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La eutanasia (página 2)




Enviado por John



Partes: 1, 2, 3

  1. La palabra está compuesta de dos
    términos griegos: eu (buena) y thánatos
    (muerte).
    El significado propio de eutanasia es el de causar directamente
    la
    muerte, sin dolor, de un enfermo incurable o de
    personas minusválidas o ancianas.

    En el sentido más correcto, por eutanasia
    se entiende un "homicidio piadoso", y consiste en quitar la
    vida a un semejante aquejado de enfermedad incurable, de
    achaques de vejes o de malformaciones físicas o
    psíquicas, congénitas o
    adquiridas.

    Es el acto mediante el cual el médico
    conscientemente causa la muerte de un paciente con una
    enfermedad terminal. Por ejemplo un médico realiza
    eutanasia cuando inyecta una cantidad letal de un
    medicamento a un paciente, con el propósito de
    terminar la vida del mismo.

    La eutanasia es una forma de homicidio y esta
    declarada ilegal en la mayoría de los países.
    Difiere del asesinato en que los motivos son más por
    piedad que por malicia. La intención del
    médico es de evitar que se prolongue el sufrimiento
    del paciente en su lecho de muerte.

  2. CONCEPTO
  3. TIPOS DE EUTANASIA

1.3.1 CACOTANASIA

Es la eutanasia que se impone sin el consentimiento
del afectado. La palabra apunta hacia una mala muerte
(kakós: malo) []

1.3.2 DISTANASIA

La distanasia (del griego "dis", mal, algo mal
hecho, y "thánatos", muerte) es
etimológicamente lo contrario de la eutanasia, y
consiste en retrasar el advenimiento de la muerte todo lo
posible, por todos los medios,
proporcionados o no, aunque no haya esperanza alguna de
curación y aunque eso signifique infligir al
moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya
padece, y que, obviamente, no lograrán esquivar la
muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas o
unos días en unas condiciones lamentables para el
enfermo.

La distanasia también se llama
"ensañamiento" y, "encarnizamiento
terapéutico", aunque sería más preciso
denominarla "obstinación
terapéutica".

1.3.3 ORTOTANASIA

Con esta palabra (del griego "orthos", recto, y
"thánatos", muerte), se ha querido designar la
actuación correcta ante la muerte por parte de
quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable en
fase terminal. La ortotanasia estaría tan lejos de
la eutanasia, en el sentido apuntado aquí, como de
la distanasia u obstinación terapéutica. Este
término, reciente, no se ha consagrado más
que en ciertos ambientes académicos, sin hacer
fortuna en el léxico habitual de la calle; pero su
sola acuñación revela la necesidad de acudir
a una palabra distinta de "eutanasia" para designar
precisamente la buena muerte, que es lo que se supone que
tendría que significar la eutanasia, y que sin
embargo ya no significa, porque designa la otra realidad
mencionada: una forma de homicidio.

1.3.4 EUTANASIA DIRECTA

Adelantar la hora de la muerte en caso de una
enfermedad incurable, esta a su vez posee 2
formas:

1.3.4.1 Activa: Consiste en provocar una
muerte indolora a petición del afectado cuando se es
víctima de enfermedades incurables muy penosas o
progresivas y gravemente invalidantes; el caso más
frecuentemente mostrado es el
cáncer. Se recurre, como se comprende, a
substancias especiales mortíferas o a sobredosis de
morfina

1.3.4.2 Pasiva: Se deja de tratar una
complicación, por ejemplo una bronconeumonía,
o de alimentar por vía parenteral u otra al enfermo,
con lo cual se precipita el término de la vida; es
una muerte por omisión. De acuerdo con Pérez
Varela "la eutanasia pasiva puede revestir dos formas: la
abstención terapéutica y la suspensión
terapéutica. En el primer caso no se inicia el
tratamiento y en el segundo se suspende el ya iniciado ya
que se considera que más que prolongar el vivir,
prolonga el morir" Debe resaltarse que en este tipo de
eutanasia no se abandona en ningún momento al
enfermo.

1.3.4.3 EUTANASIA INDIRECTA 

Consiste en efectuar procedimientos terapéuticos que
tienen como efecto secundario la muerte, por ejemplo la
sobredosis de analgésicos, como es el caso de la
morfina para calmar los dolores, cuyo efecto agregado, como
se sabe, es la disminución de la conciencia y casi siempre una
abreviación de la vida. Aquí la
intención, sin duda, no es acortar la vida sino
aliviar el sufrimiento, y lo otro es una consecuencia no
deseada.

CAPÍTULO II:
LA EUTANASIA A NIVEL SOCIAL Y MUNDIAL

2.1 LA SOCIEDAD ANTE
LA EUTANASIA

La eutanasia fue un problema social en aquellas
sociedades
primitivas en que se practicaba la eliminación de vidas
consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida
respecto a los recién nacidos con malformaciones o los
ancianos en distintos pueblos de la antigüedad, hasta que
la influencia del cristianismo
acabó con tales prácticas inhumanas.

Desde la llegada del cristianismo, la eutanasia
dejó de ser un problema social hasta el siglo XX, en que
algunos vuelven a convertirla en problema al pretender su
legalización.

Desde los años 30 de este siglo se vienen
constituyendo asociaciones en defensa de la eutanasia y se han
propuesto leyes
permisivas, que habitualmente han sido rechazadas, en distintos
países. Sin embargo, la actitud a
favor de la eutanasia de estos pequeños grupos, y
cierta mentalidad de relativización del respeto
debido al ser humano (que se expresa, por ejemplo, en el aborto), van
calando en la sociedad, convirtiendo de nuevo a la eutanasia en
un problema social que vuelve a aparecer después de
haber sido superado durante siglos.

Los defensores de la eutanasia así lo exponen
conforme a la siguiente argumentación: la enfermedad,
invalidez o vejez de
algunas personas ha llegado a extremos que convierten esas
vidas en vidas sin sentido, inútiles y aun seriamente
gravosas, no sólo para los familiares y allegados, sino
también para las arcas públicas, que tienen que
soportar cuantiosísimos dispendios en prestaciones
sanitarias de la Seguridad
Social y subsidios de diversa índole, con la carga
que eso supone para los contribuyentes. Estas situaciones se
prolongan, además, gracias a los avances de la investigación científica que han
logrado alargar considerablemente las expectativas de vida de
la población. Por consiguiente, el Estado
tiene el derecho, y aun el deber, de no hacer que pese sobre la
colectividad la carga del sostenimiento de estas vidas sin
sentido.

El efecto de esta acción redundará en beneficio del
conjunto de la colectividad, lo que no deja de ser una
manifestación de solidaridad
social.

El argumento de las "vidas improductivas", por razones
fáciles de comprender, nunca se plantea en los inicios
del debate
social sobre la eutanasia, pero tampoco faltan quienes, en
foros restringidos o en ambientes académicos, mencionan
las "vidas sin sentido" como candidatas a la eutanasia por
razones socioeconómicas.

  1. LA EUTANASIA A NIVEL MUNDIAL

Actualmente, existe una diversidad de posiciones
legales referentes a la aplicación de la eutanasia; a
continuación una síntesis
de las posturas legales en algunos países de América y Europa:

  • Canadá:

Se sostiene que el suicidio es
legal, mas nunca un medico puede intervenir en él. Sin
embargo, por más que existe un número alto de
casos que involucran a enfermos
terminales en busca de asistencia para el suicidio, el
gobierno, al
parecer, evita discutir este tema.

  • Estados Unidos:

El 16 de Noviembre de 1994, de legalizó la
eutanasia en el estado de
Oregon, bajo condiciones limitadas. Luego, el 7 de Marzo de
1996, la Novena Corte de circuito de Aplicaciones
declaró: "cuando los pacientes ya no pueden perseguir la
libertad o
la felicidad y no desean tener la vida, el rigor del Estado en
vigor para mantenerlos vivos es menos obligatorio.

Un adulto enfermo terminal tiene un interés
fuerte en la libertad de elegir una muerte digna y humana, en
vez de ser reducido a un estado de impotencia". Esta
decisión fue condenada por la Asociación
Médica de Estadounidenses y por la Iglesia
Católica Romana.

Finalmente, en la actualidad, la condición
legal de la eutanasia se rige solo en pacientes
terminales.

  • Australia:

En este país se decidió permitir la
eutanasia activa, bajo cuidadosos controles. En una encuesta
realizada en 1995, se llegó a la conclusión que
el 81% de los adultos australianos apoyan la eutanasia. Una
votación separada mostró que el 60% de los
doctores y el 78% de las enfermeras favorecen la
eutanasia.

Asimismo, una votación adicional mostró
que u 40% de 6500 congregaciones cristianas estaban de acuerdo
con el suicidio asistido para enfermos terminales.

  • Cambodia:

El 20 de mayo de 1997, la Corte Constitucional
legalizó la eutanasia únicamente para enfermos
terminales que hayan dado claramente su aquiescencia. Mas,
ahora, los jueces tendrán que escribir una
reglamentación y evaluar cada caso
separándolo.

  • Holanda:

La eutanasia en este país ha sido aprobada en
el 2002, por el Parlamento. Los que se encuentran en contra
afirman que un 16% de las personas que fallecen anualmente son
matadas por los médicos; puesto que, se considera al
paciente en estado crítico, y declaran que lo más
prudente es acabar con la vida del enfermo, con el fin de no
alargar su agonía. La eutanasia se empezó a
utilizar, al principio, interrumpiendo el agua y
los alimentos de
tales pacientes; sin embargo, para hacerlo mas
rápidamente y sin sufrimiento, empezaron a utilizar las
inyecciones letales, y los jueces toleraron esta
práctica.

A diferencia de otros países en Holanda no se
le considera eutanasia a procedimientos como el suspender los
tratamientos a petición del paciente; también se
prohíbe aplicar tratamientos que sean médicamente
inútiles, solo para buscar prolongar la vida.

Mientras que en la mayoría de países es
posible penar el uso de eutanasia hasta con doce años de
cárcel, en Holanda las leyes justifican esta
acción de acuerdo a diversas causas; por ejemplo, el
Código Penal Holandés Art. 40
señala: "No será punible el que se viere obligado
a cometer un acto debido a causas de fuerza
mayor". Esta ley, justifica
a la eutanasia al ser usada en casos como condiciones
físicas deficientes, estado vegetativo irreversible o la
dolorosa y permanente experiencia en una sala de cuidados
intensivos.

La aplicación de la eutanasia es posible bajo
diversas condiciones impuestas por la ley:

a.- Que el enfermo padezca el sufrimiento permanente e
insoportable. Además de no dejarse de aferrar a su deseo
de morir.

b.- La decisión de morir debe ser por la libre
voluntad del paciente, sin ser persuadido por nadie, y este
perfectamente conciente de su situación y no haya
posibilidades de mejora.

Se debe de tener en cuenta que en Holanda, el tema de
la eutanasia, a sido llevado y estudiado durante años
para su aceptación, además que los valores
de dicho país son diferentes (y no por ello negativos),
por tanto, debe ser respetada por los demás
países.

  • Japón:

Este país permite la eutanasia bajo cuatro
restricciones:

  • El paciente sufre un dolor físico
    inaguantable
  • La muerte es inevitable e inminente
  • Se han tomado todas las medidas posibles para
    eliminar el dolor
  • El paciente ha expresado claramente su
    consentimiento.
  • Perú:

En nuestro país, la eutanasia aún no
esta legalizada; puesto que, si se comete "homicidio por
piedad", el código penal señala una pena
privativa de la libertad no menor de 3 años.

Según la mayoría de países, ellos
aprueban la eutanasia; sin embargo, se tienen que cumplir
ciertas condiciones, como es el caso de Japón.

  1. EUTANASIA Y LAS NACIONES UNIDAS: LA
    DECLARACIÓN

UNIVERSAL DE DERECHOS
HUMANOS

La Declaración Universal de los Derechos
Humanos de Las Naciones
Unidas de 1948 es un documento notable. Representa la
primera vez en la historia
humana en que las naciones del mundo estaban de acuerdo,
"Todos tenemos el derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad
de las personas" (Artículo 3). Mientras nosotros
estamos lejos de afianzar estos derechos para todos, el
objetivo
está claro.

Aunque todas las religiones
aceptan el derecho la vida, la Declaración no presume
fundamento religioso, ni el Artículo 3 cuenta con fe
religiosa.

En cambio, el
Preámbulo de la Declaración pone el
desafío simplemente a la humanidad, nosotros debemos
reconocer la dignidad
inherente y los derechos iguales e inalienables de todos los
miembros de la familia
humana… Se instruyeron a las naciones miembros de la
ONU para
publicar ampliamente la Declaración, y anunciarla,
sobre todo en escuelas, para que fuera una inspiración
continua a todos los ciudadanos.

Hoy, muchos estados miembros de la ONU han
legalizado aborto, la
destrucción intencional (de hecho, la matanza) del
niño en útero, el miembro más vulnerable
de la familia
humana.

Esto es, por supuesto, una violación gruesa
de derechos humanos, específicamente el derecho a la
vida de ese niño cuya dignidad y derechos son tan
inalienables como los de todos los otros seres del humano
viviente. ¿Hemos oído hablar nosotros las protestas de
los Naciones Unidas la Asamblea General de esta afrenta a su
Declaración Universal? No ninguna.

Ahora, algunos países miembros, o
jurisdicciones dentro de ellos, están al borde de
legalizar eutanasia. Ésta también es una
violación directa de la garantía de la
Declaración del derecho a la vida. Todavía
ninguna palabra de la ONU. (19)

Un comité del gobierno encabezado por el
Abogado General holandés, inspeccionó la
práctica de la eutanasia en Holanda durante el
año 1990 y otro informe
del año 1995.

Para 1995, el gobierno holandés
informó que la eutanasia (por su definición) se
había aplicado en "sólo" 2.4 por ciento de
todas las muertes (30 % de aumento con respecto al año
1990, donde encontró la eutanasia en el 1.8 por ciento
de todas las muertes).

Pero por normas
internacionales, la eutanasia constituyó casi 20 por
ciento de todas las muertes en los Países Bajos porque
la definición internacional incluye casos de suicidio
ayudado (0.3 por ciento), administración de drogas
letales sin el consentimiento del paciente (0.7 por ciento),
alivio de dolor intensificado con por lo menos intento
parcial para acelerar muerte (2.9 por ciento), y decisiones
del no-tratamiento con la intención explícita
de acelerar muerte (13.3 por ciento). Para 1995, había
casi 26.600 casos de eutanasia, y sólo 13.300
tenían la demanda
del paciente.

Un cambio en la ley holandesa hace posible hoy para
un médico acabar la vida de un paciente si el
médico se rige por lo escrito en "las pautas," como
obtener una segunda opinión (aunque no necesariamente
de expertos de salud
mental o especialistas de cuidado de paliativo), y
completando una encuesta. La nueva ley protege a
médicos que matan a sus pacientes, no pacientes que
son muertos por médicos.

2.2.2 Organizaciones
en defensa de la vida

Hay Organizaciones que luchan contra la eutanasia y
defienden la vida de sus potenciales
víctimas.

A continuación presentamos una lista parcial
de organizaciones en EE.UU. y otras partes del mundo que
educan al público sobre el crimen de la eutanasia y
del suicidio asistido y que defienden a los enfermos, los
ancianos y cualquier otra persona que
pueda ser víctima de estos ataques contra la
humanidad. (sic)

  • Vida Humana Internacional.
  • Human Life International (HLI).
  • American Academy of Medical Ethics
    (AAME).
  • American Life League (ALL).
  • Americans United for Life (AUL).
  • Center for the Rights of the Terminally Ill
    (CRTI).
  • Citizens United Resisting Euthanasia
    (CURE).
  • International Anti-Euthanasia Task Force
    (IAETF).
  • Jews Opposing Euthanasia.
  • National Conference of Catholic Bishops
    (NCCB).
  • National Right to Life Committee
    (NRLC).
  • Physicians for Compassionate Care
    (PCC).

2.3 LA EUTANASIA ES UN PROBLEMA SOCIAL

La eutanasia fue un problema social en aquellas
sociedades primitivas en que se practicaba la
eliminación de vidas consideradas inútiles,
costumbre que estuvo admitida respecto a los recién
nacidos con malformaciones o los ancianos en distintos pueblos
de la antigüedad, hasta que la influencia del cristianismo
acabó con tales prácticas inhumanas. Desde la
llegada del cristianismo, la eutanasia dejó de ser un
problema social hasta el siglo XX, en que algunos vuelven a
convertirla en problema al pretender su
legalización.

Desde los años 30 de este siglo se vienen
constituyendo asociaciones en defensa de la eutanasia y se han
propuesto leyes permisivas, que habitualmente han sido
rechazadas, en distintos países.

Sin embargo, la actitud a favor de la eutanasia de
estos pequeños grupos, y cierta mentalidad de
relativización del respeto debido al ser humano (que se
expresa, por ejemplo, en el aborto), van calando en la
sociedad, convirtiendo de nuevo a la eutanasia en un problema
social que vuelve a aparecer después de haber sido
superado durante siglos.

2.4 CÓMO AFECTA LA EUTANASIA A LA
INSTITUCIÓN FAMILIAR

Dado que todos los ordenamientos jurídicos
reconocen – en una u otra medida – el derecho de los familiares
más cercanos a decidir por el enfermo o incapaz no
posibilitado de expresar por sí mismo su voluntad, la
posibilidad teórica de que los familiares decidan que
procede la eutanasia introduce en las relaciones familiares un
sentimiento de inseguridad,
confrontación y miedo, totalmente ajeno a lo que la idea
de familia sugiere: solidaridad, amor,
generosidad. Esto es así sobre todo si se tiene en
cuenta la facilidad con que se pueden introducir motivos
egoístas al decidir unos por otros en materia de
eutanasia: herencias, supresión de cargas e
incomodidades, ahorro de
gastos

Desde otra perspectiva, en una familia donde se decide
aplicar la eutanasia a uno de sus miembros, la tensión
psicológica y afectiva que se genera al haber propiciado
un homicidio puede ser, y es de hecho, fuente de problemas e
inestabilidades emocionales, dadas las inevitables
connotaciones éticas de tal conducta.

2.5 GRUPOS QUE PROMUEVEN SOCIALMENTE LA
ACEPTACIÓN DE LA EUTANASIA

El hecho de que ciertas legislaciones, o determinados
comportamientos sociales, sean rechazables y aun monstruosos,
no significa que sean vistos siempre así por todos en
todas las épocas. La historia está plagada de
ejemplos a este respecto. En el caso de la eutanasia en este
tiempo
presente, lo primero que hay que decir es que las personas y
los grupos que apoyan una legislación eutanásica
constituyen una minoría exigua en relación con el
conjunto de la sociedad. Pero esto no quiere decir que en un
futuro no pueda aumentar esta proporción, porque es
perceptible que están en marcha campañas de
influencia sobre la opinión
pública en este sentido.

2.5.1 CAMPAÑAS HA FAVOR DE LA
EUTANASIA

Las campañas tendentes a promover opiniones
favorables a la eutanasia suelen desarrollarse de esta
manera:

  • Lo primero que se presenta es un "caso
    límite": se busca un ejemplo de situación
    terminal especialmente llamativa que excite la sensibilidad
    colectiva para justificar la eutanasia en ese caso tan
    dramático y singular. Admitido un caso, desaparecen
    las razones serias para no admitir otros parecidos, y otros
    más, en una pendiente cada vez más permisiva.
    Es el mismo proceso
    que hemos visto ya respecto al aborto: aquí la
    niña oligofrénica violada por su padre es
    sustituida por el enfermo intubado con funciones
    sólo vegetativas, para generar un sentimiento de
    compasión en la opinión pública que la
    conduzca a estar a favor de que se arregle ese "problema". A
    la vez se silencia que "arreglar ese problema" supone matar,
    como en las campañas pro aborto se oculta que
    "arreglar el problema" de la niña violada es, en la
    propuesta abortiva, matar a un ser humano.
  • Esto se complementa con eufemismos
    ideológicos y semánticos, aprovechando la
    complejidad conceptual y terminológica que reviste el
    fenómeno de la eutanasia según se ha explicado
    en el capítulo I. Así, no se hablará
    nunca de "matar al enfermo" o, más suavemente, de
    "quitarle la vida" siquiera, sino de "ayudarle a morir",
    facilitarle la "culminación de la vida", lograr su
    "auto liberación", etc., eufemismos que intentan
    apartar la atención de la realidad material de lo
    que se preconiza: que un hombre
    pueda impunemente matar a otro.
  • Paralelamente, a los defensores de la vida frente a
    la eutanasia la se les procura presentar como
    retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad
    individual y al progreso, etc.; de este modo el debate se
    distrae y no se escuchan con serenidad y ecuanimidad las
    opiniones a favor de la dignidad humana, sino a través
    de los prejuicios creados sobre sus defensores.
  • Como quiera que muchas confesiones religiosas,
    especialmente las de raíz cristiana – no sólo
    la Iglesia Católica, desde luego -, reaccionan
    vivamente contra los intentos de legalizar la eutanasia dada
    su gravedad moral, se
    pretende transmitir la falsa idea de que la eutanasia es una
    pura cuestión religiosa, íntima, de mera
    conciencia individual, y que, por lo tanto, mientras la
    eutanasia no sea obligatoria debe aceptarse en una sociedad
    pluralista.

Como complemento de estas estrategias se
promueven encuestas
para afirmar a continuación que la mayoría de los
ciudadanos, de los médicos o de los enfermos de
cáncer están a favor de la eutanasia. La
experiencia universal en materia de eutanasia es que esas
encuestas no son fiables, dada la confusa terminología
al respecto y los componentes emocionales del tema:
según cómo se planteen las preguntas y se
interpreten las respuestas se pueden conseguir resultados
interpretables de cualquier manera. Recientemente en España
hemos visto un caso modélico al respecto: los titulares
de prensa
anunciaban que, según una encuesta, la mayoría de
los médicos de Barcelona estaban a favor de la
eutanasia.

Analizado el contenido real de tal encuesta, resulta
que los tales médicos están en contra de la
obstinación terapéutica y en contra de la
eutanasia, es decir, opinan lo mismo que lo que expresa este
documento, pero su opinión ha sido manipulada en
servicio de
una idea que no comparten.

  1. LA EUTANASIA LIMITA LAS OBLIGACIONES DE LA SOCIEDAD A SU
    PERSECUCIÓN COMO DELITO

Evidentemente, no. La sanción penal es una
última garantía frente a las actitudes
homicidas, pero no es ésta la única medida
operativo en el terreno real en que se evita la eutanasia: Tan
importante, o acaso más, y desde luego previa a la norma
penal, es la actitud de las personas y los grupos
sociales frente al enfermo, al anciano, al
minusválido.

La mentalidad eutanásica prospera mejor en un
clima social
de rechazo a todo lo que suponga sacrificio, esfuerzo por el
otro, preeminencia de lo inmaterial sobre lo material. Si los
valores
predominantes son el culto al cuerpo, el bienestar material, el
egoísmo ajeno a la solidaridad humana, el desprecio a la
familia y el economicismo materialista – y ésta es una
realidad en auge en nuestra sociedad -, nada de extraño
tiene que una concepción de la vida basada en el puro
pragmatismo
utilitarista caracterice la actitud de algunos frente a quienes
son vistos no como seres humanos, sino como fuentes de
gastos que no aportan ingresos; no
como miembros queridos de la familia, sino como
obstáculos inadmisibles para el desarrollo
personal; no
como pacientes, sino como sobrecarga absurda de trabajo sin
sentido.

Si queremos que en nuestra sociedad los hábitos
de conducta y los valores respetados sean coherentes con un
deseable humanismo y,
por tanto, reacios a prácticas como la eutanasia,
será preciso que en tal sociedad:

  • La muerte no sea un tema tabú, sino un hecho
    natural que forma parte de la vida humana como el nacer, el
    crecer, la condición sexuada o la inteligencia; nadie – ni jueces, ni
    legisladores, ni médicos – se pueda atribuir el derecho
    a decidir que algunos seres humanos no tienen derechos o los
    tienen en menor grado que los demás por sus
    deficiencias, color, sexo, edad o
    estado de salud;
  • La familia sea respetada y querida como ámbito
    natural de solidaridad entre generaciones, en las que se acoge,
    se protege y se cuida a los miembros sanos y a los enfermos, a
    los jóvenes y a los ancianos, a los no deficientes y a
    los que lo son;
  • No se considere la
    organización hospitalaria como el ámbito en
    el que son abandonados los enfermos y ancianos, sino que el
    hogar vuelva a ser lugar de acogida natural en la enfermedad y
    ancianidad y donde la muerte se viva con cariño y
    lucidez;
  • Surjan iniciativas sociales de atención a los
    enfermos terminales en un clima humano, respetuoso con la
    persona y su dolor y técnicamente preparado para ayudar
    a afrontar dignamente la muerte sintiéndose persona,
    como es el caso de los "hospices" británicos inspirados
    por la doctora Cicely Saunders, obra que hace más para
    evitar la eutanasia que un millón de discursos;
  • La Medicina se
    oriente hacia la atención de la persona, no
    limitándose a un puro esfuerzo tecnológico por
    alargar la vida.

Este último aspecto merece una especial
atención, pues la mentalidad eutanásica
transforma, aun sin quererlo, a los médicos en una
especie de verdugos, y se hace preciso que los médicos
sean impulsores y protagonistas de una práctica
médica preocupada por el hombre y
su dignidad en la línea de lo que hoy – como hemos visto
antes – se conoce como Medicina
paliativa.

2.7 EL ESTADO ANTE LA EUTANASIA

2.7.1 LA EUTANASIA, ES UN PROBLEMA
POLÍTICO

Lo es, sin duda, porque uno de los deberes
primordiales del Estado es el de respetar y hacer respetar
los derechos fundamentales de la persona, el primero de los
cuales es el derecho a la vida, y la eutanasia no es sino la
destrucción de vidas humanas inocentes en determinadas
condiciones.

2.7.2 ORDENAMIENTO JURÍDICO AL DERECHO A LA
VIDA

Sí. La Constitución peruana reconoce el
derecho a la vida de todos los seres humanos, y el resto de
las leyes, en especial el Código Penal, protegen este
derecho prohibiendo todo atentado contra la vida de cualquier
ser humano e imponiendo las más severas penas a quien
quita la vida a otro.

No obstante, en los últimos años
algunas leyes han roto el tradicional principio de
protección absoluta del derecho a la vida,
permitiendo, o no castigando, el atentar contra la vida de
los concebidos y aún no nacidos mediante el aborto, o
la destrucción de los embriones humanos creados en el
laboratorio. Tales leyes sobre el aborto y las
técnicas de procreación
artificial han abierto una brecha en la línea
coherente de protección jurídica de la vida
humana, que algunos pretenden ahora a – ampliar aún
más mediante la permisión de la
eutanasia.

Por el contrario, también en los
últimos años, se va extendiendo un consenso
ético sobre la necesidad de prohibir la pena de
muerte, prohibición que loablemente establece la
Constitución peruana.

2.7.3 QUE DICE EL CÓDIGO PENAL SOBRE LA
EUTANASIA

Nuestras leyes no mencionan el término
"eutanasia" en absoluto. El Código Penal no contiene
ninguna regulación especial de la eutanasia, pues
considera homicidio tanto al que se comete por
"compasión" o para evitar el dolor como al que se
comete por cualquier otro motivo. Matar es siempre delictivo
para las leyes, sin que importe el motivo.

2.7.4 LEYES SOBRE EL SUICIDIO

El suicidio es lícito en nuestra
legislación, como sucede en la mayoría de los
países de nuestra cultura.
Nuestras leyes no admiten el derecho a suicidarse. Sin
embargo, el suicidio no se considera delito por
obvias razones prácticas: si el que quiere quitarse la
vida lo logra, ya no hay a quien castigar; y si no lo logra,
amenazarle con la cárcel sólo servía
para agravar sus deseos de suicidio.

CAPÍTULO III:
LA MEDICINA ANTE LA EUTANASIA

3.1 LA MEDICINA ANTE LA EUTANASIA

La eutanasia, tal y como la plantean los defensores de
su legalización, afecta de lleno al mundo de la
Medicina, puesto que las propuestas de sus patrocinadores
siempre hacen intervenir al médico o al personal
sanitario. Pero la cuestión de la eutanasia no es,
propiamente hablando, un problema médico, o no
tendría que serlo.

La eutanasia merece la misma calificación
ética
si la practica un médico o una enfermera en el
técnico ambiente de
un hospital que si la practica, por otro medio cualquiera, un
familiar o un amigo de la víctima. En ambos casos se
trata de un hombre que da muerte a otro.

La eutanasia no es una forma de Medicina, sino una
forma de homicidio; y si la practica un médico,
éste estará negando la Medicina.

La eutanasia es la negación de la Medicina,
porque la razón de ser de la Medicina es la
curación del enfermo en cualquier fase de su dolencia,
la mitigación de sus dolores, y la ayuda a sobrellevar
el trance supremo de la muerte cuando la curación no es
posible. La eutanasia, por el contrario, no sólo es la
renuncia a esa razón de ser, sino que consiste en la
deliberada decisión de practicar justamente lo opuesto a
la Medicina, ya que es dar muerte a otro, aunque sea en virtud
de una presunta compasión. Cualquiera es perfectamente
capaz de advertir la diferencia sustancial que existe entre
ayudar a un enfermo a morir dignamente y provocarle la
muerte.

La eutanasia no es una técnica, un recurso de
la Medicina: la eutanasia expulsa a la Medicina, la sustituye.
La eutanasia, además, precisamente por ser la
negación de la Medicina, se vuelve contra el
médico que la practique.

La eutanasia se vuelve contra el médico que la
practique, por dos razones: por un lado es fácil que el
médico se deslice hacia una habitualidad en la
práctica de la eutanasia una vez admitido el primer
caso; y, por otro lado, la eutanasia acaba con la base del acto
médico: la confianza del paciente en el
médico.

Cuando un médico ha dado muerte a un paciente
por piedad hacia él, ha dado ya un paso que tiene muy
difícil retorno. Los que padecen una misma enfermedad se
parecen mucho entre sí en los síntomas, las
reacciones, los sufrimientos. Cuando un médico se ha
sentido "apiadado" de un enfermo hasta el punto de decidir
quitarle la vida para ahorrarle padecimientos, será ya
relativamente fácil que experimente idéntico
estado de ánimo ante otro que padezca el mismo mal; y
esta circunstancia puede sobrevenir con relativa frecuencia,
porque la especialización profesional impone a la
práctica totalidad de los médicos la necesidad de
tratar a enfermos muy semejantes unos de otros.

En tal situación, las virtudes propias del
médico (la no discriminación en el tratamiento a unos u
otros enfermos, la previsión de dolencias o
complicaciones futuras) se convierten en factores
potencialmente multiplicadores de la actividad
eutanásica, porque es muy difícil determinar la
frontera que
separa la gravedad extrema de la situación crítica, o los padecimientos enormes de
los padecimientos insoportables, sean físicos o
anímicos.

Por otro lado, no es posible que exista la Medicina si
el paciente en vez de tener confianza en su médico hasta
poner su vida, salud e integridad física en sus
manos, llega a tenerle miedo porque no sabe si el profesional
de la Medicina o la enfermera que se ocupan de su salud van a
decidir que su caso es digno de curación o susceptible
de eutanasia.

Si se atribuyese a los médicos el poder de
practicar la eutanasia, éstos no serían ya una
referencia amiga y benéfica sino, por el contrario,
temida y amenazadora, como sucede ya en algunos hospitales
holandeses.

La humanidad ha progresado en humanitarismo retirando
a los gobernantes y los jueces el poder de decretar la muerte
(abolición de la pena de muerte). Los partidarios de la
eutanasia pretenden dar un paso atrás, otorgando tal
poder a los médicos. De conseguir tal propósito
lograrían dos retrocesos por el precio de
uno: recrearían una variedad de muerte legal y
degradarían, tal vez irreversiblemente, el ejercicio de
la Medicina.

3.2 LA EUTANASIA, ES UN PROBLEMA
MÉDICO

La eutanasia, tal y como la plantean los defensores de
su legalización, afecta de lleno al mundo de la
Medicina, puesto que las propuestas de sus patrocinadores
siempre hacen intervenir al médico o al personal
sanitario. Pero la cuestión de la eutanasia no es,
propiamente hablando, un problema médico, o no
tendría que serlo.

La eutanasia merece la misma calificación
ética si la practica un médico o una enfermera en
el técnico ambiente de un hospital que si la practica,
por otro medio cualquiera, un familiar o un amigo de la
víctima. En ambos casos se trata de un hombre que da
muerte a otro.

La eutanasia no es una forma de Medicina, sino una
forma de homicidio; y si la practica un médico,
éste estará negando la Medicina.

3.3 LA EUTANASIA ES LA NEGACIÓN DE LA
MEDICINA

Porque la razón de ser de la Medicina es la
curación del enfermo en cualquier fase de su dolencia,
la mitigación de sus dolores, y la ayuda a sobrellevar
el trance supremo de la muerte cuando la curación no es
posible. La eutanasia, por el contrario, no sólo es la
renuncia a esa razón de ser, sino que consiste en la
deliberada decisión de practicar justamente lo opuesto a
la Medicina, ya que es dar muerte a otro, aunque sea en virtud
de una presunta compasión. Cualquiera es perfectamente
capaz de advertir la diferencia sustancial que existe entre
ayudar a un enfermo a morir dignamente y provocarle la
muerte.

La eutanasia no es una técnica, un recurso de
la Medicina: la eutanasia expulsa a la Medicina, la sustituye.
La eutanasia, además, precisamente por ser la
negación de la Medicina, se vuelve contra el
médico que la practique.

3.4 LA EUTANASIA SE VUELVE EN CONTRA EL
MÉDICO QUE LA PRACTIQUE

Por dos razones: por un lado es fácil que el
médico se deslice hacia una habitualidad en la
práctica de la eutanasia una vez admitido el primer
caso; y, por otro lado, la eutanasia acaba con la base del acto
médico: la confianza del paciente en el
médico.

Cuando un médico ha dado muerte a un paciente
por piedad hacia él, ha dado ya un paso que tiene muy
difícil retorno. Los que padecen una misma enfermedad se
parecen mucho entre sí en los síntomas, las
reacciones, los sufrimientos. Cuando un médico se ha
sentido "apiadado" de un enfermo hasta el punto de decidir
quitarle la vida para ahorrarle padecimientos, será ya
relativamente fácil que experimente idéntico
estado de ánimo ante otro que padezca el mismo mal; y
esta circunstancia puede sobrevenir con relativa frecuencia,
porque la especialización profesional impone a la
práctica totalidad de los médicos la necesidad de
tratar a enfermos muy semejantes unos de otros. En tal
situación, las virtudes propias del médico (la no
discriminación en el tratamiento a unos u
otros enfermos, la previsión de dolencias o
complicaciones futuras) se convierten en factores
potencialmente multiplicadores de la actividad
eutanásica, porque es muy difícil determinar la
frontera que separa la gravedad extrema de la situación
crítica, o los padecimientos enormes de los
padecimientos insoportables, sean físicos o
anímicos.

Por otro lado, no es posible que exista la Medicina si
el paciente en vez de tener confianza en su médico hasta
poner su vida, salud e integridad física en sus manos,
llega a tenerle miedo porque no sabe si el profesional de la
Medicina o la enfermera que se ocupan de su salud van a decidir
que su caso es digno de curación o susceptible de
eutanasia.

Si se atribuyese a los médicos el poder de
practicar la eutanasia, éstos no serían ya una
referencia amiga y benéfica sino, por el contrario,
temida y amenazadora, como sucede ya en algunos hospitales
holandeses.

La humanidad ha progresado en humanitarismo retirando
a los gobernantes y los jueces el poder de decretar la muerte
(abolición de la pena de muerte). Los partidarios de la
eutanasia pretenden dar un paso atrás, otorgando tal
poder a los médicos. De conseguir tal propósito
lograrían dos retrocesos por el precio de uno:
recrearían una variedad de muerte legal y
degradarían, tal vez irreversiblemente, el ejercicio de
la Medicina.

CAPÍTULO
IV . LA IGLESIA ANTE LA EUTANASIA

4.1 LA IGLESIA CATÓLICA

La eutanasia es una grave ofensa a Dios, autor de la
vida, en cuanto viola su ley. No es lícito matar a un
paciente para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque
aquél lo pida. Ni el paciente, ni los médicos, ni
los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la
muerte de una persona. No tiene derecho a la elección
del lugar y del momento de la muerte, porque el hombre no tiene
el poder absoluto sobre su persona y su vivir, con mayor
razón, sobre su muerte.

No se puede decir que una vida es mas o menos plena
dependiendo del estado de la salud o si es útil o no.
Toda vida merece ser vivida. Todo hombre tiene el deber de
vivir su vida conforme al designio de Dios. Esta le ha sido
dada para dar frutos en la tierra, y
no para ser destruida a su antojo.

La religión
Católica piensa, respecto a la eutanasia activa,
que dar muerte a una persona disminuida, enferma, o moribunda
es inaceptable, pues constituye un homicidio gravemente
contrario a la dignidad humana y moralmente inaceptable. Pero
principalmente se basa en el hecho de la creencia en un Dios
superior, al cual debemos nuestra vida, es decir, aunque
podamos emplear la vida en lo que queramos, nuestra vida le
pertenece y la voluntad de quitarla es única y exclusiva
de él.

Sin embargo, sí acepta la pasiva, a un
enfermo que necesita unos cuidados excesivamente costosos,
tanto económica como socialmente, no cree que se le deba
prolongar la vida, pues se considera que su estancia terrenal
llega a su fin, en el caso de que se evitase la eutanasia muy
extremamente, se considera distanasia (mal morir). Cuando se
practica la eutanasia pasiva, se hace por rechazar el
"encarnizamiento terapéutico", con esto no se quiere
provocar la muerte, simplemente se acepta no poder impedirla.
Esas reflexiones han de ser tomadas por el paciente siempre que
tenga capacidad para ello y en caso contrario deben hacerlo los
que posean sus derechos legales siempre con el uso de la
razón.

Juan Pablo II ha hecho grandes labores para evitar que
se siga permitiendo la eutanasia y se proclama sobre el tema en
la encíclica Evangelium Vitae ( Carta sobre el
valor y el
carácter inviolable de la vida humana).
En esta carta declara también la opinión de la
Iglesia Católica sobre el tema de la
eutanasia:

"Amenazas no menos graves afectan también a los
enfermos incurables y a los terminales, en un contexto social y
cultural que, haciendo más difícil afrontar y
soportar el sufrimiento, agudiza la tentación de
resolver el problema del sufrimiento eliminándolo en su
raíz, anticipando la muerte al momento considerado
más oportuno.

En una decisión así, confluyen con
frecuencia elementos diversos, lamentablemente convergentes en
este terrible final. Pude ser decisivo, en el enfermo, el
sentimiento de angustia, de exasperación e incluso
desesperación, provocado por una experiencia de dolor
extenso y prolongado.

Esto supone una dura prueba para el equilibrio a
veces ya inestable de la vida familiar y personal, de modo que,
por una parte el enfermo – no obstante la ayuda cada vez
más eficaz de la asistencia médica y social –
corre el riesgo de
sentirse abatido por la propia fragilidad; por otra, en las
personas vinculadas afectivamente con el enfermo, puede surgir
un sentimiento de comprensible aunque equivocada piedad. Todo
este se ve agravado por un ambiente cultural que no ve en el
sufrimiento ningún significado o valor, es más,
lo considera el mal por excelencia que se debe eliminar a toda
costa. Esto acontece especialmente cuando no se tiene una
visión religiosa que ayude a comprender positivamente el
misterio del dolor."

La Iglesia Católica pretende orientar a la
comunidad
frente a un tema tan polémico que ha decidido presentar
un decálogo, donde expone su posición frente a la
a eutanasia:

  1. Nunca es moralmente licita la acción que por
    su naturaleza
    provoca directa o intencionalmente la muerte del
    paciente.
  2. Por consiguiente, jamás es licito matar a un
    paciente, ni siquiera para no verlo sufrir o no hacerlo sufrir,
    aunque él lo pidiera expresamente.
  3. No es licito negar a un paciente la prestación
    de cuidados vitales con los cuales seguramente moriría,
    aunque sufra de un mal incurable.
  4. No es licito renunciar a cuidados o tratamientos
    proporcionados y disponibles, cuando se saben que resultan
    eficaces, aunque sea solo parcialmente. En concreto, no
    se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe
    alguna posibilidad de recuperación.
  5. No hay obligación de someter al paciente
    terminal a nuevas intervenciones quirúrgicas, cuando no
    se tiene la fundada esperanza de hacerle más llevadera
    su vida.
  6. El licito suministrar narcóticos y
    analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen
    la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento
    de la vida del paciente, con tal que la acción sea
    calmar el dolor y no acelerar disimuladamente su
    muerte.
  7. Es licito dejar de aplicar procedimientos
    extraordinarios a un paciente en coma cuando haya perdido toda
    actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del
    paciente conserva ciertas funciones vitales, si esa
    omisión le provoca muerte inmediata.
  8. Las personas minusválidas o con malformaciones
    tienen los mismos derechos que las demás personas, en lo
    que se refiere a la recepción de tratamientos
    terapéuticos. En la fase prenatal y en la postnatal se
    han de proporcionar las mismas curas que a los fetos y niños
    sanos.
  9. El Estado no puede atribuirse el derecho de legalizar
    la eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que
    prevalece sobre el poder mismo.
  10. La eutanasia es un crimen contra la vida humana y la
    ley divina, de las que se hacen responsables todos los que
    intervienen en la decisión y ejecución del acto
    homicida.

4.2 POSICIONES DE LAS DISTINTAS RELIGIONES
FRENTE A LA EUTANASIA

La Iglesia Católica Romana, la Luterana y la
Episcopal: han emitido declaraciones formales opuestas a la
eutanasia y al suicidio asistido.

Los Grupos de la fe Evangélica y
Fundamentalista se cree que están también en
desacuerdo con estas practicas.

La Asociación Unitaria – Universalista,
emitió una declaración a favor de la eutanasia y,
si hay condiciones adecuadas, del suicidio asistido.

Iglesia, Unidad de Cristo y la Iglesia Metodista,
emitieron declaraciones en contra de la Eutanasia.

La Mayoría de cuerpos religiosos no se oponen a
la eutanasia pasiva que no es más que dejar que la
muerte se produzca de una manera natural sin aplazarla ni
acelerarla

Las creencias cristianas fueron bien documentadas por
Tomás de Aquino, él condenó el suicidio
porque:

  • Infringe el deseo natural de vivir
  • Daña a otra gente
  • La vida es un regalo de Dios y así mismo
    sólo él puede quitarla

Michel de Montaigne fue el primer disidente importante
entre los escritores europeos. Escribió 5 ensayos que
tocaron el tema del suicidio, y concluyó que es una
elección personal, y racional bajo algunas
circunstancias.

  1. PLANTEAMIENTOS ÉTICOS SOBRE LA
    EUTANASIA

El aspecto más significativo de estas acciones que
toman la vida de un enfermo es si se considera moralmente
correcto que tanto el paciente como el médico decidan o
ejecuten estas acciones.

El propio juramento hipocrático dice en su
tercer acápite:

…tampoco daré ninguna medicina mortal,
ni siquiera cuando me lo pidan y además no daré
consejos al respecto, tampoco facilitare a ninguna mujer un
abortivo…

El llamado juramento hipocrático escrito 400
años antes de Cristo sigue considerándose hoy un
fundamento de la ética medica, sin embargo este
documento, probablemente el más conocido de
Hipócrates, no se considera escrito por él ya que
tanto la eutanasia como el aborto eran prácticas
frecuentes y legítimas de los médicos en la
época de Hipócrates.

En la medicina actual el gran desarrollo de la
tecnología y la posibilidad de
tratamientos y equipamiento sofisticado de soporte vital dan un
enlace especial al paciente terminal. Antes la muerte se
esperaba en el hogar rodeado de la intimidad familiar de los
más allegados afectivamente y con la visita del cura.
Ahora la muerte nos llega generalmente rodeada de gente
extraña y de aparatos con lucecitas, alarmas, tubos y
cables y con la visita, muchas veces indiferente, del
médico de turno. Por otra parte el concepto sobre
la muerte se ha modificado en la población general en
los últimos años. Existe una tendencia a
recuperar la dignidad en el paciente que se prepara a
morir.

En nuestro medio la muerte esta llena de
obstáculos. De forma general, a los pacientes no se les
informa la gravedad de su situación ni de la
cercanía de la muerte, por lo tanto es imposible una
preparación adecuada para este evento, es decir una
muerte con dignidad, derecho de todo ser humano.

En principio ni la eutanasia ni el llamado suicidio
asistido son negociables con un paciente que no conoce su
pronóstico. Tampoco estas prácticas están
legisladas claramente en la mayoría de los países
del mundo. No obstante a eso existe el principio ético
de la autonomía, el cual refleja el derecho a la
elección del momento y circunstancias de la muerte sea o
no sea asistido por profesionales de la medicina.

Aunque este argumento parece razonable, su análisis profundo desprende algunas
interrogantes:

  1. ¿Es correcto que un médico juegue un
    papel activo en la muerte de un paciente?
  2. ¿Es correcto que la sociedad acepte el hecho
    que los médicos tengan el poder de decidir como y
    cuando terminar con la vida de un paciente?

    En los Estados
    Unidos, estudios con encuestas a la población
    han reflejado el deseo de la mayoría de los
    norteamericanos que se legalice la eutanasia voluntaria y
    el suicidio asistido como una opción más en
    el manejo de los pacientes con enfermedades agonizantes,
    siendo la inyección letal el método mas popular entre la
    mayoría de las personas. En nuestro país
    aún no se han hecho encuestas de este tipo ni se han
    publicado trabajos al respecto.

    A pesar de esto se podría decir que en
    nuestro país se ha escuchado de situaciones
    particulares donde se ha vivido el drama de un paciente
    engañado o familiar consciente donde siempre la
    familia decide por el paciente hasta incluso el momento y
    circunstancias de la muerte. Todos hemos escuchado alguna
    vez la frase " medico no haga más nada que ya
    él ha padecido bastante" y hemos adoptado una
    postura de eutanasia pasiva.

  3. ¿Es posible que las leyes permitan el
    suicidio asistido y que los médicos seleccionen a que
    segmento de la población es aplicable?

Partes: 1, 2, 3
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