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Historia de la ciencia, la tecnología y la sociedad (página 2)



Partes: 1, 2, 3

  1. Supóngase ahora que no es un aumento de la
    población social lo que espolea el
    espíritu investigador, sino un cambio
    social. Ninguna sociedad
    puede vivir en la inmovilidad pues la evolución es condición
    primigenia del desarrollo. En realidad, no es exactamente la
    invención de nuevas máquinas y herramientas la que a la larga provoca que los
    seres humanos busquen un nuevo orden social más
    pertinente a los nuevos medios de
    producción, sino al contrario. Es la
    evolución social por sí misma la que induce a
    encontrar los nuevos medios de producción. Las
    sociedades
    que alcanzan determinados estadíos sociales traen
    aparejados intereses materiales
    que se consolidan en los Estados. Por otro lado los
    estadíos sociales alcanzan la perfección muy
    puntualmente en el tiempo,
    inmediatamente requieren de paulatinos cambios o se
    dolerán de su inmovilismo que los hará
    languidecer. Se requiere el continuo cambio social y debido a
    este la continua evolución de medios de
    producción que garanticen estabilidad en la sociedad
    cambiada. Siempre ha sucedido así hasta ahora en la
    Historia y no
    hay razón dialéctico-materialista que
    justifique lógicamente que no continuará
    sucediendo. También más adelante se
    demostrará esta sentencia. Sea entonces que en la
    sociedad que estamos ilustrando se ha producido un cambio
    social, digamos del matriarcado al patriarcado. Las pobladas
    pero aisladas familias tipo bíblicas del patriarcado
    necesitan sobrevivir, se han descubierto herramientas de
    bronce pero los terrenos son estériles. Por otro lado
    la mente humana continúa su entrelazamiento
    ciencia-sociedad buscando nuevas y mejores herramientas. Se
    inventa la manera de lograr un gran horno y se descubre que
    ablanda ciertas duras piedras negras. Comienza la ciencia
    no escrita a abstraer las propiedades del calor y en
    general de la energía. Aparecen las herramientas de
    hierro y
    las familias patriarcales que las inventan hacen florecer
    terrenos infecundos donde cosechan incluso más y
    mejores frutos que sus lejanos vecinos con tierras feraces
    pero que solo cuentan con el bronce. Se consolida el
    patriarcado. Así se produce el entrelazamiento
    ciencia, tecnología y sociedad. Quedará
    demostrado este entrelazamiento a través de la
    historia ahora mismo.

  2. 3. CIENCIA,
    TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD

  3. 4.
    CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD: EL MOVIMIENTO
    ARMÓNICO DE LA HISTORIA

Al futuro solo se puede ascender a través del
cambio, del movimiento. El tiempo transcurre porque la materia
está en movimiento, por eso medimos el tiempo mediante el
cambio, ya sea de un volumen de arena,
de las vueltas de las agujas o de la oscilación de un
átomo.
Y el espacio, su hermano siamés, se gana porque hay
movimiento. El tiempo es resultado del movimiento periódico.

Y el movimiento periódico es lo que llamamos
"armónico". La música está
compuesta de innumerables armónicos que acoplan entre
sí, la música es el cosmos.

El movimiento armónico es el único
universal. Una niña balanceándose en una hamaca,
ese movimiento tan infantil e ingenuo, es armónico, el
único natural porque en sí mismo constituye el
cambio. Podemos didácticamente comprender por qué
un movimiento armónico constituye en sí mismo el
cambio explicando brevemente el movimiento armónico
mediante el movimiento oscilatorio de un muelle,
físicamente idéntico al de la hamaca
(péndulo). Si empujamos una bola que esté en la
punta de un muelle este se irá estirando y conforme lo
hace comenzará a surgir una fuerza cada
vez mayor que lo hala hacia el centro, pero por la inercia que le
comunicó el empujón continuará
estirándose hasta llegar al extremo, donde se detiene. En
ese instante estará un momento en reposo pero
simultáneamente con la mayor fuerza que intenta regresar
la bola al centro. Cuando la bola regresa al centro tendrá
la mayor velocidad, al
revés de cuando estuvo en el extremo, donde tenía
por un instante velocidad cero (reposo) aunque la mayor fuerza.
En este centro no hay fuerzas que centralicen el movimiento: es
un "estado de
descentralización". Pero como aquí
tiene la mayor velocidad debido a la inercia, pasará a una
posición intermedia donde parcialmente aumenta la fuerza
que quiere regresarlo al centro y parcialmente va disminuyendo la
inercia que quiere alejarlo del centro. Es un estado de
"tendencia a la centralización". Cuando por fin llega al
extremo, como hemos visto, se detiene un instante, su velocidad
pasa a cero pero la fuerza que quiere regresarlo al centro es
máxima. Constituye un "estado de centralización".
Un poco después la fuerza centralizadora lo hace pasar
nuevamente a una posición intermedia donde, igual al
estado intermedio anterior, la fuerza centralizadora va
disminuyendo pero la inercia descentralizadora va aumentando: un
estado de "tendencia a la descentralización", opuesto al
anterior estado intermedio porque lo lleva a
descentralización y no a la centralización, igual
que la posición de descentralización (donde hay
solo inercia y ninguna fuerza) es contraria a la de
centralización (donde hay solo fuerza y ninguna inercia).
Este movimiento continuará eternamente si no viene una
fuerza extraña exterior a detenerlo (suponiendo que el
muelle no se caliente nada en su movimiento, o sea, sea un muelle
ideal). Pues este mismo movimiento natural para los cuerpos
físicos se extiende a las civilizaciones en su devenir. El
movimiento armónico es universal en el más amplio
sentido de la palabra. Un movimiento circular o elíptico
también es armónico, se describe como
armónico. Y el movimiento circular es tan universal que
vueltas innumerables da la Luna alrededor de la Tierra,
nosotros alrededor del Sol, este alrededor de la Vía
Láctea y así hacen los millones de planetas,
estrellas y nebulosas de todo el cosmos. El movimiento
armónico es muy universal, no el rectilíneo con que
vemos desplazarse un auto.

Armónicos son los movimientos de las olas del mar
y de las ideas humanas, que oscilan constantemente del análisis a la síntesis,
y son armónicas las ondas de luz y las
demás ondas electromagnéticas. Con armónicos
únicamente puede describirse el estado de
un electrón en su átomo, de una molécula en
su partícula, de un corpúsculo que se desplace. La
teoría
de las cuerdas está en principio basada en combinaciones
de movimientos armónicos. No otra cosa que armónico
ha de ser el destino final del universo. Y el
movimiento de las civilizaciones.

El movimiento de las civilizaciones, en espiral
creciente, es un movimiento armónico, pero precisamente
por ser armónico transita por cuatro fases:
descentralización – tendencia a la
centralización – centralización –
tendencia a la descentralización.
Comenzaremos la
exposición de ello con la Grecia
Clásica.

4.1 La Grecia Clásica :
Descentralización.

Los trabajos agrícolas constituían el
fundamento de la economía griega.
Difícilmente pueda considerarse que en aquella democracia la
base del trabajo
agrícola fuese la mano de obra esclava por tres
razones: en primer lugar las Ligas no constituyeron
ejércitos conquistadores, característicos de una
sociedad pujante que vive de la esclavitud; en
segundo lugar no existía el latifundio ni siquiera durante
la época arcaica, por el contrario los ciudadanos se
dedicaban a sus minifundios: "La evolución de las
propiedades tendía al parcelamiento, como consecuencia de
la partición de las herencias; el Ática parece
haber alcanzado el límite de los minifundios al final del
siglo V"( Parias et al., 1965,T I, p. 242); y en tercer lugar
porque durante todo el período griego nunca existieron
rebeliones de esclavos, como en Roma, y sí
agitaciones sociales de campesinos pobres y artesanos. El hecho
de que una de las primeras grandes rebeliones de esclavos contra
Roma, la de Pérgamo, ocurriera a raíz de la
invasión romana de ese territorio griego es prueba de que
la condición social de la mayoría de la
población había cambiado radicalmente.

Ahora bien, se sabe que ya desde la Grecia arcaica
–aún sin latifundios como tales- la gran
porción de tierra
pertenece a los aristócratas. Y a lo largo del siglo VII
se generan huracanadas tensiones entre estos y los campesinos,
las que en Atenas se neutralizan con las reformas de
Solón, no tanto por el hecho de la relativa
eliminación de las deudas –incluyendo la esclavitud
por estas- sino principalmente por el reconocimiento estatal del
trabajador agrícola frente a los derechos de cuna de la
oligarquía patriarcal, o sea, el sistema social
atiende con fuerza las necesidades de la mayoría de los
ciudadanos. Y ello es propio de una sociedad descentralizada.
Cada vez con mayor ímpetu el trabajador agrícola
pobre se libera de restricciones de casta en el período
que va de Solón a Pericles. El espíritu social,
entonces, es el de igualdad, una
igualdad que no complace a quien intente desde aquí
medirla con una vara contemporánea. Pero nos lo aclara un
testigo cercano de esos tiempos, Aristóteles:

…la democracia es un Estado donde los hombres libres y
los pobres, siendo la mayoría, están investidos con
el poder del
Estado(…)la más pura democracia es aquella que se llama
así principalmente por la igualdad que en ella prevalece
("Política",
Libro IV, cap.
4, 1290b, 1291b. Tomado de la Enciclopedia Británica,
entrada: democracy).

Y esta democracia genera riquezas con los cambios que se
originan ahora en la manera de producir. No es a ciegas. Ya
Hesíodo, desde su obra "Los trabajos y los días"
incorpora un calendario que viene de antiguo y permite al
campesino
regular las actividades agrícolas mediante las
estacionales apariciones y desapariciones de las constelaciones y
las fases de la luna, conocimiento
que llega aun a nosotros en la actividad del campo.
Después, en la Grecia Clásica, aparecen estas
nociones ya compiladas en textos llamados parapegmata
(Wikipedia , entrada: History of Science in Classical Antiquity)
los cuales regulaban los calendarios civiles de las ciudades
estados sobre la base de observaciones astronómicas. La
agricultura es
también favorecida por el conocimiento
científico de la estructura de
las plantas y de los
hábitos de los animales. El
nuevo orden social consiente el desarrollo científico y
tecnológico. Aparecen las primeras leyes del
movimiento y el reconocimiento de la omnipresencia de la
fricción. El texto de
Zubov, 1960, aclara cómo la Mecánica desarrolla nuevos mecanismos de
transmisión que sirven para aumentar la eficiencia del
trabajo o para cambiar la dirección de la fuerza aplicada; el trabajo del
hierro permite a Demócrito reconocer interesantes
relaciones entre el calor y el color. O
séase, empieza el hombre a
orientarse mejor en el medio, a reconocer profundas y a veces
ingenuas, desde nuestra altura, nociones naturales.
Pitágoras desarrolla la geometría y propone la existencia de un
orden matemático del mundo, con los pitagóricos se
advierte al número emerger como una base racional para una
primera concepción ordenada del universo.

4.2 Helenismo:
Tendencia a la Centralización.

Pero la sociedad clásica griega con el tiempo se
llena de contradicciones. Y Aristóteles, crítico de
la ahora decadente democracia ateniense, la considera una forma
pervertida de un Estado donde a la larga los ciudadanos
gobiernan, porque la democracia considera solo a los pobres y no
el bien común

("Política" Libro III, cap. 7, 1279b. Tomado de
la Enciclopedia Británica, entrada democracy).
Aristóteles es el maestro de Alejandro cuyas conquistas se
extendieron por Asia hacia la
India y por el
sur hacia Egipto.
¿En qué consistía ese bien
común
para Aristóteles? ¿Se
refería al bien de todos, a la mejoría de todos,
incluyendo a los pobres de la democracia ateniense? Si el trabajo
en la Grecia clásica se basaba en la agricultura y la
economía dependía de esta, ¿había
cambiado algo? Los griegos siempre fueron esforzados
agricultores, pero con una población en aumento, los
suelos aún
peores y sobre todo con una experiencia mucho mayor en el
arte de la
navegación y en el establecimiento de colonias, lo
único que para todos resulta mejor consiste en traer a
suelo griego
productos
baratos de otras tierras. Grecia no producía ya ni grano
ni aceite
suficientes para alimentarse. Y los frutos del Oriente eran
inalcanzables y beligerantes. No solo por las acometidas persas
contra Grecia, sino porque el mercader persa y su comercio no
significaban nada para el imperio. Parias et al., 1965,T I, p.266
señalan: "las capitales del imperio persa eran sobre todo
residencias principescas y centros administrativos; los
mercaderes no tenían acceso a la plaza principal que se
abría ante el palacio, donde solo se paseaban los
jóvenes nobles". Como decía Aristóteles,
el bien común posiblemente no solo
beneficiaría a los griegos sino también a sus
enemigos."Más que una conquista se trata de una revolución". (Parias et al.,
Idem)

¿Podía Grecia mover algo el muelle fuera
del estado de descentralización que era su democracia?
Para pasar a una etapa de tendencia hacia la
centralización se necesitan núcleos de
centralización los que, aunque subordinen elementos de
diferente tipo cada uno, tenga conexiones entre ellos. De lo
contrario no se puede comenzar a centralizar lo que es tan
diverso. Y Grecia, que en sus colonias sí había
producido de hecho un cambio social, contaba con dichos
núcleos: los comerciantes. Los había especializados
en los granos de las islas mediterráneas, otros en
papiros, cristales, telas y ungüentos del Oriente, otros en
perfumes de la Arabia y algunos hasta en telas de la China. Los
diversos elementos eran los diferentes productores y marinos,
provenientes de pueblos que habían estado en guerra entre
sí. Los fuerzas que centralizarían todo este mundo
diverso y pendenciero serían los intereses comunes por el
intercambio. Y los comerciantes estaban interconectados, no solo
por el dialecto común con que se comunicaban,
koiné, sino por "las asociaciones de mercaderes,
donde muy probablemente concluían acuerdos y contratos"
(Parias, et al., 1965, T I, p.280). Los comerciantes griegos no
vivían en competencia como
hoy conocemos a los comerciantes actuales sino que vivían
en complementariedad. Una vez eliminado el muro persa, tanto el
Mediterráneo levantino como las rutas caravaneras es suyo,
ayudados por la multitud de ciudades fundadas por Alejandro en
las rutas comerciales y la experiencia y tecnología de sus
marinos. No importa que en la península decaiga la
agricultura y la artesanía, las ciudades comerciales se
llenan de inmigrantes que se favorecen económicamente, y
no solo son griegos: judíos
y naturales habitan en ciudades cosmopolitas que ofertan trabajo
y mezclan ídolos religiosos y príncipes al gusto de
cada cual.

Pero esta prodigalidad de viajes
está llena de osadías que tiene que enfrentar el
marinero y el comerciante mismo. Ausencia de orientación
en mar abierto, piratería, tormentas –la novela
helenística da cuenta de ello, como informa Hauser
(1966)-. Y además es necesario conocer la realidad con
precisión. No solamente hace falta orientarse en el mar
sino también en el universo, y
así nace la ciencia independiente de la filosofía.
Dos nombres bastan para probarlo: Arquímedes y Euclides. Y no todos los
hombres son capaces de lidiar con las dificultades que impone
ahora el mar, el desierto y el reciente universo. Es tiempo de
seleccionar hombres, desaparece la gris igualdad de la
democracia. Véase a este respecto el sentimiento que
experimentaba Aristóteles (trad.
Azcárate):

Si se distribuyen flautas entre varios artistas, que
son iguales, puesto que están dedicados al mismo arte,
no se darán los mejores instrumentos a los individuos
más nobles, puesto que su nobleza no les hace más
hábiles para tocar la flauta; sino que se
deberá entregar el instrumento más perfecto al
artista que más perfectamente sepa servirse de
él.
Si el razonamiento no es aún bastante
claro, se le puede extremar aún más.
Supóngase que un hombre muy
distinguido en el arte de tocar la flauta lo es mucho menos por
el nacimiento y la belleza, ventajas que, tomada cada una
aparte, son, si se quiere, muy preferibles al talento de
artista; y que en estos dos conceptos, en nobleza y belleza, le
superen sus rivales mucho más que los supera él
como profesor;
pues sostengo que en este caso a él es a quien pertenece
el instrumento superior. (Libro III, cap. VII, parra
2).

La leyenda de Alejandro había dejado un
personaje: el héroe. Y es ahora el héroe el
núcleo de centralización de los espíritus y
las voluntades. Por algo el dios más representado es
Heracles, el héroe de los siete trabajos.

4.3 Roma: Centralización.

El brioso comercio griego requirió, como se ha
visto, crear un dialecto. Fue necesario también ayudar a
la navegación con rutas previas bien estudiadas, una
especie de guía de viaje llamada periploi. Se hizo
forzoso acuñar moneda y crear banqueros honestos, formados
en el ideal del héroe. Pero con el tiempo los negociantes
enriquecidos se relajan a la vida cómoda de las
cortes y comisionan contratistas para que hagan su trabajo. Los
banqueros se pervierten y para los marinos ya las rutas
consuetudinarias no constituyen particulares desafíos.
¿Podía otra potencia tomarles
entonces la ventaja y desbancarlos? En África del Norte
una ciudad llamada Cartago, de raíz fenicia y muy bien
ubicada geográficamente, también se dedicaba al
comercio. Pero su sociedad no había tenido cambios desde
la fundación fenicia. Entonces, no hacen ninguna innovación de la técnica naval, no
acuñan moneda, no tienen bancos. Su
comercio es sólido porque se facilita por la
ubicación intermedia que tienen, la proximidad a las
tribus bárbaras del Oeste de Europa les
permite trocar con ellas– mediante señales
de humo- pacotilla por plata y estaño, y por el Sur traer
del Sudán oro, cambiado
también por pacotilla. Y estos metales los
trasladan al Este donde a su vez obtienen productos fabricados o
alimentos. Por
supuesto, este sistema primitivo de comercio no podía
sustituir al griego helenístico por muy relajado que
estuviese. Antes bien, vulnerable como es, será derrotado
por un nuevo pueblo no comerciante.

Simultáneamente con el desarrollo de la
civilización griega un pueblo bárbaro de la
Italia
central, de economía agrícola y pastoril, y en
lucha perenne con enemigos que provienen de todos los
alrededores, va adquiriendo una experiencia militar
impresionante. Su sistema económico es en extremo
primitivo, aún más que el cartaginés, solo
necesitan hacer incursiones, dominar territorios, tomar en
prisión jóvenes fuertes y esclavizarlos en las
labores de campo. Sin embargo, el éxito
que tienen con tal empresa les
permite asentarse cada vez mejor en una ciudad que crece
continuamente: Roma. Y en una ciudad con recursos aparecen
siempre hijos de ella que ansían cultivarse. La
única cultura
admirada que está a su alcance es la que poseen las
ciudades helenas que tienen cerca (en el sur de la
península itálica se asienta Siracusa, patria de
Arquímedes) y que conocen por el comercio. Por otra parte,
desde antiguo este pueblo bárbaro se había mezclado
con otro, los etruscos, que probablemente aprendieron
también de los griegos cómo drenar tierras
pantanosas, irrigar tierras secas y medir los terrenos para
ordenar las propiedades. Así, una ciudad alejada de las
rutas comerciales privilegiadas por los griegos puede crecer,
absorber cierta cultura, organizar una república y escapar
de las invasiones alejandrinas. Pero aquella república
estaba preñada de contradicciones sociales: los intereses
de aristócratas poseedores de latifundios y los intereses
de los pequeños y medianos propietarios; y como en Grecia
– quizás a imitación de ella misma- esa
contradicción se resuelve con leyes más o menos
democráticas. Pero lo que no sucedió en Grecia,
sociedad de múltiples ciudades-estado, sí ocurre
aquí, sociedad de una gran ciudad que vive de un gran
campo. Parias, et al., 1965, comentan:

Sobre este conflicto
[patricios contra plebeyos] se engarza otro mucho más
complejo, en el cual la fortuna mobiliaria se opone a la
inmobiliaria (…) la ciudad al campo (…) cuyas fuentes de
renta y cuyos intereses son divergentes(…) Esta
situación, que contiene ya en germen las crisis que
arruinaron a la República, no corresponde ya al orden
antiguo del patriciado y la plebe. La sociedad cerrada se ha
abierto y, gracias al liberalismo
romano, los más ricos de los plebeyos(…)se han sumado a
los patricios, mientras que entre estos los hay que se convierten
en tránsfugas. Ha nacido otra aristocracia. (T I, p.
345)

O sea la etapa de descentralización típica
de Grecia clásica no se da aquí, ni la etapa de
tendencia a la centralización típica de la Grecia
helenística. Lo que sucede es que a la oligarquía
de ascendencia patriarcal se acopla una nueva oligarquía
pecuniaria, el muelle no avanza, y su trabazón no se
resuelve independientemente de que la sociedad consiga cultivarse
a partir del acervo griego. Pero el espíritu del helenismo
filtra la conciencia
romana. La contradicción que presenta la oligarquía
helénica es equivalente a la contradicción de su
propia oligarquía. Y no necesitan una oligarquía.
Necesitan que el muelle se mueva hasta el extremo y las fuerzas
se centralicen. Un príncipe justo a la cabeza de una
estructura política piramidal traería muchas
ventajas. Tendría que ser un jefe militar reputado, porque
es el ejemplo del soldado y el trabajo de este es proporcionar
esclavos, que son la base de la economía romana.
Tendría que ser un buen organizador, que administre el
mundo conquistado y sepa sacarle provecho con eficiencia. Y sobre
todo tendría que neutralizar a la rara oligarquía
de senadores, todos ricos pero con el formidable antagonismo
ciudad-campo el cual, tirando cada uno para sí, no pone
riendas al mundo conquistado. Leemos en Parias et al.,
1965:

A la explotación desordenada sigue la
punción fiscal. Que es
una mejora. Catastros y censos de las personas permiten
establecer mejor el asiento de los impuestos. La
percepción, sea directa o por medio de
pequeños adjudicatarios, se regulariza. La era de los
hombres de negocios ha
terminado. Empieza la de los funcionarios. (T I,
p.279)

A pesar de que Roma se convierte en centro del mundo,
existe un gran problema que no puede resolver. En la Grecia
Clásica el campesino produce o gestiona –depende de
su posesión- el bien de vida fundamental y el Estado lo
ampara. En la Grecia Helenística el comerciante produce o
gestiona el bien de vida fundamental y el Estado lo ampara. En la
Roma Imperial el esclavo es quien produce el bien de vida
fundamental y el Estado lo somete. Con este pecado original,
resultado de un tipo de economía primitiva, Roma es
capital del
mundo. De donde los consumidores no producen sino soldados, nada
para el intercambio, por lo cual hay que subvencionarlos. Y en
las ciudades de las provincias donde reside el gobernador sucede
lo mismo. Pan, vino y circo al pueblo que aporta los soldados. Al
desfigurarse el carácter del trabajo, muy pronto se tuerce
el carácter del emperador. Desde un 47 aC, año de
César dictador vitalicio hasta un 37 dC, año de
Calígula emperador, han transcurrido solo 84 años y
podemos figurarnos la catastrófica diferencia. A un
Claudio sucede un Nerón.

De todas formas, el saldo que deja Roma en las
ingenierías es sobresaliente: agrimensura, técnica
de la construcción, hidrotécnica y arte
militar. En astronomía, el sistema de Ptolomeo
–sabio de la Alejandría romana- permitía
entender mejor el movimiento de las estrellas visibles imaginando
las esferas donde estaban inscritas rotando alrededor de un punto
situado en algún lugar de La Tierra, un punto con cierto
movimiento. Las verdaderas joyas de las ciencias
aplicadas romanas las constituyen los acueductos y la ingeniería de caminos, como corresponde a
un Estado centralizado cuyas ciudades principales, Roma ante
todo, disfrutaban prácticamente gratis de agua y del
trigo que les llegaba, y de muchos otros bienes.

4.4 Persia e India: Tendencia a la
Descentralización.

El imperio romano ha
llegado a un límite. Controlar territorios militarmente y
esclavizar a sus habitantes tiene un confín: las fronteras
del mundo que se puede esclavizar. Los romanos, desde el inicio
del imperio y percatados del problema que un límite de
esclavos impondría a las necesidades alimenticias de una
población creciente, de hecho inventan la ciencia
agronómica para incrementar la productividad del
trabajo. Varrón y Columela coleccionan un conjunto de
procedimientos
que han demostrado su eficacia en las
tierras mediterráneas, pero la laxitud posterior
–con la excepción de la época de los
emperadores Antoninos- no conduce a nuevos empujes.

Como se ha dicho, el imperio había llegado a las
fronteras que podía esclavizar. Y cuando la capital del
imperio se ve forzada a mudarse para Bizancio este panorama no
cambia. La esperanza en aumentar la producción
agrícola sigue dependiendo del aumento de la
población y de las superficies cultivadas más que
de un mejoramiento de la tecnología. Las tierras del Asia
Menor no eran tan pródigas como las de Occidente y el
laboreo sigue siendo el tradicional: el empleo de
bueyes, la siega con hoz corta, el arado
rígido.

La escasez cada vez
mayor de esclavos obliga a acudir a un trabajo campesino
prácticamente esclavizado. Solamente el comercio es de
cierta importancia en el Imperio de Oriente porque depende mucho
de una artesanía y minería
monopolizada por el imperio, pero entonces resulta que el
comerciante extranjero es recibido con sospecha. Ni siquiera el
invento de la llamada vela latina, que permite el
barloventeo en las embarcaciones, logra que el tráfico
marítimo de naves bizantinas alcance la altura que
debiera, en una época donde ya la centralización
imperial se hacía obsoleta y se necesitaba un viraje hacia
una etapa de tendencia a la descentralización, algo no
concebido ni en la peor de las pesadillas de los
emperadores.

Más allá de las fronteras orientales del
imperio, en Persia y la India, sí existían
condiciones para esta tendencia a la descentralización.
Después de la declinación de Roma, las historias de
ambos pueblos constituyen un eslabón necesario para
concebir la civilización llamada occidental. La
influencia grecolatina en el subcontinente indio, y más
aún en Persia es algo totalmente conocido. La influencia
de las ciudades alejandrinas y el comercio lo permiten. La
agricultura india, por iniciativa propia y por los contactos con
el mundo helénico y el chino, es en el siglo III una de
las agriculturas más desarrolladas del mundo. A pesar de
la insuficiencia de datos sobre el
Oriente, nos exponen Perroy, Auboyer, Cahen, Duby &
Mollat:

…la agricultura, riqueza básica del
país, gana terreno sin cesar a las tierras incultas. Los
cultivadores, ciertamente muy numerosos, se sirven de arados
uncidos con bueyes y producen cebada, paddy, varias
especies de arroz, caña de azúcar,
sésamo y azafrán. Gracias a los riegos y al abono,
se obtienen varias cosechas anuales. Para el ganado se cuidan las
praderas y se enumeran el buey giboso, el buey ordinario, la
vaca, la ternera, el caballo, el mulo, las cabras y el camello
(…) el comercio se ejerce por igual con los cereales que con
las piedras preciosas, los tejidos de seda y
el marfil. (1966, p.72)

Pero la historia de la antigua India no se puede
comprender sin el papel determinante que juega el monje.
Según Fernández Bulté, J., Yánez,
R.M., Carreras, D. & Lizón, J.L.

La problemática que introduce el sistema de
castas en la India, nos conduce a indagar las razones por las
cuales en esta variante de los despotismos orientales, el rey,
jefe político, maharajá, no constituye el elemento
superior de la sociedad, y por el contrario, se encuentre en
franca dependencia de la casta sacerdotal. (2002, p.
110)

Y, ¿qué es un monje brahmán? De
acuerdo al Código
de Manú, es persona sagrada,
jefe de todos los seres creados. Los sacerdotes
están en la cima, como dioses terrenales o
brahmanes; en segundo lugar los guerreros, a continuación
los agricultores y mercaderes, y por último los sudras,
servidores,
especialmente de los brahmanes. Ahora bien ¿cómo se
acepta este sistema? Por la vigencia de creencias como la
reencarnación y el karma. Según estas
creencias religiosas, todas las personas reencarnan varias veces
y tienen la posibilidad de nacer en una casta más alta,
siempre y cuando en su anterior vida hayan obedecido las reglas
de la casta a la que pertenecieron. Así, el karma
en realidad retrae a las personas de intentar rebelarse contra la
ley.

Para que la civilización pase a una etapa de
tendencia a la descentralización hace falta una sociedad
que se asiente en núcleos de descentralización,
desligados entre sí (a veces opuestos entre sí),
pero de agrupar los elementos similares de la pasada
centralización. Solo de esta manera se puede comenzar a
descentralizar aquello que está fuertemente centralizado.
Estos núcleos de descentralización los posee la
India, gracias al papel del monje. Los núcleos de
descentralización desligados entre sí, en tiempos
de la dinastía Gupta los constituyen las diversas
confesiones religiosas, brahmanismo y budismo
principalmente, con sus distintas escuelas. Todos se benefician
con la protección y donaciones de los soberanos, que
garantizan el austero esplendor de los establecimientos
religiosos y escuelas. Y los elementos similares que agrupan son
los fieles: todas las confesiones tratan de congregar a
príncipes, comerciantes, guerreros, artesanos, campesinos.
Inmediatamente puede hacerse una objeción, ¿no
coexistía el budismo con el brahmanismo siete u ocho
siglos antes de los monarcas Guptas? Entonces, ¿por
qué es ahora cuando se convierten en núcleos de
descentralización?

Aquella India viene de una época floreciente de
centralización durante los tiempos del rey Asoka, tres
siglos aC. Para llevar a cabo su gobierno Asoka
tuvo que elevar el budismo a la categoría de religión oficial y
así anular el poder de los brahmanes. Una relativa laxitud
se adueña de la sociedad hasta la etapa de la
dinastía Gupta y las monarquías Guptas no florecen
hasta los siglos IV y V dC. Son brahmanistas, pero como
conquistan territorios budistas su inteligente política es
proteger a todos los monjes. De esta manera, es de conjeturar que
aparezca una briosa emulación entre las distintas
confesiones y escuelas y por consiguiente los monjes se sientan
impelidos más que nunca a dar ejemplos ortodoxos de
conducta (en su
juventud debe
estudiar profundamente, después será un cabeza de
familia
ejemplar, finalmente debe despedirse de la familia y
convertirse en anacoreta y en sus últimos años
vivir de la limosna), y cuando la conducta del monje es ejemplar
el karma obliga a tensar el espíritu del conjunto
de la sociedad, temeroso cada cual de su próxima vida, o
impregnado de fe en la salvación de la humanidad, si es
budista. El budismo, a diferencia del brahmanismo, no ofrece la
reencarnación como oportunidad para alcanzar una mejor
casta sino para que en cada vida el hombre pueda sacrificarse por
el bien de los demás hasta que toda la humanidad quede
redimida. El monje inspira cómo actuar y la
actuación de todos, desde el rey al sudra, desarrolla
impetuosamente la sociedad. Y el
conocimiento científico de la naturaleza.
Durante la época Gupta florecieron la lógica,
la matemática y la astronomía. La
primera había recibido un impulso notable ya desde la
escuela
ñaia (s I aC) y la segunda hizo una conquista
inmarcesible en esa época: la numeración de base
decimal que hoy llamamos "arábiga". Aharbhata
estudió las ecuaciones
indeterminadas y desarrolló la astronomía; la
aritmética comercial se impulsó notablemente con la
nueva numeración, lo cual junto con la seguridad que la
dinastía Gupta ofrecía a las rutas comerciales
hacia Oriente y Occidente y el esfuerzo desplegado en el trabajo
por la sociedad que antes se ha comentado, convirtieron a la
India Gupta en una potencia económica mundial. Es probable
que la producción intelectual estuviese mayormente
generada por la casta brahmánica, como está
documentado sucedió con las teorías
atomísticas del asceta Kanada (s V aC), quien se
alimentaba de los granos que recogía en los campos
segados. Todas las castas excepto tal vez los sudras
desarrollaron su inteligencia
con los numerosos juegos de
lógica que se han ido descubriendo hasta hoy y de los
cuales el ajedrez es el
ejemplo descollante.

No muy diferente del panorama indio lo es el dorado
Estado sasánida de Persia en la misma época. "Tres
castas dominantes: la nobleza territorial, el clero rico y
la
administración burocrática" (Perroy et al.,
1966, p. 50) y ambas sociedades bien cebadas del conocimiento
helenístico por el Oeste y la cultura china
"rica en ciencias" por el Este.

4.5 La gran expansión árabe:
Descentralización.

Pero correspondió a un pueblo seminómada
vecino el llevar a cabo el próximo movimiento del muelle
hacia la descentralización: las tribus árabes. La
proximidad relativa de las civilizaciones es uno de los factores
que permite se aceleren o no los cambios en el desarrollo. Esa es
una de las razones básicas de por qué en la cuenca
mediterránea y en el Asia Menor la cultura ha podido ser
tomada sucesivamente en relevo por uno y otro pueblo, la
razón por la cual en la larga noche medieval los aislados
bosques de Europa vivieron en relativa ignorancia y
también una de las razones que explica la dificultad que
este mismo relevo ha encontrado tanto en el subcontinente indio
como en la vasta China.

Todos los árabes libres son iguales ante
Alá, y a los creyentes se los libera de cargas fiscales
(solo la entrega de la décima parte de lo que se gana pero
para beneficio de la comunidad, y ni
siquiera es obligatoria la peregrinación a La Meca para
quienes tienen limitados sus recursos). De hecho la guerra que
sostiene Mahoma desde la ciudad de Medina –ciudad de
modestos agricultores del desierto- contra La Meca –ciudad
rica, de comerciantes- es prueba de este sentimiento. Mahoma
tiene que huir a Medina porque, él mismo siendo
comerciante, predica un culto monoteísta que perjudica
económicamente a su grupo social.
Este sentimiento de igualdad obligó a la ayuda que el
creyente debe a los huérfanos, a las viudas y a los
enfermos.

En Perroy et al. se advierte:

…la Ley, que el musulmán no concibe separada
de la fe, y que como esta tiene autoridad
divina, está dirigida a las obligaciones
de este mundo: entrega de una limosna a la comunidad, guerra
santa contra los enemigos de la fe para someterlos por la
fuerza. (1966, p. 101)

Parias et al. reconocen :

… el Profeta tenía ante todo la
preocupación por reprimir los abusos del lujo y de la
avaricia, y la prohibición que dictó contra el
préstamo con interés
pudo haber redundado en perjuicio del desarrollo
económico (!). En tiempos de los Califas Omeyas
(661-750) no conocemos grandes mercaderes musulmanes. (1965, T
II, p.61).

Resulta entonces comprensible la epopeya que
constituyó la relampagueante conquista del mundo por el
Islam.
"…Para nosotros no fue ventaja pequeña ser liberados
de la tiranía de los romanos,
escribiría un
cronista monofisista" (Perroy et al., 1966, p. 102). Es
explicable. En Egipto se abole el monopolio que
ejerce el Imperio Romano de Oriente con el fin de abastecer
Constantinopla y se sustituye por un comercio libre, de
particulares indígenas. En Perroy et al. se tiene que
conceder:

En la campiña las tierras se repartieron en dos
categorías: tierras privadas y públicas, a las
que en beneficio de la comunidad se asimilaron las de los
propietarios desaparecidos a causa de la huida o de muerte en la
guerra(…)el dueño no ejerce ninguna de las
prerrogativas de la autoridad pública sobre sus
arrendatarios, menos dependientes de él, por
consiguiente, de cuanto solían serlo de los grandes
patronos bizantinos o sasánidas (1966,
p.108).

No por gusto ocurre, cuando le es permitido, "la
conversión en masa de los indígenas al Islam"
(Idem). En cuanto a la esclavitud, que persiste entre los
árabes, está muy morigerada: por estos tiempos es
únicamente doméstica. Parias et al., 1965, TII, p.
69 aclaran: "…a no haber sido por la guerra
[refiriéndose a los soldados turcos obligados a
incorporarse al ejército], la piratería y la trata
de esclavos, que proporcionaba inmensas masas de negros, turcos y
eslavos, la esclavitud hubiese sido borrada del mundo
musulmán".

Signo claro del espíritu descentralizador de los
tiempos lo es que en la Persia ahora decadente, donde se ha
enriquecido una oligarquía latifundista en perjuicio de
los endeudados campesinos, ya desde finales del siglo V aparece
un movimiento mazdekista que nunca murió:

"más que una predicación religiosa, una
protesta social que exige comunizar los bienes" (Perroy et al.,
1966, p. 52).

4.6 Califatos Árabes: Tendencia a la
Centralización.

Una nueva era se instala en el mundo musulmán en
los tiempos descentralizadores de la gran expansión, y
como ocurrió en el mundo griego es sustituida por la
tendencia a la centralización. Aparece un nuevo agente
capaz de establecer núcleos de centralización
conectados entre sí. No es posible comprender cabalmente
la evolución del mundo islámico si se considera al
Califa como un soberano absoluto a semejanza de los monarcas
europeos posteriores o a los emperadores romanos anteriores. Si
así fuera, una sociedad centralizada en aquellos tiempos
necesitaría de caminos excelentes que llegaran desde los
territorios administrativamente dependientes de él, como
sucedió en tiempos romanos, pero los árabes incluso
en Bagdad o en Córdoba no construyen buenas vías de
transportación. "El mundo árabe ignora el coche con
ruedas (hasta tal punto que, al recibir de los indios esta figura
del ajedrez, la convierten en roca)" (Parias et al., 1965, T II,
p. 65). En cambio el riego alcanza alturas ignoradas por los
demás pueblos. Los árabes, aprendiendo inicialmente
del trabajo en los oasis, son capaces de aclimatar en las secas
tierras del Magreb y el sur español
prácticamente todas las plantas conocidas.

Parias et al:

En el siglo IX, en el curso de una fiesta dada en el
palacio del califa en Samarra, se presentó una
curiosidad de todo punto inesperada, y extraordinaria: las
naranjas y los limones de la India. Al siguiente siglo, el
naranjo se aclimataba al suelo de Palestina. El arroz y la
caña de azúcar fueron llevados a regiones que
antes desconocían. A finales del siglo IX, la
aparición del papel había acarreado la ruina de
los productores de papiro en Egipto. El lino lo
sustituyó. El Fayún y el lago de Tinnis
encaminaron hacia la Mesopotamia
enormes cantidades de tejidos blancos, elaborados a veces con
hilos de plata y oro. En 973, la conquista de Egipto por los
Fatímidas originó la ruptura con Bagdad y por
consiguiente la pérdida de este mercado. La
solución consistió en la distribución por todos los países
árabes, desde el Irán hasta España,
en el siglo X, del algodón de la India: a esta fecha se
remonta el éxito del algodón egipcio. (T II, 1965
p. 62)

La región donde mejor se deja estudiar el nuevo
proceso social
es en al-Andalús:

"el perfeccionamiento extraordinario del primitivo
sistema de riegos, sometido a un régimen administrativo
para la distribución de agua y acequias, fueron
realizaciones que modificaron eficazmente la agricultura,
aumentando la rentabilidad
de la tierra y del trabajo aplicada a ella" (Parias &
Reglá, T II, 1965 p. 440).

¿Y quiénes son estos señores que se
disputan el agua? Son
los que producen el alimento del califato y los bienes y materias
primas que se comercian, o sea, los ejes del desarrollo a quienes
el califa administra y por lo tanto, sirve. Se conforma una
aristocracia latifundista-comercial, formada por los jefes
conquistadores a quienes se les ha otorgado tierras que han
puesto en envidiable producción –la pequeña
propiedad fue
respetada en general- con la formidable introducción de nuevos cultivos.

Inicialmente, los jefes militares llegados a
España vivían en continuas pugnas entre sí.
Consintieron entonces en 756, en traer un príncipe Omeya:
Abderramán, refugiado en África de la
revolución abasí que se había producido en
Siria y Mesopotamia, para que instalara un emirato y organizara
la sociedad. Desde el comienzo se observa el papel de mediador y
organizador del futuro califato. En general todo el mundo
musulmán sigue la misma estructura
social: "…la aristocracia militar. Si los mercaderes
dedican una parte de sus ganancias a la compra de fincas, por su
parte los propietarios invierten una parte de las suyas en las
empresas
comerciales" (Perroy et al., 1966, p.178). De este binomio el
más importante lo es el ángulo agrícola:
"Por notables y nuevas que sean sus actividades [comerciales], ni
en el Islam ni en Occidente los mercaderes fueron quienes
tuvieron más parte en la constitución de las grandes
monarquías territoriales" (Idem, 1966, p.188).

4.7 Monarquías europeas:
Centralización.

Una tierra salida del coloniaje, pobre, subdesarrollada,
balbuceante, sin una lengua propia,
olvidada del latín y de la cultura grecorromana, iba a
tomar el relevo. Llegaban las traducciones de los tratados
árabes y griegos (ahora despreciados en los Califatos
hombres como Avicena, a quien olvidaban por el reaccionario
Algazel, y más tarde repudiados Averroes y el hebreo
Maimónides). Eruditos hebreos, españoles y de otras
nacionalidades traducían constantemente en el Reino de
Castilla del árabe al latín tesoros de la cultura
griega, india, persa y árabe. Y por el camino entre
los Pirineos y el mar los pergaminos enrollados, sus copias o las
copias de copias terminaron en las abadías que ya estaban
diseminadas sobre todo por Europa occidental. Las abadías
de Italia y el rico sur de Francia al
cabo fueron bien vigiladas, pero una tierra de bosques helados al
norte del paralelo cuarenta y cinco, nadie la estimaba en gran
cosa. Eran territorios habitados por extraños seres muy
claros de piel, ojos y
cabello lo cual les permitía acopiar toda la radiación
ultravioleta que escaseaba tanto en aquellos lugares. Hijos de
guerreros parisi, bárbaros entre los bárbaros,
bretones, normandos, la inmundicia rezagada. El desarrollo no lo
propicia el frío. Pero esta vez iba a parirse a gritos en
bosques marchitos de nieve.

Pero un poco antes de que arrancara el desarrollo por
encima de los cuarenta y cinco grados de latitud había
ocurrido una evolución sorprendente en la península
ibérica.

Los reinos visigodos,
vecinos a la fuerza de la cultura árabe, habían
estado desde el siglo VII combatiendo con menos que más
éxito contra el califato que desde Córdoba
había fundado una muy desarrollada Tendencia a la
Centralización. "Gran parte de la población
anterior de Hispania aceptó la religión musulmana"
(Encarta, 2005). ¿Por qué?

"Al-Andalus, nombre dado por los musulmanes a Hispania,
tuvo una economía próspera, con una agricultura
avanzada, en la que tenía un gran peso el regadío,
y una importante actividad artesanal y mercantil. La
circulación de monedas de oro (dinar) y de plata
(dirham) y la vitalidad de los zocos de las ciudades son
buenas muestras de ello. Pero también destacó
al-Andalus por el desarrollo de la cultura, tanto en las
disciplinas humanísticas como en las científicas.
Recordemos, como ejemplo, la introducción, a fines del
siglo IX, del sistema de numeración indio que se
impuso al romano". (Ibid.)

Pero la sociedad árabe, como se ha dicho, al fin
se estanca en su inmovilismo latifundista-comercial. Los tiempos
requieren una Centralización, la cual es promovida por los
norteños reinos de León y Castilla. Esas mismas
tropas norteñas facilitan que Alfonso III en Portugal, ya
en el siglo XIII, expulse a la morería casi completamente.
Se funda la capital en Lisboa y se establece con firmeza el poder
centralizado a expensas de la iglesia. Su
hijo fomenta la agricultura, crea una universidad en
Coimbra. Algo más tarde, el poder centralizado se torna
casi perfecto con Juan I de Portugal. El reino potencia la
tecnología de la construcción naval y de la
navegación de largo cabotaje, conjuntamente con la
tecnología naval militar. El sueño de alcanzar las
Tierras de la Especiería traería enormes beneficios
a todos los súbditos del reino piramidal establecido. El
rey de Portugal podría comerciar directamente con las
lejanas tierras los deleitosos y caros aromas. Indiscutiblemente
que el conocimiento árabe condicionó este ulterior
desarrollo de la tecnología naval. Geografía,
astronomía, la brújula,
las carabelas y las armas de
pólvora, todo ello imprescindible para la
navegación de largo cabotaje, había sido producto
árabe. Pero en el reino se mejora la tecnología
naval, las ciencias necesarias para la navegación, y las
armas de fuego. Enrique el Navegante se lanza al bojeo del mundo
en busca del "Reino de la India". Y en la vecina España la
corona castellana, auxiliada incluso desde Roma, no acaba de
lograr la fundación de su reinado y mucho menos
sueña con la conquista de las mercaderías del otro
mundo.

Entonces, se produce la maravilla. Una empresa
científica sin precedentes ni consecuentes hasta hoy. Con
el esfuerzo final que conduce a la expulsión de los
árabes, con la conformación a fuerza de coraje e
inteligencia del Reino Unificado de Castilla y Aragón y el
arribo a la jefatura del Estado de una mujer
excepcional, Isabel la Grande, España decide una
expedición científica para adelantarse a Portugal y
arribar a las Islas de la Especiería por el Oeste.
Atravesando nada menos que la inmensa Mar
Océana.

Esta decisión, por mucho que se haya valorado
hasta el presente, no tiene parangón en la Historia.
Culmina, en primer lugar, una concepción científica
del mundo emanada desde los propios sacerdotes consejeros de la
Reina: la representación de La Tierra como esférica
y la posibilidad de salirse de la navegación de cabotaje y
orientar una expedición en medio de un enorme mar sin
referencias espaciales. Culmina, en segundo lugar, otra
concepción científica del mundo emanada desde los
propios sacerdotes consejeros de la Reina: La Tierra ya no es la
posada de tránsito donde se viene a rezar para ganarse el
cielo, la ciencia por primera vez se propone comprender
completamente el universo. La decisión de Isabel la Grande
de financiar el viaje de Colón es con mucho una
decisión más valiente y científica que las
modernas conquistas de La Luna y de Marte debido a los tremendos
tabúes que tiene que derribar. El viaje de Colón es
español por derecho de ciencia, aunque lo haya efectuado
un navegante genovés: no existe Estado en Europa que se
atreviera a tanto. Colón recorre toda la Europa
occidental, desde los comerciantes italianos hasta el reino de
Portugal y ninguno de ellos confía (tiene suficientes
conocimientos para confiar) en la factibilidad de
tal expedición científica, que acercaría las
naves al mismísimo Paraíso (frente a la boca del
Orinoco Colón creyó ver las puertas del
Paraíso), reino de Dios y no de los hombres, o lo
despeñaría a las entrañas del infierno.
Siglos de mitos y
temores místicos se volatilizan al aliento del SI que da
Isabel la Grande a Colón. Y de no ocurrir un accidente
histórico que tendría titánicas
consecuencias hasta hoy, España no hubiera cedido la
primacía europea a las bárbaras tribus de piel,
ojos y cabellos claros que vivían más arriba del
paralelo cuarenta y cinco.

Partes: 1, 2, 3
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