- Noción de
Ética - Necesidad de la conducta
ética y la vida virtuosa - Valores
éticos asociados a la sexualidad - Amor y sexo.
El proyecto personal. Maternidad
adolescente - La influencia
social. Lo normal y lo moral. Ética y
moralismo - La
responsabilidad de los educadores
1. Noción de
Ética
La Ética es una disciplina que forma parte de la
Filosofía. Por ello, no debe incluírsela dentro de
la doctrina religiosa -la cual, simplemente "utiliza" los
principios éticos-, con la que frecuentemente se la
relaciona. En otras palabras, las religiones se rigen por normas
éticas que indican cómo debe ser la conducta del
ser humano para alcanzar la vida eterna; pero para ello se basan
en creencias o dogmas que se aceptan como verdaderos por un
sentimiento de fe. La Filosofía, en cambio, y la
Ética como disciplina filosófica, sólo
utilizan el pensamiento o la razón para descubrir tales
normas.
El objeto de la Ética, también llamada
Moral, es determinar cuál debe ser la conducta que debe
seguir el ser humano para "realizarse" o alcanzar su Fin
último, su propio Bien. Por esto, la Ética depende
de la Antropología Filosófica, disciplina a la cual
le compete determinar cuál es este Fin último de su
naturaleza, y al cual el ser humano debe aspirar. Para algunos
filósofos es la Felicidad, para otros es el Bien honesto,
o la contemplación espiritual del Sumo Bien.
Este Bien para el cual el ser humano existe, que ha de
estar implícito en su propia naturaleza, sirve
también para iluminar el camino por donde debe transitar.
Este camino o medio para llegar al Fin=Bien es el que debe
descubrir la Ética.
2. Necesidad de la conducta
ética y la vida virtuosa
Así, la conducta que nos sugiere la Ética
es imprescindible para todo ser humano que busque alcanzar el
sentido de su vida. Toda actividad humana, en cuanto voluntaria o
libre, debe conformarse a los principios o valores morales, para
que sea propiamente humana, para que no eluda o deje de lado su
naturaleza.
Estos principios o valores se nos presentan en la
llamada "conciencia moral" o aptitud para comprender y distinguir
lo que es bueno o malo. Esta conciencia, como toda aptitud
humana, debe actualizarse o incentivarse en la relación
social. Por esto son tan importantes las enseñanzas que
obtenemos del medio social en que vivimos. Si no se activa y
conforma con las enseñanzas familiares y/o sociales, esta
conciencia se atrofia, así como ocurre con la inteligencia
en un niño que carece de contacto social (como en los
casos de los "niños lobo")
Esto no significa que los valores morales dependan de
cada grupo social humano, o que lo bueno y lo malo sean relativos
a una época o a un espacio social. Sostener el relativismo
moral, o que lo bueno o malo en una época o lugar puede no
serlo en otra u otro, implica afirmar que la Ética no
existe, como no existiría la Matemática si el
resultado de 2 + 2 dependiera de quien realiza los
cálculos. La Ética es universal o no
existe.
Lo que puede variar son las valoraciones, no los
valores. El valor de la lealtad, por ejemplo, puede ser
interpretado de diversas maneras según los grupos sociales
o las personas; alguna de esas interpretaciones será la
verdadera o estará más cercana a la verdad, o se le
dará mayor o menor importancia a este valor, pero la
lealtad es valiosa universalmente.
Los valores, a su vez, tienen su jerarquía. Por
eso en algunas circunstancias es éticamente conveniente
conducirse de una manera, y quizás de manera inversa en
otras, para resguardar esta jerarquía. Por ejemplo, ante
una inminente amenaza de muerte, es éticamente
válido matar en defensa propia (el valor de la propia vida
es aquí superior al valor de la vida de otra persona).
Pero para salvar la vida de otra persona es éticamente
válido arriesgar mi propia vida (en este caso, la vida de
otra persona se considera más valiosa que la propia vida,
porque el valor espiritual del amor a los demás se ubica
por encima del valor vital de la conservación
individual).
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