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Pico Della Mirandola. Una visión para la Filosofía del Derecho



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Miras
      amplias
    3. La
      clave es el hombre
    4. El
      progreso de la libertad
    5. Pico
      hacia el futuro
    6. Lo que
      el Derecho significa
    7. La
      verdad crea hombres tolerantes
    8. Triunfos
      teóricos, fracasos prácticos

    Resumen

    Pico Della Mirandola fue un filósofo renacentista
    italiano muy famoso e influyente en su época. A caballo
    entre la sabiduría de la Edad Media y
    el resurgimiento de la filosofía antigua, Pico fue un
    hombre
    excepcional e inquisitivo. Su vida, breve e intensa,
    reflejó un ansia de saber insaciable y una fe en el ser
    humano optimista y desproporcionada. Su obra más famosa,
    "El Discurso de la
    Dignidad
    Humana", propone la figura de un ser de doble faz, divino y
    terreno, capaz de todo y llamado al todo. Ha sido leída
    durante siglos y traducida a muchos idiomas. En este
    artículo, vamos a exponer algunos aspectos de su contenido
    y de la relación de sus ideas con la filosofía
    política y
    jurídica que se hizo en su tiempo y que
    se ha hecho después.

    "Me parece que al fin he comprendido por qué
    el hombre es
    el más afortunado de los seres animados".

    Hace más de 500 años, en los comienzos de
    la modernidad, un
    joven hombre de 22 años concibió un discurso
    –destinado a alumbrar una nueva época, aunque nunca
    fue pronunciado- sobre la dignidad del hombre. Estas palabras
    pertenecen al comienzo de ese discurso. El joven se llamaba
    Giovanni Pico della Mirandola. Su discurso fue titulado tras su
    muerte
    Oratio de hominis dignitate.

    Las primeras palabras de un texto son
    siempre las más difíciles; mejor dicho, las
    más renuentes: se resisten a salir de la manos, y hasta de
    la propia cabeza, y no son infrecuentes las ocasiones en que el
    autor de un trabajo, como
    el autor de una tesis o el
    escritor de una novela, se ven
    incapaces de encontrar el inicio adecuado del camino.

    Pico della Mirandola no tuvo, sin embargo, este usual
    problema. Amén de una formación amplia y
    sólida en letras latinas y griegas, así como un
    cultivo profundo de la filosofía y la teología de
    su tiempo, atesoraba un elegante y refinado talento para la
    retórica y la literatura. Fue,
    quizá como pocos, egregia figura del renacimiento
    italiano, paladín de una época de
    recuperación de los studia humanitatis,
    representante de una ciudad y un tiempo irrepetibles, la
    Florencia del siglo XV. Nació en 1463 en el castillo de
    Mirandola, junto a Módena, y murió en 1494 en
    Florencia. Su vida fue corta, si bien ejemplarmente aprovechada,
    y no sólo para la filosofía, que fue sin duda su
    principal ocupación una vez llegó a edad de valerse
    por sí mismo, sino ante todo para la participación
    en ese movimiento
    indefinible pero característico que fue el "Humanismo
    italiano". Su nombre ha pasado a la historia al lado del apodo
    con que cariñosamente lo conocieron sus amigos:
    Princeps Concordiae, "Príncipe de concordia" o la
    "concordancia".

    Y de hecho lo fue. Como filósofo, el proyecto de su
    vida consistió en "el amor a la
    pura filosofía", como él mismo manifestó,
    que se tradujo en una búsqueda universal de la verdad y en
    un espíritu abierto a distintas influencias.
    Estudió en diferentes universidades italianas,
    bebió de fuentes
    cercanas y remotas, aprendió de maestros conocidos y
    distantes, y tuvo por principal interés y
    propósito de su quehacer intelectual lograr la unidad de
    las múltiples verdades particulares que pudiese encontrar
    en un sistema
    único y general. No fue un compilador, ni un
    sistematizador, ni tampoco un comentarista. Fue un autor
    "sincretista" y de una sed de saberes enorme.

    Miras
    amplias

    Hay algo que destaca por encima de todo lo demás
    en este hombre y pensador del Renacimiento Italiano: su
    sincretismo. Había estudiado a Platón
    y a Aristóteles, sufrió la influencia de
    Ficino y era muy versado en las fuentes antiguas del platonismo,
    a cuyas doctrinas concedía una importancia cierta, todo lo
    cual lo acercó más a la posición de Ficino
    que a la actitud media
    de los filósofos profesionales de la época.
    Sin embargo, a diferencia de éste, nunca pretendió
    revivir la filosofía platónica o darle una
    posición predominante sobre otras escuelas de
    filosofía. Ni siquiera quiso llamarse platónico, y
    su principal meta era conciliar y armonizar el platonismo y el
    aristotelismo
    entre sí y con otras varias posiciones.
    Por otra parte, a pesar de su amor por la
    cultura
    clásica, no tenía dudas de que la filosofía
    medieval contenía verdades que eran de tener muy en
    cuenta. Amaba y cultivaba las lenguas antiguas y las orientales,
    pero se atrevía a escribir también en italiano. Era
    cristiano, pero manifestaba gran interés en la
    Cábala, y a menudo también en la magia y los ritos
    paganos de la Grecia
    Antigua. Poseía conocimientos extensos de teología
    cristiana, pero puede tenérsele por augur de un
    antropocentrismo diferente.

    En todo esto, sin embargo, participa de un
    espíritu común del Humanismo italiano, aunque ya
    hemos destacado sus características propias (el
    conocimiento profundo y personal de
    Aristóteles y la valoración positiva de otras
    tradiciones religiosas). Quizá por esto, muchos
    historiadores de la filosofía han considerado a los sabios
    del Renacimiento como precursores de la filosofía de la
    Edad Moderna,
    auténticos padres de la tolerancia
    intelectual que define al pensamiento
    posterior al siglo XVI. Quizá esto no sea del todo exacto,
    pero no está en el fondo lejos de la verdad. Precisamente
    éste es uno de los objetos de este breve trabajo: la
    investigación del sentido de la
    "tolerancia" de Pico. Empero, no hay que perder de vista
    en este asunto su concepción sobre el hombre, sobre la
    libertad y
    sobre la verdad. Todas ellas conforman los aspectos que hacen de
    Giovanni Pico uno de los filósofos más apasionantes
    del Renacimiento Italiano.

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