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Ética (del griego ethika, de ethos, 'comportamiento', 'costumbre')




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    1.
    Introducción

    2. Historia
    3. Agentes
    Socializantes

    4. Comportamiento del hombre a nivel
    social

    5. Cultura
    6. Carta
    Politica

    7. La
    Autobiografia

    8.
    Autoestima

    9. Solucion de
    conflictos

    10.
    Bibliografia

    1. Introducción

    Principios o pautas de la conducta humana,
    a menudo y de forma impropia llamada moral (del
    latín mores, ‘costumbre’) y por
    extensión, el estudio de esos principios a
    veces llamado filosofía moral. Este
    artículo se ocupa de la ética
    sobre todo en este último sentido y se concreta al
    ámbito de la civilización occidental, aunque cada
    cultura ha
    desarrollado un modelo
    ético propio.

    La ética,
    como una rama de la filosofía, está considerada
    como una ciencia
    normativa, porque se ocupa de las normas de la
    conducta humana,
    y para distinguirse de las ciencias
    formales, como las matemáticas y la lógica,
    y de las ciencias
    empíricas, como la química y la física. Las ciencias
    empíricas sociales, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en
    algunos puntos con los intereses de la ética ya que ambas
    estudian la conducta social.
    Por ejemplo, las ciencias
    sociales a menudo procuran determinar la relación
    entre principios
    éticos particulares y la conducta social, e investigar las
    condiciones culturales que contribuyen a la formación de
    esos principios.

    Principios Éticos

    Los filósofos han intentado determinar la
    bondad en la conducta de acuerdo con dos principios fundamentales
    y han considerado algunos tipos de conducta buenos en sí
    mismos o buenos porque se adaptan a un modelo moral
    concreto.

    El primero implica un valor final o
    summum bonum, deseable en sí mismo y no sólo como
    un medio para alcanzar un fin. En la historia de la ética
    hay tres modelos de
    conducta principales, cada uno de los cuales ha sido propuesto
    por varios grupos o
    individuos como el bien más elevado: la felicidad o
    placer; el deber, la virtud o la obligación y la
    perfección, el más completo desarrollo de
    las potencialidades humanas. Dependiendo del marco social, la
    autoridad
    invocada para una buena conducta es la voluntad de una deidad, el
    modelo de la naturaleza o el
    dominio de la
    razón.

    Cuando la voluntad de una deidad es la autoridad, la
    obediencia a los mandamientos divinos o a los textos
    bíblicos supone la pauta de conducta aceptada. Si el
    modelo de autoridad es la naturaleza, la
    pauta es la conformidad con las cualidades atribuidas a la
    naturaleza humana. Cuando rige la razón, se espera que la
    conducta moral resulte del pensamiento
    racional.

    Prudencia, Placer O Poder

    Algunas veces los principios elegidos no tienen
    especificado su valor
    último, en la creencia de que tal determinación es
    imposible. Esa filosofía ética iguala la
    satisfacción en la vida con prudencia, placer o poder, pero se
    deduce ante todo de la creencia en la doctrina ética de la
    realización natural humana como el bien
    último.

    Una persona que
    carece de motivación
    para tener una preferencia puede resignarse a aceptar todas las
    costumbres y por ello puede elaborar una filosofía de la
    prudencia. Esa persona vive, de
    esta forma, de conformidad con la conducta moral de la
    época y de la sociedad.

    El hedonismo es la filosofía que enseña
    que el bien más elevado es el placer. El hedonista tiene
    que decidir entre los placeres más duraderos y los
    placeres más intensos, si los placeres presentes tienen
    que ser negados en nombre de un bienestar global y si los
    placeres mentales son preferibles a los placeres
    físicos.

    Una filosofía en la que el logro más
    elevado es el poder puede ser resultado de una
    competición. Como cada victoria tiende a elevar el nivel
    de la competición, el final lógico de una
    filosofía semejante es un poder ilimitado o
    absoluto.

    Los que buscan el poder pueden no aceptar las reglas
    éticas marcadas por la costumbre y, en cambio,
    conformar otras normas y regirse
    por otros criterios que les ayuden a obtener el triunfo. Pueden
    intentar convencer a los demás de que son morales en el
    sentido aceptado del término, para enmascarar sus deseos
    de conseguir poder y tener la recompensa habitual de la
    moralidad.

    2.
    Historia

    Desde que los hombres viven en comunidad, la
    regulación moral de la conducta ha sido necesaria para el
    bienestar colectivo. Aunque los distintos sistemas morales
    se establecían sobre pautas arbitrarias de conducta,
    evolucionaron a veces de forma irracional, a partir de que se
    violaran los tabúes religiosos o de conductas que primero
    fueron hábito y luego costumbre, o asimismo de leyes impuestas
    por líderes para prevenir desequilibrios en el seno de la
    tribu. Incluso las grandes civilizaciones clásicas egipcia
    y sumeria desarrollaron éticas no sistematizadas, cuyas
    máximas y preceptos eran impuestos por
    líderes seculares como Ptahhotep, y estaban mezclados con
    una religión
    estricta que afectaba a la conducta de cada egipcio o cada
    sumerio. En la China
    clásica las máximas de Confucio fueron aceptadas
    como código
    moral. Los filósofos griegos, desde el siglo VI a.C.
    en adelante, teorizaron mucho sobre la conducta moral, lo que
    llevó al posterior desarrollo de
    la ética como una filosofía.

    La Temprana Ética Griega

    En el siglo VI a.C. el filósofo heleno
    Pitágoras desarrolló una de las primeras
    reflexiones morales a partir de la misteriosa religión griega del
    orfismo. En la creencia de que la naturaleza intelectual es
    superior a la naturaleza sensual y que la mejor vida es la que
    está dedicada a la disciplina
    mental, fundó una orden semirreligiosa con leyes que
    hacían hincapié en la sencillez en el hablar, el
    vestir y el comer. Sus miembros ejecutaban ritos que estaban
    destinados a demostrar sus creencias religiosas.

    En el siglo V a.C. los filósofos griegos
    conocidos como sofistas, que enseñaron retórica,
    lógica
    y gestión
    de los asuntos públicos, se mostraron escépticos en
    lo relativo a sistemas morales
    absolutos. El sofista Protágoras enseñó que
    el juicio humano es subjetivo y que la percepción
    de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias
    llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues
    si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo;
    y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese
    conocimiento.
    Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la
    fuerza hace el
    derecho. Sócrates
    se opuso a los sofistas. Su posición filosófica,
    representada en los diálogos de su discípulo
    Platón,
    puede resumirse de la siguiente manera: la virtud es conocimiento;
    la gente será virtuosa si sabe lo que es la virtud, y el
    vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia. Así,
    según Sócrates,
    la educación
    como aquello que constituye la virtud puede conseguir que la
    gente sea y actúe conforme a la
    moral.

    Escuelas Griegas De Ética

    La mayoría de las escuelas de filosofía
    moral griegas posteriores surgieron de las enseñanzas de
    Sócrates. Cuatro de estas escuelas fueron creadas por sus
    discípulos inmediatos: los cínicos, los cirenaicos,
    los megáricos (escuela fundada
    por Euclides de Megara) y los platónicos.

    Los cínicos, en especial el filósofo
    Antístenes, afirmaban que la esencia de la virtud, el bien
    único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar.
    Los cínicos despreciaban el placer, que consideraban el
    mal si era aceptado como una guía de conducta. Juzgaban
    todo orgullo como un vicio, incluyendo el orgullo en la
    apariencia, o limpieza. Se cuenta que Sócrates dijo a
    Antístenes: "Puedo ver tu orgullo a través de los
    agujeros de tu capa".

    Los cirenaicos, sobre todo Aristipo de Cirene, eran
    hedonistas y creían que el placer era el bien mayor (en
    tanto en cuanto no dominara la vida de cada uno), que
    ningún tipo de placer es superior a otro y, por ello, que
    sólo es mensurable en grado y duración.

    Los megáricos, seguidores de Euclides,
    propusieron que aunque el bien puede ser llamado
    sabiduría, Dios o razón, es ‘uno’ y que
    el Bien es el secreto final del Universo que
    sólo puede ser revelado mediante el estudio
    lógico.

    Según Platón, el
    bien es un elemento esencial de la realidad. El mal no existe en
    sí mismo, sino como reflejo imperfecto de lo real, que es
    el bien. En sus Diálogos (primera mitad del siglo IV a.C.)
    mantiene que la virtud humana descansa en la aptitud de una
    persona para llevar a cabo su propia función en
    el mundo. El alma humana está compuesta por tres elementos
    —el intelecto, la voluntad y la emoción— cada
    uno de los cuales posee una virtud específica en la
    persona buena y juega un papel
    específico. La virtud del intelecto es la
    sabiduría, o el
    conocimiento de los fines de la vida; la de la voluntad es el
    valor, la capacidad de actuar, y la de las emociones es la
    templanza, o el autocontrol.

    La virtud última, la justicia, es
    la relación armoniosa entre todas las demás, cuando
    cada parte del alma cumple su tarea apropiada y guarda el lugar
    que le corresponde. Platón mantenía que el
    intelecto ha de ser el soberano, la voluntad figuraría en
    segundo lugar y las emociones en el
    tercer estrato, sujetas al intelecto y a la voluntad. La persona
    justa, cuya vida está guiada por este orden, es por lo
    tanto una persona buena. Aristóteles, discípulo de
    Platón, consideraba la felicidad como la meta de la
    vida. En su principal obra sobre esta materia,
    Ética a Nicómaco
    (finales del siglo IV a.C.), definió la felicidad como una
    actividad que concuerda con la naturaleza específica de la
    humanidad; el placer acompaña a esta actividad pero no es
    su fin primordial. La felicidad resulta del único atributo
    humano de la razón, y funciona en armonía con las
    facultades humanas. Aristóteles mantenía que las
    virtudes son en esencia un

    conjunto de buenos hábitos y que para alcanzar la
    felicidad una persona ha de desarrollar dos tipos de
    hábitos: los de la actividad mental, como el del
    conocimiento, que conduce a la más alta actividad humana,
    la contemplación, y aquéllos de la emoción
    práctica y la emoción, como el valor. Las virtudes
    morales son hábitos de acción que se ajustan al
    término medio, el principio de moderación, y han de
    ser flexibles debido a las diferencias entre la gente y a otros
    factores condicionantes. Por ejemplo, lo que uno puede comer
    depende del tamaño, la edad y la ocupación. En
    general, Aristóteles define el término medio como
    el estado
    virtuoso entre los dos extremos de exceso e insuficiencia;
    así, la generosidad, una virtud, es el punto medio entre
    el despilfarro y la tacañería. Para
    Aristóteles, las virtudes intelectuales y morales son
    sólo medios
    destinados a la consecución de la felicidad, que es el
    resultado de la plena realización del potencial
    humano.

    Estoicismo

    La filosofía del estoicismo se desarrolló
    en torno al 300 a.C.
    durante los periodos helenístico y romano. En Grecia los
    principales filósofos estoicos fueron Zenón de
    Citio, Cleantes y Crisipo de Soles. En Roma el
    estoicismo resultó ser la más popular de las
    filosofías griegas y Cicerón fue, entre los romanos
    ilustres, uno de los que cayó bajo su
    influencia.

    Sus principales representantes durante el periodo romano
    fueron el filósofo griego Epicteto y el emperador y
    pensador romano Marco Aurelio. Según los estoicos, la
    naturaleza es ordenada y racional, y sólo puede ser buena
    una vida llevada en armonía con la naturaleza. Los
    filósofos estoicos, sin embargo, también se
    mostraban de acuerdo en que como la vida está influenciada
    por circunstancias materiales el
    individuo tendría que intentar ser todo lo independiente
    posible de tales condicionamientos. La práctica de algunas
    virtudes cardinales, como la prudencia, el valor, la templanza y
    la justicia,
    permite alcanzar la independencia
    conforme el espíritu del lema de los estoicos, "Aguanta
    y

    renuncia". De ahí, que la palabra estoico haya
    llegado a significar fortaleza frente a la dificultad.

    Epicureísmo

    En los siglos IV y III a.C., el filósofo griego
    Epicuro desarrolló un sistema de
    pensamiento,
    más tarde llamado epicureísmo, que identificaba la
    bondad más elevada con el placer, sobre todo el placer
    intelectual y, al igual que el estoicismo, abogó por una
    vida moderada, incluso ascética, dedicada a la
    contemplación. El principal exponente romano del
    epicureísmo fue el poeta y filósofo Lucrecio, cuyo
    poema De rerum natura (De la naturaleza de las cosas), escrito
    hacia la mitad del siglo I a.C., combinaba algunas ideas derivadas de las
    doctrinas cosmológicas del filósofo griego
    Demócrito con otras derivadas de la
    ética de Epicuro. Los epicúreos buscaban alcanzar
    el placer manteniendo un estado de
    serenidad, es decir, eliminando todas las preocupaciones de
    carácter emocional. Consideraban las
    creencias y prácticas religiosas perniciosas porque
    preocupaban al individuo con pensamientos perturbadores sobre
    la muerte y la
    incertidumbre de la vida después de ese tránsito.
    Los epicúreos mantenían también que es mejor
    posponer el placer inmediato con el objeto de alcanzar una
    satisfacción más segura y duradera en el futuro;
    por lo tanto, insistieron en que la vida buena lo es en cuanto se
    halla regulada por la autodisciplina.

    Ética Cristiana

    Los modelos
    éticos de la edad clásica fueron aplicados a las
    clases dominantes, en especial en Grecia. Las
    mismas normas no se extendieron a los no griegos, que eran
    llamados barbaroi (bárbaros), un término que
    adquirió connotaciones peyorativas. En cuanto a los
    esclavos, la actitud hacia
    los mismos puede resumirse en la calificación de
    herramientas
    vivas’ que le aplicó Aristóteles. En parte
    debido a estas razones, y una vez que decayeron las religiones paganas, las
    filosofías contemporáneas no consiguieron
    ningún refrendo popular y gran parte del atractivo del
    cristianismo
    se explica por la extensión de la ciudadanía moral
    a todos, incluso a los esclavos.

    El advenimiento del cristianismo
    marcó una revolución
    en la ética, al introducir una concepción religiosa
    de lo bueno en el pensamiento occidental. Según la idea
    cristiana una persona es dependiente por entero de Dios y no
    puede alcanzar la bondad por medio de la voluntad o de la
    inteligencia,
    sino tan sólo con la ayuda de la gracia de Dios. La
    primera idea ética cristiana descansa en la regla de oro:
    "Lo que quieras que los hombres te hagan a ti, házselo a
    ellos" (Mt. 7,12); en el mandato de amar al prójimo como a
    uno mismo (Lev. 19,18) e incluso a los enemigos (Mt. 5,44), y en
    las palabras de Jesús: "Dad al César lo que es del
    César y a Dios lo que es de Dios" (Mt. 22,21).
    Jesús creía que el principal significado de la
    ley
    judía descansa en el mandamiento "amarás al
    Señor tu Dios con todo tu corazón y
    con toda tu alma y con toda tu fuerza y con
    toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo" (Lc.
    10,27).

    El cristianismo primigenio realzó como virtudes
    el ascetismo, el martirio, la fe, la misericordia, el
    perdón, el amor no
    erótico, que los filósofos clásicos de
    Grecia y Roma apenas
    habían considerado importantes.

    Ética De Los Padres De La Iglesia

    Uno de los puntos fuertes de la ética cristiana
    fue la oposicin al maniqueísmo, una religión de
    origen persa que mantenía que el bien y el mal (la
    luz y la
    sombra) eran fuerzas opuestas que luchaban por el dominio absoluto.
    El maniqueísmo tuvo mucha aceptación en los siglos
    III y IV d.C. San
    Agustín, considerado como el fundador de la
    teología cristiana, fue maniqueo en su juventud pero
    abandonó este credo después de recibir la
    influencia del pensamiento de Platón. Tras su
    conversión al cristianismo en el 387, intentó
    integrar la noción platónica con el concepto
    cristiano de la bondad como un atributo de Dios, y el pecado como
    la caída de Adán, de cuya culpa una persona
    está redimida por la gracia de Dios. La creencia
    maniqueísta en el diablo persistió, sin embargo,
    como se puede ver en la convicción de san
    Agustín en la maldad intrínseca de la
    naturaleza humana. Esta actitud pudo
    reflejar su propio sentido de culpabilidad, por los excesos que
    había cometido en la adolescencia y
    puede justificar el énfasis que puso la primera doctrina
    moral cristiana sobre la castidad y el celibato.

    Durante la edad media
    tardía, los trabajos de Aristóteles, a los que se
    pudo acceder a través de los textos y comentarios
    preparados por estudiosos árabes, tuvieron una fuerte
    influencia en el pensamiento europeo. Al resaltar el
    conocimiento empírico en comparación con la
    revelación, el aristotelismo amenazaba la autoridad
    intelectual de la Iglesia. El
    teólogo cristiano santo Tomás de
    Aquino consiguió, sin embargo, armonizar el
    aristotelismo con la autoridad católica al admitir la
    verdad del sentido de la experiencia pero manteniendo que
    ésta completa la verdad de la fe. La gran autoridad
    intelectual de Aristóteles se puso así al servicio de la
    autoridad de la Iglesia, y la lógica aristotélica
    acabó por apoyar los conceptos agustinos del pecado
    original y de la redención por medio de la gracia divina.
    Esta síntesis
    representa la esencia de la mayor obra de Tomás de Aquino,
    Summa Theologiae (1265-1273).

    Ética Y Penitencia

    Conforme la Iglesia medieval se hizo más
    poderosa, se desarrolló un modelo de ética que
    aportaba el castigo para el pecado y la recompensa de la
    inmortalidad para premiar la virtud. Las virtudes más
    importantes eran la humildad, la continencia, la benevolencia y
    la obediencia; la espiritualidad, o la bondad de espíritu,
    era indispensable para la moral.
    Todas las acciones,
    tanto las buenas como las malas, fueron clasificadas por la
    Iglesia y se instauró un sistema de
    penitencia temporal como expiación de los
    pecados.

    Las creencias éticas de la Iglesia medieval
    fueron recogidas en literatura en la Divina
    Comedia de Dante, que estaba influenciada por las
    filosofías de Platón, Aristóteles y santo Tomás de
    Aquino. En la sección de la Divina Comedia titulada
    ‘Infierno’, Dante clasifica el pecado bajo tres
    grandes epígrafes, cada uno de los cuales tenía
    más subdivisiones. En un orden creciente de pecado
    colocó los pecados de incontinencia (sensuales o
    emocionales), de violencia o
    brutalidad (de la voluntad), y de fraude o malicia
    (del intelecto). Las tres facultades del alma de Platón
    son repetidas así en su orden jerárquico original,
    y los pecados son considerados como perversiones de una u otra de
    las tres facultades.

    Ética Después De La Reforma

    La influencia de las creencias y prácticas
    éticas cristianas disminuyó durante el renacimiento.
    La Reforma protestante provocó un retorno general a los
    principios básicos dentro de la tradición
    cristiana, cambiando el énfasis puesto en algunas ideas e
    introduciendo otras nuevas. Según Martín Lutero, la
    bondad de espíritu es la esencia de la piedad cristiana.
    Al cristiano se le exige una conducta moral o la
    realización de actos buenos, pero la justificación,
    o la salvación, viene sólo por la fe. El propio
    Lutero había contraído matrimonio y el
    celibato dejó de ser obligatorio para el clero
    protestante.

    El teólogo protestante francés y
    reformista religioso Juan Calvino aceptó la doctrina
    teológica de que la salvación se obtiene
    sólo por la fe y mantuvo también la doctrina
    agustina del pecado original. Los puritanos eran calvinistas y se
    adhirieron a la defensa que hizo Calvino de la sobriedad, la
    diligencia, el ahorro y la
    ausencia de ostentación; para ellos la
    contemplación era holgazanería y la pobreza era o
    bien castigo por el pecado o bien la evidencia de que no se
    estaba en gracia de Dios. Los puritanos creían que
    sólo los elegidos podrían alcanzar la
    salvación. Se consideraban a sí mismos elegidos,
    pero no podían estar seguros de ello
    hasta que no hubieran recibido una señal. Creían
    que su modo de vida era correcto en un plano ético y que
    ello comportaba la prosperidad mundana. La prosperidad fue
    aceptada pues como la señal que esperaban. La bondad se
    asoció a la riqueza y la pobreza al mal.
    No lograr el éxito
    en la profesión de cada uno pareció ser un signo
    claro de que la aprobación de Dios había sido
    negada. La conducta que una vez se pensó llevaría a
    la santidad, llevó a los descendientes de los puritanos a
    la riqueza material.

    En general, durante la Reforma la responsabilidad individual se consideró
    más importante que la obediencia a la autoridad o a la
    tradición. Este cambio, que de
    una forma indirecta provocó el desarrollo de la
    ética secular moderna, se puede apreciar en De iure belli
    et pacis (La ley de la
    guerra y la
    paz, 1625) realizado por el jurista, teólogo y estadista
    holandés Hugo Grocio. Aunque esta obra apoya algunas de
    las doctrinas de santo Tomás de Aquino, se centra
    más en las obligaciones
    políticas y civiles de la gente dentro del
    espíritu de la ley romana clásica. Grocio afirmaba
    que la ley natural es parte de la ley divina y se funda en la
    naturaleza humana, que muestra un deseo
    por lograr la asociación pacífica con los
    demás y una tendencia a seguir los principios generales en
    la conducta. Por ello, la sociedad
    está basada de un modo armónico en la ley
    natural.

    3. Agentes
    Socializantes

    Socialización primaria.

    Es la socialización más importante, ya que
    introduce al sujeto en la sociedad y supone la adquisición
    de hábitos, normas y comportamientos sociales por el
    individuo, que es definido al nacer como asocial por M. WEBER, y en
    suma como capaz de recibir las formas sociales y culturales de su
    entorno. Así pues, se puede definir la
    socialización como el proceso por el
    que el individuo se convierte en un ser social. Y lo hace a
    través de los agentes socializantes, donde la familia es
    el primer agente, después la escuela, la TV y
    los pares. Durante la infancia, los
    niños
    se apropian de los roles, actitudes y
    valores de las
    personas que les importan (padres, hermanos, maestros, amigos…)
    y se identifica con ellos. Es el primer paso hacia la identidad. Los
    niños no sólo aceptan los papeles sociales (roles)
    de estas personas sino el mundo que representan. La
    socialización implica la internalización de roles.
    Este proceso
    internalizador de roles se realiza desde lo concreto a lo
    general. Se pasa de "Mamá esta enfadada conmimgo ahora" a
    "Mama se enfada conmigo porque no le presto los juguetes a mi
    hermano". Y a medida que "otros significativos" (padres, abuelos,
    hermanos, etc) apoyan la actitud negativa de la madre, la actutud
    generalizada se extiende, y al generalizarse se convierte en
    norma. El proceso de socialización primaria es más
    que un acto cognitivo, es vivencial y emocional, es la base de la
    identidad.

    Socialización secundaria.

    Es un proceso mediante el que se internalizan submundos
    o realidades distintas al mundo base, fundamento de la
    socialización primaria. Es una segunda
    socialización realizadas a través de instituciones
    políticas, religiosas, laborales, etc. A
    diferencia de al socialización primaria, donde el
    niño no puede elegir ya que los patrones socializantes le
    vienen impuestos, en
    esta sí puede elegir los patrones y pautas que
    internalizará. Hay una menor carga emocional y se
    relaciona con la madurez. Pueden aparecer conflictos de
    identidad y coherencia con la socialización primaria al
    discubir que la realidad paterna no es la única ni la
    mejor. Problemas de
    identificación con la familia.
    Normalmente la socialización secundaria se construye desde
    la primaria, no contra la primaria.

    Resocialización.

    Es la internalización de contenidos culturales,
    es decir, actitudes,
    roles y valores de una
    sociedad distinta a aquella en la el sujeto se ha socializado.
    Puede ser fruto de un cambio radical de sociedad. Tiene, por su
    fuerza y su carga afectiva, más similitud con la
    socialización primaria. Suele ser la consecuencias de
    momentos de crisis, de
    importantes conflictos
    sociales o culturales o choques generacionales. Un ejemplo es el
    ingreso en una secta donde las personas reescriben su biografía y el
    significado se su vida.

    Moral

    La diferencia entre ética y
    moral.

    la mayoría de las personas se preguntas
    ¿qué no es lo mismo?. Pues no, por
    definición de raíces significan lo mismo
    (costumbre), pero en la actualidad se han ido diversificando y lo
    que hoy conocemos como Ética son el conjunto de normas que
    nos vienen del interior y la Moral las normas que nos vienen del
    exterior, o sea de la sociedad.

    4. Comportamiento
    del hombre a nivel
    social

    Los seres humanos hemos construido sociedades
    para lograr entendernos y entender lo que nos rodea. Y estas
    sociedades
    crecen mediante el debate (la
    discusión política), los
    deberes pactados y los derechos resultantes de ese
    cumplimiento. La sociedad es lo que nos hace socios,
    partícipes y actuantes. También lo que permite
    delinear un futuro colectivo. Las sociedades, entonces, para
    poder funciona, establecen la ley, aquellas normas precisas (y
    pactadas como buenas) que definen la calidad del
    comportamiento dentro el entorno social. La ley establece las
    jerarquías, las instituciones
    y las acciones
    (previo conocimiento y entrenamiento)
    posibles para una optimización del espacio vital
    construido: la sociedad, entendida a través de sus pactos
    (sociedad
    civil), de sus ritos (comportamiento cívico
    para

    sostener la imagen de la
    sociedad y generar identidad- y urbanidad: comportamiento ritual
    con el otro) y de sus logros.

    Podríamos decir entonces que en el principio
    social fue la ley, la norma, nacida de unas creencias comunes (de
    no haber sido así no se hubiera podido pactar) y de unos
    intereses que delineaban progreso para todo el
    colectivo.

    Pero esa ley, en lugar de ser el fiel de la balanza, se
    convirtió en paradigma. Y
    que cada vez que se revisa, siempre llega tarde a la realidad que
    acontece. Es que actúa sobre lo conocido y no sobre lo que
    acontecerá. La ley no prevé que las costumbres son
    mutantes, que la moral varía (o témpora o mores) y
    al presentarse estos cambios la ley deja su condición de
    línea rectora para convertirse en objeto de
    represión bajo la excusa de salvaguardar las costumbres.
    Costumbres que varían y enfrentan espacios vitales
    sociales: lucha de clases, violación de la ley, ruptura
    ética. Parodiando a Rousseau,
    podría decir que el hombre nace
    bueno, pero la estaticidad de la ley lo corrompe. Y lo corrompe
    porque su espacio vital no crece y entonces hay un ahogo y, como
    consecuencia, una salida violenta.

    La ciudad, símbolo y construcción de la sociedad, se ha tenido
    siempre como un espacio de protección. Ya en la
    antigüedad, los hombres se refugiaban en las ciudades.
    Entraban allí y se ajustaban a unos deberes
    (comportamiento, pagos de impuestos) y a cambio recibían
    la protección del señor de la ciudad, afincado en
    un castillo elevado desde donde lo podía dominar todo. Un
    todo era fácil de controlar dentro de la muralla y desde
    las torres y las almenas. Pero cuando la ciudad pierde su
    demarcación física, cuando
    comienza a girar alrededor de una plaza (como en el caso de las
    ciudades latinas, donde la ciudad crece alejándose del
    poder central o se extiende siguiendo una calle (la ciudad
    sajona, en la que sucede algo similar a la ciudad latina), el
    control se hace
    más difícil. En la ciudad primera comienzan a
    construirse otras micro-ciudades, pero no aisladas de la ciudad
    inicial sino creadas dentro de ellas. Esta unidades culturales
    (no subculturas, como la intolerancia ha querido denominarlas),
    se definen en condiciones sociales (clases), de oficios
    (actividades industriales y comerciales), religiosas etc. y,
    aunque hacen parte de la nacionalidad, tienden a separarse de
    ella por su ejercicio de costumbres. La ley comienza a no ser
    para todos, ya por desconocimiento de la ley (no hay presencia de
    ella) o porque la ley desconoce las nuevas entidades sociales y
    no actúa debidamente sobre ellas. O actúa dando lo
    que en principio es básico (servicios
    públicos, permisos de establecimiento), pero no
    permitiendo que se avance para que eso básico se sostenga
    y sea la base para el progreso de lo social (La educación se
    detiene, las posibilidades de trabajo disminuyen, la
    protección buscada cada vez es más escasa, el
    ejercicio del poder más violento etc).

    La Identidad

    La identidad personal depende
    de la interacción social y la socialización. La
    socialización es la adquisición de las pautas
    sociales y culturales necesarias para convertir a un individuo en
    un ser social. La identidad personal depende
    de la identidad social, y ésta de la socialización.
    G.H. MEAD a diferencia de Freud cree que la
    imitación es un proceso fundamental de
    enculturazación de los niños. Por él los
    niños adoptan el papel del
    otro. Ello conduce del Yo individual al Yo social: Mi. Y la
    consecuencia de este Mi es la autoconsciencia: verse así
    como le ven los otros. Según Freud
    sería en la fase edípica cuando el niño
    desarrolla esta autoconsciencia. Y a los 8 o 9 años sa da
    otra etapa de aprendizaje o
    desarrollo: el Yo generalizado. El niño pasa de imitar
    acciones (hacer la comida como mamá) a adoptar el papel de
    adulto (ser mamá). Es la adquisición de normas y
    valores de su cultura. Y a
    través de la socialización se efectúa la
    construcción social de la realidad,
    referida al modo en que los individuos construyen su propia
    realidad en el mundo social, interactuando en él. El
    término social significa no?teórico, no?reflexivo,
    en sus diversos órdenes. Es a partir del acto vivencial,
    de vivencia, con la vida como categoría básica,
    pues ella construyen el fundamento de esa construcción de
    la realidad que nos circunda. La socialización es un
    proceso que necesita tanto de la existencia de acciones y modelos
    personales en el entorno social, como de la
    identificación, imitación e
    interio­rización de los mismos por parte de ciertas
    personas. BERGER y LUCKMAN (1967) y su teoría
    de la construcción social de la realidad, es un exponente
    muestran cómo el discurso
    cotidiano en el que la gente está inmersa creas una cierta
    visión de la realidad social.Tal discurso
    estructura,
    configura la percepción
    de la realidad. El discurso constituye el medio de
    construcción social de la realidad.

    5.
    Cultura

    Se trata de una totalidad que incluye conocimientos,
    creencias, valores, arte, moral,
    leyes, instituciones, costumbres y todo el conjunto de
    capacidades y hábitos que el ser humano adquiere en la
    sociedad. Hay una contraposición entre estado de
    naturaleza y estado de cultura que el antropólogo
    LEVY-STRAUSS ha simbolizado en el binomio "lo crudo" y "lo
    cocido". La cultura aparece como un producto
    humano constituido por elementos tanto simbólicos como
    materiales. De
    ella forman parte las instituciones con su conjunto de normas y
    leyes, las ideas conocimientos, creencias y valores y los objetos
    materiales, incluyendo la técnica. Ese conjunto de modelos
    o pautas de comportamiento adquiridos por los seres humano no es
    otra cosa que la cultura. Dado que se trata de un estilode vida
    adquirido por un grupo de
    personas, lo cual incluye las pautas de pensamiento, sentimiento
    y acción, habrá una correspondencia entre sociedad
    y cultura, puesto que aquella constituye el marco de producción y transmisión
    cultural.

    Es en el juego que
    establece los agentes sociales en sus múltiples relaciones
    e interacciones donde ella se genera y expande. Se distingue,
    pues, lo cultural de lo social en que aquel es una esfera
    constituida del conjunto del mundo de la vida, herramientas,
    ritos, técnicas,
    vestidos, costumbres, familia, etc.,
    mientras que lo social es el sistema de relaciones sociales
    establecidas entre los individuos de una cultura (GIDDENS,
    1991).

    La cultura es un sello indeleble en la experiencia de
    los individuos. Ella dota de sentido la existencia de las
    personas desde su nacimiento aportando los elementos necesarios
    que otorgan identidad a los individuos. Crecemos en una cultura o
    culturas que nos proporciona el aliento y el alimento espiritual
    y material como personas. Ella constituye el contexto vital de
    los individuos, el marco que moldea el discurrir cotidiano.
    Dispositivos simbólicos y materiales son sus elementos.
    Sin embargo, ciertamente, según el prisma de
    aproximación a ella, según que sean los
    antropólogos o los sociólogos, como bien afirma
    MARTÍN BARBERO, nos hallaremos ante una noción
    más restringida o más amplia. Para los primeros, al
    estudiar las culturas llamadas primitivas, cultura es la
    totalidad de bienes
    espirituales, materiales e institucionales de una comunidad que
    comparte tales bienes, para
    los segundos, especializados en las sociedad modernas, es sobre
    todo un tipo de productos
    integrantes de las llamadas industrias
    culturales. La fabricación de herramientas de una
    comunidad es un rasgo cultural distintivo de una comunidad, para
    un antropólogo; pero el estudio de la industria del
    metal actualmente no lo sería hoy pata muchos
    especialistas. Es un término confuso cuanto menos.
    Así pues, se hace un uso restringido de en la actualidad
    del término. La industria
    cultural se ocupa de la fabricación de discos o de
    libros pero no
    de mesas de oficina. En la
    cultura se puede distinguir entre aspectos diversos: cognitivo
    (conocimientos, creencias y valores), institucional,material
    (objetos y técnicas).Dispositivos simbólicos,
    institucionales y materiales. Conocer el conjunto de mitos, ritos,
    relatos, decires, ideologías sobre ella; o el modo en que
    las instituciones contribuyen a la transmisión de normas y
    pautas de comportamiento; o, en fin, el aspecto material referido
    a objetos y cosas de distinta índole que son producidas en
    una determinada cultura.La cultura se produce a partir de la
    objetivación y sedimentación de la experiencia
    humana en forma de tradición, lo que la hace transmisible
    y apta para el aprendizaje.
    Además esas experiencias se institucionalizan y legitiman
    mediante los universos simbólicos (PETER y LUCKMANN,
    1968), generadores de mitologías e ideologías.
    Así, para mantener el orden un padre de la época
    antigua recurría a un mito, mientras
    que otro de nuestra época podría recurrir a
    explicaciones sobre las bondades del trabajo
    recompensado.

    Participacion

    Es estar presente y activo en una actividad realizada
    por un grupo de
    personas con un fin personal o comun. Tener o tomar uno parte en
    una cosa.

    Alienacion

    (de alienar y éste del lat. alienare: enajenar).
    Tergiversación del equilibrio de
    los factores de la actividad individual y social a favor de la
    cosificación de los valores y
    en desmedro de otros intangibles sicológicos que hacen al
    desarrollo del ser humano. La a. es un fenómeno social,
    pero caracteriza el estado de
    una personalidad
    dada. En este sentido adquiere determinado carácter
    ético y existencial. La a. se manifiesta en diferentes
    esferas: economía, política, cultura,
    vida cotidiana. A medida que se desarrolla la
    civilización, el horizonte de a. se amplía.
    Paralelamente, el ser humano se comprende a sí mismo y su
    horizonte de libertad
    también crece aunque de modo contradictorio. En los siglos
    VII a V antes de nuestra era en Eurasia y más tarde en
    África; en los siglos X a XIV en América, el ser humano empieza a
    experimentar su separación del medio ambiental y luego de
    su propia sociedad. Comienza a comprenderse a sí mismo
    como una personalidad y
    a sentirse como parte de la humanidad. A la vez, este
    jalón, que puede ser considerado como punto de partida de
    las libertades individuales, deviene gradualmente como a.
    creciente del ser humano con respecto al medio natural y
    socio-cultural; deviene en enajenación de los productos de
    su actividad vital y en subordinación de la
    personalidad a fuerzas externas y ajenas.

    La Constitucion

    La constitucion de un país guarda en su contenido
    las normas, los deberes y derechos de todos los
    ciudadanos y el comportamiento de los empleados.

    En la Costitución de la Republica de Colombiana
    dividido el poder en tres ramas que son:

    • La Rama Ejecutiva
    • La Rama Legislativa
    • La Rama Judicial

    Estos son algunos de los principios fundamentales de
    republica de Colombia.

    Partes: 1, 2

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