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La misión del hombre actual (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

El hombre si
quiere abandonar su percepción tradicional de todo, requiere
optar por un cambio de
actitud. La
humanidad, concretamente el hombre,
se ve abocado a una disyuntiva: o sigue como venía u
opta por un cambio, especialmente, un cambio de actitud que
redunde en beneficio de sí mismo y de la humanidad;
cambio de actitud en todas las dimensiones y aspectos. Un
cambio de actitud, incluso en aquellos que no creen que
absolutamente nada deba cambiar, porque están
satisfechos desde el punto de vista del tener pero que
existencialmente su vida raya en el sin sentido y en la
miseria. Este cambio de actitud se dará cuando el hombre
se haga consciente de su necesidad y conveniencia, que no es
posible ni prudente postergar por más tiempo. Algo
que está socavando inexorablemente la estabilidad de las
viejas instituciones y hace que se cierna una amenaza
apocalíptica sobre la frágil supervivencia de la
humanidad. Dicho cambio traerá consigo una actitud de
renovación permanente, en forma positiva, para bien del
hombre y de las futuras generaciones.

En esa transformación que alcanza el hombre, lo
lleva a una estabilidad emocional y desarrollo
humano, para ser la especie que gobierne sobre las
demás criaturas en medio de la armonía y la paz
interior, que significaría la felicidad perfecta del
hombre. La humanidad desde que se conoce como tal, en el
afán de búsqueda de su destino, ha deambulado de
un lado para otro, ha buscado nortes por todas partes, se le ha
guiado ciegamente, ha pagado altos precios en
vidas humanas por seguir a determinados líderes en busca
de ideales equivocados o fundamentados en el egoísmo.
Tal vez en busca de nada, o lo que es peor, buscando un algo en
el exterior que el hombre de pronto sólo lo va a
encontrar en su interior. Es así que el hombre no ha
querido por nada del mundo conocerse a sí mismo,
prefiere ignorarse y para llenar ese vacío, en
compensación conquistar el mundo, conquistar el
exterior, a ver si su vida adquiere sentido pero no, seguro que no.
Las escatologías ya sean políticas, económicas o
religiosas, no le han dejado al hombre sino amargas
experiencias, frustraciones, desengaños y heridas que no
sanan. La estabilidad emocional del hombre no la va a lograr de
la noche a la mañana, porque a través de la
historia ha
sido desgarrado, dividido y mutilado por inspiración de
sistemas de
diversa índole. Pero a estas alturas de la vida y de la
historia es justo que el hombre se re-encuentre emocionalmente
consigo mismo, y trace derroteros para que no viva nunca
más a la deriva y que ese eterno deambular por el
desierto termine. La proliferación de sistemas
religiosos opuestos o causas de otra índole, han hecho
del hombre una colcha de retazos, que en este preciso momento
no sabe quién es, y menos hacia donde se dirige. Es
así que el hombre ha venido dando palos de ciego, es
ciego, sigue ciego, y lo peor es que existen individuos
intensamente interesados en que el hombre siga así,
siendo un hombre masa, manipulable, vulnerable, sugestionable,
con edad sicológica de niño, para que los
dueños del poder no
corran riesgo alguno
pero: ¿cuál sería el norte en cuanto a
espiritualidad se refiere para el hombre? Es tarea del hombre
actual buscarla y después de encontrarla seguirla como
al más preciado don.

El desarrollo
del hombre de hoy no es nada diferente al que ha obtenido a
través de la historia. Es el hombre el que ha decidido a
través de los siglos, qué es lo ideal o el
objetivo a
perseguir; probablemente a veces de una manera inconsciente. El
desarrollo de hoy está determinado por innumerables
variables
que hacen que el progreso y por ende el desarrollo humano
dependan de muchas cosas, incluidos los recursos.
Está demostrado que los recursos del planeta
están en pocas manos debido al fenómeno del
sistema
económico capitalista. Esas pocas manos poseen
más del noventa por ciento de los recursos del planeta,
y el otro diez por ciento se lo reparte el resto de la población mundial.

Eso quiere decir, que mientras no se transforme la
situación anterior, en términos globales, el
desarrollo humano no pasa de ser una falacia. Desarrollo humano
que ha de ser dignidad
para todos los hombres en todos los aspectos de su vida. Vida
digna para el hombre en todo el sentido de la palabra. Si el
hombre no se encuentra consigo mismo, si como especie no puede
vivir en paz, no existe posibilidad de que la armonía
reine en la tierra.
Significa lo anterior, que del hombre depende todo; ya no puede
seguir culpando a nadie de su miseria, pues es su vida, y su
vida determina la vida del planeta. La vida de ese hombre que
no se puede concebir de diferente forma a como ha sido hasta el
momento, explica ampliamente lo que a la humanidad le sucede
ahora y si este hombre no piensa de forma diferente, la
situación seguirá igual; por eso es urgente que
el hombre piense de otra manera para que se convierta en un
hombre
nuevo, y como hombre nuevo, transforme la realidad, y este
nuevo hombre supere la estructura
mental del hombre "civilizado". El pensamiento
moderno, el pensamiento lineal, el pensamiento y la inteligencia
moderna, contemporánea, post-moderna o medieval, lo que
ha logrado en términos globales es traernos hasta el
lugar en donde nos encontramos, en un punto sin regreso; si el
hombre no hace un esfuerzo enorme por ser menos acaparador,
menos injusto, menos envidioso, menos egoísta, menos
conformista y fatalista de lo que ha sido a través de la
historia, entonces estaríamos hablando de un destino
inexorable y ante lo cual nada podríamos hacer. Pero el
hombre merece algo más, merece vivir una vida digna. Si
el hombre no quiere seguir complicándose la vida y en
lugar de eso ser más feliz, lo puede lograr, porque su
destino depende exclusivamente de él.

El hombre que se levanta, que se yergue con dignidad,
con la frente en alto, con capacidad de pensar, de creer en
sí mismo, de aprender y crear. El hombre actual,
común y corriente como lo conocemos en el mundo de hoy
no está en capacidad de enfrentar los retos que le
plantea la vida actual a comienzos del siglo XXI. El hombre que
fue y sigue siendo, hasta fines del siglo XX, está
inmerso en una problemática que él con su manera
de pensar no alcanza a vislumbrar. A este hombre, da la
impresión que sólo le preocupara el precio del
dólar, del petróleo, las bolsas de valores,
mientras el mundo arde en el patio trasero. Es decir, con esa
manera de ver la vida, el mundo, este homínido no va a
ninguna parte. Los idealismos existentes, llámense como
se llamen, no dejan de ser en el fondo deslumbrantes espejismos
en un desierto infinito. El nuevo hombre que se requiere ha de
ser capaz de pensar, aprender y crear de otra manera, si es que
quiere en el peor de los casos, prolongar su agonía. El
nuevo hombre, nuevo por su manera de pensar, será el que
sea capaz de imaginarse la solución a los problemas de
siempre de otra manera, aquel cuyas motivaciones sean
diferentes hasta lo que en este momento han sido. Dicho nuevo
hombre capaz de pensar por sí mismo la solución a
los problemas dentro de su propio contexto con soluciones
propias, no importadas. Este nuevo hombre con una
característica muy importante: capaz de aprehender y
crear permanentemente. Este nuevo hombre sentirá
predilección por pensar libre de ataduras y
convencionalismos, libre de antiguos dogmas y paradigmas
trasnochados, capaz de vivir su propia vida sin importar el
qué dirán, con el suficiente carácter y personalidad
para hacer valer sus ideas sin hacer uso de la violencia

El hombre que ha avanzado en la recuperación de
su dignidad con la capacidad de ser libre, de ser creativo, de
desarrollar los talentos individuales y los pone al servicio de
la humanidad, y no los utilice para dominar a sus
congéneres: he ahí el hombre con el que se ha de
iniciar el tercer milenio. La
educación nos ha de liberar.

En ese proceso de
liberación, la teoría y práctica de la
no-violencia, ha de ser su modo de vida. Tenemos que hacer
inmensos esfuerzos al respecto, porque en este momento, es
más fácil disparar un arma que leer un libro. La
educación es la llave, algún
día construiremos la civilización de los hombres
libres, pero esa civilización de hombres libres, la
forjaremos sin violencia, porque cuando se mata por un
sueño, se mata el sueño también. Luego es
el nuevo hombre, nuevo por su manera de pensar, sentir, desear
y soñar, que llevará a cabo los profundos anhelos
que la humanidad ha tenido en su seno desde que el hombre tuvo
conciencia
del mundo y de sí mismo.

Este es el hombre que haciendo uso correcto de su
libertad, se
hace forjador de su propia historia y por tanto, responsable
del bien o del mal que hay en el mundo, que tiene un objetivo
común y preciso: servir. Un hombre con una nueva
escala de
valores, que su valer es diferente a lo que fue en la mal
llamada era post-moderna. Los nuevos valores estarán
determinados por el valor de la
vida. Alrededor del gran valor de la vida girarán todos
los demás valores. Este hombre en el ejercicio sano de
su libertad por la cual es responsable, donde su creatividad
permanente le permite desarrollar sus talentos individuales y
ponerlos al servicio de su respectiva comunidad. Lo
anterior se alcanza, si el hombre logra liberarse a sí
mismo de los condicionamientos que por siglos lo han tenido en
la situación que lo ha caracterizado hasta el
momento. Si el hombre logra liberarse mentalmente,
ya tendrá más de medio camino recorrido para
alcanzar los objetivos
que se ha trazado. Mientras el hombre siga pensando como lo ha
hecho siempre, su mundo no va a cambiar, el mundo
seguirá siendo el mismo: bueno para unos pocos e injusto
para una inmensa mayoría. Los grandes valores que
definen a una sociedad
civilizada como la libertad, la justicia, la
igualdad, la
solidaridad, la
no-violencia, serán una realidad cuando el hombre decida
por sí mismo hacerse más humano y menos
egoísta.

Es un hombre con habilidades, competencias y
cualidades para crecer como ser humano. La época de los
individualismos, de los grandes líderes está
pasando a la historia; por lo menos, como conocimos a estos
líderes, o mejor, como creíamos que debía
ser un líder. El líder de ahora es
líder de líderes. El hombre masa ha ido
desapareciendo, y se ha venido forjando el nuevo hombre a
partir de su manera de entender la libertad y la nueva manera
de pensar, que le permite desarrollar habilidades, competencias
y cualidades, para crecer y relacionarse más humanamente
con los demás, integrándose en un humanismo
sin precedentes, donde no existen vencedores ni vencidos para
bien de todos. El hombre que al dejar de ser masa conquista
nuevas dimensiones y valores y elimina por tanto todo aquello
que lo hacía un esclavo, un sub-hombre; es a partir de
ahí, que empieza a construir su propia historia, una
nueva historia, una historia realmente humana, evitando repetir
los horrores y errores del pasado; atrás quedó la
época hobbiana de: "el hombre es un lobo para el
hombre". Con nuevas perspectivas, nuevas dinámicas,
nuevas concepciones pero especialmente con nuevas actitudes,
hábitos y motivaciones, la humanidad no seguirá
dando vueltas como el juego de
niños
de la gallina ciega, sino que se proyectará hacia un
futuro no lejano, donde por fin sea posible vivir en paz y
crecer como seres humanos, avanzar en humanidad y dejar
atrás los rasgos que nos caracterizaban como la especie
más sanguinaria con sus congéneres. La
época de las pesadillas sin fin irá cediendo y
dando campo a los sueños que soñadores
empedernidos fueron capaces de soñar y esperar contra
toda esperanza.

Es el albor de la civilización con el
nacimiento de las cualidades y potencialidades del ser humano:
el cambio del tener por el ser, más poder para el
individuo.
El ser humano se desarrolla integralmente en sus cualidades y
talentos porque sabe a ciencia
cierta cuál es su misión o
fin sobre la tierra.
Dicha misión o fin, no deja de ser lo que ha sido
siempre: la búsqueda de la felicidad y la
realización personal e
integral. Ya no se identifica al hombre con la insaciable
búsqueda del tener o poseer, sino por la búsqueda
del ser, ser en todas sus dimensiones y valores.

La sociedad capitalista, que nos caracteriza en este
momento, tendrá que dar paso al verdadero hombre, ese
hombre que para llegar a donde quiere ha dado tantas vueltas y
rodeos, que han terminado por desorientarlo y le han hecho
cometer errores de los cuales aún no se ha recuperado.
Este hombre que quiso conocer el bosque (su existencia, su
ser), se dirigió hacia él, está dentro de
él pero no sabe que está en el bosque, no ve el
bosque, los árboles no le permiten ver el bosque, no
conoce el bosque, no conoce los árboles, no sabe que los
árboles forman el bosque; su existencia compleja (no el
bosque, sino la jungla) lo tiene embrujado de tal forma, que lo
ha alejado esencialmente de su propia vida como tal y las
lianas, telarañas, espinas y abrojos, que encuentra a su
paso cree que son su vida, cuando en realidad no alcanzan a ser
un pálido reflejo de lo que en su infinita potencialidad
puede llegar a ser como hombre que es. El hombre perdió
el paraíso cuando se olvidó que dicho
paraíso está en sí mismo, en su interior
(¿Dios?, tal vez), y de ahí para acá, ha
querido buscarlo fuera de sí, olvidándose de
sí mismo; ha encontrado trivialidades que las ha
identificado con el paraíso pero no lo son; se ha
llenado de cosas pero no está satisfecho, ha esclavizado
a otros seres de su misma especie pero su ambición no
tiene límites;
ha destruido la naturaleza
pero quiere seguir exterminando la vida en un loco
frenesí de suicidio o hara
quire colectivo. Cree haber llegado a la meta, pero
todavía no sabe dar los primeros pasos para encontrarse
consigo mismo y reconstruir su vida, casi a partir de cero, sin
tener que pisotear a nadie, y donde él mismo se permita
el florecimiento de potencialidades y cualidades de un
auténtico ser llamado hombre.

Es el proyecto de
hombre como un ser desarrollado a su máxima
expresión en sus cualidades éticas y morales, con
una nueva conciencia: la conciencia del servicio. El nuevo
hombre, consciente, responsable de su propia vida y de su
historia. ¿Será fácil lograrlo? Claro que
no. Este hombre ha de llegar a desarrollar el hábito de
pensar por sí mismo y ser capaz de tomar sus propias
decisiones. Y este hombre, ¿dónde
aprenderá esto?, ¿en la familia,
la escuela, el
colegio, la universidad?
Lógico que no. Por una razón muy sencilla: de
allí viene condicionado para repetir en lugar de crear,
para hacer lo mismo en vez de innovar, para imitar en lugar de
pensar activamente, para ser pasivo en lugar de ser activo.
¿Entonces, como hará? Prácticamente, la
única salida que le queda, para no seguir repitiendo la
historia, es ser conciente de ello y en forma personal
proponerse cambiar el casete que trae grabado en su mente,
regrabándolo con lo que quiere lograr, regrabarlo con
buenas lecturas; quitarse de la cabeza la idea de fracasado y
derrotado; lo mismo que la idea de incapacidad, la idea de que
no sirve para nada; intercambiando ideas al respecto,
asociándose con personas con los mismos objetivos,
dirigiéndose permanentemente hacia donde quiere llegar,
soñar con ser lo que quiere, visualizar la
situación que en lo más profundo de su ser desea
para sí y para la humanidad; recrear esas situaciones de
paz y armonía que el hombre de todos los tiempos ha
añorado para sí, perseguir sus sueños en
forma persistente, acrisolar su voluntad para no abandonar lo
que quiere, luchar intensamente para alcanzar sus metas y
objetivos, replantear sus ideales egoístas por unos que
le convengan a los demás hombres, cambiar la
búsqueda del tener por la existencial búsqueda
del ser, para que su vida adquiera pleno sentido.

El hombre nuevo se construirá a través
de la vivencia de los auténticos valores, de su
crecimiento y perfeccionamiento humano, y paralelamente de su
crecimiento y desarrollo espiritual. El hombre
abandonará los totalitarismos en los que se ha embarcado
la humanidad a través de la historia y que
esporádicamente aparecen como panacea pero que en
realidad lo que dejan son heridas, odios y rencores que
difícilmente el tiempo los puede borrar.

La perfección de la humanidad está lejos
de ser meramente material. La perfección que la
humanidad requiere es en todos los campos y dimensiones del ser
humano, en los que conoce como en los que ignora. El hombre
requiere adquirir la capacidad de reconocerla y aceptarla,
especialmente, porque por su naturaleza: por un lado escapa a
la ciencia y por otro lado escapa a la fe. Pero sucede que las
lecciones que nos ha dado la historia no las tenemos en cuenta.
Y en ese auto-desconocimiento de que es auto-víctima el
hombre; como: ¿Cuál es su destino?,
¿Cuáles son sus metas y objetivos? Para ver si
desapasionadamente, por fin el hombre se dirige hacia
allá dejando de lado esos malos espíritus
inquisidores e intolerantes, que le han impedido reconocer que
cada civilización, cultura o
religión
posee algo de verdad y que es urgente reconocerlo de esa
manera, porque de lo contrario la humanidad seguirá
dando tumbos de loco o ciego de un lado para otro, y
repetirá la historia una y otra vez con los mismos
errores. Pero este nuevo hombre, como ser más perfecto,
puede escribir la historia de una manera diferente de
aquí en adelante.

Progresivamente se superará al hombre masa, el
que vive en el anonimato de la imitación y la
adaptación social, que carece de conciencia libre, que
no tiene valores propios, ni motivaciones singulares y menos el
hábito de la opción responsable. Cree que es
libre, pero no lo es; piensa como los demás y proclama
la libertad como los demás. El hombre masa, por el bien
de la humanidad, necesita desaparecer. La humanidad entera
necesita el concurso de todos los hombres para salir del
atolladero en donde se encuentra, y para esa misión el
hombre masa no sirve para nada. Hoy en día lo que se ha
dado en llamar cultura de masas, yo lo llamo alienación
del hombre en todo el sentido de la palabra. Es por eso que el
hombre, la civilización global, no se puede dar el lujo
de fijar el destino de los pueblos en la búsqueda de la
felicidad guiado sólo por unos pocos, sencillamente,
porque va a suceder lo de siempre: el hombre se va a equivocar.
El hombre consciente, de existencia real, con personalidad y
carácter, con identidad
propia, será el que marque el derrotero a seguir, en ese
anhelo existencial de lograr su realización personal sin
amputaciones de ninguna índole.

El nuevo papel del hombre a nivel social,
superará al pasivo individuo entre las masas. En
renglones anteriores mencionábamos este tema de otra
manera. ¿Cuál sería el papel del individuo
entre las masas? ¿Cuál el papel de las masas?
¿Existirán las masas como las conocemos ahora?
Difícil respuesta. Pero si queremos un cambio
cualitativo en la dinámica de la historia, no nos queda
otra opción, que proponer un nuevo papel del individuo,
si es que queremos que la humanidad cambie. Un nuevo papel de
las masas, sí así se les puede llamar, donde
exista una participación consciente tanto en planeación como en desarrollo de
políticas que les convenga, igualmente desde el punto de
vista organizativo, para fiscalizar y hacer control
político. Un hombre que deje de ser indiferente frente a
los entes donde se toman las grandes decisiones que interesan a
todos por igual, y de esa manera participe activamente en la
conducción de la sociedad en la cual él forma
parte activa.

El nuevo humanismo que propongo, que de por sí
no es tan nuevo, pues deshonesto sería de mi parte decir
que es creación mía y de nadie más, cuando
la verdad es que pensadores de todas las épocas, de una
u otra forma ya lo habían enunciado, aunque de manera
aislada, razón por la cual tiene validez, ya que sin ese
consenso tácito no sería viable y, por lo tanto,
se convertiría en una elucubración, una
argumentación casi metafísica sin aplicación en la
realidad; por el contrario, es una verdad que clama a gritos,
es el hombre actual quien lo reclama, y dicho sea de paso, este
planteamiento, está abierto a todas las correcciones y
aportes que haya que hacerle, que por su naturaleza y
principio, está sujeto al análisis y al debate
desapasionado, porque en ningún momento se quiere
convertir dicho planteamiento en una camisa de fuerza o en
la última palabra, o como dicen por ahí, en la
última coca cola
del desierto, es decir, no pretende ser un dogma o un
totalitarismo ideológico más, porque si no
estaríamos cayendo en aquello que precisamente queremos
cambiar. Quiero insistir tarareando a Marx, Sartre y
Maquiavelo:
que el hombre es quien labra su propio destino, y lo que se
quiere de ahora en adelante es que ese hombre sea más
consciente de lo que piensa y hace; de lo que se imagina y
crea, de lo que visualiza y sueña, pues, ya es hora que
el hombre deje de lamentarse y asuma su libertad y por ende su
responsabilidad, que vale la pena hacerlo; que
la humanidad no puede seguir permitiendo que su destino lo
decreten unos pocos para beneficio de los privilegiados de
siempre y para desgracia inconmensurable de unas infinitas
mayorías que casi son sombras, porque como seres humanos
no cuentan para nada.

El hombre que ha avanzado
científico-tecnológicamente, conquista el universo,
pero lo lógico es que primero se conquiste a sí
mismo, superando la falta de auto-conocimiento
que hoy lo caracteriza. En el proceso de progreso y desarrollo
de la humanidad, el hombre querrá conquistar el universo, pero
de nada le sirve lograr tan alta meta, si el hombre de antemano
no se ha conocido a sí mismo, y para conocerse a
sí mismo, para conquistarse a sí mismo, tiene que
superar una serie de obstáculos, especialmente, los que
están en su mente y cantidad de prejuicios inculcados
por agentes externos y que han impedido este auto-conocimiento.
La gran masa de la humanidad, vive inmersa en una ignorancia
total de sí misma, explicable probablemente, por las
injusticias de que es objeto por diversas circunstancias pero,
cuando no es así, entran en escena las políticas
de la sociedad de consumo, que
a través de sus infinitas estrategias, no
permite que el individuo piense, se cuestione o tome decisiones
diferentes a las que le insinúa dicha "iglesia"
atea. Es por ello y por otras razones que no expondré,
(no es el caso) que los límites que el hombre tiene
están en su mente y que mientras ese hombre no decida
liberarse mentalmente, así tenga todas las comodidades
que pueda imaginar, seguirá siendo un esclavo;
así conquiste la galaxia más lejana, si no ha
erradicado de su ser el odio, la envidia, el rencor, el deseo
de poder y ambición sin límites de que es
víctima, de nada le servirá todo aquello que haya
logrado, porque, este hombre se sentirá insatisfecho,
vacío por dentro y con ansias de seguir conquistando, a
ver si al fin le encuentra sentido a su vida, y a ver si su
existencia vale la pena, para comprobar epitafiamente, que todo
fue en vano, que se ignora totalmente, que está
más lejos de su auto-conocimiento que al
comienzo.

El nuevo hombre, con nuevos valores, con nuevas
concepciones, necesariamente, llegará a transformar la
realidad que le circunda. Los países del primer mundo,
que tienen gran responsabilidad en la problemática que
padece el hombre de hoy, deben hacer su aporte en todos los
aspectos: económico, político, social, educativo,
científico-tecnológico, y no se pueden dar el
lujo de no hacerlo; de tal forma que el sueño de hacer
de este planeta un paraíso no sea una idea descabellada
de unos pocos soñadores, sino que por el contrario, sea
un acuerdo mundial al respecto, planeado, organizado,
sistemáticamente ejecutado y evaluado, un
propósito universal y que comienza inculcándosele
a los niños y jóvenes en los hogares, escuelas,
colegios y universidades de todo el mundo. Es el hombre, que
como sujeto de su propia historia, es más consciente de
sus fortalezas y debilidades, pues, desarrollando a plenitud
sus fortalezas no pesan tanto sus debilidades. Siendo el hombre
sujeto de su propia historia, es el primer interesado en que su
situación cambie positivamente, su realidad se
transforme en aras de una vida auténtica y con pleno
sentido.

¿Cuál es la visión del hombre y
la imagen con la
que queremos ser reconocidos en el tercer milenio? Es una
pregunta fundamental, que todo ser humano normal se tiene que
hacer con suma honestidad.
Pero hacérsela y respondérsela a conciencia y al
responderla, fijar su acción convertida en objetivos y metas
precisas para recortar la distancia espacio-temporal que
probablemente lo separa de la auténtica humanidad. La
cruda realidad es que en la mayoría de los casos nadie
se hace dicha pregunta. No veo la necesidad de extenderme al
respecto, porque en otros apartes de este escrito ya he tratado
el tema. Solamente, diré que el hombre no quiere hacerse
esa y otras preguntas, porque se ha vuelto excesivamente
materialista; que el hedonismo reinante le impide cuestionarse
y conocerse; que ese mismo hedonismo le coloca un filtro en los
ojos para que vea todo distorsionado, se confunda y se
desvíe persiguiendo espejismos que en todo momento lo
alejan de su auténtica humanidad; llevado a ciegas de la
mano por el lazarillo de la sociedad de consumo que no quiere
que piense, sino que sea un consumidor
compulsivo, sumiéndolo en un estado
deplorable de falta de carácter, personalidad e
identidad, que a veces explica el porqué no es sujeto de
su propia historia, sino objeto de la misma. En esta
situación deshumanizante en que se encuentra el hombre
de hoy, todos los males son explicables, tanto en las sociedades
desarrolladas como en las subdesarrolladas. El vacío
existencial que reina en el corazón
del hombre, la falta de sentido de la vida, la ausencia de
auténticos valores, la inexistencia de nobles y
verdaderos ideales, la incapacidad de soñar y no poder
construir sagrados sueños; (sin tener un proyecto de
vida, porque, en la cultura occidental se da la
situación, que la mayoría de las personas han
perdido la noción de quiénes son realmente, de
donde vienen y para donde van), pero eso es algo que no
comenzó ayer, viene desde hace mucho tiempo
atrás; yo digo que desde la época de los griegos:
somos seres desintegrados, que en el fondo sentimos una
sensación de desamparo, de abandono, de orfandad, de sin
sentido de nuestra existencia; se siente la impotencia para
hacer cambios reales e importantes en nuestra vida o en el
mundo. Este fenómeno bastante complejo, donde se mezclan
diversas variables y aspectos de la vida del hombre de hoy;
este íntimo sentimiento de impotencia, de
insatisfacción e inseguridad
existencial, hace que tratemos de compensarlo luchando y
esforzándonos, para lograr un poco de poder o control
sobre nuestro mundo, enfocándonos en el aspecto del
tener; tener y acumular cosas para lograr poder sobre los
demás, de tal manera que experimentemos la pasión
del dominio sobre
nuestros congéneres, sin importar ni los medios ni
las consecuencias, haciendo que aparezcan los males que aquejan
a nuestra humanidad en el día de hoy: como la pobreza, las
injusticias y todas las plagas que se derivan de este proceder
egoísta del hombre. Nos hemos desviado tanto, de nuestro
inicial objetivo de genuino auto conocimiento, que ahora nos
enfocamos obsesivamente sobre la obtención de cosas,
cosificamos a las personas creyendo, erróneamente, que
poseyéndolas vamos a ser más felices. Sentimos
que algo nos hace falta por dentro y entra en nuestra vida la
tensión, la ansiedad y el nerviosismo; permanentemente
queremos llenar ese vacío existencial manipulando el
mundo exterior, para poder lograr lo que deseamos, como si en
nuestra vida sólo existiera la dimensión
material.

 

En ese proceso, (tal vez de búsqueda
equivocada) el hombre le apostó al materialismo y
sus variantes como el hedonismo, el ateísmo
práctico; así crea el capitalismo
como un medio, que luego lo convierte en un fin, fin sobre el
cual ha girado la vida del hombre en los últimos siglos,
y que en lugar de llenar el vacío que tenía, lo
que ha hecho es profundizar las heridas y los sin sentidos de
su vida, sumiendo a la humanidad en el estado
lamentable en que se encuentra en este momento y sobre lo que
hemos venido haciendo referencia permanentemente con nuestras
ideas de una manera u otra. Es decir, para volver en forma
específica sobre el tema, el hecho de tener y acumular
cosas, el ejercer dominio sobre los demás no le
proporciona la felicidad al hombre, haciendo nuevamente que se
encuentre más confundido que al principio, que recorra
caminos que no llevan a ninguna parte y además lo alejan
laberínticamente de su auténtico destino o
misión en el mundo actual. Pero a ese hombre de hoy,
así como es y está, le será imposible
corregir el rumbo de su vida si no se da cuenta que el
vacío existencial que experimenta sólo se llena
desde adentro y en ese proceso intervienen todos los hombres al
unísono, y para ello requieren quitarse una serie de
máscaras que a través del tiempo se han ido
colocando y los han alejado de su verdadero destino. Luego, la
humanidad no puede esperar cambio alguno si el hombre no
cambia, y el hombre no puede cambiar si no modifica su manera
de pensar en todas las dimensiones conocidas y
desconocidas.

Todo lo anterior, hace que la sociedad de consumo a
través de los medios masivos de alienación y
masificación social, produzca y perpetúe dicho
modelo
arcilloso de hombre, y explique, por lo menos en parte, el
inmenso caos en que la humanidad de este momento se
desenvuelve; al mismo tiempo, nos da una percepción por
lo menos aproximada de un diagnóstico complejo de la
situación por la que atraviesa el hombre de hoy,
situación que ha sido reiterativa a través de la
historia, y por lo tanto no se puede afirmar que por haber sido
consuetudinaria no quiere decir que no tenga solución;
por el contrario, ha llegado el momento adecuado, adecuado
porque esta compleja problemática no da más
espera, pues de lo contrario un día no muy lejano nos
daremos cuenta que ya es demasiado tarde. Lo anterior y a
través de estos escritos, tenemos que tener presente que
dicha solución no es mágica ni fácil, que
empieza por ese mismo yo, soy yo y sólo yo, quien tiene
la inmensa responsabilidad de replantear la vida, que soy yo y
sólo yo, el sujeto de mí propia historia, que
nadie va a vivir o me va a solucionar los problemas; que a ese
ser denominado animal racional le ha llegado su momento
histórico en este inicio del milenio tres, para que haga
un alto en el camino y se decida de una vez por todas a darle
un vuelco a su trágica existencia, empezando con un
sentido de genuina humildad, reconociendo sus errores
históricos, tomándolos como saludables y
apropiadas lecciones que formarán parte de su equipaje,
para ese largo viaje que está a punto de iniciar, con
una nueva manera de pensar, una nueva manera de ver la vida,
una nueva manera de sentir, que es el albor premonitorio de lo
que será su inmediato futuro, sin lo cual estará
condenado a repetir la historia, historia al fin y al cabo
hecha por el hombre, que desde el punto de vista humano deja
mucho que desear.

Antes de proseguir en nuestro razonamiento, diremos
una palabra sobre alienación y marginación. En
primera instancia, la alienación trae como consecuencia
la marginalidad.
Los individuos, (porque no se les puede llamar propiamente
hombres, alienados y por lo tanto marginados) no tienen la
capacidad de asociarse para reclamar sus más elementales
derechos;
carecen de todo, son seres sin auto-estima y valoración.
Por su naturaleza infrahumana, no están en capacidad de
aportar nada en la búsqueda de alternativas de
solución a aquellos problemas que los afectan
directamente. El hombre alienado y marginado, no es
completamente dueño de sus facultades mentales y por lo
tanto es más fácil de explotar. Para el hombre
alienado y marginado, no significan absolutamente nada la
sociedad, las instituciones, el Estado, la democracia y
mucho menos la Constitución; pues ha sido condenado a
ser marginado desde antes de nacer, por una avalancha de causas
y un laberinto de problemas, cuyas consecuencias son infernales
y lo llevan a la imposibilidad de llegar a ser. Es prisionero
de su propia mente, las raíces de su esclavitud
están tan arraigadas en lo más profundo de su
ser, que no se da cuenta de ello, es víctima de una
mentalidad que le impide concientizarse de su inhumana
situación. El hombre alienado y marginado, no puede
superarse, no tiene capacidad de reacción para poder
cambiar. Está condenado desde antes de nacer a ser
oprimido, desgraciado, abusado, de una forma u otra y tan
imperceptible, tan "normal", que casi nadie se da cuenta y, por
lo tanto, no se detecta el verdadero problema, que en el fondo
son las estructuras
mentales que han dado como resultado unos convencionalismos,
tradiciones, costumbres, maneras de ver la vida, objetivados en
unas instituciones y por ende, en una normatividad, que
fácilmente puede recibir la denominación de
"injusticia institucionalizada" y de la cual nadie quiere darse
por enterado que existe, y que es urgente y necesario cambiar
para bien de todos.

Sufriendo siglos de alienación, atropellos e
ignominia, que como en el caso de los hombres en la famosa
alegoría de la caverna de que habla Platón, este hombre no sabe cual es la
realidad, porque se le ha condicionado de tal manera, que
incluso a ciencia cierta no sabe quién es él.
Igualmente, como en dicha alegoría, donde los hombres
luchan para no ser liberados, (en este plano de la realidad que
es el mundo) los hombres han sido violentos contra aquellos que
en un momento dado de la historia han luchado por su
liberación y han querido mostrarles el error en que se
encuentran, mostrarles el estado de alienación a que han
sido sometidos por siglos. Luego, ahí tiene el hombre el
meollo de la cuestión. Primero que todo, concientizarse
de la situación y, luego, tomar la decisión
irrevocable de salir de este estado de infrahumanidad, y eso
sólo lo puede hacer cada uno, pues está
demostrado que nadie en el mundo puede vivir la vida en
reemplazo de otro.

Replanteando totalmente su vida, el hombre
tendrá tiempo para el ocio creador y podrá
entregarse al cultivo de la ética,
los valores
y las artes. Estos serán los objetivos, metas y
pasatiempos favoritos que tendrá el nuevo hombre; de tal
manera que progresivamente, vaya avanzando en humanidad, para
que su perfeccionamiento sea continuo y sistemático.
Dentro de los nuevos parámetros o perfiles, para que
alguien sea importante, encarnará el valor o cualidad
del servicio, es decir, ya no será admirado quien posea
más cosas, sino aquel que por su sabiduría es
ejemplo de servicio y entrega, hace que su vida gire alrededor
de los demás, de tal manera que quienes están
cerca se sientan seres humanos con valores y sana autoestima,
que en ningún momento evadan la responsabilidad de su
propia existencia.

Ese cultivo, no sólo de la ética y los
valores, sino de todas aquellas disciplinas que harán
del hombre un ser realmente humano en la búsqueda de su
perfección y destino.

El nuevo hombre, por su manera de pensar, sentir,
desear, amar, traducirá en acción sus objetivos
inmediatos, sin lo cual todo se puede quedar en teoría,
metas inaplazables como el mejoramiento de la calidad
educativa; mejoramiento real cuando hablamos de
transformaciones en el individuo, en la conciencia personal;
para volver a las personas inteligentes, es decir, humildes
para aprender, en donde la habilidad de aprender sea la
más desarrollada en cada individuo y la creatividad se
convierta en un paradigma
social. Seguirá siendo la educación prerrequisito
de progreso y desarrollo. Paralelamente a lo que
tradicionalmente ha sido educar, vendrá consigo el
crecimiento personal y el avance social, que establezca la
diferencia entre una sociedad desarrollada y una que no lo es.
La educación como mejoramiento en todos los aspectos, a
partir de las transformaciones del individuo de que
hablábamos antes, especialmente, en la conciencia
personal, que se crean capaces de hacer las cosas, con humildad
para aprender y donde el crear cosas nuevas sea el pan de cada
día.

Dentro del mejoramiento de la calidad
educativa, necesariamente, tiene que venir la
contextualización, es decir, una educación acorde
con las necesidades de cada región del mundo, y de paso
se abandone la moda
imperante de importar modelos
educativos perfectos de otras latitudes, pero que a los
nacionales de estos países no les sirve para
nada.

Palabras más, palabras menos, ir abandonando
paulatinamente el neocolonialismo en todos los aspectos, para
que de la diversidad cultural y su respectiva manera de
enfrentar los problemas, surjan las estrategias adecuadas para
dar solución a las diversas situaciones que aquejan a la
humanidad en los respectivos campos y materias. Una
educación personalizante, con énfasis en las
fortalezas de auto-estima personal, donde el individuo se crea
valorado como persona, capaz
de hacer aportes sustanciales al proceso de mejoramiento y
perfeccionamiento de la humanidad. Pero, la sola
educación no será la panacea para todos los males
que aquejan a la humanidad. El atraso de que es víctima
el tercer mundo, fruto de siglos de ignominia, no va
desaparecer por arte de magia.
Se requiere planeación y esfuerzo mancomunado de cada
uno de los estamentos de una sociedad, cuyo bienestar no
dependa de las decisiones de unas pocas personas, sino de la
acción de todos en equipo. Los nuevos roles sociales,
que se han ido creando progresivamente, cuando el hombre ha
tomado la decisión de ser sujeto de su propia historia,
han venido arrojando los resultados positivos, como es una
sociedad más justa, más humana, donde el
máximo valor de la vida y el servicio a los demás
en forma desinteresada se aprende por ejemplo desde el hogar,
pasando por la escuela y se practica ininterrumpidamente desde
la cuna hasta la tumba. El nuevo enfoque educativo, en aras de
la personalización, concierne a toda la sociedad en
general, pasando, obviamente, por la familia y
objetivando su práctica en todos los momentos de la vida
del individuo. El mejoramiento de la calidad de la
educación, vista en todo su contexto, permite al nuevo
hombre apropiarse de su destino, no seguir siendo sujeto pasivo
de su historia, viviendo esquemas o modelos que nada tienen que
ver realmente con su propia vida, pero que de ahora en adelante
su existencia adquirirá sentido pleno.

Aunque con relación al trabajo se
han dado últimamente algunos avances, pues hoy por hoy,
existe en todas las constituciones como un derecho del hombre,
todavía hacen falta algunos cambios como el que la empresa sea
un centro de auto-estima y crecimiento personal. Si el hombre
ha sido una máquina o una parte de una máquina,
en este momento, decíamos, las cosas han cambiado. El
lugar de trabajo del hombre, es decir, la empresa, se
convierte en el centro de auto-estima y crecimiento personal.
Se trata de humanizar el trabajo,
el lugar de trabajo, ya que allí el hombre pasa gran
parte de su tiempo y por ende, determina el conjunto de sus
relaciones sociales. Las nuevas relaciones implementadas desde
un tiempo para acá en lo que al trabajo se refiere, hace
al hombre más humano y capaz de transformar
positivamente cualquier ambiente
para beneficio personal, familiar y social; pues el trabajo
adquiere el verdadero sentido, como motor de
desarrollo en todos los aspectos; tanto es así que se da
el cambio del trabajo esclavo por el trabajo creativo. Porque
la doctrina cristiana proclamada a partir del génesis y
por ende, en toda la Biblia, hizo por mucho tiempo que la
concepción del trabajo se interpretara literalmente como
aparece en dicho relato, convirtiendo el trabajo en una
maldición y al trabajador en un renegado. Efectivamente,
el trabajo fue y aún sigue siendo en algunas latitudes
como una consecuencia del pecado.

Esta concepción permitió, que la
consecuencialidad diera para todo: esclavos para trabajar,
hombres reducidos a la condición de bestias de carga,
obreros que son los esclavos modernos o contemporáneos;
madres cabeza de familia que son explotadas sin misericordia en
su fuerza de trabajo y en su sexo;
niños menores trabajadores que reciben salarios de
hambre y que por estar trabajando no estudian. Lo que se
pretende de ahora en adelante es que haya empleo; sea
digno y justo el salario ;
que sea una actividad agradable al hombre, que realce su
dignidad, y le permita desarrollar su creatividad y
potencialidad en todos los aspectos.

El hombre que quiere darle un vuelco a su existencia y
a la historia, necesita redefinir lo que se ha entendido como
desarrollo humano. Preferiblemente con una redefinición
de hombre, con un nuevo concepto de
hombre e incluso de todo lo demás, de tal manera que se
objetive un modelo de desarrollo más justo, más
acorde con los anhelos profundos de paz, justicia, tolerancia,
equidad,
solidaridad, libertad e igualdad. Donde se elimine la brecha
entre ricos y pobres, para que la igualdad de oportunidades
sean opciones reales para todos y acorde con las necesidades
que se dan en determinadas circunstancias espacio-temporales.
El nuevo hombre, que parte de su autoconciencia y que ha
construido su propia identidad con una jerarquía de
valores, donde la vida y el servicio a los demás ocupan
los primeros lugares, dejará espacios para ejercer su
libertad, decidir su propio destino, y actuará en
función de sus más preciados
ideales de personalización y realización.
Sería una utopía insulsa decir desde estas
páginas los pormenores o límites dentro de los
cuales se ha de mover en su acción este hombre en la
búsqueda de sus objetivos. Es ese mismo hombre,
consciente de sus fuerzas y debilidades, que se ha de trazar
derroteros que lo alejen de la nada, de la angustia y el
absurdo, por donde ha caminado en los últimos tiempos
una y otra vez, repitiendo la historia sin cesar, sin darse
cuenta.

Hasta el momento los modelos de desarrollo que se han
llevado a cabo han sido más fruto de la filosofía
y dinámica del sistema económico capitalista, que
como resultado, de un diagnóstico y fría
planeación, donde se prevenga las injusticias y males
que hoy existen; es por eso mismo que de ahora en adelante se
requiere un nuevo modelo donde se privilegie por la fuerza de
las circunstancias y variables un desarrollo
sostenible. Hasta hoy, la única regla que se ha
observado en el marco del sistema económico capitalista
es el lucro, lucro que se paga en la gran mayoría de los
casos a un alto precio en vidas humanas, en recursos
naturales renovables y no renovables. Ya por lo menos, a
nivel mundial existe la conciencia, en cuanto a teoría
se refiere, que la humanidad necesita implementar un nuevo tipo
de desarrollo que sea sustentable y no dañe el ambiente,
porque de lo contrario, el hombre seguirá destruyendo el
único hábitat en que puede vivir. Para que se
de este desarrollo sostenible, no sobra anotar, que ese hombre
requiere modificar su manera de pensar, cambiar las diferentes
concepciones, especialmente, las socio-económicas que lo
han guiado hasta el borde del abismo en que se
encuentra…

Un capitalismo solidario que se caracterice, entre
otras cosas, por la ayuda y asistencia real y efectiva de las
economías fuertes o de primer mundo a las
economías débiles, a los países pobres o
en vías de desarrollo, citando a Jeffrey Sachs "… que
aún no han empezado a subir la escalera del desarrollo o
que se encuentra en el primer peldaño"; lo anterior es
un gran desafío para el mundo rico y desarrollado, eso
es cierto, pero los beneficios para la humanidad hace que valga
la pena, y Los Proyectos del
Milenio y por ende Los Objetivos de Desarrollo del Milenio de
la ONU van
encaminados en ese sentido, al menos desde el punto de vista
teórico o de buenas intenciones.

5. Replantear la educación es fundamental
para el cambio.

Al cambiar el hombre su manera de pensar,
necesariamente, cambiará él y estará en
capacidad de transformar sistemas jurídicos,
políticos, económicos y educacionales.
Cambiará el hombre, cambiará su mente y todo se
transformará. Se humanizarán los sistemas
jurídicos, los sistemas políticos y los sistemas
económicos, la educación y la cultura, la
religión y las costumbres. Las tradiciones serán
vistas con veneración, pero sólo se
conservará aquello que favorece al nuevo sistema de
valores y cosas. Al imperio de la modernidad o
post-modernidad, se le quitará todo aquello, que
rebajaba al hombre en su dignidad. El mundo de las apariencias
y la vanidad desaparecerán, para dar paso a la saludable
autenticidad y al pensamiento original. Los autores y
pensadores de la humanidad, que se han mantenido ignorados y
olvidados echarán a volar sus ideas a los cuatro
vientos, para que cada cual tome de ellas aquello que necesite
para su proyecto de vida. Es cierto, que todo cambio genera
resistencia,
pero la resistencia al
cambio irá cediendo terreno a medida que aparecen
los resultados, y a más resultados, más
entusiasmo y motivación, y así sucesivamente
hasta conformar una marcha realmente humana en la
búsqueda de su auténtico destino, destino que le
ha sido esquivo a través de la historia, porque los
"intentos" que se hicieron para lograrlo estaban viciados de
antemano, como es querer cambiar el mundo sin cambiar antes al
hombre, luego, los intentos se dieron pero los resultados
fueron efímeros, por eso ahora se trata de hacer las
cosas correctamente.

Cuando el hombre piensa diferente y positivamente,
cambia todo lo demás, incluso las instituciones que el
hombre en su dimensión social ha creado para llevar a
cabo una sana convivencia, entre ellas está el Estado,
del cual es preocupante su legitimidad. En la búsqueda
de la legitimidad del Estado, la educación juega un
papel primordial. No se logra legitimar el Estado, cuando es
regido por un contrato
social (Constitución), si existe un elevado margen
de injusticia, si ese Estado no llega a todas partes, si
existen vacíos de poder, si existen sub-estados dentro
del Estado. El Estado, el País, la Nación, el gobierno y la
democracia son viables, siempre y cuando, beneficien y sirvan a
los intereses comunes de la mayoría de la
población. La democracia existente en gran cantidad de
países, concretamente en los llamados países del
tercer mundo, no pasa de ser un remedo de democracia, una
falacia; no es democracia porque las grandes decisiones sobre
el destino de estos pueblos las toman entes internacionales
como el Banco
Mundial, el Fondo Monetario
Internacional y lo que hacen los respectivos gobiernos es
implementar y aplicar dichos postulados, que en la gran
mayoría de los casos son de tipo económico, sin
importar las consecuencias a corto, mediano o largo plazo;
acentuando de esta manera el neo-colonialismo, que caracteriza
las relaciones
internacionales actuales, entre países del primer y
tercer mundo.

El Estado, el País, la Nación y el gobierno adquirirán su
razón de ser, cuando se ocupen de las diversas
problemáticas que existen, pues, son democracias que se
caracterizan por ser representativas y, en estas típicas
democracias del tercer mundo, se presentan situaciones que en
nada favorecen a la verdadera democracia. La primera, es el
clientelismo o la compra de votos; la segunda, es que como es
representativa en la praxis,
después de que el elector sufraga y elige, no queda un
vínculo con el elegido, luego, no le puede hacer un
seguimiento a su desempeño público, mucho menos,
exigirle el cumplimiento de su plataforma programática
porque no existen los mecanismos ágiles y eficientes
para ello. Superar lo anterior, y que se opte por soluciones
reales en el tiempo y el espacio, y la inmensa mayoría
de la gente participe así sea sólo con su voto, y
cada uno se sienta parte activa de la Nación, dejando de
antemano la actitud de masa ignorada que los ha caracterizado
en los últimos tiempos.

En otro aparte, relacionaba los problemas que padecen
la gran mayoría de las naciones actuales y era
difícil establecer las causas de dichos problemas,
especialmente, porque un problema se convierte en causa de
otros y así sucesivamente. Este es el caso de la
legitimidad del Estado y la correspondiente gobernabilidad.
Podríamos enunciar varias causas: una, que a dicha
sociedad se le ha impuesto un
modelo de Estado; en este caso el sistema democrático,
que no aviene con su tradición, con sus instituciones
básicas, con su credo y por lo tanto no es funcional. La
segunda, es que dicha nación, concretamente el pueblo,
tiene la clara percepción, que este Estado no cumple sus
funciones de
regulador de la vida social en general; este Estado funciona
amparado en una Constitución, en muchos de los casos
bien elaborada pero que no se cumple, y si el Estado no cumple
su función por diversas circunstancias, en ese momento,
se producen vacíos de poder y por lo tanto no existe
plena gobernabilidad, quedando los espacios para que otros
entes entren a operar y reemplazar al Estado empeorando la
situación existente.

Lo anterior, sucede con más frecuencia, cuando
por la compleja problemática social la gente no aprecia
la presencia del Estado (ausencia total), y constata que sus
problemas no tienen solución, generándose una
falta de sentido de pertenencia con el establecimiento y las
instituciones en general, junto con la sensación de que
a nadie le interesa sus asuntos. Una tercera causa, se deriva
de las anteriores y consiste en que como el Estado no hace
presencia activa, la gente no valora su función y por lo
tanto se auto-margina de los procesos
electorales, produciendo una alta abstención,
fenómeno que va a generar otros problemas como la
corrupción administrativa, falta de
control político, porque no existe participación ciudadana a pesar de que la
constitución y la ley la
contempla, (participación ciudadana que no existe, tal
vez, por la falta de cultura política ya que la
gente no está acostumbrada a intervenir en procesos
democráticos, ni a tomar parte en las decisiones sobre
asuntos que les conciernen directamente) pues tienen la
mentalidad de que quienes gobiernan son siempre los mismos con
las mismas acciones,
dejando pasar así una gran oportunidad de apersonarse de
la situación, que por antonomasia les corresponde ser
los primeros interesados en que las cosas se hagan bien. La
solución a esta problemática estructural se logra
si se crea organizadamente la sociedad civil,
de tal manera que ésta haga un control político
directo, erradicando de esta forma la corrupción a nivel público y
privado.

Resumiendo, decimos que en los procesos
democráticos si no existe la cultura ciudadana y
democrática, los procesos son imperfectos, los problemas
por lo tanto persisten; el Estado es inoperante, los problemas
básicos no encuentran solución, y además
se acentúan, y en forma interminable una cosa lleva a la
otra, es decir, un problema se convierte en causa de otros.
Frente a las amenazas y situaciones de hecho que atentan contra
la paz mundial, no existe una opinión
pública universal organizada, las voces de protestas
que se oyen son ínfimas y aisladas, y la inmensa
mayoría de la humanidad permanece en un silencio
tétrico y cómplice, no sólo en cuanto a
seguridad se
refiere, sino en lo relacionado a todos los demás
aspectos que le interesan al hombre. Los gobiernos, orientados
por la filosofía positiva-capitalista, son sociedades
anónimas de capital humano,
con la función exclusiva de manifestar aspectos diversos
de una fatalidad histórica que raya en la demencia y nos
conduce, así como están las cosas, hacia un
suicidio colectivo.

El frágil sistema democrático, invocado
por aqueos y troyanos, no es garantía de justicia,
equidad e igualdad. A este sistema lo han casado con el
insaciable capitalismo, pues, pareciera que la democracia fuera
una simple consecuencia lógica del capitalismo, y el capitalismo
como hace con todo lo que toca, la pone a su servicio. El gran
capitalismo, contradice en esencia al sistema
democrático, el capitalismo salvaje lo echa abajo.
Pareciera que finalmente, el capitalismo cambiara los ideales
democráticos y palabras más, palabras menos,
quedara así: en lugar de igualdad y justicia para todos,
dijera: miseria e injusticia para la gran mayoría. Las
tendencias mundiales actuales le permiten al capitalismo
influir y controlar la vida de las personas en todas las
dimensiones o aspectos, cosa que antes no lo podía
hacer. El capitalismo y su economía de libre
mercado,
fruto de la creación del hombre, lo ha invadido todo; un
capitalismo que fácilmente se puede identificar con la
gran bestia de que habla el Apocalipsis, pues, no deja nada al
azar para seguir teniendo la hegemonía y seguir sumiendo
en la miseria a miles de millones de seres humanos alrededor
del mundo.

Las opciones propiamente democráticas,
concretamente, en los países que el primer mundo no les
ha permitido desarrollarse y en lo que concierne a la
implementación de políticas que favorezcan a las
grandes mayorías, dejan muchas dudas; pues a finales del
siglo XX, se ha venido imponiendo la moda de los candidatos
independientes en los ambientes políticos, donde existen
los sistemas democráticos. Estos candidatos enarbolan
banderas, que en ese momento mueven multitudes, pero su
plan de
acción no deja de ser inmediatista y oportunista, que
busca en términos muy generales convencer a un
electorado para que vote pero que su propuesta de gobierno no
va al fondo de las diversas situaciones que existen,
convirtiéndose en un paliativo, que no resuelve agudos
problemas de siempre. Dentro de los procesos
democráticos, que se dan para escoger gobernantes de
turno, la humanidad no se atreve a optar por lo nuevo, le tiene
miedo al cambio, la resistencia al cambio es muy marcada; la
gran masa de la población no ha evolucionado mentalmente
desde hace muchos siglos y eso hace que no se exploren nuevas
formas en el gobierno, en la economía, en la cultura, en
la educación, en la religión e incluso en la
filosofía. Las corrientes de pensamientos o la
filosofía actual propiamente dicha, no se ha separado de
las formas tradicionales de concebir la conducción de
los pueblos. Dentro de la situación de crisis que
caracteriza al mundo en este momento, una de dichas crisis y la
más preocupante es la ausencia de nuevas formas o
propuestas de gobierno, de convivencia entre los pueblos,
propuestas o formas que tienen que pasar a convertirse en
alternativas integrales
que transformen al sistema económico capitalista que nos
rige, ya que éste, influye y determina la vida del
hombre de hoy.

6. El hombre cambia o
perece.

A pesar de lo efímero e inútil, que
pueda resultar hacer un intento por establecer una
jerarquía de los problemas que más se dan en los
países tercer mundistas, lo tengo que hacer, consciente
de las limitaciones e imperfecciones en que pueda caer. Vuelvo
a lo que dije en otra oportunidad: la causa de determinados
problemas son las consecuencias de otros, perdiéndose
así la posibilidad de un diagnóstico aterrizado
sobre la situación irregular que se presenta en un
momento determinado. Para mencionarlos, a manera de ejemplo, y
en su respectivo orden: la falta de educación, de
ciencia y
tecnología, la pobreza, la
sobrepoblación, la inflación y el desempleo, la
falta de estructura organizativa e infraestructura
económica, y la corrupción e inestabilidad
política. Difícilmente, puedo tratar de examinar
cada uno de los problemas anteriores a satisfacción.
Pero empecemos diciendo, que una nueva concepción de la
realidad en todas sus dimensiones es el punto de partida para
afrontar dicha problemática.

Trataré de comenzar, a sabiendas de los
vacíos que puedan quedar en el razonamiento y que de
antemano acepto, pero que tiene doble propósito: el de
abrir el debate al respecto. Podríamos enunciarlo de la
siguiente manera: por falta de recursos no es posible que haya
educación; sin recursos y sin educación no existe
ciencia y tecnología; sin educación y, por
ende, analfabetismo habrá explosión
demográfica y sobrepoblación; sin estabilidad
económica y redistribución de la riqueza
habrá inflación, desempleo y seguirá
existiendo como dice Jeffrey Sachs la trampa de la pobreza;
también existirá falta de estructura organizativa
e infraestructura económica, y la falta de
educación y justicia social, generará otros males
como la corrupción generalizada y la inestabilidad
política. Pareciera, que la compleja problemática
fuera un pulpo que atrapa al hombre y que éste entre
más esfuerzos hace por liberarse, más prisionero
e impotente se vuelve ante dicha situación, y que por
cada tentáculo que lograra cortar le nacieran tres
más al pulpo del laberinto de la problemática
actual.

Sin obviar lo anterior, y, sin preocuparme si repito o
no lo que he afirmado en otra parte de este escrito, en la base
de todo problema a nivel personal, familiar, institucional y
social está el modelo del hombre que queremos, y este
modelo está directamente determinado y condicionado por
su manera de pensar, y lo vuelvo a afirmar una vez más:
si el hombre no cambia su manera de pensar, lo más
seguro es que en lo fundamental no cambie nada. Yo pienso, que
uno de los problemas que afecta al hombre actual es la falta de
sueños, la falta de fe en sí mismo, de decidirse
a hacer que las cosas pasen y no a esperar que las cosas pasen.
Históricamente, se ha comprobado, que el hombre es tan
imprevisible y tan polifacético que se puede adaptar a
todo, puede transformar todo aquello que desee,
desafortunadamente también es un hecho, que el hombre se
acostumbra a todo, incluso a vivir mal, o lo que es peor, se
vuelve sordo y ciego, no es capaz de darse cuenta, que sus
hermanos sufren elementales necesidades y por lo cual no se
inmuta. Podríamos decirlo de otra manera, pareciera que
el hombre de hoy sufriera de demencia senil, y en la demencia
senil, al paciente le suceden dos cosas: una, no sabe que
está enfermo, es decir, loco; dos, cree firmemente que
está sano, es decir, cuerdo. El hombre actual, sufre de
demencia senil y, por lo tanto, le suceden las dos situaciones
anteriores. Es así, que el hombre de hoy, en la etapa
terminal de su enfermedad o demencia senil, tiene dos
alternativas: la primera, seguir así, hasta su
defunción o extinción, y la segunda, reaccionar,
tomar conciencia de su situación y decidirse a
reorientar su vida pensando de otra manera, para convertirse en
otro hombre, en un hombre nuevo, capaz de agarrar las riendas
de su vida en sus manos, independientemente de los
condicionamientos y alienaciones a que ha sido sometido a
través de la historia. En ese replanteamiento de su
vida, el hombre aprovecha para transformar todo aquello que de
una u otra manera ha hecho de su inhumana existencia, una forma
de vida. Lo anterior, porque el hombre de hoy, puede estar
convencido que el disfraz de la locura es sabiduría, sin
sospechar que lo que cree que es real está siendo
pensado de un modo incoherente, es decir, la sofística
es el pan de cada día en nuestra cotidianidad; pues
vivimos en un régimen inquisitorial y dogmático,
donde no hay espacio para la dialéctica ni para la
diferencia, y a quién piensa diferente no se le condena
ya a la hoguera, sino al desprecio acompañado de risas y
si queda un poco de humanidad, este hombre inspirará
piedad. Entonces, no queda otro camino sino que nosotros mismos
nos transformemos, en el seno de nuestra conciencia, en lo
más profundo de nuestro ser, en algo distinto de lo que
somos ahora.

Lo que sigue a continuación, es para querer
decir con otras palabras lo que he venido expresando a
través de este escrito: si el hombre quiere pensar de
otra manera, tal vez necesite ampliar su nivel de conciencia,
abrir una serie de puertas desde el interior para ayudarse a
sí mismo y a los demás. Tal vez requiera ascender
un escalón más en su evolución y perfeccionamiento para que su
vida adquiera otra dimensión, otro rumbo, otro sentido,
y en esa conversión se sienta más a gusto consigo
mismo y sea capaz de vivir en función de los
demás. Por último, es probable que despierte de
ese sueño casi eterno en que ha permanecido, y del cual
sólo unos pocos han podido hacerse cuerdos, y
dándose cuenta de esa realidad inhumana anterior,
decida, de una vez para siempre, superar los siglos y las
situaciones de lógica locura que lo caracterizaron por
tanto tiempo, y que es la única manera de explicar la
realidad que vivimos hoy. Para nadie es un secreto que a
través de la historia, el hombre ha constatado que algo
le hace falta, y, este siglo XXI es el apropiado para que
él encuentre la solución a esta incógnita;
por ejemplo: ¿abrir una puerta que está oculta?
¿atravesar una puerta? ¿abrirse a otra
dimensión sin necesidad de recurrir a rituales, métodos
o prácticas religiosas inalcanzables? En este momento la
respuesta a lo anterior es incierta, la única certeza es
que ese hombre no puede ignorarse por más tiempo,
requiere salir del estado de locura en que se encuentra para
que su existencia adquiera un sentido realmente humano,
haciendo uso adecuado de su potencial racional de que
está implementado, de tal manera que muestre con obras
buenas para que está en este universo en el día
de hoy. Ese paso, esa decisión, esa proyección la
tiene que iniciar antes de que sea demasiado tarde. El hombre
de hoy no tiene, prácticamente, otra alternativa. Como
dice un amigo mío: necesita lanzarse a la piscina, tenga
agua o no
tenga, pero lanzarse.

Los derechos consagrados de supervivencia del hombre
en la mayoría de las Constituciones no se pueden
convertir en letra muerta. No se puede ignorar por más
tiempo el silencio de los pobres, de los excluidos, de los
desheredados, de los que no tienen voz, el silencio del hombre
masa, el silencio del desechable social, el silencio del
analfabeta que no sabe hablar, el silencio del enfermo
agonizante cuya voz son balbuceos, el silencio del hambriento
que no tiene fuerzas para modular palabra alguna. La humanidad
actual, no se puede apropiar el derecho de decidir que es bueno
y que es malo en lo referente al modelo de tolerancia, de que
unos pocos tengan derechos y la gran mayoría no. El
silencio de los que no tienen voz es una clara injusticia o
crimen que clama al cielo como la sangre de Abel.
El hombre de hoy necesita que todos sus hermanos estén
sentados a la mesa y que no existan ni Epulones, ni
Lazaros.

La existencia y felicidad del hombre no será
completa, ni tendrá fundamento, en cuanto no se
solucione la problemática social de las grandes
distancias económicas y las grandes marginaciones. Un
imperativo moral es
salir adelante en el desarrollo y mejoramiento de la calidad de
vida integral para todos los hombres del mundo.
Decíamos, anteriormente, que hacer un diagnóstico
exhaustivo de la situación del hombre actual era casi
imposible, por diversos motivos. Existen dos premisas que no
las podemos ignorar o pasar por alto. La primera, es que la
humanidad se encuentra en una situación
problemática muy compleja. La segunda, es que existe la
necesidad de enfrentar dicha problemática de otra manera
tal como se ha venido tratando a través de la historia.
Si los "valores", que existen en este momento, en parte
inspirados por la estrategia
capitalista, nos presentan un panorama desolador, a
excepción de unos pocos privilegiados, eso significa que
no son los más adecuados. Necesitamos una nueva
filosofía de la vida, que guíe la acción
del hombre, que motive la acción del hombre en todos los
aspectos, en todas las dimensiones. Si como estrategia y
alternativa de solución, no hacemos uso de un nuevo
humanismo, que responda a los grandes anhelos del hombre de
hoy, estamos condenados a repetir la historia con todas las
equivocaciones de que ha sido víctima.

El trasegar del hombre en la historia no ha dejado de
ser deshumanizante, pues pareciera por momentos que dicho
hombre fuera la criatura más cruel y despiadada que
existe sobre la tierra. A veces en su sentir, en sus
motivaciones, en sus acciones y en sus omisiones que dejan
mucho que desear pareciera confirmar lo anterior…

La brecha que existe entre países ricos y
pobres, (además de la injusticia que eso genera)
últimamente, está propiciando una migración y fuga de cerebros. La
dinámica de la historia es irreversible. La miseria, el
hambre, la pobreza, las enfermedades y el
desempleo que caracterizan a los países subdesarrollados
hace que se presenten fenómenos como la
emigración hacia los países del primer mundo.
Estos emigrantes en términos muy generales llegan a
tales metrópolis a realizar el trabajo desagradable que
no quieren hacer los respectivos naturales del país.
Paralelo a la problemática anterior, se da lo que se ha
llamado la fuga de cerebros, debido a que en los países
subdesarrollados, con un alto índice de desempleo, no
existen ni los recursos, ni la infraestructura para la alta
investigación, luego, las personas mejor
preparadas son seducidas por elevados sueldos, que sólo
los pueden pagar las multinacionales que están en
capacidad de invertir en la base del desarrollo actual, que es
la ciencia.
Entonces, la gente más preparada se va de sus
respectivos países, donde realmente existen las
necesidades y donde su aporte sería determinante para el
progreso de su nación.

La poca socialización de la medicina por
razones de miseria, pobreza y situaciones económicas
básicas es otro aspecto que vale la pena mencionar. Las
situaciones endémicas a causa de la pobreza, la falta de
educación y cultura. La miseria generalizada hace que la
bendición de la medicina no llegue a todos los rincones
de la tierra. En el siglo XXI, donde la medicina ha alcanzado
un alto nivel de desarrollo, sus beneficios no son universales,
pues el alto costo de los
mismos hace que una gran masa de la población mundial no
tenga acceso a la medicina, ni siquiera a la medicina
preventiva. Los factores que impiden lo anterior, son numerosos
y variables, empezando por el más fuerte, como es la
falta de hábitos de higiene en
primera instancia y segundo, la poca cultura al respecto, como
es la de consultar al médico donde es posible hacerlo.
La medicina, como una conquista del hombre no está al
servicio de toda la humanidad porque existen impedimentos de
todo orden. La poca socialización de la medicina es tan
obvia, que sus beneficios se ven opacados hasta por
concepciones de carácter religioso. El concepto de
pobreza, es tal vez, más amplio de lo que parece a
simple vista: aparece como una gran variable que condiciona y
determina la vida de los hombres, que según su ausencia
o presencia los hace felices o desgraciados. La distribución equitativa de los bienes de
salud hace que
determinada sociedad vea favorecida su dignidad según el
goce de estos beneficios.

El anhelo de la humanidad mil veces aplazado y el cual
ha ocasionado no pocos desvelos en la historia humana, no se
puede dejar de lado y es sobre la guerra y la
paz. Este esfuerzo, este ensayo,
aunque sencillo e imperfecto, lo sería mucho más
si no hablara de la guerra y la paz. De la guerra ya he hecho
mención en el sentido de que han sido las épocas
en que la humanidad ha recurrido a ella (irresponsablemente,
con una alta dosis de locura colectiva) y que como
consecuencia, sólo han quedado huérfanos, viudas,
lutos y una serie de heridas y secuelas que no sanan y
además con el paso del tiempo crea una insensibilidad
social al respecto, olvidando los horrores sufridos por los
errores de la humanidad, ya sea por acción o por
omisión. El hombre, como un ser complejo y desconocido
para sí mismo, frecuentemente ha recurrido al flagelo de
la guerra. Guerras que
no han traído nada bueno en comparación con el
inmenso desastre que ocasionan. En los países y a nivel
mundial, donde existe dicho esperpento se da por causas
complejas (de todas maneras no justificables), como la
injusticia en cualquiera de sus formas y el deseo de poder. El
deseo de poder y de dominio sobre los demás hombres, es
el más explícito como causa de las
conflagraciones que existen y han existido. Las dos guerras
mundiales dejaron heridas que aún sangran. Por esta
época, es probable que estemos en la tercera, cuyo
comienzo se dio con el fin de la guerra
fría y el inicio de la guerra del golfo
Pérsico. De aquella fecha para acá, ha venido
evolucionando y casi imperceptiblemente se han ido alineando
los contendores. En este momento, existe una lucha sin cuartel
contra el terrorismo,
pero a esa escaramuza, si le agregamos unos ingredientes de
fanatismo religioso y cultural, junto con un despertar de
atávicos odios y le mezclamos una serie de intereses
complejos, ambiciones descomunales y deseos de mesianismos, el
deseo de poder y hegemonía, la pasión por dominar
y aplastar a los demás hombres, todo lo anterior hace,
que si no se toma en serio dicha potencial problemática
al cabo de unos pocos años estaremos hablando de un
enfrentamiento bélico entre occidente y oriente. La
difícil situación de la antigua Mesopotamia,
Palestina-Israel,
Afganistán, es de sumo cuidado, y si no se le pone la
debida atención, la humanidad nuevamente se
verá abocada a una conflagración mundial sin
precedentes en la historia. En India,
China,
Indonesia, Mongolia, Corea del Norte, las estepas rusas, las
nacientes repúblicas de la Ex – Unión
soviética, la misma Rusia, por
la situación socio-política por la que atraviesa,
y por el hambre y la pobreza que sufren, estas grandes masas de
población van a salir a buscar el alimento y las
posibilidades de supervivencia donde se encuentren, es decir,
en Europa; por
lo tanto, potencialmente, la situación es preocupante y
los líderes del mundo no quieren ver el peligro a que
están sometiendo cada uno de sus hemisferios, y el resto
del mundo. En el trasegar de la humanidad, en la historia de
los pueblos, lo hemos enunciado anteriormente, de una u otra
forma, se han turnado la hegemonía de unos sobre otros.
En este momento el gran imperio EEUU, pero detrás de los
EEUU están haciendo cola varios países para
asumir ese papel y por lo tanto repetir la historia. Es cierto
que en la época actual, lo decíamos, un pueblo
difícilmente somete a otro por las armas. No tiene
necesidad de hacerlo, pues, existen otros medios más
sutiles y más efectivos, como es por ejemplo el aspecto
económico. Ese aspecto económico, llámese
sistema capitalista, que encarnado y en perfecta simbiosis con
las democracias modernas, domina el mundo en las cabezas
visibles de los países de Europa occidental (Unión
europea), y especialmente, los EEUU. Los EEUU se comportan
como un gran imperio, para bien o para mal? En este momento
nada escapa a su influencia. Su bandera de lucha es una
filantropía conmovedora, pero detrás de toda esa
campaña
publicitaria, están los sagrados negocios y
en función de proteger el capital de
sus nacionales, despliega su descomunal política
exterior, gústele a quien le guste, favorezca o no
favorezca, total, es el imperio y en este momento el imperio y
sus aliados no tiene rival declarado. Lo que es importante en
este momento es que el capitalismo se expanda y las ganancias
de las empresas
multinacionales sean cada día más, sin importar
que suma en la miseria al resto de la humanidad. Teniendo en
cuenta, lo inmediatamente anterior, podrá haber
paz?

La paz es el gran anhelo de todo hombre, de todo hogar
y, por ende, de toda sociedad civilizada. El hombre ha
guerreado desde que se conoce, pero le llegó la hora de
replantear muchas cosas que han sido su vida en la historia. La
paz personal, familiar, social, nacional y mundial es uno de
los más caros ideales y grandes retos que este hombre
nuevo necesita asumir para llevar a cabo, porque es la
única manera de asegurar la supervivencia del hombre con
vida digna para todos. Anteriormente mencionaba la probabilidad de
una nueva confrontación mundial y que posiblemente
será la última, porque este planeta no resiste
una guerra más y concretamente, en cuanto a la vida se
refiere. Muy claro está para la humanidad, que con los
arsenales nucleares que existen en este momento se destruye por
completo toda forma de vida en este planeta. Está
demostrado en cifras, que con el presupuesto que
se dedica para la carrera armamentista se erradicaría la
pobreza, el hambre y las enfermedades en el mundo entero. Pero
el hombre como ser egoísta que es, y que se ha
caracterizado por ello, no lo quiere entender, mucho menos lo
quiere aceptar, tampoco lo quiere llevar a cabo. Mientras
exista alguna huella de injusticia como pobreza, hambre,
enfermedades, epidemias, muerte
prematura en los niños, ignorancia, desplazados,
alienados, excluidos y desposeídos, alrededor del mundo,
no podrá haber paz para un hombre normal, porque la paz
no es la muerte
del otro, sino la vida con dignidad para todos. La
solución la tiene el hombre, porque es ese hombre el
que, de una manera u otra, ha creado dicha situación
denigrante para la especie humana y lo que requiere de forma
inmediata es hacer un replanteamiento social, económico
y político que conduzca a una transformación de
la realidad para bien de todos sin excepción.

En la situación en que se encuentra el mundo,
no todo es malo, ni más faltaba, y una de las tantas
excepciones es el deporte, que si, el
deporte tuviera más difusión, más
recursos, su promoción fuera más
democrática, existirían muchos más
beneficios, es por eso que me atrevo a decir una palabra sobre
el deporte. El deporte es y será algo benéfico
para la humanidad. El deporte aparece como una de las pruebas
más evidentes de que el hombre si puede funcionar
honradamente, y su acción, si puede estar guiada,
enmarcada, por justos y nobles ideales. Es así, que en
el deporte se conjugan una serie de valores que de hecho la
sociedad los exige pero no los practica.

A pesar de lo anterior, el deporte no escapa a los
tentáculos de la dinámica capitalista, y a
través de él se mueven grandes sumas de dinero,
convirtiendo a jóvenes en héroes o villanos
según su desempeño en la cancha, para hacerlos
ídolos de las juventudes o masas, ídolos con pies
de barro, porque fuera de sus fortalezas y cualidades
deportivas, no están adornados con valores dignos de
emular. Pero, para la gran masa de la juventud en
su honda despersonalización, le es indiferente que tanto
cantantes como deportistas, no sean hombres cabales, con
dechado de virtudes; basta que sobresalgan en algo, se
destaquen un poco en el gran océano de la mediocridad,
para tenerlos como dioses, objetos de adoración. En el
fenómeno anterior, cumplen su misión a cabalidad
los medios masivos de alienación mental. El deporte,
especialmente el fútbol y la música,
naturalmente el rock, en
cualquiera de sus variantes, se han posicionado en algo
así como un culto, una nueva religión para la
humanidad y concretamente para la juventud. Una especie de
religión, donde pueden converger los seres humanos sin
importar las innumerables diferencias que los puedan separar.
En un fenómeno sociológico, como el deporte, se
prueba una vez más que los hombres si se pueden poner de
acuerdo a pesar de todo, cuando así lo desean. Si nos
atuviéramos a lo que se dijo alguna vez, que la
religión era "el opio del pueblo", hoy por hoy, me
atrevo a hacer dicha afirmación, pero
refiriéndome al deporte.

El deporte se ha convertido en el opio del pueblo,
especialmente, para la juventud, y en sí para todas las
edades, y los gobiernos saben muy bien esto, ya que dicha
actividad les garantiza un clima de
conformismo, despersonalización y fácil manejo de
las grandes masas amorfas. Los jóvenes, adictos al
espectáculo del deporte, encuentran en él un
espacio ideal para desahogar sus pasiones, su adrenalina, sus
fobias, sus aberraciones, sus temores, sus angustias, sus
impotencias y la falta de identidad que caracteriza su
existencia. Sin desmeritar, en ningún momento, lo que
representa el deporte para el hombre de hoy, es y
seguirá siendo lo que ya dije anteriormente: un espacio
que convoca, une, pone de acuerdo a inmensas voluntades en aras
de un bien común. Los valores y la disciplina
que encarna la actividad deportiva, factiblemente, se pueden
hacer realidad en el diario transcurrir de la sociedad actual,
y dicha sociedad sería más humana, más
justa.

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