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En la búsqueda de Dios: Contemplando el Infinito Vacío? Contemplando Nuestros Cerebros? (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Para responder, a ésta, muy ajada
cuestión, nos serviría bien examinar algunas de las
coincidencias antrópicas más comunes, esencialmente
las dos que están imbricadas con el origen mismo de los
elementos químicos necesarios para la vida, como se
observa en nuestro planeta.

Toda forma de vida en nuestro planeta está
basada en reacciones
químicas de enorme complejidad. El cuerpo humano,
por ejemplo, está compuesto de veinticinco elementos
inorgánicos distintos. En la Naturaleza, en
su totalidad, casi cien elementos ocurren naturalmente, el
más pequeño siendo el hidrógeno y el más grande el
uranio.

¿De dónde provienen todos estos elementos
y cómo nuestro universo los
produjo?

El hidrógeno ha existido desde el Big Bang.
Pero, casi todos los otros componentes se originaron
después. Posiblemente, en el interior de las estrellas o
como resultado de explosiones violentas llamadas supernovas que
es el modo espectacular con que algunos astros terminan su
existencia.

Antimateria en
colisión

Estas explosiones de las supernovas son de importancia
porque ellas diseminan los elementos que existen dentro de las
estrellas por todo el espacio sideral dando origen a estrellas
nuevas, a nuevos planetas, o a
la vida. Ciertamente, la mayor parte de los elementos que nos
constituyen fueron sintetizados dentro de astros que explotaran
antes de que el sol naciera.
Poética y literalmente, nosotros estamos hechos de polvo
estelar.

Para el objetivo de
esta tesis, es de
importancia crucial reconocer que los elementos se constituyen de
manera secuencial como resultado de reacciones nucleares en las
que los núcleos de átomos pequeños se
fusionan para dar origen a los núcleos de átomos
más grandes. Esas mismas fusiones
nucleares y reacciones químicas producen la energía
radiada por las estrellas, incluyendo el sol. Energía que
es esencial para el soporte de la vida. El primer paso en este
proceso es el
de fusionar pares de núcleos de hidrógeno para
formar un elemento llamado deuterio.

Agujero negro

Deuterio es el primer eslabón vital en toda la
cadena. Si el deuterio se hubiera prevenido en su síntesis,
ninguno de los siguientes pasos pudieron haberse dado, resultando
en un universo donde sólo se encontraría el
hidrógeno.

Entonces, se establece que todo depende en la habilidad
del hidrógeno fusionarse para formar el deuterio. He
aquí donde la primera coincidencia antrópica digna
de nuestra atención aparece. La fuerza de la
Naturaleza que cimenta núcleos se llama "la fuerza nuclear
fuerte". De haber sido esta fuerza más débil por un
simple 10%, no hubiese podido fusionar dos átomos para
hacer deuterio, haciendo los prospectos de vida muy remotos.
Pero, no es todo. De haber sido la fuerza nuclear fuerte unos
cuantos porcentajes más fuerte de lo que es, un
desastre opuesto hubiese ocurrido. La consunción nuclear
de las estrellas hubiese sido más expediente porque los
átomos de hidrógeno se fusionarían muy
fácilmente, resultando en una reacción más
rápida y las estrellas se hubiesen extinguido en millones
de años en lugar de los varios billones — que estrellas,
como nuestro sol, duran.

Radiación
cósmica

Como dijéramos, la historia de la vida en
la tierra
sugiere que billones de años se requieren para evolucionar
vida tan compleja como la nuestra. El resultado de todas estas
consideraciones es que la fuerza nuclear fuerte posee
exactamente la energía que precisa; ya que un
poquito más fuerte o más débil y no
estuviéramos aquí.

Una vez que el deuterio se produce, sus núcleos
se pueden combinar por procesos de
fusión
para hacer los núcleos de helio. Esas reacciones suceden
muy rápidamente. En esta fase, sin embargo, otro punto
crítico se ha encontrado: los núcleos de helio
deben de fusionarse para poder formar
elementos mayores. Pero, todos los mecanismos lógicos para
que esto suceda son opuestos por las leyes
físicas. Especialmente, se conoce que dos núcleos
de helio no pueden fusionarse. Lo que constituiría
algo misterioso para los teóricos nucleares y los
astrofísicos tener que resolver, porque en la realidad
éstos se fusionan.

De ser así, ¿entonces, cómo fue
posible que todos esos elementos mayores que de la fusión
del helio derivan, nacieran?

Nueva concepción del Sistema
Solar

La solución fue encontrada por Fred Hoyle, quien
sugirió que la Naturaleza hizo un salto largo para poder
pasar por encima del escalón ausente en la escalera.
Cuando dos núcleos de helio colisionan dentro de una
estrella, ellos no pueden fusionarse permanentemente, pero ellos
sí que pueden permanecer juntos momentáneamente por
un ciento de un millón de un billón de un segundo.
Dentro de esa infinitésima fracción de tiempo un
tercer núcleo de helio aparece y choca con los otros dos
en una colisión de tres vías. Tres helios,
por casualidad y buena fortuna, poseen la adhesividad para
lograr que los átomos se fusionen permanentemente. Cuando
esto sucede se forma un núcleo llamado "carbón12".
Este fenómeno se conoce como "el proceso de las tres
alfas", constituyendo el patrón por el cual casi todo el
carbón que existe en el universo,
creemos, que se produce. En la ausencia del mismo, los
únicos elementos existentes serían hidrógeno
y helio, resultando en un universo sin vida alguna.

Observando muy de cerca el proceso de las tres alfas fue
cuando Hoyle descubrió la más extraordinaria de las
coincidencias antrópicas. Las calculaciones originales de
Hoyle le demostraron que un evento tan raro como el de las tres
alfas no podría generar la cantidad suficiente de
carbón necesaria para la vida, a menos que algún
otro proceso ampliara su eficiencia. Este
proceso, descubierto por Hoyle, es lo que hoy conocemos como
"resonancia física".

Gravitación
universal

Existen muchos ejemplos de esta resonancia en la vida
cotidiana. Un camión pesado pasando frente a un edificio
puede hacer vibrar los vidrios de las ventanas si la frecuencia
de las ondas sonoras
igualan, o resuenan, con uno de los modos naturales de
vibración de los mismos. De modo similar, cantantes de
ópera pueden hacer añicos cristales de copas,
entonando una nota con la frecuencia precisa. En otras palabras,
que un efecto, que ordinariamente, puede ser muy débil,
puede ser magnificado enormemente si éste ocurre
resonantemente.

Ahora bien, el hecho es que los núcleos
atómicos, asimismo poseen notas características o
modos de vibración particulares, llamados "niveles de
energía", facilitando reacciones nucleares. Hoyle
destacó que el proceso de las tres alfas pudo haber
producido cantidades suficientes de carbón sólo si
el núcleo del carbón12 posee un nivel de
energía precisamente de la intensidad requerida. Si este
nivel de energía del carbón12 hubiera sido
ligeramente mayor o menor, el proceso de las tres alfas hubiese
estado fuera
de sincronía.

Sin carbón y otros elementos más pesados,
la vida nunca hubiese podido ocurrir.

Aquí, ya se aprecia con facilidad, que la
producción de los elementos necesarios para
la vida, es asunto de balance muy precario.

Estrellas
fusionándose

Se pueden distinguir coincidencias antrópicas no
sólo en los procesos nucleares que dieran origen a los
elementos, pero asimismo en muchos aspectos de las leyes
físicas.

Para proporcionar una idea mejor de lo que tratamos de
sobresaltar, veremos algunos ejemplos más, pero sin entrar
en mayor detalle.

La fuerza nuclear fuerte es una de cuatro potencias
básicas conocidas, que existen en la Naturaleza. Las otras
se llaman: interacción débil, gravedad, y
electromagnetismo. En la fenomenología de nuestra vida cotidiana, el
electromagnetismo mantiene un papel dominante aunque no obvio.
Por ejemplo, la materia se
acopla por medio de la atracción eléctrica y
magnética de átomos, y la luz consiste de
ondas electromagnéticas. Por contraste, la fuerza nuclear
fuerte no posee un rol directo en efectos que podemos advertir.
La razón siendo que su influencia solo se extiende al
dominio de las
distancias subatómicas. Sin embargo, la fuerza
electromagnética es intrínsecamente mucho
más débil que la fuerza nuclear fuerte. De hecho,
cien veces más débil. Lo que resulta siendo muy
afortunado. Porque, si la fuerza electromagnética
no hubiese sido inherentemente más débil que
la fuerza nuclear fuerte, la energía
eléctrica contenida en un núcleo de
hidrógeno hubiese sido tan enorme como para rendirla
inestable. La interacción débil hubiese, en esas
circunstancias, hecho que todo el hidrógeno en el mundo
hubiese decaído radioactivamente, con una media vida muy
corta comparada con otras partículas. El mundo se hubiera
quedado falto de hidrógeno, y por ello, carente de vida.
Porque el agua, que
es indispensable para la vida, contiene hidrógeno, como es
el caso en casi todas de las moléculas orgánicas.
Entonces, ahora podemos comenzar a apreciar, que la vida depende
de un balance delicado entre varias fuerzas fundamentales de la
Naturaleza, y, especialmente, de la debilidad relativa de los
efectos electromagnéticos.

Otro hecho afortunado tiene que ver con la planicie del
espacio. Einstein nos dijo que el espacio no es plano sino curvo.
Debido a esa curvatura, los cuerpos se atraen los unos a los
otros por medio de la fuerza de la gravedad. Empero, parece que
ese espacio de nuestro universo, si se observa desde distancias
enormes, es en promedio, sorprendentemente plano. La llamada
curvatura espacial es muy pequeña. Como corolario,
inmediatamente después del Big Bang, la curvatura espacial
del universo era igual a cero. Por mucho tiempo, esta
condición se conocería como "el problema de la
llanura", ya que nadie la podía explicar. Aunque
inexplicable es afortunado. Porque de no haber sido esta llanura,
extremadamente plana desde el principio, el universo o hubiera
colapsado en muy poco tiempo luego de sus comienzos, o hubiera
experimentado una expansión tan rápida que hubiese
destrozado toda la materia existente dispersando sus
átomos en todas las direcciones.

Josephine Wall. El soplo de
Gaia

Hasta ahora se han descrito algunas variables,
como es el poder de la fuerza nuclear fuerte y la llanura del
espacio que tuvieron que ser ajustadas hasta el logro de un
equilibrio muy
especial para que la vida fuera posible. Pero, igualmente existen
ciertos rasgos cualitativos de las leyes físicas que nos
son igualmente de interés
desde el punto de vista del principio antrópico. Un
ejemplo es que el espacio es tridimensional. Nosotros tomamos
este hecho por garantizado, pero no deberíamos hacerlo.
Que el espacio tiene tres dimensiones es una noción
empírica, no una necesidad metafísica. Físicos teóricos
estudian universos hipotéticos con otros parámetros
constantemente. Si el mundo en lugar de tener tres dimensiones
espaciales hubiese tenido cuatro ó más, la fuerza
de la gravitación entre dos objetos hubiera operado de
modo diferente, basada en la distancia entre ellos. Ello, a su
vez, hubiese imposibilitado a los planetas orbitar alrededor de
las estrellas: éstos o hubiesen colisionado con las
estrellas o se hubiesen dispersado en el espacio abierto. Del
mismo modo, las órbitas de los electrones en los
átomos no pudieran ser estables, y la vida, basada en la
química,
hubiera sido imposible.

Panspermia y polvo
cósmico

Por otro lado, de haber existido menos de tres
dimensiones espaciales, la presencia de organismos complejos,
como nosotros, hubiera sido insostenible pero, por una
razón muy distinta. Los sistemas de
circuitos
neurales requeridos en el cerebro, como un
ejemplo, hubieran sido impedidos en sólo una ó dos
dimensiones. Si se trata de dibujar un diagrama
complejo de circuitos en una superficie bidimensional, el
resultado final es que los filamentos entrecruzan en muchos
lugares produciendo cortocircuitos.

Como ejemplo final, el hecho de que la Naturaleza
obedece los principios de la
teoría
del quantum es relevante a la posible existencia de la vida.
Resulta que la materia no permanecería estable en un mundo
de no-quantum. La mayoría piensa que el Principio de la
Incertidumbre de Heisenberg hace del mundo, por lo menos en el
nivel atómico, algo un poco confuso e indefinido. No
importa cuán paradójico pueda parecer, ese mismo
principio es responsable, en el análisis final, por el hecho de que las
partículas subatómicas formen átomos
estables con propiedades precisadas. Si no fuera, entonces, por
los principios de la teoría quántica, la materia
sería amorfa y proteica en tal grado que es difícil
concebir la vida de un organismo en ella.

La Vía
Láctea

¿Qué piensan los físicos de las
coincidencias antrópicas? Sus opiniones son muchas y
dispares. Algunos de los científicos más destacados
han demostrado interés en su estudio. Lo que hacen a pesar
de que el tema provoca molestia y hostilidad en la comunidad de los
físicos, lo que, en parte, es debido al espectro de la
teología. Los físicos, en su pensamiento,
están caracterizados por una marcada tendencia profesional
de aversión al pensamiento teológico. La revolución
científica fue, en gran parte hecha posible por la
repudiación de la teología a favor del mecanicismo.
Pero, lo más saliente en el fantasma de la religión, es que
siempre surge cuando se habla de las coincidencias
antrópicas.

Sin embargo, el escepticismo científico acerca de
estas ideas no se basa enteramente en los prejuicios descritos.
Existen varios argumentos en contra de la noción de las
coincidencias antrópicas que hay que considerar
seriamente.

Primero, se argumenta que no podemos nunca saber con
certidumbre los elementos que son necesarios para dar principio a
la vida. Y que la vida puede tomar formas que son totalmente
extrañas a nuestra experiencia. Mientras que la vida, por
nosotros conocida, hace uso de ciertas clases de principios
físicos — ¿quién sabe si con leyes
físicas diferentes, otras posibilidades distintas no
pudieran haber surgido? — o si ya no existen en otros
planetas.

Por ejemplo. Hace muy pocos años que
dudáramos la existencia de los organismos extremó
filos, los cuales, desde que se encontraran, aparecen y son
descubiertos todos los días con frecuencia
impresionantes.

Organismo extremófilo, con
pH más
fuerte que el del Clorox-Plus.

Esta objeción tiene mérito. Pero, en el
último análisis no resuelve el problema que
presenta la pregunta de si el cosmos fue creado con nosotros en
mente.

La segunda objeción es que, de acuerdo a
explicaciones científicas convencionales, ya puede que
existan algunos, sino todos, los eventos que
aparecen como coincidencias antrópicas.

Entonces, es muy probable que, al menos, algunos de los
factores acerca de las leyes físicas, que en apariencia
son favorables a nuestra existencia, ya gocen de explicaciones
científicas convencionales.

Existen algunas objeciones más, que, para
nuestros propósitos, parecen superfluas, ya que se ocupan
del asunto de la inmutabilidad de las leyes físicas, que
parecen ser, tan monolíticas que, de existir un Dios, su
campo de actividades estaría circunscrito y limitado por
esas mismas leyes por Él creadas. Las que, a su vez,
Él, en teoría, pudiera, a su antojo, cambiar para
ajustarlas a nuevas circunstancias.

Lo que es axiomático es que éste es el
único universo por nosotros conocido, y que éste
obedece a leyes que existen para sustentarlo. Lo que no sabemos
— y carecemos de los instrumentos para determinarlo — es si
otros universos, basados en reglas distintas pudieran
existir.

Titán

Por ejemplo, se ha determinado recientemente que la luna
Titán del planeta Saturno contiene miles de veces
más hidrocarburos
líquidos que todo el
petróleo y gases
naturales que existen en la tierra. Lo que
añade evidencia a la teoría de que el petróleo no es orgánico en su origen
— por lo menos, en otras partes. (Geophysical Research
Letters
. Enero 29, 2008).

No sabemos qué leyes aplican para que en otro
planeta suceda que el origen de materiales
que son orgánicos en el nuestro — en el de ellos no lo
sean.

Vela Pulsar

Antes de saltar a la conclusión de que las
coincidencias antrópicas señalan en la dirección de la existencia de Dios, tenemos
que considerar que la mayoría de los científicos
que las han estudiado son ateos — Steven Weinberg siendo un
ejemplo notable, quien con ellos encuentra razones para dar, como
explicación a nuestra creación y existencias,
razonamientos naturalistas y científicos.

La explicaciones, por ellos ofrecidas, se basan en una
idea llamada el principio antrópico. Del que varios
existen, y del que entre los existentes, solo válido se
considera el principio antrópico
débil.

No confundamos las coincidencias antrópicas con
el principio antrópico, diferencias que quedaron
establecidas en mi ponencia, El Principio Antrópico
como Fulcro
. Mientras que las coincidencias antrópicas
son hechos, el principio antrópico es una hipótesis especulativa que trata de
explicar esos hechos.

Para entender mejor el principio antrópico
débil — el único que aquí será
considerado — examinemos las siguientes correlaciones, basadas
en las condiciones existentes, para que haya vida en la
tierra:

  • Si la tierra fuera de mucho mayor tamaño,
    almacenaría demasiado hidrógeno en la atmósfera, lo que sería
    perjudicial para la vida.
  • Si fuera más pequeña, no sería
    capaz de retener una atmósfera.
  • Si estuviera más cerca del sol, sería
    muy caliente para contener agua en su
    estado líquido, si estuviera más lejos,
    sería demasiado fría.

¿De ello deducimos que alguien lo reguló
para que la vida existiera? No necesariamente. Ya que existen
todos tipos de planetas en el universo: calientes, fríos,
grandes y pequeños. Siendo la teoría existente
factible, debe, entonces, de haber un número infinito de
planetas, entre los que habrá muchos capaces de sustentar
la vida del modo en que nosotros la conocemos.

A la sazón, asimismo existe la posibilidad de que
este universo en que vivimos y el único con que estamos
familiarizados, es uno más entre millones y millones de
otros; que existen con sus leyes físicas adaptadas a ellos
y, posiblemente, contrarias a las nuestras, como vimos de la
presencia de hidrocarburos en la luna Titán.

Planeta Tierra

Muchos científicos que contemplan la
teoría de la multiplicidad de los universos, prefieren
pensar que todos estos universos son parte de un
súper-universo que, a los demás engloba.

Las posibilidades son muchas y las probabilidades
también.

Lo que es patente es que las leyes físicas en el
universo en que vivimos, han sido muy acomodadizas para que la
vida exista en el nuestro.

Los científicos pueden estar satisfechos en sus
posiciones que explican la creación estocástica del
cosmos que nos abarca y de la vida que en éste existe. Los
que contienden lo opuesto, aduciendo la teoría del
diseño
inteligente, pueden asimismo sentirse gratificados, porque las
coincidencias antrópicas, no parecen ser coincidencias
sino sobre-determinismo. (Véanse mis escritos al
respecto).

El universo
bidimensional

Si las coincidencias, no son tan coincidencias,
entonces se implica la existencia de un designio inteligente y de
un ente que lo ejercita, debido a la extrema exactitud de sus
posibilidades, dentro de la latitud de sus leyes.

Sincronía
cerebral

Pero existe algo muy inquietante, ante la enormidad del
misterio y la inmensidad del cosmos, que nos obliga a sentirnos
humildes y a preguntarnos, como lo hiciera el salmista:
"¿Fue el universo creado para manifestar la gloria de
Dios, como lo hacen los cielos?" — y como los seres humanos
¿lo harán?…

Sea como fuera, no olvidemos que nuestra evolución y la del universo son dispares en
materia del tiempo requerido para lograrlas. Para nosotros
serían millones de años, para el universo, billones
y billones de años, hasta la formación de la
tierra, y, hasta que ésta pudiera sustentar la vida y
últimamente la de nuestra especie.

Los físicos pueden sugerirnos las respuestas a
nuestras preguntas sin lograr del todo contestarlas, ya que no
nos suministran pruebas
científicas, como debieran — lo que no pueden hacer,
porque las pruebas que necesitamos no existen.

Para ellos las palabras pesimistas de Nietzsche
bastan: Alles ist wert zu Grunde gehen
("Todo merece perecer"). Y, todo
perece.

En resumen

A menudo, como seres racionales que somos, nos hacemos
preguntas que no tienen soluciones.
Otras veces, como personas sensibles y conscientes, deseamos
satisfacer la curiosidad propia y la de personas muy allegadas
cuando nos interpelan acerca de las naturalezas íntimas de
dilemas que pueden ser — o no ser — creencias
compartidas.

Aquí me refiero, no sólo a la creencia en
un Dios, sino que, asimismo me refiero a la necesidad de entender
la noción de que, de existir ese Dios —
¿Qué razón este mismo tuviera de crear este
mundo, implantándonos a nosotros, seres inteligentes, como
parte especiales del mismo?

Decididamente, nuestras creencias son solamente eso:
creencias y nada más. La posición del
agnóstico no difiere de la nuestra, ya que éste
basa sus convicciones en la fe provista por el entendimiento de
leyes físicas. Leyes que, de alguna manera, permanecen
incomprensibles, en su accesibilidad, a todas nuestras ansiedades
intelectuales
o anhelos éticos.

Como sucede con los fenómenos de la consciencia,
estamos aún muy lejos de explicar lo que parece que
permanecerá para siempre un misterio.

Pero, es en el campo de la consciencia — esa parte de
la función
cerebral tan recóndita — que, para ser exactos, reside y
reina desde la corteza pre-frontal, donde habita la idea de Dios
y en donde algún día la encontraremos.

Mientras tanto, podemos resumirlo todo de esta
manera:

  1. Tenemos, de acuerdo a MacLean, tres
    cerebros
  2. Dos de ellos, que no pueden, por su naturaleza,
    contener las ideas de la existencia de un Dios
  3. En el tercero, parte de nuestra corteza, es donde
    hallamos la capacidad de preguntarnos acerca de Él y de
    percibirlo, como elemento de nuestro razonamiento moral,
    filosófico y de nuestro raciocinio ético — como
    argumentaría Spinoza.

Eso no significa que, aunque sea tan elusivo como
concepto, que
no debemos permitirnos el lujo de abandonar la pesquisa para
encontrar a Dios…

Bibliografía

  • Weinberg, S: (1993) The First Three Minutes: A
    Modern View of the Origins of the Universe
    Basic
    Books
  • Larocca, F. E. F: (2007) El Principio
    Antrópico como Fulcro
    en monografías.com
  • Larocca, F. E. F: (2008) La Sincronía y la
    Neurociencia Aplicada
    en letras-Uruguay.com
  • Carter, B: (1987) Gravitation in astrophysics
    Plenum Press
  • Nadler, S: (1999) Spinoza: A Life
    Cambridge

 

 

 

Autor:

Félix E. F. Larocca MD –

Partes: 1, 2
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