1.
Introducción
2. Definiciones
3. La organización
sindical
4. La acción de los
sindicatos.
5. El Sindicalismo En
Venezuela
6. La burocracia
sindical.
7.
Bibliografía
El movimiento
sindical frecuentemente practica la política de
conciliación de clases. Por lo tanto, se puede afirmar que
existe una vinculación entre dicho movimiento y
los partidos
políticos a la cual quedan subordinados los intereses
de la clase obrera, ahora llamada clase trabajadora,
expresión ésta que implica una distorsión
conceptual, puesto que se generaliza, la condición del
trabajo hacia todas aquéllas personas que pueden ser
fuente de producción, pero no asalariado. Hasta ahora
hemos podido constatar que los dirigentes obreros conservan el
viejo lenguaje de la
defensa de los "intereses de la clase obrera". De manera que en
el seno del movimiento sindical persiste la concepción
relacionada con que el movimiento sindical debe servir a los
intereses de la clase obrera". Sin embargo, a lo largo de la
historia del
movimiento sindical podemos apreciar que la defensa de los
intereses de la clase obrera son puramente económicos y
muy restringidos, practicando de tal manera, una política de
conciliación de clases, puesto que creen que la
conciliación de clases es el fundamento mejor de la
democracia y
evita los riesgos
inherentes al sistema
democrático.
Aristocracia obrera.- Capa alta, relativamente
pequeña, de la clase obrera; está constituida por
obreros –a menudo altamente calificados- de los
países capitalistas, obreros a quienes la burguesía
logra sobornar gracias a las superganancias de los monopolio. En
la época imperialista, se crea la base económica
para que en varios países resulte posible sobornar a la
capa alta de esta clase obrera, para lo cual se vale de diversos
métodos:
eleva el salario a ciertos
trabajadores, proporciona buenos puestos a la aristocracia y a la
burocracia
obreras en el aparato estatal y en los sindicatos,
les da participación en las ganancias, etc.
Sindicalismo.- Movimiento o corriente de organización de diversas categorías
socio-profesionales que, por lo general, tiene como principal
objetivo, la
defensa de los intereses económicos de sus miembros. El
sindicalismo
es fundamentalmente sindicalismo
obrero, pero el término se puede aplicar a todas las
asociaciones profesionales, organizadas sobre el sistema de
sindicato.
También se designa con este término, la
doctrina que atribuye a los sindicatos
profesionales, la función de
conducir la revolución
y la tarea de dirigir la sociedad. El
sindicalismo así entendido, ha perdido la importancia que
tuvo en las dos primeras décadas del siglo
pasado.
Sindicato.- Del griego syndicos, de syn "junto" y un
derivado de dike "justicia". En
su sentido amplio, asociación de personas morales o
físicas que tiene por objeto la representación y la
defensa de sus intereses comunes. Sin embargo, en su
acepción corriente, se trata de las asociaciones de
obreros y de empleados, de una profesión (sindicato de
oficio) o de una rama industrial (sindicato de industria),
que se agrupan con el propósito de defender sus derechos e intereses
inmediatos: salarios,
horarios, condiciones de trabajo, de seguridad,
etc.
Sindicato de Empresa.-
Agrupación en un solo sindicato de trabajadores
pertenecientes a diferentes profesiones, oficios o
especialidades, y que trabajan en una misma empresa.
Sindicato de Industria.-
Agrupación en un solo sindicato de trabajadores
pertenecientes a una industria determinada, sin considerar
profesión, oficio o especialidad.
Sindicato de Oficio.- Agrupación en un solo
sindicato de trabajadores de una misma profesión, oficio o
especialidad, sin consideración de industria o
empresa.
3. La
organización sindical.
Los sindicatos son, efectivamente, instrumentos de
incorporación de los trabajadores en la lucha por la
defensa de sus intereses y la elevación de sus condiciones
de vida, al tiempo que ayudan
a la formación de una clases obrera organizada y
combativa. Estas luchas reivindicativas –desde el aumento
de salarios, pasando
por las demandas de reducción de la jornada de trabajo,
hasta la participación en la ganancia y la
cogestión- son el punto de partida para que la clase
obrera asuma su papel
protagónico en la lucha por la liberación y llegue
a un cierto grado de autonomía y organización, logrando una percepción
directa de su valor
cuantitativo, especialmente en las luchas federativas y
confederativas en el seno de las organizaciones
sindicales. En el texto que C.
Marx
preparó con relación a los sindicatos y que fue
leído en la I Internacional, señalaba que "Los
sindicatos, han formado inconscientemente hogares de
organización para la clase obrera, como los Municipios y
Comunidades de la Edad Media lo
hicieron para la burguesía. Si los Sindicatos, por su
primer carácter,
son rigurosamente necesarios para las luchas cotidianas entre el
capital y
el trabajo
–verdaderos combates de guerrillas-, por su segundo
carácter, son mucho más importantes aún como
vehículos organizados para la supresión del
salario y de
la dominación del capital".
En la medida en que se constituye una clase obrera
industrial y urbana, la maduración y fermentación teórica de los
intelectuales de izquierda respecto del papel que le
asignan a la clase obrera, no se mide por los planteamientos
teóricos de estos intelectuales, sino por la capacidad que
la clase obrera tiene, para hacer funcionar sus propias organizaciones de
base. No obstante, debemos consignar que la "aristocracia
obrera", la cual ha impulsado las primeras etapas del movimiento
sindical en los países de mayor desarrollo
relativo de América
Latina, le dieron a éste, desde el primer momento, un
corte revolucionario (ya sean anarquistas o socialistas), hecho
que no ha acontecido de igual modo en Europa y Estados Unidos de
Norte América, en donde los sectores obreros
calificados fueron incorporados más fácilmente al
sistema.
Los Sindicatos –como también otras instituciones
de base: mutualidades, cooperativas,
clubes, etc.-, sirvieron como "hogares de organización
para la clase obrera", y en ellos surgieron y se generaron sus
propios dirigentes. Estas posibilidades de capacitación y entrenamiento en
las tareas de administración y conducción, son de
gran importancia para la constitución de un movimiento obrero
autónomo.
Pero cuando el sindicato crece lo mismo ocurre con las
otras organizaciones de base y con otro tipo de
organización a medida que se desarrolla), la
burocratización resulta inevitable. Aparece,
consecuentemente, la burocracia
sindical, pagada por el Sindicato, pero además, por los
empleadores y el gobierno de
turno, utilizando a la vez las ventajas que le confiere el
sistema como la licencia gremial.
Desarrollando el análisis, digamos que este fenómeno
en sí, no es un freno significativo al proceso de
liberación de la clase obrera. El que haya dirigentes
obreros rentados por los mismos trabajadores, es un paso
positivo; pero se vuelve negativo, cuando estos dirigentes son
sostenidos económicamente por los patronos, con creces, lo
cual los ubica por encima del mejor trabajador pagado. La
organización burocrática, por su misma naturaleza, exige
de un "dirigente administrador".
Hasta aquí tampoco habría problema, considerada la
cuestión desde una perspectiva revolucionaria y
transformadora. Más, he aquí, con frecuencia el
"administrador-obrero" va reemplazando
insensiblemente –y a esto ayudan los valores
vigentes en la sociedad de
clase-, al dirigente combativo, el que se identificó con
su clase. El dirigente administrador, sufre de todas las
irremediables tentaciones de la sociedad burguesa: prestigio
personal y sus
derivaciones, contactos con funcionarios gubernamentales y
soborno en contingencias difíciles para el sistema; cierto
desclasamiento, sea consciente o inconsciente, determinado por el
tipo de vida que desarrolla (especialmente en dirigentes que han
hecho de su papel una especie de profesión por
períodos peligrosamente extensos), pasando del nivel de
trabajo en la fábrica o el taller al de teorizante o
pequeño líder
al que debe recurrirse para obtener ventajes o simple justicia en
los reclamos. De esta manera aparece el burócrata
sindical, diferenciado y desvinculado de sus bases.
Este burócrata que ya no trabaja como obrero,
sino como administrador, se desenraiza de la misma clase obrera,
y cada vez le resulta más difícil comprender los
problemas
reales de su clase, y todavía más, los intereses
estratégicos a largo plazo, que muchas veces pueden ser
contrapuestos a sus intereses personales.
Por cuanto el burócrata quiere larga permanencia
en su cargo, monta todo un aparataje que le asegura la
conducción y dirección de las tareas, es decir, de
administrar el Sindicato, llegando incluso al extremo de
practicar elecciones internas fraudulentas para la
perpetuación en el cargo, digitación de delegados
(nombrarlos a dedo) afines a su "lista", trasgresión o
adecuación de los Estatutos a sus finalidades
continuistas, etc. Las consecuencias nefastas que tiene este
fenómeno sobre las luchas y el rol de la clase trabajadora
en el proceso
revolucionario son por demás evidentes, como es evidente
su identificación con los métodos
del sistema.
Cuadros medios de
dirigentes no rentados, y las mismas bases, constituyen elementos
que pueden desbordar a la burocracia.
Quizás por el hecho de haber dedicado bastante
espacio a examinar las "desviaciones" y "frenos" que pueden
ofrecer los Sindicatos, se podría pensar, un tanto
negativamente de las organizaciones sindicales como instrumento
de lucha de la clase obrera. Todo lo contrario: en esta etapa de
lucha constante por una nueva estructura
social, tal como la prueba la experiencia histórica, es
una de las tareas de mayor relevancia la cual debe ser
desarrollada por los propios trabajadores, partiendo de la base
social que los aglutina. Para ratificarlo, baste sólo
pensar los extensos márgenes de opresión del
neoliberalismo
si no existiesen sindicatos realmente clasistas y en donde se
frene la intervención a los mismos; las leyes y
reglamentaciones de controles rígidos que impidan un
desarrollo
democrático; la creación de instituciones
adhoc para integrarlos al gobierno de turno
y cualquier otra medida que produzca su
neutralización.
4. La acción de
los sindicatos.
Ahora bien, ¿qué hacer para que los
Sindicatos como vehículos organizados de la clase obrera
avancen en un proceso orientado conforme a los verdaderos
intereses de los trabajadores?
Es evidente que no toda lucha de los trabajadores se ha
de expresar necesariamente a través de los Sindicatos.
Éstos, además, pueden transformarse en instrumentos
que utiliza el sistema para bloquear la lucha obrera. Por otra
parte, no puede ignorarse la importancia que reviste la
organización sindical. Una línea correcta de
acción sindical, según nuestro enfoque,
sería la de no despreciar las luchas reivindicativas, como
medio de presión,
no siendo éstas las de definición
estratégica, porque conduciría a una lucha
economicista, contraria a la proyección democrática
de participación popular. Es necesario combinarla con
mecanismos de proyección política transformadora.
Para ello es imperioso elevar el nivel de conciencia obrera
a través de las luchas reivindicativas, en la medida en
que éstas ponen de manifiesto que no bastan para lograr un
auténtico avance hacia una proyección cultural,
social, económica, política.
El paso de la lucha económica a la lucha
política, se da mediante la inserción
política de la clase trabajadora en un partido
político revolucionario, pero con una mayor independencia,
a través de la acción sindical, en cuanto
ésta se presenta como alternativa clasista y
revolucionaria y como organismo de masas. Pienso que esta
sería la mejor línea de acción del
movimiento sindical, penetrando en la esencia de las masas
obreras, en su idiosincrasia, en su cultura que
permita una lectura de su
condición y de su dirección futura.
Sería ingenuo pensar en la inserción
política inmediata de la clase trabajadora con la sola
constitución de un sindicato o una
federación y aún, de una confederación de
sindicatos. Como es bien sabido, la ampliación del
ámbito de la acción sindical comporta una serie de
fases conforme cambian las circunstancias de tiempo y de lugar
y las cuales podría resumir de la siguiente
manera:
En la empresa: las
primeras formaciones sindicales surgen en el plano de la empresa, para
defenderse de los abusos de la patronal y mejorar las condiciones
de trabajo;
En las profesiones: poco a poco el sindicalismo se va
uniendo según ramas ocupacionales formando federaciones
regionales y confederaciones nacionales, con lo cual aumenta su
capacidad de negociación en orden a la defensa de los
intereses de los trabajadores;
En la economía nacional:
como consecuencia de lo indicado anteriormente, el Estado se
ve obligado a tener en cuenta a la fuerza
sindical; el Estado y los
Sindicatos se relacionan, tanto en problemas que
conciernen a la política
económica nacional, como en lo que se refiere a los
intereses de la clase trabajadora. La discusión
obrero-patronal pasa a ser una discusión obrero-estado:
paritaria, y la discusión de los convenios colectivos de
trabajo, son un ejemplo del ámbito en que operan los
sindicatos en esta nueva fase.
Las prédicas de "colaboración y
armonía de clases" y la de "apoliticidad de los
sindicatos" son los modos con que se embellece la esclavitud
asalariada del sistema capitalista. Aparece aquí lo que
Jorge Abelardo Ramos llama el doble carácter del
sindicalismo: "de un lado expresa la necesidad de los obreros
para mejorar sus condiciones de vida en la sociedad burguesa", y
por el otro, "es la correa de transmisión de la ideología burguesa en el movimiento obrero.
Este hecho se funda en una realidad evidente: el sindicalismo
propone mejorar el salario, no suprimirlo con el fin de
establecer una sociedad sin clases". En otras palabras, el
sindicalismo es para obtener mejores condiciones de vida, pero no
para constituirse en una alternativa revolucionaria.
Con el sindicalismo negociador, han aparecido, en
Latinoamérica, los burócratas
sindicales a quienes el dirigente obrero Agustín Tosco ha
descrito como a los que manipulan ignominiosamente el movimiento
obrero y se sirven de él para todo tipo de componendas
sobre la base de reiteradas claudicaciones.
Algunos plantean la necesidad de un sindicalismo puro,
es decir, apolítico, sin reparar que todo lo que se haga
por despolitizarlo, es un hecho político (aunque se lo
niegue), pues, tiende a que los Sindicatos, con su "neutralidad
política", no cuestionan al sistema, se circunscriben a la
lucha económica y favorezcan una política
negociadora reformista. Si el sindicalismo quiere ser algo
más que un instrumento de defensa de los intereses
laborales, con tareas extensivas de asistencia y servicios
sociales, es necesario plantearse el problema en función
de la sociedad actual, lo cual implica pensar acerca de su
función política.
Si bien es cierto que el objetivo
básico de los sindicatos es la defensa de los intereses
profesionales de sus miembros y de los trabajadores en general,
también es evidente que el concepto de
"intereses profesionales" ha ido adquiriendo una amplitud cada
vez mayor. Esta ampliación de los objetivos
sindicales, supone para el sindicalismo la necesidad de abordar
un mayor número de actividades, y como consecuencia de
ello, los intereses profesionales quedan insertos en la
problemática política.
Los sindicatos, entonces, comienzan a interesarse en los
problemas políticos de la sociedad de la cual forman parte
y los partidos
políticos encuentran en los "premios" una buena
"clientela", como medio para tener el apoyo electoral, o bien,
porque quieren representar los intereses de esa clase. En esta
etapa, la acción política de los Sindicatos puede
asumir distintas formas:
Acción Política de Negociación y Control.- El
sindicalismo no cuestiona al sistema, ni siquiera se plantea el
problema, opero trata de sacar de él, todas las ventajas
posibles para los trabajadores. Los empresarios han procurado
promover este tipo de sindicalismo puesto oque sirve como
grupo de
presión contra las oligarquías terratenientes que
subsisten en algunos países de Latinoamérica, pero,
además, como instrumento de control de la
misma clase obrera.
Acción Política de Integración.- El sindicalismo está
integrado en la organización política del
Estado.
Acción Política Reformista.- Los
sindicatos no sólo negocian, sino que también
buscan una serie de reformas sociales y transformaciones
estructurales, que lleven a una mejor distribución de los bienes
económicos; pero, sin cuestionar los fundamentos mismos
del sistema. Se procura que los obreros formen parte de las
Cámaras Legislativas para tratar de asegurar una
legislación social más avanzada; en ciertos casos,
ellos integran algunos organismos del Estado tales como Consejo
Económico y Social; Comisión Tripartita;
Comisión de control de precios, etc.,
pero sin poder
efectivo, ni facultades de decisión en cuestiones de
importancia. Con este tipo de sindicalismo, gobierno y
burguesía encuentran los modos de corromper y sobornar a
las capas dirigentes de la clase obrera, transformando a dichos
dirigentes en burócratas que nada harán más
allá de las reglas del juego que les
impondrá el sistema.
Acción Política Revolucionaria.- Comienza
a darse cuando las luchas obreras sacuden al sistema y lo
cuestionan en sus mismo fundamentos, pues, la vanguardia
obrera y un número cada vez mayor de trabajadores se hace
consciente de que los problemas obreros no pueden resolverse
dentro del marco del sistema capitalista, por cuanto esos
problemas son mucho más que una cuestión de
salarios, vacaciones pagadas, buenas condiciones de trabajo,
etc.
5. El Sindicalismo En
Venezuela
Los primeros grupos
sociales de obreros aparecen en la sociedad venezolana
durante las últimas décadas del siglo XIX; pero, la
clase obrera como tal, diferenciada de otras clases por el lugar
ocupado en el proceso de producción predominante, surge y adquiere
fisonomía con la iniciación y el desarrollo en el
país de las operaciones de
exploración y explotación, programadas por los
monopolios extranjeros en la industria petrolera. En la dinámica de nuestra sociedad, el obrero no
se distingue fundamentalmente del empleado, por cuanto
aquél es un productor de plusvalía y éste un
distribuidor de la misma. De acuerdo con una concepción
plasmada en la legislación laboral
venezolana, la separación obedecer al supuesto predominio
del esfuerzo físico en el trabajo del
obrero, como esfuerzo intelectual en el empleado. Los componentes
de la clase obrera son en su gran mayoría hombres y
mujeres jóvenes. La clase obrera comprende diversos
destacamentos, entre los cuales algunos crecen constantemente. El
de mayor importancia, sin ser el más numeroso, es el
proletariado industrial. En la clase obrera nacional se han
producido cambios cuantitativos de gran importancia en los dos
últimos años (1999-2000), determinados por la
desincorporación de grandes destacamentos que
anteriormente estructuraban la masa laboral
empresarial, la cual se ha ido despojando de un considerable
número de ellos, como consecuencia de una
apreciación de transformación estructural en el
país , sin se aprecien transformaciones cualitativas al
nivel de la inserción tecnológica.
Los triunfos históricos de la clase obrera en
diversas regiones del mundo, las revoluciones sociales que han
convertido al proletariado como clase gobernante, atemorizan a
los colonizadores modernos y sus aliados, las clases dominantes
nacionales, y los lleva a intensificar las actividades dirigidas
a conseguir la división del movimiento obrero nacional y
así obstaculizar el desarrollo de las luchas que se van
adecuando a las nuevas necesidades del país, a las
transformaciones que se operan en él.
Para lograrlo, invierten fabulosas sumas de dinero en
propaganda que
confunde, generando a la vez, los mecanismos de corrupción
de algunos dirigentes sindicales. La división del
movimiento obrero y de los trabajadores en general, es una
finalidad permanente, que se expresa con toda nitidez en la
estructura de
los maestros y profesores, donde siete agrupaciones, con
distintos colores
partidistas, luchan por el predominio contractual. Betancourt,
desde la jefatura del gobierno, hizo de los dirigentes sindicales
afiliados a Acción Democrática, los difusores del
reformismo entre los efectivos del movimiento obrero
nacional.
Resultado de estas gestiones fue lo que se
conoció como la "paz laboral", establecida mediante la
celebración de contratos
colectivos de trabajo de larga duración, que eliminan, en
lo legal, situaciones conflictivas entre patronos y trabajadores
durante dilatados períodos, al encontrarse los sindicatos
jurídicamente incapacitados para luchar (a través
de contrataciones colectivas, se fue ajustando el tiempo de
duración, hasta lograr revisiones de contrato cada dos
años, tanto al nivel de la empresa como del gobierno). Los
somete a la congelación de los salarios, mientras sube
libremente el costo de los
artículos de vital necesidad.
Las raíces de la burocracia sindical y su
composición son distintas a las de la aristocracia obrera.
Entre los principales componentes de la primera, están
principalmente, directivos y funcionarios de sindicatos que
militan en partidos policlasistas; generalmente trabajadores
marginados desde hace años del frente de la
producción para desempeñar cargos en dependencias
del Estado, confundidos con burócratas vinculados a
representantes de los intereses gubernamentales y de las clases
dominantes.
La burocracia sindical se forma y desenvuelve fuera del
marco de las relaciones de trabajo, de los centros fabriles. Por
sus ligazones con empresarios estatales y privados deforma y
frena las luchas de contenido clasista que adelantan los
trabajadores. Quienes la constituyen, particularmente los
dependientes del Estado, rompen con la clase obrera que se
aísla de ella, pero no se adhiere a otra: surge y crece en
las masas asalariadas y aunque integrada por trabajadores mejor
remunerados, rodeados de ventajas y garantías, se
mantienen activos en los
procesos de
producción. El obrero aristócrata en un trabajador
sobornado por la burguesía; el burócrata sindical
es un parásito que vive de los burgueses, el Estado, los
Sindicatos o partidos políticos.
Durante los últimos años, la burocracia
sindical se ha extendido y enraizado en el andamiaje estatal
principalmente. Los gobiernos populistas de Acción
Democrática y el Social Cristiano Copey, la estimulan.
Estos gobiernos han hablado con frecuencia de la
incorporación de los obreros al aparato gubernamental. De
esta manera, dirigentes y militantes de organizaciones sindicales
oficialistas desempeñan cargos importantes en Ministerios,
Institutos Autónomos, Gobernaciones, Dependencias
Policiales y otros organismos estatales. Pero su condición
de burócratas no les impide seguir
autodenominándose "sindicalistas", e intervenir directa o
indirectamente en las actividades de los sindicatos.
Existen burócratas sindicales pagados por
dependencias del Estado; un buen número percibe sueldos de
acuerdo con partidas previstas en el Presupuesto de la
Nación,
o de cada Estado o de las Municipalidades; nóminas de
pago, contribuciones y ayudas al movimiento sindical.
En nuestra sociedad la burocracia obrera crece siguiendo
dos direcciones: a) al margen de los mecanismos propios de los
organismos sindicales y sin relaciones directas con los procesos de
producción que adelantan las empresas
públicas y privadas: sus integrantes son en su
mayoría piezas de la burocracia del Estado; b) en el seno
mismo de las organizaciones sindicales, comprende trabajadores
retirados de la actividad fabril desde hace cierto tiempo, o
bien, personas que nunca han sido obreros o empleados y reciben
sueldos jugosos extraídos de los fondos formados por la
acumulación de las cotizaciones ordinarias y
extraordinarias de los activistas del sindicato.
El burócrata sindical acumula poder y lo
ejerce sobre miembros del sindicato: es un rebelde aparente, pero
la misión es
frenar la rebelión. Vendedor de asalariados, traficante de
energía laboral, caudillo de una maquinaria engrasada con
intereses de fuerzas políticas,
de un partido, generalmente; es un negociador de fuerza de
trabajo ajena.
Ni por su origen ni por sus características, los componentes de la
burocracia sindical no constituyen una capa del proletariado. Son
marginados de esta clase, puntas de lanza del enemigo incrustadas
en los organismos de lucha de la población trabajadora. Aunque los
empresarios no asumen abiertamente la responsabilidad de mantenerlos, los ayudan. Los
burócratas negocian los pliegos de peticiones y
están autorizados para firmar contratos
colectivos de trabajo con los empleadores.
En Venezuela, el
instrumento principal que permite mantener quietas a las masas
trabajadoras ha sido y es la Confederación de Trabajadores
de Venezuela CTV,
como organización dominante, nacida del Tercer Congreso
Nacional de Trabajadores. La Confederación se
fraccionó al agudizarse en su seno la lucha contra el
quietismo, adelantada por personas y organizaciones de tendencia
aparentemente "revolucionaria"; pero en la práctica,
reformistas, que prefirieron, después de la ruptura,
seguir el mismo camino que transita la CTV.
Los burócratas sindicales actúan en dos
sentidos: a) colaboración efectiva con los aparatos
represivos del Estado y fuerzas patronales empeñados en
liquidar a cuantos se opongan al sedentarismo, y b) defensa
decidida del sistema. La combinación de las dos
actuaciones profundiza la intervención del Estado y los
patronos en los sindicatos.
El sedentarismo convierte a los organismos sindicales en
simples distribuidores de servicios
legales, en instrumentos que "ayudan" a solucionar conflictos de
trabajo individuales o colectivos que surjan.
La militancia de la CTV no dispone de mecanismos y
oportunidades para elegir colectivamente entre la vía
reformista y la acción progresista transformadora;
sólo puede escoger entre un reformismo legal y un
reformismo contractual. Los burócratas operan en la
Central Obrera manejados por neocolonizadores, gobernantes y
empresarios, procuran que los obreros participen en una
enmascarada democracia de
masas.
Cuando se hace el análisis de la clase obrera nacional, para
valorarla como fuerza social capacitada para impulsar un cambio
progresista y transformador, se deben localizar y jerarquizar los
fenómenos surgidos y que surjan en su seno, teniendo en
cuenta la significación de los mismos y sus
proyecciones.
El proceso de desorganización de los trabajadores
que estamos presenciando, que afecta a hombres y mujeres activos a tiempo
completo en la producción, a semiempleados y desocupados,
obedece a causas particulares. El hecho de dicha
desorganización se debe más que todo a la forma y a
los procedimientos
que utiliza la CTV en cuanto al desarrollo de la
contratación colectiva y al deterioro de las luchas
sindicales para la conquista de reales reivindicaciones
laborales; además, el bajo nivel de conciencia de
clase que poseen los trabajadores venezolanos al no impulsar sus
luchas a través de organizaciones progresistas por temor a
las represalias por parte de empleadores y cuerpos policiales del
Estado.
La unidad obrera no se logra sólo con abundancia
de palabras y escritos sobre el tema; se forma al calor de los
combates en pro de las más sentidas aspiraciones de la
masa trabajadora. Hay que estimular la capacidad de creatividad de
las masas populares, prepararlas para la utilización
oportuna de las diferentes formas de lucha que vayan en beneficio
del país.
– Ander-Egg, Ezequiel. Diccionario
del Trabajo Social.
El Cid Editor de Venezuela C.A. Caracas, 1982.
– Blanco Muñoz, Agustín. Venezuela: Historia de una
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– Borisov/Zhamin/Makarova. Diccionario de
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– Haro Tecglen, Eduardo. Diccionario Político. Editorial
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5ª. Edición. 1976.
– Quintero, Rodolfo. Clase obrera y revolución. Viloria y Cruz Editores.
Caracas, 1970. 141 pp.
Autor:
Lic. Luis E. Gómez Pineda