- El Fútbol como
fenómeno antroposocial - Perspectiva
del juego: el fútbol como sistema - Dinámica
y contingencia: ¿por qué el caos sorprende solo a
veces? - Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
En tanto ningún analista deportivo, comentarista
de fútbol, hasta donde yo sé, ganó nunca la
lotería deportiva, surgen las siguientes y naturales
interrogantes:
¿se puede predecir un resultado deportivo?
¿más aún, tiene sentido tal
cuestionamiento?
Quizás sea el fútbol el deporte de equipo más
bello, pero más allá de eso está claro que
es el más universal, el más representativo y el
más… sufrido (mejor dicho, uruguayo). Pero trataremos de
apenas rozar los atravesamientos sociales, políticos,
económicos, psicológicos, para que después
lo significativo de la investigación pueda retornar sobre estos
aspectos, que son en última instancia lo fundamental, pero
desde fuera de la misma.
Partimos entonces de la concepción del
fútbol como sistema complejo,
aspecto apreciable a priori como constatable a lo largo del
desarrollo de
este trabajo.
Sistema particular, en donde se enfrentan y se necesitan, dos de
sus componentes y se despliegan tácticas y estrategias, como
en casi cualquier competencia.
Ahora bien, ¿en qué medida sirven estas
últimas como disciplinas que conduzcan a facilitar la
victoria o los pronósticos? ¿ Cómo
aproximarse a las lógicas, a las misteriosas
dinámicas que se despliegan en semejante combate
sublimado?
No podemos profundizar en tampoco en análisis de la táctica del
fútbol, no pretendemos entrometernos en los respetados
roles de los técnicos, analistas y hasta de algún
periodista, pero de todas maneras deambularemos en ese
antagonismo entre predictibilidad e incertidumbre.
Buscaremos esbozar algunos niveles que puedan dar
luz sobre una
comprensión compleja del fútbol, para lo cual
estableceremos dos cortes en el trabajo: en
el primero distinguiremos distintas dimensiones que
permita aproximarse a la mutideterminación que opera sobre
el fenómeno desde el punto de vista antropológico.
En segundo lugar, proponemos considerar al juego del
fútbol como un sistema complejo, que nos habilite a pensar
sobre los niveles que inciden en la instancia del
juego.
El juego del fútbol como deporte y como
instancia, a su vez, sería un sistema de sistemas.
Complejo, de dinámicas inciertas, pero de reglas
(bastante) bien definidas. Un juez que arbitra, orden sobre el
desorden sobre el orden. Caos direccionado, sesgado, aislado y
sometido para poder ser
percibido, disfrutado, explotado.
El retorno de la vieja disyuntiva pretendidamente
obsoleta: ¿orden o desorden?
– 1er corte
El Fútbol
como fenómeno antroposocial:
Si encontráramos a alguien que no conociera lo
que es el Fútbol, difícil hallazgo en estos
días, y nos preguntara qué es, no cabe duda
cuál sería la respuesta de la mayoría de
nosotros. Diríamos que es un deporte, un juego de equipos,
una competencia, hablaríamos de sus reglas. Sin embargo,
qué lejos está esto de describir la multiplicidad
de implicancias y significaciones que engloban a los hombres
relacionados con esta actividad, que desde los comienzos
trascendió las fronteras de la práctica activa,
para constituirse hoy en día en uno de los
espectáculos que más interés
despierta en todo el mundo. Por esto es que se hace bastante
difícil encontrar una definición de qué es
el fútbol; quizás porque las definiciones no se
llevan bien con las actividades humanas, que como tales adquieren
valor y
significado para quienes de alguna forma participan en
ellas.
Tanto el Arte como
la Ciencia en
tanto actividades humanas de naturaleza
compleja, escapan a estos encasillamientos, y es comprensible que
lo mismo ocurra con el Fútbol, que lejos de pertenecer a
alguna de éstas, tiene mucho de las dos.
Desde la perspectiva social, surgen diversas
interrogantes al percibir lo que es el deporte como
práctica o juego, como pasatiempo o diversión, y
saber todo lo que de éste subyace; las actitudes
violentas que puede desencadenar llegando en casos extremos a
la muerte,
así como la expectativa o la euforia que puede conducir a
la paralización de un país entero. Está
claro que aquí se ponen en juego otro tipo de necesidades
que impulsan a los sujetos a sostener y a ser sostenidos por este
fenómeno.
La intención entonces no será enfocarse
sobre a multiplicidad de significaciones sociales que sostienen
al Fútbol, cosa además imposible de abarcar. Pero
teniendo en cuenta la infinidad de líneas de fuga y
niveles de incidencia que lo atraviesan, habría que
considerar algunas dimensiones:
A. Dimensión Socio-cultural
¿El fútbol como holograma
social?
La heterogeneidad de lo que se pueda extraer en este
registro hace
de por sí reduccionista toda tentativa de caracterizarlo o
clasificarlo. Sin embargo habría que destacar aunque
estratégicamente suspendiéramos este nivel del
análisis del sistema, no podemos perder de vista, no
solamente la emergencia del deporte como producto y
productor cultural, sino la incidencia que los agentes externos
producen sobre los sujetos participantes del juego. Agentes
"externos" si tomamos como unidad a la instancia de juego como
sistema, ya que desde una perspectiva más global, por esta
implicancia constitutiva, se hace difícil establecer los
límites
del mismo.
Y en cuanto las formas a través de las cuales los
actores pasivos inciden en lo que pasa dentro de los
límites del campo de juego, la parcialidad constituye un
estímulo motivacional indudable, en la interacción que establece con los jugadores
(que retomaremos en el punto siguiente).
En relación a esto, hoy en día este
aspecto se está tornando eje de una problemática
que se pone sobre el tapete ante los diversos hechos de violencia que
se vienen intensificando, tanto dentro como fuera del campo de
juego, y que plantea la disyuntiva sobre en qué dirección se trasmite esa violencia. Desde
una perspectiva sistémica, se hace comprensible que el
deporte como emergente del sistema social, refleje
características del sistema al que pertenece. Desde una
perspectiva dialógica, se vislumbra la mutua implicancia
entre los dos polos, que permitiría percibir la
bidireccionalidad, la recursividad que se juega en los
intercambios.
En tanto, el principio hologramático debe ser el
que se presta mejor para comprender como los caracteres que se
despliegan en la instancia de juego no son más que una
proyección a menor escala de lo que
sucede a nivel macro, y entender así a la parte y al todo
mutuamente implicados.
Todos estamos marcados por las vicisitudes de la
posmodernidad,
época que justifica enormes cambios en todos los planos de
lo social, la cual determina nuestras actuales crisis de
identidad.
Acerca de esto, en la medida en que estemos condicionados por
esta realidad (y lo estamos) pero no enajenados, esto se
manifiesta en todos los ámbitos de nuestra vida, incluso
en las actividades deportivas y dentro de éstas
fundamentalmente en el fútbol debido a sus
características. Esta crisis, complementada por la
económica, política y
fundamentalmente social se refleja en los comportamientos de los
aficionados al fútbol. Notamos que estos cuando concurren
a los partidos y aún en otros momentos desplazan sus
angustias, tensiones, frustraciones de diversas formas, de
ahí la violencia desmedida que ya se ha incorporado al
espectáculo.
Si nos adentráramos en esta línea de
análisis, podríamos percibir que vivimos en una
sociedad cada
vez más desintegrada en lo afectivo, donde se pierden cada
vez más las fronteras y así las identificaciones,
pero esto no se corresponde con las necesidades humanas. Los
hombres necesitamos identificarnos con algo, lo cual nos hizo ver
que actualmente estas identificaciones se desplazan con gran
fuerza, no
tanto hacia las selecciones nacionales sino hacia los cuadros de
fútbol en la interna de cada país. El fútbol
es además un agente catalizador de perturbaciones de los
miembros de la sociedad, pero como tal puede resultar riesgoso
que abarque más de lo debido.
La pregunta sería en donde se sitúa el
punto de
equilibrio entre lo que se desplaza hacia él y lo que
se mantiene en los demás aspectos de la vida social. El
lugar del mismo no puede establecerse artificialmente desde el
exterior, evidentemente que los sistemas se autorregulan y
cualquier tentativa de proponer una intervención que lo
fije puede resultar ingenua o demagógica, más
aún si lo visualizamos desde la perspectiva
hologramática.
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