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La oposición a la enmienda Platt en la caricatura política de la época (1899-1902) (página 2)



Partes: 1, 2

Algunos patriotas cubanos, como Juan Gualberto
Gómez y Salvador Cisneros Betancourt, miembros de la
Asamblea Constituyente, declararon valiente y razonadamente su
oposición a la enmienda, denunciando que Cuba
sería un país seudoindependiente, atado al dominio
imperialista. La Enmienda Platt se convertiría en el tema
principal en todos los lugares. El pueblo expresó de
manera enérgica su repulsa en mítines,
manifestaciones de calles y actos públicos. El 2 de marzo
de 1901, la ciudad de La Habana era escenario de una grandiosa
manifestación de más de 15 000 personas que, con
Juan Gualberto Gómez al frente, expresaron
públicamente su protesta contra la enmienda.

En Sancti Spíritus, en el Teatro Principal,
una multitud se reunió para levantar su voz contra la
Enmienda Platt y luego salieron en manifestación por
nuestras calles exigiendo la derogación del engendro
norteamericano que menoscababa nuestra libertad y
soberanía.

Caricaturistas como Ricardo de la Torriente,
Jesús Castellanos y Eduardo Abela, cada uno a su manera,
se encargarían de reflejar en sus caricaturas el disgusto
del pueblo cubano ante el odioso apéndice.

Rápidamente, casi al unísono de su
presentación en la Convención Constituyente,
aparecieron en los periódicos planteamientos en cuanto al
texto de la
enmienda. Aunque no los únicos, dos periódicos
llevarían la voz cantante en los ataques a la Enmienda
Platt: La Discusión y La Lucha; diarios que
reflejaban y exaltaban la rebeldía popular. Gozaban,
además, del prestigio ganado en la guerra
libertadora, ya que mantuvieron una línea editorial, si no
decididamente mambí, por lo menos bastante parecida. Juan
David, destacado dibujante y estudioso del tema, apunta: "En
estas dos publicaciones, la caricatura, después de casi
medio siglo al servicio del
más rancio colonialismo, comenzó una nueva vida:
fue por primera vez cubana a cara descubierta y, sin percatarse
de ello, antiimperialista"

Disímiles fueron los símbolos que se utilizaron en las
caricaturas contra la Enmienda Platt. El Pulpo, el Tío Sam
y el Águila se utilizaban alternamente para representar al
Gobierno de los
EE.UU. El saco de carbón, colocado en la Bahía de
Guantánamo, señalaba la Base Naval. La bolsa de
dinero, las
deudas contraídas como rerultado de los empréstitos
concertados por los gobiernos de turno. El candado, el cepo, el
grillete, el cuchillo y el látigo, instrumentos utilizados
para dominar y avasallar, simbolizaron el entreguismo de los
gobiernos y el injerencismo en los asuntos internos de Cuba. La
cotorra, muy utilizada por Torriente, representaba la
cubanía. Torriente la colocaría muy a menudo en sus
caricaturas, sobre Isla de Pinos. ¿Pura casualidad?,
¿poco espacio para pintarla en otro lugar?, ¿o
intención de patentizar con ello la condición de
cubana de dicha isla?, denunciado en el apartado seis de la
enmienda.

También a la Enmienda Platt se le llamó de
muchas maneras y es curioso el amplio arco de términos y
calificativos que se le dieron en la caricatura política: El Candado
del pueblo, La Píldora Amarga, Un suceso escandaloso, El
trato del Esqueleto, precisamente por una caricatura donde don
Imperialismo
le mostraba a doña Constituyente El trato del
Esqueleto.

En fecha tan temprana como el 21 de marzo de 1900
el
periódico La Discusión publicaba una
caricatura con el título Asalto y robo. Suceso
escandaloso
(ver caricatura No. 1). La misma mostraba al
Tío Sam encañonando a Cuba con la Enmienda Platt, y
a un lado están los frutos del robo: el tesoro nacional,
la Isla de Pinos, el saco de carbón (hace alusión a
la humillación de entregar porciones de nuestro suelo para
carboneras y bases navales). Un ratón roe el documento
conocido por Resolución Conjunta, forma imaginativa de
decir cómo con la Enmienda Platt Estados Unidos
echaba por tierra lo
planteado en la Resolución Conjunta. ¿Quién
publicaba algo tan directamente perjudicial a los intereses del
Gobierno de Estados Unidos? Manuel Coronado, quien
adquirió en 1895 el periódico
La Discusión con el fin de que sirviese a la causa
de la independencia
de Cuba, pero fue clausurado por el Gobierno de España y
su director debió tomar el camino del exilio.  En
1897 volvió a Cuba en una expedición y al cese de
la dominación española reanudaba la
publicación del diario.

Con la clásica política, tanta veces
utilizada, de "divide y vencerás", el Gobierno de Estados
Unidos supo aprovechar las contradicciones entre los delegados de
la Asamblea Constituyente. Las tendencias ante la Enmienda Platt
se agruparían generalmente en tres grandes grupos: los que
estuvieron de acuerdo con ella y la aprobaron sin vacilaciones
como garante de la independencia y soberanía de Cuba, en
este bloque se aliaron los ex autonomistas y anexionistas. En un
segundo grupo, los que
mostraban rechazo a la enmienda, pero la aceptaron por ser esta
la única vía para establecer la república,
pues fueron presionados por el ultimátum de Estados Unidos
"República con Enmienda Platt o intervención
permanente", escogieron el mal menor. Por último se
encontraban aquellos que de forma consecuente y enérgica
se pronunciaron en contra del apéndice constitucional por
entender que cada uno de sus artículos lesionaba
abiertamente la independencia de Cuba.

La desunión dentro de la Constituyente
contribuyó a que fracasara cualquier intento por rechazar
la enmienda. El 12 de junio de 1901, en sesión secreta,
quedaba definitivamente aprobada su añadidura a la
Constitución de 1901, 16 votos a favor y 11
en contra. Juan Gualberto escribiría: "Esto equivale a
entregarles las llaves de nuestra casa, para que puedan entrar en
ella cuando les venga el deseo, de día o de noche, con
propósitos buenos o malos…"

Ricardo Torriente publicaría en La
Discusión
varias caricaturas sobre la
imposición de la Enmienda Platt.

La píldora amarga (ver caricatura No. 2),
de la cual desconocemos la fecha exacta de su publicación,
era clara en su mensaje: el pueblo cubano era obligado a tragar
"la píldora amarga", dígase Enmienda Platt. El
título no dejaba dudas de lo insípido que era para
el pueblo cubano tragar aquella "medicina" que
nos proporcionaba el "buen amigo".

Según Adelaida de Juan, este personaje que
aparece en varias caricaturas de Torriente para La
Discusión
, es el inicio de Liborio. A partir de marzo
de 1899 empieza a perfilarse "El pueblo cubano", y a partir de
abril de 1900 ya ha adquirido mucho de los caracteres del Liborio
definitivo; a finales de 1900 se le nombra "Pueblo cubano"; y el
17 de enero de 1904 aparece por vez primera el nombre Liborio en
una caricatura que se titula "La estancia de Liborio".

Leonardo Wood aguantó la ofensiva
satírica, pero delegaba en sus socios para que sacaran la
cara por él. Michel J. Dady, ingeniero, politiquero y
contratista brooklyniano, estableció una querella criminal
contra La Discusión por injurias contenidas,
según él, en una caricatura en la cual Torriente
denunciaba los sucios manejos de las obras del servicio
público.

Pero La Discusión no cesó en sus
ataques a la Enmienda Platt.

"El 5 de abril de 1901- Viernes Santo por
añadidura, una caricatura de Jesús Castellanos que
apareció en el periódico La
Discusión
, dirigido por Manuel María Coronado,
puso fuera de sí al militar que hasta ese momento
había aguantado calladito la andanada satírica de
los dibujantes cubanos (…) La caricatura en
cuestión, obra de Jesús Castellanos, se titula El
Calvario cubano. El pueblo aparecía como Cristo, clavado
en la cruz, y lo flanqueaban dos ladrones, personificados en este
caso por Wood y el presidente Mc Kinley. La Virgen
María, símbolo en este caso de la opinión
pública, completa el dibujo. Se
preguntaba: ¿no nos deparará el destino nuestro
Sábado de Gloria? (…) Esta vez Wood se
decidió actuar sin intermediarios. Ordenó la
prisión inmediata de Coronado y de Castellanos y la
clausura del periódico. Poco después el fiscal de la
Audiencia habanera presentaba ante el juez de guardia una
denuncia por injuria contra ambos periodistas."

Después de varias gestiones se llegó a un
arreglo entre los periodistas con el gobernador militar, y este
ordenó la reapertura del diario.

Pero poco duró el arreglo. Pronto aparecieron
nuevas caricaturas que atacaban a la enmienda y a la
intromisión de Leonard Wood en los asuntos cubanos.
Torriente publicaría otra caricatura. Los candados del
pueblo (ver caricatura No.3)
denunciaba la humillación
que significó la implantación del apéndice.
Representaba a un guajiro cubano, personaje creado por Torriente
al que después llamaría Liborio, atado por dos
candados, que representaban a la intervención y la
Enmienda Platt, y cuyas llaves estaban en manos del Tío
Sam, personaje que conocemos a quién simboliza.

Torriente acompañaba la mayoría de sus
caricaturas con una cuarteta, si los trazos y los dibujos de
Torriente carecían de originalidad, hay que decir que las
cuartetas eran realmente mediocres. Esta caricatura fue
acompañada con la siguiente cuarteta:

Me aprietan estos
candados

y no me puedo zafar,

si pudiera serruchar

estos "jierros
condenaos".

El protestar no te
vale,

Liborio aunque grites
mucho,

no te sirve ese
serrucho

contra los candados
yale.

Sin embargo estas caricaturas mostraban una imagen resignada
de los asuntos. Los personajes caricaturizados evidenciaban una
posición pasiva, aguantona, incapaces de mostrar una
actitud
combativa, "el mal está hecho; qué más da".
Torriente, aunque desarrolló en sus caricaturas una
temática anti-intervencionista, en ningún momento
revelerá una toma de conciencia
antiimperialista. Estados Unidos aparecerá en sus
caricaturas en ocasiones como un entrometido y en otras como el
salvador económico de Cuba.

Lo peor de la enmienda fue la hipocresía, el
engaño, el maquiavelismo y el cinismo con que elaboraron
el plan para
apoderarse de Cuba…

Creadas las bases de su dominación, impuesta y
añadida la Enmienda Platt a la Constitución, los
Estados Unidos se marchan de Cuba, no sin antes haber ubicado a
su hombre en el
poder,
después de un proceso
electoral amañado y fraudulento. Comenzaba la
República con el gobierno pro imperialista de don
Tomás Estrada Palma.

A lo largo de las tres primeras décadas del Siglo
XX los caricaturistas protestarían en varias ocasiones
contra los tratados firmados
con los EE.UU. contra los empréstitos, las intervenciones,
así como contra la injerencia de los asuntos internos de
nuestro país.

A partir de los años 20, con la imposición
de nuevos estilos y la aparición de nuevos autores, se
comenzaría a caricaturizar de una forma más acorde
al momento. Eduardo Abela crearía su Bobo, personaje vivo
y pensante que, a consideración de Juan David, "fue
látigo (…) para decir cosas sutiles que
parecían disparos con silenciador, protegidos por una rara
estampa de ingenuidad".

Durante la dictadura de
Machado, la caricatura tomaría otros rumbos más
revolucionarios. Se cumpliría en Cuba lo que Jules Husson
Champfleury, al escribir en 1865 su Historia de la
caricatura
, dijo sobre la misma: "su misión
más formidable no consiste en retratar las revoluciones,
sino en provocarlas…" .

Virgilio Companioni Albriza

(1977). Licenciado en Educación,
especialidad Marxismo
Leninismo e Historia del ISP
Capitán Silverio Blanco Núñez, de Sancti
Spíritus (2001), Cuba. Actualmente es profesor de
dicho centro. Presidente de la Sección de base de la UNHIC
en Taguasco.

Ernesto Brito Alfonso

(1943). Licenciado en Educación, especialidad
Historia y Ciencias
Sociales del ISP, de Villa Clara (1984), Cuba. Jubilado.
Presidente de la Comisión de Asuntos Históricos del
Comité Municipal del PCC.

Cuba, Sancti Spíritus, enero de
2008.

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