- Resumen
- Cronología
biográfica de R. Descartes - Factores
psíquicos, educacionales y sociales que condicionaron la
obra de Descartes - La
influencia de la Teología en la fundamentación
del método cartesiano - El problema
del Método - El
racionalismo teológico artesiano - El
racionalismo teológico aplicado a la "res
extensa" - "No hay
nada en todo este mundo visible o sensible sino lo que he
explicado". Objeciones - Bibliografía
Resumen
En este escrito se presenta una nueva visión de
la obra de René Descartes (1596-1650) padre del
Racionalismo,
a quien se le podría considerar igualmente como un
teólogo que incurrió en numerosas
incoherencias y contradicciones en sus razonamientos y como el
fundador de un "Racionalismo Teológico" hacia el que fue
guiado desde su formación cristiana, que le condujo a
defender la fe y la Revelación por encima de toda
razón. A pesar de haber pretendido reconstruir la
Filosofía partiendo de cero, construyó un sistema
filosófico apoyado en el pilar carcomido de las doctrinas
relacionadas con el Dios cristiano, tanto para fundamentar su
método
como su sistema filosófico y científico, fracasando
en ambos proyectos.
Resulta incomprensible que, siendo tan graves las
incoherencias y contradicciones en que incurrió en la
elaboración de su obra, los críticos apenas hayan
hecho referencia a ellas: Nunca he visto criticada su absurda y
engreída pretensión según la cual "no hay
ningún fenómeno en la Naturaleza
cuya explicación haya sido omitida en este Tratado". Pues
bien, además de éste, existen otros
desvaríos del mismo calibre o muy parecido a lo largo de
su producción. En este trabajo se
presenta una parte importante de ellos y se intenta hacer
referencia a algunas de las causas psicológicas y sociales
que propiciaron que un hombre tan
dotado intelectualmente fuera capaz de incurrir en errores tan
graves que casi desde el principio rompieron la coherencia de su
método, y de realizar afirmaciones tan absurdas que
determinaron la inconsistencia de su sistema.
Introducción
En este escrito se presenta una nueva visión de
la obra de René Descartes (1596-1650) padre del
Racionalismo, a quien se le podría considerar igualmente
como un teólogo que incurrió en numerosas
incoherencias y contradicciones en sus razonamientos y como el
fundador de un "Racionalismo Teológico" hacia el que fue
guiado desde su formación cristiana, que le condujo a
defender la fe y la Revelación por encima de toda
razón. A pesar de haber pretendido reconstruir la
Filosofía partiendo de cero, construyó un sistema
filosófico apoyado en el pilar carcomido de las doctrinas
relacionadas con el Dios cristiano, tanto para fundamentar su
método como su sistema filosófico y
científico, fracasando en ambos proyectos.
Resulta incomprensible que, siendo tan graves las
incoherencias y contradicciones en que incurrió en la
elaboración de su obra, los críticos apenas hayan
hecho referencia a ellas: Nunca he visto criticada su absurda y
engreída pretensión según la cual "no hay
ningún fenómeno en la Naturaleza cuya
explicación haya sido omitida en este Tratado". Pues bien,
además de éste, existen otros desvaríos del
mismo calibre o muy parecido a lo largo de su producción.
En este trabajo se presenta una parte importante de ellos y se
intenta hacer referencia a algunas de las causas
psicológicas y sociales que propiciaron que un hombre tan
dotado intelectualmente fuera capaz de incurrir en errores tan
graves que casi desde el principio rompieron la coherencia de su
método, y de realizar afirmaciones tan absurdas que
determinaron la inconsistencia de su sistema.
Desde hace muchos añoss y educacionales � se
considera a Descartes como
el creador de la corriente racionalista de los siglos XVII y
XVIII, como el fundador de la Filosofía
moderna y como un filósofo de extraordinaria
valía por haberla liberado de su dependencia de la
tradición filosófica anterior y, en especial, de la
Filosofía Escolástica.
Descartes, según nos cuenta en El Discurso del
Método, decepcionado por las enseñanzas
recibidas a lo largo de su juventud,
pretendió reconstruir la Filosofía como un conocimiento
absolutamente seguro, partiendo
de un método que le ayudase a conducir bien su
razón de modo que pudiera llegar al conocimiento de todo
aquello para lo cual estuviera capacitado, sin aceptar nada que
no fuera absolutamente evidente. Eso fue, al menos, lo que
dijo.
Este objetivo era
muy ambicioso, y el filósofo francés
consiguió, efectivamente, algunos resultados importantes
en sus reflexiones acerca del método y en su
aplicación de dicho método a diversas investigaciones
relacionadas con las Matemáticas y con la Física, pero la
utilización de un criterio de verdad como el de la
evidencia –necesariamente subjetiva-, la
inclusión de la existencia de Dios como una parte
esencial en la fundamentación de la regla de la
evidencia y su adopción
de las supuestas cualidades divinas como principios a
partir de los cuales deducir las leyes del
Universo
representaron un punto de partida absurdo que le condujo a
errores muy graves en todos los terrenos, tanto en el de carácter metodológico como en el de
carácter sistemático, y tanto en el terreno
filosófico como en el científico.
Por otra parte, en los planteamientos cartesianos hay
incoherencias y contradicciones realmente graves
que no son consecuencia de los errores anteriores, relacionados
con la aplicación de la regla de la evidencia y con la
aplicación de la idea de Dios para reconstruir el conjunto
de la Filosofía, sino que derivan de la peculiar personalidad
de Descartes, de sus creencias religiosas, del mismo
ambiente
religioso en cuyo contacto transcurrió su vida, y
también de la asombrosa ligereza argumentativa del
filósofo francés que, a pesar de su exigencia del
rigor más absoluto en la búsqueda de la evidencia,
aceptó en la práctica evidencias subjetivas
extremadamente alejadas de auténticas verdades
objetivas.
Por ello, en el presente estudio, además de
realizar una crítica
del uso de la evidencia como criterio de verdad y de
rechazar la importancia ingenua y absurda que concedió a
la Religión a la hora de fundamentar su
método y su sistema filosóficos, se
mostrarán toda una serie de incoherencias y de
contradicciones que en una gran medida fueron consecuencia
de la especial personalidad del "padre del racionalismo" y de las
circunstancias que rodearon su vida desde su formación
inicial en el colegio de jesuitas de
La Flèche, las cuales le condujeron a una
interpretación teológica del Universo,
entendiéndolo como una realidad deducible a
partir de la inmutabilidad y de la omnipotencia
divinas.
Las repercusiones de esta interpretación fueron especialmente
negativas en la filosofía cartesiana, de manera que,
paradójicamente, el pensador que había preconizado
de modo especial la exigencia de la evidencia más absoluta
a la hora de aceptar como verdad un supuesto conocimiento, en la
práctica actuó de manera absurdamente contraria
respecto a tal exigencia.
En líneas generales los estudios acerca de la
filosofía cartesiana suelen estar cargados de alabanzas
hacia este pensador a causa de su esfuerzo por conseguir para la
Filosofía un despegue respecto a su dependencia de la
tradición de la Escolástica y en general de toda la
Filosofía anterior, como de un lastre que le
impedía un auténtico progreso para convertirse en
un conocimiento seguro. Sin embargo y reconociendo que esto pueda
ser cierto en alguna medida, lo que llama la atención de manera especial es comprobar
que los críticos en general han incidido muy poco en el
análisis crítico de las
múltiples contradicciones en que este pensador
incurrió por no haber sido consecuente con las exigencias
de su propio método, de manera que casi podría
decirse que la "filosofía cartesiana" es uno de los peores
ejemplos que pueden encontrarse por lo que se refiere a la
aplicación del "método cartesiano".
Por todo ello puede tener interés
realizar un estudio acerca de las peculiaridades
psicológicas de este filósofo así como de
las circunstancias sociales e históricas que le rodearon a
fin de entender algunos de los condicionantes que repercutieron
en las múltiples contradicciones en que incurrió,
que de forma especialmente paradójica le llevaron a la
construcción de un método, de una
Metafísica y de una Física llenas de
disparates que los críticos no han comentado
suficientemente o, en algunos casos, ni siquiera se han molestado
en señalar.
En lo que viene a continuación se hace una
exposición crítica de los aspectos
fundamentales de la filosofía cartesiana, tanto en lo
referente al método como en lo referente al sistema,
aunque incidiendo especialmente en aquellos aspectos que
convierten la mayor parte de sus doctrinas en pésimas
aplicaciones de su método o en muestras de una
megalomanía muy especial.
En segundo lugar, se analiza el método cartesiano
así como su fundamentación en Dios para mostrar la
serie de incoherencias en que Descartes incurre en esta
cuestión que debía servir de punto de partida para
la recuperación posterior de aquellos supuestos
conocimientos que habían quedado en suspenso mientras no
se tuviesen las garantías más estrictas acerca de
su verdad.
Y, en tercer lugar, se hace referencia a las supuestas
"verdades evidentes" más destacadas de su sistema, que en
una considerable cantidad son prejuicios aceptados procedentes de
las doctrinas de la religión
católica, asumidas desde el adoctrinamiento recibido en la
infancia del
pensador francés o a partir de argumentos absurdos,
fácilmente criticables mediante un razonamiento
mínimamente riguroso o a través de la experiencia,
que Descartes apenas se molestó en utilizar.
En consecuencia y como una primera aproximación
al estudio de esta serie de condicionantes en que se
desarrolló la vida y la actividad intelectual cartesiana,
a continuación se hace referencia a algunos de dichos
factores en cuanto una reflexión sobre ellos puede
contribuir a comprender mejor la causa de tales contradicciones,
de tanta presunción y de tanta frivolidad, y en cuanto
puede animar a los críticos a profundizar en el estudio de
todos estos condicionantes de un modo más exhaustivo y
preciso.
Los dislates cartesianos son tantos, tan claros y
distintos, que se podría llegar a pensar que los
críticos, en connivencia con la Iglesia
Católica, hayan podido ponerse de acuerdo para
silenciarlos a fin de que quien no se conforme con la fe y busque
la verdad mediante la ayuda de la Filosofía acepte al
menos la filosofía cartesiana como complemento, más
próxima a la Teología de un teólogo sin
excesivas pretensiones, y no pretenda profundizar llegando hasta
Feuerbach, Schopenhauer,
Marx o
Nietzsche, a
fin de que no corra el peligro de dar la espalda al "refugio"
representado por la llamada Iglesia Católica.
Quizá quienes hayan leído los anteriores
párrafos puedan escandalizarse de lo que en ellos se dice,
pero quizá también el hecho de que un
filósofo como Descartes se haya atrevido a escribir que
"no hay ningún fenómeno en la Naturaleza cuya
explicación haya sido omitida en este Tratado" les lleve a
sentir curiosidad por conocer al "genio" (?) que realizó
tal proeza y muchas otras de una dimensión
parecida.
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