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Libertad y necesidad como un problema de antropología filosófica (página 2)




Enviado por Ariel Charry Morales



Partes: 1, 2

El hombre
interpreta el mundo a partir de conceptos y categorías lo
que no implica de ningún modo que el mundo esté
determinado por la subjetividad o por la idea, ya que es
erróneo pensar que el mundo es un algo sin forma, sin
estructura, es
decir, un montón de materiales
predispuestos caóticamente, por el contrario, se trata de
una existencia regida por leyes e
independiente de nuestra conciencia.

Ahora bien, según Kant existe un
conocimiento
distinto del saber instrumental que se propone la ciencia
empírico-matemática
ya que el
conocimiento ya que el conocimiento de la realidad no se
reduce meramente a lo que subyace al concepto de
naturaleza, o
al reino de lo necesario; sino que existe un conocimiento basado
en la esfera de la razón el que está constituido
por el concepto de libertad, porque la libertad es la
categoría racional por excelencia, es decir, que un
discurso sobre
la libertad es posible en tanto éste no tenga
preatenciones de científico, en otras palabras, existe un
ámbito en el cual las causas y los efectos, la ley de
causalidad, deja de relacionarse necesariamente, cuyo
ámbito es: el reino de la libertad.

El problema de la ilegalidad de la razón
dialéctica radica en el hecho de ser referida ésta
a una legalidad que
no le corresponde; esto es, a la legalidad de la razón
instrumental lo que equivale a la absolutización del
concepto de naturaleza, a la absolutización de los
métodos
empírico-positivos, a la absolutización de la
ciencia
positiva, lo cual deja por fuera al sujeto histórico ya
que la realidad objetiva dentro del criterio de lo puramente
cuantitativo "se transforma en una realidad objetual, la realidad
de los objetos. De la ‘fysis’ surge la física, y de la
naturaleza queda la mera natura naturata… el hombre es
transformado en objeto, y es analizado como si estuviese al mismo
nivel que las cosas y los objetos. El mundo humano se convierte
en mundo físico, y la ciencia del hombre en ciencia del
hombre-objeto, es decir, en física social".

El hombre es reducido a "magnitud física" lo que
responde a una realidad objetiva, y que a su vez, determina la
existencia de una lógica
que responde o justifica las relaciones sociales deificadas, la
racionalidad tecnológica o instrumental.

La libertad y la necesidad se nos presenta
como una dualidad, como contradicción y antagonismo. Estos
dos reinos los
podemos sintetizar de la siguiente manera:

Reino de la necesidad se nos presenta como el reino de
la miseria, de la insatisfacción, de la desdicha; mientras
la libertad se nos aparece como la superación de la
necesidad, como el reino de la felicidad del hombre. En
esta óptica
se ubica la tradición marxista. Hacia 1878 Engels
decía: "Hegel ha sido el
primero en exponer rectamente la relación entre libertad y
necesidad. Para él, la libertad es la comprensión
de la necesidad. ‘La necesidad es ciega sólo en la
medida en que no está sometida al concepto’. La
libertad no consiste en una soñada independencia
respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de
esas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas
obrar según un plan para
determinados fines. Esto vale tanto respecto de las leyes de la
naturaleza externa cuanto respecto de aquellas que regulan el ser
somático y espiritual del hombre mismo: dos clases de
leyes que podemos separar a lo sumo en la representación,
no en la realidad".

Pero para Marx como para
Engels la libertad no será ya aquello que entendía
Hegel, será una concepción nueva y distinta la que
establecerá el marxismo. La
necesidad no debe ser ciega como la furia de la naturaleza, debe
ser racionalizada, es decir, el hombre debe descubrir las leyes
que rigen la necesidad para poner a su servicio
dichas leyes, porque no es que el hombre "destruya" las leyes
naturales, sino que las comprende para controlarlas y adaptarlas
a sus necesidades. El ser humano supera a partir del conocimiento
de las leyes naturales la ciega necesidad natural puesto que el
hombre se ha humanizado o se ha separado de la naturaleza, pero
como ser social sigue siendo parte de ella. Por otro lado, la
escisión que se ha establecido en la ciencia tal vez no
responda más que a una interiorización de la
división del trabajo,
porque tal división hace que la ciencia esté
constituida por disciplinas unilaterales, desposeídas de
toda visión dialéctica o de interacción compleja, además de ser
absurdo el concebir el mundo circundante natural como algo ajeno
al espíritu y, todavía peor, querer fundamentar las
ciencias
sociales sobre las ciencias
naturales para asignarles una pretendida exactitud del orden
científico referido a la naturaleza.

"Pero tanto más han intervenido
prácticamente las ciencias
naturales a través de la industria en
la vida humana, cambiándola y preparando la
emancipación humana, si bien su efecto inmediato ha sido
llevar al colmo la deshumanización. La industria es la
relación real, histórica de la naturaleza, y por
tanto de las ciencias naturales, con el hombre. Por eso, una vez
comprendida como revelación exotérica de las
facultades humanas, se entiende también la humanidad de la
naturaleza o naturalidad del hombre; la ciencia natural,
perdiendo su orientación abstractamente material o por
mejor decir idealista, se convierte en la base de la ciencia del
hombre, del mismo modo que ya se ha convertido en la base de la
vida realmente humana, aunque sea en forma enajenada. Poner una
base para la vida y otra para la ciencia es de antemano una
mentira".

el hombre ha llevado a cabo un profundo desarrollo
espiritual, que va desde la actitud
mítico-religiosa hasta la conquista de
la actitud filosófica. En esa primera actitud, el hombre
es un ser dependiente de fuerzas ciegas ya que la naturaleza le
es ajena en sus causas fenoménicas y, el hombre
está a la deriva de la providencia o de la
razón divina. Pero es la experiencia y el
conocimiento acumulado lo que le permite superar la ingenua
empiria cotidiana y, establecer una nueva visión del mundo
reestructurando y transformando sus concepciones que van de la
cosmogonía (origen del mundo o universo) a la
cosmología (explicación racional del universo), lo
que fue posible a partir de la reflexión que posibilita el
surgimiento de una actitud crítica
universal: La Filosofía. La filosofía desde su aparición ya
implicó un conocimiento universal, un conocimiento de
totalidad sobre el mundo, una cosmovisión de Logos
(de razón, tratado o discurso). El interés
del hombre de ciencia ya no quedaría encerrado en la
singularidad y en la estrechez de la empiria, sino que a partir
de aquí propende por una infinitud de tares, porque dicha
particularidad es rechazada por la universalidad, que construye
la realidad basada en la razón dialéctica. A su vez
el problema de la verdad supera el horizonte de la finitud y se
desdobla en el tiempo
histórico por cuanto ésta no es dada como un
absoluto, sino que es un proceso
infinito tras el asalto a la verdad objetiva, lo que nada tiene
que ver con el cinismo relativista del pragmatismo,
por el contrario, es algo directamente determinado por el
conocimiento
científico del hombre en el sentido en que Marx lo
entiende, es decir, como wissenschaftlich, lo que alude a las
ciencias humanas tanto como a las de la naturaleza.

Es un hecho que se trata de un contrasentido, el
considerar el conocimiento enmarcado dentro de dos esferas:
naturaleza y espíritu, ya que las ciencias de la
naturaleza no son autónomas e independientes de las
ciencias sociales por cuanto que es el hombre el sujeto o agente
de ambas dimensiones. El ser humano no vive en dos esferas, no es
de una parte naturaleza y de otra historia, es ambas cosas en
el mismo instante; el hombre como ser que se desprende de la
naturaleza sigue siendo naturaleza, pero es un ser natural que
humaniza la naturaleza en cuanto se convierte en ser social, en
cuanto hace la historia, aunque haya de reconocer que la
naturaleza es una totalidad absoluta, en el sentido de que se
basta a sí misma. Ahora, si el reino de la necesidad sigue
apareciendo como una fuerza ciega
es porque la sociedad, la
realidad objetiva, se encuentra cosificada, el hombre está
alienado en el mundo que crea, el cual se le aparece como un
mundo dado.

El reino de la necesidad ya no es determinado
enteramente por la naturaleza, es el hombre quien determina su
existencia y prolongación porque, tenemos que "con la toma
de posesión de los medios de
producción por la sociedad se elimina la
producción mercantil y, con ella, el dominio del
producto sobre
el productor. La anarquía en el seno de la
producción social se sustituye por la
organización conciente y planeada. Termina la lucha
por la existencia individual. Con esto el hombre se separa
definitivamente, en cierto sentido, del reino animal, y pasa de
las condiciones de existencia animales a otras
realmente humanas. El cerco de las condiciones de existencia que
hasta ahora dominó a los hombres cae ahora bajo el dominio
y el control de
éstos, los cuales se hacen por vez primera concientes y
reales dueños de la naturaleza, porque y en la medida en
que se hacen dueños de su propia sociación. Los
hombres aplican ahora y dominan así con pleno conocimiento
real las leyes de su propio hacer social, que antes se les
enfrentaban como leyes naturales extrañas a ellos y
dominantes. La propia sociación de los hombres, que antes
parecía impuesta y concedida por la naturaleza y la
historia, se hace ahora acción
libre y propia. Las potencias objetivas y extrañas que
hasta ahora dominaron la historia pasan bajo el control de los
hombres mismos. A partir de ese momento harán los hombres
su historia con plena conciencia; a partir de ese momento
irán
teniendo predominantemente y cada vez más las causas
sociales que ellos pongan en movimiento los
efectos que ellos deseen. Es el salto de la humanidad desde el
reino de la necesidad al reino de la libertad".

El desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas le
permitiría al hombre no preocuparse por sus problemas de
existencia; su trabajo y su actividad no serían un simple
medio, sino que todas sus fuerzas estarían orientadas a un
desarrollo cualitativo y como tal planificado; sería la
convivencia armónica entre el ser humano y la naturaleza,
de una naturaleza en beneficio del hombre, así mismo de la
coexistencia armónica entre el hombre y el hombre, lo cual
le permitiría un desarrollo de todas sus facultades, un
desarrollo integral por cuanto se desplazaría dentro de un
ordenamiento social objetivo-racional.

El modo de producción capitalista está
regido por la ley del mercado en el que
no cuenta más que la superproducción en beneficio
de los grandes monopolios porque, contradictoriamente, la
crisis
económica bajo el orden capitalista es una crisis de
superproducción de mercancías, es la
superabundancia dentro de la escasez y la
miseria, es la superproducción dentro del desperdicio, el
despilfarro y la anarquía de la pseudolibertad. La
libertad en el sistema
capitalista es meramente formal, la cual tiene como fundamento,
así como la igualdad, la
ley del libre cambio, la ley
de la libre concurrencia y, por tanto, el interés
egoísta. Se trata de una libertad e igualdad
jurídica y/o metafísica
ya que no son más que ideas puras expresadas idealmente en
tanto que no responden más que a una realidad mistificada
en la que predomina por entero el fetichismo del dinero, el que
mueve el eje de la libertad burguesa determinando la igualdad a
partir de la libertad de consumo; la
igualdad y la libertad están determinadas por la capacidad
de desplazamiento en el mercado, en la circulación de
mercancías para el consumo de mercancías como
tales, porque el hombre en el sistema capitalista es la
mercancía en su estado
superior y, el hombre como hombre económico es un ser
determinado por la necesidad, por la anárquica necesidad
en cuanto el criterio de lo económico responde sólo
a la cantidad, es el consumo de lo puramente irracional, es la
inconciencia de la determinación social, es la
condición reificada del hombre tanto objetiva como
subjetivamente, en otras palabras, la conversión del ser
humano en cosa en todas sus dimensiones. El hombre se convierte
en un ser subyugado por la preocupación y la angustia del
existir, porque "el preocuparse es el aspecto fenoménico
del trabajo abstracto".

En razón a lo anterior "el reino de la libertad
sólo empieza allí donde termina el trabajo
impuesto por
la necesidad y por la coacción de los fines externos;
queda, pues, conforme a la naturaleza de la cosa, más
allá de la órbita de la verdadera producción
material. Así como el salvaje tiene que luchar con la
naturaleza para satisfacer sus necesidades, para encontrar el
sustento de su vida y reproducirla, el hombre civilizado tiene
que hacer lo mismo, bajo todas las formas sociales y bajo todos
los posibles sistemas de
producción. A medida que se desarrolla,
desarrollándose con el sus necesidades, se extiende este
reino de la necesidad natural, pero al mismo tiempo se extienden
también las fuerzas productivas que satisfacen aquellas
necesidades.

La libertad, en este terreno, sólo puede
consistir en que el hombre socializado, los productores
asociados, regulen racionalmente este intercambio de materias con
la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de
dejarse dominar por él como por un poder ciego, y
lo lleven con el menor gasto posible de fuerzas y en las
condiciones más adecuadas y más dignas de su
naturaleza
humana. Pero, con todo ello, siempre seguirá siendo
éste un reino de la necesidad. Al otro lado de sus
fronteras comienza el despliegue de las fuerzas humanas que se
considera como fin en sí, el verdadero reino de la
libertad, que sin embargo sólo puede florecer tomando como
base aquel reino de la necesidad. La condición fundamental
para ello es la reducción de la jornada de
trabajo".

Pero en el reino de la libertad las necesidades no se
estancan y tampoco desaparecen ya que el devenir social en
sentido humano y cualitativo está motivado por la
necesidad, es decir, por las contradicciones naturales y sociales
que mueven al hombre a superar el reino de la necesidad en
general en pro de la comunidad
humana, puesto que en la medida en que surgen necesidades al
mismo tiempo se hace más sofisticado el desarrollo
tecnológico que permite superar no sólo las
necesidades naturales sino también las necesidades humanas
producidas por el hombre mismo. La necesidad humana y no humana
no condicionará ni determinará la existencia del
hombre, sino que será éste quien conscientemente
rija su destino histórico al superar el reduccionismo
económico y cuantitativo de la sociedad reificada. La
libertad real está basada en la necesidad pero, la
necesidad no determina el reino de la libertad. En el reino de la
libertad se producirá una interrelación entre la
necesidad humanamente constituida y el hombre, lo que
permitirá a éste trascender el mundo de lo
económico y objetual y desdoblarse en la esfera de la
armonía de la sociedad desmitificada: La
Felicidad
.

CONCLUSIÓN

Hoy es bastante claro que la economía no es factor autónomo sino
una estructura más que coadyuva a la unidad de las
diferentes esferas de la vida social. El hombre tiene que superar
la primacía económica a partir de un nuevo
ordenamiento racional de la sociedad equivalente a un proceso de
liberación. Dicho proceso se ha de entender como la
emancipación general del hombre de todas las barreras
socialmente condicionadas que se oponen a su verdadero
desdoblamiento en la historia negándole así un
devenir de integridad humana en la totalidad.

Efectivamente, al decir de Marx, las fuerzas productivas
han alcanzado un verdadero desarrollo que posibilita un alto para
la reflexión individual y social, es decir, el hombre
cuenta con las condiciones materiales para mirar dentro de
sí mismo (proceso de autorreflexión) y
señalar las directrices de su condición humana
positiva. La sociedad tecnológica y del conocimiento
requiere cada vez más de sujetos instruidos pero con una
alta sensibilidad social y natural, puesto que la
emancipación global del ser humano no puede reducirse ni
estar condicionada a la sola transformación de las
estructuras
materiales, es necesario transformar las estructuras del pensar
del hombre, cambiar la mentalidad del mismo y exaltar la
dimensión afectiva de lo humano, porque ésta
dimensión permitirá la instauración de
relaciones sociales verdaderas (acción
comunicativa).

Es necesario que el hombre invierta sus relaciones para
convertirse de mera cantidad en cualidad y, para esto tiene que
"forzar la ’sobreproducción’ de consciencia
para ‘poner sobre la cabeza’ todo el acontecer
histórico, para convertir a la idea en la potencia material
decisiva. Las cosas tienden a una revolución
más profunda que la usual transición de una
formación a otra en el interior de la misma
civilización. Lo que nos aguarda ahora… es una
revolución cultural en su sentido más verdadero:
una revolución de toda la forma subjetiva de la vida de
las masas…"puesto que, "el hombre basará su
existencia sobre su consciencia, sobre ’el modo superior de
la materia’…"

BIBLIOGRAFÍA

Kosík, Karel; "Dialéctica de lo Concreto",
Editorial Grijalbo, México,
1979

Engels, Federico; "Anti-Dühring", Crítica,
Grupo
editorial Grijalbo (OME 35), Barcelona, 1977

Marx, Karl; "El Capital",
Fondo de Cultura
Económica, T. III. Bogotá, 1977

Marx, Karl; "Manuscritos de París. Anuarios
Francoalemanes, 1844". Crítica, Grupo editorial Grijalbo
(OME 5), Barcelona, 1978.

Bahro, Rudolf; "La Alternativa", Alianza Editorial,
Madrid,
1980

 

 

 

Autor:

Ariel Charry Morales

Filosofo

Partes: 1, 2
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