Hacia la educación ambiental: una década para el cambio 2005-2014
- Nuestro contexto
educativo - Cualidades
de un Educador Ambiental o de un Educador en
Salud - Algunas
acciones que nos permitan avanzar - A
modo de conclusión - Bibliografía
básica
Nuestro contexto
educativo
Antes de iniciar con el tema educación
ambiental, vamos a realizar algunos comentarios y reflexiones
en torno a lo que
significamos cuando hablamos de educación.
Más allá del origen grecolatino del
sustantivo educación (ex ducere = sacar hacia fuera), es
importante recordar que éste como componente
político FORMAL de las organizaciones
sociales, está definida desde el Estado en
función
de los intereses del mismo, es decir, en el tipo de ciudadano que
se quiere construir y que en definitiva es el que va a garantizar
y promover la continuidad de un modelo de
Estado y de
poder
político.
1- ¿Conoces cuál es el
modelo de ciudadano que el Estado quiere formar?
2- ¿Cuáles
deberían ser, bajo tus concepciones, las
características a desarrollar en este
ciudadano?
En nuestro país es muy clara la relación
de la
educación y el poder político, ya que queda en
evidencia desde la propia estructura
organizacional, donde las autoridades de la educación
son designadas por el Poder
Ejecutivo Nacional y aprobadas por el Parlamento Nacional.
Esto ocurre a nivel de la enseñanza Primaria (CEP), a nivel de la
enseñanza Secundaria (CES), a nivel de la Enseñanza
Técnico-Profesional (CETP), en Formación
Docente (DFPD) y otras áreas, todas ellas agrupadas
como Consejos Desconcentrados (excepto DFPD) y reguladas por el
órgano máximo Consejo Directivo Central (CODICEN),
integrado por 5 miembros (en la actualidad por 4). En su conjunto
constituyen la
Administración Nacional de Educación
Pública (ANEP).
A nivel universitario la relación es diferente
dado que los representantes a nivel del Claustro y de otros
Órdenes son electos por sus pares.
Por ello, cuando nos referimos a la Educación,
debemos contextualizarla al momento histórico y
político de cualquier estructura
social y a que nivel vamos a referirnos. Aún
así, no es difícil asistir a determinados
anacronismos. A los efectos de no confundirnos hablaremos de ANEP
y de Universitaria, al referirnos a sus
particularidades
Desde la conformación del Estado uruguayo, en
donde la educación tuvo el rol protagónico para
alcanzar la dimensión de Estado dejando la visión
de nación
como componente socioafectivo clave pero que no se puede plasmar
como estructura
organizacional, hemos transitado por diferentes paradigmas,
llegando en varios momentos a la coexistencia de varios de ellos,
que en ocasiones quieren disfrazarse para justificar un conjunto
de acciones
organizadas.
Así de una forma de educar basada en la
instrucción sustentada en la concepción del
homúnculo y de la tabla rasa, pasamos a las visiones
constructivitas, psicologicistas y cognoscitivas que inundaron
los territorios educativos hacia los finales del siglo XX. Sin
embargo, aunque pensemos que los modelos
clásicos ya no atraviesan nuestras aulas, en los hechos
nos sorprendería ver como aún viven y luchan esas
praxis.
En un país que fue deteriorando la
formación de sus cuerpos docentes ,
actualmente con bajos índices de profesionalización , particularmente en un
área de la enseñanza secundaria , que atiende
momentos críticos en la vida de los estudiantes (adolescentes),
son pocos los que pueden sostener modelos
teóricos y reflexiones críticas y fundadas
sobre sus prácticas. En general lo primero que se hace
ante el desarrollo de
un nuevo paradigma es
accionar el vocabulario, ya que de esta manera y frente a los
demás parecerá que se suscribe a los modelos
innovadores y creativos a nivel educativo, pero sin embargo a la
hora de demostrar estos saberes se pondrá en
práctica el "dictado de la clase", "la
repetición memorística", etc. Tampoco debemos
malinterpretar la utilidad de esas
clases teóricas cuasi magistrales, que muchas veces son
reveladoras de conceptos profundos , producto de la
reflexión –investigación crítica
de quienes tienen un dominio de un
área de conocimientos, pero sí rechazar
enfáticamente esas pseudoclases magistrales, donde los
estudiantes desaprenden o peor aún, duermen en los arcanos
del conocimiento
esperando que algún milagro los despierte.
A esto debemos sumarle que aquello que en la mente de
las "generaciones modernas" era clave para desarrollar una
profesión, es decir, la vocación, ya no es tan
fácil de esgrimir como razón de vida para el
ejercicio laboral. Debemos
preguntarnos cuántos de los profesionales titulados en
cualquier nivel realmente conjugan "la vocación" con el
"ejercicio laboral", obviamente esto tiene que ver con un
país donde la oferta
profesional es elevada y los bajos salarios
potencian la pérdida de un status social que otrora fuera
tan marcado como en la obra de nuestro Dramaturgo Florencio
Sánchez "M´hijo el Doctor". En la Educación
formal aún nos encontramos con maestros jubilados que
recuerdan los salarios de otras épocas y las posibilidades
de poder adquirir bibliografía para ponerse al día,
mientras los que fuimos estudiantes de algunas maestras de
aquellas épocas recordamos sus túnicas impecables,
la exquisitez con la que se perfumaban o se maquillaban y como
sus portafolios de cuero o sus
correas para transportar cuadernos dejaban un sello de
profesionalismo en cada uno de nosotros. Al llegar al liceo,
cuyos orígenes fueron distintos de la enseñanza
primaria en el Gobierno de
Latorre y bajo la conducción de un visionario como
José Pedro Varela ("El Maestro"), ya que la
enseñanza secundaria surge como un apéndice de la
Universidad, y de
aquí el fuerte corte academicista que aún mantiene
y en la jerga de muchos uruguayos aún subsiste el vocablo
"preparatorios".
Seguramente todos recordaremos que gran parte de
nuestros profesores eran profesionales universitarios que
disfrutaban de enseñar, por lo que muchos de ellos eran
excelentes docentes autodidactas.
Hasta mediados del siglo pasado cuando se funda el
actual Instituto de Profesores Artigas (IPA) no había
Profesores de formación específica para la docencia. Este
modelo tuvo en sus orígenes un marcado tono disciplinar en
la formación de sus estudiantes, al igual que la enseñanza
universitaria. Fue un modelo de elite ya que sólo
entraban a cada asignatura un número muy reducido de
postulantes que debían sortear duras pruebas
académicas.
En el marco de estos modelos parece que ese "sacar hacia
fuera" se transformó en ese crisol de derivaciones del
concepto
educación. Por ello seguramente, si realizamos un taller
donde se nos pregunta que es educar, todos los aportes conformen
un descriptor de lo que significa es acción
concreta. Por otro lado las Teorías del
Aprendizaje, no logran definir cómo se aprende, lo que
posibilita que ese conjunto de experiencias que enriquecen
nuestra labor de educadores estén casi validados. Los
actores de este proceso se
transmutan y se fortalecen en el quehacer educativo.
Educar no es lograr a través de un algoritmo los
resultados esperados ipso facto, sino todo lo contrario, es el
tiempo el que
definirá si el conjunto de acciones puestas en marcha
durante el proceso de formación han logrado conquistar
algunos de los objetivos y
metas que nos propusimos mucho antes.
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