La Formación Docente de Educación Superior: la experiencia de un modelo de intervención
La problemática de la escasa formación
docente en educación
superior, se puede plantear desde múltiples
aproximaciones disciplinarias, ya que se requiere la
participación de múltiples profesionistas para la
atención de las diversas áreas del
conocimiento.
En la inmensa mayoría de las Instituciones
de Educación
Superior existe una formación universitaria rígida,
con planes y programas de
estudio poco flexibles y ausencia de innovación en los procesos
educativos, que impone un perfil predominante del profesor de
corte tradicional, que privilegia el aprendizaje
memorístico y la reproducción de saberes, con base en una
praxis
acrítica, fundamentalmente entendida como un conjunto de
principios que
orienta irreflexivamente a los profesores en la traducción de objetivos
educativos a prácticas pedagógicas concretas
(Stenhouse, 1975 y Elliot, 1983).
Es por ello, que con este texto se
plantea la necesidad de la formación de docentes en su
ámbito de actuación en el nivel de Educación
Superior, en la medida que muchos tienen diferentes tipos de
formación profesional pero no basta con saber la
asignatura o los contenidos para ser docentes.
Desarrollo:
Existen ciertos lineamientos para ejercer la
profesión docente en algunas Instituciones de
Educación Superior, pero el principal debería ser
que se trate de un profesional en el área de su
competencia, es
decir que sea una persona con
elevada preparación, competencia y especialización
(Marcelo, 1995), antigüedad de experiencia profesional por
lo menos de 5 años, y en algunos excepciones se
aplicaría incluso una batería psicométrica
y/o entrevista,
que dé pauta a ciertos elementos de análisis y características
personales que influyen en la docencia. En
este rubro es necesario resaltar que para iniciarse en la
docencia a nivel superior, además de cubrir los requisitos
de ingreso propio en cada Institución educativa se debe
contemplar que una característica primordial deber ser una
actitud
cognitiva de progreso y de apertura, es decir, que tenga
capacidad de aprender a aprender y de cierto grado de
sociabilidad, ya que el trabajo
requiere el trato con personas.
Se puede polemizar si es necesario incluir la
batería psicométrica, pero esto no se aborda en el
trabajo
presente, más bien se tendría que analizar
cómo en la docencia se reproducen patrones aprendidos
durante la formación del profesionista y del propio sujeto
en su medio
ambiente. Por cierto, en algunos trabajos se ha abordado como
los fantasmas del
trabajo docente, desde una perspectiva psicoanalítica de
la praxis educativa, pueden manejarse para fomentar la higiene mental en
la práctica de la enseñanza. En este ámbito, se puede
afirmar que los valores
están presentes en la práctica docente (Gore,
2000), es decir cuando enseñamos, transmitimos valores. Es
preciso aclarar, por ello, que en el quehacer docente se da
implícita la praxis axiológica. En esa
relación educativa del nivel interpersonal del docente
hacia la construcción intrapersonal de los alumnos,
bajo los planteamientos ya mencionados, se debe abordar que la
enseñanza de los valores debe estar implícita en la
formación del profesorado, para que se pueda vivenciar en
el aula.
El proceso
educativo hace referencia a múltiples elementos inmersos
de forma implícita o explícita en la realidad del
aula, pero es momento de reflexionar sobre los 3 elementos
principales del proceso enseñanza-aprendizaje : El
profesor, el alumno y los contenidos, mismos que deben ser objeto
de análisis en la formación de cuadros docentes en
las Instituciones Educativas.
Queda claro que para toda Institución de
Educación Superior el eje central para el mejoramiento de
la Calidad
educativa es la Superación del personal
académico, recomendada por la ANUIES, ya que cada
organismo aplica sus propias estrategias de la
actualización y formación docente, mismas que
varían dependiendo de las políticas
institucionales, en las que se debe promover que los docentes
desarrollen más su capacidad en el ámbito
profesional y brindarles alternativas de innovación
docente con el fin de consolidar cuerpos
académicos.
Conceptualizar el nuevo papel del profesor en la
práctica educativa cotidiana y real, conlleva situarlo en
la idea de la posmodernidad
y en el concepto de
globalización, ya que ésta última
relativiza todo lo que toca en su movimiento
expansivo, desde la metafísica
hasta la música (Brunner,
1998) y la Posmodernidad ha ejercido una fuerte influencia
en la naturaleza de
la vida intelectual en una variedad de disciplinas, tanto en la
Universidad como
fuera de ella (Giroux, 1989),
y representa un estado de
ánimo, una manera de nombrar diversos fenómenos que
tiene que ver con la incertidumbre de nuestros días
(Brunner, 1998) que caracteriza nuestra época, por las
transformaciones constantes en todos los ámbitos de la
vida humana y especialmente del conocimiento, considerando a
éste último como el valor agregado
fundamental en todos los procesos de producción de bienes y
servicios de
un país, los que se da en un contexto mundial abierto e
interdependiente que permite a la sociedad
mexicana vivir un proceso de transición en el
ámbito económico, político, social y
cultural. Es necesario tener en cuenta esta realidad cultural
cotidiana, que vive el sujeto de manera consciente o
inconsciente, mediatizado por el cambio
tecnológico de las comunicaciones, que representa un sistema de
información constante y revolucionario en la sociedad
actual.
Young afirma que la modernidad es una
cultura de lo
nuevo, del progreso y la celebración del cambio que
está implícito en la contextualidad de la
comunicación entre la enseñanza y el
aprendizaje. Esta contextualidad hace referencia al carácter dinámico de la realidad
educativa en el aula, que está en el discurso del
profesor y por otra parte en la interpretación de los estudiantes, en la
que habría que desarrollar sus competencias
comunicativas mediante sus habilidades y su capacidad
crítica.
Estas afirmaciones llevan a comprender que el proceso
educativo es una realidad compleja, que implica análisis y
marcos de interpretación inéditos o por lo menos,
no convencionales, que se deben considerar en la formación
continúa de los agentes que realizan la labor docente. Es
dable, precisar que en la Enseñanza Superior se requieren
profesionales con alta capacidad cognitiva y amplia experiencia
profesional, en donde su posgrado debe orientarse a formar
investigadores en los distintos campos del conocimiento, que a la
par se les permita capacitarse por medio de Cursos-Talleres,
Diplomados o Especialidades en el ámbito del desarrollo
académico.
Plantear estas alternativas de formación de
docentes para las instituciones Educativas del Nivel Superior,
permite reconocer una nueva realidad educativa en la
construcción de modelos
educativos flexibles, pertinentes y relevantes para una
educación que potencialice los marcos de información disponibles, pero en esquemas
de organización de saberes integradores, con
vinculación pertinente y útil, y sobre todo con una
valoración constante de todo ello en la conciencia,
enfatizando la capacidad del individuo para
enfrentar y administrar los cambios ( Ángeles
Ofelia, 2000); además de considerar la enseñanza
como un proceso de toma de
decisiones y al profesor como el profesional encargado de
asumirlas (Shavelson y Stern, 1981; Pérez Gómez,
1983).
El papel que desempeña el profesor en la
complejidad de la vida en el aula requiere reconocer las
creencias, intuiciones y representaciones acerca de la educación,
así como la naturaleza, características y
conducción de los procesos de enseñanza y
aprendizaje, de la asignatura objeto de instrucción, de
las finalidades y objetivos que persigue la educación, de
las características de los alumnos y del contexto
institucional; todo ello debe ser objeto de análisis en la
capacitación de los enseñantes para
interpretar los parámetros de la situación
educativa, de diagnosticarla con el fin de tomar las decisiones
oportunas para asegurar la buena marcha de los procesos de
enseñanza-aprendizaje. En este misma medida se debe
proponer como parte integrante de la formación del
profesorado un núcleo teórico-conceptual coherente
relativo al conocimiento psicopedagógico (Mauri y
Solé, 1994).
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