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INTRODUCCIÓN
En los finales de la modernidad
estamos siendo presionados por problemas que
nos llevan hacia la insustentabilidad: la presión
ecológica y ambiental; la presión
demográfica; la presión del comercio
transgénico y de una irresponsable experimentación
biotecnológica; la aparición de las nuevas enfermedades; la pobreza;
las drogas
letales; la presión del fin del trabajo y del
desempleo; la
velocidad e
inmediatez de las telecomunicaciones, entre otros; son
precisamente los signos
históricos inquietantes del agotamiento de una
época que se hace insostenible. No obstante, las
organizaciones
tienen la tendencia de auto conservarse, cueste lo que cueste,
aunque ya sean superfluas.
Dos procesos de
gran impacto están influyendo en la reconfiguración
socio-política mundial; ellos son por un lado
la
globalización, la cual está generando cambios
importantes en el entorno global y local, conectando a los
procesos globales económicos, políticos,
educativos, sociales, culturales. Por otro lado, la informática y las telecomunicaciones
reconfiguran una nueva lógica
tecnológica. Esta lógica tecnológica
posmoderna se fundamenta en la información y la
comunicación que permiten el desarrollo de
asuntos como los sistemas en
red, la telemedicina,
la educación a
distancia, la teledemocracia y democracia
virtual, la comunicación electrónica, entre otros.
Toffler (1983) al referirse a este periodo
"superindustrialismo" indica que en "una economía cuyo
crecimiento se hace cada vez más complejo y diversificado,
es inevitable que muchas compañías atraviesen una
profunda crisis de
identidad.
Cuanto más diferenciado sea el medio
ambiente, tanto más importante –y
dificultoso– será el saber cuál es el negocio
en que no encontramos". Señala que para sobrevivir a los
impetuosos cambios de nuestros días hemos de estar
dispuestos a reconsiderar los modelos sobre
los que se basan nuestras caducas organizaciones.
El cambio de
dimensión de la modernidad a la posmodernidad,
nos hace profundizar en el impacto de una nueva lógica
tecnológica en las distintas actividades que realiza
el hombre. En
las organizaciones, los procesos de cambios, exigen de ellas
capacidades extraordinarias de innovación, adaptación, aprendizaje y
mejora continua. Requieren constantemente reinventarse así
mismas, ya sea en productos,
estructura
organizacional o prácticas de trabajo. Por lo tanto,
la generación y transmisión de información
(ambiental, interna o corporativa) ligada a la tecnología
computacional y de comunicaciones
para crear conocimientos, pasan a tener un rol vital como
elementos claves de la nueva manera de hacer gestión. En este sentido, la gestión
y la tecnología
de información deben integrarse para conseguir un
óptimo manejo de los recursos
económicos organizacionales en beneficio de una
nueva sociedad,
contribuyendo con la realización y conformación de
un hombre
posmoderno.
Esta nueva lógica, necesita de
organizaciones cuyos procesos se hagan más simplificados,
prevaleciendo el uso de las nuevas
tecnologías de información y
comunicación; empresas que
tiendan a ser más dinámicas, empresas en red
formadas por miembros, clientes o
usuarios, proveedores,
competencia,
entre otros y donde el
conocimiento circule por las redes telemáticas,
Internet,
Intranet,
Extranet.
Estas empresas deben estar conformadas por profesionales
especializados, pero a la vez capaces de involucrarse en todos
los procesos y actividades organizacionales, como un equipo que
trabaja en un ambiente de
confianza y cooperación, donde el concepto de
cadena de
valor sea la principal evidencia.
La realidad de la gerencia
tradicional venezolana señala que esta se ha apoyado en
una estructura
organizacional rígida, multiplicidad de procesos, autoridad
excesivamente centralizada, burocracia
excesiva. Por su lado, el Estado, ha
dejado mucho que decir en su actuación, generando un serio
desequilibrio económico, sus tributaciones, cargas
impositivas, política cambiaria, tratados,
convenios y sobre todo la ausencia de programas
económicos consistentes que han desmotivado a la inversión, y ha conllevado al cierre de
muchas empresas, incrementándose la pobreza, y
afectándose seriamente la calidad de
vida del venezolano.
La Confederación Venezolana de Industriales
– Conindustria – señala que en Venezuela, las
"Pequeñas y Medianas Empresas conforman un tejido
industrial importante, por cuanto representan el 80% del total
industrial venezolano"; además, la Pequeña y
Mediana Empresa
venezolana por su capacidad generadora de empleo e
ingresos
está ocupando un lugar preponderante en el marco de
políticas y acciones que
contribuyen al mejoramiento de su desempeño y permanencia en el mercado.
Según estudios y criterios aportados por el Instituto de
Estudios Superiores de Administración (IESA) en Venezuela,
una microempresa
tiene menos de 5 trabajadores, una pequeña entre 5 y 20,
una mediana entre 21 y 100 trabajadores y una grande tiene
más de 100. Para 1997, de acuerdo al IESA, había
alrededor de 211.000 empresas, 78% de las cuales eran microempresas,
14% pequeñas y el resto medianas o grandes, lo cual arroja
una proporción, al sumar las micro y las pequeñas
empresas, de 92%, evidenciando el peso considerable de este tipo
de organizaciones en la economía venezolana.
Para nadie es un misterio que una sociedad que busque
crecer y desarrollarse, debe necesariamente poseer sus
pequeñas y medianas empresas en un sistema
sustentable a corto, mediano y largo plazo. La razón se
fundamenta en el hecho de que la gran masa productiva y
comercializadora de un país, se encuentra en ellas.
Estudios demuestran que los países desarrollados lideran
su economía sobre la base de las PYMES; de tal
forma que el recurso económico necesario para avanzar en
el progreso integral de ese país, proviene de la fortaleza
de estas empresas.
A pesar de la importancia que las PYMES representan para
el desarrollo del país, en Venezuela, no
existía una definición oficial para las empresas
comerciales y de servicios;
solo de las manufactureras. A partir de la promulgación
del Decreto Ley para La
Promoción y Desarrollo de la Pequeña
y Mediana Industria –
PYMI , se introduce una nueva definición que establece
como parámetros para la PYMI ; el numero de empleados y el
nivel de ventas en
unidades tributarias En el caso de industrias que no
puedan ubicarse en ninguno de los parámetros establecidos,
deberán usar una metodología que establecerá el
reglamento del Decreto Ley. Adicionalmente, y como elemento
novedoso define al "emprendedor".
Ahora bien ,el proceso de
globalización, la evolución de las tecnologías de
información y comunicación, el juego de la
oferta y
demanda, los criterios de competitividad, políticas
macroeconómicas, los procesos de regulación por
parte del Estado y las
exigencias del mercado, requiere que las micros, pequeñas
y medianas empresas tengan que ser flexibles, mantengan un
contacto directo con su cliente, apliquen
técnicas básicas de administración de negocios, fomenten la capacidad emprendedora
e innovadora. En otras palabras, necesitan contar con las
estrategias
necesarias que les permitan responder a las exigencias del nuevo
entorno, al desarrollo tecnológico, la presión
social, a las demandas del contexto político y
económico de los países, a la necesidad desarrollar
y capacitar sus recursos
humanos de manera permanente.
Como señala Amaro (Citado por Fleitas, 2002, p. 3) "La
seguridad
laboral ya no
depende de los años de fidelidad que se le consagren a
una empresa,
sino del desarrollo de aptitudes que generen fortalezas en
el trabajo
para sobrevivir en una economía en la que la ventaja
decisiva se fundamenta en el conocimiento,
con el desplazamiento inexorablemente del poder
económico basado en la máquina".
En los actuales momentos las pequeñas y medianas empresas
están amparadas bajo la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, el Artículo 308, Capítulo
I, Del Régimen socioeconómico y de la función
del Estado en la Economía , señala "El Estado
protegerá y promoverá la pequeña y mediana
industria, las cooperativas,
las cajas de ahorro,
así como también la empresa
familiar, la microempresa y cualquier otra forma de
asociación comunitaria para el trabajo, el ahorro y el
consumo, bajo
régimen de propiedad
colectiva, con el fin de fortalecer el desarrollo
económico del país, sustentándolo en la
iniciativa popular. Se asegura la capacitación, la asistencia técnica
y el financiamiento
oportuno".
Es así como el Ejecutivo Nacional establece una serie de
normativa legal como la Ley para la Promoción y Desarrollo
de la Pequeña y Mediana Industria, con la finalidad
de apoyar las empresas en materia de
financiamiento, asistencia técnica, adiestramiento,
capacitación, administración, gerencia, desarrollo
tecnológico e información, por medio de mecanismos
idóneos, dinámicos y que se adapten a sus
necesidades cambiantes; además crea instituciones
que deben promover la participación de las
pequeñas, medianas industrias en programas de mejoramiento
de sus niveles de calidad, productividad y
competitividad con el objeto de propiciar su desarrollo
integral como unidades de producción, adecuando sus niveles de
gestión y capacidad de respuesta frente a los continuos
cambios de los mercados.
Además, existen iniciativas del Sector Privado para
cambiar los paradigmas de
las pequeñas y medianas empresas industriales y
convertirlas en un sector dinamizador de la economía, con
altos niveles de productividad y articularlo a la red empresarial
venezolana, como lo es el Proyecto
Coninpyme, con apoyo del FOMIN-BID.
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