Los saberes y la transformación de la realidad en que vivimos
- La cultura tributaria
significación para el país - Política
monetaria en Venezuela impacto social - Objetivos de la
política monetaria - Los
instrumentos de la política
monetaria - Conclusión
- Anexos
INTRODUCCION
Los poderes municipales en función de
ser cada día más competentes en la
realización de sus labores dentro de las potestades
tributarias que le otorgan las leyes y a la
tendencia de los últimos años de la
modernización del sistema
tributario venezolano, promueven tanto la
desconcentración como la descentralización de su gobierno para la
prestación de sus servicios,
así como, la creación de organismo autónomos
encargados de administrar sus respectivos ingresos
tributarios y fomentar una cultura
tributaria que incentive el cumplimiento de las diferentes
obligaciones
en que incurren los habitantes dentro de su
jurisdicción.
Sin embargo, la asistencia a los contribuyentes en
materia
fiscal
presenta cierta debilidad, puesto que no existen estrategias por
parte de las administraciones tributarias municipales que los
guíen con el cumplimiento de las obligaciones que tienen
los mismos con el municipio. no tienen un sentido de compromiso
con el pago de las obligaciones tributarias que generan respecto
a las leyes vigentes, lo que lleva a inferir que carecen de una
cultura tributaria que les haga concientizar el pago de las
obligaciones que tienen con el fisco una vez materializado el
hecho imponible. La presente investigación se centró en un
estudio de caso de la Parroquia El Valle del municipio antes
mencionado con el objetivo de
diagnosticar la cultura tributaria que poseen sus
habitantes.
LA
CULTURA TRIBUTARIA
La administración tributaria venezolana a
atravesado por profundas reformas institucionales durante
más de una década, período en el que tal es
posible que hayan sucedido cambios a la percepción
que tenían los contribuyentes en este sector del estado. Con
base a nuestro supuesto, este nuevo trabajo tiene
como objetivo identificar la percepción y las expectativas
que tiene un contribuyente especial (un tipo particular de
contribuyente) en el entorno a la
administración tributaria. A partir de un estudio de
campo que aplicó un análisis estadístico sobre una
muestra de
este tipo de contribuyente se pudo conocer el desarrollo de
una estructura de
opinión favorable que contrasta con la tradicional
imagen
negativa que existe sobre el funcionamiento de esta administración.
Desde que se descubrió su rentabilidad,
hablar de cultura se ha convertido en una moda: cultura de
mercado, informática, cívica, organizacional,
de rendición de cuentas, en fin,
cultura en todos los campos donde se necesita o se requiere
introducir cambios. Porque la mera introducción de éstos no basta. Para
que políticas
y proyectos sean
exitosos, hay que contar con la cultura o con lo que, más
recientemente aún y de manera bien sugerente, llamamos
capital
social. Y es que la cultura tiene un comportamiento
bien típico: huraña y hasta resistente cuando no se
lo toma en cuenta, se convierte en generosa cuando ocurre lo
contrario. Por esta razón, al igual que en otros
países, también ha llegado al nuestro la
moda-necesidad de hablar de cultura tributaria. Y con
razón: nos gusta tan poco pagar impuestos, y
pagarlos, incluso pagar más, se revela hoy tan necesario,
si queremos tener desarrollo, que también estamos
volviendo los ojos a la cultura. Necesitamos desarrollar una
cultura tributaria. Sin ella no tendremos éxito
en las reformas tributarias y fiscales que hagamos.
Ahora bien, la cultura no es un santo o imagen al que
pedir milagros. La cultura es una riqueza, un capital social, que
tiene su lógica.
Si no se cultivó durante años, mejor aún
durante siglos, no se puede ahora improvisar ni suponerla. Es un
capital que hay que crearlo y lleva su tiempo. Pero
se puede crear, sólo que hay que saber cómo
hacerlo. Los países que cuentan con esa ventaja, Dinamarca
y países escandinavos, cuando comenzaron a acumularlo fue
en conexión con los valores
culturales, éticos y morales que en aquel momento, en sus
culturas y en sus sociedades,
eran matriciales y, por ello, los más importantes: el
individuo y su
conciencia como
categorías supremas, nuevo sentido de responsabilidad, moralización en vez de
sacralización de la vida, valoración del trabajo y
de la austeridad. Todos recordamos la vecindad de estos rasgos
con los descritos por Max Weber en su
clásica obra La ética
protestante y el espíritu del capitalismo.
Además, desde muy pronto hubo una relación de
corresponsabilidad entre ciudadanos y Estados.
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