- ¿Diálogo –
intercultural? - Ética
fundamentada en el querer - Consecuencias de
este planteamiento - Bibliografía
"La interculturalidad es el imperativo
filosófico de nuestro tiempo" Raimon
Panikkar
INTRODUCCIÓN
El punto de partida de esta reflexión gira sobre
una pregunta ¿Es posible la convivencia, diálogo,
intercultural sin supuestos comunes o bases comunes? De esta
pregunta se desprenden otras como: ¿Qué es la
cultura?
¿Qué es interculturalidad? ¿Los supuestos se
refieren a los códigos, normas, sistema moral, que
determinan una forma de vivir? Y en concreto:
sería posible plantear una ética
intercultural, dónde se fundamentaría, si parto del
supuesto de que toda cultura posee un sistema moral, qué
sería lo común que pueda superar los limites de
cada cultura, de sus cosmovisiones, de la idea de hombre, de su
organización, de sus diferencias, identidad.
Teniendo como marco la diversidad cultural
latinoamericana, que puede ser expresada en cultura occidental,
indoaméricana y afroaméricana, ¿Cómo
entender el diálogo intercultural? Sería como
imposición de una determinada forma de pensar sobre otra
(solo el pensamiento
occidental es valido, los demás no tienen nada que decir),
o que cada cultura extienda un puente hacia la otra donde el
encuentro fuera a la mitad del puente y la interpelación
de lo diferente a mí, fuera el objeto del diálogo.
Y reconocer que el otro (entendido como una cultura) no es solo
objeto de conocimiento,
de estudio, sino de posibilidad de construcción desde la alteridad.Parto de la
necesidad expresada en autores como Fornat Betancourt, Jordi
Corominas, Serrano Caldera, de una nueva filosofía desde
la interculturalidad. Y en este caso, para objeto de este
ensayo, de una
"nueva ética intercultural"; creo que el camino es ver a
la ética en razón intercultural, para de
aquí partir en ¿Cómo seria una ética
que en el proceso de
diálogo intercultural sea común, que sea
inculturada e intercultural?
Esto me lleva a pensar en cómo reformular una
ética donde se ve la realización del hombre solo
respecto al grupo y no de
manera individual, donde la construcción y vivencia de
proyectos mas
humanizados sea objeto de la justicia,
donde el fundamento de esta ética es el querer, y en el
fondo un querer –nos como humanos, donde lo decisivo no es
el progreso, el desarrollo, el
confort, sino el bien – estar de los grupos humanos,
con la directriz de que el proyecto sea
adecuado a mi y yo a él. Entonces el primer aspecto a
tratar es analizar el dinamismo intercultural, para ver desde
donde dialogar, convivir, y de aquí el cómo
incultural la ética, ¿Qué sería esta
inculturación? Y por último que forma de
ética y su fundamento y las posibles consecuencias de este
planteamiento.
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¿Diálogo –
intercultural?
Con esto rescato el libro de
Raúl Fornet Betancourt "Hacia una filosofía
intercultural latinoamericana", sobre todo el capitulo I, que
aborda los problemas del
dialogo
intercultural en filosofía; Ya que es la parte
analítica y donde hace una exhaustivo planteamiento de la
situación general de la interculturalidad, vista como
polifonía cultural. Además tomo un articulo de
Jordi Corominas titulado "Diversidad de culturas"; y a Alejandro
Serrano, en una conferencia sobre
"La ética: entre la mundialización y la identidad".
Y también tengo presente el libro "Para una
filosofía desde América
Latina" de los compiladores
Ignacio Ellacuria y Juan Carlos Scannone.
Parto de los supuestos de un dinamismo de encuentro y
dialogo entre las culturas, de que la
globalización y la mundialización, ha llevado a
un ¿acercamiento –alejamiento? entre culturas y que
por esto sea necesario plantear bases comunes de
construcción de una sociedad que
tiene que habérselas, ahora mas que nunca, con los
recursos
ecológicos y que son tan prioritarios para el bien –
estar humano y esto nos acerca a problemáticas comunes
aunque físicamente se este en polos opuestos.La necesidad
de un planteamiento "nuevo" que re-formule la manera de hacer
filosofía y en este caso una re-formulación de la
ética, donde se cuestione, reflexiones, desde la realidad
latinoamericana y no desde una visión impuesta por una
cultura dominante.
Al mismo tiempo el reto de explicar la diversidad de
culturas y hacer un planteamiento ético que incluya lo
particular de las culturas y que sea base para construir una
ética como proyecto universalizable; dicho en otras
palabras, como una manera de poner en diálogo la identidad
y diferencia de las culturas.Con esto me dispongo a plantear los
problemas del dialogo intercultural en filosofía; teniendo
como base el contexto latinoamericano donde se puede identificar
tres figuras principales de cultura: indoamericana, afroamericana
y occidental. Pues bien, inicio este acercamiento desde el
análisis de Fornet Betancourt:
Betancourt plantea como prioridad histórica la
filosofía intercultural, puesto que hay una creciente
autoconciencia y autovaloración de voces hasta ahora
excluidas del proceso histórico, así como los
desafíos históricos que nos agobian a nivel
planetario, desde el hacer justicia a los empobrecidos, hasta
asumir la ecología como nuevo
paradigma de
la vida y de la acción,
ante esto es necesario una trans- formación de la
filosofía… más radical que la propuesta marxista,
la de la acción comunicativa e incluso de la
liberación latinoamericana. Porque estas tienen una
limitante común: que son transformaciones de la
filosofía que no superan el horizonte de su
cultura.
Superar el horizonte de la cultura supone una pregunta
¿cuál sería la base del diálogo,
alguna cultura tendría que iniciar este dinamismo, si se
plantea la ecología como paradigma de la vida y de la
acción, lo que acercaría a las culturas
sería el sentirse afectados en su existencia o en asuntos
de crecimiento, desarrollo, tecnología?Esa
propuesta más radical podría sustentarse desde una
antropología como la de Zubiri, en
especifico sobre la respectividad que permite comprendernos como
humanos en un aspecto radical, como vertidos al otro, superando
las diferencias culturales. Y sentando las bases del dialogo en
considerar al otro como determinante en mi
realización.Esta transformación más radical
implicaría una nueva figura de la filosofía, como
una propuesta donde el punto de convergencia común es el
proyecto que nos lleva a una realización intercultural, no
dominado por cultura alguna porque para saber lo que quiero, es
necesario incluir el querer de los demás, ligados a un
tiempo y espacio. Que implique, por lo mismo, solidaridad que
deriva de la acción y de la experiencia humanas, respeto a la
diferencia, pluralidad y diálogo de las culturas,
reconocimiento del otro.Es nueva porque apunta a la
realización de la filosofía como proceso abierto,
donde se van dando cita, se van con – vocando, con –
viviendo las experiencias filosóficas de la
humanidad.
Es un proceso polifónico."Se trata de
reivindicar el derecho a la identidad y a la diferencia; y la
acción legítima de negar como válido un
concepto de
universalidad que se funda en la homogeneidad y en la
estandarización, reivindicando, en cambio, un
concepto de universalidad enriquecido por la pluralidad de
expresiones culturales que se han forjado a lo largo del tiempo a
partir de su propia ética y de su propia praxis.
Sólo así será posible dignificar la
presencia del hombre en la historia y de prolongar su
fecunda labor creativa". Al hablar del proceso
polifónico se entiende el dejar que las culturas hablen
desde ellas mismas, de sus visiones del mundo, de sus exigencias,
prioridades… profundizar en la cultura propia, para asumirla y
posteriormente ponerla en diálogo con otras formas
culturales. Este proceso polifónico es precisamente la
inculturación, que adquiere una revaloración vista
desde las culturas mismas y no como imponer algo que sea
necesario a cada cultura.La ética vendría a ser la
reflexión sobre convivencia- dialogo intercultural, y de
la creación de formas humanas que posibiliten la vida de
las culturas, en el fondo del respeto, la dignidad, la
solidaridad, el reconocimiento del otro que me es diferente; es
decir, llegar a plantear una ética de la unidad en la
diversidad. Donde lo diverso sea la posibilidad de
diálogo, una ética que sea liberadora, y supere el
mecanismo de la imposición.
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