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Ansiedad (página 2)



Partes: 1, 2, 3

El impacto real de los trastornos de
ansiedad

 Algunos datos
básicos y una selección
de estadísticas extraídas de diversas
investigaciones recientes nos permitirán
entender con mayor precisión y en su verdadera
dimensión, el impacto real que sobre la población ejerce este tipo de trastornos,
así como constatar la aparente contradicción que se
puede observar al comparar la prevalencia e impacto de este tipo
de trastornos y los recursos que
desde las administraciones públicas se ponen a
disposición de los profesionales especializados para
combatir eficazmente este tipo de enfermedades mentales, lo
que ha llevado a numerosos expertos a considerar a los Trastornos
de Ansiedad como la verdadera epidemia silenciosa del siglo XXI
(Puchol, 2003).

  • Datos de la
    Organización Mundial de la Salud del año 2001
    situaban en aproximadamente 450 millones el número de
    personas aquejadas de algún tipo de trastorno mental en
    todo el mundo (Puchol, 2003).
  • Los Trastornos de Ansiedad son considerados en la
    actualidad como el trastorno mental más común en
    los Estados Unidos.
    En algún momento de sus vidas se prevé que cerca
    del 25% de la población experimentará
    algún tipo de Trastorno de Ansiedad (Puchol,
    2003).
  • Uno de cada ocho Norteamericanos entre los 18-54
    años padece algún tipo de Trastorno de Ansiedad.
    Este porcentaje de la población representa a más
    de 19 millones de personas (Puchol, 2003).
  • Se calcula que cerca de 2.4 millones de
    Norteamericanos entre los 18-54 años, aproximadamente el
    1.7% de la población, padecen Trastorno de Pánico. Este tipo de Trastorno de
    Ansiedad, por lo general, se desarrolla al final de la adolescencia
    o principio de la edad adulta (Puchol, 2003).
  • Aproximadamente 3.3 millones de Norteamericanos entre
    los 18-54 años, el 2.3% de la población, sufren
    el Trastorno Obsesivo-Compulsivo cada año. Los primeros
    síntomas de la enfermedad se manifiestan durante la
    niñez o el inicio de la adolescencia (Puchol,
    2003).
  • Cerca de 5.2 millones de Norteamericanos entre los
    18-54 años, el 3.6% de la población, padecen cada
    año el Trastorno por Estrés
    Postraumático. Este trastorno puede originarse a
    cualquier edad, incluso en la infancia,
    como respuesta a cualquier evento traumático (Puchol,
    2003).
  • La Agorafobia es sufrida por 3.2 millones de
    Norteamericanos entre los 18-54 años, lo que representa
    un 2.2% de la población dentro de ese grupo de
    edad. Por lo general, la Agorafobia tiende a aparecer al final
    de la adolescencia o al principio de la edad adulta (Puchol,
    2003).
  • Aproximadamente 4 millones de Norteamericanos entre
    los 18-54 años, cerca del 2.8% de la población,
    sufren cada año el Trastorno por Ansiedad Generalizada.
    Si bien puede aparecer en cualquier momento del ciclo vital,
    las mayores probabilidades se concentran entre el final de la
    infancia y mediados de la edad adulta (Puchol,
    2003).
  • Cerca de 5.3 millones de Norteamericanos entre los
    18-54 años, sobre el 3.7% de la población sufren
    Fobia Social. La edad de comienzo habitual se sitúa en
    el final de la niñez y el principio de la adolescencia
    (Puchol, 2003).
  • La Fobia Específica es experimentada por 6.3
    millones de Norteamericanos entre los 18-54 años, cerca
    del 4.4% de la población. La aparición es
    especialmente común durante la infancia (Puchol,
    2003).
  • Las personas afectadas por los diferentes Trastornos
    de Ansiedad experimentan, entre otros síntomas, ataques
    de pánico y crisis de
    angustia recurrentes, dificultades de concentración,
    pensamientos y creencias irracionales, miedos desproporcionados
    y paralizantes, adhesión involuntaria a rituales y
    comportamientos compulsivos, flashbacks patológicos e
    incontrolables, pesadillas frecuentes, distorsiones cognitivas,
    dificultades para conciliar el sueño o innumerables
    procesos
    psicosomáticos de intensidad y gravedad variables
    (Puchol, 2003).
  • Es relativamente frecuente que los Trastornos de
    Ansiedad se presenten junto a otro tipo de trastornos
    psicológicos, como los trastornos del estado de
    ánimo, el abuso de sustancias o los trastornos del
    comportamiento alimentario (Puchol,
    2003).
  • Las mujeres presentan un riesgo dos
    veces superior al de los hombres de padecer este tipo de
    trastornos psicológicos (Puchol, 2003).
  • Se calcula que el costo
    económico, tanto directo como indirecto, asociado a los
    Trastornos de Ansiedad, sólo en Estados Unidos, alcanzan
    los 46.6 billones de dólares anuales (Puchol,
    2003).
  • Debido a la falta de información generalizada, tanto entre la
    población general como entre los propios profesionales
    médicos, así como a la supervivencia del estigma
    asociado a los trastornos mentales, menos del 30% del total de
    los pacientes afectados buscan tratamiento por parte de
    profesionales calificados y especializados. Las personas que
    sufren Trastornos de Ansiedad deben recorrer una media de cinco
    especialistas médicos antes de lograr que su trastorno
    real sea diagnosticado de forma precisa (Puchol,
    2003).

¿Qué entendemos por
ansiedad?

  • Lang: es una respuesta emocional que da el sujeto
    ante situaciones que percibe o interpreta como amenazas o
    peligros (Virues, 2005).
  • Beck: es la percepción del individuo a
    nivel incorrecto, estando basada en falsas premisas (Virues,
    2005).
  • Kiriacou y Sutcliffe: "una respuesta del individuo
    con efectos negativos (tales como cólera, ansiedad, depresión) acompañada de cambios
    fisiológicos potencialmente patógenos (descargas
    hormonales, incremento de la tasa cardiaca, etc.) (Virues,
    2005).
  • Lazarus: La ansiedad es un fenómeno que se da
    en todas las personas y que, bajo condiciones normales, mejora
    el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral, o
    académico. Tiene la importante función
    de movilizarnos frente a situaciones amenazantes o
    preocupantes, de forma que hagamos lo necesario para evitar el
    riesgo, neutralizarlo, asumirlo o afrontarlo adecuadamente
    (Virues, 2005).

Enfoques teóricos sobre la etiología
de la ansiedad. ¿Por qué se
produce?

Existen distintos cuadros clínicos en los que la
ansiedad es el síntoma fundamental. Entre ellos
estaría el trastorno por crisis de angustia, en el que la
ansiedad se presenta de forma episódica como
palpitaciones, sensación de ahogo, inestabilidad,
temblores o miedo a morirse; el trastorno de ansiedad
generalizada, existiendo un estado permanente de angustia; el
trastorno fóbico, con miedos específicos o
inespecíficos; el trastorno obsesivo-compulsivo, con ideas
"intrusivas" y desagradables que pueden acompañarse de
actos rituales que disminuyen la angustia de la obsesión
(lavarse muchas veces por miedo a contagiarse, comprobar las
puertas o los enchufes, dudas continuas); las reacciones de
estrés agudo o postraumático; y los trastornos de
adaptación a situaciones vitales adversas. A
continuación se mencionaran algunos enfoques sobre la
ansiedad (Virues, 2005):

1. Perspectiva Psicofisiológica: La ansiedad es
la activación del sistema nervioso,
consecuente con estímulos externos o como resultado de un
trastorno endógeno de las estructuras o
de la función cerebral. La activación se traduce
como síntomas periféricos derivados del sistema nervioso
vegetativo (aumento del tono simpático) y del sistema
endocrino (hormonas
suprarrenales), que dan los síntomas de la ansiedad. Por
otro lado, una excesiva estimulación del sistema
límbico y de la corteza cerebral se traducirá en
síntomas psicológicos de ansiedad (Virues,
2005).

2. Teoría
Psicodinámica. El creador es Freud. Dijo que
la angustia es más un proceso
biológico (fisiológico) insatisfecho (respuesta del
organismo ante la sobreexcitación derivada del impulso
sexual [libido] para posteriormente llegar a otra interpretación en donde la angustia
sería la señal de peligro en situaciones de alarma.
Según esta teoría, la angustia procede de la lucha
del individuo entre el rigor del súper yo y de los
instintos prohibidos (ello) donde los estímulos
instintivos inaceptables para el sujeto desencadenarían un
estado de ansiedad (Virues, 2005).

3. Teorías
Conductistas. El conductismo se
basa en que todas las conductas son aprendidas y en algún
momento de la vida se asocian a estímulos favorables o
desfavorables adoptando así una connotación que va
a mantenerse posteriormente. Según esta teoría, la
ansiedad es el resultado de un proceso condicionado de modo que
los sujetos que la padecen han aprendido erróneamente a
asociar estímulos en un principio neutros, con
acontecimientos vividos como traumáticos y por tanto
amenazantes, de manera que cada vez que se produce contacto con
dichos estímulos se desencadena la angustia asociada a la
amenaza. La teoría del aprendizaje
social dice que se puede desarrollar ansiedad no solo a
través de la experiencia o información directa de
acontecimientos traumáticos, sino a través del
aprendizaje observacional de las personas significativas al
entorno (Virues, 2005).

4. Teorías Cognoscitivistas. Consideran a la
ansiedad como resultado de "cogniciones" patológicas. Se
puede decir que el individuo "etiqueta" mentalmente la
situación y la afronta con un estilo y conducta
determinados. Por ejemplo, cualquiera de nosotros podemos tener
una sensación física molesta en un
momento determinado, si bien la mayoría de nosotros no
concedemos ningún significado a esta experiencia. No
obstante existen personas que interpretan ello como una
señal de alarma y una amenaza para su salud física
o psíquica lo cual provoca una respuesta
neurofisiológica desencadenando así la ansiedad
(Virues, 2005).

Clasificación de los tipos de trastornos de
ansiedad

Tomando como referencia el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales, así como la Clasificación
Internacional de las Enfermedades, podemos agrupar los Trastornos
de Ansiedad en diez grandes categorías (Puchol,
2003):

El trastorno de ansiedad generalizada

 El individuo afectado por este trastorno presenta,
como norma general, un patrón característico de
ansiedad, aprensión y preocupación excesiva y no
justificada sobre una amplia gama de acontecimientos, hechos,
actividades o situaciones, prolongándose su
duración durante más de seis meses. Este estado de
constante preocupación y desasosiego es incontrolable para
el individuo y se manifiesta con síntomas
característicos y visibles como la inquietud, la
sensación de fatiga no justificable, la impaciencia,
tensión/rigidez muscular generalizada, estado de
ánimo irritable, dificultades de concentración o
alteraciones en los patrones habituales de sueño. Estos
síntomas interfieren negativamente en la actividad
habitual del sujeto de forma significativa (Puchol,
2003).

La crisis de angustia

Los ataques de pánico o crisis de angustia se
caracterizan por la aparición súbita, temporal y
aislada de miedo o malestar muy intensos, acompañados de
una serie de síntomas muy característicos e
inquietantes, que se inician bruscamente y alcanzan su
máxima expresión en los primeros diez minutos desde
el inicio de la crisis (Puchol, 2003).

Entre estos síntomas habituales y
característicos de los ataques de pánico o crisis
de angustia se encuentran las palpitaciones, las sacudidas del
corazón, la elevación del ritmo
cardíaco, la presencia de sudoración intensa, los
temblores involuntarios, la sensación de ahogo o falta de
oxígeno, la sensación de
atragantarse, una intensa opresión o malestar en la
región del pecho, una súbita aparición de
molestias gastrointestinales, inestabilidad, mareo,
sensación de desmayo, desrealización
(sensación de aparente irrealidad),
despersonalización (sensación de estar separado de
uno mismo), miedo a perder el control, temor a
volverse loco, miedo a la muerte,
presencia de parestesias (sensación de entumecimiento u
hormigueo) y escalofríos o sofocaciones intensas (Puchol,
2003).

La agorafobia

El individuo agorafóbico comienza a experimentar
la ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones dónde
"escapar" puede resultar difícil, complicado y embarazoso
o dónde, en el caso de aparecer una crisis de angustia
inesperada o más o menos relacionada con una
situación (o bien síntomas similares a la angustia)
puede no disponer de la ayuda o apoyo que considera
imprescindible. Los temores clásicos de la agorafobia
suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones y
escenarios muy típicos, entre los que se incluyen estar
sólo fuera de casa, las multitudes o la posibilidad de
tener que viajar en algún medio de transporte
específico (Puchol, 2003).

La persona
agorafóbica tenderá a evitar (intensamente) este
tipo de situaciones por temor a que aparezca una crisis de
angustia (o síntomas similares a la angustia) o
necesitará (para poder
afrontarlas con éxito)
la ayuda indispensable de una persona de confianza que
esté presente en esas situaciones concretas (Puchol,
2003).

La fobia específica

 La manifestación de la respuesta de
ansiedad patológica (respuesta fóbica) aparece
exclusivamente en presencia (o como anticipación) de un
objeto o situación muy específicos (p. ej. terror a
volar en avión, presencia de ciertos animales o miedo
a las alturas). La persona, a pesar de ser capaz de reconocer que
se trata de un miedo irracional, desproporcionado o
injustificado, se muestra incapaz
de controlarlo o llegar a dominarlo. Las situaciones u objetos
fóbicos tienden a evitarse o a soportarse a costa de
experimentar un intenso malestar, tanto físico como
emocional (Puchol, 2003).

 Los comportamientos de evitación,
anticipación ansiosa o el malestar experimentado cuando se
ven obligados e exponerse al objeto o situación
fóbica interfieren negativamente con las actividades
habituales de la persona, tanto a nivel personal como
laboral, o le generan un malestar clínicamente
significativo (Puchol, 2003).

La fobia social

La Fobia Social se caracteriza por un miedo y temor
acusado, intenso, persistente y desproporcionado por una o
más situaciones sociales o actuaciones en público
en las que el sujeto se ve "expuesto" a personas (no
pertenecientes al ámbito familiar o su círculo
social más cercano) o a la posible evaluación
por parte de terceros. La exposición
a este tipo de situaciones sociales genera, casi de forma
invariable, una respuesta de ansiedad fóbica considerada
como patológica y que puede, en ocasiones, tomar la forma
de una crisis de angustia (Puchol, 2003).

La persona reconoce que se trata de un miedo excesivo,
irracional o desproporcionado pero se muestra incapaz de
dominarlo y tiende a evitar este tipo de situaciones sociales, lo
que interfiere de una forma muy significativa en su vida
personal, familiar, social y laboral además de producir un
intenso malestar (clínicamente significativo) en aquellas
ocasiones en que, inevitablemente, debe exponerse a este tipo de
situaciones (Puchol, 2003).

El trastorno obsesivo-compulsivo

El rasgo distintivo fundamental del Trastorno
Obsesivo-Compulsivo es la presencia frecuente, intensa y
recurrente de ideas intrusivas e indeseadas (obsesiones) y de
conductas repetitivas (compulsiones) generalmente realizadas con
la intención de aliviar la ansiedad producida en el sujeto
por las propias ideas obsesivas (Puchol, 2003).

Las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes
recurrentes y persistentes que se experimentan en algún
momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y provocan en
la persona ansiedad o malestar clínicamente
significativos. Estas ideas van más allá de las
simples preocupaciones excesivas sobre problemas de
la vida real. A pesar de que la persona se muestra capaz de
reconocer su irracionalidad (conservación del insight) e
intenta suprimirlos, ignorarlos, neutralizarlos o reducir su
intensidad se muestra incapaz de controlar el malestar y la
ansiedad que le generan (Puchol, 2003).

Las compulsiones pueden ser definidas como aquellos
comportamientos (p. ej. ordenar objetos, realizar incontables
comprobaciones o lavarse las manos incansablemente) o actos
mentales (p. ej. contar, rezar o repetir palabras en silencio) de
carácter repetitivo, que el individuo se ve
obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con
arreglo a ciertas reglas o pautas de actuación que "debe"
seguir estrictamente (Puchol, 2003).

El objetivo
original de estos comportamientos u operaciones
mentales es la prevención o reducción del malestar
o la prevención de algún acontecimiento o
situación negativos. Sin embargo, estos comportamientos u
operaciones mentales o bien no están conectados de forma
realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien
resultan claramente excesivos y desproporcionados con lo que
interfieren negativamente en las actividades habituales del
sujeto (Puchol, 2003).

El trastorno por estrés
postraumático

La persona con Estrés Postraumático se
caracteriza por sufrir, con intensidad y persistencia, una serie
de síntomas muy característicos e incapacitantes
tras haber experimentado en primera persona o haber sido testigo
de una experiencia considerada como traumática, como por
ejemplo tras ser víctima de abusos físicos o
sexuales, sufrir desastres
naturales o tras accidentes
graves (Puchol, 2003).

Entre los síntomas característicos se
encuentran las dificultades para conciliar y mantener el
sueño, la hipervigilancia constante, el aumento general y
desproporcionado del nivel de activación emocional,
sensación permanente de irritabilidad, dificultades de
concentración o desajustes emocionales de intensidad
variable (Puchol, 2003).

El acontecimiento o suceso traumático es
"reexperimentado" de forma persistente a través de
recuerdos, sueños o pensamientos recurrentes que
interfieren de forma significativa en su vida personal, familiar,
social o laboral produciendo un intenso malestar (Puchol,
2003).

El trastorno por estrés agudo

La persona ha sido expuesta a un acontecimiento
traumático y durante el transcurso del mismo o
después de él experimenta síntomas
disociativos como la sensación subjetiva de embotamiento,
desapego o ausencia de reactividad emocional, sensaciones de
desrealización, despersonalización o amnesia
disociativa (p. ej. incapacidad para recordar algún
aspecto importante del suceso traumático) (Puchol,
2003).

Además el acontecimiento traumático es
reexperimentado persistentemente (por ejemplo a través de
imágenes, sueños, pensamientos, ilusiones,
episodios de flashback recurrentes o sensación de estar
reviviendo el suceso traumático) y experimenta malestar
intenso al exponerse a objetos, estímulos o situaciones
que recuerdan o se asemejan al acontecimiento traumático
(Puchol, 2003).

Producto de este proceso es la presencia de toda una
serie de síntomas relacionados con la ansiedad o el
aumento de la activación como las dificultades para
conciliar el sueño, irritabilidad, dificultades de
concentración, hipervigilancia, respuestas exageradas de
sobresalto y sobreexcitación e inquietud motora (Puchol,
2003).

Este conjunto de alteraciones en respuesta a la
situación estresante duran un mínimo de dos
días y un máximo de cuatro semanas, y aparecen en
el primer mes que sigue al acontecimiento traumático
(Puchol, 2003).

El trastorno de ansiedad debido a enfermedad
médica

Se constata a través de la historia clínica, de
la exploración física o de las pruebas de
laboratorio
que la respuesta de Ansiedad Patológica, es la
consecuencia fisiológica directa de una enfermedad
médica y no es atribuible a la presencia de otro tipo de
trastornos psicológicos (Puchol, 2003).

El trastorno de ansiedad inducido por
sustancias

Los síntomas de la Ansiedad Patológica
aparecen durante los períodos de intoxicación o
abstinencia tras la
administración de determinadas sustancias y se
considera que la ingestión de dicha sustancia está
etiológicamente relacionada con la respuesta de ansiedad
desadaptativa (Puchol, 2003).

Principales síntomas de la ansiedad
patológica

Si bien cada uno de los Trastornos de Ansiedad
anteriormente enumerados y definidos se caracterizan por
presentar un cuadro de síntomas bien definido y
diferenciado que sirven de base para la elaboración de los
criterios diagnósticos específicos utilizados en la
actualidad, es posible extraer aquellas pautas o síntomas
característicos comunes en la mayor parte de ellos y que
caracterizaría lo que se denomina "La Respuesta de
Ansiedad Patológica" (Puchol, 2003).

Tomando como referencia la distinción
clásica de los tres sistemas de
respuesta humana podemos agrupar los síntomas
típicos de la Ansiedad Patológica en tres grandes
apartados (Puchol, 2003):

Síntomas cognitivos

  • Preocupación injustificada, intensa y
    constante.
  • Inseguridad y pérdida de la confianza en uno
    mismo.
  • Sentimientos de inadecuación, inferioridad o
    incapacidad.
  • Anticipación excesiva y desadaptativa de
    potenciales peligros o amenazas.
  • Miedo o temor desproporcionado, injustificado e
    irracional.
  • Entorpecimiento y dificultades en los procesos de
    toma de
    decisiones.
  • Aprensión generalizada.
  • Pensamientos distorsionados y creencias negativas e
    irracionales.
  • Problemas de concentración.
  • Sensación general de desorganización y
    desestructuración.
  • Indefensión o sensación de
    pérdida de control sobre el ambiente y
    los sucesos.

Síntomas motores

  • Movimientos torpes y desorganizados.
  • Tartamudeo y dificultades en la
    comunicación verbal.
  • Hiperactividad.
  • Conductas sistemáticas y planificadas de
    evitación.
  • Retraimiento y aislamiento social.
  • Enlentecimiento motor.
  • Rituales y comportamientos compulsivos.

Síntomas
psicofisiológicos

  • Temblores, fatiga, tensión muscular, hormigueo
    y dolor de cabeza tensional.
  • Sequedad de boca, sudoración excesiva o
    mareos.
  • Palpitaciones, sudoración, pulso acelerado e
    incremento de la tensión arterial.
  • Molestias gastrointestinales, náuseas,
    mitos,
    diarrea y
    aerofagia.
  • Opresión en el tórax, sofoco, ahogo,
    respiración rápida y
    superficial.

Con el paso del tiempo, y si
no reciben el tratamiento adecuado, estos rasgos
característicos de la Respuesta de Ansiedad
Patológica acaban consolidándose y
perpetuándose, conduciendo inexorablemente al desarrollo de
las diferentes manifestaciones clínicas de los Trastornos
de Ansiedad anteriormente descritos, e incluso en no pocas
ocasiones los Trastornos de Ansiedad son los verdaderos
responsables (latentes y ocultos) de la aparición y
desarrollo de otros trastornos asociados como la
depresión, los procesos psicosomáticos, los
trastornos de la conducta alimentaria o el abuso de sustancias
tanto legales (psicofármacos, tabaco y alcohol) como
ilegales (cocaína,
opiáceos y marihuana)
(Puchol, 2003).

Evaluación
psicológica (principales instrumentos)

Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad
"ISRA"

Este instrumento elaborado por Miguel Tobal y Cano
Vindel, trata de conjugar las aportaciones de dos modelos
teóricos. Por un lado el modelo
interactivo multidimensional de la ansiedad de Endler, y por
otro, el modelo tridimensional o de los tres sistemas propuestos
por Lang (Iruarrizaga, 1997).

El ISRA presenta un formato S-R y consta de 224 items,
formados por la interacción de 22 situaciones y 24
respuestas representativas de los tres sistemas de respuesta.
Incluye, además una situación abierta que puede ser
descrita por el sujeto, de gran utilidad en la
práctica clínica (Iruarrizaga, 1997).

El objetivo del ISRA es posibilitar mediante la
valoración de respuestas específicas ante
situaciones concretas una evaluación de la reactividad de
los tres sistemas de respuesta (cognitivo, fisiológico y
motor) así como una medida de cuatro áreas
situacionales ligadas a diferencias individuales, estas son: FI
ansiedad ante la evaluación, FII ansiedad interpersonal,
FIII ansiedad fóbica y FIV ansiedad ante situaciones
habituales o de la vida cotidiana (Iruarrizaga, 1997).

El sujeto debe responder a los items de acuerdo con una
escala de
frecuencia de 5 puntos, donde 0 es "casi nunca" y 4 "casi
siempre", indicando la frecuencia con que aparece cada una de las
respuestas ante cada situación (Iruarrizaga,
1997).

El cuestionario
ofrece información de las siguientes escalas (Iruarrizaga,
1997):

Sistemas de respuestas

C: Reactividad cognitiva (respuestas o
manifestaciones cognitivas de la ansiedad).

F: Reactividad fisiológica (respuestas o
manifestaciones fisiológicas de la ansiedad).

M: Reactividad motora (respuestas o
manifestaciones motoras de la ansiedad).

Áreas situacionales o rasgos
específicos
:

FI: Ansiedad ante la
evaluación

FII: Ansiedad interpersonal

FIII: Ansiedad fóbica

FIV: Ansiedad ante situaciones habituales o de
la vida cotidiana.

T: Es una puntuación total, producto de
la suma de las puntuaciones de los tres sistemas de respuesta,
y ofrece una estimación del nivel general o rasgo
general de ansiedad.

Las puntuaciones directas obtenidas en cada escala y en
el total pueden ser transformadas en puntuaciones centiles, lo
que permite conocer el nivel del individuo en relación a
la población de referencia (Iruarrizaga, 1997).

Escala de Hamilton para la Evaluación de la
Ansiedad (HRSA)

La escala de Hamilton para la ansiedad (HRSA) es una
escala de heteroevaluación (llevada a cabo por un
observador externo), propuesta por Hamilton en 1959, que explora
el área del estado de ansiedad (interrupción del
continuum emocional que se expresa por medio de una
sensación subjetiva de tensión, nerviosismo e
inquietud y está asociado a la activación del
sistema nervioso autónomo) (Hamilton, 1959).

La HRSA representa el prototipo de escala constituida
por categorías de síntomas mediante los cuales se
explora la ansiedad, la tensión, los síntomas
neurovegetativos y los somáticos. Aunque esta escala
contiene cuestiones relativas a los ataques de pánico, es
utilizada con mayor frecuencia para la evaluación de la
ansiedad generalizada. La escala consta de 14 cuestiones, cada
una con puntuación de 0 a 4 (Hamilton, 1959).

La evaluación se efectúa mediante una
entrevista
voluntaria, preguntando al paciente acerca de los síntomas
aparecidos la semana precedente (Hamilton, 1959).

La HRSA ha sido diseñada para obtener una
valoración cuantitativa de la sintomatología de la
ansiedad y se aplica a pacientes diagnosticados con trastorno de
ansiedad, para el estudio de la evolución clínica de la enfermedad
durante el tratamiento (Hamilton, 1959).

Esta escala no puede utilizarse para el
diagnóstico de trastorno de ansiedad, ya que
patologías no específicamente ansiosas pueden
conducir a puntuaciones elevadas (Hamilton, 1959).

Esta escala es la más sensible para evaluar los
efectos del tratamiento en pacientes con ansiedad y, por lo
tanto, para evaluar el transcurso de la enfermedad (Hamilton,
1959).

A continuación se muestra la escala (Hamilton,
1959):

Instrucciones: Indique la intensidad con que se
cumplieron o no durante el ultimo mes los síntomas que se
describen en cada uno de los 14 ítems que conforman este
test. Cabe
mencionar que la escala es anónima y por ende fomenta la
libre expresión.

Datos generales:

Edad: __________________ Puesto: _____________ Genero:
___________

Indicadores de
ansiedad

(1) es Ausente

(2) es Intensidad ligera

(3) es Intensidad media

(4) es Intensidad elevada

(5) Intensidad máxima

____ Ansiedad: Preocupación. Pesimismo. Miedo al
futuro. Irritabilidad.

____ Tensión: Sensaciones de tensión.
Fatiga. Imposibilidad de estar quieto. Reacción de
sobresalto. Llanto fácil. Temblores. Sensaciones de
incapacidad de esperar.

____ Miedos: A la oscuridad. A los desconocidos. A
quedarse solo. A los animales. A la circulación. A la
muchedumbre.

____ Insomnio: Dificultades de conciliación.
Sueño interrumpido. Sueño no satisfactorio. Con
cansancio al despertar. Sueños penosos.
Pesadillas.

____ Funciones
intelectuales
(cognitivas): Dificultad de concentración. Mala memoria.

____ Humor depresivo: Perdida de interés.
No disfruta de tiempo libre. Depresión. Insomnio de
madrugada. Variaciones anímicas a lo largo del
día.

____ Síntomas somáticos musculares:
Dolores musculares. Rigidez muscular. Sacudidas musculares.
Sacudidas Clónicas. Rechinar de dientes. Voz
quebrada.

____ Síntomas somáticos generales: Zumbido
de oídos. Visión borrosa. Oleadas de calor y
frío. Sensación de debilidad. Sensaciones
parestésicas (pinchazos u hormigueos).

____ Síntomas cardiovasculares: Taquicardia.
Palpitaciones. Dolor Toráxico. Sensación
pulsátil en vasos. Sensaciones de "baja presión" o
desmayos Extrasístoles (arritmias cardíacas
benignas).

____ Síntomas Respiratorios: Opresión
Pretoráxica. Constricción Precordial.
Sensación de ahogo o falta de aire. Suspiros.
Disnea (dificultad para respirar).

____ Síntomas gastrointestinales: Dificultades
evacuatorias. Gases.
Dispepsia: dolores antes o después de comer, ardor,
hinchazón abdominal, Nauseas, vómitos,
constricción epigástrica. Cólicos (espasmos)
abdominales Diarrea. Perdida de peso.
Estreñimiento.

____ Síntomas genitourinarios: Micciones
frecuentes. Micción imperiosa. Amenorrea (falta de periodo
menstrual). Metrorragia (hemorragia genital) Frigidez.
Eyaculación Precoz. Impotencia. Ausencia de erección.

____ Síntomas del sistema nervioso
autónomo: Boca seca. Accesos de enrojecimiento Palidez.
Tendencia a la Sudoración. Vértigos. Cefalea (dolor
de cabeza) de tensión.

____ Comportamiento del paciente durante el examen:
Agitado. Inquieto. Avanza y retrocede. Temblor de manos. Suspiros
o taquipnea. Palidez del rostro. Deglución
constante.

Es importante mencionar que el ítem de
"Comportamiento del paciente durante el examen" debe ser
contestado por el evaluador.

State Trait Anxiety Inventory for Adults –
STAI (inventario de
ansiedad estado y rasgo)

Es un inventario de carácter psicométrico
que consta de dos escalas que miden facetas diferentes, pero
relacionadas, de la ansiedad: el estado y el
rasgo. Es de los inventarios
más utilizados. La escala de estado debe responderse
informando sobre la intensidad con que aparecen en un momento
concreto
sentimientos o sensaciones de ansiedad (nada, algo, bastante,
mucho). La escala de rasgo debe responderse indicando como se
siente habitualmente (casi nunca, a veces, a menudo, casi
siempre). Los análisis factoriales han mostrado cuatro
factores referidos a la presencia o ausencia de ansiedad en cada
escala, presencia de estado de ansiedad, ausencia de estado de
ansiedad, presencia de rasgo de ansiedad, ausencia de rasgo de
ansiedad (Spielberg, 2007).

Fear survey schededule III- FSS III (escala de
reconocimiento de miedo)

Esta escala de Wolpe y Lang contiene 76 ítems que
miden la intensidad del miedo irracional ante distintos
estímulos pertenecientes a distintas categorías:
animales, social e interpersonal, lesiones o daño
físico, enfermedad, y muerte,
ruidos, otras fobias clásicas. El sujeto debe indicar el
miedo (donde 0 es nada en absoluto y 4 muchísimo) (Wolpe y
Lang, 1964).

El principal propósito del FSS III es la
identificación de estímulos y situaciones
específicas elicitadoras de miedo o ansiedad, siendo de
gran utilidad para la construcción de jerarquías para la
desensibilización sistemática. Este instrumento ha
sido ampliamente empleado en la
investigación sobre desordenes fóbicos y
trastornos de ansiedad. Los análisis factoriales
realizados reflejan una estructura
factorial poco estable, variando en función del sexo y las
poblaciones empeladas. Se deben evitar las palabras miedo y
temor. Y pedir que valoren el grado en que dicho estimulo o
situación les produce inquietud, nerviosismo o
tensión (Wolpe y Lang, 1964).

Inventario de Ansiedad de Beck

(Beck Anxiety Inventory) – BAI Beck, A.T.; Brown, G.;
Epstein, N. y Steer, R.A. (1988)

El Inventario de Ansiedad Beck (BAI) se
desarrolló para abordar la necesidad de un instrumento
fiable que discriminara la ansiedad de la depresión al
tiempo que mostrara validez convergente. Un instrumento de ese
tipo ofrece ventajas clínicas y para fines de investigación sobre medidas de
autoaplicación existentes, que no han podido diferenciar
la ansiedad de la depresión de manera adecuada (Beck,
1988).

La escala consta de 21 items, cada uno describe un
síntoma común de la ansiedad. Se le pide al
evaluado que califique que tanto ha padecido cada uno de los
síntomas durante la semana anterior en una escala de 4
puntos que van de 0 a 3. Los elementos se suman a
continuación para obtener una puntuación total que
puede variar de 0 a 63. Posteriormente, esta puntuación se
coloca dentro de una escala, que define el nivel de ansiedad que
padece el sujeto que contestó la escala. A
continuación se muestra el Inventario de Ansiedad de Beck
(1988):

NOMBRE Y APELLIDOS:

Edad: Sexo: Fecha:

LISTADO DE ÍTEMS

Señale a la izquierda de cada número
según esta escala:

(0) En absoluto.

(1) Levemente, no me molesta mucho.

(2) Moderadamente, fue muy desagradable pero pude
soportarlo.

(3) Severamente, casi no pude soportarlo.

1. Hormigueo o entumecimiento.

2. Sensación de calor.

3. Temblor de piernas.

4. Incapacidad de relajarse.

5. Miedo a que suceda lo peor.

6. Mareo o aturdimiento.

7. Palpitaciones o taquicardia.

8. Sensación de inestabilidad e inseguridad
física.

9. Terrores.

10. Nerviosismo.

11. Sensación de ahogo.

12. Temblores de manos.

13. Temblor generalizado o estremecimiento.

14. Miedo a perder el control.

15. Dificultad para respirar.

16. Miedo a morirse.

17. Sobresaltos.

18. Molestias digestivas o abdominales.

19. Palidez.

20. Rubor facial.

21. Sudoración (no debida al calor).

Prevención

La ansiedad depende de múltiples factores, tanto
situacionales como personales, por lo tanto son muchas las
variables sobre las que podemos incidir para conseguir prevenirla
o reducirla (Cano, 2002). 

A nivel personal y de manera muy general, si tenemos en
cuenta ambos tipos de factores (situaciones e individuos)
cabría señalar algunas variables importantes sobre
las que podemos incidir son (Cano, 2002):

1) La dieta (Cano, 2002):

  • Conviene comer sano, evitando las comidas que
    sobrecargan a nuestro organismo con pesadas digestiones u otras
    consecuencias negativas a corto, mediano o largo plazo
    (obesidad,
    colesterol, etc.).
  • Usar el tiempo de comer como momento de descanso y
    ruptura con nuestras actividades profesionales.
  • Es bueno aprovechar la comida para hacer vida social
    y familiar.
  • No abusar del alcohol en las comidas.

 2) Descanso (Cano, 2002):

  • Dormir lo suficiente, alrededor de ocho
    horas.
  • Tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de
    ocio y descanso.
  • Fomentar las relaciones sociales como alternativa al
    trabajo.
  • Dejar el trabajo
    en la oficina (tanto
    los papeles, como las preocupaciones).

 3) Ejercicio físico (Cano,
2002):

  • La práctica moderada de algún deporte o ejercicio
    físico ayuda a relajarnos.
  • Caminar todos los días al menos treinta
    minutos.
  • Utilizar las actividades de ejercicio físico
    para airearnos (naturaleza)
    y airear nuestros pensamientos charlando relajadamente con
    familiares o amigos.

 4) Organización (Cano, 2002):

  • La organización del tiempo y de nuestras
    actividades, estableciendo horarios, es fundamental para poder
    descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos
    sobresaltos, olvidos importantes, etc.
  • No llegar tarde a las citas, contando con los
    pequeños retrasos habituales para estar a
    tiempo.
  • Saber seleccionar actividades cuando no podemos hacer
    todo.

5. Solución de problemas y toma de decisiones
(Cano, 2002):

  • No dejar pasar los problemas, afrontarlos de una
    manera más activa o más pasiva, pero decidiendo
    qué es lo mejor en cada caso.
  • Tomar decisiones siguiendo un proceso lógico:
    planteamiento
    del problema, análisis de alternativas (pros y
    contras), elección de una alternativa. No volver
    atrás.
  • No analizar continuamente el problema o las
    alternativas: esto produce ansiedad.

 6. Interpretación de situaciones y
problemas (Cano, 2002):

  • El estrés que nos produce un problema o
    situación depende de las consecuencias que prevemos,
    pero a veces exageramos las consecuencias negativas
    (hipervaloramos la probabilidad
    de que ocurra algo malo, hacemos un análisis
    catastrofista de las consecuencias, realizamos una
    interpretación negativa de una situación ambigua,
    llevamos a cabo anticipaciones negativas y empezamos a sufrir
    un problema que no existe, etc.).
  • Si estamos nerviosos, entender que es natural, la
    ansiedad es tan natural como el miedo, la alegría o el
    enfado, y no preocuparnos aún más porque estamos
    activados o nerviosos.
  • Actuar con naturalidad, no evitar los problemas, no
    estar preocupados por lo que los otros puedan pensar de
    nosotros o de nuestro problema.
  • Es bueno saber que los demás no perciben
    nuestros síntomas de ansiedad con la misma intensidad
    que nosotros los estamos experimentando.
  • Es bueno pensar que los demás también
    tienen ansiedad y que cuando nosotros notamos su ansiedad no
    les condenamos (¿por qué tenemos que ser
    más severos con nosotros mismos que con
    otros?).
  • No añadir elementos accesorios al
    problema.

 7. Atribuciones y autoestima
(Cano, 2002):

  • Si hemos hecho bien una cosa, reconocer nuestra
    propia autoría y felicitarnos por ello (no ha sido la
    suerte, sino nuestro esfuerzo y nuestra capacidad).
  • Si hemos hecho mal una cosa, no deslindarnos de la
    culpa, reconocer que hemos actuado mal en esta ocasión,
    analizar nuestros errores y corregirlos, sin culpas, sin
    pensamientos negativos sobre uno mismo ("esta vez lo he hecho
    mal, debo corregirlo").
  • Es bueno querernos y tratarnos bien.

 8. Relaciones con los demás (pareja,
amigos, compañeros, familia, etc.)
(Cano, 2002):

  • Reforzar las conductas positivas de las personas de
    nuestro entorno, con aprobación, halagos, sonrisas,
    pequeños detalles, etc.
  • Corregir las conductas negativas de las personas de
    nuestro entorno, dándoles la información a tiempo
    y nuestra desaprobación, pero sin problemas, sin culpas,
    ni otros castigos.
  • No traer continuamente los problemas del pasado, las
    culpas de los demás (ya los perdonamos),
    etc.
  • Recordar siempre que una pareja en crisis intercambia
    muchos castigos y pocos refuerzos, justo lo contrario de una
    pareja sin problemas.

 9. Entrenamiento
específico en técnicas
de control de ansiedad y estrés (Cano, 2002):

  • Practicar la relajación con cierta frecuencia
    en los momentos en los que nos encontramos mal,
    dedicándonos algún tiempo a nosotros
    mismos.
  • Leer algún buen libro de
    autoayuda para aprender a pensar bien, eliminando algunos
    pensamientos erróneos, ideas irracionales, etc., que nos
    estresan.
  • Exponernos poco a poco a las situaciones que nos
    generan pánico.
  • Aprender a decir no, cuando nos cuesta mucho, pero
    sabemos que es mejor decir no.
  • Practicar nuestras mejores habilidades
    sociales.
  • Si tenemos dificultades, y no sabemos poner en marcha
    estas actividades que nos pueden ayudar a controlar nuestro
    estrés y a reducir nuestra ansiedad, ponernos en manos
    de un buen especialista. Si seguimos sus indicaciones, nos
    ayudará a recuperar el bienestar y la salud.

Partes: 1, 2, 3
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