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El retraso mental. Antecedentes y actualidad (página 2)



Partes: 1, 2

Pedagogos y psicólogos a partir del Siglo XV
comenzaron a dar los primeros pasos en aras de educar y
rehabilitar a las personas con esta entidad; constituyen evidencias de
este planteamiento los siguientes:

  • Jean Itard, demostró como eslabón
    inicial cómo con el trabajo
    directo con el niño se mejora su conducta
    social.
  • Guggenbhl, introdujo la idea del tratamiento
    institucional en Europa y
    EE.UU., procuró la curación total, lo que
    indudablemente constituyó un gran fracaso.
  • Seguin consideró la errónea idea de que
    el retraso mental tenía cura y aseveró que era
    preciso desarrollar las funciones
    perceptivas antes de las conceptuales.
  • Samuel Ridley Hewe tuvo un criterio más
    realista en cuanto a las limitaciones de las personas con
    diagnóstico de retraso mental.
    Prestó ayuda al desarrollo
    de instituciones especiales para retrasados
    mentales en EE.UU.
  • Walter Fernald fundó la primera
    asociación para el estudio de métodos
    de tratamiento.
  • Jean Ettienne Esquirol trató de constituir un
    sistema o
    método
    que permitiera la clasificación de los diferentes grados
    y variedades. Arribó a la conclusión de que el
    criterio más confiable era el uso del lenguaje por
    el individuo y
    a partir de ahí elaboró su
    clasificación.
  • Alfred Binet crea un método para dirigir la
    inteligencia
    y en colaboración con Simon crea la primera escala para la
    medida de la inteligencia.
  • L.S. Vigotski estudió a determinados niños
    mediante un método verdaderamente científico,
    profundizó en su esencia y criticó las teorías descriptivas o comparativas con
    los niños normales. Aportó sus valiosos criterios
    acerca de la Zona de Desarrollo Próximo y los conceptos
    defecto primario y secundario.

En la segunda mitad del Siglo XIX se producen
significativos avances que posibilitaron un mayor esclarecimiento
de la deficiencia mental:

Hasta el Siglo XIX el retraso mental no tuvo una
conceptualización claramente diferenciada de otras
patologías y no se encontraban diferencias con el sordo,
criminal, epiléptico o loco; en ocasiones eran
considerados como una variante de demencia.

Sus causas se asociaban a patologías de orden
biológico.

En 1818, Esquirol plantea la definición de idiota
y establece la diferencia entre esta y la demencia y
confusión mental. Plantea además que era un
déficit intelectual, constatable, de origen
orgánico e incurable.

Finales del Siglo XIX y principios del XX
aportan elementos importantes para la comprensión de la
naturaleza del
retraso mental; se distingue de la enfermedad mental y se
profundiza en los agentes causales y niveles de
retraso.

En el Siglo XX predominan dos criterios en su
definición: la distribución estadística de la inteligencia y los
problemas de
la conducta adaptativa.

Pudiera entonces plantearse que la evolución de
las concepciones en relación al retraso mental está
marcada en dos momentos puntuales: uno antes del Siglo XIX en que
esta entidad no se diferenciaba de otras alteraciones y era
considerada como una variante de la demencia atribuible a bases
orgánicas, biológicas o innatas y otro a partir del
Siglo XIX cuando se diferencia de otras entidades y que
según algunos autores mantienen vigencia las tendencias
biologicistas como una alteración constituyente del
Sistema Nervioso
Central (SNC).

¿Cuáles son las principales tendencias en
cuanto a las reflexiones conceptuales y terminológicas del
retraso mental?

La Psiquiatría Occidental basa el estudio de los
conceptos tomando como criterio la experiencia acumulada por
algunas instituciones científicas.

A pesar de existir múltiples concepciones, se
aprecian dos tendencias principales:

  • Tendencia Biomédica, la que habla a favor de
    la presencia de alteraciones o lesiones básicas del
    cerebro.
  • Tendencia sociocultural centrada en el papel de la
    deprivación sociocultural o lo que es igual, en la
    repercusión de la falta de estimulación en la
    génesis del retraso mental. Dirigió sus
    observaciones a los problemas de las condiciones del desarrollo
    en la primera infancia, a
    las dificultades en el aprendizaje
    escolar y en general a los problemas de adaptación del
    individuo al medio.

La Psiquiatría Occidental lo considera como un
estado que
implica el funcionamiento subnormal del individuo e
inadaptación y que constituye un problema
multidisciplinario y multidimensional que abarca aspectos
fisiológicos, psicológicos, médicos y
educacionales y ante todo un problema social.

Por otra parte fundamenta que su etiología es
diversa, incluida la privación psicosocial o ambiental,
categoría atribuible a aquellos casos en los cuales la
deficiencia se atribuye a factores ambientales, en ausencia de
patologías del sistema nervioso
central (SNC) y establece una clasificación en
dependencia de la profundidad del defecto: leve, moderado, grave
y profundo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) para
clasificar en sentido general las enfermedades se fundamenta
en el criterio etiológico, por cuanto la
clasificación de la entidad no abarca sus diferentes
formas o manifestaciones clínicas específicas.
Utiliza los siguientes niveles:

  • Retraso mental sin lesión del Sistema Nervioso
    Central determinado por las influencias sociales.
  • Retraso mental como consecuencia de algunas lesiones
    orgánicas del sistema nervioso central o insuficiente
    desarrollo del mismo.

En estudios y análisis posteriores,
específicamente en la Novena Revisión de la
Clasificación Internacional de Enfermedades, define esta
entidad diagnóstica sobre la base de los siguientes
criterios:

  • Se define como un estado de desarrollo de la mente,
    incompleto, detenido.
  • Caracterizado por una subnormalidad de la
    inteligencia.
  • Con variadas etiologías.
  • Involucra trastornos psiquiátricos u otras
    enfermedades orgánicas.
  • Al emitir un diagnóstico se precisa de toda la
    información disponible.
  • Utiliza como sinónimos los términos
    Retraso Mental y Subnormalidad Mental.
  • Emplea clasificaciones según el grado del
    defecto: débil o discreto, imbécil o moderado,
    idiota o profundo.

Deja pues de utilizar la categoría de
limitáneo o fronterizo, más mantiene el retraso
mental de grado no especificado para aquellos casos en que el
nivel de funcionamiento no está bien definido, pero que
evidentemente es subnormal.

A pesar de los valores
positivos que encierra esta clasificación, la misma
adolece de aspectos en el orden negativo, tales como: no se
precisa la etiología ni la etapa del desarrollo en que se
produce la lesión, deja de precisarse además hasta
qué punto esta definición abarca otras áreas
de la
personalidad, así como sus síntomas
acompañantes.

Los países de Europa del Este comparten los
criterios que condicionan el concepto retraso
mental, su etiología y métodos para el
diagnóstico.

Los especialistas rusos consideran que para hablar de
retraso mental es necesario como conceptos generales:

  • El insuficiente desarrollo de las formas complejas de
    la actividad psíquica, fundamentalmente la
    cognoscitiva.
  • La firmeza de este desarrollo
    insuficiente.
  • La afección generalizada e irreversible del
    cerebro como causa primaria.

Sería importante en este momento hacer referencia
a los enfoques referidos a los criterios diagnósticos y
que en buena medida aportan elementos de gran valor para la
definición del referido concepto.

Con el aporte de las primeras escalas de desarrollo
intelectual aportadas por Binet y Simon en 1905, abre sus puertas
el enfoque psicométrico, el que se convirtió
en el punto de referencia absoluto para el diagnóstico y
clasificación de los sujetos con diagnóstico de
retraso mental; atribuyéndole este calificativo a aquellas
personas cuyo CI era inferior a dos desviaciones típicas
de la medida fijada para la población de que formaban parte.

Este enfoque que jugó en su momento un rol
importante, adoleció y aún adolece de aspectos en
el orden negativo, entre ellos:

  • Influencia de un sinnúmero de factores que no
    siempre pueden ser controlados a la hora de aplicar y medir los
    resultados del test.
  • Inexistencia, de acuerdo a su edad en el que se
    utiliza el desarrollo de la inteligencia en
    general.
  • Influencia de la nacionalidad
    y raza en la inteligencia no suficientemente clara.
  • Evaluación de CI y no de logros de habilidades
    específicas en cada sujeto.

Por otro lado está el enfoque
biológico
caracterizado por considerar como
condición imprescindible la presencia de cambios
básicos del cerebro, entiéndase como una
lesión anatómica demostrable; cuestión que
deja a medias una concepción que requiere de un
análisis más completo, por cuanto no basta con el
hecho de conocer solamente el daño
desde el punto de vista biológico.

El enfoque socio-cultural, hace énfasis en
la actividad social del individuo y en su adaptación a la
sociedad en
todas sus formas y que bien pudiera aludirse, como lo hacen
varios autores, a la conducta adaptativa y que sin lugar a dudas
conlleva a variadas interpretaciones en correspondencia con las
diferencias sustanciales entre las distintas sociedades.

El enfoque orgánico abarca solamente el 25
% y hace referencia a aspectos de vital importancia: la
etiología de la lesión, su prevención y
tratamiento. Considera con retraso mental a todas aquellas
personas con el rango de las desviaciones estándar por
debajo de la media y afectadas por insuficiencias detectables por
medios
bioquímicos, cromosómicos, anatómicos y
fisiológicos que conlleven a una deficiencia
intelectual.

Aquellos sujetos, cuyo desarrollo intelectual
está por debajo de la media y que su aprendizaje
escolar es lento, son considerados con retraso mental,
según el enfoque educativo. Incluyen
aproximadamente entre el 5 y el 15 % de la población
escolar, en dependencia de la edad y de la ubicación
geográfica de la institución docente.

El enfoque madurativo alude a que las
alteraciones globales o parciales producen una alteración
en determinados esquemas motrices o provocan modalidades
patológicas de conducta; teniendo como condicionante que
se produzcan antes de los 3 años. Este enfoque abarca las
encefalopatías infantiles de origen pre y peri natal, los
atributos a daño cerebral, las perturbaciones motrices,
epilepsias, Parálisis Cerebral, entre otras.

En resumen, cada enfoque aporta elementos de peso para
la definición del concepto un tanto más abarcador,
entre ellos: la lesión del sistema nervioso central, el
nivel en que funciona el sujeto y su capacidad para su
desenvolvimiento como persona desde el
punto de vista social, cultural y educativo.

No basta tener en cuenta las premisas anteriores para la
definición del retraso mental, sino que se hace necesario
tener presente la naturaleza y estructura del
defecto y para ello es imprescindible valorar:

  • La etiología.
  • El momento de aparición de la afección
    del sistema nervioso central.
  • La naturaleza de la afección o proceso
    patógeno.
  • La localización de una zona de la corteza
    especialmente dañada.
  • Las condiciones en que el sujeto lesionado crece y se
    educa.

Al considerar la estructura del defecto como base para
el análisis del retraso mental, particularizan dos formas
fundamentales de esta entidad: Oligofrenia, caracterizada
por el insuficiente desarrollo de las formas complejas de la
actividad psíquica, fundamentalmente de la cognoscitiva.
Las manifestaciones de la lesión no son progresivas y se
produce antes del nacimiento, durante el nacimiento o
después del nacimiento tempranamente; esta deficiencia
posee un carácter uniforme en todo el desarrollo de
la personalidad
del sujeto.

La oligofrenia se divide en dos sentidos:

  • Por la profundidad del defecto en:
    • Debilidad mental.
    • Imbecilidad.
    • Idiocia.
  • Por la naturaleza y estructura del defecto en
    :
    • Oligofrenia:
      • No agravada.
      • Asociada a trastornos
        neurodinámicos.
      • Asociada a trastornos de los
        analizadores.
      • Asociada a conductas parecidas a
        psicopatías.
      • Asociada a trastornos severos de la
        personalidad.

Demencia orgánica: Los trastornos del
intelecto que sufren los sujetos se deben a enfermedades
infecciosas o traumáticas del sistema nervioso central.
Son de carácter estable y más o menos graves,
además de ser progresiva. No poseen un carácter
uniforme por cuanto la deficiencia mental produce la
destrucción de los sistemas
formados.

Según los especialistas rusos, esta forma de
retraso mental se clasifica también en dos
sentidos:

  • Por la profundidad del defecto
    • Debilidad mental.
    • Imbecilidad.
    • Idiocia.
  • Por la naturaleza y estructura del defecto
    en:
    • Demencia :
  • Esquizofrénica.
  • Epiléptica.
  • Hidrocefálica.
  • Con reumatismo del Sistema Nervioso Central
    (SNC).
  • Por sífilis del
    encéfalo.

Consideran pues, el retraso mental como la entidad
nosológica más general, mientras que la oligofrenia
y la demencia como formas particulares.

La Psiquiatría Norteamericana basa su
análisis sobre la base de diferentes aristas por cuanto
existe diversidad de criterios entre los distintos
investigadores, de ahí que existan también
múltiples concepciones acerca del retraso mental; no
obstante pueden delimitarse dos tendencias más
generalizadas:

  • Tendencia biomédica, donde se alude que
    para hablar de retraso mental es necesario la presencia de
    alteraciones o lesiones básicas del cerebro.
  • Tendencia socio-cultural que habla a favor del
    papel de la deprivación socio-cultural,
    específicamente en la repercusión de la falta de
    estimulación en la génesis del Retraso Mental.
    Prestan singular importancia al desarrollo en la primera
    infancia, a las dificultades en el aprendizaje escolar y a los
    problemas de adaptabilidad del sujeto al medio.

En resumen, definen conceptualmente al retraso mental
como "un término que alude a un funcionamiento general del
intelecto inferior al promedio que se origina en el
período de desarrollo del sujeto y se asocia a un
déficit de la conducta adaptativa" (Egea García,
1999).

En sentido general, al margen de las disímiles
tendencias existentes, los investigadores norteamericanos
coinciden con esta definición conceptual y fundamentan sus
criterios teniendo en cuenta el considerarlo como un estado que
implica un funcionamiento subnormal del individuo e
inadaptación del mismo, como un problema
multidisciplinario y multidimensional que abarca aspectos
fisiológicos, psicológicos, médicos y
educativos y donde el aspecto social cobra particular
importancia.

Por otra parte consideran su etiología de formas
muy diversas, incluida la deprivación psicosocial o
ambiental y reservan esta última para los casos donde la
deficiencia es atribuible a factores de índole ambiental,
en ausencia de patologías del Sistema Nervioso Central
(SNC). Su clasificación por el nivel de profundidad alude
a las siguientes categorías: limitáneos, leves,
moderados, graves o profundos.

La Asociación Americana sobre retraso mental
(AARM) desde su fundación en 1876 ha tenido como una de
sus principales ocupaciones la de conseguir una
delimitación clara y no discriminatoria de la
condición de las personas con este
diagnóstico.

La primera edición
de su manual sobre la
definición del Retraso Mental fue en el año 1921 y
a partir de entonces se han publicado 8 más,
correspondientes a los años 1933, 1941, 1957, 1959, 1973,
1977, 1983 y 1992, siendo esta última la novena
edición. Cada década ha contado con la influencia
de estos manuales
clasificatorios y, con cada nueva edición, la
definición de esta entidad fue enriqueciéndose con
matices cada vez más esclarecedores; las nuevas ediciones
jamás negaron lo planteado por las anteriores, sino que
servían de base y punto de partida para una mejor y mayor
comprensión del retraso mental en cuanto a claridad,
amplitud y delimitación.

La definición de retraso mental tuvo como punto
de partida y eje fundamental al Coeficiente Intelectual (CI). Los
test de inteligencia y su aplicación generalizada en EEUU,
hacían de este parámetro el dato más
objetivo para
apoyar cualquier tipo de investigación poblacional en función de
sus rendimientos intelectuales.
La presencia de la entidad diagnóstica estaba dada cuando
existían dos desviaciones típicas por debajo de las
consideradas como norma en la sociedad. En esta época este
enfoque tuvo una relevada importancia ya que permitía
medir numéricamente la impresión visual del
especialista frente al caso.

En el desarrollo evolutivo en cuanto a la
definición y clasificación del retraso mental hay
aspectos que resaltan por su significativo interés:

  • En 1957 se publica el sistema de clasificación
    etiológica, es decir, se añade la
    categoría numérica (CI), el origen de las causas
    que conducían a un rendimiento intelectual por debajo de
    los parámetros establecidos y se establece la diferencia
    entre aquellas personas que nacen y crecen con una
    limitación intelectual de aquellas que por diversas
    causas, disponen en un comienzo de dotaciones normales pero que
    un hecho determinado les hace devenir como personas con
    limitaciones en el orden intelectual.
  • En 1959, se aprecia otro avance en el concepto y es
    el referido al criterio de conducta adaptativa. El desempeño personal ya no
    se ubica únicamente en el rendimiento ante pruebas
    estandarizadas y una causa determinada, sino que se comienza a
    valorar la capacidad personal de adaptarse a las condiciones
    que le impone el medio en que se desenvuelve el
    sujeto.

Desde este momento se habla de que la definición
está "casi a punto". En posteriores ediciones sólo
habrán matizaciones terminológicas (se añade
el término "significativamente" previo a frase
"funcionamiento intelectual general inferior a la media", se da
un carácter orientativo al límite del CI que puede
complementarse con otras evaluaciones clínicas poniendo el
CI de 75 como barreras, o se amplía el límite de
edad para la aparición del proceso etiológico
detonante a los 18 años (Egea García,
1999).

La Novena Edición en 1992 representa un intento
de exponer el cambio en el
concepto pero sobre todo en la comprensión del mismo y
plantea cómo deben clasificar y describir los sistemas de
apoyo necesarios para estas personas.

Esta edición representa un cambio de paradigma,
desde una visión como rasgo absoluto manifestado
únicamente por un individuo, a una expresión de la
interacción entre la persona con un
funcionamiento intelectual limitado y su entorno y amplía
el concepto de comportamiento
adaptativo dando un paso más desde una descripción global a una
especificación de áreas de habilidades
concretas.

Esta edición posee un enfoque más
abarcador al considerar que la persona con retraso mental no es
un ente aislado, sino que se interrelaciona con su entorno, se ve
condicionado por este y a su vez es capaz de
condicionarlo.

La definición vigente, en la Novena
Edición del Manual de la Asociación Americana sobre
Retraso Mental (AARM) (Egea García, 1999) alude a que el
retraso mental hace referencia a limitaciones substanciales en el
desenvolvimiento corriente. Se caracteriza por un funcionamiento
intelectual significativamente inferior a la media, junto con
limitaciones asociadas en dos o más de las siguientes
áreas de habilidades adaptativas: comunicación ,cuidado personal, vida en
hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad,
autogobierno, salud y seguridad,
habilidades académicas funcionales, ocio y trabajo. Se
manifiesta antes de los 18 años.

Especifica además, que para poder aplicar
la definición deben tomarse en consideración las
cuatro premisas siguientes:

  • Una evaluación válida ha de tener en
    cuenta la diversidad cultural y lingüística, así como los
    diferencias en los modos de comunicación y en factores
    comportamentales.
  • Las limitaciones en habilidades adaptativas se
    manifiestan en entornos comunitarios típicos para los
    iguales en edad del sujeto y reflejan la necesidad de apoyos
    individualizados.
  • Junto a limitaciones adaptativas específicas
    existen a menudo capacidades en otras habilidades adaptativas o
    capacidades personales; y
  • Si se ofrecen los apoyos apropiados durante un
    período prolongado, el funcionamiento en la vida de la
    persona con retraso mental mejorará
    generalmente".

Resulta atinado aludir a los cambios de esta
definición en comparación con los
anteriores:

  • La conducta adaptativa no es considerada como un
    término global, sino que se delimitan 10 áreas
    que abarcan el concepto total y, al menos en dos de ellas
    deberán manifestarse.
  • Para poder aplicarse la definición es preciso
    tener en cuenta cuatro premisas con un papel relevante: el
    concepto ecológico y ambiental, las habilidades
    adaptativas y los sistemas de apoyo.
  • Se descarta la subclasificación de la persona
    (ligero, medio, severo y profundo), en beneficio de una
    subclasificación en función de la intensidad y el
    patrón de sistemas de apoyo (intermitente, limitado,
    extenso y generalizado).

La concepción del retraso mental en Cuba y su
definición conceptual, como en otros países, tuvo
diferentes interpretaciones tanto desde el punto de vista
pedagógico como médico; sin embargo, la
colaboración de los países socialistas,
fundamentalmente la otrora Unión Soviética
permitió el desarrollo de una concepción con un
enfoque pedagógico. De ahí que haya sido
considerado como un estado peculiar del desarrollo que implica
trastornos estables de la actividad cognoscitiva y que tiene en
su base una lesión orgánica del cerebro.

Las distintas definiciones utilizadas al respecto son
las que siguen:

  • Trastornos estables de la actividad cognoscitiva a
    consecuencias de una lesión orgánica del
    cerebro.
  • Trastornos de la actividad cognoscitiva a
    consecuencia de una lesión orgánica cerebral, de
    carácter difuso.
  • Insuficiente desarrollo psíquico y en
    particular de la actividad intelectual que es irreversible, con
    base orgánica cerebral y que es resultado de factores
    congénitos o adquiridos.
  • Estado en el cual se produce un insuficiente
    desarrollo de la psiquis en general, más particularmente
    de la esfera intelectual, cuyo carácter es estable e
    irreversible y que se debe a factores congénitos o
    adquiridos.

En cada una de las definiciones se destacan palabras
claves que permiten arribar a un concepto más generalizado
y completo: alteraciones del desarrollo psíquico,
fundamentalmente de la actividad cognoscitiva; presencia de
lesión orgánica del cerebro; carácter
irreversible; manifestaciones estables.

En este sentido considera al retraso mental como un
estado del individuo en el cual se producen alteraciones en los
procesos
psíquicos en general, fundamentalmente en la esfera
cognoscitiva, las cuales son estables y se deben a una
lesión orgánica del Sistema Nervioso Central (SNC)
de carácter difuso e irreversible y de etiología
genética, congénita o adquirida (González
Monteagudo, 199370).

Esta definición conceptual implica aspectos de
relevada significación: una valoración integral del
sujeto, la naturaleza primaria del defecto, la estabilidad de las
manifestaciones del daño, la diversidad de formas, la
diferenciación de los estados parecidos y el
carácter optimista de las posibilidades del desarrollo de
los retrasados mentales.

Constituyen elementos de gran valía:

  • Considerar la profundidad del defecto intelectual en
    leve, moderado, grave o severo y profundo.
    Considerando:
  • Leve CI 50-70
  • Moderado CI 35-49
  • Severo o grave CI 20-35
  • Profundo CI -35.

En este sentido tener en cuenta las
características más generales de cada uno de ellos,
que al mismo tiempo se
convierten en indicadores
diagnósticos para cada grado de profundidad. Estas son las
siguientes (Según Psicología Especial,
Tomo II, (2006) Dra. C. María Teresa García Eligio
de la Puente y Psicopatología Infantil. Su
evaluación y diagnóstico (2006) Dra. C. Aurora
García Morey):

Retraso mental
leve:

  • Presenta daño difuso y generalizado en la
    corteza (en el electroencefalograma).
  • Su detección es tardía, generalmente en
    la edad escolar, cuando las exigencias del aprendizaje son
    superiores.
  • Raramente tienen malformaciones (de estar presentes
    son discretas y localizadas en las orejas, los dientes, el
    paladar y la cara en general).
  • En los tres primeros años de vida se pueden
    observar determinadas alteraciones motoras. Ej: tono muscular,
    coordinación de movimientos, persistencia
    del signo de Babinski después de los 18 meses de vida,
    calambres, etc. , y en especial presentan algún retardo
    en la adquisición de la motricidad fina.
  • Presentan lentitud en la asimilación del
    lenguaje, teniendo primacía el lenguaje
    pasivo y un desarrollo insuficiente de las funciones
    generalizadora y reguladora del lenguaje.
  • La mayoría alcanza la capacidad de expresarse
    en las actividades cotidianas, de mantener una
    conversación y de ser abordados en una entrevista
    clínica.
  • Tienden a estar aislados o a no relacionarse con
    niños menores o con edades cronológicas por
    debajo de la suya.
  • La mayoría llegan a alcanzar una independencia completa para el cuidado de su
    persona (comer, lavarse, vestirse, controlar los
    esfínteres), para actividades prácticas y para
    las propias de la vida doméstica.
  • Presentan dificultades escolares con repetidos
    fracasos, sobre la base de su insuficiente actividad
    cognoscitiva: pensamiento
    concreto,
    afectada la capacidad de análisis para la
    generalización lógica y la abstracción,
    insuficiencias en los procesos voluntarios de la atención y la memoria.
    Muchos tienen problemas específicos en lectura y
    escritura.
  • Si encuentran aceptación, simpatía,
    respeto,
    comprensión, etc., se pueden legar a desenvolver
    adecuadamente dentro de sus posibilidades, si no pueden
    presentar alteraciones de conducta y
    descompensación.
  • Presentan validismo y posibilidades de educación sistemática en el
    régimen escolar especialmente planificado.
  • En la adultez consiguen habilidades sociales y
    vocacionales adecuadas aunque pueden llegar a necesitar
    guía y asistencia bajo un estrés
    social o económico.
  • Pueden desempeñar trabajos que requieren
    aptitudes de tipo práctico, más que
    académicas, entre ellas los trabajos manuales
    semicalificados.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

Si se utilizan test de CI estandarizados de un modo
adecuado, el rango 50 al 69 corresponde a un retraso mental leve.
La comprensión y el uso del lenguaje tienden a tener un
retraso de grado diverso y se presentan problemas en la
expresión del lenguaje que interfiere con la posibilidad
de lograr una independencia y que puedan persistir en la vida
adulta. Solo en una minoría de los adultos afectados puede
reconocerse una etiología orgánica. En un
número variable de los afectados pueden presentarse
además, otros trastornos tales como: autismo, otros
trastonso del desarrollo, epilepsia, trastorno disocial o
discapacidades somáticas. En estos casos deben ser
codificados independientemente.

Retraso mental
moderado:

  • Presentan daño tato en corteza como en
    subcorteza.
  • Se detecta, por lo general, en edad preescolar
    tardía al no vencer los objetivos de
    esta etapa o tener dificultades evidentes para
    ello.
  • Presentan con más frecuencias que los leves,
    malformaciones, aunque estas no son muy graves.
  • Pueden presentar trastornos psicomotores y su retraso
    motor puede ser
    llamativo.
  • El habla se adquiere tardíamente con mucha
    dificultad y el vocabulario resulta pobre y escaso.
  • Necesitan de mayor supervisión y guía que los
    leves.
  • Con atención especializada sistemática
    pueden llegar a asimilar los conocimientos elementales de las
    materias del plan de
    estudios en la escuela
    especia.
  • Predomina el pensamiento concreto y los conocimientos
    e ideas del mundo circundante, en este grado de profundidad son
    muy reducidas. Posen dificultades en todos los procesos,
    fundamentalmente en los cognoscitivos.
  • Presentan lentitud en el desarrollo de la
    comprensión y del uso del lenguaje y alcanzan en esta
    área un dominio
    limitado.
  • Con buen entrenamiento
    logran validismo.
  • Pueden conseguir en la adultez automantenerse
    entrenándose, pero en situaciones económicas
    complicadas o socialmente tensas necesitan supervisión y
    guía.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

El CI está comprendido entre 35 y 49. En este
grupo lo
más frecuente es que haya discrepancias entre los perfiles
de rendimiento y así hay individuos con niveles más
altos para tareas viso-espaciales que para otras dependientes del
lenguaje, mientras otros son marcadamente torpes, pero son
capaces de participar en relaciones sociales o conversaciones
simples.

El nivel del desarrollo del lenguaje es variable, desde
la capacidad para tomar parte en una conversación sencilla
hasta la adquisición de un lenguaje solo suficiente para
sus necesidades prácticas. Algunos nunca aprenden a hacer
uso del lenguaje, aunque pueden responder a instrucciones
simples. Otros aprender a gesticular con las manos para
compensar, hasta cierto grado, los problemas del
habla.

En la mayoría puede reconocerse una
etiología orgánica. En una proporción
pequeña pero significativa están presentes un
autismo infantil o trastornos del desarrollo, los cuales tienen
una gran repercusión en el cuadro clínico y en el
tipo de tratamiento necesario. También son frecuentes la
epilepsia y los déficit neurológicos y las
alteraciones somáticas, a pesar de lo cual la
mayoría puede llegar a ser capaz de caminar sin
ayuda.

Algunas veces es posible identificar otros trastornos
psiquiátricos, pero el escaso nivel del desarrollo del
lenguaje hace difícil el diagn´sotico, que puede
basarse en la información obtenida de terceros,

Retraso mental
severo:

  • Presentan daño en corteza, subcorteza y se
    destacan síntomas neurológicos.
  • Su detección ocurre desde los primeros
    años de vida del individuo, es decir, desde al menos la
    edad preescolar temprana.
  • Presentan frecuentes malformaciones, tales como
    trastornos motores graves,
    tanto de la motricidad fina como de la gruesa.
  • El lenguaje si se adquiere, se logra
    tardíamente, pero resulta rudimentario. En ocasiones
    pueden presentar agramatismos.
  • Poseen pobres inhibiciones.
  • Su actividad intelectual es muy limitada, lo que los
    hace poco capacitados para actividades que requieren cierto
    desarrollo del intelecto con determinados fines.
  • Presentan validismo rudimentario.
  • Tienen necesidad de supervisión y guía
    marcados.
  • Desconocen el peligro.
  • Babeo en ocasiones.
  • Cuando llegan a adultos pueden contribuir
    parcialmente a su automantenimiento bajo supervisión en
    un entorno controlado.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

El CI está comprendido entre 20 y 34.

Retraso mental
profundo:

  • Presentan daño en corteza, subcorteza y
    médula generalmente.
  • Su detección es temprana, prácticamente
    desde el mismo momento del nacimiento.
  • Tienen malformaciones gruesas y trastornos motores
    frecuentes y severos. Muchas veces no tienen motórica de
    desplazamiento y exhiben acciones
    esteriotipadas.
  • Por lo general no tienen habla y solo emiten sonidos
    aislados y espontáneos y, en ocasiones, no entienden el
    lenguaje de los demás.
  • Su actividad intelectual es elemental y el desarrollo
    general muy limitado.
  • Presentan escasas conductas socializadas.
  • Tienen necesidad de cuidados.
  • Pueden llegar a tener un validismo muy limitado si se
    les entrena con mucha paciencia y en un período
    prolongado de tiempo.
  • Su conducta, por lo general, depende del estado de
    sus necesidades orgánicas.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

El CI es inferior a 20. La comprensión y
expresión del lenguaje se limitan, en el mejor de los
casos, a la comprensión de órdenes básicas y
a hacer peticiones simples.

Pueden adquirir las funciones viso-espaciales más
básicas y simples como las de comprar y ordenar y ser
capaces, con una adecuada supervisión y guía de una
pequeña participación en las tareas
domesticas.

Puede ponerse de manifiesto una etiología
orgánica. Lo más frecuente es que se
acompañen de déficit somáticos o
neurológicos graves que afectan a la motilidad, de
epilepsia o de déficit visuales o de
audición.

También es muy frecuente la presencia de
trastornos generalizaos del desarrollo en sus formas más
graves, en especial de autismo atípico, sobre todo en
aquellos casos que son capaces de caminar.

  • El momento en que aparece la
    lesión:
  • Momento prenatal (genética o
    cong;enita).
  • Momento perinatal (congénita).
  • Momento postnatal (adquirida).
  • Sus formas:
  • Formas no graves del Retraso Mental
  • Formas graves del Retraso Mental.

Aproximarse al concepto de retraso mental resulta algo
en extremo complejo por la variedad de definiciones y las
interpretaciones realizadas en diferentes campos (Guerra
Iglesias, 2005), sin embargo, hoy en Cuba se comparte para el
análisis entre especialistas, fundamentalmente de los
Centro de Diagnóstico y Orientación el que nos
ofrece Torres González (2000) y que alude a una
característica especial del desarrollo donde se presenta
una insuficiencia general en la formación y desarrollo de
las funciones psíquicas superiores, comprometiendo de
manera significativa la actividad cognoscitiva y provocado por
una afectación importante del sistema nervioso central en
los períodos pre, peri y postnatal, por factores
genéticos, biológicos adquiridos e
infraestimulación socio-ambiental intensa en las primeras
etapas evolutivas que se caracteriza por la variabilidad y
diferencias en el grado del compromiso funcional.

A pesar de reconocer el valor del concepto anterior,
sería válido reconocer los aportes que en tal
sentido han ofrecido autores cubanos de reconocido prestigio,
entre otros: Rafael Bell Rodríguez, Arturo Gayle
Morejón, Ramón
López Machín, Guillermo Áreas Beatón,
María Teresa García Eligio de la Puente y Sonia
Guerra Iglesias.

Sin lugar a dudas la concepción del retraso
mental en Cuba posibilita un trabajo pedagógico con estos
niños donde se articulan coherentemente las acciones
correctivas compensatorias gracias al conjunto de elementos que
aporta el diagnóstico integral y que se manifiesta en su
descripción, naturaleza, profundidad, etiología y
momento de aparición de la lesión, y en los casos
que lo presenten, sus síndromes acompañantes. A
decir de Guerra Iglesias (2005) se trata de una concepción
que sin dejar de reconocer las limitaciones, permita el
reconocimiento de las potencialidades encaminadas al desarrollo y
formación del niño y de la niña con retraso
mental con un tratamiento menos agresivo para él y su
familia.

El autor considera que para hablar a favor de un
diagnóstico de retraso mental resultan imprescindibles la
presencia de un insuficiente desarrollo de los procesos
psíquicos, especialmente los cognitivos, la presencia de
una lesión orgánica en el sistema nervioso central
y las limitaciones en el proceso de una conducta adaptativa,
traducida en su nivel de aprendizaje escolar y social.

Resulta importante para tratar de arribar al
diagnóstico de retraso mental considerar los siguientes
criterios:

  • Criterio etiológico, de modo que se
    profundice en el momento en que se produce la lesión y
    los factores que la originan. Dilucidar con
    precisión:
  • Causas pre-natales:
  • Genéticas:
  • Cromosomáticas.
  • Síndromes prenatales.
  • Enfermedades infecciosas.
  • Agentes tóxicos.
  • Causas perinatales:
    • Traumas obstétricos.
    • Hipoxia perinatal o sufrimiento
      fetal.
  • Causas postnatales:
    • Infecciones cerebrales:
      • Encefalitis.
      • Meningoencefalitis.
    • Malnutrición.
    • Craneostenosis.
  • Criterio psicométrico para valorar un
    CI por debajo de 70 pero devenido de un análisis
    cualitativo y no sólo cuantitativo.
  • Profundidad del defecto.
  • Estructura del defecto: primario, secundario,
    formas graves o no graves. Diferenciar con exactitud los
    factores primarios y secundarios.
  • Establecer diagnóstico diferencial con
    patologías afines y con elementos que conlleven a una
    impresión diagnóstica primero y a un
    diagnóstico conclusorio, después de la
    discusión diagnóstica, a un criterio certero
    siempre a favor del menor objeto de estudio y valoración
    multidisciplinaria.
  • Criterio pedagógico, traducido en la
    valoración de las capacidades, hábitos,
    habilidades, conocimientos, así como estilos y modelos de
    aprendizaje. Profundizar en el grado de desarrollo alcanzado
    por el niño en su actividad cognoscitiva:
    atención, memoria,
    percepción, pensamiento, entre otros, en
    fin evaluar potencialidades para el desarrollo de su
    aprendizaje.
  • Criterio socio-comunitario:
    • Ambiente familiar.
    • Adaptación al medio escolar, familiar y
      comunitario.
    • Autonomía e independencia.

La práctica del diagnóstico escolar en
Cuba y que se concreta con mayor aplicación en los Centros
de Diagnóstico y Orientación ha demostrado que para
el desarrollo exitoso de este proceso se hace necesario
implementar y llevar a vía de hecho principios rectores
(Nieves, 1994), entre ellos:

  • Principio del carácter dinámico,
    continuo y sistemático
    , manifestado en un proceso
    permanente de obtención de evidencias y que se
    modifica con la transformación y evolución del
    sujeto bajo la influencia beneficiadora de las acciones
    preventivas y correctivo-compensatorias; todo lo cual
    favorece la adecuación sistemática de un
    programa de
    atención con un carácter cada vez más
    personalizado.
  • Principio del enfoque individual y
    multilateral
    . Cada sujeto es valorado en su
    individualidad, teniendo en cuenta más que sus
    limitaciones, sus logros y potencialidades y abarcando
    además del entorno escolar, el contexto
    familiar y socio-comunitario.
  • Principio del carácter preventivo,
    retroalimentador y transformador.
    Gracias a este
    principio es posible la constatación no solamente de
    los cambios ocurridos en el sujeto, sino además la
    eficacia de
    las opciones educativas que le han sido facilitadas,
    concebidas en las Estrategia
    de Intervención previamente diseñadas y
    adecuadas a las necesidades reales y siempre crecientes de
    cada individuo.
  • Principio del carácter multi e
    interdisciplinario, colaborativo y participativo.
    De
    cardinal importancia reviste la implementación del
    referido principio porque garantiza la participación
    de todos aquellas personas que de una manera u otra inciden
    directamente en el desarrollo multilateral del menor,
    entiéndase, además de los especialistas
    encargados del proceso de diagnóstico, la escuela con
    todos sus elementos, la familia
    y los factores claves de la comunidad. La relación que
    se establece entre todos estos elementos posee un
    carácter colaborativo y de influencia
    retroalimentadora que posibilita establecer con claridad
    meridiana los ámbitos de actuación y las tareas
    que a cada cual le compete desarrollar o
    facilitar.

Valdría la pena hacer referencia a las tendencias
más contemporáneas en el área del
diagnóstico escolar y que sirvieron para efectuar un
viraje en este particular a partir de la década de los
años 90 y que mantienen vigencia absoluta (Nieves,
1994):

  • Del diagnóstico tardío y con fines
    curativos, al diagnóstico precoz y con fines
    preventivos
    . La evitación de necesidades educativas
    especiales y que estas puedan devenir en minusvalías,
    sólo depende de la detección e
    intervención temprana y con ello el logro de
    potencialidades antes de su ingreso a la vida
    escolar.
  • Del diagnóstico generalizador y
    homogeneizante al individualizado y personalizado.

    Tendencia encaminada no solamente a la valoración de una
    categoría diagnóstica, sino a la
    definición lo más objetiva posible de las
    necesidades educativas especiales del sujeto que se somete a la
    evaluación, con un enfoque marcadamente
    personológico.
  • Del diagnóstico centrado en el defecto, al
    diagnóstico centrado en los servicios
    . El
    diagnóstico parte de un estudio integral del medio en
    que se desenvuelve el niño, por tanto las dificultades
    no hay que encontrarlas en él, sino en los agentes que
    puedan desencadenar esas dificultades, con el propósito
    de definir las transformaciones o adecuaciones que deben
    realizarse para satisfacer las necesidades del principal
    protagonista que reclama la ayuda educativa y social
    .
  • Del diagnóstico como fin, al
    diagnóstico como medio para llegar al fin
    .
    Más que decidir la posible ubicación en
    correspondencia con la evaluación efectuada, el
    diagnóstico constituye un medio para definir las
    adecuaciones curriculares y de acceso al currículo característico de una
    educación personalizada.
  • Del diagnóstico como momento, al
    diagnóstico como proceso.
    Lejos de tomar decisiones
    tras los resultados de las baterías de pruebas
    aplicadas, el diagnóstico es concebido como un proceso
    de orientación, seguimiento y evaluación
    sistemáticos del alumno y el entorno donde este se
    desenvuelve y de la puesta en práctica de programas de
    intervención que permitan mantener actualizada la
    información sobre lo evolución o
    involución en el alumno. En dependencia de los
    resultados se adecuan las acciones concebidas.
  • Del diagnóstico como función de un
    grupo determinado de técnicos y especialistas, al
    diagnóstico como un proceso de construcción interactiva, donde la
    escuela, la familia y la comunidad constituyen elementos del
    proceso de toma de
    decisiones.
    El enfoque multidisciplinario, y
    multidireccional requiere de la participación activa de
    cuantos tengan que ver con el alumno, dándole
    significativa importancia a la opinión de todos los
    elementos en la observación de la conducta del menor
    ante su desenvolvimiento diario en las actividades.

El nuevo paradigma del retraso mental demanda de
todos los profesionales de la Educación
Especial y de la sociedad en general compromisos para con las
personas con este diagnóstico:

  • El compromiso con la comprensión de sus
    limitaciones, situándolos en el plano de la normalización e integración social.
  • Compromiso en la confianza de sus capacidades, de sus
    potencialidades.
  • Compromiso con el apoyo para que sus limitaciones y
    capacidades propicien su participación en igualdad de
    condiciones con sus semejantes.

El cumplimiento de los citados compromisos debe
conllevar a garantizar una mejoría de la calidad de vida
de los niños y niñas con diagnóstico de
retraso mental y a su vez lograr en la sociedad una
auténtica cultura de
aceptación a la diversidad.

Bibliografía:

Afrontamiento en las familias ante el Retraso Mental:
Evaluación y terapia /Frank J. Floyd…/ el al /.-
(1996) Madrid:
Editorial Siglo Cero.

GÓMEZ CARDOSO, ÁNGEL LUIS. (2007)
Estrategia educativa para la preparación de la familia
del niño y la niña con diagnóstico de
retraso mental. Tesis en
opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias
Pedagógicas. Camagüey.

______________________________. (1999) Propuesta de un
Diseño de Ayudas para la familia del
niño con Necesidades Especiales. Una vía de
Trabajo
Social. Tesis en opción por el título de
Master en Trabajo Social, Camagüey.

______________________________. (2003)
Evaluación y tratamiento en el Retraso Mental. Trabajo
Preventivo. Publicación Electrónica. Página
Web
y www.monografías.com.

_________________________________. (2003) La
caracterización y el diagnóstico de la familia
del niño con Necesidades Especiales por Retraso Mental.
Una alternativa de trabajo. Publicación
Electrónica. Página Web
www.astrolabio.net.

Selección de lecturas sobre Retraso Mental
(2005) / Sonia Guerra Iglesias…- /et al/.- La Habana:
Editorial Pueblo y Educación.

VERDUGO ALONSO, MIGUEL ÁNGEL. (1995) Personas
con discapacidad.
Perspectivas psicopedagógicas y rehabilitativas.-
Madrid: Editorial Siglo Veintiuno, SA.

 

 

 

Autor:

Dr. C Ángel Luis Gómez
Cardoso

Profesor Titular. Departamento de Educación
Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto
Superior Pedagógico José Martí.
Camagüey. Cuba.

MSc. Olga Lidia Núñez
Rodríguez

Profesora Auxiliar. Departamento de Educación
Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto
Superior Pedagógico José Martí
Directora del Centro de Diagnóstico y Orientación.
Camagüey. Cuba.

Lic. Yelene Palenzuela Hidalgo

Profesora Instructora. Departamento de Educación
Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto
Superior Pedagógico José Martí.
Camagüey. Cuba.

Lic. Edwart Fleites Cobiella

Profesor Instructor. Departamento de Educación
Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto
Superior Pedagógico José Martí.
Camagüey. Cuba.

Partes: 1, 2
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