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Las preferencias del consumidor (página 2)



Partes: 1, 2

  1. Como veremos, toda la teoría de la elección del
    consumidor puede formularse en función de preferencias que
    satisfagan los tres axiomas descritos antes, además
    de algunos supuestos más técnicos. No
    obstante, resultaría útil describirlas
    gráficamente mediante curvas de
    indiferencia.

    Consideremos la figura 3.1, cuyos dos ejes
    representan el consumo
    de los bienes 1
    y 2 por parte de un individuo. Escojamos una determinada cesta
    de consumo (x1, x2) y
    sombreemos todas las que se prefieren débilmente a
    esta. Esa área se llama conjunto preferido
    débilmente.
    Las cestas de la frontera
    de este conjunto – es decir, aquellas que el
    consumidor considera iguales que la (x1,
    x2) –constituyen la curva de
    indiferencia.

    Figura 3.1 Conjunto preferido
    débilmente.
    El área sombreada
    está

    formada por todas las que son, al menos, tan
    buenas como la (x1,
    x2).

    Podemos trazar una curva de indiferencias
    partiendo de cualquier cesta de consumo que queramos. Esta
    curva está formada por todas las cestas ante las
    cuales el consumidor se muestra
    indiferente.

    Uno de los problemas que plantea la utilización
    de las curvas de indiferencia para describir las
    preferencias estriba en que sólo nos muestran las
    cestas en que sólo el consumidor considera
    indiferentes, pero no cuáles son mejores y
    cuáles peores. Algunas veces resulta útil
    trazar pequeñas flechas en las curvas de
    indiferencia que indiquen la dirección de las cestas preferidas.
    No lo haremos en todos los casos, pero sí en algunos
    de los ejemplos que puedan suscitar confusiones.

    Si no partimos de otros supuestos sobre las
    preferencias, las curvas de indiferencia pueden adoptar
    formas realmente peculiares. Pero incluso en este nivel
    general podemos formular un importante principio sobre
    ellas: las curvas de indiferencia que presentan
    distintos niveles de preferencias
    no pueden cortarse.
    Es decir, no puede darse la situación descrita en la
    figura 3.2.

    Figura 3.2 Las curvas de indiferencia no pueden
    cortarse.
    Si se cortaran,

    X, Y y Z tendrían que ser indiferentes y,
    por lo tanto, no podrían encontrarse

    curvas de indiferencia distintas.

    Para demostrarlo, escojamos tres cestas de bienes,
    X, Y y Z, tales que la X se encuentre solamente en una
    curva de indiferencia, la Y en la otra y la Z en la
    intersección de ambas. Hemos partido del supuesto de
    que las curvas de indiferencia representan niveles de
    preferencias distintos, por lo que una de las cestas, por
    ejemplo, la X, se prefiere estrictamente a la otra, la Y.
    Según la definición de las curvas de
    indiferencia, sabemos que X ~ Z y que Z ~ Y.
    A partir del axioma de la transitividad, podemos concluir
    que X ~ Y. Pero esta conclusión contradice el
    supuesto de que X > Y, con lo que queda
    demostrado el resultado que las curvas de indiferencia que
    representan niveles de preferencia distintos no pueden
    cortarse.

  2. Las curvas de
    indiferencia

    Intentemos relacionar las preferencias con las
    curvas de indiferencia mediante algunos ejemplos.
    Describiremos algunas preferencias y veremos cómo
    son las curvas de indiferencia que las
    representan.

    Existe un procedimiento general para construir curvas
    de indiferencia dada una descripción "verbal" de las
    preferencias. Primero situamos el lápiz en una cesta
    de consumo cualquiera del gráfico, por ejemplo, la
    (x1, x2). A
    continuación imaginamos que le damos al consumidor
    un poco más del bien 1, Δx1
    desplazándolo a (x1 +
    Δx1,
    x2). Después nos preguntamos como
    tendría que variar el consumo de
    x2 para que el consumidor fuera
    indiferente al punto de consumo inicial, y llamamos a esta
    variación
    Δx2.
    A continuación nos preguntamos cómo
    tendría que variar el bien 2, dada una
    variación del 1, para que el consumidor fuera
    indiferente entre (x1 +
    Δx1,
    x2 +
    Δx2) y
    (x1, x2). Una vez
    determinado el desplazamiento correspondiente a una cesta
    de consumo ya tenemos una parte de la curva de
    indiferencia. Ahora intentamos hacer lo mismo con otra
    cesta, y así sucesivamente hasta obtener claramente
    la forma general de las curvas de indiferencia.

    Sustitutivos perfectos

    Dos bienes son sustitutivos perfectos si el
    consumo está dispuesto a sustituir uno por otro a
    una tasa constante. El caso más sencillo es
    aquel en el que el consumidor está dispuesto a
    sustituir un bien por otro a una tasa igual a 1.

    Supongamos, por ejemplo, que los dos bienes son
    lápices rojos y azules y que al consumidor le gustan
    los lápices, pero le da igual el color.
    Escoge una cesta de consumo, por ejemplo, la (10, 10). Para
    este consumidor cualquier otra cesta que contenga 20
    lápices es tan buena como la (10, 10). En
    términos matemáticos, cualquier cesta de
    consumo (x1, x2) tal
    que x1+ x2 = 20 se
    encontrará en la curva de indiferencia que pasa por
    el punto (10, 10). Por lo tanto, las curvas de indiferencia
    de este consumidor son todas rectas paralelas con una
    pendiente de -1, como muestra la figura 3.3. Las cestas que
    contienen más lápices se prefieren a las que
    contienen menos, por lo que las sucesivas curvas de
    indiferencia son paralelas en sentido ascendente y hacia la
    derecha, como indica la figura 3.3.

    ¿Cómo se aplica este razonamiento al
    procedimiento general para trazar curvas de indiferencia?
    Si nos encontramos en (10, 10) y aumentamos la cantidad del
    primer bien en una unidad, ¿cuánto tenemos
    que cambiar el segundo para volver a la curva de
    indiferencia inicial? Es evidente que tenemos que reducir
    el segundo bien en 1 unidad.

    Por lo tanto, la curva de indiferencia que pasa
    por el punto (10, 10) tiene una pendiente de -1. Este mismo
    procedimiento general puede utilizarse con cualquier cesta
    de bienes con los mismos resultados; en este caso, todas
    las curvas de indiferencia tienen una pendiente constante
    de -1.

    Figura 3.3 Los sustitutivos perfectos. Al
    consumidor sólo le interesa

    el número total de lápices y no su
    color. Por lo tanto, las curvas de

    indiferencia son líneas rectas una
    pendiente de -1.

    La característica más importante de
    los sustitutivos perfectos reside en que las curvas de
    indiferencia tienen una pendiente constante.
    Supongamos, por ejemplo, que representamos los
    lápices azules en el eje de ordenadas y los
    pares de lápices rojos en el de abscisas. Las
    pendientes de las curvas de indiferencia correspondientes a
    estos dos bienes serían iguales a -2, ya que el
    consumidor estaría dispuesto a renunciar a dos
    lápices azules para obtener un par más
    de lápices rojos.

    Complementarios perfectos

    Los complementarios perfectos son bienes
    que siempre se consumen juntos en proporciones fijas. Los
    bienes se "complementan" en cierto sentido. Un buen ejemplo
    son los zapatos del pie derecho y los del izquierdo. Al
    consumidor le gustan los zapatos, pero siempre lleva juntos
    el derecho y el izquierdo. No le sirve de nada tener uno
    solo.

    Tracemos las curvas de indiferencia de los bienes
    complementarios perfectos. Supongamos que elegimos la cesta
    de consumo (10,10). Ahora añadimos 1 zapato
    diferente entre esta nueva posición y la inicial, ya
    que el zapato adicional no le sirve para nada. Lo mismo
    ocurre si añadimos 1 zapato más del pie
    izquierdo: el consumidor también es diferente entre
    (10, 11) y (10, 10).

    Por lo tanto, como muestra la figura 3.5, las
    curvas de indiferencia tienen forma de L cuyo
    vértice se encuentra en el punto en el que el
    número de zapatos del pie izquierdo es igual al de
    zapatos del derecho.

    Figura 3.4. Los complementarios perfectos.
    El individuo siempre desea

    consumir los bienes en proporciones fijas. Por lo
    tanto, las curvas de indiferencia

    forma de L.

    El incremento simultáneo del número
    de zapatos del pie izquierdo y del derecho desplaza al
    consumidor a una posición mejor, por lo que
    también en este caso las sucesivas curvas de
    indiferencia son paralelas en sentido ascendente y hacia la
    derecha como muestra el gráfico.

    Las características más importantes
    de los complementarios perfectos radican en que el
    consumidor prefiere consumir los bienes en proporciones
    fijas y no necesariamente en que la proporción sea
    de 1 a 1. Si un consumidor siempre echa dos cucharadas de
    azúcar en el té y no utiliza
    azúcar para ninguna otra cosa, las curvas de
    indiferencia tendrán forma de L. En este caso, las
    esquinas de la L se encontrarán en (2cucharadas de
    azúcar, 1 taza de té), (4 cucharadas de
    azúcar, 2 tazas de té), etc., y no en (1
    zapato del pie derecho, 1 zapato del pie izquierdo), (2
    zapatos del pie derecho, 2 zapatos del pie izquierdo),
    etc.

    Males

    Un mal es una mercancía que no gusta
    al consumidor. Supongamos, por ejemplo, que ahora las
    mercancías que consideramos son el salchichón
    y las anchoas y que al consumidor le gusta el
    salchichón, pero no las anchoas. Pero supongamos
    también que existe una posibilidad de intercambiar
    los dos bienes. Es decir, en una pizza hay una cantidad de
    salchichón por la que al consumidor le
    compensaría tener que consumir una cantidad dada de
    anchoas. ¿Cómo podemos representar estas
    preferencias mediante curvas de indiferencia?

    Escojamos una cesta (x1,
    x2) formada por algunas rodajas de
    salchichón y algunas anchoas. Si le damos al
    consumidor más anchoas, ¿cómo
    tendremos que variar el número de rodajas de
    salchichón que le damos para que permanezca en la
    misma curva de indiferencia? Es evidente que tenemos que
    tenemos que darle algunas más para compensarle por
    tener que soportar las anchoas. Por lo tanto, este
    consumidor debe tener curvas de indiferencia de pendiente
    positiva como las que muestra la figura 3.5.

    Las sucesivas curvas de indiferencia son paralelas
    en sentido ascendente y hacia la derecha, es decir, el
    consumidor prefiere consumir menos anchoas y, más
    salchichón, como indican las flechas del
    gráfico.

    Figura 3.5. Los males Neutrales

    Para este consumidor las anchoas son un "mal" y el
    salchichón un "bien".

    Por lo tanto, sus curvas de indiferencia tienen
    pendiente positiva.

    Un bien es neutral si al consumidor le da
    igual. ¿Qué ocurre si un consumidor es
    neutral respecto a las anchoas? En este caso, sus curvas de
    indiferencia serán líneas verticales, como en
    la figura 3.6. Sólo le interesará la cantidad
    de salchichón que tenga y no le importará la
    de anchoas. Cuanto más salchichón tenga,
    mejor, pero el aumento de las anchoas no le afectará
    para nada.

    Figura 3.6. Un bien neutral. Al consumidor
    le gusta el salchichón,

    Pero es neutral ante las anchoas, por lo que sus
    curvas de indiferencia

    Son líneas verticales.

    Saciedad.

    A veces interesa considerar una situación
    de saciedad, en la que hay una cesta global mejor para el
    consumidor y cuanto "más cerca" se encuentre de esa
    cesta, mejor; mayor será su bienestar, en
    función de sus propias preferencias. Supongamos, por
    ejemplo, e que consumidor prefiere la cesta de bienes
    (x1, x2) más que
    ninguna otra y que cuanto más lejos está de
    ella, menor es su bienestar. En este caso, decimos que
    (x1, x2) es un punto de
    saciedad o un punto de máxima
    felicidad
    . Las curvas de indiferencia del consumidor
    son como las que muestra la figura 3.7. El mejor punto es
    (x1, x2) y los que se
    alejan de él se encuentran en curvas de indiferencia
    más baja".

    En este caso, las curvas de indiferencia tienen
    pendiente negativa cuando el consumidor tiene una cantidad
    "demasiada pequeña" o "demasiada grande" de ambos
    bienes, y una pendiente positiva cuando tiene "demasiado"
    de uno de ellos. Cuando tiene una cantidad demasiado grande
    de uno de los bienes, éste se convierte en un mal,
    por lo que la reducción del consumo del bien malo lo
    aproxima a su "punto de máxima felicidad". Si tiene
    una cantidad demasiado grande de los dos bienes, ambos son
    males, por lo que la reducción del consumo de cada
    uno lo acerca al punto de máxima
    felicidad.

    Supongamos, por ejemplo, que los dos bienes son
    las tartas y los helados de chocolate. Es muy posible que
    queramos comer a la semana una cantidad óptima de
    tarta y de helado de chocolate. Nuestro bienestar
    sería menor si comiéramos una cantidad menor,
    pero también si comiéramos una
    mayor.

    Figura 3.7. Preferencias
    saciadas.
    La cesta (x1,
    x2
    ) es el

    punto de saciedad o punto de máxima
    felicidad y

    las curvas de indiferencia rodean a este
    punto.

    Si nos paramos a pensar un momento, la
    mayoría de los bienes son en ese sentido como las
    tartas y los helados de chocolate: podemos desear una
    cantidad demasiado grande de casi todo. Sin embargo, por lo
    general, los individuos no eligen voluntariamente una
    cantidad demasiado grande de los bienes que consumen.
    ¿Por qué iban a hacerlo? Por lo tanto, el
    área interesante desde el punto de vista de la
    elección económica es aquella en la que
    tenemos una cantidad de la mayoría de los bienes
    menor de la que queremos. Este tipo de elecciones es el que
    interesa realmente a la gente, por lo que será el
    que analicemos.

    Bienes discretos

    Normalmente cuando hablamos de medir las
    cantidades de bienes, pensamos en unidades en las que
    tengan sentido los decimales; por ejemplo, una persona
    puede consumir 12,43 litros de leche al
    mes aunque la compre por litros. Sin embargo, a veces
    queremos examinar las preferencias por algunos bienes que
    se encuentran de manera natural en unidades
    discretas.

    Analicemos, por ejemplo, la demanda
    de automóviles de un consumidor. Podríamos
    definirla en función del tiempo
    que se utiliza un automóvil, de tal manera que
    tendríamos una variable continua. Sin embargo, en
    muchos casos es el número real demandado de
    automóviles el que interesa.

    No hay ningún problema en utilizar las
    preferencias para describir la elección en el caso
    de este tipo de bien discreto. Supongamos que
    x2 es el
    dinero que se gasta en otros bienes
    x1 es un bien discreto que
    sólo se encuentra en cantidades enteras. En la
    figura 3.8 hemos representado la forma de las "curvas" de
    indiferencia y un conjunto preferido débilmente de
    este tipo de bien. En este caso, las cestas indiferentes a
    una cesta dada son un conjunto de puntos discretos. El
    conjunto de cestas que es al menos tan bueno como una
    determinada cesta es un conjunto de segmentos
    rectilíneos.

    La decisión de poner o no énfasis en
    el carácter discreto de un bien
    dependerá de cada caso. Si el consumidor sólo
    elige una o dos unidades del bien durante el período
    analizado, puede ser importante el reconocimiento del
    carácter discreto de la elección. Pero si el
    consumidor elige 30 ó 40 unidades, probablemente
    resultará preferible concebirlo como un bien
    continuo.

    Figura 3.8 Un bien directo. El bien 1
    sólo se encuentra en cantidades enteras.

    En la parte A las líneas discontinuas
    conectan las cestas que son indiferentes y

    en la parte B las líneas rectas verticales
    representan cestas que son, al menos,

    tan buenas como la indicada.

  3. Ejemplos de
    preferencias

    Muchas veces es útil referirse a la
    pendiente de las curvas de indiferencia en un determinado
    punto, tanto es así que recibe incluso un nombre se
    llama relación marginal de sustitución
    (RMS)
    debido a que mide en que el consumidor
    está dispuesto a sustituir un bien por e
    otro.

    Supongamos que le quitamos un poco del bien 1,
    Δx1,
    y le damos
    Δx2 que
    es una cantidad suficiente para que vuelva a sui curva de
    indiferencia, por lo que disfruta exactamente del mismo
    nivel de bienestar que antes de esta situación de
    x1 por x2.
    Δx2
    /
    Δx1 es la
    relación en que el consumidor está dispuesto
    a sustituir el bien 1 por el bien 2.

    Imaginemos ahora que
    Δx1 es
    una variación muy pequeña, es decir,, una
    variación marginal. En ese caso, el cociente
    Δx2 /
    Δx1 mide
    la relación marginal de sustitución
    del bien 1 por el 2. A medida que disminuye
    Δx1,
    Δx2
    /
    Δx1 se
    aproxima a la pendiente de la curva de indiferencia, como
    muestra la figura 3.11

    Figura 3.11 La relación marginal de
    sustitución (RMS)

    La relación marginal de
    sustitución mide la pendiente

    de la curva de indiferencia.

    Cuando escribamos el cociente
    Δx2
    /
    Δx1,
    siempre supondremos que tanto el numerador como el
    denominador son cifras pequeñas, que representan
    variaciones marginales con respecto a la cesta de consumo
    inicial. Por lo tanto, el cociente que define la
    relación marginal de sustitución siempre
    describirá la pendiente de la curva de indiferencia,
    es decir, la relación en la que el consumidor
    está dispuesto a sacrificar una pequeña
    cantidad del bien 1 a cambio
    de un pequeño aumento del consumo del bien
    2.

    Una característica algo desconcertante de
    la relación marginal de sustitución es el
    hecho de que sea normalmente negativa. Ya hemos
    visto que las preferencias monótonas implican que
    las curvas de indiferencia deben tener pendiente negativa.
    Dado que la RMS es la medida numérica de la
    pendiente de una curva de indiferencia, naturalmente
    será negativa.

    La relación marginal de sustitución
    mide un interesante aspecto de la conducta
    del consumidor. Supongamos que éste tiene unas
    preferencias "regulares", es decir, unas preferencias que
    son monótonas y convexas, y que consume actualmente
    una cesta (x1, x2). Ahora le
    ofrecemos un cambio; puede intercambiar cualquier cantidad
    del bien 1 por cualquier cantidad del 2 o cualquier
    cantidad del 2 por cualquier cantidad del 1, a una
    "relación de intercambio" E.

    Es decir, si renuncia a
    Δx1
    unidades del bien1, puede obtener a cambio E
    Δx1
    unidades del 2, o sino, por el contrario, renuncia a
    Δx2
    unidades del bien 2, puede obtener
    Δx2 /
    E unidades del 1. En términos
    geométricos, estamos ofreciéndole la
    posibilidad de trasladarse a cualquier punto de una
    línea que tiene una pendiente de –E y que pasa
    por (x1, x2), como muestra la
    figura 3.12. Desplazarse en sentido ascendente y hacia la
    izquierda de (x1, x2)
    significa intercambiar el bien 1 por el 2, y desplazarse en
    sentido descendente y hacia la derecha significa
    intercambiar el bien 1 por el 2. En ambos desplazamientos,
    la relación de intercambio es E. Dado
    que el intercambio siempre entraña renunciar a un
    bien a cambio de otro, la relación de intercambio E
    corresponde a una pendiente de
    –E.

    Ahora podemos preguntarnos cuál
    tendría que ser la relación de intercambio
    para que el consumidor deseara permanecer en
    (x1, x2). Para responder a
    esta pregunta basta observar que siempre que la recta de
    intercambio corta la curva de indiferencia, hay algunos
    puntos de esa recta que se (x1,
    x2
    ), es decir, que se encuentran por encima
    de la curva de indiferencia. Así pues, si no se
    produce ningún desplazamiento con respecto a
    (x1, x2), la recta de
    intercambio debe ser tangente a la curva de indeferencia.
    Es decir, la pendiente de la recta de intercambio, -E, debe
    ser la pendiente de la curva de indiferencia en
    (x1, x2). Con cualquier otra
    relación de intercambio, la recta de intercambio
    cortaría a la curva de indiferencia, lo que
    permitiría al consumidor desplazarse a un punto
    mejor para él.

    Así pues desplazarse de la curva de
    indiferencia, la relación marginal de
    sustitución, mide la relación en la que al
    consumidor le es igual intercambiar o no los dos bienes.
    Con cualquier otra relación de intercambio que no
    sea la relación marginal de sustitución,
    deseará intercambiar un bien por el otro. Pero si la
    relación de intercambiar es idéntica a la
    relación marginal de sustitución,
    deseará permanecer en el mismo punto.

  4. La
    relación marginal de
    sustitución
  5. Otras
    interpretaciones de la RMS

Hemos dicho que la RMS mide la relación a la que
el consumidor empezaría a estar dispuesto a sustituir un
bien por el otro. También podríamos afirmar que se
encuentra en el punto en que empieza a estar dispuesto a "pagar"
una cierta cantidad del bien 1 para conseguir algo más del
2. Ésa es la razón por la que algunas veces
oímos decir que la pendiente de la curva de indiferencia
mide la disposición marginal a pagar.

Si el bien 1 representa el consumo de "todos los
demás bienes" y se mide en la cantidad de pesetas que
podemos gastar en ellos, la interpretación de la disposición
marginal a pagar es muy natural. La relación marginal de
sustitución del bien 1 por el 2 es la cantidad de pesetas
que estamos dispuestos a detraer del gasto en los demás
bienes para consumir algo mas del 2. Por lo tanto, mide la
disposición marginal a renunciar a esas pesetas para
consumir una cantidad mayor del bien 2 .Pero renunciar a esas
pesetas es exactamente lo mismo que pagarlas para consumir una
cantidad algo mayor del bien 2.

Figura 3.12.

El intercambio a una

Determinada relación

Cuando se utiliza la interpretación de la RMS
basada en la disposición marginal a pagar debe tenerse
especial cuidado en subrayar tanto en término "marginal"
como el termino "disposición". La RMS mide la cantidad del
bien 1 que estamos dispuestos a pagar por una cantidad
marginal de consumo adicional del 2. Lo que
tengamos que pagar realmente por una cantidad dada del
consumo adicional puede ser diferente de lo estemos dispuestos a
pagar. Lo que tengamos que pagar dependería del preciosito
de nuestras preferencias.

Del mismo modo, lo que estemos dispuestos a pagar por
una gran variación del consumo puede ser diferente de lo
que estemos dispuestos a pagar por una variación marginal.
La cantidad que terminemos comprando realmente dependería
de nuestras preferencias por los bienes y de los precios que
tengamos que pagar por ellos. Lo que estemos dispuestos a pagar
por una pequeña cantidad adicional de un bien
dependerá exclusivamente de nuestras
preferencias.

1.7
Relación marginal de sustitución y las
preferencias

A veces resulta útil describir la forma de las
curvas de indiferencia de función de la relación
marginal de sustitución. Por ejemplo, la curva de
indiferencias de los "sustitutivos perfectos"se caracterizan por
el hecho de que la relación marginal de sustitución
es infinita en todos los puntos. Las preferencias por los
"complementarios perfectos" se caracterizan por el hecho de que
la RMS no puede ser mas que 0 o infinita.

Ya hemos señalado que el supuesto de que las
preferencias son monótonas implica que las curvas de
indiferencia debe tener pendiente negativa , por lo que la RMS
siempre implica reducir el consumo de un bien para conseguir una
mayor cantidad de otro

El caso de las curvas de indiferencias convexas
corresponde a otro tipo más de RMS. Cuando las curvas de
indiferencias son convexas, la relación marginal de
sustitución – la pendiente de la curva de
indiferencia de la curva de indiferencia- diminuye cuando
aumentamos x1 Por lo tanto las curvas de indiferencias muestran
una relación marginal de sustitución
decreciente
, lo que significa que la relación en que
una persona esta dispuesta a intercambiar x1 por x2 disminuye
cuando aumenta la cantidad de x1. La convexidad de las curvas de
indiferencias parece muy natural cuando se expresa de esta forma:
afirma que cuando mayor sea la cantidad que tengamos de un bien
mas dispuestos estaremos a renunciar a una parte de el a cambio
de otro (sin embargo, recuerdese el ejemplo de helado y las
aceitunas: este supuesto podría no ser valido en el caso
de algunos pares de bienes).

Resumen

  1. Los economistas suponen que un consumidor puede
    ordenar las distintas posibilidades de consumo. La forma en que
    las ordene describe sus preferencias.
  2. Las curvas de indiferencia pueden utilizarse para
    representarse diferentes tipos de preferencias
  3. Las preferencias regulares son monótonas (lo
    que significa que "cuando más, mejor") y convexas (lo
    que significa que se prefieren las medidas a los
    extremos).
  4. La relación marginal de sustitución
    mide la pendiente de la curva de indiferencia. Muestra la
    cantidad del bien 1 a la que está dispuesto a renunciar
    el consumidor para adquirir una cantidad mayor del
    2.

Bibliografía

 

 

 

Autor:

Karla Pamela Quispe Zevallos

Partes: 1, 2
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