaban en ese proceso para
producir bienes. El trabajo pasado era el que estaba "congelado"
en las máquinas,
los equipos y todo el capital producido por el hombre y que
participaba en el proceso productivo. También hizo una
diferencia entre los tipos de trabajo: los trabajos se
diferenciaban entre sí por su calidad y el uso
que se hacía de ellos en determinada rama
productiva

Carlos Marx

Marx apoyó la idea en principio, pero
expresó su desacuerdo en introducir el trabajo pasado en
la creación de valor que se obtenía en el proceso
de producción. Dijo que el trabajo de las máquinas
no era sino trabajo "congelado" y que lo único que
hacían era transmitir el valor que ya tenían al
bien producido, pero que no creaban nuevo valor. Marx afirmaba
que sólo la "fuerza de trabajo" del obrero vivo y en
acción productiva era el único que creaba valor; el
capital sólo transmitía un valor ya creado. El
aporte de Marx al respecto se basa en el hecho de que, para
obviar las diferentes calidades de trabajo que participaban en la
producción era preciso reducirlos a un común
denominador. Para eso, concibió una clase de trabajo
simple de tal manera que podía servir para medir todos los
bienes como unidad de cuenta. Cada bien tenía una cantidad
de trabajo simple que resultaba más o menos del promedio
de tiempo que existía para producir bienes similares en la
industria al que ese bien pertenecía. A esto es que
denominó: tiempo de trabajo socialmente necesario. De esta
forma, si un bien tenía 8 horas de trabajo socialmente
necesario y otro bien tenía 4 horas, una unidad del
primero debía cambiarse por dos unidades del segundo. De
acuerdo con esa teoría, una computadora
que contiene 50 horas de trabajo vale 50 veces lo que vale un
ábaco
cuya producción requirió sólo una hora de
trabajo. Por supuesto que esto implica que 50 ábacos
equivaldrán a una computadora.

En síntesis: la idea de que sólo la fuerza
de trabajo vivo del obrero en el proceso de producción y
el tiempo de trabajo socialmente necesario, son los dos aportes
de Marx sobre este punto

Mi percepción

Para exponer este punto, debo recurrir a un extracto de
uno de los apéndices de mi libro "Introducción a la
Microeconomía" (aún no publicado)
Por supuesto que el texto que
citaré no va en el cuerpo principal de la obra mencionada,
sino como parte de un apéndice que se relaciona con otras
percepciones sobre el particular.

Discrepo con Marx en ambos aspectos de su teoría.
Primero, porque Marx, al afirmar que una máquina que
contiene 500 horas de trabajo congelado sólo puede
transmitir 500 horas sin crear valor nuevo, va en contra del
principio de interacción de los fenómenos. En
efecto, las 500 horas de trabajo reunidas en una sola
máquina adquiere una calidad que la suma de las 500 horas,
una tras otra, no logra. Por ejemplo, si tomamos un
ciclotrón, una máquina para acelerar electrones y
que, v.g equivale a diez mil horas de trabajo, esa máquina
no podrá ser sustituida ni con una cantidad infinita de
trabajo "vivo". La calidad que ha adquirido trasciende la simple
suma de las horas de trabajo que se invirtieron para producirla y
no tendrá otro sustituto para hacer la misma tarea. Lo
mismo podemos decir de las computadoras
con relación a los ábacos. Por lo tanto, la
máquina, que tiene un valor de trabajo congelado no
sólo transmite ese valor al bien que se produce, sino que
transmite una cualidad que ha adquirido con la interacción
de toda el trabajo acumulado en ellas, que la simple suma de
horas no tiene. En este sentido, la máquina es la
concreción de trabajo pasado, el que transmite nuevo valor
aparte del que tiene como simple suma de horas de trabajo
socialmente necesarias. Por ellos es que expreso mi acuerdo con
la teoría ricardiana del trabajo presente y del actual
como creadores de valor y rechazo la de Marx.

En este curso de acción, la pregunta surge de
inmediato: si la maquinaria, el equipo…. que participan en
el proceso productivo es sólo trabajo, ¿qué
papel juega el capitalista en la economía? La respuesta es
muy simple: el capitalista es dueño de los medios de
producción, es decir, es dueño de trabajo pasado y
alquila trabajo presente. Es con estas dos clases de trabajo,
más la naturaleza que lleva adelante el proceso de
realizar bienes y servicios.
Pero, una vez que el capitalista desaparezca cuando el
capitalismo haya llegado a su fin, tal como lo previeron Smith,
Ricardo y Marx, los medios de producción que no son otra
cosa que el trabajo pasado, ya no serán de propiedad
privada. En ese entonces se verá con gran claridad que el
proceso productivo deviene solamente de dos factores de
producción: el trabajo (presente y pasado) y la
naturaleza. Es decir: se verá que en la realidad es el
dueto hombre-naturaleza, el que crea la riqueza, tal como fue al
comienzo de la historia, cuando el ser humano apareció por
primera vez en el mundo. Todo esto, por supuesto, en un nivel
mucho más alto de bienestar, de conocimiento y del rescate
de la empatía del Ser con la naturaleza: de la
parte con el Todo. El trabajo pasado será el conjunto de
las maquinarias, equipos, infraestructura, edificios… y el
trabajo presente será fuerza de trabajo y conocimiento, y
el Ser vivirá en un delicado equilibrio con la naturaleza,
su principal aliada en la producción de bienes y
servicios. El problema de la creación de valor no
tendrá sentido, porque no habrá
contradicción antagónica entre los factores de
producción.

Otro punto de discrepancia entre mi percepción y
la marxista: Marx dice que el valor es inherente sólo a
las mercancías materiales creadas en el proceso
productivo, los servicios quedan excluidos. Como podemos ver,
este es un intento de forzar la realidad a la teoría de
una manera que sólo la extrema fidelidad a la
Ideología puede aceptar. Anular los servicios como no
contenedores de valor, simplemente porque no son "materia
concreta" es algo que, en nuestro tiempo, cuando los servicios
adoptan una importancia progresiva en la vida diaria de los
consumidores, es algo que no tiene sentido.

Crítica a la concepción de la utilidad
como valor

Aunque no pretenderé demostrarlo aquí,
considero que la anulación del valor y su
sustitución por la utilidad es, al igual que la marxista,
una percepción altamente influida por la ideología.
No es una coincidencia que, por lo general, los trabajadores
defiendan la teoría del valor del tipo marxista y los
empresarios salgan por los fueros de la teoría del valor
como utilidad.

Para empezar, debo decir que la afirmación de que
la utilidad es una "relación" entre una necesidad
individual y el bien escaso de que se trate, es una manera de
proclamar que los bienes tienen capacidad de mantener relaciones
con el hombre; es decir, es proponer una teoría animista
del mundo. Esto es algo a lo que yo no me opongo, por principio.
Al respecto, me gustaría citar una de las frases
más célebres de Marx sobre el particular: "la
naturaleza se conoce a sí misma a través del
hombre". Traigo la cita a colación para mostrar que no es
un místico ni un contemplador de lo "sobrenatural" el que
hace esta afirmación, sino el principal fundador del
Materialismo Científico en persona. Por mi parte, en mi
filosofía La Dialéctica de Complementos,
incluyo percepciones andinas y también de otros grupos
humanos que no figuran en los registros de los
académicos tradicionales. Entre las percepciones citadas
se inscribe el principio de que hay un proceso de relaciones
entre el hombre y la naturaleza, algo que los racionalistas
académicos de la escuela subjetivista del valor, no
aceptarían, pero sí aceptan que haya relaciones
entre el hombre y una mercancía par explicar su
versión de la utilidad. Esto es bastante
extraño.

La declaración subjetivista dice
también que lo que se intercambia en el mercado son
utilidades, desde el punto de vista de la valoración que
los sujetos dan a las utilidades marginales de lo que
intercambian. Esta es una visión también
extraña, especialmente en la actual época del
capitalismo maduro. Concedamos que en la era del trueque directo,
los sujetos intercambian utilidades marginales entre sí,
al intercambiar directamentelos productos de sus trabajos. Pero,
en la actualidad vemos que el consumidor individual se enfrenta
con toda una red de
inmensas corporaciones que producen bienes y servicios a nivel
mundial, lo que nos previene contra la idea espúrea de que
Un Billy Gates, por ejemplo, al vender los millones de unidades
de los programas de software que crea, lo
haría pensando que está cambiando utilidades
marginales con el consumidor, algo que no es posible
aceptar.

Yo declaro que la versión marxista
del valor trabajo es incompleta, como también es
incompleta la versión del valor como utilidad y, fiel a mi
principio de complementariedad, postulo que el trabajo concreto
que crea valores de uso, adquiere el rango de valor cuando es
vendido en el mercado por que la demanda lo acepta, es decir, por
que ese bien o servicio es útil y escaso. En
síntesis: el trabajo concreto, la utilidad y la escasez,
son los componentes del valor de un bien o servicio, mientras que
la oferta y la demanda de ese bien en el mercado son los
determinantes del mismo, cuando ese valor se convierte en
Precio.

Finalmente, estoy consciente de que mis percepciones
puedan ser tildadas de "eclécticas", en el peor sentido de
la palabra, ignorando la síntesis interactiva con que
pretendo lograr la complementariedad de los opuestos, pero creo
que la gama de posibilidades que abren las percepciones deben ser
enfocadas desde distintos ángulos aprehensión, a
medida que el ser humano se beneficia con el pensamiento
acumulado, como "trabajo intelectual", en el cosmos de la
Conciencia y de la Memoria
Colectivas.

BIBLIOGRAFÍA

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    Poética de Antonio Machado" Selección y Estudio:
    Luis García-Camino Editorial Santillana
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    Markovich Schtraks publicado 1965
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  21. (J. Schumpeter History of Economic Analysis) (New
    York, Oxford Universtiy Press) Ingrid Hahne Rima: Desarrollo
    del Análisis Económico

 

Autor

DATOS COMPLEMENTARIOS

Profesión

Master of Siences, Economics

(Washington University, The University of
Oregon)

Estudios de Postmasterado

Desarrollo Económico y Social

Instituto de Estudios Internacionales
Ginebra-Suiza

Nacionalidad

Boliviana, La Paz, 29 enero 1943

Últimos cargos
desempeñados

Catedrático de Economía (Universidad
Católica de Bolivia, 2005-
)

Cónsul de Bolivia en Madrid
(2004-2005)

Consejero para Asuntos Económicos y Comerciales
de la Embajada de Bolivia en España
(2003)

Director de Posgrado (Universidad Nuestra Señora
de La Paz, 2000-2002)

Principales Obras publicadas

Introducción a la Microeconomía

(Texto para la Universidad Católica
Boliviana)

Bases Teóricas del Socialismo de
Complementos

(Ideología)

La Orquídea Negra

(Poemas
Líricos)

La Puerta del Cerro (Épica de una
Raza)

(Poemas épicos)

"Cuando el Illimani se fue"

(Relatos)

"Le Rompieron el Alma a la
Palabra"

(Poemas)

"El Independiente"

(Relatos)

"Un Triángulo Expresionista"

(Ensayo)

"Interprosa"

(Poemas)

"Tarijeños También)

(Relatos)

"La Flor de los Cardos"

(Novela)

"El Ser Poético"

(Ensayo en Teoría Literaria)

Columnas de Opinión en periódicos
bolivianos

Actual Columnista del Semanario "La
Época"

Actual Columnista del periódico
"El País"

Artículos culturales en "Presencia"

Ex Columnista de "La Prensa"

Libros terminados para publicar

"Diálogos en la Morgue"

Novela

"Épica del Ser Poético"

(Resumen de historia del
arte en verso)

"El Cosmos de Borges"

Cinco Ensayos sobre
la obra de Borges

Semblantes Literarios

(Tres Ensayos sobre Brecht, Vallejo y
Bécquer)

Ensayos Literarios

(Crítica
Literaria)

Libros en preparación

La Acción Recíproca

(Réplica a "La Acción Humana" de Ludwig
von Mises

Introducción a la Lógica Formal

(Texto para la Universidad Católica
Boliviana)

 

Mario Blacutt Mendoza

 

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