- Resumen
- ¿Qué es el proyecto?
y ¿Qué lo define? - ¿Cómo
se convierte el "proyecto" en un "hecho
arquitectónico"? - ¿Cómo
funciona como medio para la construcción
historiográfica de la arquitectura? - Bibliografía
Resumen
Como breve introducción al conocimiento
del proyecto, podemos
señalar que éste se plantea como la realidad
plasmada de la materia del
diseño
y abre una alternativa que indaga no en la arquitectura como
objeto, sino que la entiende como material proyectual. Reconocer
esto nos lleva a elaborar una serie de pautas teóricas en
un sistema abierto o
entorno de categorías que se definen bajo reflexiones
sobre el diseño y de su condición histórica.
Con ello, se abre la opción de conocer al proyecto
arquitectónico en su propio ámbito y se busca
reconocer aquellos postulados teóricos que lo fundamentan.
En este sentido, sin la pretensión de prescribir un
método, se
aborda la reflexión del tema del proyecto y de su
condición arquitectónica en una atmósfera que trata
de discernir ¿qué es el proyecto?,
¿qué elementos lo definen? y ¿cómo se
convierte en un hecho arquitectónico?
Posteriormente, estas premisas nos inducen a una
conciencia
teórica y crítica
en el ámbito del diseño que asume un carácter abierto y trata de llegar a una
interpretación del proyecto como elemento
instrumental que marca el devenir
de lo arquitectónico. En este recorrido interpretativo de
la noción del proyecto, vemos que existe una
condición creativa, imaginaria y testimonial del acontecer
de la materia en un tiempo dado,
por eso tiene el valor de ser
la genuina expresión de una visión singular sobre
el contenido arquitectónico.
Finalmente, se busca interpretar al proyecto como hecho
histórico desde la conformación secuencial y
temporal de la imagen formal.
Esto nos marca que entenderlo en su condición de hecho
histórico, dependerá de una cuestión
interpretativa que investiga el devenir de la materia
arquitectónica, de su concepción y de su
plasmación. Aquí, se cuestiona principalmente
¿cómo funciona el proyecto como medio para la
construcción historiográfica de la
arquitectura? y ¿en dónde se encuentra dicha
condición? Si bien, estas son algunas ideas que enmarcan
el contenido general de la propuesta, ahora se da pie al desarrollo de
los incisos mencionados; dicho desarrollo se genera bajo una
organización secuencial que parte de la
interpretación de diversas nociones del proyecto, hasta
constituirlo como hecho arquitectónico y como hecho
histórico.
I. ¿Qué es
el proyecto? y ¿qué lo define?
Para responder a esta interrogante se parte de algunas
interpretaciones que se le atribuyen al proyecto, a fin de
abstraer algunos elementos relevantes y construir una
definición viable de él.
El "proyecto" como una construcción
creativa
En el proyecto se intuye que el fenómeno creativo
opera, esto indica que el término creación como lo
señala Ferrater, se entiende como: "producción humana de algo, a partir de
alguna realidad preexistente"1. En este caso, se
comprende al proyecto como <<creación>> o
<<producción>> humana. Asimismo, De Bono
explica que la creatividad
humana se vale de lo que ya existe y encuentra formas
impredecibles para modificarlo. Ésta no sólo es
originalidad y libertad
ilimitada, sino que es algo que tarde o temprano, el pensamiento
ordinario tendrá que comprender, aceptar y apreciar. La
creatividad puede consistir a la vez en un redescubrimiento de lo
que ya existía en forma oculta y en el surgimiento de algo
nuevo2. Por otro lado, con respecto a esta
definición, M. Rodríguez agrega que: La creatividad
es la capacidad de producir cosas nuevas y valiosas. La palabra
cosa se toma en el sentido más amplio que incluye
prácticamente todo. Un método, un estilo, una
relación, una actitud, una
idea pueden ser objeto de la creatividad3. De manera
que, está en todo lo que somos y hacemos, está en
el
conocimiento de nosotros mismos y de nuestro medio concreto.
Por otro lado, la ciencia del
siglo XX ha desmitificado la función de
la creatividad al demostrar que no es la inspiración de
las musas, sino que es el salto del inconsciente a lo conciente
lo que causa la vivencia de la iluminación. Sin embargo, algunos
investigadores buscan la respuesta en el terreno de la
simbología y se considera que el hombre es
un ser de símbolos, a través de estos el
hombre
está en condiciones de poseer, percibir y tener juntas a
la vez miles de cosas. En este sentido, se muestra que la
creatividad como función cognoscitiva debe distinguirse de
la inteligencia,
ya que no es una función unitaria o uniforme, sino que se
le debe considerar en función de un gran número de
factores y afecciones o capacidades mentales primarias. Frente a
esto, como lo indica De Bono, vemos que el pensamiento
está mezclado con el acto creativo, ya que se involucra a
la cognición, la producción y la evaluación. Siendo la producción la
más importante en materia de creatividad y la que puede
manifestarse en un pensamiento convergente o en uno
divergente4.
Con ello, podemos decir que la inteligencia se define
como la capacidad para enfrentarse a una situación nueva
improvisando una reacción de adaptación nueva, con
rapidez y éxito5, es la facultad de comprender
y conocer, es la aptitud para establecer relaciones entre las
percepciones sensoriales o para abstraer y asociar conceptos, e
integra conocimiento y habilidad6. La inteligencia
comprende un acto cognoscitivo y evaluativo sobre las cosas o
circunstancias, pero para realizar una producción nueva,
innovadora y original sobre algo, se necesita del acto
creativo.
La creatividad entonces, es una autoafirmación
del ser, de la manera en como enfrentamos los problemas, las
cosas o las situaciones ante la vida. Es fundar, establecer por
primera vez una cosa, es darle vida y sentido a una nueva manera
de ver o entender un hecho o un acontecimiento. Por lo cual, la
inteligencia la entendemos como la aptitud (habilidad, capacidad
de entendimiento, de conocimiento y dominio de) que
se tiene para enfrentar los acontecimientos y a la creatividad,
la entendemos como a la manera (forma, actitud, modo con que se
ejecuta, astucia) de enfrentarnos a las cosas. Esto nos muestra
que, para enfrentarnos a los hechos o problemas en nuestra
disciplina no
sólo necesitamos de la inteligencia que involucra ese
dominio y habilidad cognoscitiva de la materia formal que
manejamos, sino que necesitamos también de un acto
creativo, bajo el cuál se reformule, se innove y se
propongan nuevas organizaciones
arquitectónicas. Por consiguiente, si separamos a la
inteligencia de la creatividad nos quedamos con una capacidad
aislada que entiende, pero no propone; lo que nos lleva a buscar
su incidencia en conjunto para explicarlos en la actividad
proyectual.
Con lo anterior, se deduce que es en este acto creativo
donde el diseñador potencializa su imaginación, es
precisamente en éste acto donde se manifiesta la nueva
dimensión que adquiere un "proyecto", como producto de un
acto conciente y reflexivo que aborda a la materialidad
proyectual. Aquí, se da paso a la
organización de contenidos formales que se incorporan
gradualmente, bajo propósitos, intenciones,
significaciones e imágenes.
En esto, se indica que el ensanchar la esfera de la creatividad a
un hacer conciente y significativo implica incidir en el
desarrollo de la actividad proyectual, como lo señala
Ricard: "La creatividad persigue un constante desmarque con esa
realidad, lo hecho, lo que ya existe, se halla encerrado en
sí mismo y sólo contiene y refleja su propia
imagen. Todo lo que <<es>>, ha sido en función
de un momento coyuntural y transitorio, y otro momento,
habrá de segregar, forzosamente, otro
resultado"7.
El proyecto arquitectónico, en sí se
define como producto de la actividad del diseñar, dicha
actividad se da bajo un acto creativo que existe en un salto que
va del discurso
reflexivo/deductivo, sazonado de múltiples sugerencias, a
una imagen plasmada y perceptible. "La creatividad es factible
porque el hombre además de su racionalidad, posee
también esa afectividad que le permite captar aquello que
escapa a su razón"8. En este caso, Ricard
insinúa que el acto creativo viene acompañado de un
sentido metodológico necesario para conocer, recopilar,
ordenar y comparar el contenido formal. Por ello, el sentido
racional se necesita para el "hacer creativo", como un conjunto
de pasos basados en esquemas que nos permiten contemplar cierto
recorrido intencional. "El método es como una
operación matemática
que posee sus reglas y que sólo puede conducir a unos
determinados resultados: la solución se halla incluida en
el propio planteamiento"9.
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