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Trastornos de la conducta alimentaria (página 2)




Enviado por Gabriela Vera



Partes: 1, 2

 

Modelos explicativos existentes:

Tabla 1 – Modelos de
Etiología multideterminada (Toro y Vilardell,
1987).

Factores Predisponentes

Factores de Mantenimiento

Genéticos

Consecuencias

Trastornos Afectivos

Interacción Familiar

Personalidad

Interacción Social

Obesidad

Elementos Socioculturales

Contexto Familiar

Este modelo enumera
las posibles causas del problema pero no establece ningún
tipo de relación entre los factores, no habla de
relaciones causa – efecto y se limita a describirlos.

 Gráfico 1. Modelo bioconductual
de la anorexia
(Epling y Pierce, 1991).

Este modelo presenta mejoras con respecto al anterior al
presentar las relaciones existentes entre los distintos
componentes del problema conductual. Relaciona los
acontecimientos culturales con investigación científica.

El análisis funcional como modelo
etiológico de la anorexia y bulimia

Tradicionalmente, se ha propuesto la anorexia y
bulimia nerviosas como trastornos o enfermedades mentales que
dan pie a una serie de síntomas o manifestaciones. Pero
esos síntomas o manifestaciones explican la verdadera
causa del problema o solo se limitan a describir este sin
proponer un elemento o elementos explicativos reales y
científicos de la causa o causas. Entonces el problema
cual es realmente: será el miedo a engordar (no, puesto
que eso solo es un síntoma), será la percepción
distorsionada de la imagen corporal
(de nuevo es un síntoma). Una enfermedad no puede ser lo
mismo que los síntomas a través de los que se
manifiesta; luego entonces ¿qué son la anorexia y
la bulimia aparte
de sus síntomas? La anorexia y la bulimia son UN CONJUNTO
DE CONDUCTAS Y RESPUESTAS EMOCIONALES ARBITRARIAMENTE
SELECCIONADAS, no son ni más ni menos que eso. Lo otro son
simples nombres con los que identificamos los síntomas
pero eso no es más que un nombre (Carrasco, 2000). Como
señalan acertadamente Schludnt y Johnson: "un desorden
alimentario es un patrón de conducta anormal
respecto a la ingesta de alimentos y el
balance energético".

Así que nos toca preguntarnos por qué las
personas con este problema con la comida se comportan así,
y una vez conozcamos la causa o causas y sus consecuencias
podremos plantearnos la posibilidad de modificarlos.

Los resultados de investigaciones
llevadas a cabo en el marco del conductismo
consiguen dar una respuesta científica a esta pregunta
(Carrasco T, 2000). Por ejemplo, la persona que se da
atracones o reducen la ingesta de alimentos de un modo alarmante
o se auto describen como obesas lo hacen así porque las
consecuencias de su conducta les reportan bienestar y por eso se
mantienen en el tiempo. Por
esto, como dice Carrasco, T (2000) "la tarea principal del
psicólogo clínico es averiguar cuales son esas
consecuencias y actuar sobre su causa".

Resumiendo, la función de
la conducta es facilitar la exposición
del sujeto a ciertas consecuencias y de ahí se deriva el
análisis funcional.

Proponemos el repaso por alguna de las posibles causas
de la "anorexia y bulimia nerviosas" y su explicación
científica. Por supuesto, no en todos los casos
aparecerán la totalidad de las funciones; en
algunos intervendrán unas y en otros, otras.

Se trata por tanto, no de establecer programas de
tratamiento aplicables a cualquier persona con una
relación no natural con la comida sino de definir
operacionalmente las conductas del cliente y las
consecuencias que recaen sobre sus emociones (estas
emociones en términos de reforzadores mantendrán o
eliminarán esa conducta). Así ahorraremos técnicas
que no tienen por qué aplicarse; porque el cliente no las
necesita. En resumen, el apoyo en el análisis funcional es
esencial para determinar las causas del problema conductual
etiquetado como "anorexia o bulimia nerviosa".  

Funciones de la reducción de la ingesta de
alimentos

1. Evitar la obesidad.
El estar gorda viene asociado a una gran cantidad de
consecuencias aversivas, así ante la anticipación
de esa conducta se realizarán conductas de
evitación como dejar de comer, práctica ejercicio
etc. Proceso
similar a este es una fobia en la cual las conductas de
evitación reducen la ansiedad anticipatoria de la conducta
miedo a engordar. Esta función sería la más
extendida y donde se producen la mayoría de errores,
porque se piensa que todas las niñas tienen miedo a
engordar cuando ahora veremos que no tiene por que ser así
sino que la comida es un medio para conseguir otra
conducta.

2. Adelgazar – verse delgada. Las emociones
agradables que proporciona el contemplarse delgada facilitan el
acceso a reforzadores frecuentes e intensos. (Carrasco, T 2000).
La delgadez actúa como un estímulo, el cual va
seguido de un  reforzador positivo con el que el
condicionamiento es claro y su aprendizaje
inmediato, relacionado conductas que le lleven a acceder a la
delgadez y, a su vez, a los reforzadores positivos.

3. Sentir control. Es
una sensación que se experimenta cuando las descripciones
verbales de una conducta se transforman en movimiento
motor en
relación con el ambiente. La
sensación es agradable. Las conductas relacionadas con la
comida son importantes fuentes de
control y la consecución de estas emiten una respuesta de
bienestar al sentir la capacidad para controlar la conducta en
este caso alimentaría. En esta función de la
conducta no natural con la comida, el hambre actuaría como
un potente reforzador positivo que premiaría su
sensación de control, la expectativa de contingencia de
reforzamiento de delgadez y la no aparición de la obesidad
actuarían a su vez como refuerzo negativo de la
sensación de control. Esto se puede operacionalizar, por
ejemplo, con los kilos que la persona va perdiendo que
también reforzarían negativamente la
sensación de control.

Existen mas reforzadores positivos de las conductas
anteriormente citadas; así, por ejemplo, nos encontramos
con la atención que va a recibir el paciente,
asumir el rol de persona enferma, y la evitación de
conductas indeseables por el hecho de tener un problema de
relación con la comida.

Hemos descrito las funciones que con mayor frecuencia
explican las relaciones no naturales con la comida, su inicio y
su mantenimiento; para terminar invitar al diseño
de tratamientos a la medida del cliente, tras la
identificación de las funciones de las conductas no
naturales con la comida que se suceden en cada caso particular
(Carrasco, T 2000).

El DSM-IV subdivide los TCA en anorexia nervosa y
bulimia nervosa. La primera se asocia con conductas obsesivas y
con un exceso de control; la segunda se asocia con conductas
más histéricas vinculadas con la impulsividad. Se
han encontrado conductas similares entre este tipo de trastornos
y la depresión,
el trastorno límite de personalidad y
los rasgos obsesivo-compulsivos. Sin embargo, se sabe que es muy
difícil detectar un trastorno puro, ya que se confunden
sus respectivo cuadros clínicos.

Los rasgos de personalidad ocupan un lugar muy
importante en el origen de los TCA. No obstante, los estudios
encaminados a valorar la relación entre estas dos variables han
arrojado resultados muy diferentes. A pesar de ello, se han
obtenido datos
convincentes al relacionar los TCA con determinados rasgos del
temperamento y carácter, que aparentemente pueden ser
determinantes en la presentación, el origen, el curso y la
evolución de los mismos. A partir de los
estudios de la
personalidad realizados, se pretende detectar determinados
factores que intervienen en el desarrollo de
los TCA, y que hacen que ciertas mujeres sean propensas a
desarrollarlos, o bien pueden ser factores concomitantes. Sin
embargo, hay que tomar en cuenta que la presión
del medio para que una mujer se mantenga
delgada puede ser un factor importante. La evidencia general es
que se trata de un trastorno multifactorial.

Criterios para el diagnóstico de F50.0 Anorexia
nerviosa [307.1]

A. Rechazo a mantener el peso corporal igual o por
encima del valor
mínimo normal considerando la edad y la talla (p. ej.,
pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85 %
del esperable, o fracaso en conseguir el aumento de peso normal
durante el período de crecimiento, dando como resultado un
peso corporal inferior al 85 % del peso esperable).

B. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso,
incluso estando por debajo del peso normal.

C. Alteración de la percepción del peso o
la silueta corporales, exageración de su importancia en la
autoevaluación o negación del peligro que comporta
el bajo peso
corporal.

D. En las mujeres pospuberales, presencia de amenorrea;
por ejemplo, ausencia de al menos tres ciclos menstruales
consecutivos. (Se considera que una mujer presenta amenorrea
cuando sus menstruaciones aparecen únicamente con
tratamientos hormonales, p. ej., con la
administración de estrógenos.)

Especificar el tipo:

Tipo restrictivo: durante el episodio de anorexia
nerviosa, el individuo no
recurre regularmente a atracones o a purgas (p. ej.,
provocación del vómito o uso
excesivo de laxantes, diuréticos o enemas)

Tipo compulsivo/purgativo: durante el episodio de
anorexia nerviosa, el individuo recurre regularmente a atracones
o purgas (p. ej., provocación del vómito o uso
excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).

Criterios para el diagnóstico
de F50.2 Bulimia nerviosa [307.51]

A. Presencia de atracones recurrentes. Un atracón
se caracteriza por:

(1) ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo
(p. ej., en un período de 2 horas) en cantidad superior a
la que la mayoría de las personas ingerirían en un
período de tiempo similar y en las mismas
circunstancias

(2) sensación de pérdida de control sobre
la ingesta del alimento (p. ej., sensación de no poder parar de
comer o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que se
está ingiriendo).

B. Conductas compensatorias inapropiadas, de manera
repetida, con el fin de no ganar peso, como son
provocación del vómito; uso excesivo de laxantes,
diuréticos, enemas u otros fármacos; ayuno, y
ejercicio excesivo.

C. Los atracones y las conductas compensatorias
inapropiadas tienen lugar, como promedio, al menos dos veces a la
semana durante un período de 3 meses.

D. La autoevaluación está exageradamente
influida por el peso y la silueta corporales.

E. La alteración no aparece exclusivamente en el
transcurso de la anorexia nerviosa.

Especificar tipo:

Tipo purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa,
el individuo se provoca regularmente el vómito o usa
laxantes, diuréticos o enemas en exceso

Tipo no purgativo: durante el episodio de bulimia
nerviosa, el individuo emplea otras conductas compensatorias
inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no
recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa
laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

II.- EVALUACIÓN
PSICOLÓGICA EN LOS TRASTORNOS

DE LA CONDUCTA
ALIMENTARIA.

Entre los instrumentos utilizados para
evaluar la personalidad en los TCA está el Inventario
Multifásico de la Personalidad (MMPI). Se trata de un
instrumento autodescriptivo que permite comparar de forma
controlada al individuo con el grupo al que
pertenece, con lo que se obtienen rasgos finos y completos de la
personalidad del sujeto. La prueba arroja información sobre las
características generales del estado
afectivo (tristeza, pesimismo, euforia, etc.), la calidad de las
relaciones
interpersonales (dificulta4, Salud Mental,
Vol. 26, No. 3, junio 2003) tales para establecer compromisos
afectivos profundos, dependencia a las relaciones, etc.) y las
características de demanda y
expresión de afecto. Sirve asimismo para detectar
dificultades en el control de los impulsos, conocer la capacidad
de introspección y, por último, saber qué
tipo de mecanismos de defensa utiliza el sujeto.

Otro instrumento es el Cuestionario
de Personalidad de Eysenck (CPE), el cual se basa en la observación de tres dimensiones de la
personalidad: el neuroticismo, el psicoticismo y la
extroversión, junto con una cuarta área denominada
"deseabilidad social o mentiras". Cada una de estas áreas
alude a conductas normales que se vuelven patológicas
sólo en casos extremos.

El último es el Inventario de Temperamento y
Carácter (ITC). Este consiste en un instrumento
autoaplicable que describe la personalidad dentro de un modelo
psicobiológico elaborado por Cloninger. En este
instrumento, el temperamento se describe como un rasgo altamente
heredable y permanente en el individuo, que se divide en cuatro
dimensiones: búsqueda de la novedad, evitación del
daño,
dependencia de la recompensa y persistencia. En cambio, los
rasgos de carácter, que se encuentran influidos
moderadamente por el aprendizaje
sociocultural y maduran de manera progresiva a lo largo de la
vida, se conforman de tres dimensiones: autodirección
(responsabilidad, dirección hacia objetivos
vs. inmadurez, integración deficiente e inseguridad),
la cooperación (ser útil, empático
vs. oportunista) y la autotrascendencia (creativo, poco
convencional vs. controlado, pragmático). Cada uno
de estos aspectos del carácter interactúa para
promover una adaptación a las experiencias de la vida y
ejerce a la vez influencia en la susceptibilidad del individuo
hacia los trastornos emocionales y del comportamiento.

Según Díaz Marsá y colaboradores,
las dificultades para establecer una relación entre los
TCA y los trastornos de la personalidad radican en que estos
últimos pueden comportarse como un factor predisponente,
una influencia en el pronóstico y la evolución, una
complicación influida por el daño físico o
una entidad completamente independiente.

Los estudios acerca de los rasgos de personalidad de los
pacientes con TCA muestran la presencia de un cúmulo de
rasgos "neuróticos". Patton y colaboradores encontraron,
en 1990, que los síntomas neuróticos y depresivos,
así como las características obsesivas de la
personalidad, se asocian con factores de riesgo para el
desarrollo del trastorno alimentario. En 1999, Díaz y su
equipo encontraron que a mayor duración de la enfermedad,
existen más síntomas de depresión. Sin
embargo, cuando se encuentra un menor grado de ansiedad, fobia,
obsesividad y somatización, el pronóstico suele ser
más favorable.

Las investigaciones más recientes nos permiten
considerar ciertas características de la personalidad como
factores que ejercen una importante influencia sobre los
trastornos de la conducta alimentaria; se estima que son
determinantes para el origen, la evolución y el
pronóstico del padecimiento de acuerdo con la intensidad y
la forma de expresión del mismo. Entre los factores que
intervienen en el desarrollo de los trastornos de la conducta
alimentaria, se encuentran determinados rasgos de personalidad
que hacen que algunas mujeres sean más propensas a
desarrollarlos; estos rasgos también pueden ser
concomitantes. Hay autores que señalan que aunque la
presión para mantenerse delgada es un elemento importante,
la evidencia general indica que se trata de un trastorno
multifactorial.

Entre los factores predisponentes se encuentran: la
tendencia a engordar, los patrones patológicos de interacción familiares, las
características de personalidad de los padres y sus
actitudes
hacia el peso, el control y la forma del cuerpo, así como
los trastornos cognoscitivos que alteran las percepciones y las
conductas.

En la anorexia nervosa restrictiva prevalecen los
patrones de conducta temerosa y ansiosa, relacionados más
comúnmente con los trastornos de personalidad por
evitación y dependencia. Las pacientes anoréxicas
compulsivo-purgativas comparten con las bulímicas formas
de conducta impulsiva, expresivoemotiva e inestable, que van de
la mano con los trastornos de personalidad limítrofe e
histriónico.

El temperamento de las pacientes con trastornos de la
conducta alimentaria puede influir en la presentación
clínica del trastorno, lo que a su vez puede dar lugar a
comportamientos restrictivos o purgativos. Con base en las
características de elevado neuroticismo y evitación
del daño, se vuelve notoria la diferencia temperamental
entre los dos principales tipos de trastorno alimentario.
Así, mientras que en la anorexia nervosa predomina la
dimensión de persistencia, en la bulimia nervosa, es
más evidente la impulsividad.

Aunque muchas personas pueden reunir los antecedentes
mencionados, solamente en algunas un comentario o suceso sin
importancia aparente puede despertar la "idea fija" de que la
pérdida de peso mejorará los sentimientos de
ineficacia e inadecuación que se tienen de
sí.

Se encontró un alto porcentaje de factores de
riesgo de la personalidad para desarrollar anorexia nervosa o
bulimia nervosa; algunos de éstos se relacionan con otros
trastornos psiquiátricos. Los factores que incrementan la
probabilidad
de conductas impulsivas parecen tener más influencia en el
caso de la bulimia nervosa que en el de la anorexia
nervosa.

El perfeccionismo y la autoevaluación negativa
parecen ser una característica particular como antecedente
para ambos trastornos. Sin embargo, mientras que las pacientes
con anorexia nervosa parecen mostrar una alta persistencia, las
pacientes bulímicas parecieran mostrar un temperamento
impulsivo.

III.-
PREVENCIÓN

Para colaborar en la prevención de estas
enfermedades es preciso que intervengan conjuntamente la propia
familia, los
centros docentes,
instituciones
oficiales y los medios de
información.

Con respecto a la población general, es fundamental tomar
conciencia del
relativismo de los cánones de belleza -la belleza no da la
felicidad-, del peligro que entraña realizar dietas sin
control profesional, de la obsesión por el peso y la
figura (cada persona es diferente). De ahí la importancia
de tener unos buenos valores
humanos que son lo realmente importante, y así mismo,
intentar mantener unos adecuados hábitos de alimentación en
casa.

Si creemos que nuestra hija, hijo, un
familiar, una amiga o amigo puede estar padeciendo un problema de
este tipo lo mejor es hablarlo directamente con ella o con
él. Hemos de tener en cuenta que posiblemente no le
resulte fácil hablar de ello, e incluso puede llegar a
negarlo. Sin duda, seremos de más ayuda si intentamos
ponernos en su lugar y tratamos de entender cuáles son sus
miedos, dudas o preocupaciones.

Intentaremos convencerle/la de la conveniencia de acudir
a su Centro de Salud, donde profesionales
sanitarios le indicaran el tratamiento específico que
deberá seguir. También podemos buscar asesoramiento
en las asociaciones y grupos de ayuda
mutua (encontrarás direcciones al final de esta
Guía). Allí nos informarán de las
características de estas enfermedades, de las
consecuencias que pueden llegar a tener y de los pasos que
podemos seguir para ayudar a superarlas.

Aprender acerca de la anorexia nerviosa, bulimia
nerviosa y el trastorno de comer compulsivamente. La
concienciación genuina te ayudará a evitar hacer
juicios o tener actitudes erróneas a cerca de la comida,
peso, figura corporal, y de los trastornos de
alimentación.

Desalentar la idea de que una dieta, un peso o un
tamaño corporal específico automáticamente
llevarán a la felicidad y plenitud.

Escoger retar a la creencia falsa de que la delgadez y
la perdida de peso son maravillosas, mientras que la gordura y el
subir de peso son horribles o indican flojera, falta de valor o
inmoralidad.

Evitar darla a la comida la connotación de buena
o mala, es decir no satanizar a los alimentos. Recuerda que todos
necesitamos comer una variedad de alimentos.

Decide evitar el juzgar a los demás y a ti misma
con base en el peso o figura corporal. Calla tu voz interna que
te dice que el peso de una persona tiene que ver con su
personalidad, carácter o valor como persona.

Evita transmitir una actitud que
diga, me gustarias mas si bajas de peso, o si no comes tanto,
etc.

Convertirte en un espectador critico de los medios de
comunicación y de sus mensajes a cerca de
la

Imagen corporal y la autoestima.
Responde a los mensajes que veas que promueven la delgadez sin
importar las consecuencias.

Si crees que alguien tiene un trastorno de
alimentación, exprésale tu preocupación de
manera directa y cariñosa. Suavemente pero firme,
aliéntala a buscar ayuda profesional
especializada.

Acepta la diversidad natural de los diferentes cuerpos
humanos, y festeja el tamaño y la figura única de
tu cuerpo.

Recuerda que por más enferma que parezca una
persona siempre tiene una parte sana. Es esta con la que debemos
aliarnos, y si hablamos en forma acusatoria con comentarios
acerca del peso, la comida, las calorías, etc, estaremos
relacionándonos con la parte más
enferma.

Habla siempre en primera persona, usando comentarios
como Te he notado triste…, Te he visto sola, etc.

Ofrece tu ayuda incondicional si realmente quieres
ayudar. Recuerda que puedes apoyar a alguien sin que esto
signifique necesariamente estar de acuerdo. Tu puedes cambiar el
futuro de alguien.

Como conclusión, destacar que para que una
prevención sea efectiva, debe ir dirigida a suprimir los
factores de riesgo. Una prevención basada en comentar los
trastornos de alimentación o en poner ejemplos con casos
reales, mas que prevenir da ideas agudizando el
problema.

IV.- INTERVENCIÓN
PSICOLÓGICA: TRATAMIENTO

Depende de la gravedad y del estadio de la enfermedad,
pero cuanto antes se detectan, mejor pronóstico tienen.
Puesto que el origen es multicausal, la terapia debe incluir
medidas encaminadas a resolver las posibles complicaciones
orgánicas, un plan de
recuperación de peso en caso necesario y de
reestructuración de hábitos dietéticos,
psicoterapia
personal y/o
familiar, y en algunos casos, tratamiento farmacológico.
La terapia puede ser ambulatoria, o si la enfermedad está
muy avanzada y necesita intervención drástica,
hospitalario.

En caso de intuir que se está desarrollando la
enfermedad, acudir al médico para que nos oriente y
proponga un tratamiento y establecer contacto con asociaciones de
TCA y/o grupos de autoayuda. Gracias a los grupos; los familiares
y también las personas afectadas, asumen mejor el
problema, toman mayor conciencia de que se trata de una
enfermedad, comprueban que no están solas, se sienten
más comprendidas y arropadas, comparten sus logros y
ayudan con ello a otras personas que están pasando por la
misma situación, lo que da gran satisfacción
personal.

Desde el punto de vista dietético y nutricional,
se explicará la importancia de llevar a cabo una
alimentación variada y completa, tomando diariamente la
cantidad suficiente de alimentos básicos, necesarios para
el buen funcionamiento de nuestro organismo.

Tratamiento de la anorexia nerviosa:

Hay diversos tratamientos para la cura de la
anorexia
, las alternativas son: psicoterapia,
terapia comportamental, terapia medicamentosa, familiar,
etc
. Los objetivos de estos tratamientos es regularizar
la alimentación en el individuo y tratar que el entorno
familiar solucione sus disfunciones ya que el papel de la familia es
fundamental para la recuperación. Se recomienda en el caso
de los padres del afectado que traten de hacer encontrar a su
hijo los valores
perdidos, fomentar su iniciativa, independencia
y autoestima. Ayudarlo a manejar su ansiedad, si se manifiestan
actitudes sospechosas no hay que encubrirlas sino pedir ayuda
profesional rápidamente, no imponer comida: que el tema de
la alimentación no se convierta en una
discusión.

Tratamiento de la bulimia:

Las personas que padecen esta enfermedad deben
seguir un tratamiento integral en donde estén
involucrados varios especialistas, como
nutricionistas, psicoanalistas y médicos o
endocrinólogos.
También es
conveniente señalar que la participación de
la familia del afectado es fundamental para su
recuperación, ya que los aspectos familiares son,
generalmente, los causantes de este tipo de enfermedades.
Se recomienda que si un joven reconoce estos
síntomas en él, debe acercarse a cualquier
institución de salud
pública o privada para evitar que el problema se
disipe y su tratamiento se torne más
complejo.

Es importante el papel de los nutricionistas ya
que ellos van a proporcionar al bulímico una
alimentación adecuada y cada
problema debe ser tratado de forma particular, pero
insistimos, la familia es un soporte más que
importante ya que dentro de ella se forma al adolescente y
dicha familia es la que lo va a contener y a proporcionar
la posibilidad de una cura siguiendo, claro está, un
tratamiento adecuado.

Evaluación medico-clinica: evaluación
médica y prescripción, si fuera necesario, de
análisis clínicos de rutina.

Evaluación psicologica: psicodiagnóstico;
evaluación mediante metodologías y técnicas
(tests, entrevistas
semidirigidas y otras).

Abordaje interdisciplinario de los Trastornos del
Comportamiento Alimentario:

· Psicoterapias individuales

· Psicoeducación alimentaria

· Desarrollo Yoico y Resolución de
Problemas

· Terapias grupales

· Psicoterapia por el arte

· Psicoterapias vinculares (Familia o
Pareja)

· Tratamiento Nutricional

· Asistencia
Médico-clínica

· Interconsultas Psiquiátricas

Se trabaja por sesiones o por módulos que abarcan
diferentes prácticas, ajustadas a las necesidades del
paciente y al momento del proceso terapéutico.

· Módulo intensivo

·Módulo intensivo de
características especiales (comprende compañante
terapéutico)
· Módulo de sostén y seguimiento

Prestaciones en Salud Mental:

· Psicoterapias Individuales

· Psicoterapias Vinculares (Familia y
Pareja)

· Desarrollo Yoico

· Psicoterapia por el Arte

· Tratamientos Psiquiátricos

· Orientación
Vocacional

· Entrevistas Psicológicas Focalizadas y
Orientativas

· (Resolución de Problemas)

Tratamiento de los desórdenes alimentarios en
Fundación
Manantiales:

Objetivos del
tratamiento.
El éxito
de la terapia para los trastornos de la ingesta depende de muchos
factores, entre ellos: la propia personalidad del paciente y el
deseo de cambio; la duración de su trastorno; la edad a
que comenzó la enfermedad; su historial familiar; su nivel
de habilidades sociales y vocacionales, y la complicación
con otros trastornos como la depresión. Y sobre todo
depende del tipo de tratamiento.

Es indispensable un tratamiento interdisciplinario con
un equipo especializado en trastornos de la alimentación.
Es importante recordar que no hay una cura milagrosa para los
trastornos de la ingesta. Estas enfermedades implican problemas
contra los que las pacientes han luchado y seguirán
luchando durante la mayor parte de sus vidas. Pero un buen
programa de
tratamiento ayudará a reforzar la autoestima y
enseñará a las participantes como enfrentarse a sus
problemas sin incurrir a conductas autodestructivas. Para los
pacientes que lo necesitan, el programa también
ayudará a restaurar la salud y la fuerza
física.

En general los tres objetivos principales de la
terapia son:

1) Mitigar los síntomas físicos peligrosos
o que representan una amenaza para la vida.

2) Enseñar a la paciente a comer normalmente, los
pensamientos destructivos en relación con el comer, el
peso y la comida.

3) Investigar, con la esperanza de cambiarlos, los
pensamientos destructivos en relación con el comer, el
peso y la comida.

Diagnóstico y Evaluación

Antes de que alguien inicie un tratamiento, como
paciente interna o externa, debe ser evaluado su estado
físico y mental general, la gravedad de su trastorno, la
eventual existencia de trastornos concurrentes y de su voluntad
para cambiarlos.

Cuestionario
Se
entrega un cuestionario especializado para evaluar al paciente.
Ayuda a evaluar las actitudes de alguien hacia el peso y la
figura, y clarifica las características
psicológicas como los rasgos de personalidad, grado de
desempeño social y problemas
similares.

La entrevista de
evaluación ayuda a obtener una idea mas clara del estilo de vida
de la paciente, su peso actual, historial de dieta y
fluctuaciones de peso, hábitos de la ingesta y actitudes
hacia el peso y la familia, el marido, la pareja o los amigos, y
los intereses y ocupaciones exteriores son de interés
porque arrojan luz sobre sus
habilidades de desempeño, el grado de independencia y la
medida de su aislamiento.

Tratamiento

Es fundamental la recuperación del peso y los
hábitos alimentarios adecuados. Se hace hincapié en
los aspectos nutricionales y en los factores
psicológicos.

También es importante que se rompan los
círculos viciosos de conductas familiares que mantienen el
trastorno alimentario. Por ejemplo, hay que tratar en algunos
casos que los padres sean menos exigentes y sobreprotectores con
sus hijos, de esta manera la persona se sentirá más
libre y podrá forjar su propia identidad,
aunque difiera de las expectativas de sus padres (recordemos que
generalmente nunca se aleja demasiado de lo que ellos
esperan).

Se focaliza en la estabilización del peso, el
restablecimiento psicológico y la prevención de
recaídas. El tratamiento es fundamentalmente ambulatorio y
su duración varía de acuerdo al caso. El
tratamiento ambulatorio es más eficaz para pacientes
jóvenes y con una evolución corta del
trastorno.

Utilizamos técnicas adecuadas y eficaces para
este tipo de trastornos.

Los aspectos conductuales comprenden las técnicas
para favorecer la desaparición de conductas
anómalas, como por ejemplo los malos hábitos
alimentarios, el aislamiento social, los conflictos
interpersonales, etc. Los aspectos cognitivos hacen referencia el
tratamiento de las creencias irracionales hacia la comida y el
aumento de peso, preocupaciones excesivas,
autocríticas.

Tratamiento de la imagen
corporal:

Se utilizan diferentes técnicas:

Relajación: En pacientes con anorexia o bulimia
nerviosa que han padecido experiencias negativas y/o de abuso
sexuales es frecuente que presenten dificultades para relajarse,
y sobretodo para percibir adecuadamente sensaciones de
relajación y de tensión de su cuerpo.

Técnica del Espejo: Consiste en confrontar
progresivamente a la paciente con su imagen (vestida y/o en traje
de baño).

Procedimiento de marcado de la silueta: El paciente
tiene que marcar en una foto deformada de su imagen el
tamaño que estime de sus partes corporales. Permite
investigar los ideales y las distorsiones cognitivas.

Terapia psicomotora: Incluye técnicas como
expresión corporal, respiración, etc., siendo su objetivo
principal lograr que el paciente se sienta satisfecho con su
figura.

Video confrontación: Su objetivo es disminuir la
ansiedad de los pacientes al observar su propia imagen a medida
que aumentan de peso.

Tratamiento grupal:

Facilita los procesos de
identificación, lo que a su vez favorece la
cohesión del grupo, el apoyo mutuo y contribuye a crear
una actitud más colaboradora y menos defensiva en los
pacientes.

Terapia familiar y Grupos
Multifamiliares

La familia debe aceptar intervenir en el tratamiento, ya
que es frecuente que la mayoría niegue el problema.
También es fundamental su educación en las
consecuencias físicas y psíquicas de la anorexia
nerviosa. La terapia familiar sistémica se basa en el
supuesto de que quien padece de las consecuencias de la

Anorexia Nerviosa no es sólo el
paciente, sino toda la familia.

Además la conducta de la misma contribuye al
mantenimiento de los síntomas. El objetivo de la misma es
modificar la estructura
disfuncional de la familia.

El objetivo prioritario en todo tratamiento debe ser la
desaparición de los atracones y de las conductas
compensatorias. Para ello son de gran eficacia las
técnicas psicoeducativas.

La conducta alimentaria restrictiva es un factor de
riesgo para la instauración de un trastorno
bulímico, aunque no en todos los casos. A las mismas hay
que sumarle otros factores desencadenantes como: ansiedad,
determinado tipo de alimentos, depresión, aburrimiento,
frustración.

En relación con la terapia familiar, en algunos
casos se aconseja al paciente a que no cambie, a que
continúe con los atracones, pero que registre todo lo que
come día a día. También se le explica la
función que cumple su síntoma dentro de la familia,
lo que permitirá entender las conductas bulímicas
como dirigidas a una finalidad y no como algo descontrolado, y es
esto lo que facilita que el paciente sienta que puede modificar
la conducta, en otros casos el terapeuta, al igual que en el
tratamiento para la anorexia, intenta modificar la estructura
familiar.

Existe una serie de comportamientos, actitudes, y
síntomas que alertan la presencia de un trastorno
alimentario. Cada trastorno de la alimentación, posee
diferentes señales
de alarma.

Los grupos multifamiliares permiten que las familias
adquieran herramientas
para sobrellevar el tratamiento, detectar conductas propias del
trastorno y compartir experiencias.

Modalidad de tratamiento

De acuerdo al diagnóstico y evaluación del
paciente por el equipo terapéutico se indica el
dispositivo adecuado: Internación, Hospital de Día
o tratamiento ambulatorio.

Los grupos terapéuticos y talleres

Se realiza en grupos de 8-10 personas. Los temas que se
tratan en las sesiones son: Ideales de belleza en influencia
sociocultural. Existen ideas sobrevaloradas erróneas como:
"delgadez= felicidad, salud" o como: "la delgadez
rejuvenece".

Consecuencias negativas del uso de
conductas de purga:

Producen problemas gastrointestinales, lesiones en el
esófago, erosión
del esmalte dental, deshidratación, etc. Importancia de la
normalización de la ingesta como primer
mecanismo para detener el círculo vicioso de
atracones-vómitos.

Plan de alimentación: de acuerdo al paciente se
entrega un plan de alimentación. Como primer paso hay que
interrumpir el círculo vicioso normalizando la ingesta,
para ello resulta eficaz seguir estos pasos:

1.-Desayunar no más tarde de una hora
después de levantarse.

2.-No deben pasar más de 3 a 4 horas entre el
desayuno y la comida.

3.-Merendar algo ligero.

4. Cenar no muy tarde (entre las 20:00 y las 21:00
hs.).

5. Las comidas deben considerarse como medicinas y tener
prioridad.

6. Comer en función de un esquema predeterminado
(1º plato, 2º plato y postre), y no en función
de que se tenga mayor o menor sentimiento de hambre.

7. Es muy importante no saltarse ninguna
comida.

V.- ESTUDIO DE CASO

Diagnóstico diferencial y tratamiento de un
caso de fobia ante la comida, con diagnóstico previo de
trastorno de la conducta alimentaria.

Identificación de la paciente

Mujer de 26 años, casada y sin hijos. Menor de
tres hermanos. Su padre había fallecido hacía 12
años de cáncer de pulmón y su madre
había vuelto a contraer matrimonio varios
años después. Abandonó el Instituto en
3º de BUP por necesidades económicas de la familia,
que determinaron su incorporación al mercado laboral. Su
último trabajo lo
desarrollaba en un hotel como
"camarera de piso", labor que tuvo que abandonar como
consecuencia de su malestar físico y emocional.

Análisis del motivo de consulta

Es derivada al Hospital por su Psiquiatra del Equipo de
Salud Mental de Distrito para descartar patología
orgánica. Estaba siendo tratada con psicofármacos
desde hacía meses por episodio depresivo moderado con
síntomas somáticos (caquexia y vómitos),
aunque previamente había sido derivada a un Dispositivo de
Trastornos de la Conducta Alimentaria donde no dieron respuesta a
su problemática.

Historia del problema

Desde hacía aproximadamente 11 meses y a
raíz de una serie de conflictos con su pareja y familia de
ambos, se muestra
apática, con ánimo triste, anhedonia, dificultad
para realizar las tareas habituales de la casa, abandono laboral
y angustia flotante que focalizaba a nivel esofágico, lo
que fue condicionando una disminución progresiva de la
ingesta de alimentos, ansiedad anticipatoria al exponerse a los
mismos y vómitos tras las comidas. Como consecuencia su
situación física fue empeorando: caída del
cabello, alteración del esmalte dentario, amenorrea y un
IMC cercano a 13. No reconocía alteración de la
imagen corporal puesto que manifestaba deseos de ganar peso.
Refería sueño fragmentado y ocasionalmente se
había planteado la muerte como
vía de escape de su situación.
Seis meses después del inicio del cuadro clínico
acude voluntariamente al Equipo de Salud Mental de referencia
donde se pauta tratamiento psicofarmacológico (Rivotril y
Largactil) y es derivada al Dispositivo de Trastornos de la
Conducta Alimentaria donde, según refiere la paciente, no
le dieron respuesta a su problemática. Ante la progresiva
pérdida de peso y el evidente deterioro físico
finalmente es remitida por su referente del Equipo de Salud
Mental al Hospital para descartar patología
orgánica, quedando ingresada en la Unidad de
Psiquiatría.

Diagnóstico diferencial

La primera y lógica
cuestión planteada ante el caso fue la relacionada con el
diagnóstico diferencial ya que se presentaban una serie de
síntomas que podían enmarcarse en diferentes
categorías diagnósticas. Antes de contar con los
resultados de las pruebas
orgánicas, los síntomas manifestados hicieron
plantearse a priori los siguientes diagnósticos
psicopatológicos: trastorno depresivo, trastorno de la
conducta alimentaria, trastorno fóbico y trastorno
somatomorfo (Tabla nº1).

En lo que se refiere al trastorno depresivo, la paciente
manifestaba desde hacía meses los tres síntomas
principales que determina la DSM IV (1): tristeza y
apatía, disminución de la capacidad para
interesarse y disfrutar de actividades con las que antes
disfrutaba y disminución de la vitalidad, reflejado en el
abandono laboral, quejas de cansancio extremo y dificultad para
realizar las tareas habituales de la casa. Asímismo, se
evidenciaban otros hallazgos de carácter depresivo tales
como la pérdida de autoestima y confianza en sí
misma, perspectiva sombría de futuro, ideas de muerte,
trastornos del sueño y pérdida significativa de
peso como consecuencia de su dificultad para manejar la ansiedad,
que había somatizado a nivel del esófago y que
determinaba una gran dificultad para tragar alimentos.

La pérdida significativa de peso desde el inicio
de la enfermedad (30 Kgs; IMC 12,8), la existencia de amenorrea y
los vómitos tras las comidas, hicieron plantearse el
diagnóstico de trastorno de la conducta alimentaria. Sin
embargo, se daban otras circunstancias que aunque
fácilmente manipulables por el relato de la paciente, no
apoyaban la tesis
apuntada. No existía temor a ganar peso. No manifestaba
alteración de la imagen corporal ya que reconocía
percibirse excesivamente delgada y sentirse mal por ello. Era
consciente del peligro que suponía seguir perdiendo peso y
negaba, tanto ella como su familia, el uso de laxantes y/o
diuréticos.

También se planteó el diagnóstico
de fobia específica puesto que quedaba clara la
instauración de un mecanismo ansioso-fóbico en
torno a la
situación de la comida. Existía un temor acusado e
irracional a esta situación y la paciente lo
reconocía como tal. La exposición a la misma
provocaba una respuesta inmediata de ansiedad que motivaba la
evitación de la misma y todas estas circunstancias
provocaban una acusada interferencia en su rutina
habitual.

Por último, la existencia vómitos,
dificultad para tragar y pérdida significativa de peso
podían sugerir la existencia de un trastorno somatomorfo
aunque poco sostenible hasta conocer los resultados de las
pruebas orgánicas.

Tabla nº 1. Síntomas manifestados por la
paciente correspondientes a cada una de las categorías
diagnósticas especificadas

Se realizaron pruebas físicas encaminadas a
analizar la posible existencia de una patología
orgánica que justificara el cuadro clínico
presentado. Dichas pruebas consistieron en: bioquímica, hemograma, análisis de
orina, TAC craneal para descartar patología hipofisiaria,
radiografía de tórax y endoscopia. Los resultados
de estas últimas pruebas eran compatibles con el
diagnóstico "Acalasia", definida como un ensanchamiento
anormal del esófago que provoca una dilatación
progresiva del mismo. La acalasia se debe a un trastorno motor
del músculo liso esofágico en el que existe
contracción excesiva del esfínter esofágico
inferior que no se relaja adecuadamente al tragar, y por
contracciones anómalas que sustituyen el peristaltismo
normal del cuerpo del esófago (2).

Ante esta situación se descartó
definitivamente la posibilidad de que existiera un trastorno de
la conducta alimentaria ya que los vómitos tras las
comidas, la pérdida significativa de peso y la amenorrea
quedaban justificados por la alteración esofágica.
Del mismo modo se descartó el diagnóstico de
trastorno somatomorfo puesto que existía una enfermedad
física que justificaba la sintomatología
somática.

La clínica depresiva y ansiosa coexistían
con la acalasia y agudizaban los síntomas propios de esta
patología orgánica (sensación de nudo en la
gargança, dificultad para tragar, regurgitación y
fatiga principalmente).

A pesar de que en el inicio del trastorno la paciente
empezó a manifestar sintomatología de tipo
depresivo, este malestar psíquico se focalizó de
forma progresiva a nivel del esófago, en la forma de
dificultad para tragar. Previamente nunca había
manifestado estas dificultades, siendo su peso habitual 55kgs. En
un principio las molestias al comer se presentaban
esporádicamente pero paulatinamente, a través de un
mecanismo de condicionamiento operante ya que el vómito
aliviaba la sensación de malestar, se fue instaurando el
cuadro de ansiedad fóbica en torno a la comida, generando
una pérdida significativa de peso. A pesar de que el
trastorno depresivo hizo su aparición antes que el
fóbico, en el momento del diagnóstico predominaba
este último y las consecuencias derivadas del
mismo ponían en peligro la vida de la paciente debido al
estado de desnutrición al que había llegado.
Es por ello que se dio prioridad a este diagnóstico y el
tratamiento psicoterapéutico se centró de forma
urgente en trabajar la conducta fóbica.

Análisis funcional y conductas problema
(Fig.1)

Los estímulos antecedentes de la conducta de
ansiedad fóbica se podrían dividir en:
situacionales (momento de comer), físicos/orgánicos
(disfagia generada por la acalasia) y cognitivos (pensamiento
anticipatorios "me voy a ahogar" "no voy a poder tragar"). Las
conductas problema se manifestaban en tres niveles:
fisiológicas (agudización de las molestias a nivel
esofágico con sensación de nudo en la garganta,
regurgitación, opresión en el pecho, boca seca),
cognitivas (interpretación catastrófica de los
síntomas físicos) y motoras (beber líquidos
y vomitar). La consecuencia inmediata de beber líquidos y
vomitar era el cese de la ansiedad. Mediante estos
comportamientos se mantenía la conducta problema a traves
de reforzamiento negativo. A medio plazo las consecuencias eran
la pérdida de peso, caída del cabello,
alteración del esmalte dentario, amenorrea, así
como la agudización de los síntomas depresivos
generado, entre otros aspectos, por la sensación de falta
de control de la situación.

Figura nº1: Análisis funcional de la
conducta problema

Objetivo del tratamiento

Se planteó como objetivo prioritario y urgente
eliminar el estado de
desnutrición en el que se encontraba la paciente, para lo
que se hacía necesario aportar recursos que
facilitaran el adecuado manejo de la ansiedad desencadenada en el
momento de comer. Se partió de la hipótesis de que la mejoría
subjetiva en este área contribuiría a fomentar la
confianza en sí misma y autoestima, motivando
secundariamente una mejoría de la sintomatología
depresiva.

Elección del tratamiento más
adecuado

Para la consecución del objetivo planteado se
seleccionó una línea de tratamiento basada en
criterios de eficacia/efectividad. La literatura publicada al
respecto (3) y experiencia profesional sitúa a la
exposición gradual in vivo como la técnica
más potente para las fobias específicas (4-6)
viéndose incrementada su eficacia en combinación
con técnicas cognitivas (7-10) así como con
técnicas de relajación/respiración
diafragmática.

Por su parte, técnicas destinadas a incrementar
la información del paciente sobre su trastorno (terapias
informativas, biblioterapia
y psicoeducación) así como de entrenamiento
atribucional mediante el cual se ayuda al paciente en la
búsqueda de los determinantes y mantenedores de la fobia,
contribuyen de modo decisivo a la erradicación de la misma
(4). En realidad, el objeto de incluir componentes cognitivos a
la terapia de exposición radica en facilitar instrumentos
que predispongan al paciente a la exposición.

Selección de técnicas de
evaluación

Para recabar información sobre el caso, se usaron
las siguientes técnicas de evaluación: entrevistas
personales con paciente y familiares, observación de
comportamientos y dinámicas familiares durante su estancia
en la Unidad de Hospitalización y autoinformes,
concretamente MMPI y MILLON. Asimismo y como se refirió
anteriormente, se usaron diferentes técnicas para analizar
la posible existencia de una causa orgánica
(bioquímica, hemograma, análisis de orina, TAC
craneal, radiografía de tórax y endoscopia).
Mediante las entrevistas mantenidas con la paciente se recabaron
datos autobiográficos y psicopatológicos
encaminados a establecer el diagnóstico diferencial y
delimitar las pautas de actuación. Los autoinformes
mostraron perfiles invalidados. El Millon presentaba altos
niveles de "deseabilidad social" y el MMPI una puntuación
significativamente baja en la escala K (PT 33).
Estos datos sugieren que la paciente intentaba presentarse de
forma favorable, al tratar de disimular sus aspectos
psicológicos o dificultades personales. Ello confirmaba la
sospecha de que nos enfrentábamos ante una estructura de
personalidad evitativa y dependiente, con tendencia a evitar
conflictos y dificultades en la expresión emocional.
Asimismo, estos instrumentos tuvieron una gran relevancia para el
esclarecimiento de algunos datos. En concreto, se
usaron para señalar a la paciente la sospecha de que
ocultaba detalles de su biografía, ante lo
que reaccionó desvelando serias dificultades en su
relación de pareja que habían derivado en un
episodio de maltrato físico y que había sido el
desencadenante del episodio depresivo y actual situación
clínica.

Aplicación del tratamiento

La paciente permaneció ingresada en la Unidad de
Hospitalización Psiquiátrica durante tres semanas,
concediéndosele posteriormente un permiso de una semana
tras la que se le dio el alta dada la mejoría
clínica. Aprovechando la situación de ingreso, el
tratamiento se llevó a cabo de forma intensiva,
manteniéndose sesiones diarias de aproximadamente
45´. En total se desarrollaron 14 sesiones.

Las primeras entrevistas se destinaron a recabar datos
para establecer el diagnóstico diferencial y determinaran
la pautas de actuación. A pesar de que la paciente
describía vivencias subjetivas de carácter
depresivo desde hacía meses, la clínica
predominante se centraba fundamentalmente en su dificultad para
tragar alimentos, determinando ello una situación de bajo
peso considerable (IMC:13). Se prescribió la siguiente
pauta de tratamiento psicofarmacológico: Tranxilium 5mg
1-1-1 y Mutabase 2-25 0-0-1. y desde el Servicio de
Medicina
Interna se recomendó un complemento proteico (resource
hiperproteico). Antes de contar con los resultados de las pruebas
orgánicas se partió de la hipótesis de que
la ansiedad jugaba un papel determinante en el mecanismo
fóbico establecido en torno a la comida y que se
había instaurado según la teoría
de condicionamiento interoceptivo de Barlow (4). Según
esta teoría, primero habría un desencadenamiento
inicial espontáneo regulado por un mecanismo
biológico1, a cuyas señales físicas se
asociarían cogniciones catastrofistas.

En la primera sesión de tratamiento se usaron
técnicas de información y entrenamiento
atribucional destinadas a facilitar datos sobre las causas y/o
factores que originaban y/o mantenían la conducta
fóbica. Se le explicó que estaba focalizando la
ansiedad a nivel del esófago, lo que desencadenaba la idea
de que no iba a poder tragar el alimento y de que se iba a
ahogar. Ello la situaba en posición de alerta, aumentando
consecuentemente la sintomatología vegetativa; en concreto
se agudizaba la sensación de nudo en la garganta y fatiga.
Esto a su vez reforzaba la idea de ahogo inminente y de
imposibilidad para respirar, lo que en un principio atenuaba
bebiendo líquido y finalmente desencadenaba el
vómito que a su vez reforzaba y mantenía la
secuencia. Para romper este círculo se le dieron una serie
de indicaciones que tenía que poner en práctica
cuando se enfrentara a la situación temida. Dichas
indicaciones fueron las siguientes:

– Reestructurar pensamientos antecedentes: "no me voy a
ahogar, voy a controlar la situación, voy a intentar no
vomitar, me tomaré el tiempo que necesite para
comer…"

– Practicar respiración
diafragmática.

– Comer despacio.

– Evitar tomar líquidos durante las comidas y
vomitar tras ellas.

El trabajo que se llevó a cabo en esta
sesión estaba encaminado a prepararla para la
situación de exposición al estímulo
fóbico a la que se enfrentaría en su siguiente
turno de comida. Sorprendentemente, tras una primera
sesión de exposición se observó una
significativa mejoría en su respuesta. Desde ese momento
desaparecieron los vómitos, la sensación de fatiga
y la ansiedad anticipatoria que precedía el momento de
comer. Consecuentemente su estado anímico también
mejoró, al conocer y comprender los factores implicados en
su problemática y experimentar la sensación de que,
mediante recursos propios, podía controlar la
situación que tanto temía y tantas consecuencias
negativas le estaba generando. Las siguientes sesiones se
destinaron a reforzar las técnicas cognitivas y
conductuales puestas en marcha en esta primera sesión y
una vez se tuvieron los resultados de las pruebas
orgánicas con el diagnóstico de que padecía
acalasia, es decir un trastorno a nivel del esófago, se
completó la hipótesis y el diagnóstico del
que se había partido y se devolvió esta
información a la paciente siguiendo el esquema expuesto en
la Figura nº 1.

Evaluación de la eficacia y efectividad del
tratamiento

Se utilizaron los siguientes criterios de
evaluación:

– Observación en ambiente hospitalario por parte
del personal auxiliar y de enfermería
del comportamiento de la paciente en las siguientes áreas:
ingesta (cantidad y estilo de alimentación), patrón
de sueño, nivel de actividad y relación con el
resto de pacientes, personal y familiares. Los registros diarios
recogidos por cada uno de los turnos de personal (mañana,
tarde y noche) reflejaban una evolución favorable y
progresiva en cada una de las áreas
señaladas.

– Entrevista diaria con la paciente, a través de
la cual se objetivó la mejoría clínica,
tanto en lo referente a la clínica ansioso-fóbica
como a la depresiva.

– Entrevista con familares, que ratificaron lo recogido
tanto en las entrevistas personales con la paciente como en los
registros del personal.

Registro de peso
(Tabla nº2 )

– Disminución de la dosis de tratamiento
psicofarmacológico. Se eliminó el antidepresivo y
se disminuyó el ansiolítico a un comprimido de
Tranxilium en la cena.

Ante esta situación, se le concedió un
permiso de una semana durante el cual se constató el
mantenimiento y la generalización de los logros
conseguidos en la hospitalización. Se procedió
finalmente al alta hospitalaria y se le facilitó una cita
programada en el Equipo de Salud Mental de referencia para
realizar el seguimiento ambulatorio. Asimismo se cursó una
petición de consulta preferente al Servicio de Digestivo
desde donde sería controlada su patología
orgánica.

A los tres meses del alta se mantuvo contacto
telefónico con la paciente y su madre quienes informaron
del mantenimiento de la mejoría clínica y del
aumento de peso (Tabla nº 2).

Tabla nº 2

Reflexiones finales

Se comprueba
en este caso la importancia del apoyo y la intervención
psicológica en determinados problemas de salud
física. A pesar de la base somática del
síntoma presentado, el inadecuado manejo de la ansiedad
desencadenada por el mismo había condicionado un deterioro
físico y psicológico que iba más allá
de lo justificado por la patología orgánica.
Resultó sorprendente la mejoría significativa y
normalización del patrón alimenticio una vez se
intervino sobre la sintomatología ansiosa, quedando
demostrado en los resultados la importancia de una adecuada
intervención sobre la sintomatología ansiosa que
acompaña a este tipo de trastornos
orgánicos.

La paciente manifestó un alto nivel de
colaboración y motivación para el cambio, lo que
favoreció y facilitó sobremanera la labor
psicoterapéutica. No dejó de sorprendernos la
rápìda y favorable respuesta manifestada tras la
primera sesión de intervención, centrada en
facilitar información sobre su trastorno así como
en tareas de entrenamiento atribucional que le ayudaron a
especificar los determinantes y mantenedores de la
fobia.

Probablemente, la unión de factores como:
motivación para el cambio por parte de la
paciente y esclarecimiento del cuadro clínico
contribuyeron a la adopción
de un papel activo y responsable por parte de ésta en la
búsqueda de soluciones.

Desde el principio fue informada del procedimiento que
se iba a llevar a cabo, así como de las normas de
funcionamiento de la Unidad en la que iba a ser hospitalizada, lo
que quedó reflejado con su firma del "Consentimiento
Informado".

BIBLIOGRAFÍA

  • Aceituno, J. (2004). La importancia del
    análisis funcional en la etiología de la anorexia
    y la bulimia nerviosa. Centro de psicología Grupo
    Áreas, Cordoba-España.
    Consultado en:  
  • Final del formulario
  • Remesal, R. (2008), Diagnóstico
    diferencial y tratamiento de un caso de fobia ante la comida,
    con diagnóstico previo de trastorno de la conducta
    alimentaria. psiquiatria 2007; 11 (4). Consultado en la
    página. www.psiquiatria.com

 

Autoras:

Brenda Chávez

Jacqueline Romero

Gabriela Vera

Universidad Latinoamericana

8° semestre de Psicología

Partes: 1, 2
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