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Marx en Mercedes rojo (página 2)



Partes: 1, 2

 

1. La
guerra de las
ciencias

Desde mediados del siglo XX hasta hoy ha eclosionado una
guerra sorda entre la mayoría de los filósofos postmodernistas y algunos
científicos sobre todo de las ciencias
exactas. Se le ha llamado a este fenómeno "Guerra de las
Ciencias" y ha generado centenares de libros y
millares de artículos en todo el mundo. Los
postmodernistas, desde posiciones aparentemente de izquierda,
atribuyen a la ciencia, a
los hombres y no a los gobiernos, los desastres ecológicos
de que somos víctimas. Definen como no confiables las
teorías
científicas, sobre todo las físicas, y dando esto
por sentado acusan a dichas teorías de partir de bases
irreales, no comprobadas, e incongruentes unas con las otras. Los
físicos se defienden acudiendo a la poca verosimilitud que
tienen esas argumentaciones alegres y malintencionadas. Impugnan
los puntos de vista postmodernistas aclarando que toda teoría,
para ser aceptada por la comunidad
científica tiene que:

  • Ser general en el sentido de explicar
    fenómenos no aclarados hasta ese momento además
    de explicar los fenómenos fundados en las teorías
    anteriores a ella.
  • No desmentir la teoría anterior sino
    contenerla como un caso particular.
  • Ser comprobada en la práctica por diferentes
    laboratorios.

Uno de los caballos de batalla de los postmodernistas,
que no conceden el derecho al humano de comprender con suficiente
confianza la Realidad, es la existencia de paradojas según
ellos no resueltas desde la antigüedad hasta nuestros
días. Entre las más acudidas están las
paradojas del sofista de la Grecia
Clásica Zenón de Elea. El postmodernismo reivindica
el sofismo1. Entre los supuestos más socorridos
está el relativismo epistémico de
Protágoras.

1.
Desmintiendo paradojas.

Una paradoja generalmente parte de cierta
afirmación falsa puesta muy sutilmente de una manera que
parece verdadera. A veces pasan decenas o centenares de
años hasta que se descubre la falsedad. Una famosa
paradoja de Zenón de Elea es la de "Aquiles y la
Tortuga".

Aquiles, el de los pies ligeros, aunque corra
detrás de una tortuga no puede darle alcance. Por muy
veloz que corra Aquiles cuando llegue donde está la
tortuga ella habrá avanzado ya un tramo. Pequeño
pero un tramo al fin. Cuando Aquiles recorra este tramo ya la
tortuga habrá avanzado otro, y así por siempre.
Nunca Aquiles le dará alcance a la tortuga. Nos parece que
un cuerpo adelanta al otro pero eso solo indica que los sentidos nos
engañan, es una ilusión de los sentidos pues
contradice a la lógica.

Zenón lo que realmente ha hecho es poner un
límite al movimiento de
Aquiles: solo puede llegar hasta el lugar donde estaba la
tortuga
cada vez. El dato escondido consiste en no tener en
cuenta la velocidad, el
cambio de
espacio en la unidad de tiempo. No
tener en cuenta el cambio es como no tener en cuenta al
movimiento como el elemento primordial del que se derivan el
espacio y el tiempo. Abole el movimiento desde un principio y
solo cuenta para Zenón el espacio y el tiempo desligados
del movimiento. Por eso "demuestra" que no existe el movimiento
porque lo ha eliminado desde el mismo planteamiento del
problema. Fue muy agudo porque lo ha escondido bien, puede
engañar a cualquiera.

Otra de las paradojas de Zenón es la llamada
"Paradoja de la Flecha". Una flecha para que avance tiene que
hacerlo de un punto a otro del espacio. Pero un punto es
infinitamente pequeño, luego la punta de la flecha en ese
punto infinitamente pequeño no puede moverse, no tiene
espacio para moverse. Obligatoriamente tiene que permanecer
ahí en reposo. Así, lo que nuestros sentidos
reconocen como movimiento es engañoso, el movimiento es
solamente una sucesión de estados de reposo. Si una flecha
nos parece que se mueve entre dos puntos distantes entre
sí, ocurre la paradoja de que no puede hacerlo, ya que los
puntos intermedios que hay en su trayectoria son infinitamente
pequeños y por lo tanto existirían allí una
infinita cantidad de puntos, con lo cual es imposible el
movimiento pues al infinito nunca se llega.

En este caso, Zenón, como un mago, ha escamoteado
una principalísima categoría física: la
energía. El movimiento mecánico de algo se define
por la energía contenida en el objeto. Al tensar el arco
la energía de los brazos del flechero pasa a la cuerda
tensada. Al soltar el arco la flecha no puede permanecer en
reposo pues desaparecería esa energía, lo cual
sería equivalente a que no hubiera tenido lugar
el trabajo que
hizo el flechero para tensar el arco. Pero Zenón parte de
que el flechero ha efectivamente realizado un trabajo para
tensar el arco. Para él, tensar el arco produce solamente
una sucesión de estados de reposo. Pero el estado de
reposo ocurre en esencia solo cuando no se tensa el arco. Luego
entonces quien cae en contradicción lógica es
Zenón con su paradoja.

En la Guerra de las Ciencias Zenón juega un papel
principal porque muchos postmodernistas son textualmente
partidarios, aunque lo oculten, del ortodoxo relativismo
epistémico que inventó Parménides, y
Zenón suministró sus paradojas precisamente para
demostrar que su maestro Parménides tenía
razón al considerar que los fenómenos de la
naturaleza
eran solo apariencias, debidos, en esencia, al error humano;
parecen existir, pero no tienen entidad real. El idealismo de
Parménides influyó decisivamente en el idealismo de
Platón
y el de este último en todo el idealismo que ha existido
hasta nuestros días. Zenón fue el discípulo
predilecto de Parménides.

Otra paradoja a quien muy generosamente acuden los
postmodernistas es la expresada por el primero de los sofistas:
Protágoras. De cierta afirmación que hizo se
desprende que, aunque existan las cosas, por ser cada persona diferente
de la otra cada cual las comprende de diferente manera con lo
cual, aunque las cosas existan, no se puede conocer cómo
son en realidad: ¿ a quién hacer caso? Ha
engañado a tantas personas esta paradoja que hasta en
algunos textos materialistas –véase el Gran Diccionario
Soviético de Filosofía– se acepta, aunque sea
contemplándola por el envés. Consiste en una simple
frase que ha generado cataratas de interpretaciones. "El hombre es
la medida de todas las cosas". En el diccionario antes mencionado
se alude a un error de interpretación al traducir del griego. No
lo creo así. En el texto docente
"Ciencia,
Tecnología
y Sociedad", de
Marta González y otros, Editorial Tecnos, 1996, se lee,
aludiendo a la citada frase, que es válido argumento
añejo del Relativismo Epistémico, y en referencia a
ella:

"Por relativismo entenderemos, en su versión
débil, la tesis que
asevera el carácter convencional de los valores
epistémicos (verdadero-falso, correcto-incorrecto, etc.),
para afirmaciones de conocimiento
dadas, con respecto a contextos culturales determinados. En su
versión fuerte, el relativismo añadirá que
los juicios convencionales son, por eso mismo, juicios
arbitrarios con respecto a cualesquiera utilidades
epistémicas o virtudes cognitivas"(pag.39).

Si el hombre es la
medida de todas las cosas, y en sus dos versiones parece
lógico dudar del conocimiento pues es difícil
encontrar dos personas que enjuicien idénticamente algo,
ello es debido naturalmente a que no hay dos seres humanos
idénticos, ni física ni intelectualmente. Pero, en
tanto concepto
cienciológico, no pienso que sea válido traerlo a
un libro que
trata este contenido. Si es verdad que pueden existir
afirmaciones epistémicas convencionales, que dependen del
contexto cultural de quien opina, eso mismo no es válido
para generalizarlo a una verdad científica. Porque,
además de su comprobación práctica, la
verdad científica antes de ser reconocida como tal se la
"socializa", o sea, es reconocida como verdad en los diferentes
contextos culturales a los cuales afecta de una manera u otra esa
verdad científica, vale decir, aquellos que
epistémicamente están relacionados con dicha
verdad. Solo después se acepta e incluye como material de
estudio.

3. El
venerable problema de Hume.

David Hume es el escéptico por excelencia del
siglo XVIII, para él la realidad puede existir pero es
dudoso conocerla. Solo disponemos de la experiencia que se vive,
la cual impresiona los sentidos y por lo mismo tenemos ideas en
la mente pero esas ideas no se puede asegurar que correspondan
con las cosas: no pueden ser el efecto de la realidad en
la mente porque los efectos no tienen nada que ver con las
causas. Más claro, no existen la causa y su efecto, es una
ilusión de la mente que observa dos impresiones contiguas
pero entre ellas no se puede demostrar que haya una
conexión necesaria. Ver el sol saliendo
todos los días no garantiza que saldrá
mañana, y el hombre cuenta con solo eso, sus impresiones
de que sale todos los días lo cual no puede probar ninguna
regularidad o ley
científica, en las cuales se afirma que algo
sucederá en todo tiempo y lugar2.

El texto de Marta González antes mencionado
asegura:
"De acuerdo con el venerable problema de la inducción o problema de Hume, ningún
número finito de enunciados singulares puede justificar
concluyentemente un enunciado universal. Por muchos cisnes
blancos que observemos, siempre podemos encontrar un cisne negro
en las antípodas[…]las leyes e hipótesis científicas[…]son
característicamente enunciados universales que afirman
algo acerca de todo objeto en todo tiempo y lugar"(pag 35:La
fragilidad del conocimiento inductivo).

Carl Gustav Hempel, en pleno siglo XX, hizo una
demostración del problema de Hume, que Bertand Russell
consideró irrebatible. La demostración
lógico-formal (acudiendo a que si hasta ahora solo se han
encontrado cuervos negros eso no asegura que el próximo a
encontrar sea blanco) es así:

Si P: cuervos negros y Q: cuervos encontrados,
entonces:

[Vx (Px→Qx) & Qx]→ Px no se puede asegurar
sea Verdadero (Falacia de la Afirmación del
Consecuente).

O sea, de "los cuervos son negros" podemos inferir
válidamente que "los cuervos encontrados son negros" pero
no asegurar que con la validez de la inducción y la
condición de verdad de la segunda premisa se asevere la
verdad de la primera premisa. En otras palabras, solo conozco que
los cuervos encontrados hasta el presente son negros pero eso no
asegura que en el futuro encuentre válidamente un cuervo
blanco, que es precisamente el argumento de Hume: de una cualidad
encontrada en una parte de un conjunto no se puede inferir la
cualidad para todo el conjunto, razonamiento irrebatible, como
asegura Russell.

Ahora bien, acudamos a la Lógica
Dialéctica. Ciertamente, como acaba de decir Hume, no nos
referimos a todo el conjunto, sino a la parte observada hasta el
presente. Lo único que esa es nuestra Realidad
histórico-lógica
de hoy.

O sea, que la demostración anterior debemos
sustituirla por otra.

Sea P: cuervos encontrados hasta el presente, y Q:
color negro.
Entonces:

Vx (Px→ Qx).

Y aplicando la Ley del Contrarrecíproco del
Implicador:

Vx (~Qx→ ~Px).

O sea, todos los "no negros" no son cuervos (encontrados
hasta el presente, no podemos referirnos a otros).

El argumento sí es rebatible. Discutamos en el
territorio de los contenidos. Algo para ser explicado lo es por
sus propiedades esenciales y por sus cualidades
fenoménicas y accidentales. Las dos últimas pueden
cambiar de un individuo o
cosa a otro pero no las primeras. Sea que el plumaje del
cóndor es una de sus propiedades esenciales. Lo es porque
el color negro le permite calentar su cuerpo dadas la grandes
alturas que frecuenta, el negro es el color que mejor absorbe la
radiación
solar. Sea que la absorción de calor para
esta ave determina que tome suficiente altura como para abarcar
el horizonte que le permite alimentarse. ¿Diría
alguien ahora que puede aparecer un cóndor
blanco?

Pero supongamos incluso que aparecen cuervos que son
blancos. Y es muy bueno que aparezcan porque ahora tenemos un
nuevo objeto de investigación: ampliar la noción de
cuervo para incluir la subespecie blanca. "De cierta manera
–dijo Justin Gaarder en El mundo de Sofía– el
objeto de la ciencia es encontrar el cuervo blanco".

4.
Física postmoderna3.

En el banquete de talentos, se brinda por la vigorosa
salud que las
Cátedras de Ciencia, Tecnología y Sociedad gozan en
todas las universidades del mundo. En cuanto a los argumentos
"físicos" postmodernos que sostienen para alimentar
enjundiosos textos y deleitar en las aulas magnas cierta elite
profesoral, mostremos este racimo:

  • La Mecánica
    Cuántica ha legado un serio tejido sociocultural a
    la humanidad.
  • Tras la fachada de objetividad de la ciencia hay una
    ideología de
    dominación.
  • El discurso
    postcuántico ha sentado las bases ideológicas de
    la sociedad.
  • La mecánica de los fluidos es realmente una
    codificación de género.
  • La ideología de género subyace en las
    ciencias
    naturales.
  • Reflexionemos una vez más sobre la metafísica
    cartesiano-newtoniana.
  • La ciencia es un resultado del poder
    político.

Parece un baile de locos. La metafísica
cartesiano-newtoniana no existe, aunque ambos hayan aludido a la
metafísica. La mecánica cuántica no ofrece
ningún tejido cultural fuera de la ciencia natural, aunque
algunos hayan querido interpretar el Principio de Incertidumbre
como "principio de la imposibilidad del conocimiento de la
realidad objetiva": es un fenómeno totalmente natural que
ocurre cuando se dispersan estadísticamente los valores, pero
puedo conocer esos valores y el error que tienen, o sea su
dispersión, su desviación. ¿Discurso
postcuántico? La Mecánica Cuántica no se
puede utilizar para sostener ninguna ideología política,
sería como poner de acuerdo a Mozart con
Arquímedes. ¡La ciencia resultado del
poder político!, ¿cómo puede ser cierto si
los mismos fenómenos naturales han sido comprobados en
países donde gobiernan poderes políticos
mortalmente opuestos? La ciencia resultado de la ideología
de género, tal vez porque la mayoría de los
científicos han sido hombres. En este caso también
habrá que dudar de cualquier Declaración de
Independencia,
escrita por seres irracionales masculinos y
testiculares.

5. Thomas
Kuhn versus Alan Sokal.

Thomas Samuel Kuhn fue un graduado de física
teórica del siglo XX, especializado en historia de la ciencia, y es
el responsable de que hoy tantas personas se expresen con la
palabra "paradigma"
para casi todo en la vida. Esta reencarnación de Kant hizo el
anuncio, después de revisar de madrugada la historia de
las teorías físicas, que estas no eran otra cosa
que nimias convenciones sociales. Una teoría sustituye a
otra simplemente porque gana más adeptos, como en una
votación para presidente, pero la teoría nueva es
irreconciliable con la vieja, inconmensurable, decía
él. Y miente. Porque desde los primeros años en la
universidad
enseñan a los alumnos, incluido a él con toda
seguridad, a
demostrar cómo la teoría vieja está incluida
en la nueva. De lo contrario la teoría nueva no se acepta,
y ello es lógico porque la antigua se continúa
empleando en la producción de bienes
materiales,
como antes. Seguimos, y seguiremos siempre, utilizando la ley de
Arquímedes para la palanca y así sucesivamente. Su
libro "La estructura de
las revoluciones científicas" ha influido de manera
notable en todo el pensamiento
postmodernista e incluso en muchos ingenuos físicos que
hoy en lugar de hablar de una nueva ley, dicen "un nuevo
paradigma" sin saber bien el pecado que cometen. Porque
"paradigma" para Kuhn es la nueva teoría que en ciencias
exactas

–y de paso en cualquier ciencia, incluida aquella
para la que inventó su teoría, de lo cual parece no
haberse dado cuenta- sustituye a la vieja teoría no porque
sea verdadera en el sentido de que lo verdadero se corresponde
con la Realidad, sino que la sustituye porque un individuo de
reconocida personalidad y
dotado de divina persuasión, es capaz de lograr un
consenso en la sociedad científica de tal magnitud que
ahora puede levantar su paradigma como una bandera roja que todo
el mundo sigue4. Y de paso agregó que la nueva
teoría es irreconciliable con la vieja, no tiene nada que
ver con ella, como hemos dicho, es su antítesis.
Está claro que al leer a Kuhn no aparecen estas simples
reflexiones mías así como así. Se vale de la
dialéctica hegeliana, sin mencionarla, parece un Marx en mercedes
rojo. De Hegel aprovecha
su concepción de "negación de la negación"
sin mencionar que lo viejo pervive en lo nuevo como su
antítesis, pero pervive. Y el farragoso discurso digno de
las Ivy League donde disertaba, lleno de un barroco
alejandrino, provoca el deslumbramiento por lo inextricable que
puede ser el pensamiento abisal de un sabio.

A Alan Sokal casi nadie lo conoce. Fue hasta ayer
profesor de
física teórica en la Universidad de Nueva York, hoy
se ha radicado en Londres. Se cansó de lo que él
consideraba charla vacía de algunos bonzos de la
filosofía postmoderna, esa oscuridad disfrazada de
erudición. Y se cansó de que, disparando desde la
derecha los francotiradores, aparenten ubicarse en el ala
izquierda.

En 1996 envió un artículo
pseudocientífico a una revista
postmoderna, líder
en el campo de los estudios culturales, para comprobar si
"publicaría un artículo plagado de sin sentidos, si
(a) sonaba bien, y (b) apoyaba los prejuicios ideológicos
de los editores."

El artículo, titulado "Transgrediendo las
fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad
cuántica"
estaba sólidamente "apoyado en las
citas más estúpidas que había podido
encontrar sobre matemáticas y física " hechas por
académicos postmodernistas. Se publicó sin atender
al contenido y tan solo porque desde el mismo inicio Sokal, un
profesor de Física Teórica, declaraba dudosa la
existencia de la realidad objetiva. Posteriormente informó
de su engaño en otra revista…y aquí realmente fue
donde se inflamó aún más la llamada "Guerra
de las Ciencias", que más propiamente debía
llamarse "Guerra entre la Ciencia y la Mística". En la
costosa universidad donde se editaba la revista, desde luego, no
sabían que Sokal era un auténtico izquierdista que
en los tiempos más duros del sandinismo se había
ido a dar clases de física a Nicaragua.

En su revelación publicada en Lingua
Franca
,1996, Sokal aclara:

"No soy más que un físico, incapaz no ya
de ser cabeza sino siquiera cola de críticos en
filosofía. Les tendí una trampa, es verdad, pero
ustedes la merecían. Porque han proliferado el sin
sentido, el pensamiento chapucero y disparatado de quien niega la
existencia de realidades objetivas o minimiza su relevancia
práctica. Y escuchen: hay un mundo real, sus propiedades
no son simplemente construcciones sociales, los hechos y las
pruebas
sí importan. Políticamente estoy molesto porque
muchos (aunque no todos) de estos disparates ridículos
emanan de la auto-proclamada izquierda. Atestiguamos aquí
una profunda retractación histórica. La mayor parte
de los siglos diecinueve y veinte la izquierda se
identificó con la ciencia y contra el oscurantismo;
creíamos que el pensamiento
racional y el análisis audaz de la realidad objetiva
(tanto natural como social) eran herramientas
penetrantes para combatir la mistificación fomentada desde
el poder- por no decir que eran fines humanos deseables en
sí mismos. La vuelta actual de muchos humanistas
académicos y científicos "progresistas" o
"izquierdistas" hacia una u otra forma de relativismo
epistémico traiciona esta digna herencia y socava
la ya frágil perspectiva de crítica
social progresista"5.

6. A manera de
conclusión.

La Historia no ha muerto. Y a quien no le conviene ya
vivir a la sombra de una bandera en la que vivió hasta
ayer, por el motivo de verla caer siente la necesidad de tejer
otra para con ella ascender a la cumbre y clavarla. Pero al
futuro solo se puede ascender a través del movimiento, del
cambio. Concepciones medievales no nos darán la
solución de los problemas
reales que vive la humanidad. El tiempo transcurre porque la
materia
incluyendo la sociedad están en movimiento, y no al
revés, por eso medimos el tiempo mediante el cambio, ya
sea de un volumen de arena,
de las vueltas de las agujas o de la oscilación de un
átomo.
Y el espacio, su hermano siamés, se gana porque hay
movimiento. Movimiento y energía lo es todo. Solo
intentando comprender ambos, entenderemos por qué estamos
vivos como humanidad y cómo la verdad por la verdad puede
convertirnos en eternos.

7. Bibliografía.

  • Enciclopedia Encarta. Versión
    2005.
  • Gaarde, Justin. "El mundo de Sofía". Artes y
    Letras. 2002.
  • González, Marta y otros "Ciencia,
    Tecnología y Sociedad". Editorial Tecnos,
    1996
  • Hume, David. "Tratado de la naturaleza
    humana". Versión digital.
  • Kuhn, David. "The structure of scientific
    revolutions".1972. Versión digital. Berkeley
    Uni.
  • Lyotard, F. "La condición
    postmoderna"1984.
  • Rosenthal,.I, Diccionario de Filosofía.
    Ediciones R. 1972.
  • Sokal, Alan. "Tansgrediendo los límites:
    hacia una hermenéutica de la gravedad
    cuántica".1996
  • Sokal, Alan. "Un físico experimenta con los
    estudios culturales". 1996.

 

8.
Notas finales

1. […]diversas corrientes filosóficas han
reivindicado el sofismo como un espíritu crítico,
desde mediados del siglo XX. Autores tan dispares como el
apátrida de origen rumano, Emil Michel Cioran, el español
Fernando Savater y diversos teóricos del postmodernismo
han elaborado el gran elogio doctrinal del sofismo. (Enciclopedia
Encarta 2005; entrada: sofismo)

2. In general we may observe, that in all the most
established and uniform conjunctions of causes and effects, such
as those of gravity, impulse, solidity, &c. the mind never
carries its view expressly to consider any past
experience.

(Hume, David: "Tratado de la naturaleza humana", parte
3, sección 8).

3. […] "en tanto que la ciencia no se reduce a
enunciar regularidades útiles y busca lo verdadero, debe
legitimar sus reglas de juego. Es
entonces cuando mantiene sobre su propio estatuto un discurso de
legitimación, y se llama filosofía.
Cuando este metadiscurso recurre explícitamente a tal o
tal otro gran relato, como la dialéctica del
espíritu, la hermenéutica del sentido, la
emancipación del sujeto razonante o trabajador, se decide
llamar moderna a la ciencia que se refiere a ellos para
legitimarse […] Simplificando al máximo, se tiene
por postmoderna la incredulidad con respecto a los
metarrelatos. Lyotard, J.F. "La condición postmoderna",
1984).

(Lyotard da por sentado que la ciencia para legitimarse
lo hace con un oscuro metadiscurso y no con leyes
científicas comprobadas en la práctica
real).

4. "Los secretos de la naturaleza parecen ser finalmente
desvelados sobre la etérea base de intelectos tan
poderosos como los de A. Einstein, W, Heinsenberg o S. Hawking"
Ciencia, tecnología y sociedad, de Marta
López.

5. Palabras textuales de Alan Sokal en su
declaración "A phiscist experiments with social studies"
que puede consultarse en su versión traducida al
español y revisada por el autor en: http://www.geocities.com/uribe_claudio/Sokal01.pdf

 

 

 

Autor:

Alberto Pérez-Delgado
Fernández

Graduado en Física por la Universidad de La
Habana

Diplomado en Tecnología Segura en la Universidad
de Ingeniería de Eisleben, Alemania.

Candidato a Doctor en Filosofía.

Partes: 1, 2
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