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Antología inmigrante argentina (página 6)



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Novelas infantiles y juveniles

Españoles

Gallegos

Cecilia Pisos es la autora de Como si no hubiera que
cruzar el mar (1), novela con la que
resultó Finalista del Premio Jaén de Narrativa
Infantil y Juvenil (Alfaguara y Caja General de Ahorros de
Granada), Granada, España,
2003 (2). En esa obra, "Carolina tiene doce años y viaja
por primera vez sola en avión hacia Madrid, donde
la espera su tío. La acompañan las cartas de
María, su bisabuela, que también cruzó el
mar sola, pero en barco y desde España hacia la Argentina.
Aunque las épocas son muy distintas y las historias se
cruzan, las vivencias se parecen mucho y esas cartas le sirven a
Carolina para crecer y entender tantas cosas que le suceden en
ese país tan distinto y a la vez tan similar al suyo.
Cartas, relatos, canciones, chistes,
charlas telefónicas, recetas de cocina y muchos otros
géneros pueblan esta novela inteligente y emotiva, que
atrapa página tras página" (3).

En una de las cartas, escribe la bisabuela María
del Pilar, que dejó su Santa Cruz de Portas: "Buenos Aires es
muy grande. Tiene ruidos y olores extraños y las voces que
se escuchan son de muchas partes, así que todos hablan
pero no creo que ninguno se entienda. A mí me cuesta: dos
o tres veces tengo que intentar hasta que encuentro a alguien que
me hable en español y
a quien yo pueda preguntar por una calle o un sitio
cualquiera".

Varios

Fernando de Querejazu publica El pequeño obispo
(4), una novela "absolutamente autobiográfica, aunque
parezca un disparate lo que ocurre allí", surgida de "la
necesidad de homenajear a mis padres, que eran admirables"
(5).

El 10 de febrero de 1926 llegó a América
el hidroavión Plus Ultra, piloteado por Ramón
Franco, concretando así una proeza histórica. Ese
mismo día, en un pueblo de inmigrantes de la provincia de
Córdoba, veía la luz el
protagonista de esta novela. Sus padres, castellanos, lo llamaron
Fernando en homenaje a la isla Fernando de Noronha, en la que se
produjo el aterrizaje. La evocación del escritor, que se
inicia en la fecha de arribo del hidroavión, tiene como
escenario el querido paisaje de Canals, provincia de
Córdoba, donde "se vivía bien, atrayendo a las
poblaciones cercanas, en un gran radio a la
redonda, que buscaban los atractivos de este centro vitalizador".
En esta localidad, fundada por un naviero valenciano, no se
conocían las desdichas; la naturaleza,
pródiga, brindaba a los hombres todo lo necesario para ser
felices. Su tesón y fe en el futuro de la nueva patria
eran una fuerza vital y
fecunda.

Notas

1 Pisos, Cecilia: Como si no hubiera que cruzar el mar.
Ilustraciones: Eugenia Nobati. Buenos Aires, Alfaguara, 2004. 216
pp. (Serie azul).

2 S/F: "Datos
biográficos", en Imaginaria, 28 de septiembre de
2005.

3 S/F: en Pisos, Cecilia: Como si no hubiera que cruzar
el mar. Ilustraciones: Eugenia Nobati. Buenos Aires, Alfaguara,
2004. 216 pp. (Serie azul).

4. Querejazu, Fernando de: El pequeño obispo.
Buenos Aires, Lumen, 1986.

5. Prebble, Carlos: "Fernando de Querejazu: la
experiencia personal en
la novela", en
El Tiempo, Azul,
30 de abril de 1988.

Galeses

Incorporado al elenco de un circo, Stéfano
-protagonista que da nombre a una novela de María Teresa
Andruetto- "trabaja en la orquesta, tocando los solos en los
números de acrobacia, un momento antes que los trapecistas
se larguen de las hamacas y queden suspendidos en el aire". Una
trapecista es galesa: "En el trapecio trabaja la mujer de pelo
colorado. Se llama Tersa, Tersa Williams, y, ahora lo sabe, toca
la armónica. Se encarama por las noches al trapecio, se
cuelga cabeza abajo y hace sonar la armónica. (…)
Había venido con su madre desde Gales, desde un pueblo que
se llama Cardigan. (…) Piensa en ella todo el tiempo: le
molesta la risa que tiene, y no le gustan las pecas, ni los
dientes demasiado grandes, pero a pesar de eso, se
acostaría con ella. (…) Tersa tiene veintiocho
años. Su madre y ella vinieron desde Gales hasta Gaiman, a
trabajar en la granja de unos parientes lejanos. Y se quedaron
ahí, hasta que pasó el circo de Juárez"
(1).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos
Aires, Sudamericana, 2001.

Italianos

Lacio

En Aventuras del capitán Bancalari, Sorrentino
incluye como personaje a un inmigrante ilustre. Relata el
narrador: "A Rosita Rosales la conocí en cierta
recepción que, en la Casa de Gobierno, se dio
para agasajar a don Clemente Onelli. Este naturalista italiano,
director del Jardín Zoológico de Buenos Aires,
acababa de volver de una de sus tantas expediciones al lago
Nahuel Huapi y al lago Argentino: aquí –se
decía- había dado caza a un plesiosaurio, animal
extinguido millones de años atrás. El
científico, muy bien trajeado, era el centro de la
atención general: en la mano derecha
sostenía una copa de champaña; en la izquierda, una
correa a cuyo extremo, del cuello, estaba atado el inexistente
bicho en cuestión" (1).

Notas

1. Sorrentino, Fernando: Aventuras del capitán
Bancalari Ilustr. De Pablo Zweig. Buenos Aires, Alfaguara,
2001.

Piamonte

En Stéfano (1), novela que dedica a su padre,
María Teresa Andruetto relata la vida de un inmigrante
italiano que llega a nuestro país con su bagaje de
ilusiones y recuerdos; el hombre
recuerda su pasado, desde la extrema pobreza que
vivía en su tierra, hasta
que se establece en la Argentina y espera la llegada de su primer
hijo.

"Soy hija de un partisano que llegó desde el
norte de Italia a la
Argentina, en 1948 –escribió-, y por una
sucesión de circunstancias más o menos azarosas, se
instaló en un pueblo de la pampa húmeda, donde
nací, y ahí vivió toda su vida.
También mi mamá es hija de inmigrantes italianos
que llegaron al país hacia finales del mil ochocientos. El
agradecimiento a la tierra de
llegada que le había permitido trabajar y formar una
familia, fue
la otra cara de la tristeza que le causaba a mi padre el
desarraigo. A poco de venir, murió su madre y luego otros
y otros, hasta que cada vez se hizo más fuerte la idea de
ya no regresar" (2).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos
Aires, Sudamericana, 2001.

2 Andruetto, María Teresa: Stéfano.
Ilustraciones: Daniel Roldán. Buenos Aires, Sudamericana,
2004. (La pluma del gato).

Rusos

Acerca de su novela Memorias de
Vladimir (1), escribe Perla Suez: "Nací en Córdoba.
Me crié en Basavilbaso, un pueblo de la provincia de Entre
Ríos. Muy cerca de donde transcurre una etapa de la vida
de Vladimir. A medida que la historia avanzaba me
reencontraba con espacios vividos. Sabía que estaba
escribiendo un episodio de mi vida. Buscaba dentro mío una
voz propia que naciera de mis palabras. Soy nieta de inmigrantes
judíos
que escaparon de Rusia en la
época en que el zar Nicolás II los
perseguía. Durante el tiempo en que trabajé en este
libro estuve
muy preocupada por la suerte de mi personaje. Sentí
ternura por él y esa ternura no me abandonó hasta
el final. Mi personaje habla en esta historia como lo
hacía mi abuelo. Vladimir tiene un aire a mi padre. Vera,
el gran amor de
Vladimir se me figura a mi madre" (2).

Relata el protagonista: "Nací en la aldea de
Porskurov hace mucho tiempo. El zar mandaba en Rusia, el zar
Nicolás II. No conocí a mis padres. Fui criado por
mi tío Fedor. A los diez años hachaba leña
de la mañana a la noche por apenas un copec.
(…)Tío Fedor era colchonero, guardaba la máquina
de cardar en el cobertizo. A veces para soportar el miedo yo
cardaba lana. Cuando oía chirriar el cerrojo de la puerta
y reconocía sus pasos, mi corazón
volvía a su remanso".

La novela fue galardonada con el White Ravens, 1992,
Biblioteca
Internacional de la Juventud de
Munich, Alemania, y
ALIJA, Asociación Argentina de Literatura
Infantil, Sección Nacional del IBBY.

Notas

1. Suez, Perla: Memorias de Vladimir. Buenos Aires,
Editorial Colihue, 1993. (Libros del
malabarista)

2. Información publicada en
www.perlasuez.com.ar

Turcos

En Stéfano aparece un turco tendero:
"Stéfano le cuenta a Lina que en la tienda de rezagos hay
un saxo, un instrumento para hacer música. Le ha pedido
al dueño que no lo venda, él juntará
el dinero para
comprarlo". Vittorio pregunta al muchacho "cómo se llama
ese instrumento que ha visto en la tienda del turco Rasú"
(1).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos
Aires, Sudamericana, 2001.

Varios

Dimitri es el nieto de Vladimir. En Dimitri en la
tormenta (1), "Dimitri y su abuelo ayudan a Tania, que viene
escapando del nazismo, a entrar
al país. A través de lo que la mujer cuenta, el
chico irá descubriendo el horror de la guerra.
Comprenderlo se le hace difícil, muy difícil. Una
novela donde se entrelazan sin tapujos tristeza, odio y dolor con
momentos de intensa felicidad. Any, el amor y la
emoción profunda de cumplir trece años y festejar
el barmitzvá" (2).

Relata Tania: "Con el anillo de brillantes de mi madre
compré a uno de los comandantes y escapé.
Vagué por cloacas, estuve en una iglesia donde
un sacerdote me ayudó. Disfrazada de mendiga, pude llegar
a la bahía de Gdansk. Y logré esconderme en el
barco carguero en el que llegué".

Esta novela fue seleccionada por la Asociación de
Literatura
Infantil y Juvenil Argentina (ALIJA) y por la Fundación de
Lectura,
Fundalectura, Bogotá, Colombia, entre
los mejores libros para jóvenes.

En la novela de María Teresa Andruetto,
Stéfano se hospeda en el Hotel de Inmigrantes: "El hotel está a
pocos pasos de la dársena; tiene largos comedores y un
sinfín de habitaciones. Les ha tocado un dormitorio oscuro
y húmedo. En la puerta, un cartel dice: Se trata de un
sacrificio que dura poco. (…) Los dormitorios de las mujeres
están a la izquierda, pasando los patios. Por la tarde,
después de comer y limpiar, después de averiguar en
la Oficina de
Trabajo el
modo de conseguir algo, los hombres se encuentran con sus
mujeres. Un momento nomás, para contarles si han
conseguido algo. Después se entretienen jugando a la mura,
a los dados o a las bochas. (…) Cuando el sol baja, Pino
y Stéfano salen a caminar por la ribera, hasta el muelle
de los pescadores. Es la hora en que el organito pasa: lo
arrastra un viejo de barba y gorra marinera que lleva un loro
montado sobre el hombro. A veces, junto a las barcazas, se
detienen a oír el mandolín que suena en una rueda y
las canciones que cantan los hombres de mar. Pero no sólo
hay italianos en el puerto. Ya el segundo día se
habían hecho amigos, ni saben cómo, de unos
gallegos que limpian pescado junto a la costa y van por la
mañana a verlos, ayudan un poco, y regresan, los tres
días siguientes, con algunas monedas" (3).

Notas

1. Suez, Perla: Dimitri en la tormenta. Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 1997. (Primera Sudamericana)

2. S/F: en www.perlasuez.com.ar

3. Andruetto, María Teresa: Stéfano.
Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

Apéndice

INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA HASTA
1810

UNA SOMBRA DONDE SUEÑA CAMILA O'GORMAN, por
Enrique Molina. Buenos Aires, Seix Barral, 1994.

En esa novela, escribe el autor:

"Los Perichon de Vandeuil, gentes de grandes
singladuras, eran unos nobles franceses arrojados lejos "por el
océano y una ola". La Revolución
amenazó cortarles el cuello. Prefirieron emigrar con sus
titulos, su vajilla nobiliaria y la nostalgia de sus tierras.
Esteban Hernand Perichon de Vandeuil fue a parar a la India.
Allí contrajo enlace con Magdalena de Abeille, noble
también. Luego se instalaron en la Isla Mauricio,
(…).

En la isla nacieron sus cuatro hijos: Juan Bautista,
Esteban Maria, Eugenio y Ana Maria. La niña creció
entre el volcán del sol y los volcanes de la
noche. Al llegar a la adolescencia
instaló numerosas trampas eroticas ocultas en la vegetación, accionadas por el
crepúsculo, la imperceptible capa de sudor que cubria su
garganta y el gracioso poderio de su cintura. En una de ellas
cayó Thomas 0' Gorman, cuya pelirroja cabeza entró
de inmediato en combustion en aquella atmosfera.

A poco de la boda de su hija ¿qué impulso
demente indujo al noble de Vandeuil, a los 53 años, a
dirigirse con toda su familia a la capital del
Plata? No es absurdo suponer alguna combinación de su
yerno, ya enterado de la alta posicion de su tío en el
pais. Hacen el viaje en la fragata francesa "Marie Eugenie", que
enarbola pabellon americano ¿quizas alguna "empresa" de
Thomas?). En julio de 1797 desembarcan en Buenos Aires, donde el
padre declara "que la causa de su venida era por males que
adolecía y deseos de criar a sus hijos en la religion
católica, que siempre tuvo por suya, para lo cual pedia el
amparo de Su
Majestad con la suplica de que se le dejara naturalizarse en
estos reinos".

POR AMOR A CRISTINA, Susana Biset. Córdoba,
Ediciones del Boulevard, 2007. Segunda edición.

"Ambientada en la Argentina de 1810, la novela presenta
una muchacha a quien la vida le ha brindado todo: un marido
maravilloso, un hijo, una estancia importante y un lugar
destacado en la clase alta
porteña. Sorpresivamente todo cambia; se ve obligada a
afrontar sola la dura tarea de criar a su hijo y administrar la
estancia Los Naranjos, para lo cual debe enfrentar
obstáculos impensados para una dama de la época:
manejar a los peones que no están dispuestos a recibir
órdenes de una mujer; lidiar con el ataque de los
aborígenes y las consecuencias de la peste; y soportar las
burlas de la sociedad;
más la presencia de un personaje misterioso y siniestro,
que la acosa entre las sombras ¿la está ayudando o
la quiere destruir?

Con una impecable ambientación histórica y
una prosa fluida y sensual, la trama de Por amor a Cristina se
apodera del lector de la primera a la última
página, e incluso más allá de
ésta".

José Bertorello

Novelas infantiles y juveniles

LA SOGA, por Esteban Valentino. Buenos Aires, Ediciones
del Eclipse, 2006.

INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA DESDE
1960

ALGO HABRAN HECHO (monjas francesas desaparecidas), por
Elena Cabrejas. Buenos Aires, Solaris, 1997. (Personajes de la
Historia). 203 páginas.

En esa novela, la autora evoca la partida de Alice
Domon:

"Eran los golpes de tambor en el pecho, la mano
invisible que le estrujaba la garganta, el dolor de las sienes
… aquel día en el aeropuerto, cuando la hermana Alice
Domon, se despedía de los suyos. No había querido
mirar a su madre para que no le adivinara la tristeza,
sólo lo hizo furtivamente, cuando ella no se daba cuenta.
La miraba bebiendola con la misma sed del que sabe que no
tendrá mas agua. Contuvo
el llanto hasta el instante en que sus padres y hermanos, fueron
solo pequenas figuras; ellos tenían que creer que se iba
contenta o que al menos no estaba despedazandose por dentro. Era
la primera vez que los dejaba, parque a pesar de las obligaciones
que le imponía su vocacion, pudo verlos muy a menudo.
Reprimiendo las lagrimas, partio sin saber si era ella la que se
iba o era Francia
alejandose de aquel avion, que se hundía como un tajo
profundo sobre las nubes.

Llevaba a su patria apretada en el pecho.

Abajo quedaba ese pequeño tumulto de caras
queridas en las que se repetian sus rasgos. Intuía que iba
a continuar buscandolos durante mucho tiempo dentro de sí
misma, detras de la piel, del
ultimo rincon del pecho. En ese momento sintio la necesidad de
contarselo a su madre, pero lo haria de otro modo, menos cruel,
sin angustia y decidio escribirle ni bien llegase a la
Mision".

BOLIVIA CONSTRUCCIONES, por Sergio Di Nucci

UN CHINO EN BICICLETA, por Ariel Magnus. Obra ganadora
del III Premio de novela La otra orilla. Buenos Aires, Norma,
2007.

"Siento el frío de la pistola en la nuca casi
antes de oír la puerta del baño abriéndose
de golpe, el brazo flaco y lampiño de una persona que no
alcanzo a ver me cruza el pecho y me hace girar en redondo, me
abrocho rápido el pantalón y avanzo empujado desde
atrás, pienso con culpa en que no tiré de la
cadena, quizá ni funcionaba". Así empieza la
asombrosa historia de Ramiro Valestra, un joven porteño
que es secuestrado por un chino pirómano, llamado Li,
después de oficiar de testigo en el juicio que condenaba a
este por haber incendiado once locales en la ciudad. A partir de
ese momento, la inmersión del protagonista en la
desconocida cultura china
de las calles de Buenos Aires será completa. El autor
logra un retrato muy especial y un tanto surrealista de un mundo
dentro de otro mundo, de una cultura dentro
de otra cultura. En ese forzado exilio interior en el barrio
chino es donde empieza la nueva vida de Ramiro. Las extravagantes
relaciones con todos los personajes que conviven en el
restaurante chino Todos Contentos serán la clave para
darle verdadero sentido a la vida del protagonista. Entre
predicciones apocalípticas, choques culturales, complots
en búsqueda de la verdad, fuegos artificiales, amores
apasionados y chinos que no saben ir en bicicleta se entreteje la
historia más hilarante que se ha escrito sobre la inmigración china en
Argentina.

…..

El deseo de dar a conocer la gesta propia o de un
antepasado, el afán de homenajear o de denostar, motivan
estas novelas, en las
que se refleja un proceso social
que cambiaría a la Argentina. Son testimonios de un tiempo
que marcó definitivamente nuestra historia.

Cuentos

1. alemanes

2. belgas

3. checoslovacos

4. daneses

5. escoceses

6. españoles

7. franceses

8. griegos

9. ingleses

10. irlandeses

11. italianos

12. japoneses

13. polacos

14. portugueses

15. rusos

16. sirios

17. suizos

18. turcos

19. ucranios

20. sin mención de origen

21. varios

22. cuentos
infantiles y juveniles

23. antología

24. apéndice

En este trabajo cito muchos de los cuentos en los
que los inmigrantes llegados a la Argentina entre 1850 y 1950,
sus descendientes u otros escritores argentinos, escriben sobre
la tierra de origen, la inmigración, los inmigrantes y sus
descendientes.

Transcribo parcialmente uno o más cuentos de cada
autor, sin que ello signifique que no han escrito otros cuentos
sobre la inmigración, además de los que incluyo en
este trabajo. En general, utilizo un criterio cronológico
para ordenar los textos, a excepción de los cuentos sobre
españoles e italianos, que han sido ordenados por la
región de origen, dejando al final de cada apartado
aquellos que no indican procedencia del inmigrante.

Alemanes

Eduardo L. Holmberg evoca en "La pipa de Hoffmann" a un
judío alemán: "Era de mediana estatura,
proporcionalmente delgado, cara oval, ojos negros,
pestañas largas, y vestía siempre traje del mismo
color de sus ojos
y de su cabello, negro también. Al verle era
difícil no reconocer en él un representante de la
raza hebrea" (1).

Narra Jorge Luis Borges
en "El sur": "El hombre que
desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes
Dahlmann y era pastor de una iglesia evangélica; en 1939,
uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una
biblioteca municipal en la calle Córdoba y se
sentía hondamente argentino" (2).

En "La tos" Ezequiel Martínez Estrada presenta a
Rauch, un descendiente de alemanes, quien recibe la visita de "un
señor corpulento, rubio", un "empresario de
reducciones orgánicas". "Rauch se extrañó de
la corrección con que se expresaba en castellano ese
hombre evidentemente extranjero, de su raza" (3).

Juan José Hernández relata, en "El
inocente", que ha desaparecido un gato. "(…) Poco tiempo
después Julia y yo lo descubrimos muerto en la quinta del
alemán. Ocultamos nuestro hallazgo. Nos habían
prohibido subir a la pared del fondo que daba a la quinta, pero a
menudo desafiábamos el peligro para robar naranjas. Nunca
saltábamos la tapia; hacerlo hubiera sido correr la misma
suerte del gato" (4).

En "Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche", el
autor presenta a una pareja de gringos. El marido habla
alemán, y la esposa, "su media lengua"
(5).

Magdalena Ruiz Guiñazú evoca, en "El
sortilegio", la relación entre una pareja de alemanes y la
novia del hijo: "Digamos que aquellos germanos, los Sachs,
mostraron sólo una educada indiferencia.
¿Qué podía importarles aquella criolla
rioplatense, exuberante, alegre y pobre, que ni siquiera
sabía hablar el alemán? Sin embargo, guardaron las
apariencias con formalidad. Se cumplirían las reglas y sus
amistades sólo percibirían que aquella no era la
nuera esperada, pero que la vida es tal como es y que las
personas inteligentes saben adaptarse a cualquier circunstancia"
(6).

El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky,
"Con la gente del conventillo se había ido
encariñando, había cinco polacos, una pareja de
gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos
y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y
solidaria. Algunos habían probado suerte como él,
pero, también, habían perdido" (7).

En "El hombre frío", Horacio Vázquez-Rial
presenta a un descendiente de alemanes: "Ese rubiecito flaco, que
seguramente vivía en el barrio, aunque nadie sabía
exactamente dónde, daba para todo: para una madre
represiva, posesiva, castradora, que no le permitía tener
una novia como todo el mundo, o para un padre violento, de
tradición prusiana".

En "Tablero desierto", de Héctor Alvarez
Castillo, un alemán contrae enlace en la nueva tierra.
Relata el protagonista: "La historia familiar que alcancé
a conocer es sencilla. Si soy sincero debo confesar que a ella la
vi más de un par de veces. Mi amigo descendía de
alemanes. Su padre llegó a Buenos Aires durante el segundo
gobierno de Irigoyen en un barco que lo trajo de África,
de un continente que no era su país, a otro más
alejado aún del mundo en el que se había criado.
Provenía de una ciudad cercana a Berlín. En ella
había logrado un título de ingeniero que lo
conectó dentro de la comunidad germana
ya instalada en el Río de la Plata y, en una de las
reuniones a las que con frecuencia era invitado, la esposa del
hombre con quien comenzara a trabajar le presentó a
Eloisa. Una joven delgada que vio a su primer hombre en esa
velada con el pudor y la ambición en tornadizo
vaivén" (8).

En el cuento "En la
Hostería del Alemán", por María Laura
Amuchástegui, relata la narradora: "Plena selva
salteña. Fuera de temporada. (…) viene llegando el
dueño, Helmuth, me pregunta si me gusta el paisaje, y en
vez de contestar lo obvio le comento que están a la
vanguardia,
hasta los visitan los extraterrestres" (9).

Notas

1. Holmberg, Eduardo L.: "La pipa de Hoffmann", en
Holmberg, Eduardo L.: Cuentos fantásticos. Buenos Aires,
Hachette, 1957.

2. Borges, Jorge
Luis: "El sur", en Ficciones. Buenos Aires, Sur, 1944.

3. Martínez Estrada, Ezequiel: "La tos", en Arlt,
Roberto, Borges, J.L. y otros: El cuento argentino. 1930-1959***.
Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 83).

4. Hernández, Juan José: "El inocente", en
Hernández, Juan José: "La señorita Estrella"
y otros cuentos antología. Selección
por el autor. Prólogo por Daniel Moyano. Buenos Aires,
CEAL, 1982. (Capítulo, vol. 134).

5. Angelino, Diego: "Bajo la luna, sobre la tierra, bajo
la noche", en Con otro sol, Corregidor, 1993, volumen que
acompaña las ediciones de Diario Popular (Buenos Aires),
El Día (La Plata) y Democracia
(Junín).

6. Ruiz Guiñazú, Magdalena: "El
sortilegio", en La Nación,
20 de diciembre de 1998.

7. Korovsky, Santiago: "Esperanza", en
Aequalis.

8. Alvarez Castillo, Héctor: "Tablero desierto",
en Metamorfosis, Buenos Aires, Alvarez Castillo Editor,
2005.

9. Amuchástegui, María Laura: "En la
Hostería del Alemán", en Ciudad de arena
(www.ciudaddearena.org), 28 de marzo de 2007.

Austríacos

Una muñeca despierta dolorosos recuerdos en la
refugiada creada por Zahira Juana Ketzelman: "Cerró los
ojos y se transmutó en aquella niñita de diez
años, que en otro idioma clamaba por Hilda. Y la noche, y
el miedo, y la voz de papá y mamá tratando de
explicarle que no había tiempo, que era necesario huir. Y
vivió nuevamente el largo viaje, y la tierra lejana y
extraña. Los padres sacrificándose, y el empezar de
nuevo, los nuevos rostros, las nuevas palabras. Y el tiempo, el
estudio, y ser grande y estar sola" (1).

Notas

1. Ketzelman, Zahira Juana: "Hilda", en Autorretrato al
infinito. Buenos Aires, el gRillo, 2006.

Belgas

En varios cuentos de Horacio
Quiroga aparecen inmigrantes. Uno de estos cuentos es
"Van-Houten", que toma su título del apellido del
protagonista, un "belga, flamenco de origen", al que "se le
llamaba alguna vez Lo-que-queda-de-Van-Houten, en razón de
que le faltaba un ojo, una oreja, y tres dedos de la mano
derecha. Tenía la cuenca entera de su ojo vacío
quemada en azul por la pólvora. En el resto era un hombre
bajo y muy robusto, con barba roja e hirsuta" (1).

Notas

1. Quiroga, Horacio: "Van Houten", en Los desterrados-
El regreso de Anaconda. Buenos Aires, Losada, 1997.

Checoslovacos

Abelardo Castillo evoca, en "El candelabro de plata", a
Franta, un pordiosero checoslovaco. Recuerda el narrador. "El
viejo, cohibido al principio, de pronto empezó a hablar.
Tenía un acento raro, dulce. Se llamaba Franta, y creo no
haberme sorprendido al darme cuenta de que no era un hombre
vulgar: hablaba con soltura, casi con corrección. Acaso yo
le había preguntado algo, o acaso, rota la frialdad del
primer momento (para esa hora ya estábamos bastante
borrachos), la confesión surgió por sí
misma" (1).

En "La golem", Horacio Vázquez-Rial relata que
"en la Patagonia,
cerca del mar", vivían Raquel Grein y su padre: "Alrededor
de mil novecientos diez, Raquel Grein había puesto
ahí su propia casa de putas, junto a un poblado
transitoriamente próspero cuyo nombre es preferible
olvidar, tan helado como la miserable aldea judía del este
de Chequia en la que ella había visto su primera luz, una
luz espesa y perturbadora, de lámpara de aceite, que en
nada se parecía a la del sol".

Notas

1. A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El
cuento argentino 1959-1970. Selección, prólogo y
notas por el Seminario de
Crítica
Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL,
1980. Pág. 48. (Capítulo).

Daneses

Víctor Juan Guillot, en "Un hombre", evoca a un
danés, el protagonista. El teniente Juan Christiansen de
la jerarquía revolucionaria "era un mocetón
musculoso, alto y deslabazado, con ojos azules de fulgor triste,
y largos bigotes rubios, de guías caedizas. Parece que era
un dinamarqués establecido muchos años en Punta
Arenas. De allí, quién sabe por qué,
ganó la Patagonia, donde cuidara ovejas. Un día
apareció en Resistencia,
grandote, callado y pensativo. El comandante allende lo
había visto imponerse a tres forajidos norteamericanos que
‘banqueaban’ en una jugada de monte inglés,
armados de grandes revólveres y temidos hasta por la
policía del territorio. Como entonces organizaba una
expedición de acuerdo con los colorados, lo dio de alta
con grado de teniente. Le entregó unas libras esterlinas y
le prohibió el whisky, porque el dinamarqués,
acriollado y todo, bebía como un guerrero de los tiempos
de Odín. A un hombre así no se le dice que miente
sin consecuencias" (1).

Notas

1. Guillot, Víctor Juan: "Un hombre", en El
cuento argentino 1900-1930 antología. Buenos Aires, CEAL,
1980.

Escoceses

En "Un hombre", Víctor Juan Guillot evoca al
escocés Mc Dougall, "un antiguo administrador de
yerbales, del que se contaban en voz baja muchas cosas"
(1).

En "Revelación", Augusto Mario Delfino presenta a
una institutriz hija de escoceses: "Miss Eveline, la institutriz
–una joven de Quilmes, hija de escoceses- les
recomendó mientras los peinaba: ‘No olviden que en
sociedad es preciso tener mucho tacto’. Angélica
sabe que tacto es un sentido, como olfato y vista, y Ricardito ha
comprendido que tacto es callar cuando las personas mayores
hablan, comer la gelatina aunque no le agrade" (2).

Notas

1. Guillot, Víctor Juan: "Un hombre", en
Historias sin importancia. Incluido en R. J. Payró, J. C.
Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930
antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 105-109.
(Capítulo, vol. 60).

2. Delfino, Augusto Mario: "Revelación", en
Cuentos de Nochebuena.. Reproducido en Stang, Margarita R. de:
América habla. Buenos Aires, Gram Editora, 1975.
Pág. 194.

Españoles

Andaluces

Francisco Montes es el autor de Leyendas y
Aventuras de Alpujarreños. En "El desafío" (1)
relata que un andaluz de dieciséis años ganó
la competencia de
doma que se realizaba para las fiestas patrias: "El domador con
carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules
era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con
dos años de edad en la búsqueda de insondables
destinos".

En un cuento de Marta Lynch, "Chola, la hija del sastre,
de la misma edad de Rosa, entró como si estuviera en su
casa, con la pollera de volados de española en una mano y
unas castañuelas alquiladas en la otra" (2).

Carmela, personaje de un cuento de María del
Carmen García, era "una gitana como toda gitana, morena y
habladora, activa y vigorosa, que criaba a sus siete hijos como
si no le costara esfuerzo. La ropa siempre limpia y ordenada, la
pieza pulcra donde no faltaba un altarcito para la Virgen del
Rocío y una guitarra que a veces su Rafael sonaba con
melancólicos rasguidos andaluces" (3).

Pierre Cottereau es el autor de "La abuela Augusta",
cuento en el que evoca un episodio de la ancianidad de un
inmigrante andaluz. En los recuerdos del hombre, "Las mesetas se
extienden hacia un horizonte claro, lejano; desde muy lejos llega
el perfume de las manzanas en flor y los almendros son ramos
blancos por doquier. Más allá, las praderas que
bordean la ría están salpicadas de florecillas,
desborda la primavera sobre toda Andalucía"
(4).

Notas

1. Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y
Aventuras de Alpujarreños, en Unisex. Buenos Aires,
Bruguera. 163 pp.

2. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los cuentos
tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág. 129.

3. García, María del Carmen: "Ojos
gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires,
Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola
Castaño.

4. Cottereau, Pierre: "La abuela Augusta", en El Tiempo,
Azul, 12 de octubre de 1997.

Asturianos

En "Carroza y reina", cuento que da título al
libro de Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la
Fundación Fortabat, aparece el asturiano Alvarez, mozo del
café y
bar El Aeroplano: "Los parroquianos empujan para llegar hasta las
mesas del privilegio y arrastran al mozo, Alvarez el asturiano,
el de los enormes pies, que se escurre entre los cuerpos con la
bandeja en alto cargada de choppes, express y especiales de
matambre que son la especialidad de la casa" (1).

María del Carmen García presenta, en "Ojos
gitanos" (2), a unos asturianos: "Algún tiempo
atrás habían llegado a Buenos Aires como otros
tantos inmigrantes, esperanzados en un futuro sin miseria ni
guerras. (…)
Se habían conocido de niños
en la aldea de Asturias en la que nacieron y se encontraron en
Buenos Aires gracias a los oficios del padrino Manuel y como era
de suponer se casaron en un septiembre lluvioso de
1910".

Es asturiano un personaje de uno de los relatos de Hilel
Resnizky: "En 1870 su abuelo, José Molinas, era el
propietario de grandes estancias, de casas de comercio, e
incluso de buqyes y astilleros en la Patagonia. En 1870
apareció un judío ruso, Jacobo Alter Grun, quien se
convirtió y casó a su hijo Marcos con la hija de
Molinas (…) -El viejo José Molinas era testarudo y, para
decirte la verdad, tacaño. Por muchos años
alejó de sí a su yerno judío,
enfrentándose con el rencor de su hija. Al final se
rindió y lo hizo socio. Molinas & Grun. ‘San
Jacobo’. Así llamó Marcos Grun a la estancia
que compró en Santa Cruz, en recuerdo de su padre"
(3).

En "Entre humanos" (4), Claudia Rodríguez evoca
al asturiano Narciso Ibáñez Menta, "el rey del
terror por la tele".

Notas

1. Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y
reina. Buenos Aires, Emecé, 1986.

2. García, María del Carmen: "Ojos
gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires,
Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola
Castaño.

3. Resnizky, Hilel: Puentes de papel. Buenos Aires,
Milá, 2004.

4. Rodríguez, Claudia: "Entre humanos", en Varios
autores: Cuentos de la Abadía de Carfax – Historias
contemporáneas de horror y fantasía. Comentado,
recopilado y seleccionado por Nomi Pendzik. Buenos Aires,
Pasoborgo, 2006. 188 pp.

Baleares

En "La niña de Ibiza" (1), Jorge Alberto Reale
refleja la emigración y la nostalgia de una familia
oriunda de esa localidad: "Esta historia comenzó un poco
antes de la Guerra Civil Española del Año 36, en la
baleárica isla de Ibiza, que es cuando los Ramallets
decidieron abandonar su terruño y emigrar a Sud
América. Fue así que un día del mes de
febrero del año siguiente recalaron en Buenos Aires. No
conocían a nadie. Estaban solos. Debían comenzar de
nuevo. Primero se alojaron en el Hotel de Inmigrantes,
después en otros albergues aún menos confortables
hasta que Don Diego, el padre, consiguió un empleo
remunerado y una casa".

Notas

1. Reale, Jorge Alberto: "La niña de Ibiza", en
el grillo, N° 42, Noviembre-Diciembre 2005.

Castellanos

En "Fuera de juego", cuento
de Horacio Vaccari, el hijo de un italiano zapatero habla a su
padre muerto: "Cuando conocí a Julia, tardé meses
en explicarle cómo era mi familia y dónde
vivía yo. A ella nada pareció importarle. Me
presentó a los suyos. Su padre era dueño de una
confitería del centro, un local deslumbrante de luces.
Hablaba un español rotundo, aprendido en su pueblo
castellano. Me apabullaba su seguridad. Lo
sentí tan superior, que no supe explicarle cómo era
usted" (1).

Notas

1. Vaccari, Horacio: "Fuera de juego", en Cuentos
elegidos. Buenos Aires, Troquel, 1978. 138 pp.

Catalanes

H. Bustos Domecq es el seudónimo con el que
firmaban Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares algunas obras
escritas en conjunto. En uno de estos textos, que se titula "Las
noches de Goliadkin", un personaje expresa: "-Comparto su
aversión a la radio. Como
siempre me decía Margarita -Margarita Xirgu, usted sabe-
los artistas, los que llevamos las tablas en la sangre,
necesitamos el calor del
público. El micrófono es frío, contra
natura. Yo mismo, ante ese artefacto indeseable, he sentido que
perdía la comunión con mi público"
(1).

En "Las señoritas de la noche", Marta Lynch
presenta un almacenero catalán: "(…) El almacenero
arreció en su reyerta milagrosa, recrudeció en los
gritos y en los golpes con su férrea y antigua furia de
anarquista; los vecinos oían ahora incomprensibles
vocablos catalanes y su recia decisión de no dejar al cura
aquel que hiciera un marica de su hijo. La cabra, esa piojosa de
almacén, su mujer que seguía siendo
linda todavía pasó a un segundo plano"
(2).

Patricio Pron es el autor de "La espera". El
protagonista "era porteño. Había nacido allá
por 1908 en La Boca, en el Hotel de Inmigrantes, un día de
lluvias frías. Sus padres, llegados hacia días de
Cataluña, le habían transmitido casi sin saberlo
esa sensación de ya no pertenecer a ninguna parte, ni a
Cataluña ni a Buenos Aires. Juan Vera era el primer
argentino" (3).

Notas

1. Bustos Domecq, H. (Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares): "Las noches de Goliadkin", en H. Bustos Domecq, A.
Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
Selección de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

2. Lynch, Marta: "Las señoritas de la noche", en
Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967.

3. Pron. Patricio: "La espera", en De manos abiertas…
Cuentos por adolescentes.
Buenos Aires, Tu Llave, 1992.

Gallegos

Relata el narrador, en "El convite de Barrientos",
texto de
Santiago Estrada de 1889: "Pero todo lo que llevo referido
habría sido tortas y pan pintado, si el portero de mi
alojamiento, desconociéndome la voz y tomándola
entre sueños por la de un pariente que acababa de morir en
El Ferrol, no se hubiera negado a abrirme la puerta,
conjurándome a que, ánima en pena, volviera al
sitio de donde había salido, en la seguridad de que en
cuanto amaneciera daría de limosna a un pobre los cuartos
que me adeudaba al embarcarse para América"
(1).

En "Departamento para familias", cuento incluido en el
volumen Pasos del gran bailarín, el sevillano Guillermo
Guerrero Estrella presenta a Inés, una criada gallega
(2).

Enrique Méndez Calzada incluye, entre los
personajes de su "Cuento de Navidad", a un
ordenanza, "el leal Lavandeira", quien "extrajo de su vieja
maleta de inmigrante un haz de folletines amarillecidos ya por el
tiempo y corcusidos con hilo negro en su margen izquierdo, a
guisa de doméstica encuadernación. Se trataba,
según pude observar, de El judío errante,
pacientemente coleccionado, y recortado de las hojas de El
Heraldo de Madrid, periódico
que publicó en folletín esa lata inmortal hace cosa
de doce o catorce años" (3).

"Juan José Saer, en "Verde y negro", cuento
incluido en Unidad de lugar, Saer escribe: "Eran como la una y
media de la mañana, en pleno enero, y como el Gallego
cierra el café a la una en punto, sea invierno o verano,
yo me iba para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos
del pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo
los árboles. Era sábado y al otro
día no laburaba" (4).

En "El mundo, una vieja caja de música que tiene
que cantar", Héctor Tizón presenta un cura gallego:
"El cura comienza a pasearse despaciosamente por el salón.
Está pensativo, cabizbajo y dice por ahí
(sólo el Capataz y el Turco pueden escucharlo, los otros
no están en este momento) aludiendo quizás a su
pobreza: -Me ha tocado una parroquia estéril como una
mula. Y poblada de locos" (5).

En "El Antonio", cuento incluido en La
manifestación, Jorge Asís escribe: "Cómo no
recordarlo, cómo olvidar los picados en las calles, y de
la gallega neurótica que no daba la pelota cuando
caía en su casa, o la devolvía cortada, y los
piedrazos que caían de noche en su techo de chapa"
(6).

A un personaje de Marta Lynch, "una rabia sorda, tan
feroz como sus oscuros orígenes de india y de gallego la
espantó de la prefabricada donde José dormía
su mona cotidiana" (7).

Enrique Anderson Imbert es el autor de "Un bautizo en
los tiempos de Justo", cuento en el que Federico Ferreira "A los
pocos meses de casado recibió carta de
España: los nacionalistas acababan de fusilar a su padre y
a su hermano. ¿Por qué, señor, por
qué? La España que él había dejado
era la de Alfonso XIII. Una gran familia. Y, de pronto, la
locura. ¡A asesinarse, unos a otros! Dos bandos. Al bando
de Francisco Franco, su paisano del Ferrol, él, Federico
Ferreira, no podía pertenecer. ¿No habían
fusilado los nacionalistas a su padre y hermano? ¡Mueran,
pues, los nacionalistas! Y al otro bando, el de los republicanos,
¿podía pertenecer? ¿él, que
había sido feliz en la España de Alfonso XIII? La
República ¿qué era eso de la
República?" (8).

Cuando "Doña Conce", la gallega del cuento de
Jorge Dietsch, ve que se acerca su fin, pide sus zapatos, "e
incorporándose en la cama, comenzó a bailar.
Bailaba para adentro, se veía en la mirada y la sonrisa,
con una gracia joven y movimientos que debían ser de tal
agilidad que en la habitación entró un viento
fresco de montañas, con olores de campo y de menta.
Tarareaba al mismo tiempo una música tan extraña y
bella que quienes escuchaban, a pesar de la gravedad de las
circunstancias, no pudieron evitar acompañarla con
movimientos de pies. Luego, agotada de tanta danza,
apoyó la cabeza en la almohada, respiró profundo
varias veces, y cerró los ojos sin dejar la sonrisa, como
soñando un buen sueño" (9).

Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a
Galicia" (10), texto que mereció una Mención en el
Certamen que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó
en el año 1994. Así empieza la carta: "Meus
quiridos pai y miña nai Lorenzos. Y les dijo Lorenzos
quirido pai prablar poco ya que usté y miña nai se
llaman ijual y no es cosa dandar ripitiendo dos veces los nombres
dustedes. Les escribo para dicirles que hemos llejado bien a la
Arjintina. Nos acompañó la soerte a la Paca y a
mí y a nuestra rapaza la Paquita".

El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky,
"Con la gente del conventillo se había ido
encariñando, había cinco polacos, una pareja de
gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos
y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y
solidaria. Algunos habían probado suerte como él,
pero, también, habían perdido" (11).

En "Los amigos", escribe Natalia Kohen, acerca de su
personaje José Manolo Pérez Ortigueiras:
"También Pepe consiguió su media naranja, pero no
por medio de la agencia, que le parecía onerosa. Se
había propuesto no gastar una sola peseta (como
diría su padre) en este trámite, ni al contado, ni
en cuotas. Recordó la época en que de adolescente
había sido repartidor de ‘Al pan crocante’. En
una de las casas adonde llevaba diariamente pan y facturas,
trabajaba Amparito, una galleguita recién llegada
–de un lugar de Galicia que nadie pudo encontrar
jamás en el mapa- donde ella había sido la reina de
las romerías" (12).

Escribí mi cuento "Volver a Galicia",
basándome en una anécdota familiar. Acerca de la
hija de inmigrantes que lo protagoniza, digo: "Hasta que no
lograra pisar esa tierra, nada tendría valor para
ella, porque le faltaba su punto de partida, el origen que la
había llevado a ser quien era" (13).

En "Un cielo para mi abuelo" (14), evoco los
últimos días de mi abuelo materno. El cuento fue
distinguido con una Mención Especial en el Concurso de
Literatura convocado por el Consejo Profesional de Ciencias
Económicas de la Capital Federal, en noviembre de 1999.
Integraron el Jurado María Angélica Bosco, Eduardo
Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli.

Antonio González, nacido en Lugo en marzo de
1890, protagoniza "El regreso del indiano" (15), cuento en el que
inventé para mi abuelo paterno una vida más feliz
que la que realmente tuvo. Este cuento fue distinguido con una
Mención del Jurado en el Concurso de Literatura convocado
por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la
Capital Federal, en noviembre de 1999. Integraron el Jurado
María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer
y Jorge Masciángioli.

En "El residente", de Teresa C. Freda, aparece una
gallega, "pobre y santa enfermera, medio bruta pero buenaza"
(16).

En "La aventura olvidada de Sandokan", María Rosa
Lojo escribe acerca de la relación entre Sandokan y una
inmigrante gallega, en Buenos Aires: "Ninguno, tampoco,
sentía ni hacía sentir de tal manera el dolor de la
patria distante. En nada se asemejaban las intrincadas selvas de
Borneo, el húmedo árbol del pan y el gigantesco
sicomoro, a las sobrias castiñeiras y los ásperos
pinares de los montes gallegos. (…) Pero la nostalgia por lo
amado y lo perdido era la misma" (17).

"El Orensano" protagoniza "Se abrió el cielo", de
Jorge Alberto Reale. El inmigrante "es de Orense el pueblo de la
chispa y los dulces arpegios. Enjuto, desdentado,
recóndito. El pobre está un poco arqueado, su cara
afilada, parece disecarse. Nadie sabe si tiene familia. Cuando se
lo indaga, dice con orgullo: -Soy descendiente de Rosalía
de Castro-, más aún, afirma, ser de cuna noble,
dijéramos de escudos y blasones, no solamente porque se lo
crea buena persona. Dice de paso y por lo bajo: -Ser bueno no
quiere decir ser inofensivo, la bondad sin talento no vale nada.
Y así va, así viene y así pasa con su
anticuada armadura, entre esmeriles y calderones. Es todo uno con
algo de músico y filósofo trashumante"
(18).

En "El sueño de Dyusepo", de Luis León, se
hace referencia a un inmigrante que tenía un horno en el
fondo de su casa; "Un antiguo horno de ladrillos, lleno de
pequeñas puertas de hierro ya
oxidadas, donde un gallego muerto al llegar el siglo,
hacía pan para vender" (19).

Uno de los personajes de "Un matrimonio
encantador" -relato de Marcelo Moreno basado en un hecho real- es
Antonio Gutiérrez:, quien "Había llegado al
país siendo muy chico desde y por las desgracias de
España. Y se hizo de abajo, trabajando como el Gallego que
le decían. A principios de los
60 ya era un importante industrial metalúrgico. El
tallercito inicial había terminado en una fábrica
con casi mil asalariados. Antonio, a los cuarenta y ocho
años, era millonario e iba por más"
(20).

En "El puente", cuento distinguido en el concurso de
relato breve "Bolboreta" de la Consellería da
Emigración, escribe María Rosa Iglesias:

"Para Isabel el mar habría de ser siempre, un
puente roto. Lo conoció un amanecer, cuando el campo era
aún todo noche y la escarcha un destello de vidrio bajo la
luz de las estrellas. Dolía el frío y la humedad
pero su mano, amparada por el calor de la del abuelo, se dejaba
llevar blandamente rumbo al puerto de Vigo. Resonaban las botas
sobre las piedras y por mucho tiempo, no habrían de oir
sino el resuello de sus respiraciones.

Cuando arribaron a Buenos Aires quedaron los tres,
varados sobre el puente. Habían bajado todos los pasajeros
pero la madre, aferrada a sus dos hijos, se negaba a descender.
La opacidad del atardecer nublado quitaba toda belleza al
paisaje. A través del barandal se veía una multitud
gris e irrealmente inmóvil y hacia el otro lado, la boca
del río color de león que iba a dar al
océano. El muelle ceniciento, los edificios manchados, el
olor estanco, los desperdicios, débiles las crestillas de
las olas. Y el desamparo de los que llegan a un lugar impropio"
(21).

En "Encontrar a Pandolfi", Sebastián Jorgi
escribe: "El trompa de un boliche que estaba por Hipólito
Yrigoyen, el Cherry, lo había empleado ante la
insistencia de Atilio, un compinche de copas del gallego
García. Ahí Gino lavaba y acomodaba las mesas,
aprendió a manejar la máquina de hacer café
'express' y de a poco se fue acomodando a una vida que
jamás había pensado" (22).

En "Este es el bosque", María Rosa Lojo vuelve a
evocar a su padre: "Cuando llego, jadeante, mi padre está
esperándome sentado sobre un tronco. El aire se
había puesto oscuro y empañado un instante
atrás, pero aquí, bajo los arcos verdes, la luz
tiene un espesor de miel y sólo se respira un oxígeno
burbujeante y diáfano. Me siento junto a él.
Está tan delgado como cuando murió, pero los ojos
vivos contradicen su cuerpo. (…) Y su brazo -apenas un hueso
con las venas tatuadas- agrupa en un solo gesto los robles y los
castañares, los pinos y los eucaliptos, los musgos y los
líquenes, las espinas del toxo" (23).

Notas

1 Estrada, Santiago: "El convite de Barrientos", en
Varios autores: 20 relatos argentinos. 1838-1887.
Selección y prólogo de Antonio Pagés
Larraya. Ilustraciones en colores de
Horacio Butler. Buenos Aires, Eudeba, 1969.

2 Guerrero Estrella, Guillermo: "Departamento para
familias", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R.
Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología.
Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto
Ascione.Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

3 Méndez Calzada, Enrique: "Cuento de Navidad",
en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros:
El cuento argentino 1900-1930 antología. Sel. y
pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto Ascione. Buenos
Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

4 Mujica Láinez, Manuel: "La casa cerrada 1807",
en Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires, Sudamericana, 1977.
Séptima Edición. (Colección Piragua). Pp.
184-5.

5 Saer, Juan José: "Verde y negro", en J. J.
Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros: El
cuento argentino 1959-1970** antología. Selección,
prólogo y notas del Seminario Crítica
Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981.
(Capítulo).

6 Tizón, Héctor: ""El mundo, una vieja
caja de música que tiene que cantar", en J. J.
Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros: El
cuento argentino 1959-1970** antología. Selección,
prólogo y notas del Seminario Crítica Literaria
Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981.
(Capítulo).

7 Asís, Jorge: "El Antonio", en A. Castillo, D.
Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970*
antología. Seminario Crítica Literaria Raúl
Scalabrini Ortiz (sel., pról. y notas). Buenos Aires,
CEAL, 1981. (Capítulo).

8 Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los cuentos
tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág. 129.

9 Anderson Imbert, Enrique:

10 Dietsch, Jorge: "Doña Conce o la despedida",
en El Tiempo, Azul, 14 de marzo de 1999.

11 Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en
Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de Cultura.
Buenos Aires, 1994.

12 Korovsky, Santiago: "Esperanza", en "Bienvenidos al
Concurso Literario 1997", El Jardín de la Esquina /
Aequalis.

13 Kohen, Natalia: "Los amigos", en Todas las
máscaras. Buenos Aires, Temas, 1997.

14 González Rouco, María: "Volver a
Galicia", en El Tiempo, Azul, 27 de diciembre de 1998.

15 González Rouco, María: "Un cielo para
el gallego", en Josefina en el retrato. Buenos Aires, el grillo,
1998.

16 González Rouco, María: "El regreso del
indiano", en El Tiempo, Azul, 16 de enero de 2005.

17 Freda, Teresa C.: "El residente", en El Tiempo, Azul,
26 de junio de 2002.

18 Lojo, María Rosa: "La aventura olvidada de
Sandokan". Publicado en la revista
SIBILA, 12, Revista de Arte,
Música y Literatura, Sevilla, Abril 2003, pp.
43-47.

19 Reale, Jorge Alberto: "Se abrió el cielo", en
el grillo, N° 36, Noviembre-Diciembre 2003.

20 León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en
León, Luis et al.: Rostros de una identidad.
Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de
Temática Judía. Buenos Aires, Editorial
Milá, 2004. 96 pp.

21 Moreno, Marcelo: "Un matrimonio encantador", en 50
Historias de amor verdaderas. Buenos Aires, Emecé,
2006.

22 Iglesias, María Rosa: "El puente" (fragmento)
en Fios invisibles http://fiosinvisibles.blogspot.com/2006/02/follas-novas.html, 8 de
febrero de 2006.

23 Jorgi, Sebastián: "Encontrar a Pandolfi", en
Rock Nena
Linda. Buenos Aires, Los Robinsones, 2006.

24 Lojo, María Rosa: "Este es el bosque", en La
Nación,
Buenos Aires, 24 de diciembre de 2006.

Madrileños

En "Invocaciones a la dama del espejo", de María
Rosa Lojo, un personaje escribe sobre su madre: "Erase una vez
una reina, venida de un lejano país a otro caído en
el extremo del mundo, casi allí donde empiezan los grandes
hielos. Era orgullosa y nostálgica, y la devoraba el temor
secreto de haber perdido su rostro verdadero. Para eso se miraba
todos los días en el gran espejo de su cuarto regio, para
reconocerse. En realidad –desdichada reina-, ella nunca
supo cuál era ese rostro suyo buscado y preservado y lo
que con tanto afán perseguía, lo quiso en vano"
(1).

Notas

1. Lojo, María Rosa: "Invocaciones a la dama del
espejo", en el grillo, N° 41, Julio-Agosto de
2005.

Vascos

En "La pesquisa" (1), de Paul Groussac, aparece una
sirvienta vasca. La mujer es descripta por el empleado de correo:
"joven aún, vestida como sirvienta y de aspecto
extranjero, había retirado una carta, exhibiendo un
pasaporte español a su mismo nombre".

En "El Hombrecito" (2), escribe Benito Lynch: "A fuerza
de transpirado y jadeante, Bustingorri casi no habla, y recuerda,
por su aspecto, a un gran buey cansino y sudoroso volviendo del
trabajo".

En "Hotel Comercio", Bernardo Kordon presenta un
comerciante vasco: "Un agente de policía cuidaba la puerta
del Hotel Comercio. Los curiosos pujaban por entrar. Acosaron a
preguntas al viajante. Divisó un rostro conocido: era
Efraín Gutiérrez, el dueño de ‘El
Vasquito’. Fueron andando juntos y cambiaron ideas sobre
esa enfermiza y feroz voluntad de quitarse la vida. Ambos le
tenían miedo y terror a la muerte, y
se pusieron de acuerdo en que matarse era una cobardía"
(3).

En "Los trotadores", de Elías Carpena, dice uno
de los personajes: "-¡Mire, patrón: de los
troteadores que ahí, en la Coronel Roca, corrieron el
domingo, ni los que corrieron antes, le hacen ninguna mella… :
ni siquiera el del vasco Estévez, que ganó
sobrándose por el tiro largo, ni el de la cochería
Tarulla, que ganó con el oscuro a la paleta! ¡Usted
tiene el oro y lo
confunde con el cobre!"
(4).

Es vasco un personaje de "Mundo, mundo" (5), de Cristina
Siscar.

En "La fotografía", Celia Matilde Caballero relata
que un vasco logra ingresar a la foto en la que estaban su esposa
y sus hijos (6).

En la provincia de Buenos Aires se afinca el
protagonista de un cuento de Arturo M. García: "Don Javier
Echegaray y Tarragona, oriundo de San Sebastián en el
país vasco y como su nación, fuerte de
temperamento, férrea voluntad, constante en el trabajo y
perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a
los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse
la América. Recaló en Buenos Aires, pero la ciudad
que crecía no le brindaba muchas ilusiones y esperanzas"
(7).

Arturo M. García relata, en "Ella eligió
así", lo sucedido a Raquel Amanda Olascoaga, hija de
vascos tomada cautiva por Biguá, con quien pidió
contraer matrimonio cristiano, rehusando volver a la sociedad.
Cuando la llevaron los indios, ella era una "mujer de treinta
años de edad, dama de recio temple y extraordinaria
hermosura, hija única de un matrimonio de origen vasco,
que después de haber habitado muchos años en el
Río de la Plata, donde cosecharon una ingente fortuna a
través de negocios de
importación de bebidas espirituosas,
traídas de Europa, se
volvieron a su país natal, dejando a su hija ya madura, al
frente de sus casas en Buenos Aires y Montevideo" (8).

En "El comisario Gorra Colorada", de Alberto E. Azcona,
relata uno de los personajes: "Yo fuí amigo también
del comisario 'Gorra Colorada'. Lo conocí en la batalla de
La Verde, era alsinista como yo. En esa ocasión
éramos menos, pero nos salvaron los rémington, y
además el coronel Arias colocó a la tropa muy bien
protegida en el monte de la estancia. Una noche, mientras
comíamos un asado a la orilla de la laguna, me
contó este vasco Aldaz, que en Navarra durante las
'carlistadas', estuvo preso en setenta y dos cárceles.
Consiguió escapar y llegar a la Argentina, donde
peleó contra López Jordán".

'Después -continuó el dueño de
casa- se hizo famoso en toda la Provincia de Buenos Aires. Lo
llamaban 'Gorra Colorada', no sé si por la 'chapela gorri'
de los carlistas, por el distintivo de los conservadores, o
porque en aquella época el quepis colorado formaba parte
del uniforme de los comisarios'.

Sorbió el mate meditativamente, y
continuó: 'Limpió todo el sur de la Provincia de
vagos y criminales, y una vez él solo atropelló a
facón al 'Tigre del Quequén, un tal Felipe
Pachecho, que debía catorce muertes. Lo desarmó y
lo ató'.

'Sí, -concluyó mirando más
allá de las glicinas-, fuimos muy amigos con Luis Aldaz.
Era un hombre de esos antiguos, muy capaz y, sobre todo, de pocas
palabras…' ".

Notas

1. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selecc. de
Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981.
(Capítulo).

2. Lynch, Benito: "El hombrecito", en Lynch, Benito:
Cuentos. Selección, prólogo y notas por Ana
Bruzzone. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol.
70).

3. Kordon, Bernardo: "Hotel Comercio", en R. Arlt, J. L.
Borges y otros: El cuento argentino 1930-1959***
antología. Selección y prólogo de Eduardo
Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1981.
(Capítulo).

4. Carpena, Elías: "Los trotadores", en Carpena,
Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973.
Pág. 155.

5. Siscar, Cristina: "Mundo, mundo", en Reescrito en la
bruma. Buenos Aires, Per Abbat, 1987.

6. Caballero, Celia Matilde: "La fotografía", en
Fantasía y amor. Buenos Aires, Ediciones Arlequín
de San Telmo, 1998.

7. García, Arturo: "El cóctel", en el
grillo N° 22. Buenos Aires, 1999.

8. García, Arturo M.: "Ella eligió
así", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte
El tema es la libertad,
N° 18, 2004.

Sin mención de origen

En "La pesquisa" (1), de Paul Groussac, aparece un
español que había logrado un buen pasar: "La
señora de C., viuda de un comerciante español,
después de liquidar la sucesión había
colocado en diferentes bancos el importe
de su modesta fortuna, para retirarse a aquella casita-quinta de
su propiedad".

Ante la posibilidad de que su hija se case con un
cristiano, dice a la joven el protagonista de "Mate amargo", de
Samuel Glusberg: "-Es imposible. No se van a entender. En la
primera pelea –y son inevitables las primeras peleas-
él a manera de insulto, te llamará judía, y
tú le gritarás cabeza de goi. Y puede que hasta se
burle de cómo tu padre dice ‘noive’…
él, que ha oído decir
siempre al suyo: ‘Madriz’ " (2).

En "El hombre de la radio a transistores",
cuento incluido en El yugo y la marcha, Andrés Rivera
relata que al restorán Aguila llegó El
Español: "A las ocho menos cuarto de la noche de ese
martes se levantaron las persianas del restorán; se
prendieron las luces; llameó, pálida, la pantalla
del televisor. A la ocho y media llegó El Español.
Era fuerte y alto, la nuca rapada en una cabeza pequeña;
los ojos verdes, estrechos, jóvenes. La piel del rostro,
quemada por el sol, tenía un color rojizo, vestía
overall y saco, camisa de algodón, oscura, boina y borceguíes"
(3).

En su cuento "Seguir viviendo", Ana María Torres
evoca a las modistas españolas: "Josefina se hacía
los vestidos con una modista. Yo, en cambio, con
una que venía a coser a casa. Siempre eran
españolas y siempre dificilísimas de conseguir, se
las recomendaba pero no mucho, pues de recomendación en
recomendación aumentaban su clientela y cuando uno las
necesitaba no las conseguía. Los diálogos
interminables entre mamá y la modista, los reproches, las
promesas de venir, las demoras… hasta que por fin
aparecía" (4).

En "Historia de José Montilla", Fernando
Sorrentino da vida a un tendero inmigrante: "Don José
Montilla vivía en la calle Bonpland, bastante cerca de
casa. Mi padre tenía cierta amistad tenue con
él, amistad que no iba mucho más allá del
saludo y de alguna breve conversación. Pero quiero decir
que don José Montilla y mi padre sentían un mutuo
afecto silencioso. Gracias a esta relación, yo puedo ahora
contar la historia de don José Montilla" (5).

Para conjurar la nostalgia, algunos inmigrantes traen de
su tierra algo que les resulta especialmente querido: un retrato,
un mantón, fotos… O el
olivo que la española plantó en el fondo de su
casa, en el cuento "Don Paulino", de Marita Minellono
(6).

En "El encuentro", de Jonatan Gastón Nakache,
encontramos un mozo español (7).

El protagonista de "La foto", de Alicia Pombar de
Tourón, es un descendiente de hispanos: "Se llamaba Juan
Carlos, era argentino, porteño, y había nacido en
Versalles (…) Era nieto de inmigrantes españoles,
agricultores por parte paterna, que buscaron alejar a sus hijos
mayores de la guerra, y dejaron sus campos soñando volver.
Su padre, uno de los menores, no compartía ese
sueño" (8).

En "Un cambio inesperado", de Leticia Marcori, una
pareja viaja a España a buscar una herencia
(9).

Notas

1. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq,
A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial.
Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

2. Glusberg, Samuel ("Enrique Espinoza"): "Mate amargo",
en La levita gris. Cuentos judíos de ambiente
porteño. Buenos Aires, BABEL.

3. Rivera, Andrés: "El hombre de la radio a
transistores", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros:
El cuento argentino 1959-1970* antología.
Selección, prólogo y notas del Seminario de
Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos
Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 107).

4. Torres, Ana María: "Seguir viviendo", en
Seguir viviendo. Buenos Aires, Marymar, 1984. 152 pp.

5. Sorrentino, Fernando: "Historia de José
Montilla", en www.badosa.com.

6. Minellono, Marita: "Don Paulino", en Reunión.
Buenos Aires, Corregidor.

7. Nakache, Jonatan Gastón: "El encuentro", en
Escritura
Joven III Concurso Literario para Jóvenes "Clara
Kliksberg". Buenos Aires, Milá.

8. Pombar de Tourón, Alicia: "La foto", en el
grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la
libertad, N° 18, 2004.

9. Marcori, Leticia: "Un cambio inesperado", en Varios
autores: Nosotros el sur. Compilado por Nené D'Inzeo,
directora del Taller Literario del Museo Histórico
Sarmiento. Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 2007. 244
pp.

Franceses

"La escalinata de mármol (1852)" es uno de los
cuentos de Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica
Láinez. Lo protagoniza Monsieur Benoit, de quien se dice
que era en realidad Luis XVII. En sus postreros instantes, el
francés recuerda su vida: "¡Cuánto
dibujó! ¡Cuántos planos nacieron bajo sus
dedos hábiles! Desde que llegó a la Argentina, en
1818, no cesó de dibujar. Dibujó flores y animales
extraños para el naturalista Bonpland; dibujó
bellas fachadas para el Departamento Topográfico:
edificios neoclásicos con frontones y columnatas, proyectos de
canales, de muelles, de puentes, un mundo fantástico
surgió de su pluma finísima, en la trabazón
aérea de las cúpulas, de las torres, de los arcos.
Antes, en Francia, había sido marino. Sirvió en las
cañoneras del Emperador y en las goletas del Rey. Antes
estuvo en muchas partes, en las Antillas, en Oriente, en Inglaterra, en
Calais… Antes… antes había una terrible enfermedad,
dolores agudos, una neblina que le sofocaba… Por más que
se afanara en despejar las sombras que envolvían a su
infancia, nada
conseguía ver. Sin duda aquella enfermedad esfumó
su memoria. Lo
único que como un solitario peñón
emergía en mitad del lago negro, era la escalinata de
mármol" (1).

En "Trampa", escribe Elías Carpena: "Don Julio
Sosa era patrón de una tropa de carretas y trabajaba con
los hornos y con las quintas de los franceses". Alberto Oscar
Blasi, autor de las notas, explica: "En la Loma Verde de
Morón, las quintas de melones y espárragos, y los
montes de duraznos, pertenecían a familias francesas"
(2).

En "El piola", Adolfo Pérez Zelaschi presenta a
un individuo que
se quiere hacer pasar por francés: "Monsieur
Gastón, un traficante de dinero
extranjero a quien acudían sus compañeros del
Banco, y
él mismo, para algunas especulaciones menores, tipo de
confianza, honesto delincuente del mercado negro que
jamás había vendido un dólar o un marco
falsos" (3).

En "Un caprichito muy francés", Eduardo
Gudiño Kieffer escribe: "Nada: las francesas, sólo
las francesas y sólo la Borchemiel entre las francesas.
París se le nota en el modo de moverse, de vestirse, de
desnudarse. De caminar. ¡Y de hablar! De hablar haciendo
rodar las erres. Y de mostrar esos caprichitos muy franceses que
uno no entiende. No, uno no entiende pero los soporta. Total, al
fin y al cabo es de hombres" (4).

El ingeniero Ebelot es el protagonista de "El
francés de la zanja", cuento de María del Carmen
García: "El ingeniero Alfredo Ebelot llegaba con su andar
de trancos largos, sombrero de fieltro cubriendo su rubia y
rizada cabellera, botas altas y un poncho pampa cubriendo el
hombro izquierdo. El francés se sumaba con frecuencia a
beber unas ginebras y a oír y narrar los avatares de un
día más en ese confín del mundo en
América" (5).

En "Unico testigo", Jorge Alberto Reale se refiere a una
inmigrante: "Manón, Griseta, La Francesita, eran los
nombres de la misma mujer. Su aspecto absurdo, de melena
recortada y la cruz de su boca bien roja, acompañaban la
soledad de aquel lugar. Aquel lugar era el rincón del Bar
103" (6).

En "Mujer de facón en la liga", escribe Edgardo
Cozarinsky: "El nombre del viejo Kutschinski era impronunciable
para nosotros; de allí derivó que a su farmacia la
llamáramos la farmacia de K. y a su hija Irene K.
Sabíamos que eran franceses, los habíamos
oído hablar francés entre ellos, aunque otros
juraban que en aquella casa hablaban una especie de dialecto
alemán. Nos desorientaba la consonancia eslava del
apellido. ‘Habrán venido de Francia nomás,
pero para mí que son judíos’ murmuraba mi
padre antes de añadir, cabizbajo, ‘están en
todos lados…’ " (7).

Notas

1. Mujica Láinez, Manuel: Misteriosa Buenos
Aires. Buenos Aires, Sudamericana, 1977.

2. Carpena, Elías: "Trampa", en Carpena,
Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul,
1973.

3. Pérez Zelaschi, Adolfo: "El piola", en H.
Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento
policial. Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera.
Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

4. Gudiño Kieffer, Eduardo: "Un caprichito muy
francés", en La vida clandestina, volumen que integra la
colección Nuestro siglo – Historia de la Argentina,
dirigida por Félix Luna. Buenos Aires, Crónica,
1992.

5. García, María del Carmen: Cuentos de
criollos y de gringos, en colaboración con Fanny Fasola
Castaño. Buenos Aires, Editorial Vinciguerra,
1996.

6. Reale, Jorge Alberto: "Unico testigo", en el grillo,
Buenos Aires, N° 37, Mayo-Junio de 2004.

7. Cozarinsky, Edgardo: "Mujer de facón en la
liga", en Tres fronteras. Buenos Aires, Emecé,
2006.

Griegos

La protagonista de "La rapiña", de Marta Lynch,
se refiere a los Stavros, una familia griega: "El mismo apellido
desconcertaba de entrada. Como si vinieran de lejos con un
confuso prestigio de Medio Oriente acerca del cual no
había obligación de estar bien enterado o con un
franco y honesto aire de inmigrante en primera generación,
exudando inteligencia
para abrirse paso y un límpido chusmaje que a fuerza de
ser admitido dejaba de estorbar" (1).

"Michel Moljo: El epigrafista" (2) se titula el cuento
en el que Isaías Leo Kremer evoca a este hombre que, "en
1950, dolorido por la devastación de toda la comunidad
judía de Grecia, se
embarcó hacia Buenos Aires para hacerse cargo de la
conducción del templo SHALOM". "De prisa Michel Moljo
–escribe Kremer-, trata de descifrar rápido esas
antiguas inscripciones, que ya vendrán los marmoleros para
llevarse las placas y no habrá otra oportunidad para
hacerlo. Tu reacción fue instantánea, cuando el
alcalde de Salónica decidió tomar una parte del
antiguo cementerio judío por "razones
urbanísticas"; te apuraste a rescatar ese testimonio que
arranca de épocas tan antiguas y que nutrieron con sus
nombres a tantas familias de hidalgos
españoles".

Notas

1. Lynch, Marta: "La rapiña", en Lynch, Marta:
Los cuentos tristes. Buenos Aires, Centro Editor de América
Latina, 1967.

2. Kremer, Isaías Leo: "Michel Moljo: El
epigrafista", en SEFARaires, N° 18, Octubre de
2003.

Ingleses

En "Nelly", de Eduardo L. Holmberg, uno de los
personajes es inglés: "El señor Phantomton era
rubio y delgado, usaba bigote caído, y en sus ojos vagaba
una niebla de misteriosa sugestión. Vestía
correctamente, como todos los ingleses acomodados, y conversaba
con la franqueza de un hombre que dice lo que piensa, lo cual no
suele ser agradable para los que no piensan lo que dicen"
(1).

En "Un sepelio atmosférico (Crónica de
1891)", Juan Carlos Dávalos relata el destino que un
astrónomo inglés radicado en Salta, eligió
para sus restos: "A toque de clarines, la ceremonia dio comienzo
a las 3, hora en que el globo, totalmente hinchado,
cerníase por encima de la muchedumbre apeñuscada.
Debajo del globo, sobre una mesa, notábase un bulto largo,
especie de túmulo cubierto por un amplio trapo negro:
ahí estaba el cadáver de Mr. Stop" (2).

Un británico protagoniza "Mister Meaney", de Juan
Carlos Dávalos: " ‘El gringo Meaney’ fue en el
Colegio Nacional de Salta una de las últimas
víctimas de nuestra incultura, en una época en que
la buena crianza de mucha gente bien nacida estaba lejos de
alcanzar el excelente nivel medio que observamos hoy"
(3).

Un inglés protagoniza el relato que un personaje
narra en el cuento "Al rescoldo", de Ricardo Güiraldes:
"-Est’ era un inglés –comenzó el
relator-, moso grande y juerte, metido ya en más de una
peyejería, y que había criao fama de hombre aveso
para salir de un apuro. (…) El inglés, poco amigo de
alcagüeterías, prometió cayarse y dejarlo al
infelis yorando su amargura. Esto pasó hase muchos
años, y dicen que al inglés, como premio a su
güena alma, nunca le
salió más redondo un negocio" (4).

Uno de los cuentos reunidos en Carroza y reina -libro de
Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la
Fundación Fortabat-, es "Lotz no contesta". En ese cuento,
el narrador, Pecheny, recuerda a Míster Donovan. Pecheny y
Lotz "Desde el veinticuatro que usaban el Longines. Desde el
veintidós que estaban juntos en el ferrocarril. En el
veinticuatro los ascendieron a los dos. Míster Donovan los
hizo llamar y él en persona les entregó el
Longines. Cuando entraron al despacho, Míster Donovan
tenía ya los dos Longines encima del escritorio. Los
felicitó y los mandó en comisión especial"
(5).

Pedro Orgambide describe, en "La señorita
Wilson", a una inmigrante inglesa, acerca de la que manifiesta
uno de los personajes: "Yo he visto a la señorita Wilson
en la terraza, escuchando una sinfonía de Mozart que se
empinaba por las paredes grises y subía hasta los cables
tendidos y las antenas de
televisión
y las nubes de un atardecer en Buenos Aires. Y me pareció
que la señorita Wilson sonreía" (6).

El protagonista de "Huella digital", de Marta Celina
Linardi, "Recordó los años transcurridos en el
White School. Su educación
había sido un privilegio. Y aquel comedor con enormes
arañas y las mesas de roble pulcramente cubiertas con
manteles almidonados. Las sillas eran muy pesadas para sus
cuerpos de niños pero había que aprender a
correrlas sin hacer ruido. Y las
aulas. Y los jardines. ‘Eres afortunado’ decía
mamá. Ella siempre me trajo regalos. Los mejores. Claro
que no era fácil tolerar los fines de semana allí
adentro. Por suerte Miss Focker me entretenía leyendo
cuentos en inglés" (7).

En "Pleamar", Oscar González evoca al
capitán Griffith George, quien, tras naufragar en 1883, se
radicó en la estancia "Los Yngleses", en el Partido de
General Lavalle (8).

A Amy Stirling –que "había sido inglesa,
linda y joven"- se refiere el narrador, en un texto de
María Esther de Miguel: "Como no hay males completos tuvo
su porción de dicha: murió una tía y la
dejó heredera. Amy Stirling, buscando defender su
sueño hecho polvo, cerró la casa de Liverpool y
dispersó sus días por el ancho mundo. Su meta
fueron las ciudades con puertos: en ellos recorría muelles
y cafetines, días y noches, los ojos bien abiertos y la
foto del marinerito en la mano" (9).

En "La noche de la cruz de plata" -uno de los cuentos
por los que Jorge Torres Zavaleta mereció el Premio
Fortabat en 1987-, la guerra, que parecía tan lejana, tan
europea, llegó a la Argentina. Tan argentino se siente el
hijo de Miss Lucy que, cuando se declara la guerra de las
Malvinas, se
alista para combatir a los ingleses. Muere en el combate,
luchando contra los soldados de la nación de sus padres.
Miss Lucy, al enterarse de la muerte del
joven, "pensó que de lejos, sin advertirlo, sus
compatriotas la habían mutilado" (10).

Don Domingo, personaje creado por Fanny Fasola
Castaño para su cuento "Y el paisano va", recuerda su
infancia: "Los niños tenían una mesa aparte,
alrededor de la cual podían mezclarse en sus juegos. Y
él se veía corriendo atrás de sus primas,
algunas criollas y otras gringas. Sí, porque su madre era
una de esas inglesas que habían llegado con su familia
buscando mejores horizontes, huyendo de conflictos
religiosos e intentando afianzarse en la campiña que tanto
les agradaba" (11).

Con "La tarde que oscureció de tristeza", Julio
Enrique Juárez obtuvo el Primer Premio Categoría
Narrativa 2004 en el Concurso Literario Identidad, en la Ciudad
de Azul, Provincia de Buenos Aires. En ese texto se alude al mal
proceder de un inglés: "Don Carlos Azcona, el hombre
entrañable y admirado por la sociedad azuleña, se
había quitado la vida. En una nublada tarde de verano de
1987 cuando aquel benemérito empresario pujante y exitoso,
se dejó vencer por la ira y sacando de un cajón del
escritorio el lustroso 38 Smith & Wesson que siempre lo
acompañaba, gatilló tres veces" (12).

Notas

1. Holmberg, Eduardo L.: "Nelly", en Cuentos
fantásticos. Buenos Aires, Hachette, 1957.

2. Dávalos, Juan Carlos: "Un sepelio
atmosférico (Crónica de 1891)", en Los buscadores de
oro. Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La muerte de
Sarapura Antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. Págs.
96 a 101. (Capítulo, vol. 66).

3. Dávalos, Juan Carlos: "Mister Meaney", en Los
buscadores de oro. Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La
muerte de Sarapura Antología. Buenos Aires, CEAL, 1980.
Págs. 102 a 106. (Capítulo, vol. 66).

4. Güiraldes, Ricardo; "Al rescoldo", en R. J.
Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento
argentino 1900-1930 antología. Selección y
prólogo por Eduardo Romano; notas por Alberto Ascione.
Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol. 60).

5. Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza y
reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219 pp.

6. Orgambide, Pedro: "La señorita Wilson", en La
buena gente. Buenos Aires, Sudamericana. Incluido en A. Castillo,
D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970
antología. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo,
vol. 107).

7. Linardi, Marta Celina: "Huella digital", en Varios
autores: Nosotros el Sur. Selección de Nené
D’Inzeo. Buenos Aires, Tu Llave, 1992. 124 pp.

8. González, Oscar: "Pleamar", en El Tiempo,
Azul, 1° de diciembre de 1996.

9. Miguel, María Esther de: "Amy Stirling", en el
grillo, Buenos Aires, Marzo-Abril de 2003, Año 12, N°
34.

10. Torres Zavaleta, Jorge: "La noche de la cruz de
plata", en El palacio de verano. Buenos Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1987.

11. Fasola Castaño, Fanny: "Y el paisano va", en
"Cuentos de criollos", en Cuentos de criollos y de gringos,
Breves historias con Historia, en colaboración con
María del Carmen García. Buenos Aires, Vinciguerra,
1996.

12. Juárez, Julio Enrique: "La tarde que
oscureció de tristeza", en El Tiempo, Azul, 28 de
noviembre de 2004.

Irlandeses

William Bulfin, escritor irlandés que
llegó a la Argentina en 1880 y fue director de The
Southern Cross, es el autor de Tales of the pampas. Alejandro
Clancy, el traductor de la obra, afirmó: "Cuentos de la
Pampa –escritos por Bulfin a partir de 1880- narra
cómo era la vida de los irlandeses y de los argentinos en
el campo, cerca de los fortines. Los irlandeses –que sobre
todo eran ovejeros- llegaban acá sin un centavo y
empezaban haciendo las tareas manuales que no
querían hacer los gauchos"
(1).

En el cuento "Los afanes", Adolfo Bioy Casares alude a
las irlandesas: "Milena tenía el pelo castaño
–lo llevaba muy corto-, la piel morena, los ojos grandes y
verdes (menospreciaba los ojos azules de las
Irish-porteñas), las manos cubiertas de mataduras. Era
alta y fuerte" (2).

"Elisa Brown" se titula el cuento en el que María
del Carmen Garcia evoca la suerte corrida por la hija del
almirante: "Cuando el sol de una de las ultimas mañanas de
diciembre comenzo a hacer brillar las aguas del rio con
pequeños destellos dorados y el aire se lleno de la
fragancia de los jazmines, Elisa creyo comprender que esa era la
hora de la cita, ese era el momento que habia estado
esperando dia tras dia. Bajo descalza al jardin, recogio al pasar
unas flores, bajo la barranca que la separaba del rio y sin
volver la cabeza se fue hundiendo en el agua viendo
los ojos amados en sus ojos, oyendo sus dulces promesas en su
oido y sintiendo
el abrazo del ancho pecho que la protegeria para siempre"
(3).

Juan José Delaney es el autor de Tréboles
del Sur (4), quince textos que transcurren a lo largo de
más de un siglo. En "Destinos (1929)", escribe una
inmigrante irlandesa: "No te enojes porque no haya escrito antes.
Me fue imposible hacerlo debido a la angina tabacal que me
arrancó la promesa de no fumar más. Aciertas al
suponer que no soy feliz. La vida es algo difícil por
acá y confieso que estoy dudando de si mi arrojo de hace
diez años valió la pena".

En Los viejos cuentos de la tía Maggie (Una
irlandesa anida en las pampas) (5), Susana Dillon reúne
cuentos traidos desde otras tierras por la tía que,
afincada en la Argentina, formó un hogar con un vasco, y
fue madre de cinco varones. Es a ella, a quien la autora dedica
estas páginas: "Estos cuentos son un homenaje a tía
Maggie, aquella irlandesa prototípica que una vez fue
trasplantada a las pampas con toda la magia de sus artes
domésticas y el inefable encanto de las personas dulces y
simples cuyo recuerdo aroma mi infancia. (…) En su memoria
reconstruyo estas leyendas de la tierra de nuestros ancestros,
para que otros también tengan oportunidad de participar de
la oralidad de este pueblo nuestro, tan tocado por los
infortunios, pero también por la varita mágica de
la fantasía".

Notas

1. S/F: en El Tiempo, Azul, 16 de noviembre de
1997.

2. Bioy Casares, Adolfo: "Los afanes", en Mi mejor
cuento. Buenos Aires, Orión, 1973.

3. García, María del Carmen: "Elisa
Brown", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires,
Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola
Castaño.

4. Delaney, Juan José: "Destinos (1929)", en
Tréboles del sur. Buenos Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1994.

5. Dillon, Susana: Los viejos cuentos de la Tía
Maggie (Una irlandesa anida en las pampas). Ilustración de tapa e interiores: Angel
Vieyra. Río Cuarto, Córdoba, Universidad
Nacional de Río Cuarto, 1997. 91
páginas.

Italianos

Abruzzos

Doménico, un campesino
italiano herido durante una huelga en
Buenos Aires, en 1919, siente nostalgia de su país. El
personaje creado por María del Carmen García "Se
quedó pensando en su casa de Pescara, la casa de sus
padres, las paredes amarillas, las viejas tejas rotas,
descoloridas, que cobijaban en una cocina y en una sola
habitación a una numerosa familia de doce almas"
(1).

Notas

1. García, María del Carmen:
"Dóménico, el campesino obrero", en "Cuentos de
gringos", en Cuentos de criollos y de gringos, Breves historias
con Historia, en colaboración con Fanny Fasola
Castaño. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996.

Basilicata

En un cuento (1), Martha Moroni relata la historia de su
abuela.

Notas

1. Morini, Martha: "Inmigrante italiana", en el gRillo,
N° 45, Noviembre-Diciembre 2006.

Friuli

Una madre deja en Italia a sus hijas, y viaja a la
Argentina llevando al hijo, en el cuento "El tren de medianoche"
de Syria Poletti: "Era un atardecer iluminado al rojo cuando mi
madre se acercó al tren excitada y hermosa como todas las
mujeres cuando van a reunirse con el marido y le llevan un hijo
varón. Atrincherada en mi espeso mutismo, no quise
besarla. Y ella, para aliviar su culpa, quiso creer que no la
quería. –Todavía no
comprende…-justificó su cobardía" (1).

Notas

1. Poletti, Syria: "El tren de medianoche", en Mi mejor
cuento. Buenos Aires, Orión, 1974.

Lacio

En "La conquista de Buenos Aires", de Enrique
Loncán, Cicerón vuelve a la vida en el siglo XX y
emprende, "para los idus de marzo de 1932 (d.C.)", un viaje del
que se arrepentirá amargamente. El latino escucha que
"más allá del Atlante existe una ciudad nueva,
maravillosa, pletórica de esperanzas. Es la tierra
prometida de los inmigrantes, la meta de los
destinos fantásticos y las riquezas fabulosas. Se cuentan
por millares los hijos del Lacio que en Buenos Aires hicieron
fortuna…" (1).

Notas

1. Loncán, Enrique: "La conquista de Buenos
Aires", en Cuentos y esquicios. Buenos Aires.

Lombardía

Un personaje de "El día de las grandes
ganancias", de Alberto Gerchunoff, es italiano. El dueño
de la "Tienda de las cuatro estaciones" es descripto así
por el narrador adolescente: "Lombardo de fuertes piernas,
espaldas enormes y cara redonda como un plato, en la que
brillaban dos ojos grises, rientes y móviles,
hallábase siempre instalado en el fondo del negocio,
colgando de los labios la curva pipa de barro. Hombre de cuarenta
años, obeso y jovial como un párroco de aldea, no
concebía entre las paredes de la tienda el malhumor que
amargaba mis planes" (1).

En "Santana", de Roberto Mariani, una lombarda sufre un
percance: "Después de aquel temporal en que un aletazo de
viento tumbó al suelo a la
lombarda del segundo patio destrozándole la sopera y
derramándole el humeante caldo, las vecinas todas, en un
acuerdo defensivo, decidieron cocinar en sus respectivas
habitaciones durante los días de recio viento o dura
lluvia, rebeldes a la obstinada reclamación del negro
Apolinario, encargado del conventillo" (2).

Notas

1. Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes
ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones Selectas
América, Tomo I, Nº 8, 1919. Págs.
227/8.

2. Mariani, Roberto: "Santana". Citado por Páez,
Jorge en El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.

Piamonte

En "La torre del amor", Marcos Aguinis
relata la historia de un piamontés afincado en Río
Cuarto y su descendencia (1).

Notas

1. Aguinis, Marcos: "La torre del amor", en Aguinis,
Marcos: Todos los cuentos. Buenos Aires, Sudamericana,
1995.

 

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