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Salud y cultura en la estética de la vida cotidiana (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Los saberes que a continuación se interpretan,
constituyen una aproximación preliminar a la
sistematización de las conversaciones con diferentes
grupos
comunitarios, con experiencias en salud; personas dedicadas a
estos menesteres (incipiente red de comadronas y
parteras); médicos y botánicos; yerbateros,
curanderos y rezanderos; religiosos y gnósticos;
cristianos, protestantes y testigos; brujos, santeros, curiosos y
avivatos. Estos saberes, al mismo tiempo
factores socioculturales, son transmitidos por las generaciones,
como una herencia
atávica de pasados algunas veces distantes, otras veces
recientes, y en cierta magnitud, pueden constituirse en
generadores de dificultades, obstaculizadores del desarrollo,
pero en similar magnitud, también son fuente rica de
experiencias, conductos multiplicadores de relaciones,
alternativas de identificación y valoración del
sentido de pertenencia, alrededor de los cuales se hace (de
acuerdo a las potencialidades de cada comunidad,
colectivo humano y familiar), sesiones educativas, refrendadas
por la utilización que hacen posteriormente de la enseñanza recibida, sin blasones, sin
títulos, sin pergaminos; la expresión "lo que
sé lo aprendí de la vida, guiado por las
enseñanzas de mi familia", o de
otra persona
transmisora de aprendizajes significativos, constituyen el
único y suficiente título que mostrar.

 

3.2.1. Solidaridad en
salud aceptable, normal y precaria
. Desde el
surgimiento de la

cooperación entre los pueblos como una necesidad
inherente a la condición humana, hasta el aparecimiento
del cooperativismo
como una alternativa socioeconómica apoyada en principios
solidarios, se fueron implementando estrategias que
permitieran hacer efectiva las posibilidades de la población, con énfasis en aquellos
grupos que por sus condiciones de marginalidad y
desventaja, estaban por fuera de todos los sistemas sociales
y económicos. La solidaridad en este sentido se
constituía en un concepto que de
acuerdo a la aplicación y utilidad
práctica que de él se hiciese dependía su
interpretación.

Desde diferentes opciones y formas de articularse a la
vida cotidiana y sus distintas ocupaciones, la solidaridad
adquiere y admite interpretaciones divergentes, complementarias y
opuestas, lo cual ha conducido a que frente a elle se asuman
connotaciones disímiles, como diversas son también
las estrategias que se implementan para que ella se materialice,
de acuerdo a los intereses de cada comunidad. La solidaridad en
salud desde la visión académica, o desde la
concepción de la norma, como una concepción
estructural que parte del Estado y las
instancias que a él se articulan, quedó enmarcada
como lo plantea Iván Jaramillo, con un doble enfoque, al
principio opuestos, por cuanto en el papel y en los debates
suscitados, parecían extrapolados: Un enfoque estructural
apoyado en la conservación del sistema imperante
antes de la Ley 100 de 1993,
y el otro, de corte neoliberal centrado en el juego de la
oferta y la
demanda, la
libre elección y la libre competencia.
(1997, 29-35). En ninguno de los dos enfoques, se incluyó
la referencia a los saberes de la población relacionados
con la salud y sus niveles.

En la visión e interpretación comunitaria,
la solidaridad ligada a niveles de salud no es unilateral; es el
producto de
relaciones mutuas compartidas en el diario vivir sobre el cual se
van construyendo enseñanzas, con las que se edifican los
saberes colectivos que como enmarañada tela protegen la
intimidad del acontecer, no sistematizado pero sí presente
y referenciado en estructuras
palpables, tangibles, visibles a la luz de todos los
miembros de la comunidad; tal vez imperceptibles para los
extraños. Saberes de la cotidianidad, tan complejos como
las mismas relaciones de las cuales surgen, posibilitadores de la
existencia comunitaria; validados por todos sus miembros son en
última instancia los que se asoman para denotar la
presencia de la construcción de una cultura que se
renueva en la misma forma que parece estar estática;
concebida por otros como inmutable ante la presencia de lo
innovador, que no perciben la dinámica de los flujos internos que se
generan desde su diario acontecer.

Mientras que los saberes desde la academia, lo que se
podría asimilar en términos de institucionalidad,
descalifican a quienes tienen salud precaria, hasta los cuales no
se extendería la solidaridad en los términos
similares a los concebidos por quienes la han interpretado como
una alternativa de apoyo sobre la cual se posibilitan situaciones
propiciatorias de aprendizaje,
educación,
enseñanza, "conocimientos sin título, pero de gran
valía para lo que nosotros queremos hacer, sin que nos
digan háganlo" (Rosa Valderrama: Del Grupo Focal
Salud Es Nueva, barrio La Esmeralda).

En este sentido los saberes articulados a la vida
cotidiana de todo individuo
(hombre o
mujer), plantea
Heller, forman parte de la estructura de
la misma y de cada una de sus esferas heterogéneas en las
cuales el hombre
participa "con todos los aspectos de su individualidad, de su
personalidad.
En ella se ponen en obra todos sus sentidos, todas sus
capacidades intelectuales,
sus habilidades manipulativas, sus sentimientos, pasiones, ideas,
ideologías" (39). Ello le da a los saberes la
categoría de conocimiento
cotidiano, del cual se originan los otros, que de nuevo retornan
a su lugar inicial.

3.2.2. Comprensión de las condiciones de
salud
. Es indudable que al compartir un espacio similar, un
hábitat
pletórico de relaciones, los seres humanos por razones de
moral
tendrían que comprender las condiciones y los factores
cuya presencia ocasionan desigualdades entre grupos y personas.
Sin embargo llegar a este nivel es una de las dificultades de mas
persistencia entre la humanidad y la tendencia actual es su grado
de progresión en forma geométrica, a tal punto que
la frontera que
separa a personas en condiciones precarias de salud y personas
con niveles aceptables o normales, se ha convertido en un abismo
que cada día la incomprensión ensancha y hace mas
profundo. La comprensión de las condiciones de salud como
saber está mas vinculada al ejercicio humano que hace cada
persona para colocarse en el sitio del otro,
identificándose con él, sin menoscabar su
condición o la situación que afronta.

La comprensión en términos de
identificación y valoración de las dificultades que
una familia afronta cuando uno de sus miembros padece una
enfermedad, va mas allá del entendimiento y el
conocimiento del problema. La familia se
enferma de manera colectiva, sin que ello en algunos casos
muestre evidencias
físicas. En estos casos lo mas visible es la
condición física de las
personas, el andar presuroso, el hablar atropelladamente, el
desespero que se manifiesta de manera ostensible en la mirada y
en cada una de las acciones, y
sin que sea un acto voluntario o preconcebido, una desesperanza
que solicita ser comprendida. Comprender todos estos factores que
perturban la salud de una persona, una familia o una comunidad,
desde la percepción
de quienes cuentan con los privilegios de tener resueltas las
necesidades, es un ejercicio innecesario, por cuanto el tiempo no
está para atender las quejas de tanta gente "que por
negocio o falta de oficio siempre quieren vivir de la caridad
pública", como se expresó un usuario de una
clínica de prestigio ubicada en estrato seis, al norte de
la ciudad, ante la solicitud de otro usuario del sistema, pero de
estrato 2.

En el ámbito de las comunidades que por
omisión, exclusión u olvido, son incorporadas al
sistema de salud colombiano en desigualdades de condiciones, la
comprensión es un acto humano asociado a la solidaridad y
a la forma de pensar, que relaciona lo mas interno de la persona
al mundo de la vida y se manifiesta, no tanto en el discurso, sino
en las acciones: con el gesto material de hacerle sentir al
necesitado que se está con él. Los vecinos de una
comunidad se asocian mediante el vínculo del apoyo que
deben brindar a una familia afectada por una calamidad, sin la
intención de recibir recompensa por el aporte; son gestos
y acciones que irradian desde la vida cotidiana y aunque no se
sistematizan o no se trasladan a las memorias de un
documento, escrito, fotográfico o fílmico,
permanecen en el recuerdo de quienes han participado directamente
y en el conocimiento, los saberes de quienes posteriormente
reciben la información, como una forma de
enseñanza que perdurará en el tiempo y en la
tradición de los imaginarios.

La sala de urgencias del Hospital Universitario ha
tenido que ser habilitada para atender la gran afluencia de
personas venidas de diferentes lugares de la ciudad de
Barranquilla y el departamento del Atlántico. Los
pacientes se aglomeran en el piso ante la insuficiencia de
camillas. Algunos en estado de observación o recuperación no han
podido ser remitidos a las salas correspondientes por la mismas
circunstancia que afectan a urgencias. Los enfermos (aquellos a
quienes su estado se lo permite) y los familiares
acompañantes comprenden la situación y no
protestan; también comprenden la situación del
personal
médico y las enfermeras; valoran y reconocen (lo
manifiestan) el empeño que éstos demuestran para
atenderlos. ¿Es posible la devolución de la
comprensión?.

3.2.3. Tolerancia ante
las manifestaciones de precariedad en salud.
Con frecuencia
las alusiones hacia la necesaria recurrencia a la tolerancia como
oportunidad de vivir en armonía, se ha convertido en una
frase sin sentido y hasta deshumanizada, cuyo significado cada
vez más se torna vacío y desprovisto de afecto. No
existe la suficiente fuerza moral y
ética
cuando se expresa el compromiso de ser tolerantes con los
demás. En la cotidianidad y sobre todo en lo que se
refiere a la salud, la tolerancia no es fácil de
armonizarla con las otras esferas de la vida; ser tolerante
requiere de una ruptura con los privilegios que afectan a los
demás y benefician a quienes los perciben. Las comunidades
de estratos bajos tienen múltiples interpretaciones y
concepciones alrededor de la tolerancia, como también han
hecho de ella, en algunas oportunidades, un mecanismo de
protección frente a la obligación impuesta de
deshacerse de la tradición milenaria de generaciones
anteriores. Se enseña a ser tolerante de las condiciones
de salud en una familia que se venía contagiando
paulatinamente con tuberculosis,
brindándole apoyo para que se procuraran condiciones
higiénicas que les ayudaran a salir de la dificultad, en
medio de las acusaciones de las instituciones
sanitarias que preocupadas por la posibilidad de un contagio
colectivo, exigían la salida del sector de los
afectados.

Tolerancia y sensibilidad son factores complementarios
que se fomentan y se enseñan; la articulación y el
buen provecho que de ellos se haga dependen en gran medida de la
concepción y de la interpretación que los
individuos han logrado compartir y asimilar en términos de
beneficios para el grupo o la comunidad. Desde luego que no se
trata de hacer defensa al estado de salud que afecta a los
miembros del colectivo, sino a la visión que se ha
construido alrededor del tratamiento que debe recibir una persona
o una familia en tales condicione, sin que ello afecte su
dignidad
humana, sus sentimientos y el derecho que tienen a ser vistos
como personas.

La constante en la tolerancia, tal como la han expresado
los grupos focales de las comunidades que se dieron cita en el
estudio, se manifiesta en la consideración hacia el ser,
la persona, la familia, pues entienden que cuando cada quien de
manera libre y autónoma comprenden su propio estado, es
decir cuando reconocen que los miembros de la comunidad tienen el
derecho
natural a pedirles cuentas de sus
acciones, aceptan ser atendidos de manera voluntaria y sin
resistencias.
Desde la antigüedad la comprensión de la tolerancia
se hacía evidente hasta en las disposiciones que
regían la vida de los hombres. Sócrates
se negó a huir de la prisión, sintiendo que las
leyes de su
patria, las que le condenaban a muerte, eran a
pesar de todo, obligatorias para él. En esta sociedad en la
cual se articulan de manera desigual interpretaciones y
concepciones del mundo de la vida cotidiana y de la racionalidad,
la tolerancia para la primera de las aludidas se eleva a la
categoría de objetividad social y ello implica de alguna
manera el reconocimiento de la situación de la familia
afectada, sin que por ello sean sujetos de burla, o escarnio
público.

3.2.4. Espiritualidad como condición de salud
aceptable.
No es reciente la réplica de la
espiritualidad concebida como saber (se enseña), ahora
implementado en forma de pedagogía de la fe está ligada
antropológica y socialmente a la historia de la humanidad.
Las culturas milenarias asentadas en oriente y posteriormente las
de occidente, al momento de realizarse la conectividad de los dos
mundos, cuyo encuentro fue propiciado por la trashumancia
congénita de los humanos, intercambiaron sus
construcciones culturales, construyeron sus mundos de
interpretaciones de la salud desde el fondo de su naturaleza.
Esta fuerza interior que algunos propugnan como generada por la
razón, no se ha apartado ni un solo instante de la vida
del hombre, por el contrario cada día se torna mas fuerte,
vital, latente, necesaria. También está presente en
la concepción que se tiene de la vida y la muerte, a la
cual se refiere Miguel Ángel Hernández (1981,
61-66), que en la perspectiva crítica
a la sociedad industrializada que preconiza Herbert Marcuse
(Escuela de
Frankfurt) está asociada a la imagen del
aprendiz de brujo que Marx veía
en el sujeto histórico.

La espiritualidad no es propia y exclusiva de las
comunidades culturalmente atrasadas o rezagadas del progreso de
la sociedad, sino de todos los humanos, independientemente de su
posición o nivel de escolaridad, solo que se expresa de
acuerdo con la pertenencia a una determinada colectividad. La
espiritualidad también tiene diferentes formas de
manifestarse y la historia da cuenta de las expresiones de los
pueblos con respecto a este factor que las comunidades
religiosas, académicas, científicas, deportivas,
etcétera han hecho suyo, desde luego, a su manera y con
objetivos e
intereses definidos, pero con el común denominador
fundamentado en la creencia de que algo debe existir como
principio regulador de todas las cosas. Ese principio no es el
propósito ni el objeto central de las teorizaciones en
este factor.

La medicina
oriental, singularmente denominada tradicional y de la
cotidianidad se fundamenta en el espíritu de una
relación vital entre el hombre, los seres vivientes,
el universo y
todas las constelaciones del sistema, generadoras de
energía, y que al producirse los acercamientos con
occidente, no se pudo evitar (mas bien se provocó) la
transferencia de los saberes orientales, posteriormente separados
de manera abrupta por la racionalidad occidental. Hoy se
escenifica la espiritualidad en la creencia hacia un ser supremo,
hacedor del universo,
regulador de todos los sistemas y responsable de las acciones
humanas, para bien o para mal, al mismo tiempo que se propaga la
enseñanza en la ciencia
como la única alternativa y fuente de conocimientos,
mientras que la sociedad de alguna manera recurre a la
tradicionalidad (medicina
natural, energética), cuando las respuestas no son
dadas con la magnitud que espera quien ha creído en la
medicina alopática. Ejemplos de la creencia desde la
cultura occidental en las prácticas, tratamientos y
enseñanzas de la medicina oriental, se encuentran en el
uso que han hecho y actualmente hacen los médicos europeos
y norteamericanos de la acupuntura, el yurbeda, el yoga, que
siendo milenarias, han estado restringidas por el mito que hacia
ellas se profesa.

La asociación y relación que las personas
profundamente ligadas a la espiritualidad, establecen entre cada
uno de los órganos y miembros del cuerpo, con la
asignación de una función o
varias funciones, es una
herencia obtenida de la concepción de la salud oriental,
de la cual Jean-Claude Darras se ocupa cuando se refiere a la
acupuntura y sus múltiples aplicaciones en medicina: " Los
enfermos exigen tratamientos mediante acupuntura, y cada vez es
mayor el número de médicos que la aprenden y la
practican" (1981, 7). Los actores desprovistos de los privilegios
de acceder a los costosos tratamientos que actualmente
acompañan a la vilipendiada medicina naturalista se
conforman con lo subliminal de ella: la espiritualidad. A ello
asocian la enseñanza que han recibido de sus ancestros o
las lecturas que casi de manera clandestina hacen a textos o
folletos que pregonan las bondades de las curaciones, que desde
luego necesitan una gran dosis de fe y esperanza.

Depack Chopra (el médico endocrinólogo
Hindú, residenciado en los Estados Unidos)
se refiere a la espiritualidad en términos de leyes para
el éxito y
la enseñanza que los padres deben asumir para con los
hijos y la familia, como "el cultivo de la semilla de la
divinidad que llevamos dentro" (2001). Sin que se tome como
descrédito, sin lugar a dudas el escenario de los
practicantes de la espiritualidad en salud, tiene sus personajes
inescrupulosos que asaltan la buena fe y el dinero de
los creyentes, ofreciéndoles sanación en corto
tiempo, fortuna sin límites,
dicha sin comparación y un reinado de salud
permanente.

3.2.5. Fe por la recuperación de la salud.
¿Quién no ha sentido el impulso de aferrarse de
manera afectiva a la fe en algo?. La vida cotidiana,
antropológicamente generadora de prejuicios
(categorías del pensamiento y
de los comportamientos cotidianos) ha estado acusada de
contribuir mas que ninguna otra esfera de la esencia social en la
proliferación de obstáculo que de alguna manera
frenan el desarrollo de la sociedad. La fe plantea Heller es una
fijación afectiva en el prejuicio el
cual desempeña una función importante, aún
en otras esferas diferentes a la cotidianidad (1985, 71-73). Al
lado de la fe, la confianza se le aúna para atar a los
individuos a una opinión, convicción o
visión.

En salud, de manera específica, no resulta
fácil desligar ni persuadir a un individuo que ha logrado
cimentar la fe de curarse mediante el tratamiento que está
realizando, así sea desde la receta y las sugerencias de
la medicina alopática. En el caso de tratamientos con
medicina natural la fe impera como una condición esencial
para lograr efectos satisfactorios, es decir la particularidad de
satisfacer la necesidad de sanar. Las experiencias contadas por
miembros de los grupos focales del estudio, que acudieron o
acuden a campamentos de sanación, jornadas de
sanación, sesiones de oración (la oración
fuerte al espíritu
santo) u otro tipo de eventos que
sería largo enumerar, muestran que las personas se imponen
de manera voluntaria o por exigencia condiciones que de alguna
manera les producen satisfacciones, pero que son vistas por otros
como prejuicios que atentan contra su salud y su vida.

Un testigo de Jehová, un adventista o un creyente
de los tiempos anteriores a la
globalización de la fe, hacía prácticas
personales y enseñaba este factor que es considerado desde
el campo de la religión como una
virtud teologal. La fe y la paciencia consagradas en la persona
de Job, tuvieron su recompensa con la devolución de la
vista a este patriarca, símbolo de la historia de la
humanidad. La fe en términos de salud, en la cotidianidad
se ha vuelto colectiva; se comparte y se difunde entre los
miembros de una misma colectividad; se propaga y se difunde a
través de diferentes medios de
comunicación, incluidos los más avanzados.
Luego ¿tiene sentido desarraigar de la fe a los
individuos?, ¿qué tanta es la magnitud de los
efectos negativos que produce la fe al interior de los progresos
de la sociedad?, ¿se puede cuestionar a un individuo o a
una familia que profese su fe de recuperar o conservar la salud,
si ello satisface su particularidad?.

Al igual que los relatos de los casos que Depak Chopra
manifiesta en sus libros, sobre
pacientes que han llegado hasta él con la fe de sanar (en
el sentido más amplio) y luego los testimonios de esos
pacientes agradecidos con las bondades de los tratamientos
aplicados por el médico, la historia de la humanidad es
abundante desde todos los matices que las prácticas
médicas o las técnicas y
procedimientos
de curación han adoptado, desde el uso de medicamentos
indígenas extraídos del reino animal, vegetal y
mineral, cada uno con las explicaciones que se han concebido como
interpretaciones de las bondades que contienen, hasta las
actuales atenciones que se han trasladado a consultorios,
clínicas e institutos de salud complejos y
tecnológicamente acondicionados.

Guardadas las proporciones la fe para llegar a una
curación plena es una condición esencial

3.2.6. Los rituales por la salud. La receta o tal
vez la sugerencia para el uso de medicina natural (productos de
fabricación casera) por lo general no se escribía
en papel, sino que era una formulación verbal para "curar
el mal de ojo, la rasquiña, la lombriz, el asma" y otras
afecciones más. El acto de enseñar la forma como se
prepararía el menjurje, la infusión o la
pócima adquiría la característica de una
lección a la cual se le prestaba especial atención, pues del cuidado que se pusiese,
dependía la efectividad del remedio.
¿Cuántas personas en el mundo se volvieron expertas
en el arte de preparar
recetas caseras o tomas medicinales?. Son incontables. La
referencia que se tiene de estas personas está
directamente asociada con el prestigio logrado y el lujo de ser
reconocidas por la efectividad de sus fórmulas.

La precisión en la cura de la enfermedad o el mal
que padece una persona, depende de la dedicación que el
curandero, el yerbatero o el médico naturista impregne al
acto de acercarse de manera cálida al paciente. El acto es
un ritual que se inicia con la confesión del afectado
sobre lo que le agobia; incluye desde luego su estado
anímico y emocional, es decir lo profundo de su persona.
El médico naturista hace suyo el problema del otro; se
coloca en su lugar, siente la afección (el brujo asimilaba
el mal que al otro le había sido impuesto) y por
cada medicamento que formula o aplica (una inyección o una
pastilla) le asigna un determinado tipo de oración, con la
cual está convencido, ayuda a surtir el efecto deseado. La
transferencia de saberes desde la cotidianidad no podría
generar resultados satisfactorios sino se implementaran y
escenificaran rituales que han cautivado a las ciencias, que
se niegan a reconocer el rico legado de la humanidad a
través de la historia, catalogado como una relación
de costumbres que perduran en la mente de sociedades
atrasadas culturalmente, que se empeñan en permanecer en
los períodos más primitivos de la
humanidad.

Los rituales por la salud al igual que los actos de
belleza malabárica de los animales cuando
se aparean o cuando entran en combate, han provocado
enfrentamientos entre dos concepciones que a lo largo de la
historia pugnan por mantenerse alejadas entre sí: la
tradicionalidad y la racionalidad. Tales enfrentamientos son
similares a las discusiones que pretendían conseguir
lugares de privilegio a la ciencia en
desmedro de la técnica, con el propósito de excluir
a los segundos de la posibilidad de participar en la
movilización conceptual hacia nuevos paradigmas en
los cuales se involucrarían las experiencias, las
tradiciones y los saberes que desde la cotidianidad se construyen
y expresan como pensamiento cotidiano, no sistematizado, pero de
gran valor para la
ciencia y la sociedad. En tal sentido, el fin y la frontera de la
racionalidad se inició cuando ésta se negó a
reconocer y aceptar que la vida cotidiana produce principios
axiomáticos que luego furtivamente retomó, sin
valorar el crédito
que le merecía a la ciencia.

Ello también ha generado una escalada de
señalamientos a los rituales por la salud, atribuibles
solamente a la cotidianidad como una extravagancia del
pensamiento, excesivamente empírico, pero en el cual se
cree de manera devota y sin reservas, aunque con timidez. Los
rituales del vudú, el yoga o las oraciones de
sanación que realiza la iglesia, son
tan importantes para quienes tienen fe y creen en sus efectos
bondadosos, como los rituales que crean las rondas de
médicos cuando se congregan alrededor de un paciente y
disertan sobre las características de la enfermedad que lo
agobia o lo mantiene recluido en un hospital. Cuando la ciencia
"agotó" los recursos a su
disposición y la situación de salud de la persona
afectada seguía siendo crítica, los médicos
se aferraron a posibilidades por fuera de lo científico.
La remisión espontánea implementada como concepto e
incorporada a la cotidianidad en un hospital, fue el encuentro
tímido del médico con la latencia del milagro;
sólo que dejaron a los familiares del remitido la responsabilidad de que ocurriera, de acuerdo con
la fuerza de fe que asignaran a esa posibilidad.

Por lo general quien "formula" adopta una
posición de conocedor de las bondades y secretos de su
receta, desde la sana interpretación y real poder curativo
o preventivo de enfermedades, hasta la
connotación que produce el medicamento natural en otros
males. Muchos son los productos-alimentos
naturales que no solo actúan en forma decisiva en el buen
estado de la piel, defensa
frente a infecciones persistentes o equilibrantes del sistema nervioso,
diuréticos, relajantes, descongestionantes de las
vías digestivas o de la circulación
etcétera, sino también en el ánimo de las
personas, en su interior.

4. RELACIONES ENTRE
EL ESTADO Y LA
GESTIÓN DE LA COMUNIDAD EN SALUD FAMILIAR

4.1. LOS ACERCAMIENTOS ENTRE EL ESTADO Y LA
COMUNIDAD

La referencia a los acercamientos del Estado hacia la
sociedad
civil, plantea como acción
prioritaria, una mirada a la inversión social, en el área de la
salud, sin que se contemple como una política de fomento a
la caridad, sino abordada con sentido de justicia y
solidaridad social. Las organizaciones de
la sociedad civil en la medida que recurren a su experiencia y
los conocimientos por tanto tiempo recibidos, tienen la enorme
posibilidad de retribuirlos a sus conciudadanos, mediante
procesos
cogestionarios con fundamentos humanistas colectivos, como
estrategia
básica para sobrevivir con éxito, construyendo
futuro como necesidad real.

Las relaciones entre el Estado y la Comunidad (una parte
del todo que es la sociedad civil) se pueden establecer desde dos
opciones de interpretación reciproca. Estas opciones son
complementarias y oscilan entre los enfrentamientos, el
acompañamiento y el sometimiento, de acuerdo a la
posición que cada uno de los actores organizados tiene al
interior de la sociedad. Las relaciones, en el contexto de las
dificultades que actualmente afronta la sociedad colombiana se
presentan, en algunas oportunidades como la oposición
entre saberes para la gestión, la educación, la
prevención de enfermedades, y que en términos de
salud humana se refiere a un permanente y dinámico flujo
de interpretaciones y validaciones de las condiciones sanitarias
del entorno y los habitantes. Más que todo, en tales
interpretaciones predomina la comprensión del otro y de
cada uno de los otros, que reunidos por un componente vital
común como la salud, permite percibir y apreciar las
diferencias significativas que hacen que la vida cotidiana, llena
de particularidades adquiera sentido en el escenario de las
divergencias.

En la cotidianidad, la dinámica de la
oposición y la aparente separación de las
relaciones da paso a los acercamientos (sin excluir las
divergencias). En medio de una pugna por adquirir privilegios se
puede levantar el consenso para la gestión y este puede
ser más o menos duradero. Permanentes rupturas, pero
también permanentes armonías, relativas afinidades
y relativas diferencias han obnubilado a la ciencia occidental
que se racionalizó como una respuesta a la imposibilidad
de acertar científicamente a los misterios de la humanidad
que aún permanecen sin develar, a los cuales desde el
pensamiento cotidiano se le daban explicaciones. La
persecución científica a quienes curaban con otras
alternativas, cerró la posibilidad de explicaciones
diferentes, sobrenaturales, insólitas, pero no acabaron
con la tradición mágica de sentir la
satisfacción de una respuesta sin demostración
empírica, sin evidencia, sólo con la suficiencia de
gozar internamente con la creencia, la fe y la convicción
de que es así, porque de otra manera no puede ser. Magia,
ritos, acertijos, clarividencia, adivinanza, pronóstico,
premonición y corazonada, son entre otros, los componentes
de las relaciones que se suscitan en la vida cotidiana (la vida
de todo hombre, universal o comunitario) y que se enfrentan a la
evidencia, a la demostración de la prueba, al
racionamiento, a la construcción intelectual, al resultado
de la experimentación, a la matematización de las
relaciones, que luego se materializan en el desarrollo de la
ciencia, a expensas de la exclusión de los
saberes.

La connotación de las relaciones en
términos de enfrentamiento también ha tenido un
carácter de arrogancia intelectual. La
ciencia se ha empecinado en mostrar la poca importancia del
pensamiento cotidiano para salvaguardarse de las lecciones que
este último le ha proporcionado. De la vida cotidiana
proviene encomendar al Supremo la recuperación de un
enfermo terminal, quien ha sido descalificado de las
posibilidades de sobrevivir. La ciencia discretamente lo hace por
"remisión espontánea" y condiciona la posibilidad a
un milagro, lo cual termina siendo lo mismo que el fervor con que
desde la vida cotidiana se cree por la recuperación del
agonizante.

En la perspectiva de las relaciones unas veces
enfrentadas, otras veces integradas en pro de la gestión,
los saberes se resienten y se esconden como una represalia cuando
se descubre que son necesarios para la ciencia, pero que
ésta no les da el respectivo crédito. Es
aquí en donde se observa con mayor fuerza y
dinámica la resistencia, en
el fondo de la vida misma, en la cultura, en lo último que
queda cuando todas las posibilidades se cierran.

4.1.1. Estado y sociedad. Relaciones desde la
salud.
El concepto planeación
y el sinnúmero de acciones, actividades y estrategias
concebidas, se introduce en Colombia en 1951
con la Misión
Currie. La salud y los demás componentes vinculados a su
conservación quedaron indisolublemente ligados a tres
aspectos que han sido constantes a través de la historia
sanitaria del país: organización de la higiene
pública; el establecimiento de centros y subcentros
municipales de salud; las campañas contra las enfermedades
contagiosas*. En cuanto a las alternativas para
solucionar las situaciones adversas que estos aspectos generaban,
la respuesta estaba en dotar a la población de agua tratada y
servicios
sanitarios adecuados; así mismo se hacía urgente
acabar con los focos de infección; la construcción
de centros de atención en los municipios del país,
como ideal, combinado con la dotación de suficientes camas
para cubrir las necesidades de atención a enfermos que
requerían hospitalización (la proporción de
camas en ese período era de 5,3 por cada mil
habitantes).

La salud no es únicamente cobertura,
dotación de centros e instalaciones, equipos, personal,
recursos. Es también un acto humano de relaciones y
acercamientos permanentes; es educación, atención y
respeto hacia
todos los sectores de la población. La atención en
salud, entendida inicialmente como el oportuno encuentro entre el
médico y el paciente (el enfermo por antonomasia) se fue
distanciando de lo que en la práctica implicaba el
concepto para quienes fungían de actores involucrados en
las relaciones de la atención.

El Estado subyugó a la sociedad con la
responsabilidad que la primera delegó al segundo para que
se ocupara de la salud comunitaria, olvidando que como producto
social, era su competencia. Desde luego, surgió una cadena
de delegación de compromisos que abrieron una profunda
brecha entre los usuarios (pacientes, por lo general) auspiciados
por la "protección estatal", los desheredados de las
oportunidades (fuera del sistema) y los encargados – por
cuenta del Estado mediante la contratación de servicios
profesionales- de la atención.

Cada uno de estos actores interpreta el concepto salud,
la atención y las relaciones que se generan a partir del
encuentro, de diversas maneras, entre ellas las
siguientes:

  • Las comunidades de los sectores de estrato 1, 2 y 3
    que participan en el estudio asimilan las relaciones en
    términos de despotismo por parte de quienes tienen la
    obligación del prestar el servicio,
    independientemente de la condición de pertenecer o no al
    sistema, es decir, con carné u otro documento que lo
    habilite como usuario.
  • Al interior de los denominados grupos focales se
    perciben diferencias en la interpretación. Algunos
    condenan la falta de razón en los reclamos que hacen
    cuando no son atendidos debido a la falta de documentos
    soportes de lo administrativo de las instituciones. Otros por
    el contrario opinan que el excesivo desvelo por cumplir
    administrativamente las instituciones prestadoras de servicios
    de salud ha contribuido en diluir el afán por humanizar
    la atención en salud.
  • Mientras el personal de salud inicia un nuevo y
    reconfortante proceso de
    reinterpretación de su papel y su función al
    interior del sistema y de la salud humana, la
    institución se encarga de frenarlos en aras de cumplir
    con requisitos que muchas veces atentan contra la vida de las
    personas. Al final, y en estos tiempos que se catalogan como
    los del esmero y la dedicación por el mejoramiento
    permanente de la atención en salud humana, los
    funcionarios parecen claudicar en su empeño y han
    asumido el papel de administradores, negándole a los
    usuarios las posibilidades de establecer buenas y cordiales
    relaciones. Abundan en las clínicas, en los hospitales,
    en las oficinas administradoras y en todas las instancias
    institucionales, slogan y mensajes como los siguientes: "Usted
    es nuestra prioridad"; "El usuario de nuestra
    institución es el centro de la atención"; "Porque
    la salud de los Afiliados es nuestro mayor compromiso"; "En
    nosotros la calidad es un
    hábito". Ubicados de manera visible y llamativa en
    sitios a los cuales necesariamente llegan los usuarios
    impactan, solo que están colocados a las espaldas de
    quienes atienden a las personas y terminan opacados por las
    respuestas de los empleados de las instituciones y por otros
    avisos, tales como "Prohibida la entrada"; "No pase sin ser
    invitado", con los cuales se muestra que los
    slogan no han sido internalizados y responden a una suerte de
    parafernalia comercial que los administradores de la salud
    denominan pedagogía hacia el cliente.

Casos como los que a continuación se presenta,
forman parte de las historias de vida que refrendan las angustias
en las relaciones entre el Estado y la sociedad en
términos de salud. En situaciones extremas y traducida la
dificultad a la atención, en Colombia, particularmente en
el Distrito de Barranquilla las muertes de infantes ha provocado
la indignación pública de la sociedad y ha movido
la preocupación del Estado. La remisión de la
responsabilidad en la atención se le denomina de manera
sarcástica "el paseo de la
muerte".

Primer Caso

Desde las ocho de la mañana una
señora intenta ser atendida en una ventanilla de las
oficinas administrativas de un hospital de Barranquilla. En
varias oportunidades se ha acercado a dos personas que le
preceden, solicitando de ellas le permitan "por favor"
preguntarle al funcionario que atiende si en la fila donde
se encuentra le pueden resolver el caso de salida de su
hija, quien había ingresado tres días antes
al centro de salud. Tres veces la señora hizo la
pregunta. No obtuvo respuesta. El sujeto parecía
estar concentrado en la
computadora. La persona que supuestamente era atendida
se movió un poco a la derecha dándole espacio
a la angustiada señora para que hiciese la pregunta
con mayor nitidez. Al fin el funcionario la escuchó
y le dijo que esperara su turno. La señora
volvió a su sitio e inició un relato que
cualquier persona rechazaría o aceptaría con
cierta reserva, pues parece inverosímil, mas bien se
puede tomar como la argucia de alguien que intenta ser
atendido sin respetar que los otros tienen las mismas
expectativas.

La niña había sido dada de alta el
día anterior y desde ese instante la madre se
dedicó a tramitar los aspectos pertinentes con la
salida. Primero se encontró con la situación
de cancelar un porcentaje del valor total, cosa que no pudo
resolver de manera satisfactoria e inmediata,
obligándola a trasladarse hasta el hogar. Cuando
regresó se encontró con que el sistema que
alimenta el programa se
"había caído" y por lo tanto no estaban
atendiendo. Le informaron que esas vueltas quedaban para el
día siguiente, sin falta alguna, a las nueve de la
mañana.

Y ahí estaba. Desde las ocho de la
mañana, convencida de que sería atendida una
vez llegara a la ventanilla, con el sobresalto de haber
dejado una niña de dos años en el hogar, al
cuidado de una señora vecina, a quien le
informó que estaría de regreso en un par de
horas. No sabía si estaba haciendo una fila
equivocada; no tenía la certeza de si los documentos
que llevaba servirían para algo; dudaba de la
idoneidad del funcionario; no había visitado a la
hija que aun permanecía en uno de los pisos del
hospital esperando su llegada para salir. Angustiada,
nerviosa y con ganas de llorar. Estaba emocionalmente
desequilibrada en su salud.

 

– Los administradores de la salud y los funcionarios que
controlan la eficacia de la
atención interpretan la relación como el compromiso
de cumplir de manera literal las disposiciones que han sido
establecidas por la normatividad. Para ellos la falta de
cumplimiento (así lo manifiestan a los usuarios cuando
solicitan consideraciones especiales) les origina sanciones y
pérdida en las captaciones de ingresos, en los
giros oportunos por parte de las administradoras. El atender
clientes en salud
para las instituciones prestadoras de servicios se ha convertido
en la estrategia central y el punto esencial de las acciones con
las cuales se reconocen en el ámbito. Los usuarios son
para las EPS, ESE e IPS el centro de sus actividades, ahora que
la apertura de oferta amplió la competencia y la libre
selección se efectúa de acuerdo con
los niveles

de responsabilidad y cumplimiento que cada uno de los
oferentes ofrece, pregona o promueve. También en esta
relación se impone la exclusividad, la categoría,
el estrato, la clase.

Segundo Caso

¿Quién no sufre de olvidos en
cuestiones de salud, sobre todo cuando se trata de
documentos?. ¿Se puede condenar a una persona a no
ser atendida por el médico, o apoyarla en el
trámite de un servicio externo, a causa de olvidar
un documento?. ¿Es permitido al médico
cancelar la cita a un paciente porque llegó 30
minutos tarde y él aún está en el
consultorio?. ¿Si la actual relación entre
pacientes, médico e instituciones de salud es
comercial, por qué estos últimos se expresan
"le voy a hacer el favor?. Una larga espera en tiempo
precede casi siempre la atención administrativa o
médica en las instituciones de salud. Cuando se
tiene la fortuna de llegar al turno pueden ocurrir
situaciones satisfactorias o insatisfactorias. Ambas
están mediadas por la "buena voluntad" o el estado
de ánimo del funcionario que atiende.

"Te voy a hacer el favor" es la frase más
frecuente cuando "la buena voluntad" está dentro del
funcionario que ese día encontró que el
usuario no trajo uno de los tantos documentos que exige el
trámite de un servicio (laboratorio, medicamentos formulados por un
médico externo, remisión a medicina
especializada, etcétera); o "cada vez que vienes la
haces", una expresión peyorativa y acusadora para
quien ha olvidado un documento y no quiere sentirse que ha
fracasado invirtiendo (algunos dicen Perdiendo) tiempo en
la diligencia. Esta última frase deja al usuario
frente a los demás en calidad de infractor o
mañoso, acostumbrado a las triquiñuelas y sin
derecho a solicitar el servicio.

El funcionario de caja con frecuencia se molesta
con los usuarios porque éstos no pagan exactamente
la cantidad que les corresponde y él tiene que
darles vueltas. De manera deliberada prolonga la entrega de
las ordenes de medicamento, pago de la cuota moderadora
para la cita y por lo general el usuario no aparece en su
sistema o tiene que dirigirse a otro sitio para resolver
inconsistencias.

El médico por su parte alega que los
pacientes deben estar una hora antes de la hora programada
– como en el aeropuerto- y si acuden 30 minutos
después, la cita les ha sido cancelada y se niega a
atenderlos. Médicos que salen del consultorio una
hora antes de terminar su turno o llegan una hora
después, se sienten con inmunidad para dar
explicaciones a sus usuarios de la falta cometida.
Médicos que actúan en forma depredadora con
respecto a sus colegas delante del usuario, en procura de
mostrar la incompetencia del otro le causan un
significativo daño al oficio y una gran
desconfianza a quien deposita su confianza en la medicina,
en el arte.

 

– El Estado colombiano y las instituciones que en
materia de
salud son los soportes de la presencia del gobierno en la
sociedad, identifican la relación de manera legal,
normativa y ceñida a parámetros de estricto
cumplimiento por parte de quienes están vinculados al
sistema. La permanencia por fuera del sistema es un
síndrome de los cuales se ocupan los estudios en
términos de cobertura, es decir, la cuantificación
de sujetos que no reciben, no están en condiciones o
simplemente se marginan del recibimiento, pero sin llegar a lo
íntimo de las situaciones que condicionan o inciden en una
u otra característica. Familias que se han vuelto
renuentes en vincularse a las denominadas redes de salud y seguridad social,
no son consultadas sobre esta voluntaria decisión, sino
más bien cuestionadas por su distanciamiento de contribuir
con aportes a la salud, cuando están en condiciones de
pagar por la afiliación. Quienes observen un comportamiento
diferente a los pudientes, ni siquiera son contemplados como
clientes potenciales. Es la clásica paradoja de la
venta de
zapatos a quien se le observe el uso de la prenda.

Medio siglo después, las expectativas siguen
siendo similares en cuanto a cobertura y las iniciativas
aún permanecen pegadas a la voluntad que se plasma en la
legislación para el sector salud: mucha normatividad,
excesiva reglamentación y poca satisfacción de la
sociedad, sobre todo la que permanece en las condiciones
asociadas a las cuales se refería el Informe para
Colombia en 1998 y que se complementa con las preocupaciones que
expresó públicamente en el año 2000, la
Superintendente de Salud de Colombia en términos pobre
salud la de los pobres, una especie de llamado de atención
a los alcaldes de los municipios de la Costa Atlántica del
país, pues "el promedio de cobertura de servicios de salud
para los pobres de la región está muy por debajo
del nacional: 43.15 por ciento frente a 59.82 por ciento" (El
Tiempo Caribe, 2000, 1A).

– La percepción e interpretación en la
atención en términos de la relación
Instituciones de salud-usuarios del Sistema es una queja a
gritos. Las personas que en otro tiempo se consideraban fieles
afiliados a una determinada institución hoy manifiestan su
rechazo por la forma como se les atiende, desde la ventanilla de
las citas, hasta el consultorio cuando les toca el turno, desde
luego sin descuidar las múltiples insatisfacciones que
desde la
administración se presentan. Es elocuente lo que suele
ocurrir en el pasillo del hospital (en una Clínica ubicada
al norte de la ciudad de Barranquilla, una institución
prestadora de servicios de salud) cuando el médico que
camina presuroso rumbo a su consultorio (son las ocho de la
mañana y él debía estar a las siete) es
detenido por su enfermera-secretaria que le informa: "Doctor hoy
no tiene pacientes". El galeno se sorprende, parpadea atribulado
por la noticia. ¿Por qué, qué pasó?,
se atreve a indagar, pero la respuesta por parte de la enfermera
es una alzada de hombros como señal de no saber lo que
ocurrió. Los usuarios que a esa hora esperan turno para
hacer vacunar a sus pequeños hijos se enteran de la
noticia, pero su gesto no es de sorpresa, sino de
ratificación de lo que ya conocen ocurre en estas
instituciones que últimamente parecen atender a los
pacientes con un sentimiento de caridad o de piedad.

Los pacientes (también se les denomina usuarios)
saben que en las ventanillas donde se dan las citas
médicas existe una especie de artimaña para
prolongar la atención: les asignan fechas tan lejanas que
producen desistimiento de la consulta. Existen privilegios que
hacen escasear las citas médicas, como también se
convierte en un círculo vicioso de todos los días
las romerías de personas que desde bien temprano se
matriculan en largas colas a esperar el turno y luego al llegar a
la tan anhelada meta de la ventanilla se les informa "que ya no
hay citas". Sin que se quiera magnificar los postulados de la Ley
100 de 1993, la apertura que generó la creación de
nuevas instituciones prestadoras de servicios de salud, de alguna
manera minimizó el monopolio del
servicio y rompió con los privilegios, el círculo
vicioso de las citas a largo plazo, obligando a prestar la
atención en forma inmediata (y hasta sin largas filas),
ante la amenaza de la desafiliación colectiva.

4.1.2. El reconocimiento de los saberes en salud.
La desvinculación de los saberes desde la vida cotidiana,
es decir, surgidos en la cotidianidad de las relaciones diarias
que se suscitan en cada una de las esferas heterogéneas
del acontecer vital, plantea una seria mirada recíproca
(del pensamiento cotidiano hacia los otros tipos de pensamiento y
viceversa) de las ciencias (comunidades científicas) y las
comunidades (la vida cotidiana), en términos de salud,
interconectada a las perspectivas de visión a partir de
las interpretaciones de los hombres y las disciplinas. Visto en
tal magnitud, lo trascendental está en el mejoramiento de
las estrategias para los acercamientos, posibilidad
reivindicatoria de los aportes del conocimiento
cotidiano.

La ciencia y/o las disciplinas científicas
(haciendo una remisión a la trascendencia) en tal sentido
podrían aportarse de manera transdisciplinaria sugerencias
o esbozos de iniciativas que contribuyan a la superación
de las exclusiones de los saberes, que de alguna manera han
generado problemas en
el conocimiento y la interpretación (las exclusiones) o
constituyen causales en el distanciamiento de las relaciones,
evidentes en las situaciones de atención en salud, acceso
al sistema, utilización de los servicios en igualdad de
condiciones, etcétera. Sería también, por
decirlo de la manera como lo intituló El Espectador en una
editorial* Lecciones de la ciencia, para mostrar otras
y nuevas formas de "ver las cosas, complementaria y no excluyente
del manejo cotidiano" (La Libertad,
2001, 3A).

Existen además, al interior del reconocimiento de
los saberes, otras expresiones empíricas en las cuales se
ven reflejadas las exclusiones de los saberes de la cotidianidad
sobre salud, a las cuales no se les ha dedicado suficiente
atención. Una de estas expresiones es la resistencia a los
diagnósticos relacionados con el estado de la salud de la
población (individual o colectiva). La persona o la
comunidad que siente la presencia del rechazo de su
construcción alrededor de la situación sanitaria
que porta, habitualmente recurre a la protección de su
interpretación, escondiendo o mimetizando (tal vez
ridiculizando su propia convicción sobre lo que siente) un
rico y extenso panorama de saberes construidos a partir de la
síntesis de múltiples
determinaciones, que en términos del pensamiento de la
cotidianidad, Agnès Heller denomina pragmatismo
que solo adquieren un sentido relacionado con el objetivo
determinado, con el problema, sin que ello plantee una independencia
de la generalidad, "no constituye un orden propio, no producen
una esfera autónoma" (1977, 5-14), sino que se articulan a
todas las manifestaciones generadoras de las acciones de los
individuos, pero que la ciencia se encargó de separar
siguiendo el precepto hegeliano de excluir la vida cotidiana como
tema filosófico.

En cierta forma, quienes desde el conocimiento
científico aluden volcar sabiduría en pro de la
salud humana, consciente o inconscientemente, al adoptar la
posición de ignorar, o tal vez negar atención al
paciente que manifiesta utilizar procedimientos para curarse,
automedicarse o sugerirlos y/o aplicarlos a otras personas, cae
en la práctica de la exclusión, una
característica congénita y estructural de las
democracias latinoamericanas, enseñada en los claustros de
la academia y transferida por extensión a las comunidades;
legalizada (la exclusión) a través de las normas
(legislación) pletóricas de libertad,
protección y respeto de los derechos humanos,
pero muy lejos de poner en práctica con la misma fuerza y
decisión con que se preconiza.

4.2. LAS BASES Y LAS ESTRATEGIAS DE LOS ACERCAMIENTOS
Y LAS RELACIONES

Los hombres, las mujeres, los ancianos, y los niños
de la actual sociedad colombiana, que han sufrido los rigores de
la exclusión en salud (en la prestación de
servicios, por ejemplo) de manera directa o indirecta, se han
convertido en marginados de la atención; sujetos a quienes
se les atiende bajo la denominación de
indigentes*, un calificativo peyorativo que expresa la
más baja e indigna de las condiciones
socioeconómicas y culturales en las cuales ha podido caer
el ser humano. Esta democracia que
ha sufrido un peregrinaje doloroso de tumbos y copiaderas desde
la época de la independencia, de la cual retomó la
improvisación de normas y leyes (ahora existen en Colombia
regulaciones jurídicas para todo tipo de acciones
humanas), se encuentra sin respuestas, tanto para los miedos que
ha generado el actual sistema de conflicto y
violencia que
sacude los cimientos de la sociedad, como para los misterios que
la ciencia creó desde el mismo instante en que
separó los saberes de la cotidianidad del conocimiento
científico, el mismo cuyo origen está en la vida
cotidiana.

Frente a tal incapacidad, el abismo que se abrió
se tornó insuperable originando serios pronunciamientos
desde la sociedad civil, como el del escritor mexicano Carlos
Fuentes quien
escribió un artículo con el título
Democracia latinoamericana: anhelo, realidad y amenaza, publicado
por El País (Madrid), del
cual toma apartes El Colombiano (Medellín) para enfatizar
en lo que ha sido una constante de los Estados de la
región: la copia y la imitación a lo extranjero.
Esperanzado Fuentes, en que la cultura podía llenar el
vació con la creación de instituciones de Estado,
éstas en vez de orientar su accionar hacia el acercamiento
de las relaciones entre la sociedad civil y el gobierno, se
diluyeron en el marasmo de la intermediación de los
partidos y los grupos políticos que sugirieron (mediante
la legislación), creando una compleja gama de
infraestructura operativa y sometimiento para canalizar el favor
del sufragio de la
población. Lo que aún no se ha visto es el acceso a
la igualdad de condiciones, de los pobres al disfrute de mejores
condiciones y expectativas de vida en todas las esferas
heterogéneas de la cotidianidad: salud, vivienda,
educación, trabajo,
crédito, entre otros.

También es evidente el crecimiento del Estado
nacional con una característica de debilidad estructural,
incapaz de articular las expectativas de satisfacer las
necesidades por parte de la población, que en la
radiografía que hace Fuentes, representa una
sección del aberrante mapa de la pobreza
latinoamericana: "Ciento noventa y seis millones de
latinoamericanos sobreviven con ingresos de 60 dólares o
menos al mes. Noventa y cuatro millones se hunden en la pobreza extrema
con ingresos de 30 dólares al mes. El 20% de la
población más rica percibe ingresos 12 veces
mayores al 20% más pobre… Crecen el desempleo y la
marginación urbana. Descienden los salarios.
Quiebran las clases medias" (La Libertad, mayo 23, 2001,
3A).

Son datos y
cuestionamientos que contribuyen en el deterioro de la salud
humana y en la desesperanza dolorosa que oprime el anhelo de
lograr la posibilidad de una nueva y arrasadora utopía de
la vida cuya construcción se inicia a partir de la
esperanza colectiva, que como sueño de la humanidad
despierta, se transforma en una visión renovada del
futuro, disfrutando de la libertad de tomar decisiones
convenientes para la sociedad y que Gabriel García
Márquez tradujo a su magnifica prosa diciendo: "donde
nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de
veras sea cierto el amor y sea
posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien
años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda
oportunidad sobre la tierra"
(1999 ). Todo ello parece derrumbarse hoy en medio de la feroz
competencia de las instituciones que el Estado generó a
partir de las iniciativas de quienes tienen el poder de
representar a los excluidos deliberadamente de las decisiones;
ante el estupor de las entidades de salud que no fueron capaces
de asegurar la satisfacción de los usuarios, con buenos y
cálidos servicios, que paradójicamente sienten el
síndrome de la rabia impotente por la demora en el cierre
de las empresas que no
quieren sean acabadas: es la enfermedad del 60% de la
población pobre en América
Latina.

Una segunda forma en la cual se denota la ruptura
relativa de las relaciones entre el Estado y la sociedad civil se
encuentra en las respuestas del denominado Hospital Humanizado
(incluyendo a las personas que se vinculan a la gestión
del nuevo ente) hacia los usuarios del sector. La referencia es
tanto para el sector
público como para el privado, pues ambos tienen
aspectos en común con los cuales se identifican, bien sea
en la filosofía, la concepción y el
tratamiento.

La reforma a la legislación en salud en Colombia
planteó una serie de inconsistencias que al no encontrar
referentes en el contexto colombiano, originaron múltiples
paradojas que sobre la marcha y con interpretaciones acomodadas a
la voluntad de los generadores de entidades de salud en el
país, se han "resuelto" sin el logro de las expectativas
de los usuarios del sistema. El concepto de humanización
de la salud ha sido asimilado en términos de eficiencia y
eficacia en la gestión interna, sin la oportunidad de la
evaluación externa hacia las formas y las
estrategias empleadas en la prestación del servicio. La
paradoja de la humanización de la salud es dolorosa y sin
embargo es la mas adecuada de las estrategias para propiciar
acercamientos verdaderos en las relaciones del Estado con la
comunidad en términos de salud.

Los profesionales de la medicina realizan esfuerzos
desde su interior, es decir, han interpretado de manera
consciente y deliberada (una especie de retorno a la esencia de
la profesión y la persona) que la única forma de
reafirmar el juramento realizado (un rito que la modernidad agota
sin remordimiento) al momento de asumir el reto de ser
preventores de salud, es acercándose a quienes reclaman la
posibilidad de aliviar o curar males y dolencias, libres de las
ataduras que imponen las diferencias de estratos. El esfuerzo
interno aflora hacia el exterior convertido en acciones que son
acogidas por los pacientes o los usuarios, quienes han
experimentado cierta bondad en el tratamiento.

El profesional de la salud de hace siete se
especializó en el distanciamiento de su profesión y
su atención hacia la persona, a quien consideraba y
acusaba (algunas veces con insultos) de ser el responsable
directo de su estado de salud. Mostraba una total indiferencia
por la situación de quien acudía a él
esperanzado en su don de ciencia, más aún, si no
percibía en el sujeto posibilidades de responder por una
serie de consultas progresivas (chequeos, controles). No miraba a
los ojos al individuo (hombre o mujer), le preguntaba lo menos
posible, lo atendía por minutos, no lo auscultaba, le
colocaba los aparatos médicos a distancia prudencial, le
formulaba al tiento y recurriendo a lo que se encontraba en la
farmacia de tipo genérico, enviaba una abrumadora cantidad
de exámenes y lo despachaba de manera fría: sin un
"que se mejore" o "lo espero de nuevo por acá".

El profesional de ahora, no sólo el que
está adscrito al área de la salud, sino aquel que
de alguna manera tiene relación con ésta desde
otras profesiones ha puesto al servicio de las comunidades, los
conocimientos institucionales adquiridos en las entidades donde
se ha formado, avizorando la posibilidad de los encuentros entre
los mundos que se habían separado por la arrogancia
científica en desmedro de los conocimientos cotidianos.
Aunque sigue siendo tímida la relación, al menos se
descubre la intencionalidad de conversar sobre asuntos de la
salud en el pasado excluidos por considerarlos carentes de
fundamentación, pero que constituyen verdaderas lecciones,
por la entereza y la decisión con que fueron
enseñados en las comunidades, como también la
desesperanza por el desvío que hicieron de las
prácticas de la medicina casera, sobre todo para
desprestigiarla, tal como lo aseguran las parteras de la Zona Sur
de Barranquilla (Norte de Colombia):

El Estado tiene que aprender a utilizar las bondades de
la medicina casera y no dejarlo todo a las manos de los
médicos, los puestos de salud, los exámenes de
laboratorio. En otros tiempos en Barranquilla, en cada una de las
casas de estos barrios nuestras abuelas tenían plantas
medicinales y eran pocas las personas que necesitaban servicios
médicos porque basado en plantas lo curaban a uno. Hoy en
día solo quedan el 10% de casas que tienen plantas en la
comunidad, todo se ha vuelto puesto de salud y el médico
ni se acuerda que existe la medicina natural. Todavía me
acuerdo que los abuelos anteriormente mandaban a uno a que
caminara en una botella y por medio de la orina le decían:
usted tiene este problema, espere que le prepare la medicina
(Grupo Focal Zona Sur de Barranquilla).

Indudablemente es un llamado a compartir
enseñanzas, sin arrogancias, con el convencimiento de las
posibilidades de aprendizaje mutuo, pues ya ha sido experimentado
en las relaciones entre los médicos y las parteras del
barrio asociadas a la Red, cuyos miembros han sido capacitados y
entrenados para cumplir con el trabajo
delicado y sublime de traer vida a la tierra. De
hecho, las parteras al aceptar que existe ciencia al interior del
oficio que practican (ellas se refieren al arte de mostrar el
producto de a vida) están reconociendo la necesidad de
poseer mediante la transferencia, el conocimiento
científico, pero la necesidad que han validado no es de
ninguna manera una forma de doblegar sus creencias y la de los
habitantes de las comunidades. Un ejemplo de la vivencia de los
encuentros entre ciencia y creencia mediados por las relaciones
entre el Estado y la comunidad se encuentra en el siguiente
relato de una partera de la Zona Oriental de
Barranquilla:

La mujer era primeriza (iba a parir su primer hijo) y
estaba asustada. No se quedaba quieta un solo momento. Caminaba
de un lado para otro y nosotras le decíamos que se sentara
porque aun lo le había llegado la hora. Cuando
empezó a romper fuentes se asustó más y
comenzó a dar gritos que se escuchaban en todo el barrio.
Pedía que le trajeran al marido porque quería
sentarse en las piernas de él y tener al niño. Los
médicos y las enfermeras del Puesto de salud le dijeron
que eso no era permitido en ninguna parte del mundo; entonces
ella de manera categórica anunció que si no lo
aceptaban así se negaba a parir así se muriera. Yo
intervine para decirles que era mejor hacer lo que ella
pedía y que no era el único caso, ni sería
el último. Se aceptaron las condiciones, buscaron al
marido, lo encontraron medio borracho y así lo trajeron.
Al final tuvo el hijo sentada en las piernas del marido (Relatos
del Grupo Focal de la Zona Oriental).

Las parteras que en todo el mundo han existido, desde la
tradición oral y en la práctica cotidiana,
están ligadas por lazos de afecto y calidez a las familias
a las cuales les han atendido sus mujeres en los momentos del
parto.
Parteras del Sur occidente de Barranquilla.

4.3. NIVELES DE SALUD Y ESTILOS DE VIDA EN
POBLACIONES EN RIESGO
SANITARIO

La mirada somera a las condiciones y los estilos de vida
que adoptan las poblaciones en los estratos 1 y 2 en Colombia,
complementado con las estadísticas que se refieren a los niveles
de escolaridad, los ingresos familiares, el estado de la vivienda
y el espacio en el cual se ha ubicado la población, han
contribuido en la definición de indicadores y
la calificación cuantitativa del estado de salud de las
comunidades. Una serie de explicaciones ligadas a la persistencia
de patrones de conducta
generadores de mala salud individual y colectiva, asociada a la
resistencia para asimilar comportamientos sanitarios de exigencia
de las instituciones de salud, son constantes en los informes que
se plasman y circulan en publicaciones (revistas, prensa,
boletines, etcétera), en calidad de insumos básicos
para la elaboración de programas, planes
y proyectos de
desarrollo en el área.

El concepto sobre salud definido en el Preámbulo
de la constitución de la
Organización Mundial de la Salud OMS como "un estado
total de bienestar físico, mental y social y no
sólo la ausencia de enfermedad o dolencia", no es de la
receptiva de la mirada de quienes califican que el nivel de salud
(cualquiera sea el establecido), solo depende del estilo de vida
en términos de la resistencia a los patrones
institucionales, considerados como los únicos a adoptar
por parte de quienes se encuentran habitando lugares en riesgo
sanitario, o en condiciones deprimentes
ambientalmente.

La resistencia a los requerimientos institucionales por
una buena, aceptable u óptima salud, no es producto del
azar o de la "terquedad tradicional de las personas que no
entienden las explicaciones de lo que les conviene para su
salud", como lo expresara una enfermera miembro de los grupos
focales de la Zona Sur del Distrito de Barranquilla*,
sino que se encuentra articulado a las relaciones en la
atención que proviene de las instituciones prestadoras de
salud (públicas y privadas), hacia los usuarios de las
comunidades que expresan su divergencia y oposición al
sistema y que se validan con las observaciones realizadas en una
mañana a las siguientes situaciones ocurridas en uno de
los tantos hospitales de la ciudad: Una larga fila de personas
que desde antes del amanecer se ha organizado frente a las
ventanillas destinadas para asignar citas médicas a los
usuarios. El observador podría llegar a la
conclusión feliz de una muestra organizada de
atención que se ha implementado para satisfacer las
expectativas de los clientes.

Sin embargo no ocurre tal situación de manera
literal, sino que antes de llegar a la ventanilla de citas se
presentan más de cinco contratiempos como los que a
continuación se mencionan, los cuales afectan las
condiciones de salud de un alto porcentaje de las personas en la
fila. Estas son la más frecuente:

– Se acabaron las citas porque solamente hay tres
médicos en servicio en la consulta general.

– El funcionario que atiende en la ventanilla no da la
cita porque alguno de los siguientes documentos no es presentado
por el usuario: autoliquidación del mes en curso,
carné actualizado, bono de la cuota moderadora,
cédula de quien solicita la cita, remisión (cuando
la consulta es con el especialista).

– Se acabaron las citas con el médico general que
regularmente atiende a la persona que la solicita, está en
vacaciones o no le han renovado el contrato. –
El funcionario que atiende las citas en la ventanilla permanece
poco tiempo en su sitio de trabajo o no es eficaz: se levanta
constantemente, conversa con el compañero (a) que
está desocupado (a), se distrae con algún conocido
(a) que se acerca a la ventanilla, etcétera.

– Se originan movimientos de protesta cuando alguno de
la fila utiliza las influencias sobre funcionarios amigos y se
adelanta a los demás en el turno.

Las anteriores manifestaciones muestran varios aspectos
del deterioro en las relaciones entre las instituciones
prestadoras del servicio y los receptores de la atención,
las cuales constituyen sin lugar a dudas un ejemplo vivo y
dinámico de una cultura de la atención, muy pocas
veces o tal vez excluidas de la calificación de los
niveles de salud de la población a quien se le
enseña de manera reiterativa a ser paciente. La paciencia
y su complementario la impaciencia son dos aspectos que se han
encargado de diluir las barreras y los muros que en otros tiempos
ocultaban la crisis de la
gestión y la atención institucional. La paciencia
es el concepto original con el cual fueron confirmados los
receptores de la atención médica: pacientes que la
resignación y la abnegación generó como
prototipo del respeto a la decisión del médico de
atender a la persona cuando quisiera.

Aún se siguen dando señales
de paciencia, sobre todo cuando la espera en la atención
es obligatoria y condicionada por el horario asignado en la cita,
el cual no respeta la expectativa de quien creyó que lo
atenderían a las nueve de la mañana, sin sospechar
que esa misma hora fue asignada a 10 pacientes más. Es una
odisea de la cual poco se escribe, poco se indaga, no se
interpreta, solo se referencia como una situación de la
cultura y la tradicionalidad que contribuye a que la gente
permanezca en las condiciones precarias de salud que actualmente
afronta.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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