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La vaca (página 2)




Enviado por Camilo Cruz



Partes: 1, 2

CAPÍTULO DOS
– Definamos la vaca

La vaca simboliza todo aquello que te mantiene atado a
la mediocridad.

Una vaca puede ser una excusa.

Una vaca puede ser también un pensamiento
irracional que te paraliza y no te deja actuar.

En ocasiones las vacas toman la forma de falsas
creencias que no te permiten utilizar tu potencial al
máximo.

Las justificaciones, por lo general, son vacas. Estas
son explicaciones que has venido utilizando para justificar por
qué estás donde estás, a pesar de que no
quisieras estar ahí.

Como ves, las vacas pueden adoptar formas y disfraces
que las hacen perceptibles en mayor o menor grado. En general,
toda idea que te debilite, o que te dé una salida para
eludir la responsabilidad por aquello que sabes que debes
hacer, es seguramente una vaca.

Las excusas son las vacas más comunes.
Éstas no son más que maneras cómodas de
eludir nuestras responsabilidades y justificar nuestra
mediocridad buscando culpables por aquello que siempre estuvo
bajo nuestro control.

Sólo tres cosas son cierta acerca de las
excusas:

Si verdaderamente quieres encontrar una excusa, ten la
plena seguridad que la
encontrarás.

Cuando comiences a utilizar esta excusa (vaca), ten la
total certeza que encontrarás aliados. ¡Sí!
Vas a encontrar personas que la crean y la compartan. Ellas te
van a decir, "yo sé como se siente porque a mí me
sucede exactamente lo mismo".

La tercera verdad acerca de las excusas, es que una vez
las des, nada habrá cambiado en tu vida. Nada habrá
cambiado acerca de tu realidad. Tu mediocridad seguirá
ahí, el problema que estas evitando enfrentar mediante el
uso de esa excusa permanecerá igual. No habrás
avanzado hacia su solución, por el contrario,
habrás retrocedido.

Las excusas son una manera poco efectiva de lidiar con
el peor enemigo del éxito:
La mediocridad.

Cierto tipo de pensamientos se convierten en vacas
porque no nos dejan actuar y nos paralizan. Muchas veces son
ideas que hemos venido repitiendo sin saber por qué. Ideas
que escuchas de otras personas y la repetición y el
tiempo las han
convertido en dichos populares que no son más que mentiras
revestidas de una fina capa de algo que se asemeja a la
verdad.

Un ejemplo de esto es la común idea de: "Yo soy
una persona
realista". ¿Si ves? Si le preguntas a una persona positiva
si ella es optimista, con seguridad te dirá que sí.
No obstante, si le preguntas a una persona negativa si ella es
pesimista, seguramente te responderá algo así: "Yo
no soy pesimista, yo simplemente soy realista". Si te das cuenta,
este es un pensamiento que no sólo te impide ver tu propio
pesimismo, sino que programa
qué logras ver y no ver del mundo que te rodea.

El pesimista vive en un mundo negativo y deprimente,
mientras que el optimista vive en un mundo positivo y lleno de
oportunidades. Sin embargo, los dos están viviendo en el
mismo mundo. Las diferencias que ellos observan son sólo
el resultado de sus pensamientos dominantes.

Los pesimistas, por ejemplo, tienden a reaccionar
negativamente ante todo, casi de manera automática. Su
visión de la vida y sus expectativas, son casi siempre
pobres. No obstante, ningún bebé nace con una
actitud
negativa, este es un comportamiento
aprendido o socialmente condicionado por el medio. Todos los
días programamos nuestra mente para el éxito o para
el fracaso, muchas veces de manera inconsciente.

La buena noticia es que así en el pasado hayamos
permitido que nuestro entorno, o aquellas personas que se
encuentran a nuestro alrededor, nos hayan condicionado para el
fracaso, hoy podemos cambiar de actitud y reprogramar nuestra
mente para el éxito.

Los pensamientos negativos son vacas que no sólo
te mantienen atado a la mediocridad, sino que poco a poco
destruyen tu vida. Generan fuerzas y sentimientos nocivos dentro
de ti, que suelen manifestarse en males y aflicciones en el
cuerpo, tales como úlceras, males del corazón,
hipertensión, problemas
digestivos, migrañas y otras aflicciones.

Sin embargo, nadie nace con estas emociones y
sentimientos negativos; ellas son vacas que inadvertidamente
adoptamos a lo largo de nuestra vida. Los hemos aprendido y
programado en el subconsciente y las consecuencias son
desastrosas. Los pensamientos hostiles, y de enojo por ejemplo,
suben la presión
arterial, mientras que el resentimiento y la tristeza debilitan
el sistema inmune
del cuerpo.

¿Te has dado cuenta cómo aquellas personas
que se quejan por todo, son las mismas que suelen enfermarse
constantemente? Martín Seligman, profesor de la
Universidad de
Pensynvania, asevera que el sistema inmunológico de la
persona pesimista y negativa no responde tan bien como el de la
persona optimista y positiva. Los pesimistas sufren de más
infecciones y enfermedades
crónicas.

Un estudio realizado por la Universidad de Harward
demostró que a los 25 años de edad ya
exhibían un actitud pesimista, habían sufrido en
promedio un mayor número de enfermedades serias a la edad
de 40 a 50 años.

En otro estudio realizado en 57 mujeres que
sufrían de cáncer de seno y quienes habían
recibido una mesectomía, un grupo de
investigadores del hospital King’s Collage de Londres,
encontró que siete de cada diez mujeres de aquellas que
poseían lo que los doctores llamaban un "espíritu
de lucha" diez años más tarde aún
vivían vidas normales, mientras que cuatro de cada cinco
de aquellas mujeres que en opinión de los doctores
"habían perdido la esperanza y se habían resignado
a lo peor", poco tiempo después de haber escuchado su
diagnóstico, habían
muerto.

Así que como ves, muchas de estas vacas nos
pueden estar robando nuestra vida. Otros ejemplos de vacas,
pueden ser ideas como: "no se puede confiar en nadie" o "con
la familia es
mejor no hacer negocios".

También hay vacas en los adagios populares que
adaptamos como si fueron fórmulas infalibles de
sabiduría, pero que no son más que ideas erradas
que no nos dejan avanzar. Dichos como: "Perro viejo no aprende
nuevos trucos", que pretende hacerte creer que existe una edad
después de la cual es imposible aprender algo nuevo,
terminan por enceguecernos ante la grandeza de nuestra propia
capacidad de aprender.

Ahora bien, las vacas más recurrentes, y las que
peores resultados traen a nuestras vidas, son las falsas
creencias. La razón es muy sencillas: estas limitaciones
son falsas, pero tú las crees verdaderas, y al creerlas
ciertas, no ves la necesidad de cambiar nada en tu vida.
¿Te das cuenta del peligro que representan estas
vacas?

Por ejemplo, si en tu mente reposa la creencia de que no
puedes triunfar porque no contaste de una buena fortuna de haber
asistido a la escuela, con
seguridad esta idea regirá tu vida, tus expectativas,
decisiones, metas y manera de actuar. Esa falsa creencia se
convertirá en un programa mental que desde lo más
profundo de tu subconsciente regirá todas tus acciones.

¿Cómo llegan estas ideas (vacas) a
convertirse en creencias limitantes? Observa la manera tan
sencilla como esto ocurre. La persona saca deducciones erradas a
partir de premisas equívocas que ha aceptado como ciertas.
Algo como: "Mis padres nunca fueron a la escuela… Mis padres no
lograron mucho en la vida… yo tampoco fui a la escuela… yo
tampoco lograré mucho con mi vida".

¿Ves los efectos tan devastadores que pueden
tener estas generalizaciones que nosotros mismos nos hemos
encargado de crear con nuestro diálogo
interno? Podemos crear uno de los más autodestructivos
círculos viciosos, ya que entre más incapaces nos
veamos nosotros mismos, más incapaces nos verán los
demás. Nos tratarán como a incapaces, lo cual
sólo confirmará lo que ya sabemos de antemano: lo
incapaces que somos.

Lo cierto es que el hecho de que tus padres no hayan
logrado puede no tener nada que ver con haber ido o no a la
escuela. Inclusive, aunque así fuera, eso no significa que
contigo vaya a suceder lo mismo, o que tú no puedes
cambiar esa situación.

Así que cuestiona toda creencia que exista en tu
vida. No aceptes limitaciones sin cuestionar si son ciertas o no.
Recuerda que siempre serás lo que creas ser. Si crees que
puedes triunfar, seguramente lo harás. Si crees que no lo
lograrás, ya has perdido. Es tu
decisión.

Las justificaciones son otro tipo de vaca que te
paralizan y no te dejan actuar. La razón es muy sencilla:
mientras puedas justificar algo, tú te verás en la
necesidad d e remediarlo. Mira como suena este tipo de vaca: "Yo
sé que debería compartir más con mis hijos,
pero la verdad, es que llego demasiado cansado del trabajo.
Después de todo, con el trabajo les
estoy mostrando que los amo, así que no hay mucho que
pueda hacer.

A simple vista, esta vaca parece real y quizás
algunos de los lectores que la están cargando pueden estar
pensando lo mismo. Pero lo cierto es que todos nosotros podemos
emplear más tiempo en nuestros hijos.

Si esta es tu vaca, se creativo e ingéniate la
manera de involucrar tus hijos en algunas de tus actividades,
busca compartir el tiempo con ellos durante las comidas,
pregúntales sobre su día antes de que se vayan a la
cama, organiza actividades recreativas durante los fines de
semana que te permitan crecer cerca de ellos. No basta proveerles
sus necesidades básicas a costas de privarlos de tu
afecto. Sin embargo, la justificación anterior hace que
esta situación no te parezca tan mal. Es m’s, es
posible que comiences a sentirte como víctima de dicha
situación. ¿Ves lo peligrosa que es esta
vaca?

Otra excusa (vaca) que usualmente escucho para
justificar esta misma situación es la siguiente: "Lo
importante no es la cantidad de tiempo que pase con ellos sino la
calidad". Esta
es una vaca terrible, ya que justifica y hasta invita a pasar
menos tiempo con ellos. ¿Ves lo peligroso de esta vaca?
Porque lo cierto es que en nuestra relación con nuestros
hijos la cantidad de tiempo que pasemos con ellos es tan
importante como la calidad. Es más, si yo tuviese que
elegir una de ellas, elegiría cantidad.

¿Por qué puede un ser humano mantener una
vaca en su vida a pesar de saber que le esta privando de vivir
una vida plena y feliz? Parece ilógico mantener algo que
va en detrimento de nuestra propia vida.

Muchas personas no son conscientes de la vacas que
tienen; otras son conscientes de ellas, pero igual, las siguen
cuidando y alimentando. ¿por qué? Por una sencilla
razón, por que las vacas nos proveen de una zona de
confort, una excusa.

Por lo general las vacas depositan la culpabilidad
por nuestra situación fuera de nosotros mismos. La culpa
de nuestra mala suerte es de otras personas, de las
circunstancias o del destino. Sin ninguna vaca que justifique
nuestra mediocridad, no seríamos más que unos
incapaces de aceptar la responsabilidad por nuestro éxito.
Sin embargo, la vaca nos convierte en personas con buenas
intenciones, a quienes infortunadamente la suerte no le ha
sonreído y nos convertimos en víctimas del
destino.

Entonces, como ves, la mediocridad es peor que el
fracaso total. Éste al menos te obliga a evaluar otras
opciones. Cuando has tocado fondo, y te encuentras en le punto
m’s bajo de tu vida la única opción es
subir.

Con el conformismo sucede todo lo contrario, puesto que
este engendra la mediocridad perpetua del conformismo. Es
ciertamente un círculo vicioso autodestructivo. El gran
peligro de la mediocridad es que es aguantable, es visible. La
absoluta miseria, el fracaso total, el fondo, te obliga a tomar
cualquier tipo de acción,
y cuando está en dicha situación, cualquier
acción es mejor que no actuar.

CAPÍTULO
TRES – Algunas de las vacas más
comunes.

Las vacas vienen en varias categorías. A
continuación quiero compartir algunas de las vacas
más comunes que he encontrado. No las escribo aquí
para que las adoptes, sino para que identifiques las tuyas y te
deshagas de ellas.

Vacas "Justificadoras de la mediocridad":

Yo estoy bien… hay otros en peores
circunstancias.

Odio mi trabajo, pero hay que dar gracias que por lo
menos lo tengo.

No tendré el mejor matrimonio del
mundo, pero por lo menos no estamos peleando todos los
días.

No tendremos mucho, pero al menos no nos falta la
comida.

Apenas pasé el curso, pero por lo menos no lo
perdí. Quizás es hora de aceptar que no soy tan
inteligente como los demás.

La vacas de "la culpa no es mía":

Para la poca educación que tuve no
me ha ido tan mal. Lástima que mis padres no hubiesen
tenido más visión.

Si mis padres no se hubiesen divorciado, quizás
me hubiese ido mejor.

Así era mi madre, lo mío es
genético.

Mi problema es que mi esposo no me apoya.

MI problema es que mi esposa es muy negativa.

Es que en este país no hay apoyo para el empresario.

Yo tengo buenas intenciones pero con esta economía pues… ni
modos.

Lo que sucede es que no tuve profesores que me motivaran
a salir adelante.

Las vacas de las falsas creencias.

Como mi papá era alcohólico, con seguridad
para allá voy yo.

Pues yo no he querido tener mucho dinero porque
el dinero
corrompe.

Entre más tiene uno, más esclavo es de lo
que tiene.

Los ricos son infelices y entre más tienen, menos
contentos están con lo que tienen.

Las vacas que buscan excusar lo inexcusable:

Es que no me queda ni un minuto libre.

Quisiera leer más, pero no tengo
tiempo.

Lo que pasa es que a las mujeres nos toca el doble de
difícil que a los hombres.

Es que no quiero empezar hasta no estar absolutamente
seguro.

Es que no quiero empezar hasta que no sepa cómo
hacerlo perfectamente.

Las vacas de la impotencia:

Lo que sucede es que yo nunca he sido bueno para
eso.

Es que el éxito no es para todo el
mundo.

Lamentablemente lo mío es genético. No hay
nada que yo pueda hacer.

Lo que uno no aprende de pequeño es muy
difícil quererlo aprender de grande.

Mi problema es que soy muy tímida. Creo que esto
es de familia ya que mi
madre también era así.

Las vacas filosofales:

NO he actuado, porque yo soy de los que cree que si
vamos a hacer algo, o lo hacemos bien o no lo hacemos… y en
este momento no creo poderlo hacerlo tan bien como
quisiera.

Si Dios quiere que triunfe, Él me mostrará
el camino. Hay que esperar con paciencia.

¿Qué se puede hacer? Unos nacieron con
buena estrella y otros nacimos estrellados.

Las vacas del autoengaño:

El día en que decida que quiero dejar de fumar,
lo dejo sin ningún problema. Lo que pasa es que no he
querido.

No es que a mí me guste dejar todo para el
último minuto, lo que sucede es que yo trabajo mejor bajo
presión.

Lo importante no es ganar sino es haber tomado parte en
el juego
(¡Qué vaca!)

CAPÍTULO
CUATRO – Los orígenes de las vacas.

Las vacas con que cargamos a cuestas no se generan
porque deliberadamente nos hayamos puesto en la tarea de
aprenderlas. Es más, tan absurdo como pueda parecer, ellas
son el resultado de intenciones positivas. Detrás de todo
comportamiento, sin importar que tan autodestructivo pueda
parecer, subyace una intención positiva con nosotros
mismos. Nosotros no hacemos cosas simplemente por causarnos
daño,
sino porque creemos que de aluna manera estamos derivando un
beneficio de ello.

Por ejemplo, la persona cuya vaca es: "El día en
que decida que quiero dejar de fumar, lo dejo sin ningún
problema. Lo que pasa es que no he querido", utiliza este
autoengaño para proteger su baja autoestima y
ocultar su incapacidad para deshacerse de dicho vicio.

La vaca le da cierta sensación de que está
en control de su vicio y no su vicio en control de ella.
¿Te das cuenta del peligro de una vaca como esta?
Literalmente puedes cargar con este vicio toda tu vida, sin nunca
sentirte mal de tu impotencia para corregirlo.

Muchas de las creencias limitantes que arrastramos con
nosotros a lo largo de nuestra vida, han sido el resultado de
buenas intenciones. Observa lo fácil que se adquiere una
vaca. Digamos que esta vaca suena así: "Yo no sirvo para
esto".

Esta vaca es muy común entre las personas. Mira
como comienza esta vaca de manera casi inconsciente. La persona
aprende a hacer bien una tarea, una profesión o un oficio.
Disfruta haciéndolo, desarrolla un talento especial para
ello y después de algún tiempo piensa: "Esto es
para lo que sirvo".

¿Te das cuenta de lo que acaba de suceder? Al
llegar a esta conclusión, a esta realización, sin
quererlo la persona comienza a pensar que quizás, ese es
su talento, su llamado en la vida, su verdadera y única
vocación. sume que en ninguna otra área para ser
tan efectiva como en esta, y deja de buscar su desarrollo en
otras áreas. Comienza a dar excusas (vacas), encuentra
razones para explicar sus limitaciones, hace afirmaciones tales
como:

Yo no sirvo para eso.

Yo siempre he sido así.

No nací con el talento para aquello.

No tengo el cuerpo que se necesita para eso.

No poseo la
personalidad adecuada.

Y así, inadvertidamente, crea limitaciones que no
le permiten expandir su potencial. Pero el problema no son las
personas, sino sus programas
mentales, sus pensamientos.

¿Si ves? Estas son vacas, porque no es que creas
que no eres bueno para nada. Lo que crees es que eres bueno para
una sola cosa y que lo demás no es algo para lo cual
tengas un talento innato.

Tu vaca de: "para esto es que soy bueno" te da cierto
sentido de tranquilidad, porque sabes que por lo menos para una
cosa eres bueno. Pero lo cierto es que tú tienes la
capacidad de ser bueno para muchas otras cosas. Sin embargo,
nunca lo vas a descubrir a menos que mates tu vaca de:"para esto
es que siervo".

Otras limitaciones (vacas) son el resultado de
experiencias pasadas que ya no tienen validez. A lo mejor, cuando
tenías seis años te pidieron que pasaras a recitar
una poesía
frente a la clase y tu
profesor se rió, o algunos compañeros se burlaron
de ti, lo cual como es de esperarse, te hizo sentir mal y desde
ese momento dejaste de recitar o hablar en público, para
evitar pasar por más vergüenzas frente a tus
compañeros de clase y para evitar las críticas de
los demás.

Después de muchos años de permitir que
esta vaca creciera y se engordara en el establo de tu mente,
llegaste a aceptar que hablar en público no era una de tus
aptitudes, que no tenías el talento para
hacerlo.

Hoy, con cuarenta años de edad, cuando alguien te
pide que realices una breve presentación de tu trabajo, o
que hables cinco minutos del proyecto en el
cual estás trabajando, tú dices: "Mira,
pídeme que redacte todo el trabajo, si deseas lo escribo y
lo imprimo, o si quieres realizo toda la investigación necesaria, pero no me pidas
que me pare frente al grupo (que son seis personas), y hable,
así sólo sean cinco minutos, porque en ese campo
mis habilidades son cero".

Es posible que lleves más de treinta años
sin tratar de hacerlo, pero tú asumes que tus aptitudes
para hacerlo deben ser las misma que cuando tenías seis
años, lo cual es absurdo, por supuesto.

Así permitimos muchas veces que una vaca que se
encuentra en nuestra mente hace muchos años y que hoy
posiblemente no tenga ninguna validez, nos diga qué
podemos hacer y qué no.

Lo que quiero que entiendas es que muchas de las
limitaciones (vacas) que tienes en este momento no son
físicas, ni tiene que ver con tu capacidad mental, tus
dotes o tus talentos, sino con creencias limitantes, que en su
mayoría son ideas errados acerca de tu verdadero potencial
y de lo que es o no es posible.

Recuerda que toda idea errada que mantengamos en nuestro
subconsciente por largo tiempo y validemos con nuestras acciones,
se convierte en una forma de auto-hipnosis.

Esto es precisamente lo que detiene a muchas personas
para triunfar. A través de esta forma de auto-hipnosis
ellas han archivado en su mente toda una serie de falsas
creencias e ideas que, quizás en algún momento
fueron válidas, pero ahora ya no lo son. Sin embargo,
puesto que aún no han sido borrados, continúan
ejerciendo su efecto limitador.

CAPÍTULO
CINCO – Cuando nuestras vacas han sido regalos de otras
personas.

Curiosamente, muchas de las vacas que nos mantienen
atados a una vida mediocre han sido obsequios de otras personas.
Muchos de nosotros, con caemos víctimas de las influencias
negativas de otras personas; aceptamos su programación (negativa) vaca sin
cuestionamientos. Al hacer esto, permitimos que siembren en
nuestra mente falsas creencias que nos limitan física, emocional e
intelectualmente.

Estas ideas han sido programadas por muchos padres,
profesores, familiares, amigos, o inclusive por perfectos
desconocidos. Y los único que ellas logran es hacernos
creer que somos personas comunes y ordinarias, razón por
las cual, hoy les resulta difícil creer que poseemos el
potencial necesario para triunfar.

Es como si los fracasos del pasado hubiesen cerrado para
siempre la oportunidad de éxitos futuros. Sin embargo, ten
presente que el futuro no tiene que ser igual al pasado. Tu
siempre puedes cambiar, aprender y crecer. Tristemente, cuando la
mayoría de nosotros nos graduamos en la escuela secundaria
ya hemos sido casi totalmente programados para la mediocridad.
Sé que suena duro, pero es cierto, y lo peor de todo es
que de ahí en adelante nos acompaña una tendencia
casi inalterable a aceptar la mediocridad en todas las tareas de
nuestra vida.

Expresiones como:

Tengo una relación de pareja infeliz, pero yo
creo que así deben ser todos los matrimonios.

Quisiera empezar una nueva carrera, pero ya estoy
demasiado mayor para ello. Además jamás hice otra
cosa.

Odio mi profesión pero debo estar agradecido que
por lo menos tengo trabajo.

Tengo un pésimo estado
físico, pero según escucho en los medios,
así está la mayoría de las
personas.

Todas aquellas expresiones denotan una aceptación
de la mediocridad como alternativa viable. Terminamos por aceptar
matrimonios que andan bien en lugar de buscar una relación
de pareja espectacular, porque desde pequeños hemos
aprendido que los matrimonios espectaculares no existen, son casi
imposibles, o si se dan, pues otra cosa seguramente va a andar
mal. Y si muchas parejas viven durante años y hasta
décadas, en matrimonios mediocre porque no creen que
puedan hacer algo para cambiar esa situación.

Si desde temprana edad escuchaste en casa que querer
tener más era señal de codicia y producía
infidelidad y que lo más prudente era contentarse con lo
poco que uno, tenía porque era mejor tener poco y ser
feliz que querer tener mucho y ser infeliz, pues no te sorprenda
que hoy tengas poco.

La repetición constante de expresiones como
estas, pronto se las convierte en programas mentales que dirigen
tu manera de pensar y actuar. Y recuerda que el hecho de que tus
padres hayan elegido vivir su vida de acuerdo a estas premisas
limitantes, no significa que tú debes hacer lo
mismo.

CAPÍTULO SEIS
– Cómo matar nuestras vacas.

Las vacas no existen en la realidad, sólo en el
pensamiento. En otras palabras, las vacas no son realidades
físicas sino ideas que albergas en tu mente. Si tu crees
que tu vaca es tu esposo, o tu padre u otra persona, estas
equivocado. Tu vaca no es esa persona, tu vaca es una idea o un
concepto que
puedas tener sobre esta persona.

Digo esto, porque en una conferencia, una
señora se acercó a mi y me dijo: "Dr. Cruz
¡mi vaca es mi esposo! Yo le pregunté el por
qué de tal afirmación. Ella me respondió:
"Yo no he podido hacer nada con mi vida, porque mi esposo no me
apoya".

Así que le respondí: Tu vaca no es tu
esposo, tu vaca es querer creer que sin el apoyo de tu esposo no
serás capaz de hacer algo con tu vida, lo cual es
absurdo.

¿Si ves? Esta idea es una vaca justificadora que
no sólo te provee con una excelente excusa para no hacer
nada, sino que te sitúa en el papel de víctima,
como mencionábamos anteriormente. Digo que es una vaca,
porque si lo que dedicas hacer con tu vida, depende de que
cuentes o no con el apoyo de otras personas, pues vas a lograr
muy poco.

Así que es importante entender que las vacas
sólo existen en el pensamiento. De manera que cuando hablo
de matar la vaca, me refiero a eliminar una excusa, cambiar un
hábito o establecer un nuevo comportamiento en nuestra
vida. En otras palabras, cambiar nuestra manera de pensar y
actuar.

¿Cómo podemos deshacernos de nuestras
vacas? Es simple, lo único que necesitamos hacer es
despertar a la realidad de que quizás los programas y
creencias que han guiado nuestras acciones y expectativas no son
los correctos. Debemos darnos cuenta que es posible, que hayamos
sido programados para aceptar la mediocridad. Es preciso tomar la
decisión de no continuar viviendo una vida de
negación, pretendiendo que todo está bien e
identificar aquellas vacas que nos están deteniendo en
nuestro camino al éxito.

El siguiente paso es entender que a pesar de haber sido
programados para la mediocridad, hemos sido creados para la
grandeza, que a pesar de ser personas comunes y ordinarias
podemos lograr cosas extraordinarias. Es abrir nuestra mente a la
posibilidad de cambiar y crecer. Es entender que nuestro futuro
no tiene por qué ser igual a nuestro pasado y que es
posible cambiar y construir así un nuevo futuro:
¡Libre de vacas!

Pasos para matar las vacas:

Identifica tu vaca.

No espere que ellas te salten al frente, esperando ser
sacrificadas. Este primer paso es uno de los más
difíciles, ya que a nadie le gusta aceptar que tienen
vacas. ¿Te has dado cuenta cómo las vacas de otros
son excusas absurdas que vergonzosamente buscan justificar lo
injustificable, mientras que las vacas propias son circunstancias
verdaderas que ilustran lo injusto de una situación en la
cual nosotros somos las víctimas?

Anteriormente decía que las vacas sólo
existen en el pensamiento. No obstante, ellas suelen manifestarse
en nuestros comportamientos y nuestros hábitos. Así
que este primer paso requiere que tomes un pedazo de papel y
durante la siguiente semana tengas tus antenas puestas
para detectar la aparición de cualquier vaca en tu vida.
Recuerda que las vacas siempre vendrán disfrazadas de
excusas, justificaciones, pretextos, mentiras, disculpas,
evasivas, escapatorias, falsas creencias, limitaciones y
miedos.

Puedes utilizar la lista del capítulo
número tres para aprender a identificar tus vacas. Te digo
que tomes una semana o más, porque muchas vacas las
tenemos pero no somos conscientes de ellas y si tratas de
sentarte a identificarlas de un solo empujón, se te van a
escapar muchas de ellas. Aunque en ocasiones sea difícil
describir tus vacas, siempre las reconocerás cuando las
estés viendo.

Cuando le pregunto a cualquier persona si sufre de
"excusitis", generalmente me dice que no. Sin embargo, si les
pido que tomen un día y, conscientemente cuenten las veces
que dieron una excusa por algo, regresan aterradas de la cantidad
de excusas que dan todo día y a todo momento. Así
que toma el tiempo suficiente en este primer paso.

Determina las creencias que esta vaca
representa.

Examina tu lista y analiza que creencias limitantes o
paradigmas
errados yacen bajo estas excusas. Pregúntale por
qué se encuentran en tu lista. ¿Quién la
puso ahí? ¿Dónde la aprendiste? Piensa si
estas razones son reales o no.

Muchas de estas vacas las adquirimos durante nuestros
años de formación escolar, durante la niñez
y adolescencia y
las hemos venido cargando por tanto tiempo que hemos terminado
por aceptarlas como verdades incuestionables. La vaca
clásica que adquirimos en la escuela es: "Yo no soy bueno
para las matemáticas".

Si encuentra que cierta excusa, justificación o
generalización que utilizas frecuentemente no representa
una creencia real en tu vida, eliminala inmediatamente de tu
vocabulario. Es increíble, pero con este segundo paso
podrás deshacerte de la mitad de las vacas que hoy pueden
encontrarse en tu mente.

Has una lista de todas las cosas negativas que la
presencia de estas vacas te están
representando.

Muchas veces cargamos con ciertas vacas, porque no somos
conscientes de lo negativo que ellas representan. Sí que
para cada vaca que identificaste anteriormente quiero que
escribas frente a ella todo lo que te ha costado
tenerla.

Escribe las oportunidades perdidas; identifica los
fracasos que han sido el resultado directo de tener esas vacas;
detalla todos los temores irracionales que experimentas de manera
cotidiana como resultado de esas vacas que vienes cargando por
décadas.

Si no das este paso, es posible que no sientas la
necesidad imperiosa de deshacerte de tus vacas. Recuerda que el
ser humano está movido por aquello que le proporciona
placer y aquello que le proporciona dolor. A menos que sientas el
dolor de estas oportunidades perdidas y este estado de
mediocridad, no sentirás la necesidad de dejar tu zona de
confort y matar tu vaca.

Haz una lista de todos lo resultados positivos que
vendrán como consecuencia de matar tu vaca.

Ahora quiero que por un momento te des oportunidad de
visualizar una vida libre de vacas. Escribe todas las nuevas
oportunidades que vendrán como resultado de matar tu vaca.
¿Qué nuevas aptitudes podrás desarrollar?
¿Qué nuevas aventuras te permitirás tratar?
¿Qué nuevos sueños te atreverás a
soñar y perseguirás como resultado de no tener
más todas esas vacas que te mantenían atado la
mediocridad?

Escribe todo esto porque lo vas a necesitar. Cuando
quieras matar tus vacas te darás cuenta que no es tan
fácil como parece. Deshacerte de una vaca exige disciplina,
dedicación y constancia. En ocasiones te sentirás
frustrado, porque caerás y tendrás que levantarte
nuevamente y empezar de nuevo. Esta lista que te estoy pidiendo
que hagas, te dejará ver cual es el premio por deshacerte
de estas vacas, así que cárgala contigo a todo
instante..

Define nuevos patrones de comportamiento.

Muchas personas matan su vaca y se quedan con el
cuero;
retienen el recuerdo de esta vaca. Ahora bien, como las vacas
sólo existen en el pensamiento, es posible que estos
recuerdos se regeneren y engendren nuevas vacas.
¿Qué puedes hacer? Crea un nuevo patrón de
comportamiento que te permita lidiar con estas vacas recurrentes
en caso de que alguna de ellas quiera volver a mostrar la
cabeza.

Frente a cada una de tus vacas escribe las acciones
específicas que piensas llevar a cabo para deshacerte de
ellas y también escribe como vas a responder en caso de
que esta vaca volviera a nacer. Por ejemplo, si tu vaca ha sido
la excusa: "Yo no sirvo para eso porque ya estoy muy viejo", cada
vez que te sorprendas pensando o diciendo esto, quiero que
interrumpas dicho pensamiento inmediatamente, y quiero que digas
algo así como: "sé que puedo ser muy bueno para
esto, utilizaré mi experiencia y mis años para
dominar esto en poco tiempo". Si haces esto con todas tus vacas
te darás cuenta que en poco tiempo habrás eliminado
la mayoría de ellas, y en el mejor de los casos,
todas.

CAPÍTULO SIETE
–Una vida libre de vascas.

Cuando matas tus vacas aceptas la totalidad de la
responsabilidad por tu éxito. Te conviertes en arquitecto
de tu propio destino.

Queres triunfar, tener buenas intenciones y contar con
grandes sueños, por sí sólo no
conducirá el éxito. Por cada gran idea o
invención que terminó por cambiar la historia de la humanidad,
han sido miles de ideas que nunca se materializaron, porque
aquellos que la concibieron y quizás desarrollaron un
plan para su
logro, nunca pusieron ese plan en movimiento.
Esa fue su vaca: la falta de acción.

Así que hecha a rodar tus planes. No te pares a
pensar en todos los problemas que puedan surgir. Muchas personas
planean y ensayan su propio fracaso al malgastar una gran
cantidad de tiempo anticipando lo peor. Los grandes triunfadores
aceptan los riesgos que
generalmente acompañan la búsqueda del
éxito. Esa valentía, ese arranque, ese
entendimiento que de todo gran sueño demanda
acción inmediata, es lo que distingue al ganador del
perdedor.

En el juego de la vida o eres jugador o eres espectador.
Los triunfadores son más que simples participantes. Ellos
están totalmente comprometidos con sus objetivos.
Ellos no buscan excusas, ya que saben que sus amigos no las
necesitan y sus amigos no las creerán de todas maneras.
Cualquiera que se tu vaca, existe una forma de matarla: La
acción.

No permitas que la vida te pase de largo,
libérate de tus vacas y cuídate de no engrosar las
filas de aquellos que en la postrimería de sus vidas
sólo pueden recordar con remordimiento y tristeza todas
las oportunidades perdidas.

Encara todo nuevo reto; desafía las normas
convencionales; rompe las reglas del juego. Las preocupaciones,
los temores, los miedos y las dudas no son más que vacas
que tratan de robare y u tus sueños y mantenerte atado a
una vida de mediocridad.

Te invito a que aceptes el reto de vivir una vida libre
de vacas, una vida donde todo sueño es posible, y los
únicos límites
son aquellos que tú mismo impongas.

Acepta este reto y te aseguro que muy pronto tú y
yo nos veremos en la cumbre del éxito.

– F I N –

 

 

 

Autor:

Camilo Cruz

¿Quién es el doctor Camilo
Cruz?

Es considerado como uno de los mejores escritores y
oradores motivacionales de Latinoamérica. Sus más de 15 obras
en libros,
casetes, Cd y
conferencias, han ayudado a miles de personas a vivir vidas
plenas y balanceadas. Camilo Cruz es el fundador de Éxito
el primer sitio en internet dedicado al
éxito, la excelencia y la
motivación.

Sus libros incluyen la parábola del triunfador
–Cartas a mi hijo,
La Arquitectura
del Éxito, Actitud Mental Positiva, Poder sin
Límites en las Ventas y
otros. La Vaca como todas las obras del Doctor Cruz, muestra
cómo, trabajando con objetivos específicos y con un
plan de acción definido, se puede obtener resultados
positivos e inesperados, logrando cualquier meta personal,
profesional, o financiera que uno se proponga.

Si este libro
provocó en ti el deseo de eliminar tus vacas y empezar tu
propio plan de acción para alcanzar tus sueños,
busca los otros títulos del Dr. Cruz en http://www.elexito.com. Sus obras también
están disponibles en librerías como Barnes &
Noble, (clip en
http://www.tdee.com/editorial/donde_comprar.asp para ver
librerías.

O escribiendo a info[arroba]elexito.com.

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