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Antología inmigrante argentina (página 8)



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Carlos Penelas es el autor del poema "Los trasterrados"
(5), que dedica a sus abuelos Pedro Penelas y Tomás Abad.
En él dice:

Se ocupaban de las cosas comunes:

del trabajo, del
pan, de los hijos.

No expresaron fatiga ni dolor. Morían en
silencio.

Llevaban en la sangre

el honor, la palabra, la brisca.

Bebían vino tinto. No reclamaron nada.

Caminaban el tiempo de otro
tiempo.

Manuel Castro Cambeiro y Eliseo Mauas Pinto son los
autores de Legado Celta. En el poema "Soy el llamado ancestral"
(6), incluido en ese libro,
expresan:

Son a voz que pradica, incansabele

antre os do meu pobo

lonxe da terra,

a qu’os exhorta

a non anuzar de si mesmos.

"De España"
fue uno de los tres poemas que
presenté en 1995 en el Concurso Literario convocado por el
Consejo Profesional de Ciencias
Económicas de Buenos Aires,
Categoría Familiares de Profesionales. Esos poemas fueron
distinguidos con el Segundo Premio, por el Jurado que integraron
María Angélica Bosco, Nicolás Cócaro
y Eduardo Gudiño Kieffer. Transcribo el fragmento referido
a Galicia:

Rosalía, triste,

junto a la ventana,

escribe al amor

de la antigua llama.

Hermosa y doliente,

la tierra
gallega,

crece entre sus manos,

libre, sin fronteras.

"El señor Santiago" (7) se titula uno de los
poemas de tema gallego de María Rosa Lojo: "Por todos los
caminos -te han dicho- se llega a Santiago. Pero las brujas
siempre llegan antes, montadas en antiguas escobas de toxo y
cubiertas con el sombrero redondo de las campesinas. El
Apóstol las espera encaramado en el Pórtico de la
Gloria y en la Quintana Dos Mortos, y sentado en el altar mayor y
acostado en la urna de su sepultura, y ofrecido como una
estatuita de piedra molida en las mesas de recuerdos
turísticos, y pintado en las marquesinas de los
restaurantes".

En su poema "Madre gallega" (8), Ricardo Ares
escribe:

Madre gallega,

Pestañas como arcos de ceniza

Sobre ojos de pájaro en vuelo,

(…)

Noche infinita

encastrada en la singer,

bajo la parra encendida de enero

viajabas a Lugo,

montada en tu infancia

y te perdías…

En abril de 2007, dos poemas de Héctor Pedro
Rodríguez fueron distinguidos con una Mención
Especial en el Concurso de Cuento y
Poesía
"Homenaje a la poetisa Rosalía de Castro", convocado por
el Centro Cultural Rosalía de Castro. Uno de ellos,
titulado "El abuelo", es el que transcribo
seguidamente:

Mi abuelo en su morada,

desafiando nostalgias

realiza el inventario

de sus cosas preciadas…

La pala, el azadon,

la fragua ya apagada,

de plata aquel doblon

que fue de otras Españas,

la imagen de la
abuela

tan cerca y tan lejana,

y el viejo crucifijo,

la gaita sin palabras…

Ya sabe que lo esperan,

¡del mas allá lo llaman

y una lagrima inquieta

resbala por su cara!…

Entonces el abuelo,

que sabe de esperanzas,

sentado en el Olimpo,

paciencia franciscana,

oteando el
universo

con limpida mirada,

esperará por siempre

en miles de alboradas,

lo mismo que hasta hoy

mas desde otra ventana,

la vuelta de la abuela,

¡a partir de mañana!…

¡Qué lejos estas, España!

Mabel Rifón es la autora de "El inmigrante",
poema distinguido con una Mención Especial en el Certamen
de Poesía y Cuento Breve "Homenaje 85° aniversario del
A.B.C. del Partido de Corcubión", convocado por el Centro
Cultural Rosalía de Castro.

En el mismo corazón

anidan dos sentimientos,

que todo el tiempo comparten

abrazos y desencuentros.

Sos hijo de ese terruño

y habitante de este pueblo,

allí comenzó tu historia,

aquí la estás escribiendo.

En un sitio tus raíces,

en otros frutos del huerto,

allí quedó tu niñez,

aquí la gozan tus nietos.

Pasajeros de la vida

con dos estaciones claves,

en el punto de partida, España

donde dio a luz tu
madre.

Donde descubriste el mundo

entre amigos y cantares,

y en la llegada, Argentina

donde te enamoraste.

Hoy junto a tu compañera

cada vez que el alma
llora,

cruzas los mares

y te nutres a raudales.

Luego vuelves exultante,

aquí aguarda tu presente

donde nacieron tus hijos,

donde descansan tus padres.

Notas

1 Aprile, Bartolomé R.: "El espiante", citado en
Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL,
1970.

2 González Carbalho, José: "Cuando mi
padre habló de su infancia", en
Requeni, Antonio: Un poeta arxentino en Galicia: González
Carbalho. Separata del Boletín Galego de Literatura.

3 Bernárdez, Francisco Luis: "Poema de las cuatro
fechas", en Cielo de tierra. Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 1948. Ilustraciones de Horacio Butler.

4 Urbina García, Eugenio: "Tríptico a
Galicia", en La Capital, Mar
del Plata, 28 de febrero de 1999.

5 Penelas, Carlos: "Los trasterrados", en El mirador de
Espenuca. Buenos Aires, Torres Agüero Editor,
1995.

6 Castro, Manuel, y Mauas Pinto, Eliseo: Legado Celta.
1993.

7 Lojo, María Rosa: "El señor Santiago",
en Esperan la mañana verde. Buenos Aires, El
Francotirador, 1998.

8 Ares, Ricardo: "Madre Gallega", en El Barrio Villa
Pueyrredón, Año VI, Septiembre 2004, N°
65.

Vascos

En Martín
Fierro (1), de José Hernández, aparece el vasco
pulpero:

Se tiró al suelo; al
dentrar

le dio un empellón a un vasco

y me alargó un medio frasco

diciendo: «Beba, cuñao».

«Por su hermana»,
contesté,

«que por la mía no hay
cuidao».

Fernando Sorrentino alude al inmigrante, analizando otra
cuestión:"¿Cómo debe interpretarse esta
magnífica escena literaria, de vividez
cinematográfica? La actitud
insolente del gaucho, con su entrada ampulosa de meter el caballo
hasta casi dentro del boliche, darle un empujón a uno
—el consabido vasco pulpero— de los dueños del
local, etcétera, sirve de contexto para que la palabra
cuñado, que solía tener un matiz afectuoso, se
cargue de agresividad" (2).

Leopoldo Lugones, en la "Oda a los ganados y las mieses"
(3), canta al vasco:

¡Oh alegre vasco matinal, que
hacía

Con su jamelgo hirsuto y con su boina

La entrada del suburbio adormecido

Bajo la aguda escarcha de la aurora!

Repicaba en los tarros abollados

Su eclógico pregón de leche
gorda,

Y con su rizo de humo iba la pipa

Temprana, bailándole en la boca,

Mezclada a la quejumbre del zorzico

que gemía una ausencia de
zampoñas.

Su cuarta liberal tenía llapa,

Y su mano leal y generosa,

Prorrogaba la cuenta de los pobres

Marcando tarjas en sus puertas toscas.

Guillermo Etchebehere es el autor de "Mis abuelos
vascos" (4), poema que transcribo parcialmente:

Vinieron de muy lejos.

De más allá del mar. De las
regiones

donde fueron paridas las montañas.

Vinieron escapando de la piedra,

buscando tierras anchas

con su secreta brújula de
sueños.

Ellos necesitaban

una tierra más simple y menos dura

para sembrar la casa.

Tierra limpia de cercos, tierra abierta,

para poder mirar
por las ventanas

el lejano horizonte donde nace

desnuda, la esperanza;

y seguir con los ojos,

desde el patio familiar de la calma

el irse silencioso

de todo lo que muere y lo que pasa.

De María Cristina Azcona es el poema "Vasco
argentino" (5), que dice:

El agro se esfera, esmeralda del agro…

en los ojos preclaros del abuelo vasco.

La boina está al sesgo, las cejas son
pueblo,

las ideas son rectas planeando milagros.

Notas

1. Hernández, José: Martín Fierro.
Buenos Aires, CEAL, 1980.

2. Sorrentino, Fernando: "El trujamán Por su
hermana»:no confundir una burla con un brindis (II)",
Centro Virtual Cervantes, 29
de diciembre de 2004.

3. Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses",
en Antología poética. Buenos Aires, Espasa,
1965.

4. Etchebehere, Guillermo: "Mis abuelos vascos", en La
semilla del viento (1947). Poema enviado por Juan Manuel
Rizzi.

5. Azcona, María Cristina: "Vasco argentino", en
Dos talles menos de cerebro. Ver
Poemas: antología.

Sefaradíes

En "Imagino" (1), Luis León evoca un exilio de
siglos:

Un pueblo entero partido en muchos pueblos, soltado como
palomas en alta mar, ante la incertidumbre de hallar una isla
donde detenerse.

Así el pueblo sefaradí se hizo varios y a
la vez continuó siendo uno. Misterio ejemplificador el de
los judíos
españoles: Holanda por acá, regiones otomanas por
allá, Marruecos por el otro lado. Muchos pueblos con una
sola lengua…permanecieron un solo pueblo.

Largo deambular y una agonía que quizá,
duraría más de quinientos años, o a lo mejor
sólo las pocas horas que tardaron en renovar la
ilusión de revivir en otra tierra, hacer suyos los nuevos
vecinos, conocer palabras de los otros, para regar la propia
lengua.

Notas

1 León, Luis: "Imagino", en Sefaraires, N°
33, enero de 2005, sefaraires[arroba]fibertel.com.ar.

Varios

Enrique Larreta canta, en "Las criadas y el niño"
(1), a las domésticas españolas:

Que otros digan de escuelas y de
universidades.

Yo canto el cuarto aquel de plancha y de
costura

y sus buenas mujeres. ¡Galicia!
¡Extremadura!

y las que me enseñaban a palmear
soledades.

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (2), Alfredo Bufano homenajea a la inmigración española:

¡Salud, nietos sin mengua de
Francisco Pizarro

y de Ruy Díaz de Vivar;

hijosdalgo de Avila de los Caballeros,

sudorosos hacheros de Ontoria del Pinar,

labriegos de las rudas mesetas castellanas,

pescadores galaicos de las rías y el
mar,

hortelanos de Murcia, vascos roblizos,
fuertes

extremeños: ¡larga gloria
tengáis

todos vosotros, hijos de las viejas
Españas,

hombres de eterna y recia y heroica mocedad,

en cuyas venas corre la misma sangre
nuestra

y cuyas bocas se abren con nuestro mismo
hablar!

Leonie J. Fournier (3) evoca a los hispanos en un poema
acerca de la Avenida de Mayo:

La Avenida donde están

Las agencias del lotero,

Los hoteles, los
cafés

Donde nunca van de acuerdo

Los que discuten ‘sus cosas’,

andaluces, madrileños

que la Avenida de Mayo

es como la casa de ellos.

A sus abuelas, inhumadas en tierra americana, canta
Ricardo Adúriz en "Los rostros del olvido" (4):

Dulces abuelas trashumadas

desde estos cielos

a aquellos cementerios.

Que vuestros nombres, en medio del
océano

de sombra, sajados vivos de la noche larga,

os devuelvan la luz de un tiempo suave

en Freas de Eiras –tierra de Galicia-

y en el Madrid de fin
de siglo.

Vuestras son estas últimas
luciérnagas,

fragmentos puros de un espejo roto,

donde brillan los rostros del olvido.

Silvia Isjaqui Sereno es la autora de "Madre Patria"
(5), poema en el que recuerda a sus abuelos:

Un abuelo catalán

El otro de sangre euskera

Otros, moros perseguidos

Y devueltos a sus tierras

¡Ay mis abuelos dormidos

En otras tumbas de América

Pensando un día volver

Pero ese día no llega

¡Ay que profundo dolor

Caminar por otras sendas!

Uno huyó por ser carlista

El otro por la miseria

Y al resto lo fue llevando

de un lado a otro la guerra

Notas

1 Larreta, Enrique: "Las criadas y el niño", en
Cantan los pueblos americanos. Selección
de Germán Berdiales; ilustraciones de David Cohen. Buenos
Aires, Ediciones Peuser, 1957.

2 Bufano, Alfredo: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires,
Clarín.

3 Adúriz, Ricardo: Torre del homenaje. Madrid,
Ediciones Cultura
Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación,
1979.

4 Fournier, Leonie J.: "Mi Argentina", incluido en Wolf,
Ema (texto) y
Patriarca, Cristina (investigación): La gran inmigración.
Ilustraciones de Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana,
1997. Sexta edición. 226 páginas. (Sudamericana
Joven Ensayo).
Pág. 48.

5 Isjaqui Sereno, Silvia: "Madre Patria", en SEFARAires
Nª 50, Junio de 2006.

Estadounidenses

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" Alfredo Bufano saluda a los hombres

de la tierra de
los rascacielos

que dio a Whitman y a Poe a la inmortalidad.

Notas

1. Bufano, Alfredo: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires,
Clarín.

Franceses

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (1), Alfredo Bufano canta a la inmigración
francesa:

Salud, hijos de las Galias gloriosas

que sabéis abrir surcos y leer a
Ronsard,

hijos de aquella tierra que oyó la voz de
Hugo

y que derrama pródiga su vasta
claridad.

¡Salud, hijos del Arco de Triunfo, hijos
magníficos

de la sabiduría y de la libertad!

En uno de los poemas reunidos en Monsieur Jaquin (2),
José Pedroni evoca, a partir del relato de una
colonizadora, la muerte de
Ana Esser en el litoral, al desembarcar:

El Paraná, boca arriba,

tres días que la miraba,

los ojos llenos de peces,

ofreciéndole naranjas.

De un lado estaba el recuerdo;

del otro lado la pampa.

Entre la tierra y el mar

Ana Esser en el
agua.

César Fernández Moreno es el autor del
poema "Argentino hasta la muerte" (3),
en el que se refiere a su condición de descendiente de
franceses:

a buenos aires la fundaron dos veces

a mí me fundaron dieciséis

ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene
uno

yo acuso siete españoles seis criollos y tres
franceses

el partido termina así

combinado hispanoargentino 13 franceses 3

suerte que los franceses en principe son
franceses

si no que haría yo tan español".

Pierre Cottereau, que no era inmigrante pero nunca
volvió a Francia,
escribe acerca de su valija (4):

Sobre la proa del barco

la abracé con fuerza

sin embargo no sabía

de nuestro último destino.

En un poema de Diamela Sosa, se hace referencia a la
inmigración de ese origen (5).

Notas

1 Bufano, Alfredo: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires,
Clarín.

2 Pedroni, José: "Ana Esser", en Hacecillo de
Elena. Santa Fe, Colmegna, 1987. Pág. 109.

3 Fernández Moreno, César: "Argentino
hasta la muerte", en Varios autores: La poesía argentina.
Buenos Aires, CEAL, 1979.

4 Cottereau, Pierre M. M.: Sueños y sombras.
Villa General Belgrano, Córdoba, Edición del autor,
1997.

5 Sosa de Neumann, D. A.: Hojas de vida, sueños y
recuerdos. Buenos Aires, Editorial Dunken, 2004.

Galeses

El 31 de julio de 2004, en el Eisteddfod Mimosa, Puerto
Madryn, Chubut, Competencia
Principal Ballena Dorada, fue distinguido con una Mención
Especial el poema (2) que Celia Amanda Sala Davies dedica "A
Elizabeth Adams y a su hija María Humphreys, al cacique
Francisco y a su tribu tehuelche, hacedores de Paz", en el que
expresa:

Desde el Tiempo

y desde Todos los Tiempos

fuiste la elegida

para el distante y brumoso Sur

en el misterio de tu concepción

allá en la sojuzgada Gales

en el multitudinario arco iris de tu
gestación

en el histórico "Mimosa"

Notas

1. DESDE EL CHUBUT II antología, por varios
autores. Buenos Aires, Vinciguerra, 1998. 240 pp.

2. Sala Davies, Celia Amanda: "Poesía
Principal".

Ingleses

En el Martín Fierro (1), José
Hernández se refiere a un inglés:

Hasta un Inglés sanjiador

Que decía en la última guerra,

Que él era de Inca la perra

Y que no quería servir,

Tuvo también que juir

A guarecerse en la Sierra.

Como puede habla castellano el
inglés que evoca Leopoldo Lugones en la "Oda a los ganados
y las mieses" (2). No obstante, ejerce una beneficiosa influencia
en los ganaderos a los que aconseja:

lo cierto es que en su media lengua trajo

artes y ciencias que el paisano ignora.

El transformó los bárbaros
corrales,

las torpes hierras, las feroces domas,

y aseguró en las chacras invernizas

que al pronto parecieron anacrónicas,

forraje fresco a los costosos padres,

que entienden sus maneras y su idioma.

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (3), Alfredo Bufano evoca a la inmigración
inglesa, relacionándola con el tendido de los
ferrocarriles:

Hombre rubio de la isla de Kipling

que llenaste de sierpes de acero nuestra
vasta heredad,

y que hendiste los aires con fragores de
ruedas

y de émbolos y dínamos en hondo
trepidar

y que llevaste el himno ronco de las
locomotoras

por toda nuestra ubérrima

fecunda y proteiforme inmensidad.

Notas

1 Hernández, José: Martín Fierro.
Buenos Aires, CEAL, 1979. (Capítulo, vol. 23).

2. Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses",
en Antología poética. Buenos Aires, Espasa-Calpe,
1965.

3. Bufano, Alfredo: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires,
Clarín.

Italianos

Calabria

Adelina C. Cela, en el poema "Madre Patria" (1), imagina
el sentimiento de su tierra:

Tú clamabas por mí

como una madre divina,

con lágrimas derramadas

en nostálgica partida.

Como un susurro tu lengua

me acunó toda la vida

y no le diste abandono

a tu hija en lejanía.

Alfredo Conte (2) homenajea a su padre, que llegó
desde Cosenza en 1887:

Mi viejo, vos hiciste el mundo nuevo

abriste surcos, criaste hijos

y fuiste solamente un inmigrante.

No sé cómo decirlo en dos
palabras.

A sus abuelos calabreses evoca Griselda García
(3):

mi abuela obligándonos a terminar el
plato,

haciendo bocaditos fritos con las sobras
porque

‘ustedes por suerte no conocen lo que es la
guerra, el hambre…’;

(…)

mi abuelo que para todas las actividades
cotidianas

produce un sonido distinto
con la boca;

que en los sesenta era sastre en
Aerolíneas

y hacía los trajes de azafatas y
pilotos,

Notas

1. Cela, Adelina: "Madre Patria", en La Capital, Mar del
Plata, 5 de septiembre de 1999.

2. Conte, Alfredo: Pascualino. Edición homenaje.
Buenos Aires, 2001.

3. García, Griselda. Poema
inédito.

Campania

En el Martín Fierro (1) encontramos muchas
referencias al inmigrante. Transcribo uno de estos
pasajes:

Un nápoles mercachifle

Que andaba con un arpista,

Cayó también en la lista

Sin dificultá ninguna:

Lo agarré a la treinta y una

Y le daba bola vista.

José Portogalo evoca, en "Los pájaros
ciegos" (2), a un napolitano:

Mi padre, violinista, fracasó en Buenos
Aires.

Sin embargo su nombre –Pierángelo-
traía

"gli uccelli" luminosos de las calles de
Nápoles;

Doménico Scarlatti, heraldo de sus
pájaros,

clareaba el mundo denso de su infancia y sus
lágrimas.

Notas

1 Hernández, José: Martín Fierro.
Testo originale con traduzione, commenti e note di Giovanni Meo
Zilio. Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri,
1985.

2 Portogalo, José: "Los pájaros ciegos"
(Fragmento), en L. Lugones, B. Fernández Moreno, R.
Molinari y otros: La poesía argentina. Buenos Aires, CEAL,
1979. Pág. 111. (Capítulo, Vol. 4).

Friuli

En "Otra vez las dolomitas" (1), Syria Poletti evoca el
paisaje de su infancia:

Aún remonto la picada sobre el abismo,

sin cuerda.

Pero algo ha cambiado:

ya no añoro tu
mano.

En "Casi gringo" (2), Luis Landriscina evoca la partida
de sus padres y dos de sus hermanos:

en un buque se embarcó

con lágrimas mi familia

porque allí dejaba todo,

con sus penas y alegrías,

a la patria, a sus amigos,

a sus padres, a la villa,

a los sueños de la infancia

que eran carne de ilusión.

Notas

1. Poletti, Syria: "Otra vez las Dolomitas", en Letras
de Buenos Aires.

2 Landriscina, Luis: "Casi gringo", en
www.elfrasero.com.ar.

Lombardía

En el poema "Antiguo Almacén
‘A la ciudad de Génova’" (1), Olivari evoca al
italiano Miquelín:

Miquelín, grande como una estatua,

que se iba a la cosecha y volvía rico dos
semanas

-apenas para pagar la vuelta a todo el
barrio-.

Mientras le duraba la plata cantaba,

cantaba las lejanas canciones milanesas de su
tierra

y hombreaba recuerdos como hombreando
cereal…

Cerca de Lombardía, en el Cantón Ticino,
un cantón suizo de habla italiana, nació Alfonsina
Storni, la autora de Palabras a mi madre (2):

No las grandes verdades yo te pregunto, que

no las contestarías; solamente
investigo

si, cuando me gestaste, fue la luna testigo,

por los oscuros patios en flor,
paseándose.

Y si, cuando, en tu seno de fervores latinos,

yo escuchando dormía, un ronco mar
sonoro

te adormeció las noches, y miraste, en el
oro

del crepúsculo, hundirse los pájaros
marinos.

Norma Mazzei es la autora de "Alfonsina" (3), poema que
comienza con estos versos:

Tarde, recuerdo que por entonces

las agitadas rosas de
septiembre

hicieron camposanto en el seno de mis brazos.

Notas

1 Olivari, Nicolás: "Antiguo Almacén
‘A la ciudad de Génova’", en L. Lugones, B.
Fernández Moreno, R. Molinari y otros: La poesía
argentina. Antología, prólogo y notas por Alberto
M. Perrone. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, Vol.
4).

2 Storni, Alfonsina: "Palabras a mi madre", en Storni,
Alfonsina: Antología poética. Selección por
Alfredo Veiravé. Prólogo y notas por Alejandro
Fontenla. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 44.
(Capítulo, vol. 51).

3 Mazzei, Norma: "Alfonsina", en Constelario. Buenos
Aires, Tu Llave, 2007. 76 pp.

Piamonte

María Teresa Andruetto evoca, en "Citröen"
(1), a su padre inmigrante:

Regresábamos en un Citröen

rojo, desde una laguna de sal,

un pueblo ahora de fantasmas,

a nuestra casa, en la luz. Y él

cantaba, de viva voz, como

nunca cantaba, voglio vivere

cosí, con il sole in fronte, y

mi madre y nosotras también

cantábamos.

En el mismo libro (2) evoca un funeral de la
colectividad piamontesa en Córdoba:

Alguien nos alzó

hacia el tufo de la muerta

(se llamaba Elizabeta),

para que viéramos.

"Inmigrante italiano" se titula el poema que Celia Sala
dedica a José Longo, su "nonno* / y en él a todos
los inmigrantes italianos". Así comienza:

Soy la esperanza que navega

mares y continentes,

ríos y morros,

para encallar en

alegrías y sueños,

tristezas y renaceres.

Soy la esperanza que aparca

entre matas y avestruces,

rieles, andén y locomotora,

y que con sus manos levanta

carpa, rancho, molino y huerto.

Notas

1 Andruetto, María Teresa: "Citröen", en
Kodak. Córdoba, Ediciones Argos, 2001.

2 Andruetto, María Teresa: op. cit.

Sicilia

Oscar González, en "La anunciación" (1),
evoca a una mujer
italiana:

Llegó a Puerto Nuevo

En otro fin de siglo

Confiando en la arcilla de estas playas

Y abierta como un surco,

Se dio a la tarea de procrear espigas.

Notas

1 González, Oscar: "La anunciación", en El
Tiempo, Azul, 16 de abril de 2000.

Veneto

Gigliola Zecchin, más conocida como Canela.
"Llegó al país a los diez años.
Estudió Letras Modernas en la Universidad de
Córdoba. En 1962 inició su carrera presentando los
programas
vespertinos del canal 10 de la Universidad de Córdoba.
(1). " ‘Recién ahora, cincuenta años
más tarde, estoy logrando indagar sobre mi propia historia
y sobre la guerra que me hizo llegar a Argentina
separándome de mis padres y abuelos. El exilio tiene
consecuencias terribles en los niños,
sentimientos de miedo, insomnio, pesadillas. De esto se trata el
desarraigo, de sacar algo de raíz’, concluyó"
(2). Es la autora de Paese (3), obra que incluye el poema "Calle
de la infancia":

toda felicidad

horada la
memoria

afuera cae la nieve

aiuto! Il lupo! Il lupo!

nena tonta

hay que limpiar la respiración triste

mi lugar para dormir

vagamente celeste.

Notas

1. Sosa de Newton, Lily:
Diccionario
Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus
Ultra, 1986.

2. Irigoyen, Pedro: "MESA REDONDA
Aquel exilio, este exilio, la misma tristeza", en Clarín,
28 de febrero de 2002.

3. Zecchin, Gigliola (Canela): Paese. Buenos Aires, De
la Flor, 2000.

Japoneses

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (1), Alfredo Bufano canta a la inmigración
japonesa:

Y también a vosotros hombres de los ojos
oblícuos,

raza poderosa y tenaz

de las islas en donde florecen los almendros

y los crisantemos, hombres que
trabajáis

junto a nosotros con el mismo amor

que allá en tierras niponas, vuestra antigua
heredad,

mientras las dulces garzas decoraban las
aguas

y las geishas cantaban su amor crepuscular.

Notas

1. Bufano, Alfredo: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires,
Clarín.

Libaneses

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (1), Bufano expresó:

Salud, hombres morenos que escuchasteis

a los cedros del Líbano sonar,

y que hoy en nuestros vientos creéis oír
las voces

de la patria que acaso ya no veréis
jamás.

Hombres de los desiertos remotos

a quienes en las pampas hoy vemos galopar

luciendo nuestro escudo en el pañuelo
gaucho

o en la rastra de plata o el mango del
puñal.

¡Hombres de ojos negros y lejanos;

hermanos árabes que lloráis

cuando en las noches nuestras agobiadas de
estrellas,

oís una guitarra gemir y sollozar.

Notas

1 Bufano, Alfredo: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires,
Clarín.

Lituanos

En su poemario Las huecos de tu cuerpo (1), Manuela
Fingueret dice a su madre:

tus pies se arrastran

en la noche

como una alucinación

que se desliza

por las paredes

del hotel de
inmigrantes y

tu cuerpo se estremece

hija entre tantas

en una aldea

de Lituania.

Notas

1 Fingueret, Manuela: Los huecos de tu cuerpo. Buenos
Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1992. Págs. 11-4.

Noruegos

Norah Lange es la autora de "Poema", en el que
escribe:

Estás en mi recuerdo, Noruega,

inquebrantable como un viking

que no calmó su sed de guerra.

Sueño pausado el de tenerte siempre

dentro del corazón
libro vivido

que se hojea diariamente.

Notas:

1 Lange, Norah: "Poema", en J.L. Borges, L.
Marechal, C. Mastronardi y otros: La generación
poética de 1922 antología. Selección,
prólogo y notas de María Raquel Llagostera. Buenos
Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol. 69).

Polacos

La madre de Susana Szwarc, nacida en Polonia,
vivió en Siberia. En "Declive" (1), la poeta
expresa:

Por el ojo de la cerradura vemos

cómo deja la palangana en el suelo: tiene
agua.
Ahora

no se ve. Hasta que levanta la mano

blanca, la misma con que la prisionera
(jovencita

en Siberia) llevaba maderos hacia el barco.

En "Corrientes esquina gueto" (2), Manuela Fingueret
evoca la realidad del inmigrante polaco:

Una tierra prometida

untada sobre pan Goldstein

entre pastrom caliente

y el mar rojo atravesado

por Corrientes

o por Serrano

a la espera de Moisés

que no sabe idish

para descifrar los mandamientos.

En "La última carga de los jinetes polacos"(3),
poema incluido en Las Edades/ The Ages, Ricardo Feierstein se
refiere al doloroso desarraigo del abuelo que emigra a la
Argentina:

Esto contó, hace años, Moishe
Búrej

judío orgulloso y

polaco de veinte generaciones

que huyó hacia América, desde
esa

tierra bordada por antisemitas.

Y él, mi abuelo, hacia su final

Adivinó el momento en que iba a irse.

Notas

1 Szwarc, Susana: "Declive", en Bailen las estepas.
Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1999.

2 Fingueret, Manuela: "Corrientes esquina gueto", en
Esquinas. Catálogos. Buenos Aires, 2001.

3 Feierstein, Ricardo: "La última carga de los
jinetes polacos/ The Last Charge of the Polish Cavalry", en Las
Edades/ The Ages. Traducido del español por Jim Kates y
Stephen A. Sadow. Buenos Aires, Milá, 2004. 240 pp.
(Poesía).

Rusos

En la "Oda a los ganados y las mieses" (1), Leopoldo
Lugones canta al ruso Elías, que vive en paz en la nueva
tierra:

Pasa por el camino el ruso Elías

Con su gabán eslavo y con sus botas,

En la yegua cebruna que ha vendido

Al cartero rural de la colonia,

Manso vecino que fielmente guarda

Su sábado y sus raras ceremonias,

Con sencillez sumisa que respetan

Porque es trabajador y a nadie estorba.

En su poema "En el día de la recolección
de los frutos" (2), Alfredo Bufano homenajea a los rusos con
estos versos:

Salud, hijos del Volga y de Siberia,

y de todas las tierras que ayer fueron del
Zar;

salud, mas no al que viene

haciendo tremolar

banderas empapadas de sangre, fuego y muerte

sino al que viene a amar y a trabajar,

y al que llega con sed de justicia

o fatigado en busca de un regazo cordial;

porque esta tierra nuestra, grande, sagrada y
bella,

también la damos para descansar.

De Rusia parte
Jacobo Fijman, a los cuatro años de edad, en 1898. Mucho
tiempo después escribiría (3):

¡Ah! Yo soy uno de esos caminantes

Que aún no han encontrado su camino;

Pero he gustado un luminoso vino

en huertos generosos y fragantes.

Kehos Kliger escribió "Las cenizas de mi
hermanita" (4), texto incluido en un poemario referido por
completo a la Shoá:

Tráeme viento las cenizas de mi
hermanita,

quiero enterrarlas en mi corazón;

búscalas bien, están mezcladas

con cenizas de ancianos y ancianas.

Voy a guardar esas cenizas como un
talismán,

hasta el fin de mis días.

Después voy a dárselas

al Señor del mundo como obsequio.

César Tiempo manifiesta su sentimiento en un
poema (5):

¡Yo nací en Dniepropetrovsk!

No me importan los desaires

con que me trata la suerte.

¡Argentino hasta la muerte!

Yo nací en Dnepropetrovsk.

Tamara Kamenszain, descendiente de rusos, es la autora
de El ghetto. Ese libro, dedicado a su padre, incluye el poema
"Arbol de la vida" (6), en el que expresa:

Mi duelo, lo que estoy viendo

es el Gran Buenos Aires desde un cementerio
judío.

(…)

Mi duelo, lo que estoy viendo

será de aquí en más este verdor que
te dedico.

Hoy florecen en las copas de los árboles
todas mis raíces.

Guiora (Jorge) Reichler, en uno de sus poemas (7) se
refiere a su condición de descendiente de
inmigrantes:

Doy gracias, Argentina

por tu marco social, único

pese a que de vez en cuando éramos
rusos

que en argentino era decir judíos,

En agosto de 2007, aparece publicado en La Nación
el "Soneto con estrambote para Alberto Gerchunoff" (8), escrito
por Manuel Mujica Láinez en 1932:

De la frase resonante,

en el burilar, experto,

es este rotundo Alberto,

del laúd y el olifante.

Su cháchara cautivante

vida devuelve a lo muerto,

y sabe del carbón yerto

chispas sacar de diamante

Del malabarista, asombro;

del ramplón prosista, cuervo;

del ripioso, halcón acerbo:

hoy le saludo y le nombro;

del Adjetivo, Emisario,

y Enviado Extraordinario

–y arbitrario–

del Verbo.

Notas

1 Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses",
en Antología Poética. Buenos Aires, Espasa-Calpe,
1965.

2 Bufano, Alfredo R.: "En el día de la
recolección de los frutos", en Para todos los hombres que
quieran habitar el suelo argentino, Buenos Aires,
Clarín.

3 Fijman, Jacobo: "Caminante" (poema inédito) en
Clarín, Buenos Aires, 14 de diciembre de 2002.

4 Kliguer, Kehos: "Las cenizas de mi hermanita", en
Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: "La rama argentina de la
literatura ídish, y rama ídish de la liteatura
argentina", en Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: La letra
ídish en tierra argentina Bío-bibliografía de sus autores
literarios. Buenos Aires, Milá, 2004. Traducción de Eliahu Toker.

5 Koremblit, Bernardo Ezequiel: "La bohemia cultural
judeoargentina en las décadas del ’30, ’40 y
‘50", en Feierstein, Ricardo y Sadow, Stephen A. (comp.):
Recreando la cultura judeoargentina / 2 Literatura y artes
plásticas. Buenos Aires, Editorial Milá,
2004.

6 Kamenszain, Tamara: "El árbol de la vida", en
El ghetto. Buenos Aires, Sudamericana, 2003.

7 Reichler, Guiora: "Doy gracias, Argentina", en
Reichler, Guiora: En nombre de todas las soledades. Buenos Aires,
Milá, 2005. 80 pp. (Poesía).

8. en La Nación,
Buenos Aires, 5 de agosto de 2007.

Sirios

Lugones canta al buhonero sirio, que ofrece su
mercadería, en la "Oda a los ganados y las mieses"
(1):

Más allá viene el sirio
buhonero,

Balanceando a la espalda su bicoca,

Al canto gutural de la sabida

"Cosa linda barata" que pregona.

Notas

1 Lugones, Leopoldo: "Oda a los ganados y las mieses",
en Antología poética. Buenos Aires, Espasa,
1965.

Ucranios

En un poema inédito (1), Griselda García
evoca a los ucranios de su barrio:

Hacia mediodía el aire se
agita,

olor a carne asada desde casas vecinas,

niños llorando,

familias de Ucrania discutiendo a gritos,

Notas

1. García, Griselda. Poema
inédito.

Sin mención de origen

En "Llanto por un niño exilado" (1), escribe
Germán Berdiales:

El tipo, el modo, el traje

y ¡ay!, sobre todo, algo

-de que quiero aliviarme

llorándolo al cantarlo-,

su condición decía

de pequeño exilado:

-yo no sé si sajón,

yo no sé si germano,

yo no sé si judío,

yo no sé si cristiano-,

una manga, la izquierda,

vacía a medio brazo.

Enrique Novick describe, en "Balada para un padre
ausente" (2), el efecto que la música de su tierra
tenía en el padre enfermo de Alzheimer:

Cuando le

cantaba,

próximo

a su lecho,

canciones

antiguas,

sin nombre

ni dueño,

que hablan

de una aldea

con hornos

de piedra,

cerca de las

casas,

sus pisos

de tierra,

Mónica Sifrim (3) escribe:

No señor. En mis antepasados no hay
diabéticos, hipertensos,

cardíacos ¿Cómo explicarle? De cada
diez antepasados míos,

uno moría en las revoluciones, otro en las
cámaras de gas

y cuatro o cinco de melancolía.

Ya sé que no se heredan tales males. La
mandrágora deja

ese letargo de naranjas agrias. Luego talco, y a mover
los

genes fresquecitos.

Pero cuando llegan oleajes de dolor oleajes de dolor
oleajes

se descubre un vago parecido: ¡Mire qué
bonita!

Mete el brazo en el horno como lo hacía su
tatarabuela.

En "Los ojos de la noche" (4), poema de Marcos Silber,
se evoca la amargura de los que, en la nueva tierra,
sabían que los suyos eran víctimas de la
persecución. Desde la Argentina, quienes emigraron
observan impotentes el genocidio. La angustia y la
desolación son presentadas por medio de imágenes
de los adultos, a los que un niño comprende desde su
infinita sabiduría:

Mamá llorándole toda la cabeza al
pequeño. Regándole

el sueño, todo el juego.
Mamá que regresa con papeles.

Cartas, papeles de adiós y tormento. Avisos de
nuevos

silencios. 1940.

Notas

1. Berdiales, Germán: Cantan los pueblos
americanos. Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1957. Citado por
Sylvia Oyenard de Puentes en "Un viaje al corazón de
América
latina", 2006.

2. Novick, Enrique: "Balada para un padre ausente", en
La Prensa, Buenos
Aires, 10 de enero de 1999.

3. Sifrim, Mónica: "XXXI", en Novela familiar.
Buenos Aires, Ediciones Ultimo Reino, 1990. Pág.
27.

4. Silber, Marcos: "Los ojos de la noche", en Doloratas.
Buenos Aires, Milá, 2001. (libro compartido con Carlos
Levy).

Varios

En su poema "En el conventillo" (1), Jevel Katz alude a
los inmigrantes.

Cuartitos, cuartitos, cuartitos,

y nunca falta algo de barro.

Hay gente allí de todo el mundo

árabes, españoles, turcos,
italianos,

todos apiñados en un mismo patio;

y no faltan judíos de Lituania,

y polacos, y galitzianos.

El conventillo fue el escenario del sainete, como lo
afirma Vacarezza en un conocido soneto (2):

La escena representa un conventillo.

Personajes: un grébano amarrete,

un gallego que en todo se entromete,

dos guapos, una paica y un vivillo.

Raúl González Tuñón es el
autor del "Poema del conventillo" (3), que comienza
así:

A la luz de tu farol cansado,

Conventillo

yo también quiero cantar

tu cosmopolitismo abigarrado,

el turbio biombo amarillo

de tu fachada, tu babélico altar,

y tu vestido gris y verde y rosa.

"Conventillos" (4) es el poema de José Rabinovich
que dice:

Una ciudad tan luminosa

y yo andando a tientas.

Para ver su rostro

alzo sobre mi cabeza a mi hijo.

Por la ciudad anda el sol

pero aquí reina el barro.

En fila, como corrales,

casas de lata y sin vidrios.

¿Afuera será de noche?

¿Ya habrá amanecido?

Carlos Paoli es el autor de estos versos (5):

Me procuro primero un compadrito

un ruso, un francés, un cocoliche,

una vieja chismosa, un garabito,

un conventillo, una calle y un boliche.

Con estos elementos y una mina

que la va de cascarrienta y coqueta

que se cree gran señora y es una rea,

un taita que afila y un obrero,

que atrás de ella con el taita la
camina

y se charla por la paica y es cabrero.

Ya con eso tiene bastante el sainetero

En "La invasión gringa", uno de los poemas
reunidos en Monsieur Jaquín (6), Pedroni evoca la
inmigración traída por Castellanos:

Hoy nadie llegaría.

Pero ellos llegaron.

Sumaban mil doscientos.

Cruzaron el Salado.

Al cruzarlo, afanosos,

lo probaron.

Y los hombres dijeron:

-¡Amargo!-

Pero siguieron.

En la espalda traían clavados

dos ojos de fuego,

los de Aarón Castellanos,

salteño.

El poeta y ensayista César Fernández
Moreno es el autor del poema "Argentino hasta la muerte" (7), en
el que se refiere a su condición de descendiente de
europeos y criollos:

a buenos aires la fundaron dos veces

a mí me fundaron dieciséis

ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene
uno

yo acuso siete españoles seis criollos y tres
franceses

el partido termina así

combinado hispanoargentino 13 franceses 3

suerte que los franceses en principe son
franceses

si no que haría yo tan español.

En "Canción a Berisso" (8), Matilde Alba Swann
recuerda las escuelas de esa localidad:

Yo le canto a tus niñas saliendo de la escuela:

alemanas, rusitas, italianas, armenias,

distintas lenguas todas e idéntico
candor;

y canto a las pequeñas hijas de mi
tierra

"made in argentina" levadura extrajera,

raíces que se prenden a un destino
mejor.

Le canto al influjo de tus academias

alimentando el sueño de tu adolescencia

por salir del hollín;

y canto a tus escuelas nocturnas para adultos

donde padres y abuelos aprenden a escribir.

Guillermo Etchebehere es el autor de "Génesis"
(9), poema que transcribo parcialmente:

El mar, que trajo a tu pasión de
leguas

las gentes del sudor y la labranza.

Gentes con nombres llenos de montañas

y mínimos sucesos.

Tañidos de remotos campanarios.

Retoños de otros árboles
eternos.

Se llamaban Schneider, Undurraga,

Kovalewsky, Bracsmájer, Montevechio,

y de vivir contigo ya se llaman

un poco Cruz del sur y Martín Fierro.

A sus abuelos, que llegaron desde Italia y
España dedica Graciela Caprarulo el poema "Ilusión
del nido y de llegar" (10), el que comienza con estos
versos:

ésos los que traían

a soslayo la noche

los que se hartaron de vino

sobre las tumbas de alabastro

Notas

1. Katz, Jevel: "En el conventillo", en Weinstein, Ana
E. y Toker, Eliahu: "La rama argentina de la literatura
ídish, y rama ídish de la liteatura argentina", en
Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: La letra ídish en
tierra argentina Bío-bibliografía de sus autores
literarios. Buenos Aires, Milá, 2004. Traducción de
Eliahu Toker.

2. Vacarezza, : "Un sainete en un soneto", en Cantos de
la vida y de la tierra. 1944.

3. González Tuñón, Raúl:
"Poema del conventillo", en Violín del diablo, citado en
Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970. 85
pp.

4. Rabinovich, José: "Conventillos", en
Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: "La rama argentina de la
literatura ídish, y rama ídish de la liteatura
argentina", en Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: La letra
ídish en tierra argentina Bío-bibliografía
de sus autores literarios. Buenos Aires, Milá, 2004.
Traducción de Eliahu Toker.

5. Paoli, Carlos: "Sainetes argentinos"

6. Pedroni, José: Hacecillo de Elena. Santa Fe,
Colmegna, 1987.

7. Fernández Moreno, César: "Argentino
hasta la muerte", en L. Lugones, B. Fernández Moreno, R.
Molinari y otros: La poesía argentina. Antología,
prólogo y notas por Alberto M. Perrone. Buenos Aires,
CEAL, 1979. (Capítulo, Vol. 4).

8. Swann, Matilde Alba: "Canción a Berisso", en
Canción y grito, 1955. Incluido en
www.matildealbaswann.com.ar

9. Etchebehere, Guillermo: "Génesis", en La
lumbre permanente (1956). Poema enviado por Juan Manuel
Rizzi.

10. en Poemanía, marzo de 2008.

En conjunto

De Leopoldo Díaz es el poema "Tierra prometida"
(1), en el que expresa:

El viejo mundo se desploma y cruje…

El odio, entre la sombra acecha y ruge…

Una angustia mortal tiene la vida…

Y como leve arena que alza el viento,

a ti vendrán el paria y el hambriento

soñando con la Tierra Prometida.

Al inmigrante canta Carolina de Grinbaum, en "Llegaste"
(2):

Barco de peltre, acero o cucurucho,

mole de mundo,

cargado de niñez, hombres y tumbos,

arribaste.

Estrenaste el chocolate,

la delicia de mazorcas tiernas…

Alimentaste sed de tierra,

Abiertas

para manos rocosas,

temples tristes.

En su poema "Inmigrante" (3), Cristina Pizarro evoca la
desolación de quien ve frustradas sus
expectativas:

Yo era el que no tenía título,

ni un doble apellido,

el que deseaba vivir en un chalet de dos
pisos

con jardín

y revestimientos de piedra Mar del Plata.

Era uno de esos

originarios de tierras

devastadas.

Ahora

soy

este aire ambiguo

este daño

que regresa

y este adiós

menoscabado.

Roberto Antonio Druetta es el autor de "Inmigrantes"
(4):

Partieron un día de la tierra amada

buscando un terruño en donde vivir.

Buscando una casa para el primer hijo,

buscando un lugar donde ser feliz.

En "Barco, barcos" (5), escribe Amalia
Ottonello:

y esta nave tan grande

viene de Europa.

Llegan hacinados

con sueños de progreso,

inmigrantes

-asustados-

Los agricultores inmigrantes también fueron tema
de poesías. En "Ese inmigrante" (6), Virginia
Rossi, nacida en Centeno, escribe:

Venía de la tierra:

nosotros no sabíamos

cómo era el paisaje

que en su frente corría…

La nostalgia los embargaba; canta Cristina Assenato en
"País de inmigrante" (7):

Porque este pueblo sabe desde los ojos

y por sus ojos que el mar lo trajo,

cuando llegue el sueño grande

nuestros huesos
irán cantando

hacia el fondo de la tierra.

Gladys Edich Barbosa Ehraije es la autora de la
"Elegía por los inmigrantes" (8), en la que
expresa:

Pero lejos

muy lejos

en el corazón

verde de los pinos

los inmigrantes

aún

sueñan con el mar

Betina Villaverde escribió "Homenaje al
inmigrante" (9):

Sí, y fueron valientes, mares de por
medio

sus raíces quedaron

mas, no vacilaron, fijo en sus mentes un

mapa brillaba, Argentina.

Manuel Conde González, pontevedrés que
emigró a la Argentina en 1949, es el autor del "Poema al
emigrante universal" (10), que comienza con estos
versos:

Con el corazón transido

rebosante de ilusión

sale el emigrante un día

a tierras de promisión.

Deja la patria a su espalda

tal vez, su primer amor

la madre queda llorando

el padre con su dolor.

Notas

1. Díaz, Leopoldo: "Tierra prometida", en Cantan
los pueblos americanos. Selección de Germán
Berdiales; ilustraciones de David Cohen. Buenos Aires, Ediciones
Peuser, 1957.

2. Grinbaum, Carolina de: "Llegaste", en
Inmolación. Buenos Aires, el grillo, 2002.

3. Pizarro, Cristina: en La voz viene de lejos. Buenos
Aires, Ayala Palacio, 1996.

4. Druetta, Roberto Antonio: "Inmigrantes", en Colonia
Castelar. Su centenaria epopeya de trabajo y amor 1890-1990,
citado en
www.nalejandria.com/01/tarbut/novedad/pikudei/inmigr.htm

5. Ottonello, Amalia: "Barco, barcos", en La esquina
literaria. Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 1996.

6. Rossi, Virginia: "Ese inmigrante", en
Capítulos, Editorial Nueva Generación.

7. Assenato, Cristina: "País de inmigrante", en
El Tiempo, Azul, 21 de febrero de 1999.

8. Barbosa Ehraije, Gladys Edich: en El Tiempo,
Azul.

9. Villaverde, Betina: poema enviado por e-mail a MGR en
2004. Ver Poemas: antología.

10. Conde González, Manuel: "Poema al
emigrante.

Apéndice

INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA DESDE
1960

A LA HERMANA FRANCESA DESAPARECIDA ALICE
DOMON

Por Elena Cabrejas

El amor le bramaba sobre el pecho

sobre su vientre de arca para las criaturas

salvadas del naufragio

-pequeños universos de tibieza a la
intemperie-

en plena calle en plena selva

en plena soledad galopando con ramalazos
secos

su rostro luminoso y sediento.

Fue conducida hasta la honda
habitación

de la noche

con su túnica de sal

y el rosario alzado hacia la única
resurrección.

Sus pies heridos persiguieron las huellas del
Gólgora

y sus ojos de agua derramada

quedaron abiertos como una fuente
interminable.

Fuente: POEMANIA …la manía del
poema

Letras de tangos,
milongas y canciones

Letras de tangos

Italianos

En "Canzoneta" (1), tango de 1951,
con letra de Enrique Lary y música de Ema Suárez,
se evoca la nostalgia de Genaro:

¡La Boca!… ¡Callejón!…

¡Vuelta de Rocha!

¡Bodegón!… Genaro y su
acordeón.

Canzonetta gris de ausencia,

cruel malón de penas viejas

escondidas en las sombras del figón.

¡Dolor de vida!

¡Oh' mamma mía!

Tengo blanca la cabeza

y yo siempre en esta mesa

aferrado a la tristeza del alcohol.

Cuando escucho "¡Oh sole mío!

Senza mamma e senza amore"

Siento un frío acá en el cuore

que me llena de ansiedad.

Será el alma de mi mamma,

que dejé cuando era niño.

¡Llora!… ¡Llora! ¡Oh sole
mío!

¡Yo también quiero llorar!

¡La Boca!… ¡Callejón!…

¡Vuelta de Rocha!

Ya se van… Genaro y su acordeón.

¿De mi ropa? ¡Qué me
importa

si me mancha con las copas

que derramo en mi frenético temblor!

Soñé a Tarento en mil regresos,

pero sigo aquí en la Boca

donde lloro mis congojas

con el alma triste, rota,

sin perdón.

"Giuseppe el zapatero" protagoniza un tango (2) de
Guillermo Del Ciancio, compuesto en 1930:

E tique, taque, tuque,

se pasa todo el día

Giuseppe el zapatero,

alegre remendón;

masticando el toscano

y haciendo economía,

pues quiere que su hijo

estudie de doctor.

El hombre en su
alegría

no teme al sacrificio,

así pasa la vida

contento y bonachón.

Ay, si estuviera, hijo,

tu madrecita buena!

El recuerdo lo apena

y rueda un lagrimón.

Tarareando la violeta

don Giuseppe está contento;

ha dejado la trincheta,

el hijo se recibió.

Con el dinero
juntado

ha puesto chapa en la puerta,

el vestíbulo arreglado,

consultorio con confort.

E tique, taque, tuque,

don Giuseppe trabaja.

Hace ya una semana

el hijo se casó:

la novia tiene estancia

y dicen que es muy rica,

el hijo necesita

hacerse posición.

E tique, taque, tuque,

ha vuelto don Giuseppe,

otra vez todo el día

trabaja sin parar.

Y dicen los paisanos

vecinos de su tierra:

Giuseppe tiene pena

y la quiere ocultar.

En "La violeta" (3), tango con letra de Nicolás
Olivari y música de Cátulo Castillo compuesto en
1929, aparece el italiano nostálgico:

Con el codo en la mesa mugrienta

y la vista clavada en un sueño,

piensa el tano Domingo Polenta

en el drama de su inmigración.

Y en la sucia cantina que canta

la nostalgia del viejo paese

desafina su ronca garganta

ya curtida de vino carlon.

E…! La Violeta, la va, la va, la va…

La va sul campo che lei si sognaba

ch'era su gigin, que guardandola staba…

El también busca su soñado bien

desde aquel día, tan lejano ya,

que con su carga de ilusión saliera

como La Violeta que la va…la va…

Canzoneta de pago lejano

que idealiza la sucia taberna

y que brilla en los ojos del tano

con la perla de algun lagrimón…

La aprendió cuando vino con otros

encerrado en la panza de un buque,

y es con ella, metiendo batuque,

que consuela su desilusión.

"Oro muerto" (4), tango de 1926 con letra de Julio P.
Navarrine y música de Juan Raggi, "Fue premiado en el
certamen organizado en 1926 por la Compañía
Rioplatense de Revistas en el teatro "18 de
julio" de Montevideo. Carlos Gardel lo grabó aquel mismo
año. A raíz de la censura impuesta en la
radiofonía entre 1943 y 1946 se lo denominó
‘Jirón porteño’ ".

El conventillo luce su traje de etiqueta.

Las paicas van llegando, dispuestas a mostrar

que hay pilchas domingueras, que hay porte y hay
silueta,

a los garabos reos deseosos de tanguear.

La orquesta mistonguera musita un tango fulo.

Los reos se desgranan buscando, entre el
montón,

la princesita rosa de ensortijado rulo

que espera a su Romeo como una
bendición.

El dueño de la casa

atiende a las visitas;

los pibes del convento

gritan en derredor

jugando a la rayuela,

al salto, a las bolitas,

mientras un gringo curda

maldice al Redentor. (1)

El fuelle melodioso termina un tango papa.

Una pebeta hermosa saca del corazón

un ramo de violetas, que pone en la solapa

del garabito guapo, dueño de su
ilusión.

Termina la milonga. Las minas retrecheras

salen con sus bacanes, henchidas de
emoción,

llevando de esperanzas un cielo en sus ojeras

y un mundo de cariño dentro del
corazón.

(1) Gardel canta: "las va de payador".

De Eladia Blázquez es la letra de "Adiós
Nonino" (5), con música de Astor Piazzolla:

Desde una estrella al titilar…

Me hara señales
de acudir,

por una luz de eternidad

cuando me llame, voy a ir.

A preguntarle, por ese niño

que con su muerte lo perdi,

que con "Nonino" se me fue …

Cuando me diga, ven aqui…

Renacere… Porque…

Soy … ! la raiz, del pais que amaso con

su arcilla.

Soy … ! Sangre y piel, del
"tano aquel, que me dio su semilla …

Adios "Nonino" … que largo sin vos,

sera el camino.

Dolor, tristeza, la mesa y el pan … !

Y mi adios … Ay … ! Mi adios, a tu amor, tu tabaco, tu
vino.

¿Quien … ? Sin piedad, me robó la mitad,
al llevarte "Nonino" …

Tal vez un dia, yo tambien mirando atras …

como vos, diga adios … No va mas … !

Recitado:

Y hoy mi viejo "Nonino" es una planta.

Es la luz, es el viento y es el rio …

Este torrente mio lo suplanta,

prolongando en mi ser, su desafio.

Me sucedo en su sangre, lo adivino.

Y presiento en mi voz, su propio eco.

Esta voz que una vez, me sonó a hueco. Cuando le
dije adios … Adios "Nonino".

Soy … ! Sangre y piel, del "tano" aquel, que me dio su
semilla.

Adios "Nonino" … ! Dejaste tu sol, en

mi destino.

Tu ardor sin miedo, tu credo de amor.

Y ese afán … Ay … ! tu afán,
por

sembrar de esperanza el camino.

Soy tu panal y esta gota de sal, que hoy te llora
"Nonino".

Tal vez el dia que se corte mi piolin,

te vere y sabre … Que no hay fin.

Españoles

Alfredo Plácido Navarrine, escribió la
letra de "Galleguita" (6), tango de 1925, con música de
Horacio Pettorossi:

Galleguita

la divina

la que a la playa argentina

llegó una tarde de abril

sin más prendas

ni tesoros

que tus bellos ojos moros

y tu cuerpo tan gentil.

Siendo buena

eras honrada

pero no te valió nada

que otras cayeron igual.

Eras linda galleguita

y tras la primera cita

fuiste a parar a Pigall.

Sola y en tierras extrañas

tu caída fue tan breve

que como bola de nieve.

tu virtud se disipó.

Tu obsesión era la idea

de juntar mucha platita

para tu pobre viejita

que en la aldea quedo.

Pero un paisano malvado

loco por no haber logrado

tus caricias y tu amor

ya perdida la esperanza

volvió a tu pueblo el traidor

y envenenando la vida

de tu viejita querida

le contó tu perdición,

y así fue que el mes pasado

te llegó un sobre enlutado

que enlutó tu corazón.

Y ahora te veo

Galleguita

sentada triste y solita

en un rincón de Pigall

y la pena que me mata

claramente se retrata

en tu palidez mortal.

Tu tristeza es infinita.

Ya no sos la Galleguita

que llegó un día de abril

‘sin más prendas

ni tesoros

que tus bellos ojos moros

y tu cuerpito gentil’ "

"Un gallego" (7), tango con música de H.
Fréderic y letra de Armando Tagini, evoca al inmigrante de
ese origen:

América fue la tierra qu'él

soñó conquistar con su labor…

Y un día de otoño

en Buenos Aires desembarcó.

El rubio metal, bella ilusión,

llenaba de fe todo su ser.

Lo vieron pasar, rumbo al taller,

la lluvia invernal… el día de sol.

Los ojazos de una criolla,

que con frecuencia le vieron,

en el gaita produjeron

la llama de la pasión.

Y un puro amor

nació con gran frenesí;

pero ese noble cariño

no borró nunca el recuerdo

de sus auroras de niño

y más de un día le oí,

con mucho amor,

cantar así:

Terruño que quedó

detrás del ancho mar,

ansío contemplar

tu suelo encantador.

Pero aquí soy tan feliz…

el ancla echada está,

mi vida se alza aquí…

Cuando al paso lento voy,

cruzando la ciudad,

me gusta recordar

la alborada de mi amor

y lloro de mi emoción

y de felicidad.

Farruco que ayer llegaste aquí,

buscando fortuna, sin tardar,

vos fuiste romántico

y no supiste ahorrar jamás.

A vos no te importa pobre ser,

que gran capital tenés de amor;

un hijo argentino Dios te dio

de raza viril… en criolla mujer.

En "El corazón al Sur" (8), Eladia
Blázquez evoca a sus padres españoles:

Nací en un barrio donde el lujo fue un
albur,

por eso tengo el corazón mirando al
sur.

Mi viejo fue una abeja en la colmena,

las manos limpias, el alma buena…

Y en esa infancia, la templanza me
forjó,

después la vida mil caminos me
tendió,

y supe del magnate y del tahúr,

por eso tengo el corazón mirando al
sur.

Mi barrio fue una planta de jazmín,

la sombra de mi vieja en el jardín,

la dulce fiesta de las cosas más
sencillas

y la paz en la gramilla de cara al sol.

Mi barrio fue mi gente que no está,

las cosas que ya nunca volverán,

si desde el día en que me fui

con la emoción y con la cruz,

¡yo sé que tengo el corazón mirando
al sur!

La geografía de mi
barrio llevo en mí,

será por eso que del todo no me fui:

la esquina, el almacén, el
piberío…

lo reconozco… son algo mío…

Ahora sé que la distancia no es real

y me descubro en ese punto cardinal,

volviendo a la niñez desde la luz

teniendo siempre el corazón mirando al
sur.

Franceses

En ‘Griseta’ (9), tango de 1924, con
música de Enrique Delfino y letra de José
González Castillo, se evoca a la inmigrante de ese
origen:

Mezcla rara de Museta y de Mimí

con caricias de Rodolfo y de Schaunard,

era la flor de París

que un sueño de novela trajo al
arrabal…

Y en el loco divagar del cabaret,

al arrullo de algún tango
compadrón,

alentaba una ilusión:

soñaba con Des Grieux,

quería ser Manon.

Francesita,

que trajiste, pizpireta,

sentimental y coqueta

la poesía del quartier,

¿quién diría

que tu poema de griseta

sólo una estrofa tendría:

la silenciosa agonía

de Margarita Gauthier?

Mas la fría sordidez del arrabal.

agostando la pureza de su fe,

sin hallar a su Duval,

secó su corazón lo mismo que un
muguet.

Y una noche de champán y de
cocó,

al arrullo funeral de un bandoneón,

pobrecita, se durmió,

lo mismo que Mimí,

lo mismo que Manón.

Otra francesa aparece en el tango "Madame Ivonne" (10),
musicalizado por Eduardo Pereira, con letra de Enrique
Cadícamo:

Mamuasel Ivonne era una pebeta

que, en el barrio posta del viejo Montmartre,

con su pinta brava de alegre griseta

animó las fiestas de Les Quatre Arts.

Era la papusa del Barrio Latino

que supo a los puntos del verso inspirar…

pero fue que un día llegó un
argentino

y a la francesita la hizo suspirar.

Madam Ivonne,

la cruz del sur fue como un signo…

Madam Ivonne,

fue como el sino de tu suerte…

Alondra gris,

tu dolor me conmueve;

tu pena es de nieve,

Madam Ivonne.

Han pasao diez años que zarpó de
Francia..

Mamuasel Ivone hoy es sólo Madam;

la que al ver que hoy todo quedó en la
distancia

con ojos muy tristes bebe su
champán…

Ya no es la papusa del Barrio Latino.

Ya no es la mistonga florcita de lis.

Ya nada le queda… ni aquel argentino

que entre tango y mate la alzó de
París.

Notas

1 Lary, Enrique: "Canzoneta", en
www.abctango.com.

2 Del Ciancio, Guillermo: "Giuseppe el zapatero", en
www.argentina.informatik uni-muenchen.de.

3 Olivari, Nicolás: "La Violeta" en
www.argentina.informatik uni-muenchen.de.

4 Navarrine, Julio: "Oro muerto", en
www.todotango.com.

5 Tagini, Armando: "Un gallego", en
www.todotango.com.

6. Blázquez, Eladia (letra) y Piazzolla, Astor
(música): "Adiós nonino", en http://naufragioinconcluso.blogspot.com/2005/10/adis-nonino-eladia-blzquez-astor.html

7 Navarrine, Alfredo: "Galleguita", en
www.argentina.informatik uni-muenchen.de.

8 Blazquez, Eladia (letra y música): "El
corazón al Sur", en
http://www.todotango.com/ENGLISH/biblioteca/letras/letra.asp?idletra=45

9. González Castillo, José: "Griseta", en
www.todotango.com.

10 Cadícamo, Enrique: "Madame Ivonne", en F.
García Jiménez, H. Manzi, C. Castillo y otros:
Tangos antología. Volumen 2.
Selección, prólogo y notas por Idea
Vilariño. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo,
vol.121).

 

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