- La veracidad como
valor impulsor del pensamiento de Nietzsche - La
superación del nihilismo - El
"escepticismo" de Nietzsche
El presente escrito gira en torno a la
veracidad como valor esencial
en la obra de Nietzsche,
tanto por lo que se refiere a la fuerza que
representó en su búsqueda personal de la
verdad, como también por tratarse de una categoría
intrínseca de su propia filosofía: la veracidad es uno de los valores de
la moral
cristiana, asumida por Nietzsche durante su infancia, y es
el motor esencial
que le guía, a través de una dialéctica
interna, a la negación de Dios, de esa moral y de los
valores del
cristianismo,
al nihilismo y,
finalmente, a la misma superación de su valoración
de la veracidad a través de la mayor valoración de
la bella mentira del
arte, de la concepción dionisiaca de la vida y
del descubrimiento y aceptación del Eterno Retorno.
De manera aparentemente paradójica la veracidad conduce
también a Nietzsche a criticar el valor de la ciencia, de
la metafísica y de la capacidad del lenguaje para
servir como vehículo del conocimiento,
llegando a la conclusión de que las "verdades" del
hombre
sólo son "errores vitalmente
útiles".
A pesar de que con sobrados motivos la genial figura de
Nietzsche viene espontáneamente asociada con la de un
filósofo que se distinguió por sus duras
críticas contra el sistema de
valores de la civilización occidental y por sus doctrinas
acerca del "superhombre" y de la "voluntad de poder"
-críticas y doctrinas cuya significación
última ha sido mal entendida en múltiples
ocasiones-, en el presente trabajo voy a
centrarme en un aspecto especial de su problemática
filosófica, cuyo enfoque puede contribuir, tal vez, a que
tanto su filosofía como su personalidad
intelectual resulten más fácilmente accesibles. Me
refiero, concretamente a la importancia que la veracidad
jugó en su pensamiento
como impulsora de toda su evolución filosófica y como valor
esencial de su axiología, y, complementariamente, a la
ilusión transfiguradora como mecanismo esencial en
la tarea de superar el nihilismo derivado de "la muerte de
Dios".
Pasando al tratamiento de esta cuestión,
comenzaré diferenciando tres vertientes fundamentales
hacia los que se dirige su pensamiento, para pasar a
continuación al análisis de cada una de ellas. Tales
vertientes son:
-en primer lugar, la exaltación de la
veracidad, como condición primera sin cuya
existencia la verdad no sólo permanecería oculta
sino que ni siquiera se plantearía como problema, y,
complementariamente, la crítica
de la fe, considerada como su antítesis.
-en segundo lugar, la consideración de la
veracidad como el motor que impulsa el movimiento
dialéctico interno de su propia filosofía;
y,
-en tercer lugar, el problema de la verdad desde
la perspectiva de su contenido y referencia a una realidad
objetiva.
1. La veracidad como valor impulsor
del pensamiento de Nietzsche
Por lo que se refiere al problema de la
veracidad, los planteamientos y pronunciamientos de
Nietzsche adquieren una extraordinaria intensidad polémica
y se polarizan básicamente en un enfrentamiento contra
el cristianismo, y, muy especialmente, contra la doctrina que
pretende enaltecer el valor de la fe como garantía
segura respecto a la verdad de los propios pensamientos,
menospreciando el ineludible camino del análisis racional
y crítico como instrumento insustituible cuando se quiere
progresar en la peligrosa y ardua labor en que consiste la
búsqueda de la verdad.
Si bien es justo reconocer que la actitud de
Nietzsche ante esta problemática no era revolucionaria,
puesto que en diversas ocasiones -y muy especialmente en el siglo
XVIII- se había llegado a un adecuado reconocimiento de la
importancia de la razón como instancia última a la
hora de decidir acerca del valor de cualquier supuesto
conocimiento, hay que señalar, sin embargo, que tal vez
Nietzsche se nos muestra en la
historia de la
filosofía como el pensador más radicalmente
coherente con este punto de vista, coherencia que
paradójicamente le conduciría finalmente a una
"transvaloración de valores", en la que el arte,
considerado como "bella mentira", quedaría situado en un
nivel axiológico paralelo al de la verdad, pero
superior desde el punto de vista vital.
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