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Antología inmigrante argentina (página 11)



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Franceses

"La vida y obra del padre Salvaire es desde hace
tiempo motivo
de estudio de monseñor Dr. Juan Guillermo Durán.
Apasionado y comprometido con el tema, ha emprendido una
cuidadosa investigación recurriendo a archivos de
distinta naturaleza
para dar cuerpo a dos de los tres volúmenes dedicados a su
figura". El obispo se refirió en una entrevista a
ese trabajo (1):
"Para comprender un poquito estos libros que yo
he dedicado al padre Salvaire, es necesario tener en cuenta esto.
El primer libro de la
trilogía que voy a dedicar al padre, rescatando momentos
fundamentales de su vida hasta su muerte, se
editó en 1998 y lleva por titulo El padre Jorge
María Salvaire y la familia
Lazos de Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y
Salinas Grandes. Transcurre entre 1866, que es cuando el
malón toma cautivos a doña Jacinta Rosales de Lazos
y a sus cinco hijos en Villa Nueva, Córdoba, cerquita de
Villa María, y son llevados a Leubucó por los
ranqueles, hasta l875 cuando el padre Salvaire visita las
tolderías de Namuncurá. (…) El segundo tomo se
inicia con el regreso del padre a Azul en noviembre,
después de un viaje de aproximadamente 23 días,
cuando logra traer a tres de los hijos -uno había escapado
a Bahía Blanca y después se reencuentra en Villa
Nueva con su madre- y otros seis cautivos más. Allí
permanece trabajando con los indios de Catriel a la espera de que
Namuncurá diga sí a la invitación del
misionero, porque le dijo que lo iba a pensar. El segundo tomo se
llama En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del
Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado, y es el
estudio detallado de los dos años de misión del
padre Salvaire y Meister en Azul y un viaje que hizo Salvaire
para misionar en los meses de julio, agosto y parte de septiembre
en Bragado, en la tribu, también acantonada, del cacique
José María Railef. (…) los padres Meister y
Salvaire en febrero dejan Azul. Salvaire pasa a Luján otra
vez en 1876, y trae el propósito de cumplir el voto que le
había hecho a la Virgen cuando su vida corrió
peligro en las tolderías, en su viaje de octubre,
noviembre de 1875. Ante un serio peligro de muerte,
prometió que si la Virgen intercedía por su vida
escribiría la historia,
contribuiría a la difusión del culto e
intentaría construir un nuevo santuario que
reemplazaría al de Lezica y Torrezuri. Ahí comienza
el tercer tomo que estoy tratando de construir y que
llevaría el titulo El Padre Jorge Maria Salvaire en
Luján. Cura y capellán del Santuario. Ahí
reconstruiremos el momento en que escribe la historia de la
Virgen de Luján que publica en 1884 en dos tomos, las
gestiones del padre para comenzar la construcción del nuevo santuario, su viaje
a Europa para
lograr la coronación pontificia de la Imagen, la
colocación de la piedra fundamental del Santuario, cuando
es nombrado párroco hasta su fallecimiento, el 4 de
febrero de 1899. Serían tres libros que abarcarían
la vida de Salvaire en la Argentina, desde su llegada, como
docente, misionero y luego cura y capellán de
Luján" (2).

Al Chaco llegó Alice Le Saige de la Villesbrumme,
quien había nacido en Francia en
1841. "Al separarse de su marido, emigró a la Argentina
con sus dos hijos varones en 1888. Obtuvo del gobierno
autorización para instalarse como colonizadora en la zona
de Arocena, en el Chaco, a 40 kilómetros de Resistencia,
entonces población incipiente. Hizo construir una
casa, que alhajó con muebles y adornos traídos de
su país natal, y dedicó las tierras que le
habían sido concedidas a la ganadería.
Se convirtió en una figura popular por su
distinción y audacia para enfrentar las dificultades de
esa vida peligrosa por la proximidad de indios mocovíes.
En 1895 recibió en herencia las
posesiones de su marido y adquirió las tierras en
concesión, más una gran extensión, mejorando
sus planteles e instalaciones y convirtiendo a su establecimiento
en el principal de la zona. Un día de marzo de 1899 los
mocovíes atacaron la casa, matando a varios de sus
ocupantes. Los demás huyeron, pero Alice recordó
que en la casa quedaba un niño al que había criado
y retornó para salvarlo, momento en que fue lanceada. Sus
compañeros lograron recoger el cuerpo de la herida y
llevarlo a casa de vecinos amigos, pero falleció algunas
horas después, en ese 13 de marzo de 1899, mientras su
casa y demás instalaciones eran consumidas por las llamas"
(3).

En El genio de Fader, Ignacio Gutiérrez
Zaldívar evoca la vida y la trayectoria del pintor nacido
en Burdeos (4).

Notas

1. S/F: "Para acercarse al mundo de Salvaire", en
www.elcivismo.com.

2. Durán, Juan Guillermo: El padre Jorge
María Salvaire y la familia Lazos de
Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas
Grandes, 1998.

En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del
Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado

El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y
capellán del Santuario.

Foto publicada en Alcántara, Omar: "EL
CAPITÁN DON RUFINO SOLANO. El azuleño que no nos
contaron", http://www.hemerotecadeazul.org.ar/Programas/Solano/SolanoII.htm.

3. Sosa de Newton, Lily:
Diccionario
Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires,
Plus Ultra, 1986.

4. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: El genio
de Fader. Buenos Aires, Zurbarán.

Galeses

En Soy Roca, novela
biográfica escrita por Félix Luna, se refiere el
protagonista a un viaje que hizo en enero de 1899: "El 23 a la
tarde llegamos a Puerto Madryn, que de puerto sólo
tenía el nombre, y tomamos el pequeño ferrocarril
que nos acercó a Trelew. Allí, en Gaiman, Rawson y
el valle del Chubut, que recorrí brevemente, empecé
a tomar el pulso al exotismo y rareza de la Patagonia. Era
un país inesperado cuyos pobladores hablaban inglés
y no acababan de convencerse que eran súbditos argentinos,
gente de trabajo y tesón que habían hecho
maravillas en esas desolaciones. En aquellos días la
prensa
batía el parche sobre un pedido formulado al Parlamento
inglés por un supuesto grupo de
galeses residentes en el Chubut solicitando el protectorado de la
corona. Me explicaron que eran un par de excéntricos que
no representaban a nadie y me pidieron algunas medidas
razonables: que el gobernador hablara inglés para poder
entenderse directamente, que no se hicieran ejercicios militares
los domingos, que se mejoraran las comunicaciones
con Buenos Aires. Me gustaron esos hijos de Gales con sus enormes
barbas y su áspera franqueza. Comí las ricas tortas
de la pasada Navidad,
más sabrosas, me dijeron, cuanto más tiempo se
guardaban; admiré el aspecto confortable de sus
cabañas y terminé la visita prometiendo apresurar
la construcción de escuelas en sus aldeas, lo que
cumplí posteriormente" (1).

Notas

1. Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires,
Sudamericana, 1989.

Griegos

En su libro La cita en Buenos Aires, Saga de una gran
familia sefaradí (1), Vittorio Alhadeff, "oriundo de la
ciudad de Rodas, hace desfilar ante el lector diversos episodios
del dominio turco y
de la ocupación italiana del Dodecaneso. Pero la tremenda
verdad de las guerras da
paso a la crueldad del fascismo y del
nazismo para
cerrarse con la llegada en los años 40 a Buenos Aires,
donde se refugian los últimos miembros de una familia que
creyó en el trabajo y
en el progreso" (2).

Alfredo M. Beranger escribió Yo, Panayotis
Triposcoufis (De Grecia a la
Argentina) (3).

Notas

1 Alhadeff, Vittorio: La cita en Buenos Aires, Saga de
una gran familia sefaradí.

2 Malinow, Inés: "Testimonio familiar", en La
Nación,
Buenos Aires, 4 de enero de 1998.

Holandeses

Acerca de Jacques Witjens, escribe Ignacio
Gutiérrez Zaldívar, en 1999:

"Nacido en La Haya el 11 de abril de 1881, Adrianus
Hendrikus Witjens nunca sospechó que viviría cerca
de la mitad de su vida en el Hemisferio Sur y a miles de
kilómetros de su Holanda natal. Luego de cursar estudios
de pintura desde
los 14 años comienza su tarea profesional abriendo su
taller a metros del museo Mauritshuis donde contemplaba
diariamente el único paisaje que se conoce de Johannus
Vermeer. La Escuela de La
Haya tiene como característica una legión de
estupendos paisajistas que trascienden el mero efecto
óptico de lo que están viendo, como hacían
sus contemporáneos los impresionistas franceses. Esta
maravillosa escuela poco difundida intemacionalmente es el
producto de
una larga contemplación y de un conocimiento
acabado de la naturaleza que está representando. No pintan
un mero instante sino que reflejan una compenetración
vivencial con aquello que transmiten en sus telas".

"Cuando Witjens Ilega a la Argentina en 1920, lo hace
recién casado con Herta María Stephan, quien estaba
embarazada de Rolando el primero de sus hijos".

"No debe extrañarnos que eligiera como lugar de
residencia aquel que más le recordara a su tierra, es por
eso que el Tigre fue el primer lugar que los cobijó en la
Argentina. Quiso el destino que llegara en el momento de mayor
apogeo de nuestro país y que viviera la década
gloriosa para nuestro arte y la
cultura
nacional. En sus primeras exposiciones reflejaba sus vivencias de
esta "nueva tierra" y el melancólico recuerdo de sus
molinos y canales que había dejado allá lejos y
hace tiempo… Esta es la octava retrospectiva que presentamos en
tan sólo 15 años de este maravilloso artista. Me
unen a 61 razones estéticas y afectivas, ya que un cuadro
de Witjens fue la primera obra que compraron mis padres
recién casados, y también he tenido la dicha de
frecuentar a su hijo Rolando y a su mujer Marisa,
quienes alimentaron mi pasión. En cada una de sus obras,
Witjens nos habla de su profunda compenetración con el
motivo del cuadro y nos transmite una serena inmensidad que habla
de la grandeza de su espíritu y de sus obras. A los 75
años de edad fallece el 7 de diciembre de 1956. No dudo en
afirmar que su contribución al Arte de los Argentinos es
digna de destacar, como espero se reafirme en la presente
retrospectiva" (1).

Notas

1. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: "Jacques
Witjens", en www.zurbarangaleria.com.ar. Octubre de
1999.

Ingleses

En Borges, biografía verbal (1),
Roberto Alifano escribe cuanto el escritor le dijo sobre uno de
sus antepasados: "El abuelo materno de mi padre, Edward Young
Haslam, editó uno de los primeros periódicos
ingleses de la Argentina, Southern Cross, y se había
doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad de
Heidelberg. Sus medios no le
permitían estudiar en Oxford o Cambridge, por lo que
marchó a Alemania,
donde obtuvo su título después de haber realizado
todos sus cursos en latín. Murió en Paraná,
la capital de la
provincia de Entre Ríos".

Acerca del arribo a nuestro país de la hija de
Edward Haslam, la abuela inglesa, escribe Roberto Alifano: "La
abuela paterna de Borges, Frances Haslam Arnett, llegó a
la Argentina por una serie de curiosas circunstancias. Su
única hermana, mayor que ella, se había casado con
un ingeniero ítalojudío, llamado Jorge
Suárez. Al fallecer su madre, los Suarez la hicieron
viajar a América
del Sur. Llegó a Paraná, la capital de Entre
Ríos, después de un accidentado viaje (el barco
estuvo a punto de naufragar en las costas del Brasil), a
mediados de 1867. En Paraná fue donde Frances Haslam
conoció al coronel Francisco Borges".

En Soy Roca, por Félix Luna, el protagonista se
refiere a un viaje que hizo en 1899: "Nos detuvimos en la
desembocadura del río Santa Cruz, visité alguna
estancias de los alrededores, casi todas de ingleses, y seguimos
a Río Gallegos, donde me hospedé en la casa del
gobernador. (…) Cuando íbamos llegando a Ushuaia me
llamaron la atención, en cierto punto de la costa,
rebaños de ovejas y construcciones muy prolijas entre
macizos de flores y espacios de césped; me dijeron que era
la estancia de Thomas Bridges, el pastor anglicano que
anteriormente había estado a cargo
de la Misión en la isla; en 1886 renunció a su
puesto y se vino a Buenos Aires a solicitar tierras allí.
Me lo presentó el senador Antonio Cambaceres y lo
recomendaba calurosamente el perito Moreno. Tuve el gusto de
promover, pocas semanas antes de dejar la presidencia, una
ley
concediéndole 20.000 hectáreas en propiedad en
Harberton, a unas quince leguas de Ushuaia hacia el este. Bridges
había fallecido meses antes pero su estancia era la mejor
de la isla, superando en actividad a la que había
establecido al norte, en Río Grande, el asturiano
José Menéndez. Me dieron ganas de visitar Harberton
y lo hice en el acorazado de río ‘Independencia’, más chico que el
‘Belgrano’. Allí fui recibido por la viuda del
antiguo misionero y su familia. En el jardín tomamos el
té con sandwiches y frutillas de la zona con crema. Fue
una tarde gloriosa para Gramajo, que decía estar harto del
rancho del ‘Belgrano’… Por un momento no me
pareció encontrarme en el confín del mundo sino en
una casa de Sussex, o más bien, de Devon-shire, de donde
era oriundo Bridges. Después visitamos los campamentos de
los indios yaganes y onas que trabajaban en el establecimiento.
Al menos aquí no se los perseguía, como
había hecho aquel aventurero rumano Julio Popper, que en
tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de
oro en el
norte de la isla, y como también lo hacían,
según los rumores que había escuchado, algunos
capataces de Menéndez" (2).

En otro pasaje, afirma: "me impresionó lo que me
dijo un inglés, empleado del ferrocarril. Era el encargado
de medir las tierras, una legua a cada lado de la vía, que
por concesión se le había otorgado en propiedad a
la empresa. En
un castellano
arrevesado, el gringo me contó que estaban expulsando a
los pobladores que vivían en aquellos campos para
venderlos en grandes fracciones una vez que la línea
hubiera llegado a Córdoba. Sería un negocio enorme
–me decía- y se llenaba la boca describiendo las
miles de cabezas de ganado que podrían criarse allí
y los millones de fanegas de trigo que se cosecharían"
(3).

Notas

1 Alifano, Roberto: Borges. Biografía verbal.
Barcelona, Plaza & Janés, 1987.

2 Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires,
Sudamericana, 1991, pp. 322-3.

3 Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires,
Sudamericana, 1991, p. 76.

Irlandeses

Marcos Aguinis es el autor de El Combate Perpetuo: Una
Biografía Admirable con Ritmo de Novela (1). El
protagonista, Guillermo Brown, " es una de las figuras decisivas
de la historia
argentina. Sin embargo, el trato que la historia le ha dado a
menudo ha oscurecido al hombre y
acartonado al prócer".

"Este libro de Marcos Aguinis
– "esta biografía con ritmo de novela", como el mismo la
define – es, además, una lúcida y exitosa
operación de rescate. Rescate del héroe y del
personaje, puesto que el almirante Guillermo Brown aparece en
toda su dimensión épica; pero también porque
tal dimensión no borra ni excluye los rasgos que lo
convierten en el protagonista de un libro de aventuras. Alguien,
como consigna el autor, cuyas vicisitudes hubieran apasionado por
igual a los novelistas del siglo diecinueve y del siglo veinte. Y
que apasionarán asimismo a los lectores".

"Redactada en tiempos difíciles, cuando la
incertidumbre y el desaliento parecían volver impensable
una obra de esta laya, El combate perpetuo invita a ser
leída y releída como cautivante relato y
también como forma de tratar la historia de un modo
distinto, nunca esquemático ni maniqueo, siempre riguroso
e inteligente".

"Evoco la mezcla de entusiasmo y de miedo que me
embargaban mientras escribía la vida de Guillermo Brown.
Eran años de soberbia, maniqueísmo y corrupción
esmeradamente disimulados con altas dosis de hipocresía.
Una de las más cotizadas herramientas
del encubrimiento era el culto de los héroes. Culto
rígido, frío, estereotipado, que adora las
apariencias. Yo quería humanizar al prócer.
Devolverle carnadura, ambición, fatiga y rabia,
transformando su gesta en algo verosímil, recuperando
así nuestra capacidad de admiración. Quería
desquitarme de los soporíferos textos que dificultaron en
mi juventud
el aprendizaje
de la historia argentina. Proponía que, indirectamente,
nos emocionáramos con la historia para mirar mejor nuestro
presente" (2).

En 1865, "Sebastián Hamilton, acompañado
por su hermano Thomas, llega a la Argentina, donde su padre
había adquirido tierras y donde William, su hermano mayor,
ejercía la profesión de médico. Viajó
de mala gana pero finalmente quedó seducido por la
amplitud de las tierras pampeanas y por el estilo de vida
de los gauchos, y
obsesionado por la tierra que
heredó" (3).

Acerca del protagonista de esta obra comentó
Susana Pereyra Iraola: "El que da título al libro es el
menor, el descreido, herido de secretas llagas. A medida que se
interna a caballo en una interminable travesía, el aleteo
de las lagunas, el horizonte y el cielo inabarcable maravillan
sus ojos. La propia tierra, campo despoblado y rancho de adobe,
se adueña de su vida para siempre. Convive con la
brutalidad y el desamparo en sus peores formas; años
después la familia conocería las más
extremas durante la epidemia de fiebre amarilla,
uno de los pasajes más estremecedores de un relato que no
decae en intensidad" (4).

Notas

1. Aguinis, Marcos: El Combate Perpetuo: Una
Biografía Admirable con Ritmo de Novela. Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 1971. 208 paginas.

2. S/F: en www.aguinis.net

3. S/F: Gacetilla de prensa acerca de Wilkinson, Susan:
Don Sebastián. Buenos Aires, Vergara, 1996.

4. Pereyra Iraola, Susana: "De Irlanda a la Argentina",
en La Nación,
Buenos Aires, 28 de julio de 1996.

Italianos

La Asociación Dante Alighieri publicó
numerosos volúmenes de biografías de
ítaloargentinos destacados. Entre estos volúmenes
se cuentan Rodolfo Kubik, compositor y músico, por
Vittorio Balanza; Juan A. Buschiazzo, arquitecto y urbanista de
Buenos Aires (1983), por Alberto O. Córdoba; Torquato Di
Tella, industrial y algunas cosas más (1993), por Torcuato
Di Tella; Roberto F. Giusti. Su vida, su obra (1980), por
Fermín Estrella Gutiérrez; El padre Marcos Donati y
los franciscanos italianos en la misión de Río
Cuarto (1993), por Inés I. Farías; Eugenio Pini, el
maestro y las armas (1996), por
Alberto A. Fernández; Cesare Cipoletti. Sus obras, sus
proyectos, sus
colaboradores (1991), por Paolo Girosi; José
Ingenieros (1977), por Francisco P. La Plaza; Francisco
Bibolini. De la Liguria a la Pampa (1995), por María C.
Maradeo; Agustín Rocca en treinta años de recuerdos
(1979), por Dionisio Petriella; Alberto M. De Agostini SDB
(1976), por Amalia del Pino; Clemente Onelli, de pionero de la
Patagonia a director del Jardín Zoológico (1980),
por Diego A. Pino; Rodolfo Mondolfo, maestro insigne de
filosofía y humanista (1992), por Eugenio Pucciarelli y
otros; Carlos Spada, médico y filántropo (1988),
por Carlos A. Rezzónico; Víctor De Pol, el escultor
olvidado (1992), por Edgardo J. Rocca; Eugenia Sacerdote de
Lustig, una pionera de la ciencia en
la Argentina, por Laura Rozenberg; Joaquín Frenguelli.
Vida y obra de un naturalista completo (1981), por Mario E.
Teruggi; Syria Poletti, mujer de dos mundos (1994), por Walter
Gardini; Gherardo Marone (1993), por Dionisio
Petriella-Nicolás Cocaro y El Capitán Antonio Oneto
(2000), por Estela Gladys Lamas.

Abruzzos

"En Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia,
escrito entre 1968 y 1970, Bayer reprodujo las cartas" enviadas
por el anarquista a Josefa Scarfó. "Bayer acude a las
cartas para definir ese amor.
‘Hablaban de un amor que podríamos calificar de
puro, profundo, pero casi sin referencias de tipo carnal o
sexual’. Para Bayer, estos escritos destilan la moral
anarquista de Di Giovanni: ‘Sus cartas tenían ese
tono porque por sus ideas, sentía un gran respeto por el
género
femenino’ " (1).

Apulia

José Tchercaski es el autor de PIERO. Un canto de
vida, amor y libertad, obra
acerca de la que afirma: "Hace quince años que trabajamos
juntos. Nos pasaron infinidad de cosas, positivas, negativas,
olvidables, inolvidables, ocurrentes, tristes, talentosas,
mediocres. Vivimos; ésta es la palabra. Construir una
historia de vida no es tan fácil cuando el protagonista
-Piero- en este caso, está tan ligado a la vida del que
debe escribir-relatar-descubrir-mostrar-desnudar al hombre que
desde un escenario hace vibrar las fibras más
íntmas de multitudes incondicionales.

Piero no es simplemente un cantante. Si el libro posee
algún mérto, es el de mostrar justamente esta
afirmación Piero es un artista popular con un enorme
sentido de la vida, con un profundo amor por la justicia y la
libertad. Su preocupación es el hombre y la
conquista de la felicidad, o sea marchar hacia el encuentro de un
mundo mejor -como el dice- "lleno de buenas ondas".

En este tramo de vida que recorremos juntos, construimos
muchas canciones, en todas tratamos-intentamos compartir el
sentimiento de la gente para sentirnos identificados con nuestros
semejantes. Cada historia, cada texto o cada
música es
un pedazo de nosotros, una porción de vida que fuimos
desparramando a lo largo de estos años, tan intensos, tan
llenos de arbitrariedades, persecuciones y grandes traiciones.
Ojalá el trabajo sirva para que las generaciones venideras
sepan que una vez, en un planeta llamado argentina,
vivió-vivimos, hombres-seres humanos, que intentaron
contar que la vida "brilla mil veces más fuerte que
el sol y
calienta…" (2).

Campania

Acerca de Discepolín (3), biografía
escrita por Horacio Ferrer y Luis Adolfo Sierra, se
afirmó:

"Personaje entrañable y enigmático,
Enrique Santos Discépolo, "Discepolín", es una de
las claves para entender la cultura propia y una de las formas
que mejor sugiere nuestra identidad, el
tango. El
legendario Discepolín muestra aspectos
a veces contradictorios pero que ayudan a entender realidades
sucesivas de un conjunto que parece darle coherencia a nuestra
historia, tanto la política como la
cultural. Como actor, como compositor, como mito en el
tiempo que le tocó vivir, Enrique Santos Discépolo
le proporciona al lector el fulgor de un personaje
extraordinario. El lúcido observador individualista, el
detractor de la decadencia social, el nostálgico que anima
un universo completo
a partir del cafetín e inclinado sobre "tus mesas que
nunca preguntan". Son todos aspectos de un solo
hombre.

Con un poder evocativo admirable, los autores de este
libro cuentan los episodios de las vida de Discepolín y
analizan su actitud, se
presencia y su obra. El resultado es un libro de una riqueza y
una vivacidad difíciles de igualar" (4).

Piamonteses

En "Polidoro Segers, el primer médico de Tierra
del Fuego", Raúl Agustín Entraigas se refiere al
padre José Fagnano, nacido en Rachetta, Tanaro, en 1844:
"Segers tenía ya treinta y cuatro años. Cuando se
trató de dar examen, se encontró con que necesitaba
título habilitante para ingresar en la Facultad…
¿Qué hará? ¿Plantará todo?
¡Qué esperanza! Esperará. El tiempo y el
ingenio le darían medios para llegar. Entre tanto se le
cruzó una oportunidad magnífica para conocer Tierra
del Fuego. Iba don Ramón
Lista a explorar aquellas regiones y a sentar definitivamente
nuestra soberanía sobre ellas. Necesitaba un
médico. Ningún profesional criollo quiso
arriesgarse en esa "patriada". El poeta Olegario V. Andrade,
padre político de Lista, lo exhortó e embarcarse y
Segers no se hizo de rogar…. Con los conocimientos
científicos que poseía no le pareció
imposible ser "cirujano de segunda" en la expedición… Y
en noviembre de 1886 lo tenemos sobre el Villarino rumbo a Tierra
del Fuego. Como capellán iba el padre José Fagnano,
salesiano. Se hicieron grandes amigos. Cuando pisaron tierra
firme en San Sebastián, y los 25 hombres de Lista y del
capitán Marzano hicieron fuego sobre los onas, dejando
sobre la virgen tierra fueguina veintiocho cadáveres, el
sacerdote y el médico se levantaron, coléricos, en
ombre de la justicia y de la humanidad. (…) esde aquel
día, siempre que había que vérselas con
indios, eran Segers y Fagnano los encargados de parlamentar. La
primera vez que les tocó la no fácil misión,
se vieron en figurillas cuando toparon de buenas a primeras con
una tribu. Estaban ambos perplejos. Entonces el médico
-narra Fagnano- comenzó a hacer piruetas, a dar saltos y
otras niñerías. Fue la salvación de ambos.
Los indios bajaron sus arcos y se acercaron, riendo, a los
embajadores. Desde entonces fueron los amigos de los onas"
(5).

Deja Italia el
matrimonio
Vairoleto con su primogénito, porque "en aquella
región las posibilidades de prosperar eran muy escasas
para los aldeanos pobres, y Vittorio concibió el proyecto de ir a
América. Algunos emigrantes, incluso un cura que
había estado en la parroquia de la villa, escribían
enviando noticias
favorables desde la Argentina, un país donde hacía
falta mano de obra y eran bienvenidos los labriegos italianos
para poblar las colonias agrícolas. Ilusionados por esas
perspectivas, Vittorio y Teresa se dispusieron a marchar al nuevo
continente con su bebé recién nacido"
(6).

Acerca de Mas Alla de la Frontera …
Vairoleto se afirmó: "Es indudable que mucho se ha escrito
sobre la vida de Juan B. Vairoleto, una verdadera leyenda del
universo rural argentino. Amén de ello, la figura de este
hombre cruzó fronteras, fue cuento de
fogón en los altos del camino de los traperos y se
acercó a las brasas ardientes del imaginario popular para
que la gente lo convirtiera, más que en leyenda, en el
ideario social de una época signada por los desencuentros
argentinos.

Néstor A. Rubiano, escritor e investigador
pampeano, ha vuelto a reincidir sobre Vairoleto. Hoy completa su
labor anterior con una obra de prosa sencilla y directa,
mostrando el perfil de un Vairoleto casi desconocido para sus
biógrafos y
dejando que la narrativa vaya entrelazando pasiones, traiciones,
encuentros y desencuentros, al tiempo que desmitifica errores
históricos y ordena las efemérides vairoleteanas
con suma prolijidad.

Rubiano dibuja en sus relatos la ancha geografía donde le
tocó actuar al bandido Vairoleto, y describe los
personajes y los sucesos hasta los mínimos
detalles.

El libro tiene pasajes con las confesiones de Telma
Ceballos, la mujer de
Vairoleto, que explica la
personalidad de su marido, sus tics, el amor por
sus hijas y a la libertad, el odio a la traición, a la
hipocresía y a los burdos personajes de una sociedad y de
una época con policías ineficientes,
políticos inescrupulosos y patrones
explotadores.

Rubiano, en definitiva, cuenta una historia con
múltiples vivencias y nos deja otro libro para el análisis, el estudio, pero por sobre todas
las cosas, un invaluable hallazgo histórico literario que
nos permite ilustrarnos mejor y poder discutir con pruebas en la
mano quién fué y cómo era el bandido
Vairoleto".

"Alberto María De Agostini nació en
Pollone, pequeño pueblo de Piamonte, en las
cercanías de Biella, el 2 de noviembre de 1883 (7).
Monseñor Patagonia. Vida y viajes de
Alberto De Agostini el sacerdote salesiano y explorador (8) se
titula la biografía escrita por Germán
Sopeña, acerca de la que leemos: "En esta biografía
de Alberto De Agostini trabajaba Germán Sopeña
cuando lo sorprendió la muerte. Y
no por azar está dedicada al gran explorador salesiano.
Fueron la pasión y el amor que Sopeña sentía
por la Patagonia los que lo llevaron a rescatar del olvido y el
desconocimiento a uno de sus más destacados pioneros. Tras
una profunda investigación que incluye testimonios de
quienes lo conocieron, Sopeña traza la semblanza de este
"montañista de alma", del
"descubridor de hombres, regiones y montañas", del
misionero preocupado por la desaparición de las culturas
aborígenes y por la protección de la naturaleza.
Sin dudas, Sopeña compartía con De Agostini la
misma y poderosa atracción por la misteriosa región
patagónica. Así lo refleja tan bella y
elocuentemente este Monseñor Patagonia" (9).

Nora Ayala escribe acerca de su abuelo, que dejó
su tierra: "¡Bagnasco! Nunca hubiera creído que
extrañaría tanto ese pueblo contra el que tanto
había despotricado, las tardes con Franco y Luigi mojando
los anzuelos en el Tanaro mientras soñaban con tierras
lejanas, aventuras, ciudades, fortunas" (10).

Sicilia

Entrevistado por Pablo Medina, Javier Villafañe
evoca a los titiriteros de La Boca (11).

Toscana

En Marco Denevi y
la sacra ceremonia de la escritura –
una biografía literaria (12), Juan José Delaney
presenta, entre otros temas, el del origen del
escritor.

Marco Denevi fue uno de los siete hijos de Valerio
Denevi, inmigrante nacido en Siena, "un italiano que durante el
último tercio del siglo XIX, siendo muy joven,
llegó al país con escaso dinero y sin
relaciones, a fin de concentrarse en el negocio de la
construcción, para lo cual, poco a poco, fue adquiriendo
tierras en las entonces despobladas y subvaluadas localidades de
Sáenz Peña, Santos Lugares y Villa Lynch, en la
provincia de Buenos Aires". La madre fue la argentina
María Eugenia Buschiazzo, hija de italianos del
norte.

Trentino

Alcides J. Bianchi es el autor de Valentín, el
inmigrante (13), obra en la que relata la vida de su padre,
exitoso empresario
afincado en Mendoza. Don Valentín nació en Fasano,
Italia, en 1887. Se dedicó a la docencia hasta
que una carta de su
hermano lo decide a emigrar a la Argentina. Este libro narra la
historia de un inmigrante exitoso que, sin embargo, nunca
dejó de sentir nostalgia por su tierra.

Umbria

Acerca de Frondizi. El estadista acorralado (14), por
Hugo Gambini, escribe Miguel Angel De Marco: "Hijo de inmigrantes
italianos, nacido en Paso de los Libres, Corrientes, el 28 de
octubre de 1908, Frondizi se graduó de abogado con diploma
de honor y se inició precozmente en la política en
calidad de
afiliado y dirigente de la Unión Cívica Radical.
Más tarde, evidenciaría su preparación
cultural y política, a través de una prosa pulcra y
ajustada y de una oratoria
parlamentaria precisa y contundente. Esto, sobre todo, como
diputado opositor al gobierno peronista y candidato a
vicepresidente de la Nación, en 1952, de la fórmula
encabezada por Ricardo Balbín" (15).

Veneto

El amor judío de Mussolini Margherita Sarfatti.
Del fascismo al exilio (16) se titula la obra de Daniel Gutman
acerca de la que se afirmó: "En noviembre de 1938, cuando
Benito Mussolini lanzó una campaña antisemita
inspirada por sus aliados nazis, miles de judíos
fueron marginados de la sociedad italiana. Entre quienes
partieron entonces al exilio había una mujer culta y
refinada, crítica
de arte, que había sido amante del Duce durante cerca de
veinte años, además de su biógrafa. A
Margherita Sarfatti, hija de una rica familia judía de
Venecia, muchos la habían considerado la mujer más
poderosa de la Italia fascista. Mussolini, sin embargo, no hizo
nada para protegerla" (17).

Notas

1. S/F: "Las cartas de amor de Severino Di Giovanni", en
Clarín, Buenos Aires, 27 de julio de 1999.

2. Tcherkaski, José: PIERO. Un canto de vida,
amor y libertad. Buenos Aires, Editorial Galerna, 1983. 223
páginas.

3. DISCEPOLIN. Poeta del hombre que está solo y
espera, por Horacio Ferrer y Luis Adolfo Sierra. Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 2004. 184 páginas.

4. contratapa.

5. Entraigas, Raúl Agustín; "Polidoro
Segers, el primer médico de Tierra del Fuego", en Museo
del Fin del Mundo. Biblioteca
Virtual, www.TierradelFuego.org.ar

6. Chumbita, Hugo: Ultima frontera. Vairoleto: Vida y
leyenda de un bandolero. Buenos Aires, Planeta, 1999.

Rubiano, Néstor: Mas Alla de la Frontera …
Vairoleto. Buenos Aires, Corregidor, 2003.
http://www.criticadelibros.org/9500515628.

7. S/F: Cuadernos Patagónicos – 2 El padre
De Agostini y la Patagonia, en www.tecpetrol.com

8. Sopeña, Germán: Monseñor
Patagonia. Vida y viajes de Alberto De Agostini el sacerdote
salesiano y explorador. Editorial Tusquets, 2004, 132
páginas.

9. S/F: en Sopeña, Germán: Monseñor
Patagonia. Vida y viajes de Alberto De Agostini el sacerdote
salesiano y explorador. Editorial Tusquets, 2004, 132
páginas.

10. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. 100 años de
historias. Buenos Aires, Vinciguerra, 1997.

11. Javier Villafañe / Antología Obra y
recopilaciones. Biografía y selección
literaria de Pablo Medina. Ilustraciones y guardas de
Nicolás Rubió. Buenos Aires, Editorial
Sudamericana. (Primera Sudamericana).

12. Delaney, Juan José: Marco Denevi y la sacra
ceremonia de la escritura: una biografía literaria. Buenos
Aires, Corregidor, 2005. 244 pp.

13. Bianchi, Alcides J.: Valentín el inmigrante.
Santiago de Chile, Edición
del autor, 1987.

14. Gambini, Hugo: Frondizi. El estadista acorralado.
Vergara-Grupo Zeta. 448 páginas.

15. De Marco, Miguel Angel: "Amena y valiosa
biografía", en La Nación, 5 de noviembre de
2006.

16. Gutman, Daniel: El amor judío de Mussolini.
Buenos Aires, Editorial Lumiere, 2006. 208 pp.

17. S/F: "Primer capítulo", en www.clarin.com.ar,
10 de marzo de 2006.

Polacos

La historia que nunca les conté – El Libro de
Gisela (Polonia 1943-1944), fue escrito por Mariano Fiszman y
Roberto Raschella. "El protagonista de este relato –afirma
Rubén Chababo- es Gisela Gleis, una joven judía de
nacionalidad
polaca, habitante de Stanislawow, un pequeño poblado,
quien durante los años de la ocupación alemana se
refugia junto a una treintena de personas de su pueblo natal en
un sótano. Durante casi dos años, esperando el fin
de la guerra y el
cese de la ocupación, este grupo resiste la más
absoluta de las adversidades. La posibilidad de ese refugio les
es brindada por un hombre, vecino del lugar, de religión
católica, llamado Staszek, quien ante la evidencia de la
deportación y el asesinato masivo de miles de
judíos llevada adelante por la Gestapo, decide arriesgar
su vida para que ese puñado de perseguidos se salve de una
muerte segura. Una vez terminada la guerra Gisela Gleis emigra a
la Argentina junto a su marido Max, también habitante del
sótano, y es en nuestro país donde viven y mueren
ya ancianos, él en 1990 y ella en 2001. Los escritores
Roberto Raschella y Mariano Fiszman fueron tras la voz de Gisela
y durante tres años la entrevistaron en su casa del barrio
de Flores, tratando de obtener la mayor información posible para que esta historia
no fuera olvidada" (1).

SOBREVIVIR DOS VECES De Auschwitz a Madre de Plaza de
Mayo (2), por Eva Eisenstaedt, "es el testimonio de una
experiencia casi única entre los judíos del siglo
XX: Sara Rus es sobreviviente de Auschwitz y madre de un detenido
desaparecido durante los años trágicos de
1976-1983. De origen polaco, Sara tiene doce años cuando
la invasión nazi a Polonia y se ve obligada a vivir en
condiciones infrahumanas en el gueto de Lodz. Es deportada en
julio de 1944 al campo de concentración de
Auschwitz-Birkenau y liberada en Mauthausen el 5 de mayo de 1945
-fecha enigmática para ella. Luego de innumerables
vicisitudes llega a la Argentina en 1948, junto a su esposo
constituye una hermosa familia cuyo único deseo es el de
construir una vida más digna. La dictadura militar
Argentina y su terrorisimo de estado truncan abruptamente ese
deseo: Daniel, su primer hijo, físico becario,
"desaparece" en 1977 poco antes de cumplir 27 años de su
lugar de trabajo. La intensa personalidad
de Sara le permitió 'sobrevivir dos veces' "
(3).

Notas

1. Chababo, Rubén: "La dimensión
única del milagro de una vida", en La Capital, Rosario, 14
de agosto de 2005.

2. SOBREVIVIR DOS VECES De Auschwitz a Madre de Plaza de
Mayo, por Eva Eisenstaedt. Buenos Aires, Editorial Milá,
2007.

3.
http://www.delacole.com/cgi-bin/shop/verarticulo.cgi?cod=LITES01409

Portugueses

Rubén Benítez es el autor de Los dones del
tiempo (1), biografía de la asturiana Cecilia Caramallo.
En esa obra se refiere a los inmigrantes en Bahía Blanca,
sus expectativas cumplidas y fallidas, sus recuerdos, sus
abnegaciones. Entre esos inmigrantes, hay portugueses.

América aparece –al igual que en todas las
novelas de
inmigración- como el destino soñado,
que desconcierta a los extranjeros con su forma de entender la
vida y las distancias. Para un portugués, para una
asturiana, las tierras son enormes, la cantidad de ganado es tal
que debe dormir a la intemperie. Son realidades difíciles
de aceptar para quienes vienen acostumbrados a lo exiguo, a lo
mínimo.

En Bahía Blanca, en Pelicurá, se
desarrolla la acción
y esta circunstancia la vuelve de especial interés
para quienes habitan la ciudad y para quienes, desde cualquier
parte del mundo, quieran saber sobre la forma de vida de los
inmigrantes en ese punto de la Argentina. Aporta datos sobre la
vida de portugueses, asturianos, escoceses e ingleses en la
provincia de Buenos Aires, a partir de fines del siglo pasado y
hasta nuestros días, en que la anciana transita con su
coche causando espanto a los transeúntes y a los otros
automovilistas.

En "José Balbino, el portugués" (2), Maria
Elena Massa de Larregle relata la historia de este inmigrante. Su
ensayo fue
distinguido con el Segundo Premio en el Certamen "Recuerdos de
Olavarría", en el que actuaron como Jurados los profesores
María Teresa Sanseau de Marino, Marta Spaltro de
Pantín y Roberto Forte.

Notas

1 Benítez, Rubén: Los dones del tiempo.
Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano.

2 Massa de Larregle, María Elena: "José
Balbino, el portugués", en Revista N°
4, 2000, Dirección y coordinación: Aurora Alonso de Rocha.
Archivo
Histórico "Alberto y Fernando Valverde", Municipalidad de
Olavarría, Secretaría de Gobierno.

Rumanos

En Soy Roca, biografía novelada escrita por
Félix Luna, el protagonista se refiere a Julio Popper:
"Cuando íbamos llegando a Ushuaia me llamaron la
atención, en cierto punto de la costa, rebaños de
ovejas y construcciones muy prolijas entre macizos de flores y
espacios de césped; me dijeron que era la estancia de
Thomas Bridges, el pastor anglicano que anteriormente
había estado a cargo de la Misión en la isla; en
1886 renunció a su puesto y se vino a Buenos Aires a
solicitar tierras allí. (…) Después visitamos los
campamenteos de los indios yaganes y onas que trabajaban en el
establecimiento. Al menos aquí no se los perseguía,
como había hecho aquel aventurero rumano Julio Popper, que
en tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de
oro en el norte de la isla, y como también lo
hacían, según los rumores que había
escuchado, algunos capataces de Menéndez" (1).

Arnaldo Canclini es el autor de Julio Popper, quijote
del oro fueguino (2). "Julio Popper es un personaje muy especial
en la historia argentina. Basta pensar que la mayor parte de su
actuación fue en una pequeña zona muy apartada de
los grandes centros, con una duración no mucho mayor que
un lustro. Naturalmente, éstos no son motivos para
disminuir su figura histórica. Toda la Patagonia, y en
particular Tierra del Fuego, está poblada de
personalidades peculiares: navegantes, exploradores, misioneros,
pioneros del comercio y la
industria,
colonizadores. En esa constelación no suelen incluirse los
buscadores de
oro, ya que la gran mayoría ignora que la Argentina fue
presa de la misma fiebre que muchos otros lugares del mundo. Sin
embargo, ése fue uno de los factores que contribuyeron a
la formación demográfica y económica de
nuestros territorios australes. Y en esa suma de estrellas, la de
Popper ocupa un lugar privilegiado. Arnoldo Canclini, uno de los
autores que más ha trabajado el pasado fueguino, es
miembro correspondiente por Tierra del Fuego de la Academia
Nacional de la Historia. Su abundante producción de una veintena de libros sobre
la zona ha sido declarada de interés provincial y,
él mismo, es Ciudadano Destacado de Ushuaia. Entre sus
obras se pueden mencionar «Los indios del Cabo de
Hornos», «Así nació Ushuaia»,
«Los indios del último confín» y una
serie de biografías fueguinas" (3).

Notas

1. Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires,
Sudamericana, 1991, pp. 322-3.

2. Canclini, Arnaldo: Julio Popper, quijote del oro
fueguino. Buenos Aires, Emecé, 1993. 190 pps.

3. S/F: en www.ssl.adgrafix.com, 1999.

Rusos

Sobre la vida y la obra del artista ruso Stephan Erzia,
escribió Ignacio Gutiérrez Zaldívar. En su
libro Erzia, leemos: "En el mes de abril de 1927 Stephan Erzia,
con 50 años de edad, llegó a la Argentina. El
Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear, que lo
conoció y admiró en París facilitó su
entrada al país. Así lo expresó el artista
en una carta dirigida al Ministro de Educación de Rusia, en mayo
de ese mismo año: ‘Acá en Buenos Aires, me
recibieron muy bien, tienen gran interés por el arte ruso.
Quiero hacer acá una gran exposición
que se abrirá a principios de
junio. Los críticos de arte me ofrecieron un muy buen
lugar para la exposición en forma gratuita y hasta el
Presidente de la República aceptó estar en la
inauguración. Nosotros llegamos primero a Montevideo, sin
tener la visa para entrar en la Argentina, pero la prensa nos dio
tanta atención que recibimos muchas invitaciones’
".

"Erzia, pensaba quedarse aquí una corta
temporada, pero finalmente se radicó por 23 años…
Aquí descubrió, al poco tiempo de llegar, la
madera que se
convirtió en su material predilecto para sus esculturas:
el quebracho, que venía desde el Chaco para ser utilizado
como combustible de las cocinas y calderas
porteñas; madera que por su dureza fue bautizada por los
ingleses como ‘hulla roja’. Dijo el artista en una
nota publicada en la revista ‘Aquí
está’, en abril de 1938: ‘Adiviné al
instante las posibilidades que ofrecía para la escultura.
La variación de sus coloraciones, rojo, negro, blanco, dan
a las figuras un encanto especial…’ ".

El afirmó, en otra oportunidad: ‘Pero yo
soy buen ruso y buen argentino. Y quiero a este país que
me ha dado su hospitalidad y me ha brindado el material
más hermoso que pude obtener para mi trabajo’ "
(1).

En Tío Borís: un héroe olvidado de
la Guerra Civil Española, biografía de un
descendiente de rusos nacido en la Argentina, Graciela Mochkofsky
se refiere a sus antepasados José y Moisés
Mochkofsky: "El primer Mochkofsky que llegó a la
Argentina, José, un judío ruso nacido en
Ekaterinovka (así lo certifica su partida de
defunción; nadie recuerda ya si el dato es correcto), era
mecánico. Uno de los últimos inventos de su
vejez fue una
aguja de coser que se enhebraba fácilmente. Moisés,
hijo de José, nacido, según sus papeles, en Slenin,
provincia de Grodne, Rusia, aprendió ebanistería en
el colegio de carpintería de la Casa Real de Inglaterra, donde
vivió en los primeros años del siglo XX, antes de
emigrar a la Argentina con sus padres. Montó su
carpintería en los fondos de su casa de la calle Santa
Rosa 465, en el centro de Córdoba. (…) Renunció
al ruso y al idish; hablaba castellano como un cordobés de
nacimiento. Con la lengua,
también renunció al judaísmo"
(2).

"Tío Borís cuenta el extraordinario
rescate de un personaje perdido en el tiempo. Enterada de la
existencia de un tío abuelo, cuyo recuerdo había
permanecido oculto en su familia por décadas, la narradora
emprende su búsqueda a través de memorias que
se borran, documentos que se
desvanecen, y una cultura del secreto que permanece viva casi un
siglo después. El libro indaga en un conflicto
central de la era moderna: las dimensiones perdidas de la
política y la guerra, pero también en las historias
que nos circundan cotidianamente. Una mirada aguda,
irónica, tierna sobre el valor de
la memoria y
el olvido, y un vibrante alegato sobre la naturaleza,
trágica y conmovedora, del heroísmo"
(3).

En El camarada Carlos, Alicia Dujovne Ortiz cuenta la
historia de su padre, hijo de rusos afincados en Entre
Ríos (4).

Notas

1. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: Erzia.
Buenos Aires, Zurbarán Editores, 2003.

2. Mochkofsky, Graciela: Tío Borís: un
héroe olvidado de la Guerra Civil Española. Buenos
Aires, Sudamericana, 2006. 272 pp.

3. en www.editorialsudamericana.com.ar

4. Dujovne Ortiz, Alicia: El camarada Carlos. Aguilar
Taurus Alfaguara, 2007. 416 páginas.

Turcos

En Mis dos abuelas. 100 años de historias, Nora
Ayala relata que su abuela criolla, que vivía en Misiones,
tenía prejuicios contra los extranjeros. "Nosotros no
vinimos a matarnos el hambre como los gringos
–decía-, estuvimos siempre acá". La venta de la casa
del Tata proporciona otra evidencia de su actitud; la vivienda
"fue comprada por una familia turca, aunque Gerónima
hubiera preferido que no cayera en manos extranjeras, pero ellos
fueron los que pagaron y no había nada que hacer". Se
rumoreaba que los compradores habían encontrado
allí un cofre con monedas de oro; escuchemos a la criolla:
"Teniendo en cuenta que los turcos que habían llegado al
país poco tiempo antes, si bien eran gente trabajadora y
honesta (a pesar de ser extranjeros) no podían tener
dinero como para hacer semejante inversión, el rumor tenía visos de
realidad" (1).

"El criollaje vio invadido su escenario. Esa gringada,
que se pensó iría a poblar el desierto, se
concentró en la urbe y cubrió todos los puestos de
trabajo. Hasta los policías eran extranjeros"
(2).

Hugo Chumbita relata que Elías Farache, un
policía turco, hostigaba al gringo Vairoleto, hijo de
piamonteses. "Entre los milicos abundaban estos turcos, que en
realidad eran árabes, o hijos de, famosos por lo
bravos"(3).

Notas

1. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. 100 años de
historias. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996.

2. Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: op.
cit.

3. Chumbita, Hugo: Ultima frontera. Vairoleto: Vida y
leyenda de un bandolero. Buenos Aires, Planeta, 1999.

Ucranios

Graciela Mochkofsky es la autora de Timerman. El
periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999)
(1).

El periodista, "creador de las revistas Primera Plana y
Confirmado y del diario La Opinión, torturado por la
última dictadura,
aspiraba a entrar en la historia como un héroe del
periodismo y
de los derechos humanos.
Este es, por eso, el libro que no quería que se
escribiera. Revela sus conexiones con el poder militar; su
participación en el derrocamiento de un presidente; su
adhesión original a las dictaduras de Onganía y
Videla, su ambición por ser un factor decisivo en la
estructura de
poder. Pero también da cuenta de su increíble
talento; de su papel en la renovacion del periodismo nacional; de
la envidia que despertó en sus colegas, así como de
la inspiración que significó para más de una
generación".

"Mochkofsky dedicó más de cinco
años a esta investigación. Realizó
centenares de entrevistas en
la Argentina, los Estados Unidos,
España
e Israel y
consultó cientos de documentos reservados del Departamento
de Estado norteamericano, de la CIA y el FBI. El resultado no es
tan sólo el relato de una vida, que de por sí
ameritaba biografiarse, sino la primera tentativa de presentar
una auténtica historia de la prensa argentina
contemporánea y de sus vínculos con el poder"
(2).

Notas

1 Mochkofsky, Graciela: Timerman. El periodista que
quiso ser parte del poder (1923-1999). Buenos Aires,
Sudamericana, 2003. 552 pp. (Biografías y
testimonios)

2 S/F: información de prensa.

Varios

Nora Ayala relata que su abuela criolla, que
vivía en Misiones, tenía prejuicios contra los
extranjeros. "Nosotros no vinimos a matarnos el hambre como los
gringos –decía-, estuvimos siempre acá"
(1).

Notas

1. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. 100 años de
historias. Buenos Aires, Vinciguerra, 1997.

….

Las biografías son testimonios de los que nos
valemos cuando queremos conocer la historia de la
inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos
la evocación de vidas llenas de coraje y
nostalgia.

Apéndice

INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA HASTA
1810

María Esther Vázquez se refiere, en
Victoria Ocampo (1), al remoto origen gallego de la directora de
Sur: "Legendariamente, se supone que los Ocampo descienden de un
paje de Isabel la Católica, nacido en Galicia, que fue uno
de los primeros habitantes de la isla de Santo Domingo. En
realidad, don Manuel José de Ocampo, tatarabuelo de
Victoria, llegó del Perú en los últimos
años del siglo XVIII".

Ignacio M. Costa es el autor de Monseñor Leopoldo
Buteler. Primer Obispo de la Diócesis de la Villa de la
Concepción de Río Cuarto (2).

Notas

1. Vázquez, María Esther: Victoria Ocampo.
Buenos Aires, Planeta, 1991. 239 páginas.(Colección
Mujeres Argentinas, dirigida por Félix Luna). Foto de
tapa: Man Ray, 1930. Investigación y edición
fotográfica: Marisel Flores, Graciela García Romero
Felicitas Luna. Reproducciones: Filiberto Mugnani.

2. Costa, Ignacio M.: Monseñor Leopoldo Buteler.
Primer Obispo de la Diócesis de la Villa de la
Concepción de Río Cuarto. Río Cuarto,
Fundación ICALA Intercambio Cultural
Alemán-Latinoamericano, 2004.

Memorias y
autobiografías

1. Introducción

2. Daneses

3. Escoceses

4. Españoles

5. Estadounidenses

6. Franceses

7. Galeses

8. Holandeses

9. Ingleses

10. Irlandeses

11. Italianos

12. Polacos

13. Portugueses

14. Rusos

15. Suizos

16. Turcos

17. Ucranios

18. Varios

Introducción

"Las historias de las literaturas de las diferentes
lenguas acumulan una cantidad nada despreciable de libros de
memorias; como si cada intelectual más o menos ilustre
hubiera querido dejar testimonio de sí mismo y de su
época", afirma María Esther Vázquez. Y
agrega "gracias a esa literatura se va haciendo la
historia" .

A criterio de la periodista, "Nadie definió mejor
el libro de memorias que Conrado Nalé Roxlo: ‘Todo
libro de memorias es un espejo de Narciso, de un Narciso ya
envejecido. Y todos los hombres, aún aquellos defendidos
por el humorismo, llegan a ser con el tiempo su propio padre, y
con más tiempo, su propio abuelo; y es con ojos
húmedos de tierno amor que atenúan los siempre un
poco duros rayos de la crítica, como ven al niño
lejano que fueron, al adolescente añorado y al joven que
aún creen ser" (1).

Entrevistada por María Esther Vázquez, la
historiadora María Sáenz Quesada afirmó:
"Los libros de memorias me encantan porque por ellos es posible
entrar en el pasado y reconstruirlo. Nada más
difícil que reconstruir el clima de una
época. En la Argentina existen pocos libros de memorias"
(2).

De la experiencia de la inmigración surgieron
muchos libros. Algunos autores eligieron la ficción para
expresarse; otros, en cambio,
prefirieron las memorias y las autobiografías.

¿Cuál es la diferencia entre memoria y
autobiografía? A criterio de Ricardo Clark, "no tienen
estos términos un límite preciso y se supone que la
diferencia podría estar en la calidad del relato.
Así ‘memorias’ serian el recuerdo de un
momento en particular en la vida del personaje y
autobiografía un trabajo mas profundo, donde supuestamente
‘se cuenta todo’ " (3).

En este trabajo me refiero a algunas de las obras que
dan a conocer aspectos de la inmigración en la Argentina,
entre 1810 y 1960.

Daneses

En 1844, llegó a la Argentina el danés
Juan Fugl, pionero que se estableció en Tandil cuando los
indios habitaban la región. En sus Memorias,
"relató que después del sitio indígena de
Tandil en el mes de noviembre de 1855, ‘Al fin de cuentas, los
soldados que llegaron no habían resultado mucho mejor que
los salvajes, pues en las casas abandonadas que encontraron,
robaron todo lo que pudieron y les fuera útil’
".

Acerca del juez de paz, manifiesta en esos escritos: "En
el fondo de su alma sentía odio a los extranjeros y al
creciente agro en la zona de Tandil, tanto porque él,
familiares y amigos tenían tierras y grandes estancias
lindantes, y se sentían molestos por las leyes que los
obligaban a pagar los daños causados por animales en las
tierras sembradas, y ahora protegidas. También porque
repartía tierras entre criollos o nativos, en general muy
simples y sin ningún ánimo de mejorar, no a
extranjeros que aunque vivían pobres, con su trabajo y
amistoso relacionamiento, pronto formaban un capital y
vivían holgadamente" (1).

El dinamarqués Andreas Madsen es el autor de La
Patagonia vieja. María Sonia Cristoff señala que
"Para Andreas Madsen, como para W. H. Hudson, la
combinación de aves y
postración derivó en escritura sobre el territorio
patagónico: mientras el segundo asegura que no hubiese
escrito sus Días de ocio en la Patagonia si el tiro que
recibió en una rodilla no le hubiera impedido continuar el
estudio de los hábitos migratorios por el cual
había ido hasta Río Negro, Madsen dice que se le
ocurrió por primera vez la idea de escribir sus relatos
cuando a él –que había domado una cantidad
considerable de caballos salvajes y matado a otra cantidad de
pumas- la persecución malograda de una gallina que se
resistía a entrar al gallinero lo dejó todo un
invierno inmovilizado en una cama. Hasta ahí las
coincidencias. Luego, sus obras se diferencian claramente: lo que
para Hudson fue parte de un proyecto literario, para Madsen fue
una manera de dejar testimonio de sus años como pionero en
la Patagonia, más específicamente en la
región de Lago Viedma".

"Dentro de su producción figuran tres
volúmenes de poemas, un
libro sobre la caza de pumas, el proyecto de otro sobre la
capacidad de razonar de los animales y la que es su obra
emblemática, La Patagonia vieja, editada por primera vez
en 1948 por El Ateneo y reeditada en 1998 por Zagier y Urruty.
Esta misma editorial, que desde el último enero
agregó a su catálogo esta colección de
textos inéditos en castellano sobre la Patagonia, publica
ahora Relatos nuevos de la Patagonia vieja, una
recopilación hecha por Martín Alejandro Adair de
las cartas privadas y de los artículos que Madsen
publicó en distintos medios".

"Madsen llegó a la Argentina como marinero
buscavidas y a la Patagonia como parte de la Comisión de
Límites
que lideraba Francisco Moreno. Fue después el primero en
asentarse en la zona del Lago Viedma y uno de los pocos
pequeños propietarios que resistieron a las ofertas
tentadoras –seguidas de estrategias
amenazantes- de las grandes compañías que empezaron
a adquirir enormes extensiones estratégicas de la
Patagonia a partir de la primera mitad del siglo XX. Fue
también uno de los propietarios de tierras que, durante
los levantamientos obreros de 1921, logró acuerdos de no
agresión mutua con los huelguistas, basados
fundamentalmente en el
conocimiento y en el respeto previo que se tenían.
Volvió a Dinamarca únicamente para buscar a la
novia de la infancia y
defendió su decisión de radicarse en la Patagonia a
pesar de las oportunidades que le ofrecían en otros
lugares, con una epifanía de tinte darwiniano: ‘los
desiertos campos patagónicos me llamaban con voz
irresistible. La Patagonia, con sus tormentas de arena sobre las
pampa desiertas en verano, y con el frío y la nieve en
invierno, donde pasé tres inviernos con el mínimo
de alimentación… y seis meses sin ver
persona
alguna, completamente solo entre los Andes. La mayoría
dirá que no es gran cosa para extrañar; pero
así es la naturaleza
humana. A mí esa soledad me llamaba’
".

"Todo eso está en Relatos nuevos de la Patagonia
vieja, libro que puede leerse como el relato paradigmático
del pionero –allí están las remembranzas de
un pasado duro, la consignación de los esfuerzos por
adaptarse, del apego al territorio que los recibe y de su
contribución a él- e incluso como una
postulación de que el pionero es el eslabón que la
Patagonia necesitaba para dejar de ser la tierra maldita que
habían asentado los relatos de los primeros exploradores y
convertirse en una tierra de paz. Los relatos de Madsen tienen,
entonces, una hipótesis, y también gracia
narrativa: dos méritos ausentes en muchas otras memorias"
(2).

Notas

1. Fugl, Juan: Memorias, citado por Lynch, John: Masacre
en las pampas. La matanza de inmigrantes en Tandil, 1872. Buenos
Aires, Emecé, 2001.

2. Cristoff, María Sonia: "Los surcos de un
pionero", en La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de
2003.

Escoceses

Cuando niña, María Rosa Oliver escuchaba a
las institutrices inmigrantes. A criterio de María Rosa
Lojo, muestra susceptibilidad "ante otros personajes que se
consideraban superiores –étnica y culturalmente- a
los argentinos, aunque se encontraran muy por debajo de ellos en
la escala de la
sociedad. No perdía una palabra de las charlas que
mantenía Lizzie, su niñera escocesa, con sus
colegas british que servían en casas de las afueras, a las
que iban de visita y donde tomaban el té de las cinco con
scons calientes y sándwiches de berro. Nunca faltaban, en
aquellas sesiones, las críticas a los, y sobre todo las
natives: mujeres descuidadas y haraganas, que malcriaban a sus
hijos y no se tomaban el trabajo de aprender a preparar un buen
té a la inglesa" (2).

Notas

1. Lojo, María Rosa: "Cuando la plenitud nace de
la carencia", en La Nación, Buenos Aires, 31 de agosto de
2003.

Españoles

Andaluces

José María Torres, nacido en Málaga
en 1823, falleció en Entre Ríos en 1895. En
Juvenilia, Miguel Cané lo evoca con gratitud: "En cuanto a
mí, creo haber contribuido no poco a hacerle la vida
amarga, y le pido humildemente perdón, porque sin su
energía perseverante, no habría concluido mis
estudios, y sabe Dios si el ser inútil que bajo mi nombre
se agita en el mundo no hubiera sido algo peor" (1).

Asturianos

Niní Marshall, hija de asturianos,
escribió sus memorias. Afirma Fernando Noy: "Previsora,
para disipar dudas sobre sus procesiones por los laberintos de la
memoria, ella nos legó, acicateada por su amigo y
representante Lino Patalano, la invalorable Autobiografía
donde emerge, con astucia de autora consumada y en una
sesión de magia interminable, tan verosímil y viva
como siempre, quizás de un modo inconciente desdiciendo
aquella frase-consigna en uno de sus libretos radiales:
‘Déjenos contarle algo, déale. Si no va a
parecer una mujer demasiado misteriosa, de esas que salen al
cine y
después les agarra la mamesia al cerebro’. Y
si era necesaria mucha ‘propicacia’ para hacerlo,
sospecho que sólo quiso recompensarnos con estas
páginas a modo de despedida" (2).

Cántabros

Al igual que muchos de nuestros escritores, Baldomero
Fernández Moreno evocó sus años de infancia,
una edad escindida, en su caso particular, entre dos tierras,
Argentina y España. En el prólogo a sus memorias,
que llevan por título La patria desconocida, el escritor
se refiere a la relación de las mismas con sus dos
patrias, y deslinda la incidencia que España y la
Argentina tienen en ellas: "Son páginas, pues,
españolas por el recuerdo que las informa, argentinas por
la mano que las trazó. Por eso este libro cobra un sentido
vernáculo, americano. Y todo aquello en medio del suspirar
por mi patria, por curiosidad, por exotismo, por poesía
naciente, y, lo que es lo cierto, por indefinible amor hacia
ella" (3).

En esa obra, recuerda a sus padres, llegados de la
península y afincados en nuestro país, donde
disfrutaron al principio de una holgada posición
económica. Describe la transformación que se
operó en su padre, y afirma que la misma fue completa: "de
muchacho aldeano a rico y conspicuo miembro de una colectividad,
fundador de clubes y protector de hospitales". Cuenta asimismo la
emigración de sus abuelos maternos

Baldomero Fernández, próspero emigrante,
regresa a España junto con los suyos, con intención
de quedarse definitivamente. Poco habría de durar la
estadía en la tierra natal. Siete años más
tarde, los Fernández Moreno se encontraban de vuelta en
Buenos Aires, confrontando la realidad con la fantasía
forjada por el niño.

Gallegos

En Juvenilia, Miguel Cané se refiere a
inmigrantes de ese origen: "Recuerdo una revolución
que pretendimos hacer contra don José M. Torres,
vicerrector entonces y de quien más adelante
hablaré, porque le debo mucho. La encabezábamos un
joven Adolfo Calle, de Mendoza, y yo. Al salir de la mesa
lanzamos gritos sediciosos contra la mala comida y la
tiranía da Torres (¡las escapadas habían
concluido!) y otros motivos de queja análogos. Torres me
hizo ordenar que me le presentara, y como el tribuno
francés, a quien plagiaba inconscientemente,
contesté que sólo cedería a la fuerza de las
bayonetas. Un celador y dos robustos gallegos de la cocina se
presentaron a prenderme, pero hubieron de retirarse con
pérdida, porque mis compañeros, excitados, me
cubrieron con sus cuerpos, haciendo descender sobre aquellos
infelices una espesa nube de trompadas. El celador, que, como
Jerjes, había presenciado el combate de lo alto de un
banco,
corrió a comunicar a Torres, plagiando el a su vez a
Lafayette en su respuesta al conde de Artois, que aquello no era
ni un motín vulgar, ni una sedición, sino pura y
simplemente una revolución" (4).

En sus Memorias, Lucio V. Mansilla describe las
condiciones en las que los gallegos realizaban el viaje hacia
América: "De España, en general del Ferrol, de La
Coruña, de Vigo sobre todo, sí llegaban muchos
barcos de vela, rebosando de trabajadores, aprensados como
sardinas (…) En cierto sentido eran como cargamento de
esclavos" (5).

Luis Varela, octavo de catorce hijos, recuerda en De
Galicia a Buenos Aires: "En aquella época las familias
gallegas eran casi todas así de numerosas, y como nuestros
padres sólo nos enseñaban a labrar las tierras y
luego, de mayores, no alcanzaban las tierras para todos, era
habitual mandar a algunos para el convento, otros para curas, uno
se quedaba en la casa con los padres y los demás
veníamos para América. Muchas veces yo le
reproché a mi padre por tener tantos hijos, porque
habiendo nacido en la casa de un gran labrador, nos dejó a
todos en la ruina. Y él me contestaba que si tuviera tres
o cuatro, yo no hubiera nacido y la mejor riqueza sería no
tener que luchar con un truhán como yo" (6).

Gladys Onega escribió Cuando el tiempo era otro.
Una historia de infancia en la pampa gringa (7). Su historia se
inicia en Acebal, provincia de Santa Fe, donde nace en 1930, y
continúa en Rosario, ciudad a la que se mudan en 1939. Sus
primeros años transcurren en el seno de una familia
integrada por un gallego esforzado y ahorrativo, una criolla y
tres hijos. Junto a ellos encontramos la familia de la casa da
pena –los gallegos que quedaron en su tierra-, los
parientes gallegos que emigraron y los parientes criollos de la
madre, y los inmigrantes –en su mayoría italianos-
que viven en el pueblo.

En "Mínima autobiografía de la exiliada
hija", María Rosa Lojo se refiere a su vida como hija de
un gallego y una madrileña exiliados en la Argentina.
Sobre su padre, exiliado gallego, escribe: "Dejaba negocios
equivocados y proyectos irrealizables. Dejaba también
(aunque de eso me enteré después de su muerte: era
un hombre pudoroso) una cierta reputación juvenil de
‘mala cabeza’, y de playboy coruñés,
que fascinaba a las muchachitas y escandalizaba a sus madres.
Dejaba una España que para sus ojos había
retrocedido siglos en el tiempo, donde no cabía la
dimensión de su deseo. El futuro estaba afuera.
Había resuelto que en las nuevas tierras haría otra
cosa, y sería, casi, otra persona" (8).

Mito Sela evoca, en Babilonia chica, a un inmigrante
pintoresco: "Creo que su nombre era Fermín o Félix
o Fernández. O algo parecido. No queda ya nadie que pueda
proporcionarme la información. Era gallego, viudo, con una
hija fea y petisa como el padre, cuya función
principal era servirle mate mientras él cortaba el pelo a
un cliente. Recuerdo
al peluquero no sólo porque era muy feo y su cara arrugada
que daba miedo, sino por el hedor del cigarro que siempre,
siempre estaba en su boca y las bocanadas de humo que
despedía y yo recibía en plena cara. Mis recuerdos,
la verdad sea dicha, se basan más en el olfato que en la
persona" (9).

Vascos

Miguel Cané relata que los estudiantes
encontraban diversas distracciones en la quinta de Colegiales;
una de ellas, vinculada a unos inmigrantes. "En la Chacarita
estudiábamos poco, como era natural; podíamos leer
novelas libremente, dormir la siesta, salir en busca de
camuatís y sobre todo, organizar con una estrategia
científica, las expediciones contra los
‘vascos’ ". (…) Los ‘vascos’ eran
nuestros vecinos hacia el norte, precisamente en la
dirección en que los dominios colegiales eran más
limitados. Separaba las jurisdicciones respectivas un ancho foso,
siempre lleno de agua, y de
bordes cubiertos de una espesa planta baja y bravía.
Pasada la zanja, se extendía un alfalfar de una media
cuadra de ancho, pintorescamente manchado por dos o tres
pequeñas parvas de pasto seco. Más allá
(…) en pasmosa abundancia, crecían las sandías,
robustas, enormes, (…) allí doraba el sol esos melones
de origen exótico (…) No tenían rivales en la
comarca, y es de esperar que nuestra autoridad sea
reconocida en esa materia. Las
excursiones a otras chacras nos habían siempre producido
desengaños, la nostalgia de la fruta de los ’vascos
nos perseguía a todo momento, y jamás vibró
en oído
humano en sentido menos figurado, el famoso verso de Garcilaso de
la Vega" (10).

Carlos Ibarguren describe, en La historia que he vivido,
el Buenos Aires de su infancia, en la década de 1880. En
ese entonces, "en los barrios residenciales veíanse de
mañana a los lecheros, casi todos vascos, que llevaban en
los costados de su cabalgadura sus clásicos tarros de
latón, o a los que arriando algunas vacas con sus mamones,
al son tintineante de un cencerro, ofrecían leche
recién ordeñada" (11).

En El merodeador enmascarado, Carlos Gorostiza "nos
habla de su infancia en el barrio de Palermo, junto a sus padres
vascos y un hermano mayor. No eran ricos pero disfrutaban de una
situación que les permitió en 1926 realizar un
viaje por la tierra de los ancestros" (12).

En Anécdotas y vivencias de mi buena y larga
vida, relata Norberto Brodsky: "En 1934, mi padre es avisado por
su amigo el Jefe de Policía Don Martín
Zabalzagaray, que un simpatizante del nazismo estaba preparando
en el campo con vino y asado una horda de gauchos alzados para un
asalto en Villaguay, donde atacarían a los judíos.
Don Martín le informa que con sus ocho milicos no
podría hacer nada para detener a una manga de mamaos
llevados por la nariz. Le insiste que viaje de inmediato a
Paraná y recomendado por él al jefe del regimiento,
traiga un destacamento del ejército para frenar ese
desastre. Ya habían pintado cruces svásticas en las
casas judías. (…) Papá regresó a Villaguay
con el regimiento y ya se había corrido la voz de esta
llegada, por lo que el petit pogrom felizmente abortó
()".

Sin mención de origen

En sus memorias, escribe Adolfo Bioy Casares:

"Joaquín, el portero de casa, era un español
acriollado, un muchacho de Buenos Aires. Se peinaba para
atrás, con gomina, tenía buenas camisas, le
gustaban las mujeres. Una mañana, cuando yo miraba la
vidriera de una juguetería, Joaquín me
dijo:

– Ya sos un hombre. No te interesan los juguetes. Te
interesan las mujeres.

Para presentármelas, me llevó a la
sección vermouth, a las seis y media de la tarde, de un
teatro de
revistas. Probablemente influido por la vidriera anterior,
recuerdo ese primer escenario, con las bataclanas alineadas, como
una vidriera deslumbrante. Fuimos a teatros de revistas casi
todas las tardes. Mi madre se enteró. Dejó ver su
disgusto, pero nos perdonó, sin por eso dejar de
reprocharnos el ocultamiento" ().

Raúl G. Fernández Otero escribió
Ausencias, presencias y sueños (13), autobiografía
en la que evoca su infancia en un barrio porteño,
allá por el 30. El rememorar sucesos de su vida personal lo
obliga a describir la época en que transcurren y el modo
de vida de esos tiempos que -en la pluma de Fernández
Otero- parece mucho más humano que el agitado vivir del
presente. Los padres y el hermano españoles, los vecinos,
los carnavales,
las anécdotas que pueblan toda historia a lo largo de una
dilatada existencia, son la materia de la primera parte del
libro.

Notas

1. Cane, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL,
1980.

2. Noy, Fernando: "A los ‘pieses’ de la
Marshall", en Clarín, Buenos Aires, 24 de mayo de
2003.

3. Fernández Moreno, Baldomero: La patria
desconocida.

4. Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL,
1980.

5. Mansilla, Lucio V.: Mis memorias

6. Varela, Luis: De Galicia a Buenos Aires
–Así es el cuento-. Buenos Aires, el autor,
1996.

7. Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires,
Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).

8. Onega; Gladys: Cuando el tiempo era otro. Una
historia de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grijalbo
Mondadori, 1999.

9. Lojo, María Rosa: "Mínima
autobiografía de una ‘exiliada hija’ ", en
Sitio Al Margen Revista Digital. Noviembre de 2002.

10. Cané, Miguel: Juvenilia. Capítulo.
Buenos Aires, CEAL, 1980.

11. Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos
Aires, Dictio, 1977.

12. Requeni, Antonio: "El teatro, la escritura, lo
vivido", en La Nación, Buenos Aires, 5 de diciembre de
2004.

13. Bioy Casares, Adolfo: Memorias. Buenos Aires,
Tusquets Editores, 1994.

14. Fernández Otero, Raúl G.: Ausencias,
presencias y sueños. Buenos Aires, Ediciones Tu Llave,
2000.

Estadounidenses

Guillermo Enrique Hudson escribió Allá
lejos y hace tiempo, obra en la que expresa "No tuve nunca la
intención de hacer una autobiografía. Desde que
empecé a escribir, en mi madurez, he relatado de tiempo en
tiempo algunos incidentes de la infancia, contenidos en varios
capítulos de El naturalista del Plata, de Pájaros y
hombres, de Aventuras entre los pájaros y de otras obras,
así como también en artículos de revistas.
Tal material lo habría conservado si me hubiese propuesto
hacer un libro como éste. Cuando, en los últimos
años, mis amigos me preguntaban por qué no
escribía la historia de mi niñez en las pampas, les
respondía siempre que ya había relatado, en los
libros antes mencionados, todo lo que valía la pena de
contarse. Y realmente así lo creía, pues, cuando
una persona trata de recordar enteramente su infancia, se
encuentra con que no le es posible. Le pasa como a quien,
colocado en una altura para observar el panorama que le rodea, en
un día de espesas nubes y sombras, divisa a la distancia,
aquí o allá, alguna figura que surge en el
paisaje-colina, bosque, torre o cúspide acariciada y
reconocible, merced a un transitorio rayo de sol, mientras lo
demás queda en la obscuridad" (1).

Jennie E. Howard nació en Boston, Estados Unidos,
en 1844 y falleció en Buenos Aires en 1933. "Llegó
al país en 1883, junto con las maestras contratadas por
Clara Armstrong para dirigir las Escuelas Normales de
niñas a pedido de Julio A. Roca. Tras organizar la Escuela
Normal de Niñas de Corrientes, realizó la misma
tarea en la ciudad de Córdoba y en San Nicolás,
provincia de Buenos Aires, donde permaneció hasta 1903. En
1931, publicó un libro de memorias en inglés, que
en 1951 fue vertido al castellano con el título de En
otros años y climas distantes" (2).

Notas

1. Hudson, Guillermo Enrique: Allá lejos y hace
tiempo. Edición Libre del Parque Ecológico Cultural
Guillermo E. Hudson Febrero 2001 Corregida por: Prof. Pamela
Salinas Editada por: Lic. Carlos Sawicki- Cap. (1- A
–21**/22) Autorizada por la Municipalidad De la Ciudad de
Quilmes. Derechos de
autor cedidos al Parque E.C.G.E. Hudson Prof. R. A. Ravera
Director. En www.fotoescape.com.ar.

2. Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico
de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.

Franceses

Amadeo Jacques nació en París en 1813 y
falleció en Buenos Aires en 1865. "En Francia,
estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela
Normal de París; dictó clases en Amiens y Versalles
y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en Letras en La
Sorbona. Poco después se graduó como Licenciado en
Ciencias
Naturales en la Universidad de París. Luego de ejercer
la docencia en otras instituciones
francesas, en 1852 se trasladó a Montevideo, Uruguay, y
más tarde se estableció en Entre Ríos, donde
se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. En 1858
fue nombrado director del Colegio de San Miguel de
Tucumán, donde desarrolló una obra renovadora de
los sistemas
pedagógicos. En 1860 se dedicó al periodismo,
publicando proyectos de reglamentos sobre instrucción
pública en diarios de la provincia de Tucumán. Por
ofrecimiento del vicepresidente de la República, Marcos
Paz, fue director y, años más tarde, rector del
Colegio Nacional de Buenos Aires. En esa función
transformó la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas
cientificistas que provenían de Europa y planeó
la
educación primaria, secundaria y universitaria. Fue un
renovador de la enseñanza en la Argentina" (1).

Miguel Cané nos ha dejado en Juvenilia (2)
testimonio de su admiración por Jacques. A las figuras del
grotesco enfermero italiano y los temibles quinteros vascos,
contrapone la grandiosidad del profesor,
símbolo de la inmigración anhelada por los hombres
del 80.

Alfredo Cossón nació en París en
1820 y falleció en Buenos Aires en 1881 (3). Cané
relata el recuerdo que un condiscípulo tiene de Cosson
(4).

En esa época –afirma Carlos Ibarguren en La
historia que he vivido- aparecían millonarios que pocos
años antes habían llegado al país sin un
centavo en el bolsillo o con muy poco capital. Era el caso de
Carlos Casado del Alisal, español; de Pedro Luro, vasco
francés; de Ramón Santamarina, vasco
español; de Eduardo Casey, irlandés, propietarios
todos ellos de enormes extensiones de campo; o de Nicolás
Mihanovich, dálmata, que empezó como botero y ya
era dueño de varias empresas de
transporte
fluvial, algunas con sede en Londres; o de Antonio De Voto,
italiano, fundador de un barrio en Buenos Aires, al igual que
Rafael Calzada, español, o de Francisco Soldati, italiano
y muchísimos más cuyos apellidos hoy figuran en los
rangos de la más alta sociedad" (5).

"El 24 de septiembre de 1940, en ocasión de
cumplir los ochenta años, el Sr. Bernardo Lalanne
hacía conocer sus memorias de primitivo poblador de
nuestra zona (6).

En su autobiografía, titulada Con pasión.
Recuerdos de un coleccionista (7), afirma Jorge Helft: "No tengo
la pretensión de contar, siquiera mínimamente,
la Segunda Guerra
Mundial. De alguna manera todo parece haber sido dicho. Pero
una pregunta suele venirme una y otra vez a la cabeza.
¿Qué fue la guerra, en verdad, para los niños,
al menos para los niños como Bichou y yo, hijos de dos
padres que habían conseguido escapar al infierno de Europa
y se desvivían por ahorrarnos, tanto como pudieran, su
sufrimiento y angustia? ¿De qué modo flotaba,
silenciosa, por así decirlo, en las entrelíneas de
nuestras vidas? ¿De qué modo, igualmente callado y
misterioso, perdura en la memoria, y nos influye hoy, que somos
todos viejos? ¿Y pasó esa memoria de nosotros los
niños, a nuestros hijos y nietos?" (8).

Notas

1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina.
Buenos Aires, Clarín, 2002.

2 Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL,
1980.

3 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina.
Buenos Aires, Clarín, 2002.

4 Cané, Miguel: op. cit.

5 Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos
Aires, Biblioteca Dictio, 1977.

6 Lalanne, Bernardo: fragmento del texto publicado en
"MEMORIAS Sección dedicada a los antiguos pobladores que
dejaron escritos sus recuerdos", en Archivo Histórico
Alberto y Fernando Valverde, Municipalidad de Olavarría,
Secretaría de Gobierno, Año 1997, Revista
N°3.

7 Helft, Jorge: Con pasión. Recuerdos de un
coleccionista. Buenos Aires, Ediciones de la Flor,
2007.

8 Helft, Jorge: fragmento incluido en La Nación
Revista, 22 de julio de 2007.

Galeses

Eluned Morgan nació en alta mar en 1869. "Hija de
un colono galés, organizador del primer grupo que
llegó a la Patagonia en 1865, se crió en el valle y
fue enviada a Europa para completar sus estudios y dedicarse a la
enseñanza en Chubut. Creó escuelas para
niñas en Trelew y Gaiman. Posteriormente tuvo a su cargo
el
periódico Y Drafod, fundado por su padre y aún
existente. Comenzó a mostrar sus aptitudes literarias en
la composición de Eistedffod, piezas literarias de la
tradición galesa, a partir de 1891. Publicó cuatro
libros: Algas marinas, En tierra y mar, Los hijos del sol y Hacia
los Andes, los tres primeros escritos en galés y el
último en castellano, escrito originalmente en
galés. Falleció en 1938" (1).

Escribe Ema Wolf, a partir de una investigación
de Cristina Patriarca: "Una figura relevante de la comunidad fue
Eluned Morgan. La hija menor de Lewis Jones llegó a cursar
estudios en Londres y tuvo un lugar destacado en la vida cultural
de los galeses en la Patagonia. Fue maestra y redactora del
periódico I Dravod, ‘El
Mentor’. Las fotos viejas
muestran a una muchacha rolliza, de facciones apacibles, tocando
el arpa en pose clásica. Muy anciana ya, de vuelta en su
tierra natal, escribió sus memorias. Con una prosa
entusiasta pintó su vida de adolescente en el Chubut y en
particular un viaje que hizo desde la costa al Valle Encantado de
la cordillera para llevar telas, azúcar,
té, carne salada y herramientas a los setenta colonos que
apenas un año antes se habían instalado
allí" (2).

Notas

1. Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico
de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.

2. Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran
inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.

Holandeses

"En mayo de 1889, el vapor Leerdam trajo a los primeros
inmigrantes holandeses a la Argentina. En este barco
llegó, a los 10 años, Diego Zijlstra, quien en su
libro, Cual ovejas sin pastor, recuerda su llegada: ‘Desde
el vapor hasta la costa tuvimos que navegar en lancha y carro
unos diez kilómetros soplando un viento de invierno que
nos penetraba hasta la médula de los huesos. Ya
estábamos en la tercera semana de junio… Verano en el
hemisferio Norte. Pero invierno aquí… Engarrotados de
frío y medio hambrientos pisamos por fin tierra argentina.
Desde Buenos Aires, y previo paso por el Hotel de Inmigrantes, un grupo llegó
en tren hasta Tres Arroyos, mientras que otros se instalaron en
Cascallares, en la llamada Colonia del Castillo" (1).

Notas

1. S/F: "Historia de pioneros", en Clarín, Buenos
Aires, 2 de febrero de 2002.

Ingleses

En su Autobiografía, Jorge Luis Borges
recuerda a su abuela inglesa: "Frances Haslam era una gran
lectora. Cuando ya había pasado los ochenta, la gente le
decía, para ser amable con ella, que ya no había
escritores como Dickens y Thackeray. Mi abuela contestaba:
‘ Sin embargo, yo prefiero a Arnold Bennett, Galsworth y
Wells’ " (1).

Notas

1. Borges, Jorge Luis: Autobiografía, citado en
Hadis, Martín: LITERATOS Y EXCÉNTRICOS Los
ancestros ingleses de Jorge Luis Borges. Buenos Aires,
Sudamericana, 2006.

Irlandeses

Maggie Pool es la autora de Where the devil lost his
poncho (1) obra en la que evoca el medio siglo que transcurre a
partir de su llegada a la Argentina, "no bien terminada la
guerra, como modesta secretaria de un organismo británico,
casi con lo puesto y con sólo doce libras esterlinas, que
era la máxima cantidad de dinero que se permitía
sacar de Inglaterra en aquel momento de crisis".

En la nueva tierra, Pool "queda deslumbrada por la
riqueza que ve en Buenos Aires, por el tamaño de los bifes
y los postres de un simple restaurant, donde se come lo que
ninguna familia inglesa veía desde hacía
años".

"Nada disminuye su amor por la segunda patria. Con los
años se traslada a vivir a Bariloche y, por fin, al valle
de El Bolsón. La Patagonia la atrapó y parece ser
su punto de residencia definitiva en su larga vida iniciada
–allá lejos y hace tiempo pero al revés que
Hudson- en Irlanda y Escocia. ‘Aquí está el
paraíso’, resume sobre el final. Lo transmite con la
certidumbre de quien ha sabido ver mucho más allá
de las vicisitudes de la vida cotidiana" (2).

Notas

1. Pool, Maggie: Where the devil lost his poncho.
Edimburgo, The Pentland Press, 1997.

2. Sopeña, Germán: "Tierra lejana", en La
Nación, Buenos Aires, 13 de julio de 1997.

Italianos

Friulanos

Juan Faccioli, pionero friulano, fue uno de los
"integrantes de aquella primera migración
que dejaron testimonios escritos": "Según Faccioli, al
llegar al Hotel de Inmigrantes se enteraron de que estaban
destinados al Territorio Nacional del Chaco, donde les
darían tierras que estaban habitadas por
aborígenes. Algunos huyeron del Hotel de Inmigrantes, pero
luego de vagar sin conseguir trabajo ni comida volvieron y
aceptaron llegar a Reconquista y, desde allí, a una
colonia que se formaría al otro lado del arroyo El Rey"
(1).

Ligurinos

María Esther Podestá es la autora de Desde
ya y sin interrupciones, obra en la que destaca que, de los
Podestá actores, el único que debe ser considerado
argentino por derecho de suelo es su
abuelo, Jerónimo Bartolomé. Los demás
nacieron en Montevideo, adonde había marchado la pareja de
inmigrantes ligurinos, atemorizada por el rumor de un
degüello de gringos durante la época rosista: "La
familia permaneció en Montevideo desde 1851 –dice la
actriz-, allí nacieron mi tío-abuelo Pedro, Juan
José (Pepe), Juan Vicente, Graciana, Antonio Domingo, y
Cecilio Pablo, quien artísticamente suprimiría su
primer nombre" (2).

Lombardos

Martina Gusberti es la autora de El laúd y la
guerra (3), obra en la que evoca un viaje a Italia que realiza
junto a su padre y su marido, en 1982. No era esa la primera vez
que el inmigrante regresaba a su tierra; él dice:
"¡Qué bello volver a Italia, visitar los lugares en
los que luché durante la primera guerra
mundial, recorrerlos paso a paso, ver cómo
estará hoy…!".

La hija, nacida como él en esa tierra, se
pregunta acerca de la
motivación que impulsa con tanta fuerza al padre; se
cuestiona "ese afán por volver al pasado, no sé si
para fijarlo en el hoy o sólo para retroceder a él.
Quizás, ganas de detener el tiempo que se le
escurría entre las canas; o de no morir, sin mimetizarse
definitivamente con el paisaje".

Trentino

En Mendoza, Alcides Bianchi y sus amigos jugaban a la
pelota: "En el barrio teníamos dos ‘canchas’
para jugar a la pelota –recuerda-. Una estaba ubicada al
fondo de la quinta de papá, sobre la calle Civit y la otra
al lado de la carnicería de Don Molinuevo, a media cuadra
de casa, sobre la Cmte. Torres. Teníamos fijada una hora
para hacer los partidos en las tardes, cuando ya habíamos
hecho los deberes de la escuela. Allí nos
juntábamos los chicos del barrio, de distintas edades,
formando los dos equipos y generalmente a los más
pequeños nos tocaba ser arqueros" (4).

Sin mención de origen

En Juvenilia, Miguel Cané –cuyo nombre se
recuerda vinculado con la Ley de Residencia- evoca al enfermero
que trabajaba en el Colegio Nacional de Buenos Aires: "Era
italiano y su aspecto hacía imposible un cálculo
aproximativo de su edad. Podía tener treinta años,
pero nada impedía elevar la cifra a veinte unidades
más. Fue siempre para nosotros una grave cuestión
decir si era gordo o flaco. (…) Empezaba su individuo por
una mata de pelo formidable que nos traía a la idea la
confusa y entremezclada vegetación de los bosques primitivos del
Paraguay, de
que habla Azara; veíamos su frente, estrecha y deprimida,
en raras ocasiones y a largos intervalos, como suele entreverse
el vago fondo del mar, cuando una ola violenta absorbe en un
instante un enorme caudal de agua para levantarlo en espacio. Las
cejas formaban un cuerpo unido y compacto con las pestañas
ralas y gruesas como si hubieran sido afeitadas desde la
infancia. La palabra mejilla era un ser de razón para el
infeliz, que estoy seguro
jamás conoció aquella sección de su cara,
oculta bajo una barba, cuyo tupido, florescencia y frutos nos
traía a la memoria un ombú frondoso".

"El cuerpo, como he dicho, era enjuto; pero un vientre
enorme despertaba compasión hacia las débiles
piernas por las que se hacía conducir sin piedad. El
equilibrio se
conservaba gracias a la previsión materna que lo
había dotado de dos andenes de ferrocarril, a guisa de
pies, cuyo envoltorio, a no dudarlo, consumía un cuero de
baqueta entero. Un día, nos confió en un momento de
abandono, que nunca encontraba alpargatas hechas y que las que
obtenía, fabricadas a medida, excedían siempre los
precios
corrientes".

Recuerda el personal castellano del enfermero:
"Debía haber servido en la legión italiana durante
el sitio de Montevideo o haber vivido en comunidad con
algún soldado de Garibaldi en aquellos tiempos, porque en
la época en que fue portero, cuando le tocaba despertar a
domicilio, por algún corte inesperado de la cuerda de la
campana, entraba siempre en nuestros cuartos cantando a voz en
cuello, con el aire de una diana
militar, este verso (!) que tengo grabado en la memoria de una
manera inseparable a su pronunciación especial:
Levántasi, muchachi,/ que la cuatro sun/ e lo federali/
sun vení a Cordun. Perdió el gorjeo matinal a
consecuencia de un reto del señor Torres que,
haciéndole parar el pelo, le puso a una pulgada de la
puerta de calle".

Sobre sus aptitudes para el trabajo, afirma: "Como
prototipo de torpeza, nunca he encontrado un spécimen
más completo que nuestro enfermero. Su escasa cantidad de
sesos se petrificaba con la presencia del doctor, a quien
había tomado un miedo feroz y de cuya conciencia
médica hablaba pestes en sus ratos de confidencia"
(5).

En sus Memorias, escribe Lucio V. Mansilla: "Este San
Pío era italiano, casado, muy bonachón y
cariñoso. Sus quesos de Goya, y particularmente sus
chorizos, allí a la vista, tenían fama(…) No
sabía leer ni escribir, ni hablaba italiano, ni
español, ni genovés, ni dialecto itálico
alguno, sino una media lengua suya propia; y a fuerza de
oírse llamar San Pío por sobrenombre, llegó
a olvidarse de su verdadero patronímico. (…) Una vez,
teniendo que prestar declaración con motivo de un
bochinche, le preguntó a la mujer: – Che,
¿cómo me llamo yo? – San Pío – No, le nombre
de Italia – ¡Ah!, está en el baúl
(quería decir en el pasaporte)" (6).

En conjunto

En sus Memorias, Lucio V. Mansilla escribe: "El italiano
no había comenzado aún su éxodo de
inmigrante" (8).

Notas

1 S/F: "Friulanos sobre el Paraná", en La
Nación Revista, Buenos Aires, 29 de julio de
2001.

2 Podestá, María Esther: Desde ya y sin
interrupciones. Buenos Aires, Corregidor, 1985.

3 Gusberti, Martina: El laúd y la guerra. Buenos
Aires, Vinciguerra, 1996.

4 Bianchi, Alcides J.: Aquellos tiempos… Buenos Aires,
Marymar, 1989.

5 Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL,
1980.

6 Mansilla, Lucio V.: Mis memorias, citado en
www.oniescuelas.edu.ar.

7 Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos
Aires, Biblioteca Dictio, 1977.

8 Mansilla, Lucio V.: Mis memorias

Polacos

El 21 de agosto de 1939, el escritor Witold Gombrowicz
desembarcó en Buenos Aires; había sido invitado a
la travesía inaugural del transatlántico Chorbry.
El estallido de la segunda guerra
mundial y la invasión de Polonia por las tropas
alemanas lo obligaron a desterrarse; fue así como un corto
viaje se transformó en un exilio de más de veinte
años.

Durante esos años, Gombrowicz vivió la
difícil experiencia de integrarse a un país nuevo,
que suscitaba en él juicios personalísimos
referidos a diversos aspectos de su cultura. El extranjero nos
observaba y surgía la inevitable comparación con la
tierra que había abandonado; de esa comparación,
algunas veces salíamos beneficiados, otras no. Alrededor
de 1960, Radio Europa
Libre le encargó que ofreciera una serie de charlas
destinadas a sus compatriotas; Peregrinaciones argentinas (1)
recoge aquellas referidas a nuestro país y a su realidad
política y económica, así como
también a sus bellezas naturales.

A nuestro criterio, son tres los temas que pueden
considerarse fundamentales en estas charlas. En primer lugar, la
confrontación entre polacos y argentinos; algunos rasgos
nuestros desconciertan al autor, ya que no logra entenderlos.
Sobre la forma de encarar las dificultades, afirma: "Todas esas
noticias me habrían aterrorizado de verdad si las hubiese
leído en un periódico europeo, pero desde
aquí todos esos sobresaltos toman un aire exótico,
como si no se refiriesen a la Argentina, sino precisamente a
Europa u otro continente lejano. Los paisajes de nuestra
nación despertaron también la admiración del
escritor; para dar una idea más clara de cuanto describe a
sus oyentes polacos, habla de los ríos y los lugares
argentinos comparándolos con aquellos que los
radioescuchas conocen directamente. Por último, cinco
capítulos se ocupan del existencialismo, al que Gombrowicz analiza en
Polonia y en América.

Con la amenidad típica de una exposición
destinada a un público amplio y distante, las charlas del
autor de Ferdydurke plantean importantes cuestiones para pensar,
en un mundo convulsionado por sus contrastes y sus confusas
ambiciones.

En Postales
Imaginarias/2. Nuevos viajes alrededor de la Tierra antes de
Internet, Ricardo
Feierstein no refleja sólo la historia de sus mayores,
sino asimismo la suya propia y la de quienes lo rodean, a
través de una diversificada gama de recursos
estilísticos.

Encontramos aquí al autobiógrafo, que se
refiere con nostalgia y ternura a Villa Pueyrredón, barrio
al que llama -en una dedicatoria a Humberto Costantini- la
"patria común" de ambos. En una visión
retrospectiva, que se inicia en 1957 y se cierra en 1945,
recuerda su adolescencia y
su infancia –así, de acuerdo al recurso temporal
elegido-, en las que tienen incidencia el despertar sexual, la
familia, las raíces que llegan en la forma de viejos
discos encontrados fortuitamente…

El autor aparece también en el episodio acaecido
en Córdoba, en 1963, en el que a una provocación
antisemita le sucede un insulto, luego una puñalada; en
fin, la historia de siempre, aunque cambien los personajes.
Cuenta en "Primera sangre":
"teníamos un poco de miedo, pro mezclado con sorpresa, esa
sorpresa producida por algo inesperado, uno de esos hechos que
escapan a la rutina y desconciertan; no entendíamos por
qué gritaron "heil Hitler" cuando
pasaron marchando con paso rígido por el camino,
vociferaron una, dos, tres veces, cerca de nuestro grupo que
conversaba y cantaba sentado en el césped. Y nos
levantamos de un salto, porque esas voces recordaban una noche
turbulenta, ancianos y niños marchando arracimados,
aterrorizados; viejos rabinos con expresión de horror,
fuego, sangre, una horrible pesadilla que habían contado
nuestros mayores y que guiñaba sus ojos en las
películas" (2).

Felipe Fistemberg Adler relata en sus memorias que, en
Moisés Ville, provincia de Santa Fe, "Cuando llegaban las
fiestas patrias, el pueblo se vestía de gala, las ventanas
lucían banderas azules y blancas y a la plaza San
Martín, en el centro del poblado, concurría toda la
población luciendo la escarapela y manifestando con
orgullo su agradecimiento a la nueva patria. Por ser uno de los
más altos, y seguramente porque mamá me almidonaba
para la ocasión el guardapolvo, ya en los grados
superiores las maestras me elegían abanderado, y escoltado
por otros niños caminando entre aplausos y cálidas
sonrisas nos dirigíamos a la plaza. Las autoridades y los
directores de todas las instituciones pronunciaban emotivos
discursos. Se
cerraba el acto con un esperado reparto de golosinas entre los
chicos. Con premura, nos despojábamos de los guardapolvos
y corríamos al bosque de eucaliptos frente a la
administración de la J.C.A. para ver y participar de
la fiesta popular que premiaba a los ganadores, con ponchos,
frazadas, camisas, camisetas o pantalones" (3).

Notas

1. Gombrowicz, Witold: Peregrinaciones argentinas.
Madrid,
Alianza Tres, 1987.

2. Feierstein, Ricardo: Postales imaginarias/2. Nuevos
viajes alrededor de la Tierra antes de Internet. Buenos Aires,
Acervo Cultural, 2003.

3. Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville
Recuerdos de un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005.
112 pp. (Testimonios).

 

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