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Antología inmigrante argentina (página 12)



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Portugueses

En sus memorias de
infancia,
Alcides J. Bianchi recuerda al heladero portugués que
vendía en Mendoza: "el portugués
‘Lurdeos’, cuyo sobrenombre provenía de su
forma de expresarse al ofrecer los helados, con la típica
ruleta de la suerte, donde uno pagaba cinco centavos, y
tenía el derecho a dos tiros de ella. -¡Chicos!, a
probar suerte, van a sacar tantus heladus como lurdeos
míos –y levantando su rústica mano derecha
mostraba sus dedos en pantalla" (1).

Notas

1. Bianchi, Alcides J.: Aquellos tiempos… Buenos Aires,
Maymar, 1989.

Rusos

Marcos Alpersohn fue pionero en la colonia Mauricio, en
la provincia de Buenos Aires, y primer cronista de un
asentamiento judío en la Argentina. "Dejó escrito
su interesante testimonio sobre la llegada al país, en
1891", en el que manifiesta: "el vapor alemán Tioko me
trajo a Buenos Aires de Hamburgo, junto con otros trescientos
inmigrantes, después de una travesía de treinta y
dos días. Aún antes de que el barco entrara en el
puerto, al divisar desde lejos la ciudad envuelta por palmeras,
nos sentimos dominados por la alegría. Las madres
levantaban en alto a sus pequeñuelos, diciéndoles
jubilosamente: -Miren, chicos; ahí está el
paraíso, la tierra
bella y verde que el bondadoso Barón de Hirsch ha comprado
para vosotros" (1). Días después advertirían
que la realidad poco tenía que ver con sus
expectativas.

En sus memorias, el pampista Mauricio Chajchir relata
que en 1891 "se abrió el comité del Barón de
Hirsch. Fue una salvación para los judíos
y empezó el registro de las
familias. Aceptaban solamente familias con hijos varones. Los que
no los tenían, se daban maña. Hacían
inscribir a un soltero como hijo y la cosa marchaba". Cuando
llegaron fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes: "No sé de
dónde surgió la versión que los cocineros y
el personal eran
judíos españoles y por consiguiente todo era
kosher. Y ¡ah! Por primera vez durante todo el viaje, todo
el pasaje disfrutó de una buena cena. Al día
siguiente una comisión de mujeres fue a investigar a la
cocina para ver si salaban la carne y se encontraron con una
cabeza de cerdo sobre la mesa. Volvieron amargadas y tratando de
vomitar lo que habían comido la noche anterior"
(2).

Entre los inmigrantes que arribaron a nuestro
país llegó Alberto Gerchunoff, de origen ruso,
nacido en Tulchin, Vinnitsa, en 1883, quien se estableció
con su familia en una
colonia de Villaguay, Entre Ríos, después de que el
padre fuera asesinado en Moisés Ville, Santa Fe. "En
aquellos años ya distantes –recuerda en su
"Autobiografía" (3), escrita en 1914-, los judíos
no emigraban, y la tentativa de colonización del
Barón Hirsch iluminaba a los israelitas de Tulchin, como
la esperanza mesiánica del retorno al reino de Israel".

En sus páginas autobiográficas, se
describe a sí mismo vestido a la usanza de la nueva
tierra: "como
todos los mozos de la colonia, tenía yo aspecto de gaucho.
Vestía amplia bombacha, chambergo aludo y bota con espuela
sonante. Del borrén de mi silla pendía el lazo de
luciente argolla y en mi cintura, junto al cuchillo, colgaban las
boleadoras".

Benedicto Caplán escribe: "El gran cambio en las
costumbres de los judíos ortodoxos se produjo cuando la
segunda generación en el país, o sea la de mi
padre. Así como los de la primera generación todos
llevaban largas barbas, salvo algunos elegantes que se las
recortaban en punta, los de la segunda generación se
afeitaron casi sin excepción, cambiaron sus hábitos
alimentarios, adoptando los de los gauchos. La
religión
se siguió practicando en las grandes fiestas. Aparecieron
los primeros gauchos verdaderos: bombachas anchas en lugar de
pantalones, faja con tiradores y facón, asados, mate y
carreras cuadreras. En la generación tercera, o sea la
mía, este tipo humano pintoresco se multiplicó en
todas las colonias" (4).

A sus padres evoca Etel Chromoy, hija de rusos que
inmigraron a la Argentina: "La pasión de mi madre por los
ideales de la
Ilustración, y la seguridad sin
fisuras de mi padre por los Ideales de la Emancipación,
hicieron de mi infancia un torrente de alegrías y
descubrimientos. Yo vivía en un tiempo
inexistente y pertenecía a un fascinante pueblo
sobreviviente, que depositaba su confianza en palabras escritas
miles de años atrás. Mi fortaleza y mi seguridad se
nutrían en 2000 años a.e.c. y 2000 años
e.c." (5).

En Babilonia chica, escribe Mito Sela:
"Crecí y me desarrollé en un barrio fuera de la
Capital, ya
provincia, sólo cruzando la Av. Gral. Paz. Este barrio
–otro mundo- reunía en sus calles fábricas y
galpones de la industria
textil, que funcionaban sin descanso 24 horas diarias durante
seis días a la semana. Junto a la industria se
desarrolló un proletariado textil, formado por italianos,
españoles y judíos, fervientes sindicalistas, que
en su mayoría se identificaban con los distintos matices
de la izquierda hasta la llegada del peronismo"
(6).

En Mi Colonia Rusa, escribe Iaacov Kaspin: "La Colonia
Rusa de Río Negro cumplía sus veinte años,
cuando nací como último nieto de los principales
colaboradores en la fundación de la Colonia: Itzjak Locev
y Natan Kaspin.

Mi infancia, con compañeros de mi edad, me traen
hermosos recuerdos: bañándonos en el canal de riego
o paseando por caminos de tierra, cercados de altas alamedas, en
noches de luna, con nuestras amigas … dichosos de nuestro
mundo, convencidos que no hay otro. La rutina del colegio,
sinagoga, familia, me llenaba de dicha"(7).

Notas

1. Alpersohn, Marcos: Memorias de un colono argentino,
en Judaica N° 50. Tomado de Senkman, Leonardo: La
colonización judía. Buenos Aires, CEAL,
1984.

2. Chajchir, Mauricio: "Viaje al país de la
esperanza. Relato de un viajero del Pampa", en La Opinión,
Buenos Aires, 8 de agosto de 1976, reproducido en
Asociación de Genealogía Judía de Argentina,
Toldot #8. Noviembre de 1998.

3. Gerchunoff, Alberto: "Autobiografía", en
Feierstein, Ricardo (selecc. y prólogo): Alberto
Gerchunoff, judío y argentino. Buenos Aires, Milá
2001.

4. Caplan shalom www.lavaca.org

5. Chromoy, Etel: Un barco azul y blanco. Buenos Aires,
Milá, 2006. 300 pp. (Imaginaria)

6. Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires,
Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).

7. Kaspin, Iaacov: Mi colonia rusa, por Iaacov Kaspin.
Buenos Aires: Mila, 2006.

Suizos

"El 26 de octubre del año 1855 –escribe
Roberto Zehnder- abandonamos Basilea, adonde hemos llegado antes
del mediodía en omnibus. (N. Del A. Probablemente sea
algún tipo de diligencia que lo llevaba desde su pueblo de
origen hasta una ciudad importante como lo es Basilea), y nos
alojamos en una hostería de nombre "El Buey colorado".
(…) La mitad de los pasajeros del "Lord Ranglan" fue trasladado
en un barco a vapor chico a Santa Fé y alojados al norte
de la ciudad; mientras la otra mitad abandonaba el puerto de
Buenos Aires tres días antes de nosotros y llegaron al
puerto de Santa Fé al mismo minuto para anclar. En el
barco se encontraron Guillermo Hübeli, Ricardo Buffet,
Buchard Griboldi, como viajeros del "Lord Reglan" (N. Del A.:
Lord Raglan)" (1).

Notas

1. Zehnder, Roberto: "Anotaciones durante mi inmigración, de Suiza a la República
Argentina, por Roberto Zehnder, colonizador", en
hugozingerling[arroba]educ.ar.

Turcos

Matilde Bensignor es la autora de De miel y milagros
(Evocaciones Sefardíes) (1) "un libro que
habla de la familia
sefardí y reflexiona sobre los valores
que hoy, todavía perduran en nuestra cultura
judeo-cristiana". Auspician la edición
la Embajada de Israel, la Secretaría de Cultura del
Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Centro de Investigación y Difusión de la
Cultura Sefardí.

Notas

1. Bensignor, Matilde: De miel y milagros (Evocaciones
Sefardíes). Buenos Aires, Editorial Milá, AMIA,
2004.

Ucranios

María Arcuschín escribió De Ucrania
a Basavilbaso (1) obra en la que rinde homenaje a sus antepasados
y a quienes llegaron a América
en busca de un futuro mejor, al tiempo que narra su propia vida
en el seno de la colectividad judía entrerriana. Recuerda
los relatos familiares sobre la razón que los llevó
a emigrar: los antepasados ""Fueron casa por casa, puerta por
puerta alertando sobre el peligro del próximo pogrom y la
urgencia de partir hacia América en busca de libertad y de
paz". En la obra se observa la incidencia del momento
histórico y el ámbito geográfico en los
personajes; la presencia de la autora en el texto; la
religión y la educación,
el trabajo y
las diversiones, como así también las reiteradas
agresiones que sufrieron los judíos de esa provincia, y
las consecuencias que trajeron a la autora y su
familia.

Rosalía de Flichman escribió Rojos y
blancos. Ucrania (2). En esta obra en evoca su infancia, en la
que la amargura era una realidad cotidiana. Las persecuciones, la
revolución, la guerra civil,
las violaciones y los asesinatos –a los que se suman las
inundaciones y el tifus- son el cuadro con el que Rosalía
debe enfrentarse a muy corta edad: "Los blancos están en
la ciudad, persiguen sin cesar a los judíos. Matan a los
hombres, se apoderan de las mujeres jóvenes y hasta de las
niñas. Estoy cansada de tanto horror. Y los cambios
continúan. Hoy los blancos, mañana los rojos. Como
somos despreciables burgueses, estos invaden la casa y nos
reducen a dos habitaciones. El hambre se hace sentir, duele".
Agobiada por la tristeza, la niña piensa en el padre, al
que no ve desde hace años. Después de muchos
trámites, emigran para reencontrarse con él. Por
fin, llegan a Mendoza. Ha comenzado para Rosalía "una
larga vida en la Argentina, una vida plena y feliz".

En su libro de memorias, titulado Ultima carta de
Moscú (3), Abrasha Rotemberg relata que, después de
siete años, se reencontró con su padre, que
trabajaba como "cuenténik", "clásica
ocupación de los inmigrantes judíos, que
consistía en la venta callejera a
crédito
de todo tipo de prendas. ‘Yo descubrí muchos
años después que esa generación de
inmigrantes pobres y analfabetos resultó una de gigantes,
que supo enfrentar una vida sumamente dura y difícil. No
había otra alternativa que sobrevivir y ellos lo
hicieron’, dijo Rotemberg" (4).

Notas

1. Arcuschín, María: De Ucrania a
Basavilbaso. Buenos Aires, Marymar, 1986.

2. Flichmann, Rosalía de : Rojos y blancos.
Ucrania. Buenos Aires, Per Abbat, 1987.

3. Rotenberg, Abrasha: Ultima carta de Moscú.
Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

4. Gutman, Daniel: "Relato de una vida, de la
Unión Soviética al diario ‘La
Opinión’ ", en Clarín, Buenos Aires, 6 de
abril de 2004.

Varios

En sus Memorias, Lucio V. Mansilla escribe: "El italiano
no había comenzado aún su éxodo de
inmigrante. De España, en
general del Ferrol, de La Coruña, de Vigo sobre todo,
sí llegaban muchos barcos de vela, rebosando de
trabajadores, aprensados como sardinas (…) En cierto sentido
eran como cargamento de esclavos" (1).

Gladys Onega escribió Cuando el tiempo era otro.
Una historia de
infancia en la pampa gringa (2), convencida de que "todos tenemos
derecho a escribir nuestra historia" (3).

Su historia se inicia en Acebal, provincia de Santa Fe,
donde nace en 1930, y continúa en Rosario, ciudad a la que
se mudan en 1939. Sus primeros años transcurren en el seno
de una familia integrada por un gallego tan esforzado y
ahorrativo como autoritario; una criolla apasionada por la hija
mayor, la lectura y
la costura; y dos hermanos, que acaparan la atención que la pequeña
reclamará para sí. Junto a ellos encontramos la
familia de la casa da pena –los gallegos que quedaron en su
tierra-, los parientes gallegos que emigraron y los parientes
criollos de la madre, y los inmigrantes –en su
mayoría italianos- que viven en el pueblo.

En un viaje por Santa Fe, Onega y su padre ven a "los
expulsados de la tierra": "vimos un carrito del que tiraban una
mujer y un
hombre, cada
uno de su vara; en ese carrito pequeño y angosto llevaban
su casa. Allí habían cargado los muebles, los
hierros de labranza, un baúl, atados de ropa y
todavía cabía una cama donde unos chicos y la nona
se amontonaban y se tapaban del sol con la colcha blanca de
algodón
ahora ennegrecido, que había formado parte del ajuar
europeo y que tantas veces había visto en las casa de
chacareros, atada por sus cuatro puntas al respaldo y a la
piesera de hierro de la
cama. Debajo de ese toldo trataban de salvarse del terrible
castigo del sol y del bochorno de la tarde con el aire que
debía soplar por los costados libres. Detrás del
carrito venían unos muchachos que empujaban aliviando el
esfuerzo de sus padres".

En "Mínima autobiografía de la exiliada
hija" (4), trabajo que
integrará un volumen sobre el
exilio español
republicano de 1939, a publicar por la Universidad de
Lérida, María Rosa Lojo se refiere a su vida como
hija de un gallego y una madrileña exiliados en la
Argentina. Sobre la alimentación en la
nueva tierra, escribe: "También los sabores, los gozos de
la comida, se conformaron y se acuñaron fuera de los
hábitos de la cocina argentina moderna. Para mí
eran absolutamente familiares los pulpos y los langostinos, los
calamares, los camarones y mejillones ajenos a los hábitos
de las pampas, y que más bien horrorizaban con sus valvas,
sus tintas y sus viscosos tentáculos a la mayoría
de mis compañeras de escuela. En
cambio, durante la infancia y adolescencia
consideré como elementos exóticos las pastas y la
pizza –‘clásicos’ para un recetario
argentino, definido por su neta hibridez
ítalo-criolla-".

En Babilonia chica, escribe Mito Sela: "Crecí y
me desarrollé en un barrio fuera de la Capital, ya
provincia, sólo cruzando la Av. Gral. Paz. Este barrio
–otro mundo- reunía en sus calles fábricas y
galpones de la industria textil, que funcionaban sin descanso 24
horas diarias durante seis días a la semana. Junto a la
industria se desarrolló un proletariado textil, formado
por italianos, españoles y judíos, fervientes
sindicalistas, que en su mayoría se identificaban con los
distintos matices de la izquierda hasta la llegada del peronismo"
(5).

Notas

1 Mansilla, Lucio V.: Mis memorias

2 Onega, Gladys: Cuando el tiempo era otro. Una historia
de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori,
1999.

3 Duche, Walter: "Todos tenemos derecho a escribir
nuestra historia", en La Prensa, Buenos
Aires, 18 de julio de 1999.

4 Lojo, María Rosa: "Mínima
autobiografía de una ‘exiliada hija’ ", en
Sitio Al Margen Revista
Digital. Noviembre de 2002.

5 Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires,
Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).

…..

Las memorias y autobiografías son testimonios de
los que nos valemos cuando queremos conocer la historia de la
inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos
la evocación de vidas llenas de coraje y nostalgia. Y la
conciencia del
autor de pertenecer a una tierra, y haber elegido otra a la que
ama con la misma intensidad.

Cartas

1. Introducción

2. Italianos

3. Españoles

4. Ingleses

5. Irlandeses

6. Franceses

7. Alemanes

8. Suizos

9. Austríacos

10. Daneses

11. Estadounidenses

12. Notas

1- Introducción

En este trabajo me ocupo de algunas de las cartas que los
inmigrantes –reales o de ficción- enviaron a sus
parientes y amigos.

En ellas les contaban sus alegrías y sus
desventuras en la nueva tierra; hablaban de sus necesidades y
logros, pedían, comparaban las costumbres argentinas con
las que traían de sus países origen,
transmitían la nostalgia que los
acompañaba.

He encontrado cartas escritas en circunstancias
atípicas, como las que Severino Di Giovanni envía a
Josefa Scarfó, y la que Butch Cassidy, escribe a sus
amigos, desde Chubut.

Entre los temas abordados no falta la relación
con los indígenas, como se puede observar en las cartas
del padre Donati y de los lectores de The Standard, y en la del
gallego al que da vida Aurora Alonso de Rocha.

Incluyo, asimismo, la carta que un
inmigrante envía al periódico
El Obrero, en la que da cuenta del engaño y los malos
tratos de los que es víctima. Esa misiva se envía
con el propósito de alertar a los compatriotas acerca de
las falsedades que encierran las promesas que se les
hacen.

Muchas de estas cartas han sido escritas en castellano;
otras, en la lengua del
país de origen o en otras lenguas. En algunas encontramos
un castellano con errores gramaticales y sintácticos,
mechado de términos extranjeros, que demuestra las
dificultades de los gringos para manejarse en el idioma del
país al que habían elegido, o la escasa
instrucción de quienes ya hablaban ese idioma.

Otra forma de testimoniar la vida en la Argentina era el
envío de fotografías. Se enviaban, para ocasiones
especiales, postales con
retratos familiares, editadas por los estudios de fotografía. "Hoy, los coleccionistas
aún las encuentran circulando en mercados de
Italia y
España con sellos argentinos: habrían sido enviadas
por familiares que emigraron al país" (1).

Sobre las fotos que le
tomaron en su infancia, escribe Jorge Fernández
Díaz: "Todas estas fotos viajaban a España dentro
de las cartas que mamá le escribía con orgullo a
María del Escalón. Mi abuela, con prosa esculpida,
respondía en la conciencia declarada de que ella no
tenía perdón y de que se debía reparar la
historia" (2).

Mauricio Kartun, en "El siglo disfrazado", se refiere a
las fotos que se enviaban a los países de origen, para
mostrar el bienestar de los hijos de los inmigrantes
(3).

También se enviaban cartas cuando un inmigrante
moría. En la muestra "Buenos
Aires 1910, Memoria del
Porvenir", llamaba poderosamente la atención la imagen de una
familia vestida de negro, reunida alrededor de un hombre que
llevaba un traje, sentado en una silla como lo habría
hecho en tantas otras oportunidades. Hasta aquí no se
advierte nada asombroso, pero ¿qué pensará
el lector si se entera de ese hombre estaba muerto y ése
era su velorio? Alguien del público me dijo que la foto se
tomaba habitualmente, para mandarla al páis de origen y
demostrar que el familiar había muerto en la nueva tierra.
El guía corroboró minutos después esa
información" (4).

2- Italianos

En La gran inmigración (5), de Ema Wolf y
Cristina Patriarca, se reproducen algunas "Cartas de
recién venidos". Son las siguientes:

"De Vittorio Petrei, en Jesús María
(1878):

"Nosotros estamos seguros de ganar
dinero y no
hay que tener miedo a dejar la polenta que aquí se come
buena carne, buen pan y buenas palomas. Los señorones de
allá decían que en América se encuentran
bestias feroces: las bestias están en Italia y son esos
señores".

"De Luigi Basso, en Rosario (1878)":

"He pensado en marcharme a Montevideo, y si no hay
trabajo me voy al Brasil, que
allí hay más trabajo y al menos tienen buena
moneda, no como aquí, en la Argentina, que el billete
siempre pierde más del veinte (por ciento) y no se ve ni
oro ni
plata".

"De Girolamo Bonesso, en Colonia Esperanza
(1888)":

"Aquí, del más rico al más pobre,
todos viven de carne, pan y minestra todos los días, y los
días de fiesta todos beben alegremente y hasta el
más pobre tiene cincuenta liras en el bolsillo. Nadie se
descubre delante de los ricos y se puede hablar con cualquiera.
Son muy afables y repetuosos, y tienen mejor corazón
que ciertos canallas de Italia. A mi parecer, es bueno
emigrar".

En "Las fronteras históricas del legalismo",
Mariano Gutierrez reproduce una carta, fechada en Villa Merced en
septiembre de 1879, en la que el fraile Donati "le
advertía a su compañero de las trampas en que el
gobierno pretendía hacer caer a los indios".

Donati escribe al M.R.P. Moysés
Alavez:

"Mi querido padre Prefecto: Recibí la apreciable
de V.P.M.R. fecha 28 de presente. Con respecto á Ramón,
consideratis considerandis, nosotros me parece que no
debríamos más que aconsejarle á que se
reduciese entre Cristianos á una vida civil para que
despues consiguiésemos su conversión. Por ahora no
usan otros términos que se entendiese con los Gefes o con
el Gobierno, en cuanto á las propuestas que se hiciesen
que después no se hubiesen de cumplir caeriamos en su
desgracia. Según la carta de V.P. me confirmo siempre
más que los actuales gobernantes no quieren reducciones,
pero si la sumisión de los indios por medio de
dispersiones de ellos. En una palabra reducirlos en un estado como se
halla en los tiempos presentes la nación
hebrea que no forma población reunida. Es de dura necesidad
mostrarse indiferente con ello, que haga expontáneamente
lo que les parezca mejor. Por el contrario se nos
sublevaría si viniesen con propuestas que probablemente no
serán fielmente realizadas. Me buscan que vaya para hablar
ellos conmigo, por que gracias a Dios me creen; pero yo no tengo
datos seguros
que el futuro Presidente quiera favorecer á nosotros y
á los indios. Ygnoro los proyectos de
él y las instrucciones que tienen los Gefes. Yvanoski me
ha comunicado que Sarmiento no quería pagarle este
último trimestre. Es más fácil evitar el
pantano que salir caído en el. Muéstrese neutral
con Ramón dígale que se entienda con el Coronel
Roca. Me es doloroso usar estos términos (…).
también V.P. tenga la advertencia de reflexionar bien
sobre el racionamiento de Nicolás, no sea que este pobre
caiga en la red como han quedado
estampados aquí una cuadrilla de cautivos que comenzaron
á racionarles con el título de Vaqueanos prestando
servicios. A
poco á poco, de vez en cuando los mandaban a descubrir el
campo, en seguidos que estuviesen vestidos de paisanos reunidos
en tal Fortín, la conclusión fue que ahora
están gobernados por un oficial como militares veteranos.
Nicolás debería pensarlo bien y determinar si
él mismo quiere carne de la Patria. Se me han desaparecido
un par de botas; Marquito me asegura que las ha visto en mi celda
puede ser que alguno de los Padres las haya ocupado para ir a
cazar; me parecía que no estuviesen allí;
pregunté de ellas, son botas casi nuevas. Entró el
Padre Luis, algo ha de haber sucedido. En lo que tengo encargado
que no me dejen la llave a nadie. Saludo con toda la
expansión de mi corazón á los
compañeros, en particular á V.P. Fray Marcos
Donati" (6).

Una noticia publicada en el diario Clarín, el 27
de julio de 1999 (7),anticipaba que un día después,
Josefa América Scarfó recibiría de manos del
ministro Carlos Corach las cartas que Severino Di Giovanni le
escribiera sesenta y ocho años atrás.

Transcribimos parcialmente esa
información:

"El 30 de enero de 1931 –señala el
matutino-, en una requisa, los policías dieron vuelta la
quinta Ana María, en Burzaco, donde Scarfó
alcanzó a convivir con Di Giovanni sólo diez meses.
Se llevaron desde panfletos que exhortaban a la
‘insurrección de la clase
obrera’ hasta las cartas de amor del
anarquista".

"Desde entonces, hasta hace quince días, cuando
fueron entregadas al Ministerio del Interior, las cartas
dormían en Museo de la Policía Federal".

" ‘Antes de morir quiero tener las cartas de amor
y poder
apretarlas contra mi pecho’, le dijo América
Scarfó, hace unos seis años, al escritor y
periodista Osvaldo Bayer, quien ayer habló con
Clarín desde Alemania".

"Fue precisamente a través de Bayer que la mujer se
enteró de que aquellas cartas –la mayoría
escrita en italiano, algunas en francés- no habían
sido destruidas. En Severino Di Giovanni, el idealista de la
violencia,
escrito entre 1968 y 1970, Bayer reprodujo las
cartas".

"Bayer acude a las cartas para definir ese amor.
‘Hablaban de un amor que podríamos calificar de
puro, profundo, pero casi sin referencias de tipo carnal o
sexual’. Para Bayer, estos escritos destilan la moral
anarquista de Di Giovanni: ‘Sus cartas tenían ese
tono porque por sus ideas, sentía un gran respeto por el
género
femenino’ ".

La nota incluye algunos fragmentos:

"Amiga mía: tengo fiebre en todo mi
cuerpo. Tu contacto me ha atestado de todas las dulzuras.
Jamás como en estos larguísimos días he ido
bebiendo a sorbos los elixires de la vida".

"Te dije, en aquel abrazo expanisvo, cuánto te
amaba, y ahora quiero decirte cuánto te
amaré".

"Sé el ángel celestial que me
acompañe en todas las horas tristes y alegres de
ésta, mi vida de insumiso y rebelde".

En "Teresa Masciulli en la vida de Severino Di
Giovanni", Otilia Da Veiga recuerda que él pidió
ver a Teresa, su esposa, y a sus hijos antes de ser fusilado, y
comenta: "No hace mucho tiempo Josefa Scarfó
recibió del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires las
cartas que le fueran escritas desde la cárcel por el
anarquista. Muy a destiempo, cuando sus ideales ácratas,
serenados por los años y el matrimonio con un
señor dedicado al comercio de
obras de arte, seguramente
ya eran recuerdo" (8).

Esas cartas son el tema alrededor del cual el "Grupo Buenos
Aires Puro Cuento"
creó el espectáculo "Severino, una historia
colectiva". A él se refiere Cristina
Villanueva:

"El espectáculo surge de una noticia del
año 1999: la entrega de las cartas (entre Severino y su
amor América Scarfó) que realizó el entonces
ministro Corach. El texto es resultado de la investigación
del grupo y está armado en base a fragmentos de las
cartas, material periodístico y aguafuertes de Arlt que es
uno de los cinco periodistas que presenció el fusilamiento
de Severino di Giovanni. Este hecho, el asesinato de un
anarquista, acusado de un crimen que no cometió, se repite
en nuestra historia y en otras. El abogado defensor de oficio, un
teniente del ejército, fue destituido por no querer
corroborar, con su actuación, las falsas acusaciones. La
música,
hermosa e importante en la creación del clima, entre
otras, la de la película Sacco y Vanzetti. Hay una
exposición de fotos, diarios de la
época, revistas, que ilustran algo el contexto de lo que
se narra. Las noticias de la
época (1930 – 1931) en la voz de Alicia Rabovich, David
Rein y Carmen Berdina, los integrantes del grupo, son seguidas de
‘ni dios, ni patria, ni patrón, ni marido’
".

"Estas palabras abren la historia, necesaria para
preservar la memoria.
Una crítica
al ejercicio del poder que aplasta la libertad y las ideas.
Coordinación María Heguiz"
(9).

En La crisálida (10), de Nisa Forti Glori, la
protagonista lee las numerosas cartas que le envían desde
Roveto sus amigos y conocidos.

Rosa Marafioti es la autora de "Carta a mi pueblo", en
la que expresa: "He vuelto: Aquí estoy, después de
tanto tiempo. ¿Me recuerdas? Yo sí te recuerdo,
jamás te olvidé. Estoy segura de que tú
también lloraste al verme, aunque no haya visto tus
lágrimas, porque una madre siempre llora al ver a una hija
que desde mucho tiempo no veía, estoy segura de que te
emocionaste tanto como yo" (11).

3. Españoles

Félix Lima es el autor de "Otra vez en la
milonga, trágico doblete" (12), artículo en el que
incluye su "Carta pra alá", la cual dice:

" ‘Señora Guesusa Pérez de
Jarcía y Jrejores.

‘Viju.

‘Querida prima:

‘Por aquí con a jerra, nos ponemus jordus,
pues o que no suben os mayoristas, os subimus nosotros, por
más que el jobiernu aprieta el torniquete a los
especuladores y el hornu no está para janancias
desmesuradas, pero tú sabés que aquí como en
Lojroñu, en Londón como en Juacintón, en
Hamburju comu en Ríu de Ganeiro, echa a ley, echa a
trampa.

‘Te comunico una noticia que te llenará de
gubilu: primu Jabriel ya sentó plaza de rentadu en el
ayuntamiento, pues el concegale Iñiju, pariente leganu de
tíu Jaspare, le consijió esa canonjía, 160
pesiñus mensuales, con gubilación y otros
previleguius, con a única condición de votar
siempre por los amijotes del susodichu Iñiju.

‘Primo Jabriel Sánchez Jerra ya maneja el
escobillón edilicio con jarbu y empuga a carretilla con
donaire, y en cuantu al uniforme, llévalo con elejancia
que se la envidiaría Eduardu de Juinsur, ese tipo yoni que
para mí tein guente en a azotea.

‘Deseamus que a jerra sea larja para convertir
nuestra actual despensiña en almacén
por mayore, con siete camiones de repartu.

‘Cariñus pra ti y para todos de tu prima
que gamás te olvida-

Benita Fuentes de
Sanjrador"

Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a
Galicia" (13), texto que mereció una Mención en el
Certamen que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó
en el año 1994.

Un gallego escribe a sus padres, que quedaron en la
tierra natal:

"Meus quiridos pai y miña nai Lorenzos. Y les
dijo Lorenzos quirido pai prablar poco ya que usté y
miña nai se llaman ijual y no es cosa dandar ripitiendo
dos veces los nombres dustedes. Les escribo para dicirles que
hemos llejado bien a la Arjintina. Nos acompañó la
soerte a la Paca y a mí y a nuestra rapaza la Paquita. He
tenido la entelegencia de saber sumar como me
enseñó el maestro del pueblo. Gracias a usté
pai. Aprendí bien los Toremas de Pitagorras y por eso en
cuanto llejamos, hicimos un paseo por la Avinida de Maio que es
muy bunita y nos recoerda a Madris, compramos un billete de
lotiría. Pralegir el número hicimos así.
Tiníamos en la aldea allá en Galicia nuestra finca
con 4 burros, 34 jallinas batarazas, 8 blancas y mis 6 hermanos.
Posimos todos los números en fila y se formó el
43.486. Entón fuimos a comprarlo, pero como no lo
tinían ajarramos otro o sea el 17.286 que fíjese
usté pai, es justo el que salió con la jrande.
Ahora estamos muy filices siendo millonarios".

"La Paquita sapuesto a noviar con un mochacho arjintino
hijo de jallejos como nosotros. Es muy bueno y nos va a cuidar la
platita. Ya le dimos todo y cuando rejrese de los Bancos en unos
días, nos va a traer los informes".

"Mientras estamos viviendo en un enquilinato hasta que
el mochacho nos compre el departamento que ya elijimos. Bueno
quiridos padre y madre porque aquí se dice así.
Muchos cariños de su hijo el Paco. La Paca no manda
saludos porque se está bañando, ya que hoy es lunes
y no es cuestión de estar sucia toda la semana. La Paquita
se fue por ahí a caminar pra ver si lo halla al novio ya
que hace unos días se mudó y el pobreciño
solvidó de darnos la diricción".

"Con los brazos prarriba"

"los saluda so hijo"

"El Paco"

La casa de Myra se titula la novela de
Aurora Alonso de Rocha que fue distinguida en 2001 con el Segundo
Premio para Autores Inéditos, en el "Concurso organizado
por la Fundación El Libro, en el marco de la 27ª
Exposición Feria Internacional de Buenos Aires ‘El
libro del Autor al Lector’ " (14).

En esa novela aparece la
carta que un inmigrante envía a una compatriota.
Transcribimos un fragmento de la misma:

"Una carta dirigida a Carmen Regueiro, en Orense,
España, que firma don Avelino Rodríguez,
dice":

"Carmen querida:"

"¡Y los gallos cantaron de noche! Volaron unas
ánimas por encima del camposanto sin que los perros ladraran y
esa madrugada el Sr. Bioy, de Pardo, que merece toda fe, se
encontró sentado en un banco de la plaza
del Azul habiendo huido del hotel donde velaban pared por medio a
un recién muerto en duelo, por no poder dormir, cuando se
le sentaron a los lados primero un paisano y luego otro, tal vez
por ser el único banco con buena luz lejos de los
árboles
coposos, y el primero le dijo al segundo ‘hace mucho que no
le veía’, y el otro: ‘es que fui enterrado
vivo’. ‘Ah’ dijo el primero, y el otro
añadió: ‘así fue, pude volver y
aquí estoy’ ".

Si te cuento esto, Carmencita de mi alma, es
porque veo que hay aquí más cosas posibles que en
otros lados, y no milagros en los que no creo sino
extraños sucedidos que finalmente voy tomando por cosa
natural, y si comienzo la carta de ese modo también se
debe a que creía que era fábula un suceso que me
contaron y luego supe que no sólo había pasado sino
que era más terrible de lo que se pensaba".

"Hoy está en el diario, destacado: el cacique
principal Cipriano Catriel, su lenguaraz y secretario
señor Avendaño y su compañero asistente Juan
María Moreno, cristiano éste pasado antiguamente a
los toldos, fueron ejecutados en los alrededores del molino La
Clara de Olavarría, y fueron alanceados por los mismos
indios contrarios de opinión, al mando del cacique Juan,
que quedará desde ahora al mando de todas las indiadas
catrieleras, y del cacique Marcelino".

En Amor migrante, de Stella Maris Latorre, un gallego
escribe a su amada, quien ha perdido a su abuelo y su
madre:

Buenos Aires Argentina, 13 de abril de 1943

Mi querida Olimpia recibí con gran dolor la
noticia de la pérdida tan grande que has tenido y se me
parte el corazón de pena de no poder estar a tu lado, mi
amada Olimpia, no porque no tengas a quien te consuele, seguro
están los vecinos sintiendo la pérdida de personas
muy queridas en la aldea y también en las comarcas
vecinas, menos mal que tienes a tus hermanos, que aunque son
chicos consuelan, estarás más acompañada, el
dolor será más chico porque lo tendrás que
compartir y hacerte fuerte ante tus hermanitos que te precisan
mucho, espero que hayan crecido fuertes y ya te den una mano en
el prado y con los animales, el
trabajo de la tierra me imagino que se lo darás a
algún peón de esos tipo golondrina, pues es
demasiado para ti preocuparte de todo, si no lo has hecho hazme
caso y contrata alguna de esas personas, quiero contarte que el
hotel familiar va muy bien, cada vez son más los
inmigrantes que vienen a ésta en busca de trabajo, no
sólo gallegos también de otras nacionalidades,
mujeres son muy pocas, algunas con sus esposos y niños,
pero no son tantos, las mujeres que vienen solas deben tener
cuidado porque son abusadas en trabajos deshonestos, las
autoridades lo saben pero cierran los ojos, hacen la vista gorda,
total no son sus mujeres, son las pobres emigrantes, sabes
Olimpia no es tan fácil la vida aquí como la
pintan, todo lo que tengo me ha costado mucho sacrificio,
sobretodo gran dolor el no tener donde apoyar la cabeza para
derramar esas lágrimas a veces por las grandes
injusticias, a las cuales no puedes hacerles frente, porque
siempre eres uno de afuera y debes agachar la cabeza, ahora estoy
muy bien pero pagué mi derecho de piso como le laman
aquí. Ahora soy patrón, este hotel está
esperando a su patron, pienso que ya es tiempo de que vengas
aquí a Buenos Aires, nos casaremos en una Iglesia que se
llama De La Piedad es muy antigua y hermosa, queda cerca de
nuestro hotel; ya ves lo que digo ‘nuestro Hotel’,
tengo pocos amigos, gentes de la aldea que me han hecho
más llevadero el desarraigo y llenaron muchas veces de
alegría mi corazón, ya te conté en cartas
anteriores lo de Don Nicanor y doña Valentina, con Avelino
siempre vamos, nos prepara el cocido, Nicanor hace el unto, las
filloas, no sabe igual a lo de allí pero nos trae
añoranzas de ese lugar, quiero que me contestes pronto,
quisiera que para el mes de septiembre a más tardar te
decidas a venir, en esa época aquí es primavera, es
una época hermosa, donde florecen las plantas, las
amarillas se llaman aquí son las xestas nuestras,
aís florecerá nuestro amor, deseo me contestes
pronto,haremos los preparativos, para hacer una boda bonita, como
tú te lo mereces, no te ates por tus hermanos, más
adelante los podemos traer si ellos quieren venir, Olimpia haz de
cuenta que estoy a tu lado acompañándote, pronto lo
estaremos de verdad, ya verás te acostumbrarás, ve
a lo de Felipe Pérez Aguilera, yo estuve con él
aquí, ya volvió para la aldea, él no quiso
quedarse pero su situación económica es muy buena
cualquier papel que necesites, él los sabe hacer, dile que
vas de mi parte, es una persona muy
buena, amigo de Avelino. Envíales mis saludos, si vas,
espero me contestes pronto, disculpa que insista pero necesito
poner fecha de casamiento. Me despido de ti con un abrazo de tu
Manuel Machado Ocampo" (15).

4. Ingleses

"En 1871 –escribe Hugo Mataloni,
refiriéndose a Santa Fe-, cuando ya hacía 15
años que Esperanza estaba instalada, otros grupos de
campesinos abrían nuevos rumbos en el Norte de la
provincia, sobre la costa, mientras el indio retrocedía
lentamente hacia el Chaco todavía impenetrable. Esos
campesinos, de origen inglés
e irlandés, venidos directamente de los Estados Unidos de
Norte América en busca de tierras buenas y baratas, se
dirigen al entonces Presidente de la República, D. F.
Sarmiento, en una carta fechada el 3 de noviembre de 1871, (el
año de la epidemia de fiebre amarilla), y le piden
dramáticamente ‘protección eficaz y
decidida’, apelando a la Constitución que reconoce el derecho de
peticionar a las autoridades".

"Dicen que ‘venimos respetuosamente solicitando
que nos ‘oyen’ (sic) y atendiendo a nuestra
petición nos acuerde la protección eficaz y
decidida que ha marcado hasta hoy sus actos públicos
respecto a la inmigración y colonias" (16).

"María Elena Walsh nació el 1° de
febrero de 1930 en Ramos Mejía, ciudad de Buenos Aires.
Antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de
Bellas Artes,
a los diecisiete años, escribió su primer libro:
Otoño Imperdonable, libro de poemas que
mereciera el segundo premio Municipal de Poesía.
Ya antes, en 1945, había publicado sus primeros versos en
la legendaria revista El Hogar y en el suplemento literario de La
Nación.
Desde 1959 escribe guiones para TV, obras de teatro, canciones
para niños. Las canciones de sus obras de teatro
(Canciones para mirar, Doña Disparate y Bambuco, etc.), la
letra y la música de sus canciones son cantadas por
millares de niños en la Argentina, generación tras
generación, quienes participan del mundo de
fantasía e ingenio que les propone María Elena
Walsh. Entre sus obras: Otoño imperdonable (1947), Apenas
viaje (1948), Baladas con Ángel (1951), Casi milagro
(1958), Hecho a mano (1965), Juguemos en el mundo (1970),
Cancionero contra el mal de ojo (1976), Novios de antaño
(1990)" (17).

"La abuela de María Elena Walsh, llamada Agnes,
llegó a la Argentina con veinte años recien
cumplidos, a trabajar como gobernanta. Se casó, y la
vuelta a Inglaterra se fue
retrasando. Estas cartas que le envió a su padre
-bisabuelo de María Elena- llegaron nuevamente a la
Argentina a manos de su papá, por intermedio de un
pariente, y éste se las regaló a María Elena
cuando niña para que recortara las estampillas. Pasaron
más de cincuenta años en sus manos antes de que
sintiera curiosidad por las mismas y decidiera hacerlas traducir,
para luego incorporarlas en su libro Novios de Antaño"
(18).

Transcribimos uno de los extractos de las cartas de la
abuela Agnes:

"Calle Venezuela
786"

"Buenos Ayres"

"28 de febrero de 1878"

"Querido Padre:"

"Lamentamos saber que usted no ha estado bien, debe
cuidarse querido papá y no tomar frío. Espero
encontrarlo sano y gordo cuando vaya, aunque no se cuando
llegará ese día, espero que sea el año
próximo, y quizás le lleve algo para
mostrarle…"

"Mi hermano Walter consiguió su primer trabajo,
espero que se porte bien y lo conserve. David dice que el de
plomero es muy buen oficio, al menos en este
país".

"Me sorprendo cada vez que recibo una carta suya, ya que
aquí no es como en Inglaterra: a los carteros no les
importa extraviar la correspondencia, y sólo por
casualidad se recibe la que viene dirigida a domicilios
particulares. Le ruego, papá, que escriba como antes a las
oficinas de The Standard, ya que los editores son muy amigos de
David y disponen de un buzón".

"¡Hemos celebrado una gran Fête!, el
centenario de un héroe argentino, el Gral. San
Martín. Le envío un recorte de The Standard. El
próximo domingo empieza el Carnaval y parece que
será grandioso. David va a mandarle un recuerdo de La
Plata".

En Fuegia (19), Eduardo Belgrano Rawson presenta dos
cartas escritas acerca de un mismo suceso:

"Pasaron diez dias desde la muerte del
chico. En ese plazo murieron mas chicos y pronto cayeron algunos
adultos. La viuda trabajaba duramente y no tenia un minuto para
atender su correspondencia. Sin embargo esa noche
consideró que habia llegado el momento de comunicar
aquella muerte, la
primera de una epidemia que barreria a los canoeros de la faz de
la isla y que ella debia citar como un simbolo de la voluntad del
Señor. Pero no le resultaba sencillo. Pensó que a
Dobson le habria salido redondo. Una vez, en un trance parecido,
su marido escribió una carta: "A la madrugada, Sidney se
desperto totalmente lucido y me tomó de la mano. Me dijo
que habia visto las Puertas del Cielo y que adentro habia
criaturas con tunicas blancas. Para su gran alegria, todas le
pedian que entrara. Sidney dijo que los angeles cantaban Aleluya
y me anunció de inmediato: 'Yo quiero morirme
rápido para quedarme con ellos'. El pobre partió
media hora despues, en la paz del Señor".

Pero la muerte de Sidney habia sido distinta. Su cuerpo,
mordisqueado por los cangrejos, fue hallado al pie del
acantilado, donde habia ido a parar mientras cazaba borracho. Era
la primera baja de la mision, lo cual justificaba la inspirada
carta de Dobson. Tampoco se llamaba Sidney. El reverendo, cuando
hizo falta, dio una corta explicacion: la verdad no hubiera
beneficiado a nadie. Y aunque habian pasado dos años desde
aquella farsa, sostuvieron una rabiosa pelea. Su marido la
trató brutalmente, hasta que ella optó por
recluirse en un furioso silencio.

Pero Dobson era implacable. Como si blandiera una carta
de su mujer, se dedico a remedarla: "Con enorme pesar, me veo en
la obligacion de comunicarles 1a muerte de un hombre llegado hace
poco, a quien, por desgracia, no alcanzamos a bautizar debido a
nuestras multiples ocupaciones. Estaba borracho perdido cuando se
rompio el espinazo. Aparentemente no era un sujeto recomendable,
pues la esposa sospecha que sometia a su hija mayor. No sabemos
bien como se llama: ya les dije cuanto nos cuesta su idioma. Esta
gente habla una cosa que se parece al gales. ¿lncreible,
verdad? Nosotros pensabamos ponerle Sidney, porque sus nombres
son muy trabajosos. Por lo demás, estamos muy bien. Feliz
Navidad.
¿Recibieron nuestra tarjeta? No dejen de escribirnos. Que
el Señor los bendiga".

Era una parodia infame. Ella tenia demasiado estilo y
jamas hacia e] ridiculo. Al oir las palabras de Dobson,
sintió que saltaba otra hebra.

Y sin embargo, a traves de los años, ella habia
ido moderando su resentimiento. Tal vez si Dobson le hubiera
mostrado la carta, habrian evitado ese choque. Pero recien tuvo
noticias de la envidiable agonia de Sidney durante un viaje a
Inglaterra. Una presentadora temblona, frente a cien almas
reunidas en la Union Misionera, leyó la carta de Dobson,
poniendola como ejemplo de las bendiciones que deparaba ultramar.
Enseguida llovieron las preguntas. Sidney ya iba camino a la
gloria. Ella, bastante aturdida, inventaba a discrecion. Muchas
mujeres lloraban. Una vez mas, el reverendo la habia mezclado en
sus manejos, de modo que volvio a Abingdon hecha una
furia".

5- Irlandeses

Los lectores escribían cartas a The Standard. "Al
principio, las que se publicaban provenían de Irlanda;
eran siempre cartas que venían de muy lejos. Luego se
fueron incorporando las nacionales y algunas de ellas hasta se
publicaron en español. La bibliotecaria Piga recuerda una
serie muy llamativa: ‘Las cartas en general tenían
información porque reflejaban opiniones sobre hechos
cotidianos. Una vez vinieron unos investigadores a la biblioteca para
consultar sobre el fenómeno de los malones. Y se
encontraron con algo maravilloso: cartas de lectores que
relataban los últimos malones en la provincia de
Córdoba’. En las cartas se pueden leer descripciones
sobre cómo la gente fue sorprendida por un malón y,
en la desesperación, se vio obligada a pelear, usar palos,
correr o salvar a sus caballos. Al día siguiente,
aparecían más cartas que respondían a la
anterior. Por ejemplo, se ponían contentos sobre la suerte
que habían corrido: ‘A nosotros nos fue mejor; no
tuvimos muchas pérdidas’, deslizaba una de ellas"
(20).

Juan José Delaney es el autor de Tréboles
del Sur (21), obra que mereció elogiosos comentarios de
Enrique Anderson Imbert y Rodolfo Modern. El escritor dedica a
sus antepasados estos quince textos que transcurren a lo largo de
más de un siglo. El tema común a todos estos
relatos es el de la inmigración irlandesa, de la esforzada
búsqueda de un mundo mejor. En este libro presenta seres
ficticios y hechos verosímiles, sin embargo, en él
se evidencia una evocación de la realidad que surge de
datos concretos que Delaney maneja con autoridad.

Le preguntamos si entre esas historias había
muchas protagonizadas, veladamente, por gente ligada a él.
Nos respondió: "Como se dijo –y al menos en mi caso,
doy fe de que es cierto-, todo texto literario es, esencialmente,
autobiográfico. Por más que haya disfrazado mis
historias, detrás de las palabras, está mi propia
experiencia vital. Debo decir que también redacté
sucesos de los que me hubiera gustado ser protagonista.
Finalmente, no por nada dediqué el libro ‘a los
irlandeses, vivos y muertos, que andan por mi sangre’ "
(22).

En uno de los textos, fechado en abril de 1929, una
inmigrante escribe en la Argentina a una coterránea que
recaló en Nueva York. La primera ve frustradas sus
ambiciones, principalmente por el obstáculo que es para
ella el desconocimiento del lenguaje,
aunque, en lo que respecta a lo material, se muestra
agradecida.

"2 de abril de 1929"

"Pasaje Silvio Picchi 4069"

"Buenos Aires, República Argentina"

"Queridísima prima:"

"No te enojes porque no haya escrito antes. Me fue
imposible hacerlo debido a la angina tabacal que me
arrancó la promesa de no fumar más".

"Aciertas al suponer que no soy feliz. La vida es algo
difícil por acá y confieso que estoy dudando de si
mi arrojo de hace diez años valió la pena. He
podido ahorrar algún dinero dando lecciones de
inglés en casas de familias aristocráticas y, en
otro sentido, no estoy disconforme con el trato que me dispensan
aquí, en la pensión de Mrs.
O’Reilly".

"Coincido en cuanto a la aspiración de toda
mujer, aunque si estuvieras en mis zapatos reprimirías tus
incitaciones matrimoniales… Anduve con dos paisanos que
resultaron borrachos perdidos, y en cuanto a los nativos es
necesario cuidarse de ellos porque apenas pueden te clavan el
cuchillo".

"Releo los párrafos anteriores y constato que mi
optimismo no es mucho. ¿Perdonarás que me desahogue
contigo, mi mejor amiga más alla del parentesco? Ocurre
que en este tiempo siento como nunca que mis raíces no
están aquí. Aunque desde que tengo uso de
razón he visto tanta desdicha que me atrevo a sugerir que
las raíces de la humanidad no están en esta tierra.
Pero, ¿dónde, Dios mío? Convengamos en que
el mundo es un lugar muy extraño".

"Pese a lo que vengo escribiendo, no puedo pasar por
alto la buena acogida que los irlandeses todos hemos tenido en
este suelo;
difícilmente brazos deseosos de trabajar no encuentren
recompensa. Esto en cuanto a lo materíal, porque no
sabría qué decirte respecto de lo demás.
¡Llevo tantas cosas dentro de mí! Educación, afectos,
historias, secretos, intuiciones… En verdad se trata de un
cargamento muy pesado para una pobre inmigrante. Tú puedes
compartir lo tuyo por medio del lenguaje, sabes que no ocurre lo
mismo conmigo a causa de mi castellano postizo que me reduce, que
me aísla".

"Me llaman para tomar el té, único sedante
para mis angustias".

"¿Recuerdas la bahía de Galway y aquel
hermoso y triste ‘Lament of the Irish Inmigrant’?
Enseñé la canción a mis alumnos más
avanzados pero me parece que no llegaron a captar su verdadero
sentido".

"Por favor no dejes de enviarme las soluciones a
los crucigramas y de rezar siempre por mí".

"Un beso grande,"

"Tessie"

En su novela Moira Sullivan (23) incluye una carta de la
protagonista:

Buenos Aires, 18 de marzo de 1932

Querida Allison:

Finalmente me doy cuenta de que lo que más
atenuó el impacto de Cornelius con este nuevo país
es su vinculación con la colectividad irlandesa. Sé
que te costará entenderlo pero a este remoto punto del
cono sur empezaron a llegar, desde la segunda mitad del siglo
pasado y hasta principios de
éste, miles de irlandeses perseguidos por la Hambruna o
seducidos por el mito según el cual aquí las calles
están pavimentadas con oro. "¿Oro?
¡Orín!" se burlan en precario castellano los
recientes amigos de Cornelius, aunque es muy evidente que sienten
gratitud hacia un país que los ha recibido con generosidad
y simpatía. Además, tal como ocurre allá, es
difícil que quien tenga deseos y voluntad de progreso no
encuentre aquí posibilidades de desarrollar sus
talentos.

Hablo de los irlandeses pero en realidad son muchos los
pueblos que se han congregado en la Argentina.

Debo decir que pese a que los hijos de Erín se
jactan de haberse integrado con el resto de la población,
la verdad no es exactamente así. Tienen sus propios
colegios, sus propios templos y clubes, y quien comete la
osadía de casarse con un "nap" (¿napolitano y por
extensión italiano?) o con un "gushing" (derivado,
probablemente, del verbo inglés to gush, que significa
hablar con excesivo entusiasmo y que es un neologismo para aludir
a los gallegos y también por extensión a los
españoles), se aíslan o son lenta pero
inexorablemente segregados. En verdad esto ocurre con casi todas
las comunidades extranjeras que se han radicado acá:
árabes, armenios, ucranios y, muy especialmente,
judíos. Para no hablar de los británicos que a su
injustificado desdén agregan cierto cinismo ancestral.
Curiosamente los criollos sienten una secreta admiración
por ellos, aunque públicamente manifiesten lo contrario.
Por otro lado sé de colegas de Cornelius que, siendo de
origen irlandés, se hacen pasar por ingleses para
progresar en sus empleos. ¡Les parece más
distinguido! ¿Puedes creer eso? A mí todo esto me
resulta indigno. Pero casi nunca hablo en las reuniones en las
que acompaño a Cornelius: me encanta escuchar y ver,
porque el tiempo me muestra que es mucho más divertido que
intervenir. Ahora que no escribo más para la pantalla y
que pocas veces me meto en un cinematógrafo, opto por
observar la tragicomedia diaria. Los de la vida son casi todos
actores de primera.

Sé que mis cartas no son frecuentes y que no
tengo mucho derecho a solicitártelo pero me
gustaría que me escribieras más a
menudo.

Siempre te recuerda,

Moira

6- Franceses

La investigadora Celia Vernaz es la responsable del
volumen Colonia San José Escritos (24), compilación
publicada en 1991, incluida entre las Publicaciones del Museo
Histórico Regional de San José.

En las "Consideraciones generales", ella manifiesta:
"Los ‘Escritos de una Colonia son el reflejo de su propia
historia. En el año 1857 llegó el primer
contingente de inmigrantes que se ubicó donde hoy es la
Colonia San José en la provincia de Entre Ríos.
Eran terrenos del General Justo José de Urquiza, quien no
tuvo problemas en
destinarlos a la colonización. En un principio, los
límites
estuvieron dados por el río Uruguay al
Este, el arroyo Perucho Verna al Norte, el arroyo de la Leche al Sur y
la calle ‘Ancha’ al Oeste, extendiéndose luego
la población por todo el Departamento Colón,
originando nuevos centros derivados de la Colonia
Madre".

Acerca de los motivos de emigración, afirma: "en
la zona del Valais, Saboya y Piamonte se había generado
una corriente emigratoria hacia América. Las causas eran
varias: falta de trabajo, familias numerosas, pobreza en
general, a lo que se sumaban cataclismos como avalanchas e
inundaciones que diezmaban a las poblaciones de la
montaña. También debe ser considerado el
sueño de hacerse ricos y la sed de aventuras en un
continente todavía virgen".

Estos pioneros, originariamente destinados a Corrientes,
sufrieron desventuras: "Fueron ubicados en el Ibicuy, al Sur de
la provincia, pero al ver que eran terrenos inundables e
impropios para la agricultura,
remontaron el Uruguay en barcazas y fueron radicados en mejor
lugar, o sea, el actual, con el beneplácito de Urquiza.
Mientras Sourigues trazaba las concesiones, el grupo
recién llegado improvisó viviendas debajo de los
árboles mientras que las mujeres se alojaron en el
galpón que Spiro tenía en la costa. Esto
ocurría en julio de 1857, bajo el rigor del
invierno".

Los "Escritos" compilados nos permiten conocer la vida
cotidiana de los inmigrantes: "Durante los primeros cincuenta
años, tanto los colonos como autoridades políticas
y religiosas apelaron a la pluma como arma de defensa y comunicación, dejando una pincelada general
del pensamiento,
ideas, proyectos, necesidades, sentimientos. Hoy esos escritos
reposan en distintos archivos y no
todos se conocen. Si bien no constituyen piezas literarias
especiales, una selección
de los mismos permitirá penetrar y ahondar más en
las intimidades de la vida de la Colonia, poniéndose en
contacto directo con cada autor, su forma de ser y de pensar.
Pero lo importante es poder palpar el momento histórico
vivido, esclareciendo hechos oscuros o casi desconocidos que han
sido esencia y substancia de un período migratorio que hoy
apasiona por sus raíces y proyecciones".

Los textos proceden del Archivo General
de la Provincia de Entre Ríos, el Archivo del Museo
Histórico Regional de San José, el Archivo del
Palacio San José, el Archivo personal de C. E. Vernaz, el
Centro de Estudios Históricos San José; El
Industrial, 13 de octubre de 1881; La Nación, 1885; Libro
de Oro del Centenario de la Colonia San José (1857-1957) y
Vernaz, Celia: Papeles de un inmigrante, 1987.

La historiadora incluye, en el volumen editado en 1991,
cartas de inmigrantes de diverso origen. Transcribimos
parcialmente una escrita por un piamontés que habla
francés, precedida por la biografía escrita por
Vernaz (25).

Lorenzo Cot fue un "sacerdote venido de Chambons des
Fenestrelles, Piemonte. Ejerció su apostolado durante la
Presidencia de Urquiza en la Capilla San José de su
residencia. Desde este lugar concurría asiduamente a la
Colonia San José para visitar a los colonos, muchos de los
cuales fueron traídos por él desde su patria. En
1859 fue enviado a Europa para traer
más inmigrantes. Luego fue designado sacerdote en la
Colonia y Villa de Colón. Siempre tuvo mucho aprecio por
los compoblanos europeos pues veían en él a su
defensor y protector de los derechos que es
correspondían por contrato".

"Pero esta defensa le valió grandes enemigos en
la esfera política de
Colón, quienes lo persiguieron en forma incansable. Un
cúmulo de acusaciones no hacían impacto en su
fuerte personalidad,
y si bien tenía el apoyo de las altas autoridades
eclesiásticas llegó un momento muy difícil
para su tranquilidad de parte de algunos hombres
colonenses".

"Falleció asesinado el 27 de setiembre de 1868.
Este crimen quedó sin aclarar hasta el día de hoy
ya que no ha sido estudiado aún en su
profundidad".

Escribe el padre Cot, en 1858:

"Supongo que Ud. estará curiosa de saber
quién es el que le escribe. Yo soy un cura del valle de
Fenestrelles, provincia de Pignerol en Piemonte. El año
pasado, en el curso de enero, el puesto de Limosnero del General
Urquiza me ha sido ofrecido y lo he aceptado con gran placer
puesto que me ha procurado el medio de visitar un país que
yo deseaba ver desde mucho tiempo".-

"Yo he partido el 19 de abril y he llegado a Buenos
Aires el 13 de junio. Después he ido a presentarme al
Señor General Urquiza de Paraná. Estoy destinado en
San José que se encuentra ocho leguas alrededor de la
Colonia. Siempre que he podido he ido a visitar a los
colonos".

"Nos han testimoniado la más grande
satisfacción de ver un cura que habla francés. En
mi segunda visita he confesado varias personas, bautizado quince
niños y bendecido tres casamientos y cantado una gran
misa".

"Yo cuento con volver en algunos días y regresar
aunque sea un poco más cerca pues tendría a bien de
ir más a menudo".

"Quiera recomendarme a los prudentes ruegos del
Señor vuestro tío y rogar Ud. misma por
mí".

"Vuestro sincero servidor"

"Lorenzo Cot"

En la revista del Archivo Histórico "Alberto y
Fernando Valverde", de la Municipalidad de Olavarría, se
incluye una "Carta de dos amigos, del 12 de julio de 1889. Firman
Juan y Luis, lo que muestra la rápida acomodación
al idioma del país" (26).

"Sr. Dn. Juan Rachou en el Azul. estimado
Amigo".

"Me ara el bien de aserle pasar esta carta que ba
adentro de la suya á Bertran Sollé
Desinat".

"Me dispensará que no pueda dir para el Azul por
el motibo de las aguas a entregarle el carro y pagarle el
alquiler hase un mez que no puedo trabajar y amas le diré
que me ha hido mal en los últimos biayes con que
así tene passiencia asta que se componga y pueda dir para
esa".

"Tambien me dirás si quieres bender el carrito.
Me an offrecido 2500 y si quieres venderlo por esa plata me
contestas en lo de Guillermo Neron".

"Ton amigo Luis Grimaud"

7- Alemanes

María Brunswig de Bamberg es la autora de
Allá en la Patagonia
(27), obra en la que evoca la inmigración alemana a
través de las cartas que su madre enviaba a su abuela, que
había quedado en la tierra natal. "El 3 de febrero de
1923, después de una travesía de treinta
días desde Hamburgo, Ella Hoffman llega con sus tres hijas
a Buenos Aires, rumbo a la Patagonia, donde Hermann Brunswig, su
marido y padre de las niñas, trabaja como administrador de
una estancia y espera ansioso el reencuentro con su familia
después de tres años y medio de separación.
Esta es una selección de las cartas intercambiadas hasta
1930 entre Ella y Mutti, su madre, y que fueron recuperadas
setenta años después por María Brunswig, la
hija mayor. Pero no se trata de una simple recopilación,
sino de un juego de
tiempos y voces, pleno de agilidad y riqueza, en el que
intervienen tres generaciones de mujeres: Mutti, Ella y la propia
María. Algunas cartas de Hermann incorporan, por su parte,
una visión masculina y un toque de humor. El diálogo
epistolar le otorga a la obra una intensidad inusual,
además de una visión europea del sur argentino en
los años veinte. Ella habla a su madre del mundo nuevo que
está descubriendo y se revela como una gran luchadora.
Educada para ir a la Ópera, aprender francés y
tocar el piano, ahora lava ropa en el arroyo, friega, zurce,
remienda, come huevos de avestruz e incluso carnea zapones. En
síntesis, una sensible crónica
familiar que abre distintos horizontes sobre una región
inhóspita y al mismo tiempo generosa" (28).

8- Suizos

"Las cartas de los colonos suizos era por lo general
optimistas –afirma Ema Wolf-, aunque resulta evidente que
carecían de las cosas más indispensables. En 1857,
Luis Mettan escribe a su familia":

"¡Queridos hermanos, en esta carta os digo que si
tenéis el coraje de venir, traed vuestra batería de
cocina, panera, vajilla, tinajas, mantequera para fabricar
manteca, dos pecheras de caballos, un buen carro (sic),
así como todos los implementos de herrero: fuelle, yunque,
martillos, tenazas; os aconsejo además traer rastrillos de
madera,
garlopas y sierras a una y dos manos, una criba para ahechar el
trigo, un colador para la ropa, un recipiente para trasnportar la
leche, carritos para la leche, una pintura para
hacer el queso; traed además toda clase de semillas para
jardín, y de flores, y 50 céntimos de ocre color chocolate;
traed todos los muebles de la tierra y toda clase de semillas de
árboles frutales".

"Como Adela me había preguntado a mi partida si
podía traer su sombrero, diré que sí, que
puede traerlo porque cada uno va de acuerdo con la moda de su
país; traed también los sombreros anchos para el
verano. Termino mi carta diciéndoos que no puedo agradecer
suficientemente a Dios" (29).

Juan Bautista Blatter "originario del Valais, vino a la
Colonia San José en el año 1857 –escribe
Vernaz-, a la edad de cincuenta y cinco años, junto a su
esposa e hijas. Se ocupó de los trabajos de campo
conservándose de él una copiosa correspondencia
dirigida a sus familiares, en la cual se revelan distintos
aspectos de la vida de la Colonia, especialmente la evolución política y
económica de los primeros años".

"Su existencia está ligada a la vida de sus hijas
quienes fueron llevadas a Concepción del Uruguay, donde
luego fijaron su residencia y donde todavía se encuentran
descendientes".

"El valor de sus
relatos es innegable pues el detalle, la minuciosidad y el hecho
de escribir asiduamente permiten la confrontación con
escritos de otros colonos" (30).

El escribe:

"Mis queridos parientes: en lugar de escribir dos o tres
cartas a la vez, ésta será una sola que
envío a causa de que todas las que he enviado no he
obtenido respuesta. En cartas precedentes yo he pedido a mi
suegro y en otra a mi madre de enviarme a la hija; no he podido
obtener respuesta ni sé si ella se encuentra bien ni si
quiere venir o no: mi hija es la cosa que siempre he sentido de
mi país y siento todavía; el único
día que yo quisiera estar en Saint Martin es el día
de Corpus Christi. Al siguiente ya estaré feliz de estar
aquí. Solamente, quisiera tener a mi hija. Si
estaría seguro de que ella esté contenta de venir,
tengan a bien la bondad, queridos parientes, de querer venderle
sus bienes y
procurarle lo que sea necesario, y así, unida a una
familia que quiera tomarla a su cuidado, yo enviaría con
el portador de esta carta, el dinero para
vuestra satisfacción; como no conozco nada el estado ni
la voluntad de mi hija, les ruego, por mí y por ella, mis
queridos amigos y parientes, si ella se decide a venir, hacer
todo como no tengo necesidad de enseñarles, y pagar sus
gastos y
esfuerzos. Si ella viene, les ruego de enviar una caldera de 12 a
14 carterons para los quesos, y media docena de cencerros con
hebillas y paños de invierno para vestir. Si ella viene,
prometo que no sentirá el Valais. Todos estamos contentos
excepto algún vagabundo que se aburre de todo y que nunca
está bien en ninguna parte, y que en lugar de reconocer la
falta en ellos mismos inventan mentiras para atribuírselas
al país que los ha enriquecido…" (31).

Con unas líneas se despide de sus amigos
Metráux. Lo relata Edgardo Krebs, en "Un
‘argentino’ universal" (32):

"Alfred Metráux (1902-1963) fue un amigo de
Borges y
Victoria Ocampo; un colaborador de Sur, un etnógrafo suizo
nacido en Lausana y criado en Mendoza; un explorador del Chaco y
del Altiplano boliviano, del vudú en Haití, del
pasado incaico en los libros y en
las sierras andinas, y de mitos
indígenas en el Amazonas. Fue también, a los 26
años, el fundador y primer director del Instituto de
Etnología de la Universidad de Tucumán, desde donde
intentó vanamente modificar nuestros mitos, incorporando a
los wichis y a los toba-pilagá a la imaginación
argentina. (…)".

"Como Juan Dahlmann, el personaje de El Sur,
Metráux decidió apresurar su destino y terminar con
su vida. No en la llanura y en la punta de un cuchillo, sino al
borde de un lago, en un bosque de las afueras de París que
le recordaba a la selva sudamericana. Antes de morir,
escribió unas palabras de despedida a varios amigos. El
texto, encontrado junto a su cuerpo, es el texto de un
etnógrafo que registra su propia muerte, gesto pertinaz en
la última vuelta del camino. Está en
francés, el idioma de su inteligencia,
excepto por una línea. '‘Adiós Alfredo
Métraux'’ dice, al despedirse de sí mismo.
Esas palabras están en el íntimo castellano de la
infancia mendocina. Ser argentino es un acto de fe’
".

9- Austríacos

Con el título de "Carta de un inmigrante" (33) se
publica "la carta que el inmigrante José Wanza enviara a
la redacción de El Obrero, de un contenido tan
valioso que no podemos resistir la tentación de
reproducirla":

"Aprovecho la ida de un amigo a la ciudad para volver a
escribirles. No sé si mi anterior habrá llegado a
sus manos. Aquí estoy sin comunicación con nadie en
el mundo. Sé que las cartas que mandé a mis amigos
no llegaron. Es probable que éstos nuestros patrones que
nos explotan y nos tratan como a esclavos, intercepten nuestra
correspondencia para que nuestras quejas no lleguen a
conocerse".

"Vine al país halagado por las grandes promesas
que nos hicieron los agentes argentinos en Viena. Estos
vendedores de almas humanas sin conciencia, hacían
descripciones tan brillantes de la riqueza del país y del
bienestar que esperaba aquí a los trabajadores, que a
mí con otros amigos nos halagaron y nos
vinimos".

"Todo había sido mentira y
engaño".

"En B. Ayres no he hallado ocupación y en el
Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva sucia, los empleados nos
trataron como si hubiésemos sido esclavos. Nos amenazaron
de echarnos a la calle si no aceptábamos su oferta de ir
como jornaleros para el trabajo en plantaciones a Tucumán.
Prometían que se nos daría habitación,
manutención y $20 al mes de salario. Ellos se
empeñaron hacernos creer que $20 equivalen a 100 francos,
y cuando yo les dije que eso no era cierto, que $20 no
valían más hoy en día que apenas 25 francos,
me insultaron, me decían Gringo de m… y otras
abominaciones por el estilo, y que si no me callara me iban hacer
llevar preso por la policía".

"Comprendí que no había más que
obedecer".

"¿Qué podía yo hacer? No
tenía más que 2,15 francos en el
bolsillo".

"Hacían ya diez días que andaba por estas
largas calles sin fin buscando trabajo sin hallar algo y estaba
cansado de esta incertidumbre".

"En fin resolví irme a Tucumán y con unos
setenta compañeros de miseria y desgracia me
embarqué en el tren que salía a las 5 p.m. El viaje
duró 42 horas. Dos noches y un día y medio.
Sentados y apretados como las sardinas en una caja
estábamos. A cada uno nos habían dado en el Hotel
de Inmigrantes un kilo de pan y una libra de carne para el viaje.
Hacía mucho frío y soplaba un aire
heladísimo por el carruaje. Las noches eran insufribles y
los pobres niños que iban sobre las faldas de sus madres
sufrían mucho. Los carneros que iban en el vagón
jaula iban mucho mejor que nosotros, podían y
tenían pasto de los que querían comer".

"Molidos a más no poder y muertos de hambre,
llegamos al fin a Tucumán. Muchos iban enfermos y fue
aquello un toser continuo".

"En Tucumán nos hicieron bajar del tren. Nos
recibió un empleado de la oficina de
inmigración que se daba aires y gritaba como un
bajá turco. Tuvimos que cargar nuestros equipajes sobre
los hombros y de ese modo en larga procesión nos obligaron
a caminar al Hotel de Inmigrantes. Los buenos tucumanos se
apiñaban en la calle para vernos pasar. Aquello fue una
chacota y risa sin interrupción. íAh Gringo!
íGringo de m…a! Los muchachos silbaban y gritaban, fue
aquello una algazara endiablada".

"Al fin llegamos al hotel y pudimos tirarnos sobre el
suelo. Nos dieron pan por toda comida. A nadie permitían
salir de la puerta de calle. Estábamos presos y bien
presos".

"A la tarde nos obligaron a subir en unos carros. Iban
24 inmigrantes parados en cada carro, apretados uno contra el
otro de un modo terrible, y así nos llevaron hasta muy
tarde en la noche a la chacra".

"Completamente entumecidos, nos bajamos de estos
terribles carros y al rato nos tiramos sobre el suelo. Al fin nos
dieron una media libra de carne a cada uno e hicimos fuego.
Hacían 58 horas que nadie de nosotros había probado
un bocado caliente".

"En seguida nos tiramos sobre el suelo a dormir.
Llovía, una garúa muy fina. Cuando me
desperté estaba mojado y me hallé en un
charco".

"¡El otro día al trabajo! y así
sigue esto desde tres meses".

"La manutención consiste en puchero y maíz, y no
alcanza para apaciguar el hambre de un hombre que trabaja. La
habitación tiene de techo la grande bóveda del
firmamento con sus millares de astros, una hermosura
espléndida. ¡Ah qué miseria! Y hay que
aguantar nomás. ¿Qué hacerle? Hay
tantísima gente aquí en busca de trabajo, que
vejetan en miseria y hambre, que por el puchero no más se
ofrecen a trabajar. Sería tontera fugarse, y luego,
¿para dónde? Y nos deben siempre un mes de salario,
para tenernos atados. En la pulpería nos fían lo
que necesitamos indispensablemente a precios
sumamente elevados y el patrón nos descuenta lo que
debemos en el día de pago. Los desgraciados que tienen
mujer e hijos nunca alcanzan a recibir en dinero y siempre
deben".

"Les ruego compañeros que publiquen esta carta,
para que en Europa la prensa proletaria prevenga a los pobres que
no vayan a venirse a este país. ¡Ah, si pudiera
volver hoy! ¡Esto aquí es el infierno y miseria
negra! Y luego hay que tener el chucho, la fiebre intermitente de
que cae mucha gente aquí. Espero que llegue ésta a
sus manos: Salud".

10- Daneses

El dinamarqués Andreas Madsen es el autor de La
Patagonia vieja (34). María Sonia Cristoff señala
que "Para Andreas Madsen, como para W. H. Hudson, la
combinación de aves y
postración derivó en escritura
sobre el territorio patagónico: mientras el segundo
asegura que no hubiese escrito sus Días de ocio en la
Patagonia si el tiro que recibió en una rodilla no le
hubiera impedido continuar el estudio de los hábitos
migratorios por el cual había ido hasta Río Negro,
Madsen dice que se le ocurrió por primera vez la idea de
escribir sus relatos cuando a él –que había
domado una cantidad considerable de caballos salvajes y matado a
otra cantidad de pumas- la persecución malograda de una
gallina que se resistía a entrar al gallinero lo
dejó todo un invierno inmovilizado en una cama. Hasta
ahí las coincidencias. Luego, sus obras se diferencian
claramente: lo que para Hudson fue parte de un proyecto
literario, para Madsen fue una manera de dejar testimonio de sus
años como pionero en la Patagonia, más
específicamente en la región de Lago
Viedma".

"Dentro de su producción figuran tres volúmenes de
poemas, un libro sobre la caza de pumas, el proyecto de otro
sobre la capacidad de razonar de los animales y la que es su obra
emblemática, La Patagonia vieja, editada por primera vez
en 1948 por El Ateneo y reeditada en 1998 por Zagier y Urruty.
Esta misma editorial, que desde el último enero
agregó a su catálogo esta colección de
textos inéditos en castellano sobre la Patagonia, publica
ahora Relatos nuevos de la Patagonia vieja, una
recopilación hecha por Martín Alejandro Adair de
las cartas privadas y de los artículos que Madsen
publicó en distintos medios".

"Madsen llegó a la Argentina como marinero
buscavidas y a la Patagonia como parte de la Comisión de
Límites que lideraba Francisco Moreno. Fue después
el primero en asentarse en la zona del Lago Viedma y uno de los
pocos pequeños propietarios que resistieron a las ofertas
tentadoras –seguidas de estrategias
amenazantes- de las grandes compañías que empezaron
a adquirir enormes extensiones estratégicas de la
Patagonia a partir de la primera mitad del siglo XX. Fue
también uno de los propietarios de tierras que, durante
los levantamientos obreros de 1921, logró acuerdos de no
agresión mutua con los huelguistas, basados
fundamentalmente en el
conocimiento y en el respeto previo que se tenían.
Volvió a Dinamarca únicamente para buscar a la
novia de la infancia y defendió su decisión de
radicarse en la Patagonia a pesar de las oportunidades que le
ofrecían en otros lugares, con una epifanía de
tinte darwiniano: ‘los desiertos campos patagónicos
me llamaban con voz irresistible. La Patagonia, con sus tormentas
de arena sobre las pampa desiertas en verano, y con el
frío y la nieve en invierno, donde pasé tres
inviernos con el mínimo de alimentación… y seis
meses sin ver persona alguna, completamente solo entre los Andes.
La mayoría dirá que no es gran cosa para
extrañar; pero así es la naturaleza
humana. A mí esa soledad me llamaba’
".

"Todo eso está en Relatos nuevos de la Patagonia
vieja, libro que puede leerse como el relato paradigmático
del pionero –allí están las remembranzas de
un pasado duro, la consignación de los esfuerzos por
adaptarse, del apego al territorio que los recibe y de su
contribución a él- e incluso como una
postulación de que el pionero es el eslabón que la
Patagonia necesitaba para dejar de ser la tierra maldita que
habían asentado los relatos de los primeros exploradores y
convertirse en una tierra de paz. Los relatos de Madsen tienen,
entonces, una hipótesis, y también gracia
narrativa: dos méritos ausentes en muchas otras memorias"
(35).

11- Estadounidenses

Por medio de una carta, Butch Cassidy comunica su
paradero a sus amigos ilegales estadounidenses. Ese manuscrito
"permitió certificar su estancia en la región
décadas después de su muerte". Lo relata Francisco
N. Juárez en el trabajo titulado "Una carta de Butch
Cassidy" (36), del cual transcribimos algunos pasajes:

"Hace exactamente un siglo atrás, la carta
aún no estaba embarcada hacia el país del Norte,
pero llegaría a destino. La escribió desde su
rancho en Cholila, Chubut, el 10 de agosto de 1902 a la
señora Davies de Ashley, de Utah, el mormón Robert
Leroy Parker; el más conocido y buscado asaltante de
bancos y trenes en los Estados Unidos como Butch Cassidy. Con ese
nombre quedó eternizado en una reiterada película.
La carta fue un mensaje –en parte en clave- para dar
noticias de su paradero a las amistades fuera de la ley en los
Estados Unidos: la señora Davies era la suegra de Elsa
Lay, quizá del mejor amigo de Butch".

"La carta era importante para identificar al
célebre bandido con el personaje que había habitado
en Cholila, y demostrar con otros documentos
gráficos su identidad: uno
oficial con su firma, seguido de la comparación que
oportunamente publiqué en la revista española Co
& Co. A ello hubo que sumarle lo acumulado en la
indagación en demanda de
documentos sobre el rancho de Cholila. El resultado fue
determinar cuándo y por qué ocuparon el lugar; el
abastecimiento que hicieron los bandidos, qué consumieron
y qué criaron, y hasta el costo y detalles
minuciosos de dos puertas que encargaron para aquel rancho
aún en pie".

"Aunque la carta de Cholila ahora carece de la
última carilla con su rúbrica (firmaría Bob,
como las demás, pero es su caligrafía) resulta una
maravillosa síntesis de la nueva vida del bandido.
Elegantemente alude a ‘un tío (que) murió y
dejó 30.000 dólares a nuestra pequeña
familia de tres miembros. Tomé mis 10.000 y partí
para ver un poco más del mundo’. En realidad, se
refería al asalto de un banco de Winemuca en Nevada, el 10
de septiembre de 1900. Ahora estaba solo, es cierto, pero por
pocos meses, de manera que mentía ese dato. Daba cuenta de
su patrimonio
ganadero: ‘300 cabezas de vacunos, 1500 ovinos, 28 caballos
de silla’, además de dos peones y la alusión
al rancho como ‘una buena casa de cuatro
habitaciones’, galpones, establo y gallinero. Se quejaba de
su soledad, la falta de una cocinera y su ‘estado de amarga
soltería’. Luego, agregaba otras quejas. Se hablaba
español, ‘pero el país, en cambio, es
excelente’. Daba cuenta de la extensa y fértil
región, la distancia con Buenos Aires y esperaba
fortificar las ventas de
ganado a Chile, ‘nuestro gran comprador de carne
vacuna’, porque de allá habían abierto un
camino cordillerano (se refería al sendero de
Cochamó, el que denunció Clemente Onelli como
contrario al laudo arbitral que expediría la corona
británica ese mismo año)".

…..

Las cartas nos permiten conocer variados aspectos de las
vidas de los inmigrantes, al tiempo que nos remiten a los sucesos
que en esa época acaecían en la Argentina y el
mundo.

12- Notas

(1) Muzi, Carolina: "Fina estampa", en Clarín
Viva, Buenos Aires, 21 de julio de 2002.

(2) Fernández Díaz,Jorge: Mamá.
Buenos Aires, Sudamericana, 2002.

(3) Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en
Clarín Viva, 20 de febrero de 2000.

(4) González Rouco, María: "Buenos Aires
1910 Memoria del porvenir", en El Tiempo, Azul, 10 de octubre de
1999.

(5) Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran
inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.

(6) Gutiérrez, Mariano: "Las fronteras
históricas del legalismo", en
www.derechopenalonline.com.

(7) S/F: "Las cartas de amor de Severino Di Giovanni",
en Clarín, Buenos Aires, 27 de julio de 1999.

(8) Da Veiga, Otilia: "Teresa Masciulli en la vida de
Severino Di Giovanni", en El Tiempo, Azul, 23 de marzo de
2003.

(9) Villanueva, Cristina: "Grupo Buenos Aires Puro
Cuento en Severino, una historia colectiva", en Te doy mi palabra
Noticias de los cuentacuentos,Diciembre de 2003.
www.circulocuentos.com.ar.

(10) Forti Glori, Nisa: La crisálida. Buenos
Aires, Corregidor, 1984.

(11) Marafioti, Rosa: "Carta a mi pueblo", en El Barrio
Villa Pueyrredón, Mayo de 2003.

(12) Lima, Félix: "Otra vez en la milonga,
trágico doblete", en Caras y Caretas, Año XLII,
N° 2137, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1939.

(13) Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia",
en Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de Cultura.
Provincia de Buenos Aires, 1994.

(14) Alonso de Rocha, Aurora: La casa de Myra. Buenos
Aires, Fundación El Libro, 2001.

(15) Latorre, Stella Maris: Amor Migrante. Buenos Aires,
De los Cuatro Vientos Editorial, 2004.

(16) Mataloni, Hugo: La inmigración entre
1886-1890 Su proceso hasta
el gobierno de Gálvez. Santa Fe, Colmegna,
1992.

(17) S/F: www.webescritores.com.

(18) Walsh, María Elena: Novios de antaño.
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991.

(19) Belgrano Rawson, Eduardo: Fuegia. Buenos Aires,
Sudamericana, 1991.

(20) S/F: "Memorias de un estandarte", en Clarín
Viva, Buenos Aires, 12 de octubre de 2003.

(21) Delaney, Juan José: Tréboles del sur.
Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1994.

(22) González Rouco, María: "La epopeya
irlandesa", en El Tiempo, Azul, 10 de abril de 1988.

(23) Delaney, Juan José: Moira Sullivan. Buenos
Aires, Corregidor, 1999.

(24) Vernaz, Celia: La Colonia San José. Santa
Fe, Colmegna, 1991.

(25) Cot, Lorenzo: "Venida del padre Lorenzo Cot a San
José", en Vernaz.

(26) Grimaud, Luis: en Archivo Histórico "Alberto
y Fernando Valverde", N° 3, Municipalidad de
Olavarría, Secretaría de Gobierno. Provincia de
Buenos Aires, 1997.

(27) Brunswig de Bamberg, María: Allá en
la Patagonia. Buenos Aires, Vergara, 1995.

(28) S/F: Brunswig de Bamberg, María: Allá
en la Patagonia.. Gacetilla de prensa.

(29) Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran
inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.

(30) Vernaz, Celia: op. cit.

(31) Blatter, Juan Bautista: "Sentimientos", en
Vernaz.

(32) Krebs, Edgardo: "Un ’argentino’
universal", en La Nación, Buenos Aires, 28 de julio de
2002.

(33) Wanza, José: Carta enviada a El Obrero;
Nº 36, del 26/9/1891. Tomado de: José Panettieri, Los
Trabajadores. Biblioteca argentina fundamental. Serie
complementaria: Sociedad y
Cultura/18. Centro Editor América
Latina. 1982. Págs.101a 104. Reproducido en Ciudad
Digital Yrigoyen, www.clarin.com.ar.

(34) Madsen, Andreas: Relatos nuevos de la Patagonia
vieja (Recopilación de Martín Alejandro Adair).
Zagier y Urruty. 2003.

(35) Cristoff, María Sonia: "Los surcos de un
pionero", en La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de
2003.

(36) Juárez, Francisco N.: "Una carta de Butch
Cassidy", en La Nación, Buenos Aires, 25 de agosto de
2002. Foto de Butch Cassidy publicada en
www.bolsonweb.com/historia/historia_cassidy.htm.

Datos de la Autora

María M. González Rouco de Prebble
nació en Buenos Aires, en 1960. Cursó estudios en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
dicha ciudad, de la que egresó con los títulos de
Licenciada en Letras con Orientación en Letras Modernas
(1984) y Profesora en Letras (1983). Escribió su Tesis de
Licenciatura sobre los aspectos autobiográficos de la obra
de Manuel Mujica Láinez, dirigida por el Dr. Guillermo Ara
y manteniendo correspondencia con el escritor. Compiló la
antología Territorios de infancia (Plus Ultra, 1994), en
cuyo estudio preliminar amplía el tema investigado en su
tesis.

Cursó asimismo algunas materias de la carrera de
Historia de las Artes, estudios que abandonó para
dedicarse de lleno al periodismo.

Ha publicado ensayos,
comentarios, reportajes, notas de actualidad, cuentos y
poemas en los diarios La Prensa (donde tramitó, en 1990,
su Matrícula Nacional de Periodistas), Clarín, La
Nueva Provincia de Bahía Blanca, La Voz del Interior de
Córdoba, La Capital de Rosario, La Capital de Mar del
Plata, Diario de Cuyo de San Juan, Pregón de Jujuy, El
Diario de Paraná, El Tiempo de Azul, El Tiempo de
Saladillo, The Southern Cross, Mundo Israelita y Diario
Armenia.

Escribe en la revista el grillo, que dirige la escritora
Carolina de Grinbaum; en esta revista se ocupa además de
la Secretaría de Redacción y las Relaciones
Públicas. Anteriormente escribió en Letras de
Buenos Aires, Proa, Pliego de Poesía, Napenay, Lucanor y
Ambito Literario (argentinas) y en Alba de
América (estadounidense).

Hasta la fecha, aparecieron con su firma más de
mil doscientos artículos periodísticos.

Colabora en el magazine digital Argentina Universal
(Washington, Estados Unidos), en la revista digital Vetas (Santo
Domingo, República Dominicana), en Letras-Uruguay
(Montevideo, Uruguay) y en El Quincenal de Hungría
(Budapest, Hungría), entre otros sitios.

En 2007 creó el blog Inmigración y
literatura
(http://inmigracionyliteratura.blog.arnet.com.ar),
el más visto de Arnet.

Es autora de Inmigración y literatura, libro
digital publicado en el sitio www.monografias.com,
y de las series Visiones del inmigrante, Inmigración a la
Argentina: Personalidades e Inmigración a la Argentina:
Colectividades, publicadas en el mismo sitio.

Trabajos de su autoría aparecieron en sitios del
país y el extranjero; entre ellos, en el
periódico virtual Galiciaoxe (www.galiciaoxe.org), en
el sitio de la Fundación Xeito Novo (www.agrileira.com),
en el de los irlandeses (www.irlandeses.com.ar), el de la
Unión Compatriótica Armenia de Marash
(www.marash.com.ar), el de los estudiantes de Historia y Geografía de la
Universidad de Las Palmas de la Gran Canaria, España
(www.aquacanary.com/historia/Arte.htm), Gema Consulting Services
(gema[arroba]gema.com.ar), Kulturburg (www.kulturburg.org) y
Guía Cultural (www.guiacultural.com).

Algunos de sus trabajos figuran como enlaces
recomendados en las páginas de Horacio Vázquez-Rial
(www.vazquezrial.com) y María Rosa Lojo
(www.mariarosalojo.com.ar).

Su monografía "El viaje" fue citada por Lorena
Amaro Castro et al., en Lenguaje y
Comunicación, libro para 3r. año de
educación media (Santiago de Chile, Santillana del
Pacífico, 2005), mientras que Jorge Lanata citó en
ADN Mapa
genético de los defectos argentinos (Buenos Aires,
Planeta, 2004), la monografía
"El idioma".

Pasajes de sus críticas bibliográficas
aparecen en libros de Sebastián Jorgi, Cristina Pizarro y
Carolina de Grinbaum, entre otros.

Recibió distinciones en diversos
certámenes de cuento, poesía y ensayo. En
1991 se la distinguió con el Primer Premio en el concurso
"Cuentos de miedo y misterio para lectores a partir de los diez
años", otorgado por la Editorial Magisterio del Río
de la Plata a Martín y el diablo bretón
(publicación y anticipo de los derechos de
autor). El jurado que lo otorgó estaba integrado por
Marta Giménez Pastor, Nelí Garrido y Julio Azamor.
Dicho libro fue traducido al portugués y publicado
–como A casa mal-assombrada- por Ediçoes Loyola en
San Pablo, Brasil, en 1995.

Cabe destacar, asimismo, el premio otorgado en 1997 por
la revista el gRillo a su cuento "Un cielo para mi abuelo"; dicho
premio consistía en la publicación de un volumen
individual cuento-poesía; así se publicó
Josefina en el retrato (Buenos Aires, el grillo,
1998).

Algunos de estos cuentos, y otros inéditos en
Internet,
integran el libro digital Volver a Galicia, publicado en
Letras-Uruguay en 2005.

Entre otros premios, fue distinguida con los siguientes:
Mención Especial, por "Un cielo para mi abuelo", en el
Concurso Literario convocado en 1997 por el Consejo Profesional
de Ciencias
Económicas de Buenos Aires. Jurado: María
Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge
Masciángioli; Mención del Jurado, por "El regreso
del indiano", en el Concurso Literario convocado en 1999 por el
Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos
Aires. Jurado: María Angélica Bosco, Eduardo
Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli; Primera
Mención, por el cuento "Peregrinación", en el
Concurso "El Inmigrante", convocado en 1995 por la SADE Filial
Centro (Azul, Provincia de Buenos Aires), y el Círculo
Literario Mitre; Segundo Premio, Categoría Familiares de
Profesionales, por el poema "De España", en el Concurso
Literario convocado en 1994 por el Consejo Profesional de
Ciencias Económicas de Buenos Aires. Jurado: María
Angélica Bosco, Nicolás Cócaro y Eduardo
Gudiño Kieffer; Mención, por el ensayo
"Vagabundos y romeros", en el concurso convocado por el Ateneo
Cultural de la Ciudad de Buenos Aires en 1985. Jurado: Ricardo
Adúriz, María Alicia Domínguez y Oscar
Hermes Villordo.

Ha participado en los volúmenes colectivos
Nosotros el Sur (Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 1992),
Territorios de infancia (Buenos Aires, Plus Ultra, 1994),
Recreando la Cultura Judeoargentina/2 Literatura y Artes
Plásticas (Buenos Aires, Editorial Milá-AMIA, 2004)
y Recreando la Cultura Judeoargentina/3 Crecer en el gueto.
Crecer en el mundo Tercer Encuentro Internacional de Intelectuales
Rosario 2005 (Buenos Aires, AMIA, 2005).

Ejerce la docencia en la
enseñanza media.

 

 

 

Autor:

María González Rouco

Licenciada en Letras UNBA / Periodista

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12
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