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Cuatro hipótesis sobre la crisis educativa en el Perú (página 2)



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Ideologización del gremio magisterial.

Estamos convencidos que nadie discute la importancia de
un sindicato de
maestros, por el contrario somos de la convicción que es
necesario y positivo, siempre que exista una conducción
coherente. Tampoco resulta inaceptable o inconveniente que todo
maestro tenga una convicción y una posición
ideológica o política definida, lo
que sí resulta preocupante es que el color
político de las personas que conducen el gremio se
anteponga al servicio
docente que se ofrece a los niños
del país, en representación o por encargo del
Estado. El
sindicato de maestros de nuestro país precisamente se
caracteriza por la excesiva ideologización política
de dirigentes y agremiados, que es hegemonizada por el grupo
político "Patria Roja", aunque no necesariamente por
convicción y menos por afiliación de todos los
agremiados, si no fundamentalmente por la – seguramente –
obligada filiación de sus directivos, quienes, como es muy
notorio, rotan en los cargos indefinidamente con el fín de
mantener el dominio del
gremio.

De otro lado, es evidente que, casi siempre, el
ejercicio de un cargo sindical conlleva una serie de prebendas y
que en el gremio magisterial tampoco es la excepción,
razón por la cual se observa la presencia de dirigentes ya
longevos, que muy bien podrían disipar sus energías
y experiencias en otro tipo de actividades, como las de
asesoría, dejando paso al surgimiento de nuevos y
jóvenes líderes, que tanta falta hacen en nuestro
país.

Pero aun pasando por alto estas irrefutables
aseveraciones, lo que más preocupa de esta evidente
ideologización de la cúpula sindical es la actitud
contestataria, manifestada en el constante – casi mecánico
– rechazo a los cambios educativos que los respectivos
gobiernos quieren implementar, pues aun antes de someterlos a un
análisis serio y meditado esgrimen
cualquier pretexto, como presunto argumento, para oponerse a la
medida en ciernes.

Esta es y ha sido una práctica sindical de todas
las dirigencias, prácticamente desde los inicios del
funcionamiento del gremio, tal como se puede inferir a partir de
las experiencias siguientes:

La reforma educativa de los setenta tuvo su fracaso
– reconocido por propios y extraños – entre
otros factores, por la no participación de los maestros en
su aplicación, llegándose incluso al extremo de no
reconocer su validez, pese a ser oportuna, coherente y legal. Los
acuerdos sindicales de base y las consignas dirigenciales, a la
par del poco entusiasmo del magisterio, tuvieron un rol
preponderante para resistir su aplicación en desmedro de
su eficacia.

En la década de los ochenta, en un contexto
democrático de gobierno, se
pretendió cautelar la buena marcha de los centros
educativos, sobre todo en las zonas rurales, donde el
índice de inasistencias es demasiado elevado, mediante la
participación de las autoridades distritales o
municipales, medida que ni siquiera llegó a normarse
debido al evidente y antelado rechazo del gremio.

En la década de los noventa, si bien hubo cierta
y obligada participación de los maestros en los programas de
capacitación docente, financiados con
costosos créditos de los organismos internacionales,
en la práctica dicha capacitación no ha tenido
ninguna utilidad, ningun
valor, pues
por versión de los mismos maestros ni el constructivismo
ni los proyectos
institucionales se aplican, pese a la utilidad y validez de
dichas innovaciones.

En lo que va de la presente década, y más
recientemente, hemos sido testigos del absurdo rechazo a la
evaluación docente, felizmente llevada a
cabo contra viento y marea por las actuales autoridades
educativas. Tal habrá sido posiblemente el dogmatismo para
oponerse, porque luego de la recapacitación sobre los
resultados obtenidos los propios dirigentes han hecho su
mea-culpa al haberse visto rebasados por el apoyo mayoritario de
toda la comunidad hacia
dicha medida y por ende al rechazo masivo a la actitud negativa
del gremio.

Parece pues que en nuestro país el principio
científico de la causalidad, entre el ejercicio
magisterial y el desarrollo
(calidad)
educativo, no tiene ningun valor significativo, por el contrario
seguirán tendientes hacia valores
negativos de mantenerse el divorcio entre
estas dos categorías, como si ambas no formaran parte de
un mismo hecho, problema o proyecto, cuya
solución nos corresponde a todos, sobre todo a los
maestros en cuyas manos recae la responsabilidad de la formación cultural de
la nación.
No deja de dar cierta envidia al constatar como en otros
países (Argentina) son los gremios magisteriales los
principales impulsores de reformas que llevan adelante sus
gobiernos.

Durante nuestra ya prolongada práctica docente
con maestros, incluso con sindicalistas, llegamos siempre a la
conclusión y al convencimiento de la urgente
reorientación de la práctica sindical, por que a
estas alturas de la historia ya no es posible
mantener posiciones sindicales dogmáticas, ya superados
por la realidad y por la ciencia,
tal el caso, por ejemplo de la estabilidad laboral absoluta
cuando ya está debidamente estudiado y comprobado que la
rutina a la que conlleva la estabilidad (en curso, aula, centro)
ocasiona estrés
laboral y otro tipo de patologías
sicosomáticas. Hace algunos años se leía en
las plataformas de lucha la supresión del descuento para
efecto de pensiones, como si los maestros nunca se iban a
jubilar, o que iban a vivir de sus "rentas" – posiblemente
espirituales – en cualquiera de estos casos resulta evidente el
terrible daño
que se hace a la persona del
maestro y a la educación de
nuestros niños. Es hora pues de recapacitar y enmendar
rumbos por el bien de nuestro país.

Pero paradójicamente, a la luz de las
plataformas de lucha de los últimos años, no deja
de llamar nuestra atención la gruesa incoherencia del gremio
entre el discurso y la
praxis en
defensa de la educación
pública, pues más parece una declaración
lírica e inconsistente por lo siguiente:

  • La directa o indirecta resistencia al
    cambio
  • El escaso compromiso con las innovaciones
  • La casi nula identificación con las instituciones estatales
  • Más y mejor trabajo en
    instituciones educativas privadas y no siempre con mejores
    salarios.
  • La irrelevante aplicación del constructivismo
    después de los programas del Plancad que tanto
    costó.
  • La burocrática elaboración y escasa
    aplicación de los PEIs.
  • A mas huelgas y mas insistencias en las entidades
    educativas estatales más credibilidad de las
    privadas.

Carencia de formación en
gestión
.

Talvez uno de los problemas tan
o más gravitantes en la calidad
educativa, por lo menos desde mi perspectiva
académico-profesional, radica en la deficiente,
insuficiente y aun mediocre gestión
ejercida por un gran sector – probablemente mayoritario
– de los directivos de las instituciones educativas
estatales y tambien no estatales, sobre lo cual poco se ha
reparado, menos aun estudiado y por tanto no existen aun
propuestas racionales y coherentes que ayuden a superar tales
limitaciones.

En las instituciones educativas del Estado esta
situación se presenta porque no existe la especialidad y
más aun una carrera de administración de la educación que
implique la formación, selección,
ejercicio, monitoreo y evaluación que el Estado
debería estar obligado a planificar y ejecutar, por ser
una de las áreas específicas y estratégicas
claves para el desarrollo educativo. Las incipientes experiencias
como la Escuela de
Directores en un par de Regiones, auspiciadas por los Gobiernos
Regionales respectivos y la capacitación a traves del
programa del
PLANGED resultan insuficientes para satisfacer la demanda
cuantitativa y cualitativa de gestores del sistema
educativo a nivel nacional.

En el sector privado la situación se presenta
motivada por la legislación vigente, por cuanto al
amparo de
dicha normatividad los promotores hacen y deshacen de sus
instituciones como les viene en gana, como cualquier entidad o
actividad económica comercial convencional. No es raro ver
como por ejemplo los directivos que contratan para conducir sus
entidades tienen que adoptar la condición de un subalterno
sumiso, sin capacidad discrecional, ni decisional, dando la
impresión que más se tiene que poner al servicio
del empleador y no de los objetivos
trascendentes de la institución para lo cual fue
contratado. Todo esto además del enfoque mercantilista con
el que actúan muchísimas entidades educativas
privadas, hace pues que se privilegien los objetivos
económicos de los dueños antes que los sociales o
pedagógicos de los niños y las familias, que es la
razón de ser de toda entidad educativa.

La conducción o gestión de entidades
educativas requiere de una formación sistemática y
especializada, más allá y más arriba de la
formación pedagógica inicial, que seguramente ya lo
tienen los directivos pero que no garantiza necesariamente el
éxito
en la función
directiva. Se requiere de la formación de un perfil
específico para el cargo, en el cual debe primar la
formación de una mentalidad gerencial, emprendedora,
innovadora, motivadora y que se traduzcan en resultados
concretos, que es precisamente lo que nos hace falta en la
actualidad.

Los programas de maestría en gestión
educativa, que tan profusamente vienen desarrollando la
mayoría de las universidades del país, se ejecutan
más con un criterio comercial y mercantilista, antes que
con un enfoque académico, racional y coherente con las
demandas educativas de nuestro país. Es más, la
diversidad de modalidades, en la mayoría de los casos de
dudosa credibilidad, en su ejecución dejan mucho que
desear para lograr una adecuada calidad formativa, más aun
tratándose de un grado académico de tanta
significación y trascendencia, pues al paso que vamos, y
no es gratuito afirmar, pronto el grado académico se
verá tan devaluado y masificado, si es que ya no lo
está, por lo que poco será el aporte que ofrezca al
desarrollo personal,
institucional y menos al desarrollo educativo nacional. No
quisiera ser pesimista, porque la realidad así lo indica,
creo que aun es tiempo de
tomar algunas medidas para enfrentar esta situación, a mi
juicio, perniciosa.

Pero aun existen algunos desfaces más, como todos
los programas de maestría en gestión son
autofinanciados las autoridades las autoridades educativas
estatales se ven limitados para lograr el aporte de los mejores
egresados, que seguramente los hay y lo seguirán habiendo,
porque éstos no se sienten obligados a servir al Estado
porque tienen que recuperar la inversión ocasionada, en otras áreas
o funciones y no
precisamente en la dirección de entidades estatales, dada la
limitación de estímulos que se ofrece.

Reiteramos pues nuestra convicción profesional
que aun teniendo presupuesto
suficiente, docentes
capacitados y motivados, curriculos pertinentes, infraestructura
adecuada, etc. nada o poco de esto se podría aprovechar si
es que no existe una buena capacidad de gestión; porque al
gestionar, dirigir, gerenciar, o como se le quiera llamar, mas
que trabajar y lograr resultados con recursos
tangibles, se trabaja con conductas, valores, voluntades y
potencialidades porque sin ellos no es posible ningún
logro y esta es precisamente la parte más compleja, cuando
no difícil, en todo gestión institucional,
más aun cuando tenemos acendrada la cultura de la
rutina, por ende de la resistencia al
cambio, de la mediocridad, de la ley del menor
esfuerzo, del hacer a medias y del aprovechamiento personal, con
los cuales no se puede avanzar satisfactoriamente al logro de las
metas.

Por todo esto, nuestra reflexión y nuestra
advertencia para de una vez por todas encarar este vacío,
ahora que existen recursos extras suficientes y procesos de
descentralización en marcha, que bien
podrían posibilitar la implementación de una
política coherente y sostenida orientada a la
formación de cuadros directivos.

Ausencia de control de
calidad en el proceso
.

La teoría
y la tecnología que conlleva el control de la
calidad en las distintas actividades del quehacer humano se han
desarrollado tan vertiginosamente en los últimos tiempos
pero, lamentablemente, es muy poco lo que se ha incorporado al
quehacer educativo de nuestro país, pese a que los
fenómenos de la
globalización, la competitividad
y la modernidad
así lo obligan, pero más aun por la exigencia de
salir de la crisis
educativa en la que nos encontramos.

Nuestro país es posiblemente el único en
América
Latina que no tiene institucionalizado algun mecanismo que
posibilite la cautela de la calidad educativa, lo que existe
podemos catalogarlo como previsiones de calidad a nivel de
insumos (programación, PEI, etc.) y tambien
mecanismos de medición de la calidad, vale decir de los
resultados, pero en el intervalo entre los insumos y los productos,
nada ni nadie cautela que el proceso sea
llevado a cabo con calidad, con eficiencia y
eficacia. Este vacio podría ser asumido por algun
mecanismo, como el de la Supervisión por ejemplo, hoy mal llamado
monitoreo, que lamentablemente ha sido dejado de lado, rezagado o
minimizado por el Ministerio de Educación desde hace un
buen tiempo, por lo menos hace tres décadas.

Consideramos que la Supervisión Educativa
bien concebida, es decir debidamente planificada e implementada y
técnicamente ejecutada y evaluada, podría
posibilitar buenos resultados, pues con esta función se
podría cautelar o verificar y retroalimentar:

  • La correcta aplicación de los planes
    educativos
  • El cumplimiento de la normatividad educativa
    vigente
  • El uso racional de los recursos asignados
  • La práctica de un clima
    institucional saludable y por ende favorable al proceso
    educativo
  • El real desempeño de los docentes en
    aula
  • El nivel real de logros en el aprendizaje
    de los alumnos
  • La correcta aplicación de los procesos y
    políticas educativas
  • La promoción y seguimiento a las
    innovaciones como es el caso de la inminente
    municipalización de la gestión
    educativa.
  • El mejoramiento de la calidad profesional y de la
    autoestima
    de los docentes, entre otros.

Es preciso pues reiterar que la Supervisión
Educativa, pese a ser una función o actividad trascendente
y por lo mismo histórica, en nuestro país ha
perdido interés de
parte de los gobiernos, no se sabe si será por la
miopía gerencial o la incapacidad en su
implementación, a la inversa de lo que continúan
haciendo otros países de la región, razón
por la cual asumimos que nos superan ampliamente en los
resultados de las mediciones de calidad en los aprendizajes.
Felizmente todavía estamos a tiempo para volver a
potenciar este o cualquier otro mecanismo que nos permita
cautelar que los procesos educativos sean de calidad para lograr
resultados de calidad.

Profesor de la Escuela de Post Grado de la
Unife

FORMACIÓN O
DESEMPEÑO PROFESIONAL

¿Un dilema ético, académico o
mercantil?

Las variables que
identifican el presente artículo corresponden a las
dimensiones epistémicas del saber y el hacer y ambas
llevan implícitas como componentes el
conocimiento, las actitudes y
los valores,
indispensables tanto para el conocer como para el actuar. Del
necesario dominio de estos componentes se encargan las
universidades, a traves de sus diversas unidades
académicas (facultades, programas o escuelas), para formar
los profesionales que nuestra sociedad
demanda, más en términos cualitativos antes que
cuantitativos, que es lo que lamentablemente prima en la
actualidad.

Precisamente tanto por nuestro dilatado ejercicio
profesional docente cuanto por los años vividos que nos
han condicionado a seguir muy de cerca el ejercicio profesional
de los galenos, nos posibilitan esbozar algunas reflexiones
académicas, que en tanto personales, espero queden en el
nivel sólo de opinión o en el mejor de los casos
como reflexiones referentes para o sobre la enseñanza médica futura.

Algunos antecedentes.

Los casos clínicos que nos sirven de referencia
para formular algunas reflexiones se sintetizan en los
siguientes:

* Paciente que ingresa aun nosocomio por un infarto al
miocardio pero al intervenir encuentran un tremendo tumor
(benigno) detrás del corazón. A
pesar del tamaño ¿no fue posible detectarlo con
anterioridad?

* Paciente que sufre dolores en las rodillas es
condicionada, sin mayores estudios, a una intervención,
sin embargo por una fortuita e imprevista radiografía
lumbar se detecta un tumor (maligno) en la médula.
¿se puede plantear un operación a simple
vista?

* Paciente que sufre de intensos dolores abdominales
tardíamente se detecta líquido en el
corazón, en la espera del drenado pertinente fallece sin
saber la causa real del deceso, salvo el consabido
(síntoma) paro
respiratorio. ¿Será que "así es la
medicina
compadre
" como refirió algun médico amigo
consultado al respecto?.

* Paciente que es tratado por muchos años por
problemas otorrinos y reumáticos pero que en el transcurso
se desarrolla un tumor pulmonar (maligno) que no fue detectado a
tiempo, ni siquiera intuído por el
"especialista".¿No existe acaso la sospecha del
científico
?

Frente a estos y seguramente muchísimos otros
casos que estarán en la mente de los lectores y de los
propios galenos surgen algunas interrogantes que pretendemos
dilucidar:

  • ¿No es acaso que los médicos peruanos
    reciben una formación general básica? O es que
    ésta no es suficiente.
  • ¿No será posible que los médicos
    actúen con visión sistémica? Como es el
    caso del funcionamiento del organismo.
  • ¿Hasta que punto una excesiva
    especialización impide o limita una atención
    integrada de cualquier enfermedad?
  • ¿La formación profesional y por ende el
    ejercicio profesional responde a criterios científicos o
    solo a procesos técnicos? O es que acaso responden mas a
    criterios mercantilistas.
  • ¿Acaso el tratamiento prolongado de una
    enfermedad crónica impide "especular" sobre la posible
    aparición de nuevas dolencias?
  • ¿Es verdad que los médicos están
    preparados para atender a la enfermedad y no al paciente?, etc.
    etc.

Antes de tratar de formular posibles respuestas a estas
y otras interrogantes, considero que es necesario establecer
algunas premisas de las cuales estamos muy conscientes y que de
alguna manera disipan la profundidad de las mismas.

  • El médico no es un profesional infalible, ni
    tan poderoso como para evitar procesos vitales inevitables como
    son la enfermedad y la muerte,
    pero si poder
    mitigarlas..
  • Los seres humanos somos seres biosicosociales
    totalmente disímiles unos de otros, por tanto mal se
    haría en reducir o tratar a la persona como un simple
    "dato" estadístico.
  • En nuestro país se han incrementado
    significativamente los entes formadores de profesionales de la
    salud, como el
    de tantas otras que tienen que ver con el ser humano
    (educación, derecho) pero que lamentablemente distan
    mucho de los niveles de calidad exigibles.
  • Los regímenes laborales y los sistemas de
    vida actuales juegan un papel mediatizador para una mejor
    atención de las demandas de los usuarios.

Dando por aceptadas estas premisas nos permitimos
formular algunas inquietudes orientadas a responder a las
interrogantes enunciadas, en relación a las variables que
dan origen al presente artículo.

Sobre la formación
académica
:

Todas las corrientes pedagógicas modernas
concuerdan en que el núcleo del proceso educativo es la
persona, sujeto del aprendizaje, sin
embargo en la práctica los elementos del proceso parecen
trastocarse, pues la enseñanza cobra preeminencia sobre el
aprendizaje en muchas instituciones educativas y especialidades
profesionales, a la cual – presumo – no es ajena la
profesión médica.

Esta aseveración condiciona a que los procesos
administrativos en tales instituciones enfaticen o generen
mayores niveles de exigencia en el quien y como enseña,
sin tener en cuenta el respectivo correlato en el quien y que
tanto aprende. Es de esperar que esta debilidad formativa inicial
no sea tan evidente como en los postgrados, en los que al parecer
tales estudios responden solo a formalidades o requisitos
administrativos antes que a los académicos a los cuales
deben estar orientados.

Otro factor relevante, de esta presunta falencia del
proceso formativo, radica en el diseño
curricular, el cual – probablemente – por darle mayor
énfasis a los procesos tecnológicos descuida los
aspectos humanísticos o antropológicos que
sustenten el proceso formativo.

No podemos dejar de mencionar tambien que la posible
devaluación formativa se deba incluso a la
orientación mercantilista de las instituciones
respectivas, puesto que en un sistema educativo
de libre mercado se puede
generar demanda para todo y para todos, aunque por el mismo
liberalismo y
la autonomía universitaria las ofertas sean totalmente
diferenciadas y en muchos casos condicionadas al precio.

En cuanto al desempeño
profesional
:

Si bien resulta muy difícil explicar y esperar
que el desempeño guarde correlación directa con el
nivel de formación, dadas las condiciones antes indicadas,
consideramos que existen otros factores que acentúan dicho
desequilibrio.

1° El currículo, al estar al estar muy cargado de
aspectos eminentemente técnicos ("formación para
el trabajo y
la competitividad") podría conducir a que los egresados al
ejercer la profesión lo hagan pensando más en el
hecho o acto, antes que en el sujeto, objeto de la acción.
No es gratuito el apotegma ya institucionalizado que "el
médico trata o estudia la enfermedad pero no al paciente",
aforismo que bien se podría aplicar en otras profesiones,
por ejemplo, "el maestro se preocupa en lo que enseña y no
en lo que aprende su alumno" o en el caso del abogado que se
preocupa más por el proceso que por el litigante,
etc..

2° Otro factor limitante, que condiciona el
desempeño profesional, es el referente a la excesiva
concentración de profesionales, en particular de las
carreras liberales, en las grandes urbes, con lo cual se genera
una excesiva y hasta agresiva competencia entre
ellos por tratar de captar la mayor cantidad de "clientes" en
desmedro de la calidad.

Hasta hace algunos años la atención de los
pacientes se hacía mayoritariamente en consultorios
particulares, en tanto que en la actualidad es casi generalizada
la atención corporativa en instituciones de salud, lo cual
genera sistemas laborales y productivos centrados más en
la cantidad que en la calidad.

3° Concomitante con la aseveración anterior
podemos indicar como otro factor limitante, la precariedad en la
implementación de las instalaciones, equipos y servicios de
tales instituciones, no sólo estatales sino tambien
privadas, con el criterio de la optimización o lo que es
lo mismo la reducción de costos
operativos, que es el principio rector que orienta el sistema
mercantilista en el que nos encontramos inmersos en la
actualidad.

Por esta razones podríamos concluir afirmando que
no solo existen deficiencias académicas en la
formación y ejercicio profesional, que en este caso lo
podrán atenuar la Comisión de Facultades de
Medicina y el Colegio Médico, pero el afán
mercantilista (personal e institucional), que hará que se
deshumanice aun más la atención al paciente,
sólo queda al azar de la buena suerte de ser atendido por
un MEDICO íntegro, que entendiendo las tribulaciones de un
paciente o de familiar ayude a mitigar los inevitables y
naturales procesos vitales de la enfermedad o muerte. Es una
opinión y un sentimiento que de alguna manera me han
permitido explicar o entender los casos antes
referidos.

 

Otoniel Alvarado Oyarce

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