En este camino que transitan las ciencias, son
muchas las disciplinas que se ocupan y ocuparon del estudio del
hombre, de su
entorno, de la manera en que ambos se relacionan, se
provocan.
A lo largo de ese conocer, se originaron muchas y
variadas interpretaciones explicadoras de la relación
hombre y entorno que utilizaron el lenguaje
como medio de comunicación, de transmisión, de
debate, de
aprendizaje,
de retroalimentación.
En medio de esa dinámica aparece otra mirada interpretativa
analizando al hombre y su entorno a través del lenguaje, como
si fuese ¨en¨ el lenguaje donde ocurre su evolución atreviéndose a estudiarlo
como un fenómeno que se manifiesta allí.
Con la base filosófica del existencialismo que trae Martín Heiddegger
y la mirada de la biología y teoría
del observador que aporta Humberto Maturana, diferentes
pensadores de la Ontología del Lenguaje como Fernando
Flores, Jim Selman, Rafael Echeverría, Julio Olalla entre
otros, se basan en una observación común: cada vez que se
habla, que se dice y declara algo, aparece en el contexto llamado
lenguaje el hombre como
un fenómeno que ocurre dentro de él.
Esta idea de que el hombre aparece con el lenguaje
establece que cualquier cosa que haya existido antes del lenguaje
no era un hombre. Así Jim Selman afirma que el
fenómeno disparador que logró que el hombre
descienda del árbol, evolucione, es el lenguaje, y que
antes de él, o sea antes del lenguaje, el hombre no
existía. Maturana por su parte dice que nos realizamos en
un mutuo acoplamiento lingüístico, no porque el
lenguaje nos permita decir lo que somos, sino porque somos en el
lenguaje.
Al hablar de lenguaje esta disciplina si
bien acentúa en el lenguaje verbal, incluye también
a sus diferentes maneras de aparecer, como lenguaje gestual,
etc.
Luego, de una manera determinante y sustentadora, esta
disciplina sostiene que ese decir o declarar es, en sí
mismo, una acción.
Este concepto resulta
sumamente novedoso y desafiante confrontado a paradigmas
culturales que defendían la idea de que el hacer (res) y
el hablar (verba) son opuestos, una cosa es lo que se hace y otra
lo que se dice, así la cultura
occidental sostuvo su axioma res non verba o hechos no palabras.
Hubo grandes líderes en el campo de la política que
afirmaron este concepto con frases como, mejor que decir es
hacer.
Frente a esa manera de pensar la Ontología del
Lenguaje sostiene que el hombre existe en su manera de decir,
actúa en su decir, o sea plantea una nueva mirada
desafiando el anterior paradigma al
decir que "hablar es hacer".
Cuando hablo hago. Sí mis resultados son
consecuencia de mi hablar según propone la
Ontología, entonces dentro de ese marco interpretativo
intervenir en el hablar, o sea en la conversación,
impactará directamente en los resultados.
Con esa base la ontología descubre que dada la
íntima relación existente entre las acciones y los
resultados cuando se interviene en el hablar se impactará
directamente en la creación de resultados, ya que sostiene
que hablar es acción.
En ese orden de ideas modificar la manera de hablar
puede modificar la manera de ser generador de acciones y producir
resultados, y con esto la Ontología comienza a sugerir que
modificar la manera de hablar es modificar la manera de
ser.
Resulta sumamente movilizador el hecho de considerar que
pueda obtenerse un resultado diferente modificando la manera de
hablar, de intervenir en el lenguaje, eso es actuar diferente y
su consecuencia será un resultado diferente según
propone esta disciplina. Si hago algo diferente, y hablar es
hacer, lograré resultados diferentes.
Intervenir en el hablar es un camino hábil para
generar una nueva realidad.
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