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Historia social y económica de la República Dominicana (página 2)




Enviado por Yoldany



Partes: 1, 2, 3

Exportaciones de Saint Domingue en
1789

Azúcar blanco. Azúcar
crudo.

Café…

Algodón…

Añü…….

Cacao…

Cañafístula…

54, 644,010 Ibs.

107, 609,296 Ibs.

88, 360,502"

8, 405,128"

901,958"

600,000"

80,000"

Bija…

Concha carey Melado…

Ron…

Cueros…

Guayacán…

50,000 " 5,000 " 25,749 barriles 598
barriles 29,606 unidades 9, 600,000
piezas

En los últimos diez años se duplicó
la producción de los principales renglones de
exportación que eran azúcar parda,
azúcar blanca y café.
En 1783 se exportaron 44 millones de libras de azúcar
parda y en 1789 la exportación se elevó a 107
millones, o sea un índice de cerca de 150 o/o respecto a
1783; la exportación de café pasó de 44
millones de libras en 1783 a 88 millones en 1789, o sea un
índice de incremento de 100 %; el azúcar blanca
creció a un ritmo inferior, pero también acelerado
(los datos
están recogidos por Américo Lugo y citados por
Cordero Michel, op. cit.).

En esta última década de desarrollo
vertiginoso de la colonia, el número de esclavos
aumentó en un índice aproximado de 70 %. Esto
significa que en este período la producción
aumentaba no sólo por el acrecentamiento del número
de esclavos, sino también por inversiones
intensivas de capital que
efectuaba la burguesía comercial francesa de los puertos
del Atlántico, inversiones que hacían aumentar
notablemente la productividad de
las plantaciones del aumento del capital fijo, en lo que «
traban los recursos
tecnológicos común más desarrollados de
entonces, fuentes
indican que en esos diez comerciantes FRANCESES INVIRTIERON EN
Saint Domingue mas de 100 millones de libras tornesas (60
millones de francos). La importancia de dichas inversiones
resalta al saberse que las exportaciones en
1788 fueron de unos 110 millones de francos y en 1789 de 128
millones.

Las inversiones de capital en la economía de Saint Domingue han llevado a la
generalidad de historiadores a calificar el modo de
producción existente en esa colonia de capitalista. En
realidad es una apreciación errada pues, a pesar de haber
inversión de capital en gran magnitud, no
se producía el proceso
capitalista al no haber una relación contractual entre
obreros asalariados libres con la clase
propietaria de los medios de
producción, rasgo fundamental en toda sociedad
capitalista. El modo de producción de Saint Domingue era
esclavista, puesto que la relación de producción
dominante se llevaba por medio del trabajo
esclavo. Pero era un régimen esclavista altamente
avanzado, con rasgos e influencias de formas capitalistas, dadas
por el condicionamiento que recibía del sector mercantil y
capitalista de Francia. La
colonia de Saint Domingue, al igual que las otras, no era ni
tenía una economía independiente y autocentrada ni
de carácter capitalista, sino que se
movía de acuerdo a las demandas de las formaciones
centrales capitalistas, sobre todo Francia, a fin de suplir sus
necesidades en productos
agrícolas tropicales.

Su esplendor ocultaba el real subdesarrollo
interno, la dependencia colonial y la miseria de las masas
esclavas.

La cantidad fabulosa de riquezas que proporcionaba la
colonia iba en beneficio exclusivo de los esclavistas blancos y
mulatos, así como de los comerciantes franceses y de otras
naciones que traficaban con esta colonia. Particularmente era
lucrativo en extremo el comercio de
los negros esclavos o trata negrera. En la década de los
años 80, la introducción de negros esclavos-se
amplió extraordinariamente y si antes entraban en un
promedio anual de 34 6,000, en estos años lo hacían
entre 20 y 30,000.

La venta de las
mercancías producidas y su reelaboración en
manufacturas de Francia era una alta fuente de beneficios para la
burguesía francesa. En vísperas de la revolución
en Francia los sectores más enriquecidos y con un
carácter más capitalista de la burguesía se
encontraban en los puertos que hacían el comercio con
Saint-Domingue. La colonia de Saint-Domingue fue un auxiliar
decisivo en el desarrollo del sector capitalista en Francia en el
siglo XVIII por la super-explotación de los esclavos que
en última instancia iba en beneficio de la clase burguesa
de la metrópoli como parte de una acumulación
originaria. Diversas fuentes estiman que el trabajo de
un esclavo negro en una plantación azucarera
equivalía por los valores
producidos al de 10 asalariados libres en las manufacturas
francesas del período.

En Francia, sobre todo en ciudades portuarias, se
fundaron manufacturas de grandes dimensiones para el
procesamiento industrial de los productos tropicales de Saint
Domingue. La burguesía francesa no sólo hizo
inversiones de capitales en la colonia, sino que
fortaleció el sector capitalista en la metrópoli
obteniendo enormes beneficios. Se conocen manufacturas de
refinerías de azúcar de procesamiento de
café y cacao, de hilados y tejidos de
algodón, de fabricación de
colorantes, tenerías, etc.

La condición humana de los esclavos en el orden
esclavista francés no podía ser más
degradante. La miseria de las grandes mayorías sustentaba
la opulencia de los esclavistas. La muerte de
los esclavos era un fenómeno normal a causa de las
intensas condiciones de trabajo, la pésima
aumentación, los castigos y humillaciones y las frecuentes
enfermedades.

Para los esclavistas valía más la pena
aprovechar al máximo el trabajo de los esclavos aunque los
hicieran perecer, ya que la inversión que hacían en
ellos rendía frutos más elevados. La tragedia de la
esclavitud
negra en Saint-Domingue se resume con el dato de que en promedio
los trabajadores esclavos en el cultivo directo de la tierra no
sobrepasaban 8 años de vida. La alta tasa de mortalidad se
compensaba con la introducción cada vez mayor de nuevos
contingentes traídos de África. La
cruel explotación a que eran sometidos los esclavos, la
extrema polarización social entre esclavos y esclavistas y
el inmenso número de esclavos que para 1789 se acercaba al
medio millón frente a unos 50,000 blancos, eran todos
elementos que presagiaban un virulento estallido revolucionario
de los esclavos.

El Contraste de la Colonia Española. La colonia
española, a pesar de tener unos 55,000 Km contra 22,000 de
la colonia francesa, tenía una población notablemente inferior: de 100 a
125,000 habitantes en total contra cerca-de 600,000 de la colonia
vecina. La población de la colonia española se
dividía en aproximadamente unos 25,000 esclavos, en su
mayoría negros, 40,000 libertos, mulatos y negros, y el
resto de individuos libres reputados como blancos a pesar de que
quizás la mayoría eran mulatos. Esto indica que
probablemente más de 60 % de la población era de
mulatos y alrededor del 20 % de negros y algo menos de blancos.
Desde el punto de vista social, los datos indican que apenas un
20 o/o de la población era de esclavos y el resto de
libertos y libres. Mientras en Saint Domingue había 5
esclavos por cada libre, en Santo Domingo había 5 libres
por cada esclavo.

Esto significa que mientras las relaciones de
producción esclavistas eran prácticamente
exclusivas en la colonia francesa, en la colonia española
el trabajo libre de pequeños propietarios era
cuantitativamente de lejos más importante. Ahora bien, la
esclavitud seguía teniendo una gran importancia porque era
una relación social básica dentro de las unidades
económicas que proveían la parte más
importante del producto bruto
de la colonia, los hatos ganaderos, cuya producción en su
mayoría era exportada a la vecina colonia, como ya hemos
visto. Es decir que, aunque minoritaria desde el punto de vista
cuantitativo, la esclavitud era decisiva en las ramas
económicas de vanguardia del
conjunto de la colonia. Por eso se puede hablar de régimen
social complejo (a diferencia del de Saint Domingue) donde se
mezclaban la esclavitud intensiva de haciendas, la esclavitud
patriarcal de los hatos, las relaciones feudales de esclavos,
libertos y libres y el trabajo independiente de los
pequeños propietarios o poseedores de tierras.

Como hemos dicho, del conjunto de estas relaciones, la
esclavitud era la más importante por lo que la estructura
social y económica de la colonia en su conjunto
seguía estando determinada por esta relación de
producción, aunque, como se observa, de manera
radicalmente diferente a como se producía en la colonia
francesa.

Mientras en la colonia francesa la producción era
eminentemente mercantil, en la colonia española la
economía natural predominaba. Por un lado, se destinaba al
mercado menos de
lo que se destinaba al auto-consumo por
parte de los propietarios de las unidades agrícolas y
ganaderas, salvo en los casos de las haciendas a base de trabaja,
esclavo o de hatos muy grandes propiedad de
la aristocracia burocrática colonial. Pero como hemos
visto, el grueso de las explotaciones de la colonia no eran de
gran escala como en el
caso de las francesas, sino de mediana y pequeña escala,
donde además la subutilización de las posibilidades
de fuerza de
trabajo determinaba que los excedentes destinados al mercado
fueran bastante pequeños. Por otra parte, en el interior
de la colonia los mecanismos mercantiles eran extremadamente
débiles ya que lo que se necesitaba sólo era
producido en el exterior, a lo que hay que agregar la falta de
moneda que dificultaba las transacciones comerciales, por lo que
en la mayoría de casos éstas tenían un
carácter de simple trueque, aun cuando estos trueques se
equiparan en valores
monetarios estimados.

El valor de las
exportaciones de la colonia española era de sólo
aproximadamente 300,000 pesos en ganado vivo a la colonia vecina,
y menos de 100,000 pesos en otros artículos con el mismo
destino, como andullos de tabaco, cuerdas,
cueros, sebo, cera, etc. A estos valores hay que agregar cierto
comercio con España y
otros puntos del imperio colonial español.
Probablemente más del 80 % del comercio externo de la
colonia española se realizaba con la colonia
francesa.

Además de estas entradas, la colonia
española disponía de una entrada suplementaria en
monedas de plata por concepto de
situado anual, que hacia fines del siglo XVIII se elevaba a unos
350,000 pesos. Como sabemos, estas sumas se destinaban al
mantenimiento
de la guarnición de la colonia y del aparato
burocrático. Estas entradas suplementarias fueron de mucha
importancia en la posibilidad del mantenimiento de ciertos
niveles de comercio interno y externo, ya que como se
hacían en moneda, ésta podía circular por la
colonia.

Al mismo tiempo, como
la gran mayoría del situado se destinaba a pagos de
sueldos de altos funcionarios y oficiales, constituyó un
elemento de acumulación de riquezas por parte de la
aristocracia colonial.

Capítulo XI

EL HATO
GANADERO

Rasgos Generales e Importancia del Hato. El hato
ganadero resume lo fundamental de la estructura
económica y social de Santo Domingo en el siglo XVIII. Los
hatos eran las células
sociales fundamentales de base, que generaban la mayor parte de
la renta nacional de la colonia y agrupaban un sector muy elevado
de su población. La dinámica social del hato era la que
condicionaba el funcionamiento del conjunto de la sociedad
colonial. Las relaciones de producción
esclavistas-feudales del hato eran las que definían el
modelo global
del modo de producción colonial en el siglo
XVIII.

El hato ganadero típico del siglo XVIII era una
unidad social basada en la combinación del trabajo de los
propietarios libres con el de los trabajadores esclavos, que era
el fundamental, pero que tomaba rasgos feudales y patriarcales.
Esto quiere decir que los esclavos no eran sometidos a un trato
cruel, que tenían tiempo libre para dedicarse a labores
para su provecho personal del pago
de una renta al amo, que tenían en gran medida con las
familias los y que tenían posibilidad de libertad
después de haber acumula tras largos años de
trabajo, hechos, el trabajo de libres y esclavos hatos no se
diferenciaba demasiado por supuesto los beneficios iban n su gran
mayoría a manos.

Las dimensiones de los hatos y el número de
cabezas de ganado podían variar sensiblemente pero en lo
fundamental los hatos eran explotaciones medianas de unos cuantos
miles de tareas de tierras de pastos y bosques con algunos pocos
centenares de cabezas de ganado y, en muchos casos, menos
todavía, los que podían ser criados con el trabajo
de los dueños y de dos o tres esclavos. La unidad
productiva era de tipo extensivo, es decir, se aprovechaban poco
los recursos de la naturaleza, la
capacidad productiva del ganado y la fuerza de trabajo de
esclavos y libres. Los beneficios de estas explotaciones eran
bastante reducidos dando en lo fundamental sólo medios
para que los hateros llevaran una vida llena de pobreza y
mediocridad.

Había zonas del país en que predominaba el
hato de gran extensión, como en el Este, donde sus tierras
tenían muchos miles de tareas normalmente; en otras zonas,
se extendió mucho el pequeño y mediano hato de
pocos miles de tareas y aun de cientos. Sin embargo, la
extensión de las tierras no era lo determinante en la
magnitud de los hatos, sino el número de cabezas de
ganado; había hatos que tenían desde unas
decena hasta los
mayores que tenían centenares que podían en casos
sobrepasar el millar. El hato típico, al parecer, en este
período, tenía pocos centenares de cabezas, entre
200 y 300, según se colige de diversas fuentes y en
especial de los archivos
notariales y de los municipales de Bayaguana e
Higüey.

EL HATO GANADERO

Total del valor de los bienes: 3,723
ps.

Tiene comprometido 1.000 pesos de un tributo a la
iglesia,
para

lo que tiene hipotecados sus bienes. Le restan
pues 2,723

Su esposa aportó de dote 1,332 Le quedan
pues 139!

Los 1391 se dividen entre sus 5 hijos herederos
a 278 ps. c/u

Total del valor de los bienes: 3,723
ps.

Tiene comprometido 1.000 pesos de un tributo a la
iglesia, para

lo que tiene hipotecados sus bienes. Le restan
pues 2,723

Su esposa aportó de dote 1,332 Le quedan
pues 139!

Los 1391 se dividen entre sus 5 hijos herederos
a 278 ps. c/u

El hato era una unidad esencialmente autosuficiente,
donde la mayor parte de las cosas que se producían estaban
destinadas al autoconsumo, o más bien la mayor parte de lo
que se consumía se obtenía en el seno del hato. Por
eso el hato no sólo era una explotación ganadera,
sino que dentro de él se efectuaban las labores
agrícolas necesarias para la obtención de los
alimentos de
consumo diario. Igualmente toda una gama de labores artesanales
se realizaban en su interior, como sillas y otros aparejos de
montar, muebles, sogas, recipientes, rústicas vestimentas,
etc. Sin embargo, era muy importante la vinculación de los
hatos con el mercado, principalmente con el de la colonia
francesa, para procurarse sus dueños manufacturas europeas
imprescindibles (ropa, armas, herramientas,
etc.). En general, por eso, el grueso principal de las
producciones de ganado se destinaba a la venta al exterior o a
las ciudades.

Como ilustración viva, ofrecemos el siguiente
cuadro de los bienes de un hato tomado de azar:

Casa de morada, un bohío de tabla
maltratado 4 ps.

Una Ramada Grande 14 ps.

Un ingenio de caballo 20 ps.

Herramientas de carpintería 10
ps.

Dos coas I ps 2 rts

Una espada con puño de plata 6
ps.

Un sablecito con su concha y boquilla de plata 5
ps

Diversas pailas, botijas, calderos,
etc…

Una bomba y una espumadera de cobre 1 ps. 4
rts

Tres hachas 4 ps. 4 ris

Dos sillas buenas con sus aperos 22
ps.

Un par de estribos 2 ps.

Una canoa 8 ps.

Machete, cuchillo y eslabón 1 ps. 6
ris

Una piedra de amolar de rueda 8 ps.

Diversas joyas de oro, plata y
perla

Diversas prendas de vestir

91 papeletas de a peso 91 ps

Una docena de hormas para hacer azúcar 3
ps.

27 bestias caballares 636 ps.

22 cabezas de chivos 22 ps.

Una yunta de bueyes 40 ps.

110 reses pastando en los sitios de San Idelfonso a 6
ps. c/u 660 ps.

1,400 pesos de acciones del
sitio de San Idelfonso con monterías 1,400
ps.

Un esclavo mutatico pequeño enfermo
Gregorio 60 ps.

Un negro chollo José Antonio de 22
años 275 ps

El número total de hatos en la colonia en el
siglo XVIII todavía no es conocido. Como se sabe, por el
censo de Osorio en 1606 había unos 130 hatos en la isla.
Para la segunda mitad del siglo XVIII su número
t se había elevado mucho. Es posible pensar que
en este último período el número total
fluctuara entre 800 y 1,000 hatos. Hay datos parciales del
número de hatos en las jurisdicciones de algunas villas en
la década de 1780. En Bayaguana había 40 hatos, en
Los Llanos 25, en Santiago (hasta Mao) 257, en Azua 15, en San
Juan de la Maguana 28. En esas cifras no se cuentan los hatillos
y es posible que escaparan hatos en algunas. Es evidente que en
la zona cibaeña el número de hatos era mayor, lo
que indica que las extensiones territoriales promedio eran
inferiores a las de los hatos de la banda Sur.

Jurisdicción

Diezmos

Pesos fuertes

Diezmos

Pesos fuertes

Santiago

500

2,400

650

7,000

La Vega y Cotui

200

1,600

400

7,600

Hincha y San Rafael

350

2,200

600

8,050

Banica y San Juan

450

3,400

650

7,000

TOTAL

1,500

9,600

2,300

29,650

Si se parte de un promedio por hato entre 200 y 300
reses, el número total en la colonia se debería
elevar de unas 200 a 300 mil reses en las décadas finales
del siglo. Según Moreau de Saint Mery en un censo de 1780
se contaron en toda la colonia 200 mil reses vacunas, y
calcula que si se incluyeran los animales exentos
del pago de diezmo la cifra aumentaría a 250 mil reses
vacunas, y en caso de sumárseles las bestias caballares,
se podría llegar a una cifra total de 300 mil reses, con
reproducción anual de 60 mil.

La producción pecuaria se mantuvo en
expansión hasta los años anteriores a la
Revolución Haitiana. Los siguientes datos de Moreau de
Saint Mery lo aseveran:

Estos datos indican que el número total de ganado
para la exportación en las 4 jurisdicciones censadas, las
de más alta incidencia en la exportación a la parte
francesa, se elevaba en 1760 a unos 15,000 animales y en 1780 a
23,000. Se puede inferir que se vendía una quinta parte,
lo que arroja un total de ganado en esas comarcas de 75,000
cabezas vacunas en 1760 y de 115,000 en 1780. Para el total de la
colonia, se puede elevar el múltiplo para venta en 10 mil
más (además de las 15 mil en las 4 jurisdicciones)
haciendo en total unas 25,000, o un total de ganado en la colonia
de 125 mil cabezas en 1760 y de 200 mil para 1780. Estas cifras,
como vemos, coinciden bastante con los cálculos
anteriores, y sobre todo son importantes porque muestran un
progreso sostenido de las exportaciones legales de ganado en pie,
al menos hasta 1780.

Si se parte de la existencia de 800 a 1,000 hatos en la
colonia y de un promedio de habitantes de 10 a 15 personas en
cada

Uno, entre libres y esclavos con familiares, resulta que
aproximadamente habitaban en hatos unas 10,000 o 15,000 personas,
o sea una parte considerable de la población total de la
colonia, lo que muestra la
importancia social de estas unidades. Por otra parte, la
fracción económicamente activa de esa
población era la más productiva de toda la colonia
(exceptuándose las plantaciones agrícolas
esclavistas) pues generaba el producto mercantil fundamental, el
ganado. Si se consideran los hatillos y monterías, es
seguro que
junto a los hatos agrupaban lo fundamental de la población
trabajadora.

Las Relaciones de Producción

La posibilidad de movilidad social en esta época
era bastante amplia. Dos factores principales explican el
fenómeno: la baja densidad
demográfica y la debilidad económica de la colonia
española con sus consecuencias en la debilidad de las
relaciones esclavistas y del poder
económico y social de la clase esclavista. En las
explotaciones típicas de la época, los hatos, era
más conveniente para el amo dar muchas libertades a los
esclavos ya que no había posibilidad de aprovechar su
trabajo directo en toda su potencialidad. Después de
ciertas labores diarias en el hato los esclavos no tenían
nada más que hacer a causa de la mediocridad de esta
unidad productiva.

El amo, entonces, permitía a los esclavos
transformarse en pequeños productores agrícolas en
los tiempos libres de que disponían o les cedía
la
administración de una crianza o montería en
terrenos apartados. Igualmente, en determinados períodos
los amos permitían que los esclavos trabajaran como
asalariados en explotaciones vecinas o que, a cambio de una
renta diaria, pudieran ausentarse de las labores de sus unidades
de trabajo. Todo esto lo hacían los amos sabiendo que los
esclavos se interesaban en producir más, es decir, como
incentivo económico, a manera del mayor aprovechamiento
posible de la fuerza de trabajo del esclavo para el tiempo en que
no había posibilidad de aprovecharla directamente en el
interior del hato.

El interés de
los esclavos residía en que con lo que les quedaba
después de pagar una pesada renta a los amos por la
utilización de su tiempo libre y de sus tierras y otros
medios de producción, iban formando un fondo de
manumisión llamado peculio, con el cual después de
muchos años de trabajo lograban reunir la suma necesaria
para comprar su libertad y hacerse libertos. Por supuesto, la
suma de los peculios era superior siempre al precio en que
el esclavista había comprado el esclavo, a lo que sumando
las pesadas rentas que se imponían en esta modalidad, la
misma constituía una fuente de ganancias para los amos
casi tan importante como la que obtenían del trabajo
directo en sus haciendas.

En ese contexto se mantenía la doble tendencia a
manumisiones y a la entrada de nuevos esclavos, comprados en la
colonia francesa. De tal manera, la explotación de los
esclavos en el siglo XVIII no tenía, desde el punto de
vista socioeconómico, tan sólo un carácter
esclavista, sino igualmente un carácter feudal. Las
relaciones entre amo y esclavo en el tiempo libre del segundo
eran a base de la posesión por éste de una
pequeña economía propia, a cambio de » la
cual pagaba rentas en dinero o en
especies a los amos.

Esto se diferencia claramente de la explotación
esclavista que consiste en el trabajo directo del esclavo en la
hacienda del amo, donde es un elemento más de los medios
de producción o, como decía Aristóteles, "un animal
parlante".

En la mayoría de los casos esos esclavos
liberados o libertos se podían hacer propietarios o
poseedores de tierras de ganadería
o de agricultura.
Es cierto que muchas veces se mantenían ligados a sus
antiguos amos por determinadas cláusulas limitativas de su
libertad o porque así más les convenía al
entrar en relaciones de arriendo de tierras o servir como peones
en los hatos. Sin embargo fue generalizada la tendencia de los
libertos a hacerse propietarios o poseedores libres. Hay dos
elementos que explican esta posibilidad tan extendida: el
sistema de los
terrenos comuneros y las capellanías y censos de la
iglesia.

HATERO. Grabado
de Hazard

A menudo, dueños de hatos destacaban a libres o
esclavos en calidad de
mayordomos, sobre todo si eran de la aristocracia
burocrática colonial o tenían varios hatos. La
administración se llevaba a cabo mediante
el pago de salarios o por
contratos de
aparcería u otras formas feudales. La mayoría de
hateros sin embargo, como eran propietarios medianos,
administraban por sí mismos sus hatos y dirigían y
participaban en la mayoría de aspectos del proceso
productivo. El hatero y sus familiares y a menudo otros libertos
y libres (denominados arrimados) tenían gran importancia
en el proceso productivo. El hato no era sólo pues una
unidad a base de trabajo de esclavos sino también de
libres. En algunas regiones de la isla, y en la generalidad de
los hatos de menores magnitudes, incluso, el trabajo libre
tenía más importancia que el esclavo. Este trabajo
libre adquiría, como el de los esclavos, rasgos
patriarcales, bajo relaciones de producción de tipo
feudal.

De tal modo, las relaciones de producción
comportaban la primacía de relaciones esclavistas
entroncadas a relaciones feudales en condiciones de incidencia de
patriarcalismo.

En las condiciones de mediocridad económica del
hato, se producía una comunicación íntima en el trabajo y
la vida cotidiana entre hateros, otros libres y esclavos, lo que
constituía la base del patriarcalismo y de la posibilidad
de utilizar ampliamente relaciones feudales, en esas condiciones
específicas.

Los esclavos de los hatos no llevaron a cabo una lucha
de clase coherente. No aspiraban generalizadamente a destruir el
orden esclavista, sino que preferían integrarse al proceso
patriarcal que les permitía promoverse socialmente dentro
del sistema, alcanzando la libertad, y a menudo
transformándose en propietarios por las facilidades que
brindaba el sistema de terrenos comuneros y las propiedades
eclesiásticas.

Las posibilidades de libertad de los esclavos y de
lograr el status de pequeños y medianos propietarios
agrarios, así como la ausencia de la explotación
superintensiva y los tratos crueles por el patriarcalismo, no se
debían a la supuesta humanidad y bondad hispánicas
proclamadas por historiadores apologistas del colonialismo. La
realidad es que estas situaciones se daban porque los esclavistas
hateros no podían obrar de otra manera, si es que se
atenían estrictamente a sus intereses propios de clase. Se
trataba simplemente del interés en lograr al máximo
el aprovechamiento de los esclavos, en condiciones de
débil capitalización y mercantilización e
inoperancia del modelo de gran plantación esclavista. La
ideología religiosa no era más que
una justificación de la racionalidad de estas relaciones
de producción y de ninguna manera, como pretenden
historiadores tradicionales, causa de esta conducta.

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