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Aparato Reproductor Masculino y Femenino (página 2)



Partes: 1, 2, 3

 

Generalidades del Aparato
Reproductor Femenino

Los órganos reproductores femeninos comprenden
los órganos genitales femeninos y las glándulas
mamarias Los órganos sexuales se clasifican en internos y
externos. Los órganos sexuales internos, o genitales
internos, están compuestos por los ovarios, las trompas
uterinas, el útero y la vagina. Los órganos
sexuales externos, o genitales externos, comprenden el monte de
Venus, los labios menores, los labios mayores y el
clítoris.

Aunque no son considerados genitales, las
glándulas mamarias son órganos accesorios
importantes del aparato
reproductor femenino. Durante los primeros diez u once
años de vida, los órganos reproductores permanecen
inmaduros y su crecimiento es paralelo al del resto del cuerpo.
En los dos o tres años anteriores a la aparición de
la primera menstruación crecen los senos, se agrandan y
aparece el vello axilar y pubiano.

En la pubertad los
órganos reproductores crecen y se desarrollan hasta el
estadio sexual maduro, produciéndose la ovulación y
el primer sangrado menstrual. De este modo la mujer pasa a
la edad reproductora o fértil, caracterizada por la
presencia de ciclos menstruales. Estos finalizan a los 50
años aproximadamente con la menopausia. El período
que rodea la menopausia se denomina climaterio general- mente
dura varios años. Luego de la menopausia se produce una
lenta atrofia de los órganos sexuales.

Fig. Aparato Reproductor femenino

La
Ovogénesis

La ovogénesis es el proceso de
formación y diferenciación de los gametos femeninos
u óvulos en los animales,
incluido el hombre. La
ovogénesis, al igual que la espermatogénesis, se
basa en el proceso de la meiosis, que
produce, mediante dos divisiones sucesivas, cuatro células
con un genotipo recombinado y la mitad de ADN.

En los seres humanos, y en otros mamíferos es más o menos semejante,
las células germinales diploides generadas por mitosis,
llamadas ovogonias, se localizan en los folículos del
ovario, crecen y sufren una diferenciación para
transformarse en ovocitos primarios, donde se pone en marcha la
primera división meiótica, dando origen una
célula
voluminosa u ovocito secundario que contiene la mayor parte del
citoplasma original y otra célula pequeña o primer
cuerpo polar.

Estas dos células efectúan la segunda
división meiótica; del ovocito secundario se forman
otras dos células: una grande, que contiene la mayor parte
del citoplasma original, y otra pequeña o segundo cuerpo
polar. Los cuerpos polares se desintegran rápidamente,
mientras que la otra célula se desarrolla para convertirse
en un Óvulo maduro, haploide.

En los seres humanos el feto femenino
empieza a formar ovogonias, pero se detiene el proceso de meiosis
en la etapa de ovocito primario, específicamente en
profase I, conocido como período de diploteno. Este
período se mantiene suspendido hasta que, a partir de la
pubertad y por efectos hormonales, se desprende un ovocito en
cada ciclo
menstrual, se concluye entonces la primera división
meiótica y se inicia la segunda. Ésta a su vez se
interrumpe, y no se completa hasta la fecundación, si es que ésta
ocurre.

Pero para que ocurra la meiosis II, en este caso para
que se formen los 3 polocitos y el ovocito secundario tiene que
ocurrir la fecundación, cuando llega el espermatozoide,
ocurre la ovulación, detenida en la metafase
II.

Los Ovarios

Los ovarios son cuerpos ovalados pares, que se
sitúan uno a cada lado del útero, lugar en el que
se hallan suspendidos del ligamento ancho por un metro, el
mesovario. Un repliegue de peritoneo va desde el polo superior
del órgano a la pared posterior del abdomen constituyendo
el ligamento suspensorio del ovario. Contiene los vasos
sanguíneos y nervios ováricos. El ligamento
ovárico propiamente dicho es un corto ligamento
fibromuscular que se extiende desde el polo inferior del ovario a
la cara lateral del útero, por debajo de la unión
con las trompas. Los ovarios son homólogos a los testículos
y como éstos son órganos compuestos exocrinos y
endocrinos. La secreción exocrina está representada
por células completa los óvulo por lo que puede
considerarse al ovario como una glándula holocrina o
citogénica. También segrega, cíclicamente,
hormonas
sexuales femeninas directamente al torrente sanguíneo
siendo, por ello una glándula endocrina.

Estructura

Cada ovario se encuentra recubierto por un mesotelio
contínuo con el del mes ovario. Cuando esta membrana se
extiende por encima de la superficie ovárica, las
células planas se hacen cúbicas formando el
epitelio superficial del ovario. Los cortes del órgano
muestran una corteza externa y una médula interna mal
delimitadas. El estroma cortical consta de una trama compacta de
finas fibras colágenas y numerosas células con
prolongaciones. Las fibras elásticas son raras o faltan en
la corteza, excepto en relación a las paredes vasculares.
En la periferia de la corteza, inmediatamente por debajo del
epitelio superficial el tejido conectivo es menos celular y
más compacto, formando una capa fibrosa densa llamada
túnica albugínea.

Dispersos por el tejido cortical se encuentran los
folículos ováricos, cuyo tamaño varía
según la etapa de desarrollo. El
estroma de la médula consta de un tejido conectivo laxo
menos celular que el de la corteza y que contiene muchas fibras
elásticas y algunas células musculares diseminadas.
Numerosos vasos sanguíneos linfáticos y nervios
grandes y tortuosos también pueden observarse en la
médula.

Folículos ováricos

Los folículos se localizan en la corteza
ovárica, por debajo de la túnica albugínea,
y constan de un óvulo inmaduro cubierto por una o
más capas de células epiteliales. En el momento de
nacer, el ovario humano contiene unos 300.000 a 400.000
óvulos embebidos en el estroma cortical, pero pocos de
ellos alcanzan la madurez y son ovulados. Durante el ciclo
menstrual, diversos folículos comienzan a crecer y se
desarrollan, pero sólo uno alcanza un grado completo de
madurez; el resto degenera. El tamaño del folículo
y el grosor de la envoltura epitelial sufren una serie de
cambios, pudiéndose distinguir folículos
primordiales, primarios, secundarios, maduros (o de De
Graaf).

Folículos primordiales

En el ovario maduro, los folículos se presentan
en distintos grados de desarrollo. La mayoría,
especialmente en las hembras jóvenes, son folículos
primordiales o unilaminares, presentes en la periferia de la
corteza, justo por debajo de la túnica albugínea.
Estos folículos constan de un importante óvulo
inmaduro rodeado por una capa de células foliculares
aplanadas que descansan sobre una membrana basal. En esta etapa
el óvulo es un ovocito primario, en diplotene de la
profase miótica. El ovocito primario es una célula
grande situada en el centro del folículo primordial y
contiene un gran núcleo vesicular con un nucléolo
permanente. El aparato de Golgi está bien desarrollado, y
las mitocondrias, esféricas, tienden a concentrarse en la
región del centrosoma. Cuando el folículo
primordial pasa a folículo primario, se producen cambios
en el óvulo, las células foliculares y en el
adyacente estroma cortical de tejido conectivo.

Folículos primarios

Durante el crecimiento de los folículos primarios
el ovocito aumenta su tamaño, y el complejo de Golgi, el
organelo único cercano al núcleo, pasa a ser una
estructura
múltiple diseminada por todo el citoplasma del ovocito. El
número de ribosomas libres aumenta, las mitocondrias se
dispersan, y el retículo endoplásmico rugoso,
aunque no muy prominente, se amplía. Algunas gotitas de
lípido y pigmento lipocromo aparecen en el citoplasma y se
acumulan gránulos más pequeños y menos
numerosos que en especies no primates. Cuando el ovocito crece se
desarrolla entre éste y las células foliculares
adyacentes una membrana refractil, clara, glicoproteica
denominada la zona pelúcida. El origen de esta membrana
suele atribuirse a las células foliculares, pero el
ovocito puede contribuir en su formación. Procesos
microvellosos se extienden desde el ovocito al interior de la
zona pelúcida.

Corrientemente con el crecimiento del óvulo, las
células foliculares planas de los folículos
primordiales toman forma cúbica o cilíndrica y
proliferan formando varias capas de células, llamadas
células granulosas, que forman un epitelio estratificado
conocido como estrato granuloso. Los ribosomas libres,
mitocondrias y retículo endoplásmico de las
células granulosas se hacen más abundantes y el
complejo de Golgi resulta más notorio. Extensiones
citoplasmáticas planas y delgadas salen de las
células granulosas y penetran en la zona pelúcida
contactando allí con las prolongacines del ovocito. No
existe continuidad citoplasmática entre el ovocito y las
células del estrato granuloso, pero las prolongaciones de
éstas últimas pueden penetrar al interior del
citoplasma del ovocito.

Mientras en el ovocito y en las células
foliculares ocurren estos cambios, el estroma adyacente se va
organizando en una capa, la teca folicular, que rodea el
folículo primario en crecimiento. La teca folicular
está separada del estrato granuloso por una membrana basal
definida. Las células del folículo se diferencian
en una capa secretora interna, la teca interna, y una capa
externa fibrosa, la teca externa. Sin embargo, el límite
entre ambas es poco neto. La teca externa se interna
imperceptiblemente en el estroma circundante. Muchos vasos
sanguíneos pequeños penetran en la teca externa
dando una rica red vascular a la teca
interna: El estrato granuloso permanece avascular hasta pasada la
ovulación.

Folículos secundarios

Cuando las células foliculares continúan
proliferando, el folículo en crecimiento toma forma
ovoidea y gradualmente va profundizando en la corteza. Cuando el
estrato granuloso presenta un espesor de 8 a 12 capas, aparecen
pequeños espacios irregulares, llenos de líquidos,
entre las células granulosas.

El líquido folicular, aumenta y los espacios
forman al fusionarse una sola cavidad denominada antro folicular.
El folículo es ahora un folículo antral o
secundario. En esta etapa, el ovocito ha alcanzado su
tamaño definitivo y no sufrirá crecimiento
adicional. El folículo, no obstante, continúa
creciendo, debido en parte al acúmulo continuado de
líquido folicular. El óvulo va a ocupar ahora una
posición excéntrica en el folículo, rodeado
por una masa de células granulosas que se proyectan en el
antro lleno de líquido formándose cumulus oophoras.
Las células granulosas que rodean el ovocito forman la
corona radiada y se fijan a la zona pelúcida por
prolongaciones citoplasmáticas.

Folículos maduros ( De Graal)

En la mujer los
folículos necesitan de 10 a 14 días para alcanzar
la etapa de folículo maduro o de De Graaf. Cuando tiene su
tamaño máximo, el folículo ocupa el espesor
de la corteza y forma protuberancias en la superficie del ovario.
Entre las células granulosas de cúmulos oophoras,
aparecen espacios llenos de líquido, y la unión
entre el óvulo y el estrato granuloso se debilita. La teca
folicular ha alcanzado gran desarrollo y las células de la
teca interna asumen las características citológicas
de una glándula endocrina secretora de esteroides y
elabora estrógenos. Justo antes de la ovulación, el
ovocito completa su primera división meiótica y
suelta el primer corpúsculo polar. Así en la
ovulación se libera un ovocito secundario.

La ruptura del folículo maduro y la
liberación del óvulo constituye la
ovulación, que normalmente ocurre en la mitad del
período menstrual. Justo antes de la ovulación, se
produce una mayor expansión del folículo debido a
un aumento de secreción de líquido folicular, y
parece que el contenido del folículo aumenta la presión.
Sin embargo, la medición directa no muestra aumento
de presión en el folículo. La pared de éste
que hace una comba en el ovario se adelgaza y aparece una
pequeña área translúcida, ayascular. Este es
el estigma o mácula pelúcida.

La túnica albugínea se adelgaza hasta
desaparecer y la cubierta epitelial del ovario se hace
discontinua en esta zona. El estigma sobresale en forma de
pequeña vesícula que al romperse libera el ovo cito
con la correspondiente corona radiada y parte del líquido
folicular.

Cuerpo lúteo

Después de la ovulación, el
folículo pasa a ser una glándula endocrina
transitoria, el cuerpo lúteo, el cual elabora tanto
estrógenos como progesterona. Las paredes del
folículo se colapsan y el estrato granuloso se pliega. La
sangre
procedente de los capilares de la teca interna puede dar lugar a
un coágulo situado en el centro del cuerpo lúteo.
Las células granulosas crecen, toman forma
poliédrica y se transforman en células granulosas
luteínicas pálidas. Los lípidos se
acumulan en su citoplasma, y al microscopio
electrónico, se observa un abundante retículo
endoplásmico liso y las mitocondrias presentan crestas
tubulares. Las células de la teca interna también
crecen y toman carácter epiteliode constituyendo las
células teca- les luteínicas. Las células
luteínicas que se originan a partir de la teca interna son
algo más pequeñas que las luteínicas
granulosas.

La membrana basal que separa las células
granulosas de la teca interna se despolimeriza, y los capilares
de esta última invaden el cuerpo lúteo formando una
compleja red vascular que se extiende por todo el cuerpo
lúteo. El tejido conectivo de la teca interna
también penetra en la masa de células
luteíficas formando una delicada red alrededor de ellas.
El cuerpo lúteo segrega tanto estrógenos como
progesterona; la secreción de progesterona aumenta
rápidamente durante el período de
luteinización y se mantiene alta hasta que el cuerpo
lúteo desaparece.

Si el óvulo no es fecundado, el cuerpo
lúteo persiste cerca de 14 días tras los cuales
sufre una involución. Las células disminuyen de
tamaño, acumulan gran cantidad de lípidos y
degeneran. Entre las células luteínicas se
acumulada material hialino, el tejido- conectivo se hace
picnótico y el cuerpo lúteo va siendo gradualmente
reemplazado por una masa blanca irregular, el cuerpo albicans. En
los meses siguientes el cuerpo albicans también
desaparece.

Si el óvulo es fertilizado, el cuerpo
lúteo crece y permanece durante los primeros seis meses de
embarazo,
comenzando luego a desaparecer. La involución del cuerpo
lúteo se acelera, dando lugar a la formación del
cuerpo albicans.

Atresia folicular

En los primeros momentos de cada ciclo menstrual, un
grupo de
folículos primordiales comienza a crecer, pero sólo
uno de ellos alcanza un desarrollo completo y ovula. Los
restantes sufren un proceso degenerativo denominado atresia, que
puede suceder en cualquiera de las etapas evolutivas del
folículo.

En un folículo primario atrésico el
óvulo se contrae, degenera y sufre una citolisis; las
células foliculares muestran cambios degenerativos
similares y el folículo es rápidamente drenado por
el tejido conectivo del estroma.

En los folículos mayores suceden cambios
degenerativos similares, pero la zona pelúcida puede
persistir cierto tiempo
después de la disolución del ovocito y de las
células foliculares. Los macrófagos invaden el
folículo atrésico englobando el material
degenerativo, incluso fragmentos de la zona
pelúcida.

Las células de la teca interna persisten algo
más que las del estrato granuloso, pero también
sufren cambios degenerativos. Las células tecales crecen,
su citoplasma presenta gotas de lípidos y acaban adoptando
características epiteliode que recuerdan a las
células luteínicas. Estas células tecales se
organizan en cordones separados uno de otro por fibras de tejido
conectivo y capilares. La lámina basal existente entre las
células granulosas y la teca interna frecuentemente se ve
engrosada y forma una capa ondulada, hialinizada, conocida como
membrana hialina. Esta estructura es característica de los
folículos atrésicos y permite distinguir un cuerpo
lúteo de un folículo en degeneración. Otras
diferencias son los cambios degenerativos en las células
granulosas y la presencia de fragmento de la zona pelúcida
en el centro del folículo sin ovocito asociado.
Finalmente, los restos del folículo degenerado son
eliminados y aparece una cicatriz en principio semejante a un
pequeño cuerpo albicans, que con el tiempo también
desaparecerá del estroma ovárico.

El ciclo ovárico

La maduración de los folículos
ováricos, sus funciones
endocrinas y el fenómeno de la ovulación son
regulados por las hormonas folículo-estimulante (FSH) y
luteinizante (LH). Estas son hormonas gonadotrópicas
elaboradas por la pituitaria anterior. La hormona
folículo-estimulante es responsable de la
maduración de los folículos y estimula la
secreción de estrógenos por las células de
la teca interna folicular. El desarrollo inicial de los
folículos se autorregula y no requiere de la
participación de la FSH, pero la hormona es necesaria para
su maduración. Unida a la FSH, la hormona luteinizante
induce la ruptura del folículo maduro (de De Graaf) y la
ovulación, mientras que ella sola convierte el
folículo maduro en un cuerpo lúteo.

El carácter cíclico de la formación
de los folículos y de la ovulación es el resultado
de una interacción recíproca entre las
gonadotropinas pituitarias y las hormonas
ováricas.

Con el aumento de la producción de estrógenos por la teca
interna, se inhibe la liberación de FSH por la pituitaria
y el nivel de esta hormona cae por debajo del necesario para la
maduración de nuevos folículos. Sin embargo, la
elevación de los niveles de estrógeno
también estimula la liberación de LH por la
pituitaria, lo que induce la ovulación, la
formación del cuerpo lúteo y la secreción
por éste de progesterona y estrógenos. El
incremento de los niveles de progesterona inhibe a su vez la
liberación de LH en la adenohipófisis, por lo que
el cuerpo lúteo no puede ser mantenido.

Con la degeneración del cuerpo lúteo el
nivel de estrógenos cae, la inhibición de la
adenohipófisis cesa y consecuentemente los niveles en
aumento de FSH inician un nuevo ciclo madurativo de
folículos. Las hormonas ováricas no actúan
directamente sobre la adenohipófisis sino que lo hacen a
través del hipotálamo.

Consideraciones Clínicas

El endometrio sufre una serie de modificaciones
histológicas graduales durante el ciclo menstrual, aunque
en la práctica se habla de tres fases: fase proliferativa,
estro génica o folicular, puesto que coincide con el
crecimiento del folículo en el ovario y su
secreción estrogénica; fase secretora,
progestágena o luteínica, puesto que coincide con
la formación del cuerpo lúteo y su presencia en el
ovario, y fase menstrual, que es el período de
eliminación de la capa funcional y hemorragia
endometrial.

el ciclo menstrual dura en promedio 28 días
(21-40 días) y se define como el período entre el
primer día de una menstruación hasta el primer
día de la menstruación siguiente. Generalmente la
ovulación tiene lugar en la mitad del ciclo, es decir
aproximadamente el día 14, y separa la fase proliferativa
de la fase secretora.

Fase proliferativa o folicular. En esta fase la mucosa
crece en espesor de 1 a 3 mm, durante la estimulación
estrogénica del ovario. Las células epiteliales de
los fondos glandulares de la capa basal proliferan activamente y
migran hacia afuera para recubrir la superficie. Se observan
numerosas mitosis tanto en las glándulas como en el
estroma. Al principio las células epiteliales son
cúbicas, pero gradualmente se van haciendo
cilíndricas altas, y mientras se vuelve más gruesa
la mucosa, las glándulas se alargan. Presentan recorrido
recto o algo sinuoso hacia su terminación, y el estroma
circundante parece compacto debido a la gran densidad
celular.

Durante el crecimiento de la mucosa se alargan las
arterias espiraladas cuyo crecimiento también es
estimulado por los estrógenos.

Fase secretora o luteínica. En esta fase el
endometrio crece aún más en espesor, hasta 6-7 mm,
bajo la acción
de la progesterona (y los estrógenos) secretada por el
cuerpo lúteo. En las primeras 24 horas posteriores a la
ovulación el endometrio no presenta variaciones visibles,
pero a fines del día siguiente se observan vacuolas
grandes infranucleares características, ricas en
glucógeno, que empujan el núcleo alejándolo
de la membrana basal (fig. 22-21). Después de unos
días más los núcleos migran nuevamente hacia
la parte basal y el glucógeno se encuentra ahora en la
parte apical del citoplasma. Además, aparece una
secreción luminal acidófila. Gradualmente las
glándulas se hacen muy tortuosas, y finalmente presentan
un aspecto aserrado característico. La luz está
dilatada y el epitelio es cúbico de superficie irregular.
El estroma se vuelve edematoso y sufre mayor
proliferación, lo que en conjunto condiciona el posterior
engrosamiento de la mucosa.

En los últimos días de la fase
luteínica, debido a la súbita detención de
la estimulación estrogenoprogestágena por el cuerpo
lúteo, se producen variaciones de la irrigación en
la capa funcional, que finalmente llevan a la
menstruación. En la mitad de la fase luteínica las
arterias espiraladas son grandes y muy prominentes, pero pocos
días antes de que comience la menstruación empiezan
a contraerse rítmica- mente a intervalos. Esto produce
isquemia periódica de la capa funcional, que se retrae y
se hace más baja.

Fase menstrual. Luego de aproximadamente 24 horas con
períodos definidos de isquemia se produce
destrucción de las paredes de las arterias espiraladas, y
filtra sangre al estroma. Las acumulaciones de sangre pasan
rápidamente a través de la superficie mucosa,
arrastrando parte de ella, tras lo cual la sangre y restos
necróticos de endometrio son eliminados a través de
la vagina, es decir, se inicia la menstruación. Esta se
define como hemorragia del útero con eliminación de
un endometrio preparado para la anidación (lat. nidus
nido; anidación significa la inclusión del
blastocisto en el endometrio). La hemorragia del endometrio no
necesariamente es una menstruación, puesto que en los
ciclos anovulatorios no se produce la ovulación, por lo
que el endometrio permanece en la fase proliferativa hasta la
eliminación.

La hemorragia y eliminación de la capa funcional
continúan, ya que en la mayor parte de las mujeres la
menstruación dura 2-6 días. Aparentemente dicha
capa funcional no se pierde en su totalidad produciéndose
la eliminación del tejido endometrial principalmente en
los primeros días. La pérdida de sangre se
considera en promedio de 30 ml, y representa de la mitad a los
2/3 del producto
menstrual. Las arterias espiraladas permanecen casi
constantemente contraídas espásticamente durante
toda la menstruación, por lo que el sangrado en parte es
de tipo venoso filtrante. La sangre coagula en la luz uterina
momentáneamente pero la fibrina es disuelta por una
fibrinolisima (plasmina), por lo que en última instancia
la sangre menstrual no coagula. Los "coágulos" que se
observan en un sangrado copioso no son tales, sino agregados
eritrocitarios sin contenido de fibrina.

La irrigación sanguínea de la capa basal
por las arterias basales se mantiene sin modificaciones antes y
después de la menstruación, por lo que esa capa no
sufre modificaciones tampoco. Luego de la eliminación de
la capa funcional, el epitelio superficial se regenera a partir
de los fondos glandulares de la capa basal.

En el caso de embarazo, el blastocisto se introduce 6-9
días después de la ovulación, en la mucosa
uterina, lo que se denomina implantación o
anidación. El trofoblasto recientemente formado produce ya
en la última parte de la fase secretora, la hormona
gonadotrofinq coriónica humana (HCG), que estimula el
cuerpo lúteo a continuar su función
(véase Cuerpo lúteo). No se produce entonces
menstruación, puesto que el endometrio, como consecuencia
de la acción continua de los estrógenos y la
progesterona, sufre mayor hiperplasia y es más edematoso.
Además, las glándulas están en
período secretor activo, y la mucosa adquiere las
características de una fase secretora bien definida. Se
produce una transformación decidual, es decir, la
transformación de células del estroma en
células grandes, pálidas, ricas en
glucógeno, las células deciduales.

Cuello. La mucosa del cuerpo del útero
pasa rápidamente a la mucosa del istmo, de aproximadamente
6-10 µm de largo, que representa el tercio superior
estrechado del cuello. La mucosa del istmo sufre modificaciones
cíclicas, aunque no tan manifiestas como las de la mucosa
del cuerpo. Histológicamente se asemejan, aunque en el
istmo es más delgada (0,5-1 µm), el epitelio es
más fino, y existen menos glándulas. Durante el
embarazo, el istmo desaparece al ser englobado en el
cuerpo.

La mucosa del cuello, o endocérvix, tiene 3-5 mm
de espesor y está muy plegada, formando los plicae
palmatae (lat. palma), también conocidos como árbol
de la vida. Estos pliegues presentan recorridos hacia todas
direcciones, y están separados por profundos surcos, que
se extienden hacia la parte profunda de la mucosa. En los cortes
histológicos se visualiza un sistema de
tríbulos y hendiduras, que se asemeja a glándulas
tubulares ramificadas.

El epitelio del endocérvix es cilíndrico
alto y se compone de células secretoras y algunas
células ciliadas. Las células secretoras sufren
variaciones cíclicas. Al comienzo de la fase folicular son
cilíndricas bajas con núcleos ubicados en la parte
basal, pero con estimulación estrogénica se hacen
cilíndricas altas y producen mucina. Los núcleos se
desplazan al comienzo hacia la parte luminal con la
secreción, y luego vuelven hacia la zona basal. La
secreción es muy viscosa, pero cerca del momento de la
ovulación, el moco cervical se licua, presentando baja
viscosidad, y
es fácilmente penetrable por los espermatozoides. Luego de
la ovulación se modifica el epitelio bajo la acción
de la progesterona, adquiriendo lentamente el aspecto descrito al
comienzo de la fase proliferatíva. Luego disminuye la
secreción, ésta se hace rápidamente viscosa
e impenetrable para los espermatozoides. Durante ci embarazo el
cuello es ocluido por un tapón mucoso, que se elimina al
comenzar el parto.

La mucosa de la porción vaginal o
exocérvix es lisa y está recubierta por epitelio
plano estratificado (como la vagina), con células ricas en
glucógeno. La transición entre el epitelio
cilíndrico y el epitelio plano estratificado ("zona de
lucha de los epitelios") presenta características de zona
de transformación, con aparición de metaplasias
epiteliales. Esta zona límite es muy importante desde el
punto de vista clínico, puesto que es el sitio donde se
desarrolla el cáncer
de cuello uterino. Cuando el límite está ubicado
por fuera del orificio extermo, la parte recubierta por epitelio
cilíndrico de la porción vaginal adquiere un
aspecto rojizo como consecuencia de la mayor transparencia del
fino epitelio. Esto se denomina "erosión",
aunque debería denominarse eritroplasia (mancha roja),
puesto que no se trata de erosión del epitelio. La mayor
parte de las erosiones o eritroplasias se consideran actualmente
variaciones fisiológicas normales de la
localización de la zona límite entre los dos tipos
epiteliales. Así, aparece eritroplasia (epitelio
cilíndrico en la porción vaginal) en el 80 % de la
mujeres. Normalmente se produce en las mujeres la
descamación del epitelio plano estratificado en la
porción vaginal, y esta descamación es más
evidente en el cáncer de cuello. El estudio de tales
células, o citología exfoliativa, es de gran
importancia para el diagnóstico precoz del cáncer de
cuello. Las células descamadas se obtienen tomando una
muestra del conducto cervical, por raspado de la superficie de la
porción vaginal correspondiente a la zona de
transición epitelial, o por aspiración del
fórnix (fondo de saco) posterior de la vagina.

Miometrio

La capa de músculo liso de la pared uterina
presenta un espesor de 1,3-1,5 cm las fibras corren en todas
direcciones (véase fig. 22-25), pero pueden diferenciarse
3 capas parcialmente entretejidas en el cuerpo del útero.
La capa intermedia es más gruesa y contiene
fundamentalmente fibras de disposición circular, mientras
que en la capa superficial y la profunda tienen recorrido
longitudinal u oblicuo. La capa intermedia contiene grandes vasos
sanguíneos y linfáticos, y se denomina estrato
vascular.

En el cuello el músculo es más escaso,
componiéndose fundamentalmente por tejido conectivo
colágeno.

Las células musculares lisas del útero
tienen una longitud de aproximadamente 50 µm, aunque
durante el embarazo pueden crecer hasta alcanzar más de
500 .µm de longitud. Además aumentan de espesor,
desde 5 hasta unos 15 m. También aparecen nuevas
células musculares durante la gestación. Se cree
que esto se debe en parte a la diferenciación de
células primitivas del tejido conectivo, y en parte a
mitosis de células musculares lisas. A medida que avanza
el embarazo la capa muscular se hace más fina, y al
finalizar presenta un diámetro de 5-8 mm. Luego del parto
el músculo vuelve a adoptar la estructura que
poseía antes, de la gestación, aunque persisten
algunas de las células musculares recientemente formadas,
por lo que el útero sigue siendo grande inmediatamente
después de un embarazo.

Las fibras musculares están divididas por
tabiques de tejido conectivo en haces, que a menudo forman asas o
remolinos característicos.

Perinetrio

Perimetrio es la denominación dada a la parte del
peritoneo que recubre una porción del utero. El perimetrio
se compone, como en otros sitios, de mesotelio con tejido
conectivo subseroso.

Irrigación e inervación

Los vasos sanguíneos fueron estudiados al ver
endometrio. Los vasos linfáticos son muy numerosos en el
útero y forman plexos en las tres capas a excepción
deI 1/4 luminal del endometrio que carece de ellos. La linfa del
fondo y de la parte superior del cuerpo uterino drena a los
ganglios linfáticos aórticos lumbares. Mientras que
el resto de la linfa pasa a los ganglios linfáticos
ilíacos externos. La linfa del cuello drena a los ganglios
linfáticos ilíacos externos, internos y del
promontorio. Parte de la linfa del ángulo uterino
(correspondiente a la desembocadura de las trompas) drena por los
ligamentos redondos hacia los ganglios linfáticos
inguinales superficiales.

Los nervios uterinos que llegan desde el plexo
hipogástrico, especialmente desde la parte del plexo
ubicada en la base del ligamento ancho, conforman el plexo
uterovaginal. Las fibras preganglionares simpáticas tienen
sus cuerpos celulares en los segmentos medulares torácico
12 y lumbar 1, mientras que las fibras preganglionares
parasimpáticas provienen de los segmentos sacros 2-4
(nervios erectores). No se conocen los detalles acerca de la
distribución intrínseca de las
fibras. El cuerpo uterino está inervado posiblemente
sólo por fibras simpáticas.

Oviductos o Trompas Uterinas

Los oviductos o trompas uterinas de Falopio, son un par
de tubos musculares que se extienden desde el ovario al
útero, a lo largo del reborde superior del ligamento
ancho. Un extremo del tubo se relaciona con el ovario y en este
punto se abre a la cavidad peritoneal; el otro extremo comunica
con la luz del útero. El oviducto conduce el ovocito,
liberado en la ovulación, hacia la cavidad uterina,
proporcionando además un ambiente
adecuado para la fecundación y el inicio de la segmentación del ovocito
fecundado.

Estructura

El oviducto presenta diversos segmentos. El extremo
ovárico o infundíbulo tiene forma de embudo y todo
su borde marginal presenta numerosos procesos acintados
denominados fimbria. El infundíbulo se continúa con
la ampolla, porción tortuosa y de delgada pared, que
constituye algo más de la mitad de la longitud del tubo.
La ampolla se continúa con el istmo, una porción
muy estrecha que representa casi un tercio de la longitud. La
porción intramural o intersticial es aquella
porción del tubo que atraviesa la pared uterina. La pared
del oviducto, como la de cualquier otra víscera hueca,
presenta una serie de capas, la serosa externa, la muscular media
y la mucosa interna.

Mucosa

La mucosa del oviducto presenta numerosos pliegues
longitudinales denominados plicas. En la ampolla estos pliegues
dan origen a otros secundarios e incluso terciarios, con lo que
se crea un complejo laberinto de espacios revestidos por
epitelio. En el istmo, son cortos y poco ramificados, mientras
que la porción intramural presenta unas plicas escasas en
número y en altura. En cualquier punto del tubo cada plica
está formada por una capa simple de células
epiteliales prismáticas y una lámina propia con un
tejido conectivo muy celular, que alberga una malla de fibras
reticulares y células fusiformes. El epitelio descansa
sobre una membrana basal incompleta. El epitelio va disminuyendo
en altura desde la trompa al útero y consta de
células ciliadas y no ciliadas. Las células
ciliadas son más numerosas en la superficie de la
fímbria, pero su número disminuye progresivamente
en la ampolla, istmo y porción intramural. Las
células no ciliadas parecen ser secretoras y encargadas de
mantener el ambiente más adecuado para la supervivencia
del huevo, su fertilización y el mantenimiento
del cigoto. Un tercer tipo de células con un núcleo
muy oscuro y de aspecto diferenciado, que fue descrito en las
trompas, se interpreta como un precursor de las células
secretoras, o bien como una célula secretora en
vías de degeneración.

El epitelio presenta una serie de cambios
cíclicos asociados con el ciclo ovárico. Durante el
estadío folicular, las células ciliadas ganan
altura alcanzando su máximo en el momento de la
ovulación. También hay evidencias de
un incremento de la actividad secretora en las células no
ciliadas, durante la fase folicular. En la fase luteínica,
las células ciliadas pierden altura y desaparecen los
cilios, a la vez que las células secretoras presentan una
gran actividad. La pérdida de los cilios es mucho mayor en
las células de las fímbrias y mucho menos marcada
en las del istmo. Los cilios responden a las hormonas
esteroideas; los estrógenos parecen ser responsables de la
aparición y mantenimiento de los cilios y la progesterona
incrementa la velocidad de
batido. Otras células ciliadas del organismo no son
capaces de responder a estas hormonas.

Útero

Útero humano es un órgano único,
hueco y piriforme constituido por una capa muscular muy gruesa.
Se encuentra en la cavidad pélvica, entre la vejiga y el
recto. El útero no grávido varía en
tamaño según la persona, pero por
término medio suele medir 7 cm. De altura, 2,5 a 3,0 cm.
De espesor y 3 a 5 cm. De anchura máxima. El órgano
está aplanado dorso-ventralmente y la cavidad se
corresponde con la forma general del órgano. El
útero recibe el huevo fertilizado y sustenta al
embrión durante su desarrollo.

Estructura Uterina

La mayor parte del órgano está constituida
por el cuerpo, que comprende el segmento superior. Por debajo, el
útero se estrecha hasta hacerse cilíndrico, siendo
esta porción denominada cérvix, la que en parte
penetra en la vagina. El canal cervical que atraviesa el
cérvix comunica la cavidad uterina con la vagina a
través del orificio externo. La porción superior
del cuerpo que se encuentra entre las dos trompas, se denomina
fundus.

La pared del útero está formada por
diversas capas con una denominación especial. El
endometrio es la mucosa interna, el miometrio es la capa muscular
media, y el perimetrio es el recubrimiento externo. El perimetrio
es la lámina peritoneal que recubre el cuerpo y la zona
supravaginal del cérvix en la cara posterior y el cuerpo
del útero en la cara anterior.

Cervix

La pared del cervix se diferencia considerablemente de
la del cuerpo del útero. La pared cervical contiene
fundamentalmente tejido conectivo colágeno denso y fibras
elásticas, careciendo de la gran abundancia de
músculo liso típico del útero, hasta el
punto de no existir en la porción que penetra en el canal
vaginal. El canal cervical está tapizado por una mucosa,
el endocervix, que forma complejos pliegues ramificados. El
recubrimiento epitelial consta de células
prismáticas altas mucosecretoras, y algunas células
prismáticas ciliadas. Aparecen numerosas glándulas
largas y ramificadas recubiertas por células
prismáticas mucosecretoras similares a las del epitelio
superficial. El canal cervical presenta normalmente abundante
moco. De forma ocasional las glándulas se pueden ocluir y
quedar como quistes rellenos por su propia secreción, los
quistes de Naboth.

La parte del cervíx que protruye en el canal
vaginal está recubierta por un epitelio plano
estratificado no queratinizado, cuyas células contienen
abundante glucógeno. La- transición entre el
epitelio columnar del canal cervical y el plano estratificado se
realiza de forma brusca a nivel de la parte interna del orificio
externo. La mucosa cervical no interviene en los cambios
cíclicos sufridos por el cuerpo uterino, y tampoco se
desprende. Los elementos glandulares del canal cervical presentan
cambios de la actividad secretora. En la mitad del ciclo se
observa una copiosa secreción de un líquido
alcalino, resultado probablemente de la progresiva
estimulación con estrógenos. Tras la
ovulación y establecimiento del cuerpo lúteo la
cantidad de secreción disminuye y el moco se hace
más grueso y más viscoso.

Vagina

La vagina es la porción más inferior del
tracto genital femenino. Es un tubo muscular que une el
útero con el exterior del organismo, y representa el
órgano copulador de la hembra. Normalmente, la luz
está colapsada, contactando las paredes anterior y
posterior.

Estructura

La pared de la vagina está formada por una
mucosa, una muscular y una capa de revestimiento; la adventicia.
La mucosa presenta numerosos pliegues o arrugas constituidos por
una gruesa capa superficial de epitelio plano estratificado no
queratinizado, superpuesto sobre la lámina propia. Las
células epiteliales contienen abundante glicógeno,
sobre todo en la mitad del ciclo. La lámina propia es un
tejido conectivo denso que se hace más laxo en la
cercanía de la capa muscular. Inmediatamente por debajo
del revestimiento epitelial, las fibras elásticas forman
una densa malla. De forma ocasional podremos encontrar tejido
linfático difuso y nodular, linfocitos que invaden el
epitelio y granulositos. La vagina carece de glándulas y
su epitelio está bañado por las secreciones del
cervix.

La muscular está formada por haces de miocitos
lisos, circulares en la capa interna y longitudinales en la
externa. Las fibras longitudinales se continúan con las
fibras del miometrio dispuestas en forma similar.

La adventicia es una capa externa de tejido conectivo
denso y fibras elásticas, Se entrelaza imperceptiblemente
con el tejido conectivo laxo de los órganos
circundantes.

Partes: 1, 2, 3
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