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Dinosaurios (dinosauria) (página 2)




Enviado por Oscar Far�as



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Esqueleto de Giraffatitan.

Aunque no se dispone de todos los datos al
completo, está claro que los dinosaurios no
avianos, en general, eran voluminosos. Incluso dentro de sus
propios estándares, los saurópodos alcanzaban el
estatus de gigantescos: durante buena parte de su reinado, hasta
los más pequeños de este subgrupo eran
considerablemente mayores que cualquier otro animal de su
hábitat, y los más grandes eran por
lo menos un orden de magnitud mayores que cualquier otro
vertebrado que caminara sobre la faz del planeta. Ésta es,
posiblemente, una de las razones principales del interés
que estas bestias han despertado en el público en general
a través de los años. Pero la evolución también hizo aparecer
dinosaurios pequeños, algunos del tamaño de una
gallina, como el Compsognathus, y más diminutos
aún. El material fósil recuperado de estos
dinosaurios enanos no suele ser tan completo, ya que sus huesos eran mucho
más frágiles, lo que dificultó su
preservación.

La mayoría de los saurópodos no
podía desplazarse velozmente, debido a que tenían
que soportar su colosal tamaño y peso. Existen límites
prácticos al crecimiento: si estas criaturas se hubieran
hecho más grandes al paso de la evolución hubieran
quedado casi inmovilizadas y disfuncionales, lo que habría
imposibilitado su supervivencia a largo plazo. Sin embargo, el
hecho de que estas conformaciones gigantescas hayan sido viables
durante millones de años, mucho más tiempo que el
que han existido otras especies que consideramos exitosas, como
el hombre,
indica que estaban muy bien adaptadas a sus ambientes.

Por otro lado, efectivamente existieron dinosaurios que
fueron ágiles, delgados y pequeños.
Particularmente, se considera a los tetanuránidos como los
dinosaurios más rápidos: Tyrannosaurus, a pesar de
ser uno de los tetanuros carnívoros más grandes, se
desplazaba con cierta velocidad
debido en parte a que su cráneo presentaba grandes
órbitas en donde se situaban los ojos y nariz, con lo que
su peso resultaba notablemente aligerado.

Una breve comparación con la fauna actual
ilustra el dramático contraste de escalas: el mayor
elefante registrado pesó 12 toneladas, mientras que la
jirafa más alta alcanzó los 6 metros de altura.
Incluso mamíferos prehistóricos gigantes
como Indricotherium, o el mamut de Columbia quedan
empequeñecidos por los saurópodos gigantes.
Sólo un puñado de animales
acuáticos modernos se les aproxima en tamaño,
siendo el más notable la ballena azul, con un
récord en el especímen más grande registrado
de 190 toneladas, y 33,5 metros de largo. Los dinosaurios no
avianos más pequeños eran del tamaño de
gallinas: Microraptor no superaba los 50 cm.

  • Extremos

El más alto y pesado de los dinosaurios de los
cuales se recuperó el esqueleto completo fue el
Brachiosaurus, espécimen que fue descubierto en Tanzania
entre 1907 y 1912. Se encuentra expuesto en el Museo Humboldt de
Berlín, y tiene 12 metros de alto y probablemente haya
pesado de 40 a 60 toneladas. El más largo de los hallados
completos es el Diplodocus, de unos 30 metros, recuperado en
Wyoming, en los Estados Unidos y
exhibido en el Museo de Historia Natural de Carnegie
en 1907.

Estas cifras empalidecen cuando se las compara con
nuevas especies halladas después de 1970, como el
Argentinosaurus, que podría haber pesado unas 100
toneladas; el Seismosaurus, que habría alcanzado los 50
metros de largo; o el Sauroposeidon, de unos 18 metros de
altura.

Adicionalmente, el más grande saurópodo
del que se tenga noticia parece haber sido el Bruhathkayosaurus.
Los vestigios fósiles exhumados parecen corresponder a un
fémur, cadera, tibia, radio y una
vértebra (todos en mal estado de
conservación), aunque no se tiene seguridad de a
qué clase de
dinosaurio representan (la clasificación del
espécimen ha sido singularmente errática), y si era
en realidad un animal (estudios más detallados del
material recuperado sugieren que se trata de restos vegetales).
Asimismo el descubrimiento de otro posible gigante, Amphicoelias,
ha sido objeto de fuerte escepticismo debido a la total ausencia
de fósiles (la única evidencia fue una supuesta
vértebra de 2,5 metros que —según sus
descubridores— se destruyó completamente durante el
traslado). El hecho de que el anuncio del descubrimiento y sus
irregulares condiciones ocurriera en medio de la llamada Guerra de los
Huesos resta aún más confiabilidad a la
versión de la existencia de la criatura.

  • Tamaños promedio

Tamaño de un humano en
comparación con el del Tyrannosaurus rex.

La distribución geográfica de los
dinosaurios comenzó a finales del Triásico,
produciéndose drásticas variaciones en forma,
comportamiento
y tamaño.

No obstante, el significado de "tamaño promedio"
no es tan sencillo de precisar. La evidencia actual sugiere
diferentes valores para
cada uno de los períodos geológicos involucrados[1]
.

De acuerdo con Bill Erickson:

"Los estimados de dinosaurios medianos oscilan entre 500
kg y 5 toneladas […] Ochenta por ciento de la biomasa de la
Formación de Morrison del oeste de los Estados Unidos
consistía en stegosaurus y saurópodos; este
último promediaba las 20 toneladas […]. El típico
gran porte de los dinosaurios y el comparativamente
pequeño tamaño de los mamíferos modernos ha
sido cuantificado por Nicholas Hotton. Basándose en 63
géneros de dinosaurios, los datos de Hotton muestran una
masa promedio que excede los 395.9 kg (el peso de un oso grizzly
mediano), y una masa genérica mediana de cerca de dos
toneladas (comparable a una jirafa). Esto contrasta marcadamente
con mamíferos extintos (788 géneros) cuya masa
promedio es de 631 gramos (la de un roedor pequeño). El
dinosaurio no aviano más pequeño hallado hasta hoy
era mayor que dos tercios de todos los mamíferos actuales;
la mayoría de los dinosaurios eran mayores que todos los
mamíferos vivientes con excepción de un 2% de los
individuos".[2]

Comportamiento

Las interpretaciones sobre el comportamiento de los
dinosaurios están generalmente basadas en la
posición de los restos fósiles, en su
hábitat, en simulaciones por computadora de
la biomecánica de sus organismos, y en comparaciones con
animales modernos de similares nichos ecológicos. Como
resultado de la falta de solidez de estas fuentes, el
entendimiento actual del comportamiento recae principalmente en
la especulación científica y posee un
espíritu fuertemente controversial. Sin embargo los
científicos consideran que las actitudes
propias de cocodrilos y aves, los
seres vivos más cercanos a los dinosaurios, pueden ser
extrapoladas en cierta medida con el fin de presentar un esquema
de comportamiento posible para caracterizar al grupo.

  • Cortejo y apareamiento

Los adornos craneales de algunos dinosaurios, tales como
crestas sagitales, cuernos, y demás protuberancias comunes
en grupos como
Marginocephalia, podrían haber sido demasiado
frágiles como para haber desempeñado algún
rol activo en la defensa, por lo que los investigadores
consideran que tenían un uso meramente demostrativo,
especialmente relacionado con actividades de tipo sexual. Se
conoce muy poco sobre el apareamiento o el territorialismo de
estos animales. La naturaleza de
la comunicación
social entre dinosaurios también permanece en las
sombras, a pesar de que ambas son activas áreas de la
investigación actual. Por ejemplo, la
evidencia reciente sugiere que las crestas huecas de los
lambeosáuridos podrían haber funcionado como una
cámara de resonancia con funciones de
vocalización. [cita requerida]

El Euoplocephalus fue un típico
"dinosaurio acorazado" de la superfamilia
Ankylosauria.

Sin embargo, algunos dinosaurios herbívoros
efectivamente presentaban a veces formidables y efectivas
defensas corporales, tales como las grandes placas óseas
de los estegosaurios, los cuernos de los ceratopsianos, o las
corazas de espinas de los anquilosaurios. Algunas de estas
características —desarrolladas durante el
Mesozoico— quizá desempeñaron funciones
secundarias, como la de regulación térmica y de
lucimiento para el apareamiento: se considera que todos los
ceratopsianos, entre ellos Triceratops, usaban sus cuernos para
defenderse o pelear entre ellos durante el cortejo.

  • Depredación

Un Allosaurus devorando carroña de
un saurópodo.

Desde el punto de vista del comportamiento, uno de los
fósiles más valiosos fue desenterrado en el
Desierto de Gobi en 1971. Incluía un Velociraptor atacando
a un Protoceratops,[8] lo que demostró la forma en que los
dinosaurios se atacaban y defendían mutuamente. Mientras
que actitudes canibalísticas entre terópodos no
resultan sorprendentes,[9] éstas también fueron
confirmadas por marcas de dientes
obtenidas en fósiles de Madagascar en 2003.[10]

Se presume que algunos terópodos cazaban en
manada, como Velociraptor, mientras que carnívoros
más grandes como Tyrannosaurus lo hacían en
solitario (otros investigadores sostienen que este último
grupo pudo haber sido principalmente carroñero)
[cita requerida]}.

Una de las razones por las cuales se piensa que los
dinosaurios fueron endotérmicos es que la evidencia en su
conjunto parece indicar que al menos los carnívoros fueron
muy activos,
desplegando mucha energía para perseguir y matar a sus
presas. Las hipotéticas estrategias de
caza de estos animales implican cierto desarrollo de
la inteligencia,
agilidad y fuerza, que
hacen necesaria una fisiología más avanzada.

Descubrimiento

Los fósiles de dinosaurio son conocidos desde
hace milenios, aunque su naturaleza verdadera no fuera entendida;
los chinos pensaron que tales huesos eran de dragones, mientras
los europeos creyeron que eran los restos de gigantes y otras
criaturas muertas durante el Diluvio Universal.

La primera especie de dinosaurio identificada y nombrada
fue el Iguanodon, descubierto en 1822 por el geólogo
inglés
Gideon Mantell, quien reconoció semejanzas entre sus
fósiles y los huesos de las actuales iguanas. Dos
años más tarde, el Reverendo William Buckland, un
profesor de
geología
de la Universidad de
Oxford, desenterró los huesos fosilizados de Megalosaurus
bucklandii en una cantera de Stonesfield, al norte de Oxford.
Buckland fue la primera persona en
describir su hallazgo en un diario científico.

El estudio de estos "grandes lagartos fósiles"
pasó a ser un sumo interés para científicos
europeos y americanos: en 1842 el paleontólogo
inglés Richard Owen creó el término
"dinosaurio". Reconoció que los restos que habían
sido encontrados hasta ese momento, Iguanodon, Megalosaurus e
Hylaeosaurus, compartían un número de rasgos
distintivos, y decidió presentarlos como un grupo
taxonómico distinto. Con el apoyo del príncipe
Albert de Saxe-Coburg-Gotha, marido de la Reina Victoria, Owen
estableció el Museo de Historia Natural en Kensington Sur,
Londres, para mostrar la colección nacional de
fósiles de dinosaurios y otros objetos de interés
biológico y geológico.

Othniel Charles Marsh (fotografía
del siglo XIX).

Edward Drinker Cope (fotografía
del siglo XIX).

En 1858 se descubrió el primer dinosaurio en
territorio estadounidense en unos pozos de marga en el
pequeño pueblo de Haddonfield, Nueva Jersey (aunque los
fósiles hubieran sido hallados antes, su naturaleza no
había sido correctamente establecida). La criatura fue
llamada Hadrosaurus foulkii, por el autor del hallazgo, William
Parker Foulke. Fue un descubrimiento sumamente importante: el
primer esqueleto de dinosaurio encontrado casi completo, en el
cual se evidenciaba una postura claramente
bípeda.

Se trataba de una revelación revolucionaria, ya
que hasta aquel momento la mayor parte de los científicos
creía que los dinosaurios caminaban en cuatro patas como
los lagartos de hoy en día. Los descubrimientos de Foulke
provocaron una verdadera "manía de dinosaurios" en los
Estados Unidos.

Esta "manía de dinosaurios" fue ejemplificada por
la rivalidad feroz entre Edward Drinker Cope y Othniel Charles
Marsh. Ambos entablaron una salvaje competencia para
ver quién descubría más dinosaurios,
enfrentamiento que posteriormente fue conocido como la Guerra de
los Huesos. La contienda probablemente se originó cuando
Marsh públicamente indicó que la
reconstrucción de Cope del esqueleto del Elasmosaurus era
errónea: Cope sin querer había colocado la cabeza
de un plesiosaurio en donde debieron haber ido las
vértebras finales de la cola.

La lucha entre los dos científicos cavadores
duró más de 30 años, finalizando en 1897
cuando Cope murió tras haber gastado toda su fortuna en la
búsqueda. Marsh ganó la competición
principalmente porque estaba mejor financiado debido a su
relación con la United States Geological Survey.
Lamentablemente, muchos espécimenes valiosos fueron
destruidos debido a los toscos métodos
del dúo; por ejemplo, sus excavadores a menudo usaban
dinamita para desenterrar huesos (un método que
horrorizaría a los paleontólogos modernos). A pesar
de este bárbaro modus operandi, las contribuciones de
ambos a la paleontología fueron notables; Marsh
desenterró 86 nuevas especies de dinosaurios y Cope
descubrió 56, un total de 142. La colección de Cope
puede contemplarse hoy en día en el Museo Americano de
Historia Natural en Nueva York, mientras que la de Marsh fue
expuesta en el Museo Peabody de Historia Natural, en la
Universidad de Yale.[33]

En 1897, la búsqueda de fósiles de
dinosaurios se había extendido a todos los continentes,
incluyendo la Antártida. El primer dinosaurio hallado en
el continente helado fue el Antarctopelta, encontrado en la Isla
de Ross en 1986. Unos años después, en 1994, fue
descubierta otra especie antártica, el Cryolophosaurus ellioti,
formalmente llamado y descrito en un diario
científico.

Se han hallado restos de dinosaurios en los cinco
continentes. La ubicación transoceánica de varias
especies idénticas corrobora la teoría
generalmente aceptada de que todas las masas terrestres
estuvieron unidas en un único supercontinente llamado
Pangea, que comenzó a desintegrarse en el Triásico,
hace unos 230 millones de años, en el mismo momento de la
aparición de los primeros dinosaurios.[34]

Los más productivos puntos de hallazgo de
dinosaurios actualmente incluyen el sur de Sudamérica
(especialmente la Argentina) y China. Este
último país en particular ha producido muchos
excepcionales especímenes de dinosaurios emplumados debido
a la geología única de sus yacimientos, así
como un clima
árido que favorece la fosilización.

Dinosaurios
emplumados y la conexión con las aves

Artículo principal: Dinosaurios
emplumados

Modelo del Archaeopteryx lithographica
basado en evidencia fósil, en exhibición en el
Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.

Se ha probado sólidamente que existió una
transición evolutiva desde ciertos dinosaurios hacia las
aves. Las aves son claramente monofiléticas y sus primeros
representantes se encuentran en el Jurásico (Protoavis,
del Triásico, fue propuesto como ave pero se trata de un
fósil de interpretación muy dudosa).

  • Plumas

Archaeopteryx, la primera ave, fue descubierta en 1861.
El espécimen original fue encontrado en las areniscas de
Solnhofen en Alemania
meridional, una destacable y poco común formación
geológica conocida por sus extraordinariamente bien
conservados fósiles. Archaeopteryx es un fósil
transicional con características claramente atribuibles a
modernos reptiles y a aves por igual. Hallado dos años
después de la publicación de El origen de las
especies de Charles Darwin, su
descubrimiento y probable rol de "eslabón perdido"
catapultó el debate entre
evolucionistas y creacionistas. Esta ave primitiva es tan similar
a un dinosaurio que, cuando las plumas no estaban preservadas en
improntas fósiles, sus ejemplares fueron confundidos con
individuos del género
Compsognathus.

Desde los años 1990 se ha encontrado un
número creciente de dinosaurios no avianos con plumas, lo
cual proveyó evidencia adicional de la relación
directa entre dinosaurios y pájaros. Los fósiles
involucrados presentan rasgos de aves, incluyendo plumas que no
son exactamente como las de las aves actuales, sino que
reúnen algunas características intermedias entre el
pelo y el plumón, útiles para cubrirse del
frío. Este tipo de pluma, más conocida como
"protopluma", es aparentemente la precursora del tipo que las
aves modernas poseen. Entre los dinosaurios emplumados
descubiertos hasta ahora están Beipiaosaurus, Caudipteryx,
Dilong, Microraptor, Protarchaeopteryx, Shuvuuia,
Sinornithosaurus, Sinosauropteryx y Jinfengopteryx.
También se han encontrado huellas de dinosaurios
terópodos, las cuales se asemejan llamativamente a
improntas de aves. Entre los dromeosáuridos, los
dinosaurios más próximos a las aves, se encuentra
al menos un género alado y dotado de plumas
asimétricas (aerodinámicas): el Microraptor. Otros
dromeosáuridos posteriores, como el Velociraptor,
podrían haber evolucionado a partir de formas con
alas.

La mayoría de estos especímenes han sido
exhumados en la provincia de Liaoning en el noreste de China, que
fue parte de un continente aislado durante el Cretáceo. A
pesar de que rastros de plumas han sido encontrados sólo
en la formación Yixian y otros pocos sitios, es probable
que dinosaurios similares en otras partes del mundo
también hayan estado cubiertos por plumas. La falta de
restos fósiles de plumaje a escala planetaria
puede deberse al hecho de que las estructuras
delicadas como piel, pelo y
plumas no son preservadas por las usuales condiciones de
fosilización, lo que dificulta su presencia en el registro
fósil.

  • Esqueleto

Esqueleto del Tyrannosaurus rex en el
Naturmuseum Senckenberg de Fráncfort.

Los dinosaurios y las aves comparten muchas
características: se han identificado más de cien
rasgos anatómicos aviares —especialmente
esqueléticos— en común con los
terópodos maniraptores, aceptados generalmente como sus
parientes más cercanos. Algunos de estos rasgos en
común se presentan en el cuello, pubis, muñeca,
extremidades superiores, clavícula, omóplato, cerco
y huesos pectorales. [17] Todo esto afirma la idea de que ciertos
dinosaurios fueron efectivamente los antepasados de las aves, a
cuya forma convergieron en un largo proceso de
adaptaciones anatómicas y fisiológicas.

  • Similitudes reproductivas

Cráneo del Tyrannosaurus rex en el
Museo de Historia Natural de Carnegie.

Un reciente descubrimiento efectuado en un esqueleto de
Tyrannosaurus rex suministró pruebas
adicionales del origen dinosauriano de las aves y, por primera
vez, permitió a los paleontólogos establecer el
sexo de un
dinosaurio. Cuando depositan sus huevos, las aves hembras
desarrollan un tipo especial de tejido óseo en sus
extremidades, llamado hueso medular, rico en calcio, que forma
una capa dentro del hueso duro exterior, y que sirve para formar
la cáscara del huevo. La presencia de esta clase de tejido
óseo en el tuétano de porciones de los restos de
las patas traseras del Tyrannosaurus sugiere que este animal
usó estrategias reproductivas similares.

  • Pulmones

Los grandes dinosaurios carnívoros tuvieron un
sistema de sacos
de aire similar
al que se encuentra en las aves modernas, de acuerdo a una
investigación dirigida por Patrick O'Connor, de la
Universidad de Ohio. Los pulmones de los terópodos
probablemente empujaban aire hacia sacos vacíos en sus
esqueletos, como en el caso de las aves. "Lo que una vez fue
formalmente considerado exclusivo de las aves estuvo presente de
alguna forma en sus ancestros", declaró O'Connor. El
estudio fue parcialmente financiado por la Fundación
Nacional para la Ciencia
estadounidense[18] .

  • El corazón
    y la postura durante el sueño

Análisis de cavidades pectorales de
dinosaurios hechas con tomografía computarizada en 2000
revelaron aparentes remanentes de complejos corazones de cuatro
cavidades, parecidos a los que hoy tienen los mamíferos y
las aves. Un fósil de Troodon recientemente descubierto
demuestra que estos dinosaurios durmieron como ciertas aves
actuales, con sus cabezas escondidas bajo los brazos, postura que
ayuda a conservar el calor
craneal.[19] Este comportamiento pudo haber ayudado a mantener la
cabeza caliente.

  • Gastrolitos

Otra prueba de que los dinosaurios y las aves
están estrechamente relacionados es la ingestión de
piedras con fines digestivos, las que son tragadas por estos
animales y ayudan a triturar las fibras resistentes de la comida
cuando entran al estómago. Encontradas en
asociación con fósiles, estas rocas son
denominadas gastrolitos. Debido a que piedras identificables como
pertenecientes a cierta formación geológica pueden
haber sido engullidas en un lugar y trasladadas dentro del animal
en sus desplazamientos, los paleontólogos a veces las usan
para establecer posibles rutas de migración.

Tejido blando en
fósiles de dinosaurios

Uno de los mejores ejemplos de impresiones
fósiles de tejido blando de dinosaurio se descubrió
en Petraroia, Italia. El
hallazgo fue informado en 1998, y la huella se describió
como "dejada por un espécimen pequeño", un muy
joven coelurosáurido, Scipionyx samniticus. El
fósil incluye porciones de intestinos, colon,
hígado, músculos y tráquea de este
dinosaurio inmaduro.[20]

En el número de marzo de 2005 de la revista
Science, la Dra. Mary Higby Schweitzer y su equipo anunciaron el
descubrimiento de una materia
flexible que parece ser tejido suave de la pierna de un
Tyrannosaurus rex de 68 millones de años de
antigüedad en la formación del Riachuelo del
Infierno, en Montana, Estados Unidos. Después de la
recuperación, el tejido fue rehidratado por el equipo
científico.

Cuando el hueso fosilizado fue tratado durante varias
semanas para separar el contenido mineral de la cavidad del
tuétano (un proceso llamado desmineralización),
Schweitzer encontró pruebas de estructuras intactas como
vasos sanguíneos, matriz
ósea y tejido conectivo (fibras óseas). Analizado
bajo el microscopio, el
tejido reveló contener microestructuras intactas incluso
hasta el nivel celular. La naturaleza y composición
exactas del material no están todavía claras,
aunque muchas notas de prensa
exageradamente relacionaron el hallazgo con el tema de la novela Parque
Jurásico. La interpretación del descubrimiento,
así como su importancia relativa, todavía
están siendo discutidas.[21]

Origen y
evolución

Los dinosaurios surgieron hace aproximadamente 230
millones de años, en el período Triásico,
unos 20 millones después de que la extinción masiva
del Pérmico-Triásico hiciera desaparecer un 95 por
ciento de toda la vida en la Tierra.[22]
[23] Dataciones radiométricas de fósiles de la
especie temprana de dinosaurio Eoraptor revelan su existencia en
este momento. La mayoría de los paleontólogos cree
que el Eoraptor se parece al ancestro común de todos los
dinosaurios.[24] De ser esto cierto, los primeros de estos
animales habrían sido pequeños predadores
bípedos.[25]

Aún así, el Herrerasaurus fue sin dudas un
dinosaurio más antiguo y muestra rasgos
similares con el Saltoposuchus y otros de su grupo de
tecodontos.

Las primeras pocas líneas de dinosaurios
primitivos se diversificaron rápidamente durante el resto
del Triásico, y estos seres desarrollaron prestamente
características y variedad de tamaños adaptados a
la vida en casi todos los nichos ecológicos terrestres. Se
debió a la gran adaptabilidad que poseían para su
dieta, agilidad e inteligencia de algunos seres como el
Coelophisis al compararse con otros tipos de reptiles.

Durante la era de su predominancia, la Mesozoica, casi
todos los animales terrestres de más de un metro de largo
eran dinosaurios. Con la nueva reforestación durante el
jurásico y el predominio de las grandes coníferas y
praderas de pteridófitos muchos grupos (y se
establecían los dos órdenes y sus respectivos y
principales subórdenes). Tanto herbívoro como
carnívoros crecieron a un gran ritmo adaptándose al
follage. Los más conocidos son los saurópodos que
habitaron todo el mundo. Poseían dientes estrechos y
largos para masticar estas plantas e incluso
tragaban rocas para su digestión, llamados gastrolitos.
Los demás consumían un follage más bajo como
el Stegosaurus y el Camptosaurus . Los carnívoros
desarrollados en este orden fueron los carnosaurios, mientras los
celurosaurios preferían carroña, huevos o
insectos.

Durante el cretácico los dinosaurios invadieron
todo el planeta, desde el Sahara por el Ouranosaurus hasta la
Antártida por el Cryolophosaurus. Con la
diversificación de las angiospermas aparecieron nuevos
herbívoros como el Saurolophus. Respecto a éstos, a
diferencia de la primera teoría, se sabe que no
desterraron del todo al ecosistema
jurásico. Es demostrado en Sudamérica y
África cuando los saurópodos como el
Argentinosaurus alcanzaron sus tamaños límites al
igual que los carnívoros como el
Giganotosaurus.

También se desarrolló el tipo de
adaptación defensiva presente en tireóforos y
marginocéfalos.

La gran extinción del Cretáceo
acabó con todos los dinosaurios no avianos (o
quizás casi todos, véase sobre esto más
abajo).

Clasificación

Artículo principal: Clasificación de los
dinosaurios

Los dinosaurios (incluyendo las aves) son arcosaurios,
como los modernos cocodrilos. Los cráneos diápsidos
de los arcosaurios tienen dos agujeros localizados donde los
músculos de mandíbula atan, llamado fenestra
temporal. La mayor parte de reptiles (incluyendo a las aves) son
diápsidos; mamíferos, con sólo una fenestra
temporal, son llamados sinápsidos; y las tortugas, sin
fenestra temporal, son anápsidos. Anatómicamente,
los dinosaurios comparten muchas otras características de
arcosaurio, incluyendo los dientes que nacen de alveolos
más bien que como las extensiones directas de las
mandíbulas. Dentro del grupo Archosauria, los dinosaurios
son diferenciados el más perceptiblemente por su paso. Las
piernas de dinosaurio se extienden directamente bajo el cuerpo y
son rectas, mientras que las piernas de lagartos y cocodrilos se
extienden hacia fuera, sobresaliendo. Todos los dinosaurios eran
animales terrestres.

Muchas otras clases de reptiles vivieron en la era
Mesozoica, con los dinosaurios. Algunos de éstos son
comúnmente, pero incorrectamente, considerados como
dinosaurios, incluyendo a los plesiosaurios (que no están
relacionados estrechamente con los dinosaurios) y los
pterosaurios, que se desarrollaron separadamente de antepasados
reptiles de finales del Triásico.

Los dinosaurios están divididos en dos
órdenes, Saurischia y Ornithischia, los cuales se basan en
la estructura de
la cadera. Los saurisquios (del griego para Pelvis de lagarto)
son dinosaurios que al principio conservaron la estructura de la
cadera de sus antepasados. Ellos incluyen todo los
terópodos (carnívoros bípedos) y
saurópodos (herbívoros de cuello largo). Los
ornitisquios (del griego para Pelvis de ave) son el otro orden de
dinosaurios, la mayoría de éstos eran
cuadrúpedos herbívoros.

Estructura pélvica en
Saurischia.

Estructura pélvica en
Ornithischia.

  • Árbol filogenético

  • Clasificación de las aves

Existe consenso casi universal entre los
paleontólogos de que las aves descienden de alguna
línea del grupo de los terópodos.[17] En efecto,
ambos taxones comparten una serie de características muy
afines, entre las que destacan como especificaciones
clasificatorias:

  • Único cóndilo occipital
    (articulación del cráneo con la primera
    vértebra).
  • Única apófisis uncinada en las
    costillas.
  • Presencia de cuatro dedos en los miembros
    posteriores.

Es entonces posible aplicar la definición
cladística estricta que sostiene que todos los
descendientes de un único ancestro común forman un
clado, con lo que las aves actuales resultan ser dinosaurios, de
lo que se deduce que éstos no están
extintos.

Hay también consenso en que las aves se
clasifican como pertenecientes al subgrupo Maniraptora, incluido
en los celurosaurios, que son a su vez terópodos,
saurisquios y dinosaurios.

Los paleontólogos de vertebrados usan
frecuentemente la nomenclatura
filogenética, que clasifica a las aves como dinosaurios.
Por motivos prácticos, en la literatura científica
actual sobre dinosaurios suele denominarse "dinosaurios no
avianos" a todos los miembros de Dinosauria excepto las
aves.

La vida de los
dinosaurios

Los dinosaurios proliferaron desde mediados del
período Triásico hasta el final del Cretáceo
(210-225 a 65 millones de años atrás), momento en
que la mayoría de ellos, con excepción de las aves,
se extinguieron repentinamente.

Estos grandes reptiles dominaron la Tierra durante
la era Mesozoica (o Secundaria). Los herrerasaurios y los
prosaurópodos fueron unos de los primeros grupos de
dinosaurios en dar lugar a formas más evolucionadas. Los
saurópodos y terópodos crecieron en tamaño y
se dispersaron por todos los actuales continentes. En este
período también aparecieron los primeros
ornitisquios como el Stegosaurus. Ya en el Cretácico la
variedad anatómica y la distribución
geográfica del grupo alcanzaron su apogeo. Pero finalmente
colapsaron ante un fenómeno de proporciones globales
aún no enteramente explicado en lo que fue la
última extinción masiva a escala planetaria hasta
nuestros días.

A pesar de su desaparición, los dinosaurios han
cautivado la imaginación humana desde que se empezaron a
hallar sus restos a comienzos del siglo XIX. Suelen ser
protagonistas centrales en variados elementos de la cultura
popular reciente: novelas,
películas cinematográficas, historietas y videojuegos.

  • La vida antes de los dinosaurios

Pintura representando al ambiente del
Devónico.

Hace 3.000 millones de años la vida animal estaba
circunscrita al agua. Los
primeros seres vivos de la Tierra fueron organismos unicelulares
muy simples. Había bacterias,
protozoos,
esporozoos, algas cianofíceas, etc. Luego aparecieron
animales pluricelulares simples a los cuales se llama vendozoos;
estos seres ediacáricos evolucionaron a las raras formas
de vida del período Cámbrico, ya completamente
pluricelulares. Millones de años después el
oxígeno
disuelto en el agua
alcanzó una concentración suficiente como para que
formas más avanzadas como trilobites, ammonites, peces y
euriptéridos se hicieran muy abundantes. A mediados del
Silúrico ya había plantas vasculares pero sin hojas
ni flores como la Cooksonia. También hubo insectos y
miriápodos, los cuales fueron los primeros animales en
adaptarse a la tierra. Ya en el Devónico, se
diversificaron los peces placodermos, y otros como el
Eusthenopteron evolucionaron a los primeros anfibios. Unos
millones de años después de la extinción del
Devónico ya existían bosques espesos en los que
habitaban arañas y libélulas gigantes; fue en este
escenario donde los primeros reptiles hicieron su
aparición. Después del período
Carbonífero éstos se expandieron ampliamente y
evolucionaron muchos nuevos grupos, entre los que estaban los
ornitodiros y los anteriormente llamados tecodontos, que
después de la gran extinción del Pérmico
dieron origen a los dinosaurios.

  • La vida después de los
    dinosaurios

Cuando los dinosaurios se extinguieron, los
mamíferos se hicieron con sus nichos ecológicos y
conquistaron rápidamente todos los continentes. Entre los
más notables estaban los marsupiales, creodontos,
roedores, cetáceos, proboscídeos,
artiodáctilos y perisodáctilos. En el Terciario
vivieron los ancestros de muchos mamíferos actuales.
Evolucionaron también aves cazadoras gigantes como el
Diatryma, y los continentes fueron tomando la forma actual. A
finales del Terciario aparecieron los primeros homínidos.
Ya en el Cuaternario se produjo la última de las
glaciaciones ("eras del hielo"), en la que los mamíferos
gigantes como el mamut, el rinoceronte lanudo y el megaloceros
proliferaron. Estas grandes bestias eran cazadas por el Homo
erectus y H. neanderthalensis, los cuales fueron reemplazados en
el Holoceno por el actual H. sapiens.

Extinción

Artículo principal: Extinción de los
dinosaurios

Esta extinción fue la causante de la
desaparición definitiva de los dinosaurios, los ammonites,
y algunas aves y mamíferos primitivos. Existen multitud de
hipótesis para explicar este singular
fenómeno:

  • Colisión de un asteroide

El cráter de Chicxulub en la
península de Yucatán, lugar de impacto del
meteorito que habría causado la extinción de los
dinosaurios.

La teoría de la colisión de un asteroide
con la Tierra, la más ampliamente aceptada actualmente,
fue propuesta por el físico estadounidense Luis Walter
Álvarez y su hijo, el geólogo Walter Álvarez
a finales de los años 1970. Explica que la gran
extinción de finales del período Cretácico
comenzó con la caída de un bólido a la
Tierra. Esta clase de meteorito habría hecho impacto en la
península de Yucatán, México
hace aproximadamente 65,5 millones de años. Álvarez
notó un aumento repentino de los niveles registrados de
iridio (elemento abundante en cierta clase de meteoroides), a
escala global en el estrato de rocas correspondientes al
período Cretácico, sugiriendo la existencia de una
catástrofe de proporciones mundiales. La mayor parte de
las pruebas actuales parece confirmar en efecto que un
planetesimal de 10 kilómetros de diámetro
impactó en los alrededores de la península de
Yucatán, creando el cráter de Chicxulub de 170
kilómetros de diámetro y provocando una cadena de
extinciones en masa. Los científicos no están
todavía seguros de si las
poblaciones de dinosaurios prosperaban o disminuían
inmediatamente antes del acontecimiento del cataclismo, aunque
algunos grupos consideran que podrían haber existido
dinosaurios aún a principios del
Cenozoico.

Aunque la velocidad de la extinción no pueda ser
deducida del registro fósil, varios sugieren que el
proceso fue sumamente rápido. El acuerdo general entre los
científicos que apoyan esta teoría consiste en que
el impacto causó una debacle que se desarrolló de
dos formas: directamente (por la energía disipada durante
el impacto de meteorito) y también indirectamente (a
través de un enfriamiento mundial de la temperatura
ambiente, causada por la materia expulsada del cráter de
impacto, que reflejó la radiación
termal del Sol hacia el espacio exterior).

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  • Sanz, J.L., Buscalioni, A.D., Moratalla, J.J.,
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    Ciencias
    Naturales. Monografías, 2. 79 págs. ISBN
    84-00-07036-4 [en los ejemplares figura el ISBN
    84-7476-133-6]

 

 

 

Autor:

Oscar Farías

Partes: 1, 2
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