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Acerca de la Cuestión Sindical




Enviado por lugopine




    1.
    Introducción

    2. Definiciones
    3. La organización
    sindical

    4. La acción de los
    sindicatos.

    5. El Sindicalismo En
    Venezuela

    6. La burocracia
    sindical.

    7.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    El movimiento
    sindical frecuentemente practica la política de
    conciliación de clases. Por lo tanto, se puede afirmar que
    existe una vinculación entre dicho movimiento y
    los partidos
    políticos a la cual quedan subordinados los intereses
    de la clase obrera, ahora llamada clase trabajadora,
    expresión ésta que implica una distorsión
    conceptual, puesto que se generaliza, la condición del
    trabajo hacia todas aquéllas personas que pueden ser
    fuente de producción, pero no asalariado. Hasta ahora
    hemos podido constatar que los dirigentes obreros conservan el
    viejo lenguaje de la
    defensa de los "intereses de la clase obrera". De manera que en
    el seno del movimiento sindical persiste la concepción
    relacionada con que el movimiento sindical debe servir a los
    intereses de la clase obrera". Sin embargo, a lo largo de la
    historia del
    movimiento sindical podemos apreciar que la defensa de los
    intereses de la clase obrera son puramente económicos y
    muy restringidos, practicando de tal manera, una política de
    conciliación de clases, puesto que creen que la
    conciliación de clases es el fundamento mejor de la
    democracia y
    evita los riesgos
    inherentes al sistema
    democrático.

    2.
    Definiciones

    Aristocracia obrera.- Capa alta, relativamente
    pequeña, de la clase obrera; está constituida por
    obreros –a menudo altamente calificados- de los
    países capitalistas, obreros a quienes la burguesía
    logra sobornar gracias a las superganancias de los monopolio. En
    la época imperialista, se crea la base económica
    para que en varios países resulte posible sobornar a la
    capa alta de esta clase obrera, para lo cual se vale de diversos
    métodos:
    eleva el salario a ciertos
    trabajadores, proporciona buenos puestos a la aristocracia y a la
    burocracia
    obreras en el aparato estatal y en los sindicatos,
    les da participación en las ganancias, etc.

    Sindicalismo.- Movimiento o corriente de organización de diversas categorías
    socio-profesionales que, por lo general, tiene como principal
    objetivo, la
    defensa de los intereses económicos de sus miembros. El
    sindicalismo
    es fundamentalmente sindicalismo
    obrero, pero el término se puede aplicar a todas las
    asociaciones profesionales, organizadas sobre el sistema de
    sindicato.

    También se designa con este término, la
    doctrina que atribuye a los sindicatos
    profesionales, la función de
    conducir la revolución
    y la tarea de dirigir la sociedad. El
    sindicalismo así entendido, ha perdido la importancia que
    tuvo en las dos primeras décadas del siglo
    pasado.

    Sindicato.- Del griego syndicos, de syn "junto" y un
    derivado de dike "justicia". En
    su sentido amplio, asociación de personas morales o
    físicas que tiene por objeto la representación y la
    defensa de sus intereses comunes. Sin embargo, en su
    acepción corriente, se trata de las asociaciones de
    obreros y de empleados, de una profesión (sindicato de
    oficio) o de una rama industrial (sindicato de industria),
    que se agrupan con el propósito de defender sus derechos e intereses
    inmediatos: salarios,
    horarios, condiciones de trabajo, de seguridad,
    etc.

    Sindicato de Empresa.-
    Agrupación en un solo sindicato de trabajadores
    pertenecientes a diferentes profesiones, oficios o
    especialidades, y que trabajan en una misma empresa.

    Sindicato de Industria.-
    Agrupación en un solo sindicato de trabajadores
    pertenecientes a una industria determinada, sin considerar
    profesión, oficio o especialidad.

    Sindicato de Oficio.- Agrupación en un solo
    sindicato de trabajadores de una misma profesión, oficio o
    especialidad, sin consideración de industria o
    empresa.

    3. La
    organización sindical.

    Los sindicatos son, efectivamente, instrumentos de
    incorporación de los trabajadores en la lucha por la
    defensa de sus intereses y la elevación de sus condiciones
    de vida, al tiempo que ayudan
    a la formación de una clases obrera organizada y
    combativa. Estas luchas reivindicativas –desde el aumento
    de salarios, pasando
    por las demandas de reducción de la jornada de trabajo,
    hasta la participación en la ganancia y la
    cogestión- son el punto de partida para que la clase
    obrera asuma su papel
    protagónico en la lucha por la liberación y llegue
    a un cierto grado de autonomía y organización, logrando una percepción
    directa de su valor
    cuantitativo, especialmente en las luchas federativas y
    confederativas en el seno de las organizaciones
    sindicales. En el texto que C.
    Marx
    preparó con relación a los sindicatos y que fue
    leído en la I Internacional, señalaba que "Los
    sindicatos, han formado inconscientemente hogares de
    organización para la clase obrera, como los Municipios y
    Comunidades de la Edad Media lo
    hicieron para la burguesía. Si los Sindicatos, por su
    primer carácter,
    son rigurosamente necesarios para las luchas cotidianas entre el
    capital y
    el trabajo
    –verdaderos combates de guerrillas-, por su segundo
    carácter, son mucho más importantes aún como
    vehículos organizados para la supresión del
    salario y de
    la dominación del capital".

    En la medida en que se constituye una clase obrera
    industrial y urbana, la maduración y fermentación teórica de los
    intelectuales de izquierda respecto del papel que le
    asignan a la clase obrera, no se mide por los planteamientos
    teóricos de estos intelectuales, sino por la capacidad que
    la clase obrera tiene, para hacer funcionar sus propias organizaciones de
    base. No obstante, debemos consignar que la "aristocracia
    obrera", la cual ha impulsado las primeras etapas del movimiento
    sindical en los países de mayor desarrollo
    relativo de América
    Latina, le dieron a éste, desde el primer momento, un
    corte revolucionario (ya sean anarquistas o socialistas), hecho
    que no ha acontecido de igual modo en Europa y Estados Unidos de
    Norte América, en donde los sectores obreros
    calificados fueron incorporados más fácilmente al
    sistema.

    Los Sindicatos –como también otras instituciones
    de base: mutualidades, cooperativas,
    clubes, etc.-, sirvieron como "hogares de organización
    para la clase obrera", y en ellos surgieron y se generaron sus
    propios dirigentes. Estas posibilidades de capacitación y entrenamiento en
    las tareas de administración y conducción, son de
    gran importancia para la constitución de un movimiento obrero
    autónomo.

    Pero cuando el sindicato crece lo mismo ocurre con las
    otras organizaciones de base y con otro tipo de
    organización a medida que se desarrolla), la
    burocratización resulta inevitable. Aparece,
    consecuentemente, la burocracia
    sindical, pagada por el Sindicato, pero además, por los
    empleadores y el gobierno de
    turno, utilizando a la vez las ventajas que le confiere el
    sistema como la licencia gremial.

    Desarrollando el análisis, digamos que este fenómeno
    en sí, no es un freno significativo al proceso de
    liberación de la clase obrera. El que haya dirigentes
    obreros rentados por los mismos trabajadores, es un paso
    positivo; pero se vuelve negativo, cuando estos dirigentes son
    sostenidos económicamente por los patronos, con creces, lo
    cual los ubica por encima del mejor trabajador pagado. La
    organización burocrática, por su misma naturaleza, exige
    de un "dirigente administrador".
    Hasta aquí tampoco habría problema, considerada la
    cuestión desde una perspectiva revolucionaria y
    transformadora. Más, he aquí, con frecuencia el
    "administrador-obrero" va reemplazando
    insensiblemente –y a esto ayudan los valores
    vigentes en la sociedad de
    clase-, al dirigente combativo, el que se identificó con
    su clase. El dirigente administrador, sufre de todas las
    irremediables tentaciones de la sociedad burguesa: prestigio
    personal y sus
    derivaciones, contactos con funcionarios gubernamentales y
    soborno en contingencias difíciles para el sistema; cierto
    desclasamiento, sea consciente o inconsciente, determinado por el
    tipo de vida que desarrolla (especialmente en dirigentes que han
    hecho de su papel una especie de profesión por
    períodos peligrosamente extensos), pasando del nivel de
    trabajo en la fábrica o el taller al de teorizante o
    pequeño líder
    al que debe recurrirse para obtener ventajes o simple justicia en
    los reclamos. De esta manera aparece el burócrata
    sindical, diferenciado y desvinculado de sus bases.

    Este burócrata que ya no trabaja como obrero,
    sino como administrador, se desenraiza de la misma clase obrera,
    y cada vez le resulta más difícil comprender los
    problemas
    reales de su clase, y todavía más, los intereses
    estratégicos a largo plazo, que muchas veces pueden ser
    contrapuestos a sus intereses personales.

    Por cuanto el burócrata quiere larga permanencia
    en su cargo, monta todo un aparataje que le asegura la
    conducción y dirección de las tareas, es decir, de
    administrar el Sindicato, llegando incluso al extremo de
    practicar elecciones internas fraudulentas para la
    perpetuación en el cargo, digitación de delegados
    (nombrarlos a dedo) afines a su "lista", trasgresión o
    adecuación de los Estatutos a sus finalidades
    continuistas, etc. Las consecuencias nefastas que tiene este
    fenómeno sobre las luchas y el rol de la clase trabajadora
    en el proceso
    revolucionario son por demás evidentes, como es evidente
    su identificación con los métodos
    del sistema.

    Cuadros medios de
    dirigentes no rentados, y las mismas bases, constituyen elementos
    que pueden desbordar a la burocracia.

    Quizás por el hecho de haber dedicado bastante
    espacio a examinar las "desviaciones" y "frenos" que pueden
    ofrecer los Sindicatos, se podría pensar, un tanto
    negativamente de las organizaciones sindicales como instrumento
    de lucha de la clase obrera. Todo lo contrario: en esta etapa de
    lucha constante por una nueva estructura
    social, tal como la prueba la experiencia histórica, es
    una de las tareas de mayor relevancia la cual debe ser
    desarrollada por los propios trabajadores, partiendo de la base
    social que los aglutina. Para ratificarlo, baste sólo
    pensar los extensos márgenes de opresión del
    neoliberalismo
    si no existiesen sindicatos realmente clasistas y en donde se
    frene la intervención a los mismos; las leyes y
    reglamentaciones de controles rígidos que impidan un
    desarrollo
    democrático; la creación de instituciones
    adhoc para integrarlos al gobierno de turno
    y cualquier otra medida que produzca su
    neutralización.

    4. La acción de
    los sindicatos
    .

    Ahora bien, ¿qué hacer para que los
    Sindicatos como vehículos organizados de la clase obrera
    avancen en un proceso orientado conforme a los verdaderos
    intereses de los trabajadores?

    Es evidente que no toda lucha de los trabajadores se ha
    de expresar necesariamente a través de los Sindicatos.
    Éstos, además, pueden transformarse en instrumentos
    que utiliza el sistema para bloquear la lucha obrera. Por otra
    parte, no puede ignorarse la importancia que reviste la
    organización sindical. Una línea correcta de
    acción sindical, según nuestro enfoque,
    sería la de no despreciar las luchas reivindicativas, como
    medio de presión,
    no siendo éstas las de definición
    estratégica, porque conduciría a una lucha
    economicista, contraria a la proyección democrática
    de participación popular. Es necesario combinarla con
    mecanismos de proyección política transformadora.
    Para ello es imperioso elevar el nivel de conciencia obrera
    a través de las luchas reivindicativas, en la medida en
    que éstas ponen de manifiesto que no bastan para lograr un
    auténtico avance hacia una proyección cultural,
    social, económica, política.

    El paso de la lucha económica a la lucha
    política, se da mediante la inserción
    política de la clase trabajadora en un partido
    político revolucionario, pero con una mayor independencia,
    a través de la acción sindical, en cuanto
    ésta se presenta como alternativa clasista y
    revolucionaria y como organismo de masas. Pienso que esta
    sería la mejor línea de acción del
    movimiento sindical, penetrando en la esencia de las masas
    obreras, en su idiosincrasia, en su cultura que
    permita una lectura de su
    condición y de su dirección futura.

    Sería ingenuo pensar en la inserción
    política inmediata de la clase trabajadora con la sola
    constitución de un sindicato o una
    federación y aún, de una confederación de
    sindicatos. Como es bien sabido, la ampliación del
    ámbito de la acción sindical comporta una serie de
    fases conforme cambian las circunstancias de tiempo y de lugar
    y las cuales podría resumir de la siguiente
    manera:

    En la empresa: las
    primeras formaciones sindicales surgen en el plano de la empresa, para
    defenderse de los abusos de la patronal y mejorar las condiciones
    de trabajo;

    En las profesiones: poco a poco el sindicalismo se va
    uniendo según ramas ocupacionales formando federaciones
    regionales y confederaciones nacionales, con lo cual aumenta su
    capacidad de negociación en orden a la defensa de los
    intereses de los trabajadores;

    En la economía nacional:
    como consecuencia de lo indicado anteriormente, el Estado se
    ve obligado a tener en cuenta a la fuerza
    sindical; el Estado y los
    Sindicatos se relacionan, tanto en problemas que
    conciernen a la política
    económica nacional, como en lo que se refiere a los
    intereses de la clase trabajadora. La discusión
    obrero-patronal pasa a ser una discusión obrero-estado:
    paritaria, y la discusión de los convenios colectivos de
    trabajo, son un ejemplo del ámbito en que operan los
    sindicatos en esta nueva fase.

    Las prédicas de "colaboración y
    armonía de clases" y la de "apoliticidad de los
    sindicatos" son los modos con que se embellece la esclavitud
    asalariada del sistema capitalista. Aparece aquí lo que
    Jorge Abelardo Ramos llama el doble carácter del
    sindicalismo: "de un lado expresa la necesidad de los obreros
    para mejorar sus condiciones de vida en la sociedad burguesa", y
    por el otro, "es la correa de transmisión de la ideología burguesa en el movimiento obrero.
    Este hecho se funda en una realidad evidente: el sindicalismo
    propone mejorar el salario, no suprimirlo con el fin de
    establecer una sociedad sin clases". En otras palabras, el
    sindicalismo es para obtener mejores condiciones de vida, pero no
    para constituirse en una alternativa revolucionaria.

    Con el sindicalismo negociador, han aparecido, en
    Latinoamérica, los burócratas
    sindicales a quienes el dirigente obrero Agustín Tosco ha
    descrito como a los que manipulan ignominiosamente el movimiento
    obrero y se sirven de él para todo tipo de componendas
    sobre la base de reiteradas claudicaciones.

    Algunos plantean la necesidad de un sindicalismo puro,
    es decir, apolítico, sin reparar que todo lo que se haga
    por despolitizarlo, es un hecho político (aunque se lo
    niegue), pues, tiende a que los Sindicatos, con su "neutralidad
    política", no cuestionan al sistema, se circunscriben a la
    lucha económica y favorezcan una política
    negociadora reformista. Si el sindicalismo quiere ser algo
    más que un instrumento de defensa de los intereses
    laborales, con tareas extensivas de asistencia y servicios
    sociales, es necesario plantearse el problema en función
    de la sociedad actual, lo cual implica pensar acerca de su
    función política.

    Si bien es cierto que el objetivo
    básico de los sindicatos es la defensa de los intereses
    profesionales de sus miembros y de los trabajadores en general,
    también es evidente que el concepto de
    "intereses profesionales" ha ido adquiriendo una amplitud cada
    vez mayor. Esta ampliación de los objetivos
    sindicales, supone para el sindicalismo la necesidad de abordar
    un mayor número de actividades, y como consecuencia de
    ello, los intereses profesionales quedan insertos en la
    problemática política.

    Los sindicatos, entonces, comienzan a interesarse en los
    problemas políticos de la sociedad de la cual forman parte
    y los partidos
    políticos encuentran en los "premios" una buena
    "clientela", como medio para tener el apoyo electoral, o bien,
    porque quieren representar los intereses de esa clase. En esta
    etapa, la acción política de los Sindicatos puede
    asumir distintas formas:

    Acción Política de Negociación y Control.- El
    sindicalismo no cuestiona al sistema, ni siquiera se plantea el
    problema, opero trata de sacar de él, todas las ventajas
    posibles para los trabajadores. Los empresarios han procurado
    promover este tipo de sindicalismo puesto oque sirve como
    grupo de
    presión contra las oligarquías terratenientes que
    subsisten en algunos países de Latinoamérica, pero,
    además, como instrumento de control de la
    misma clase obrera.

    Acción Política de Integración.- El sindicalismo está
    integrado en la organización política del
    Estado.

    Acción Política Reformista.- Los
    sindicatos no sólo negocian, sino que también
    buscan una serie de reformas sociales y transformaciones
    estructurales, que lleven a una mejor distribución de los bienes
    económicos; pero, sin cuestionar los fundamentos mismos
    del sistema. Se procura que los obreros formen parte de las
    Cámaras Legislativas para tratar de asegurar una
    legislación social más avanzada; en ciertos casos,
    ellos integran algunos organismos del Estado tales como Consejo
    Económico y Social; Comisión Tripartita;
    Comisión de control de precios, etc.,
    pero sin poder
    efectivo, ni facultades de decisión en cuestiones de
    importancia. Con este tipo de sindicalismo, gobierno y
    burguesía encuentran los modos de corromper y sobornar a
    las capas dirigentes de la clase obrera, transformando a dichos
    dirigentes en burócratas que nada harán más
    allá de las reglas del juego que les
    impondrá el sistema.

    Acción Política Revolucionaria.- Comienza
    a darse cuando las luchas obreras sacuden al sistema y lo
    cuestionan en sus mismo fundamentos, pues, la vanguardia
    obrera y un número cada vez mayor de trabajadores se hace
    consciente de que los problemas obreros no pueden resolverse
    dentro del marco del sistema capitalista, por cuanto esos
    problemas son mucho más que una cuestión de
    salarios, vacaciones pagadas, buenas condiciones de trabajo,
    etc.

    5. El Sindicalismo En
    Venezuela

    Los primeros grupos
    sociales de obreros aparecen en la sociedad venezolana
    durante las últimas décadas del siglo XIX; pero, la
    clase obrera como tal, diferenciada de otras clases por el lugar
    ocupado en el proceso de producción predominante, surge y adquiere
    fisonomía con la iniciación y el desarrollo en el
    país de las operaciones de
    exploración y explotación, programadas por los
    monopolios extranjeros en la industria petrolera. En la dinámica de nuestra sociedad, el obrero no
    se distingue fundamentalmente del empleado, por cuanto
    aquél es un productor de plusvalía y éste un
    distribuidor de la misma. De acuerdo con una concepción
    plasmada en la legislación laboral
    venezolana, la separación obedecer al supuesto predominio
    del esfuerzo físico en el trabajo del
    obrero, como esfuerzo intelectual en el empleado. Los componentes
    de la clase obrera son en su gran mayoría hombres y
    mujeres jóvenes. La clase obrera comprende diversos
    destacamentos, entre los cuales algunos crecen constantemente. El
    de mayor importancia, sin ser el más numeroso, es el
    proletariado industrial. En la clase obrera nacional se han
    producido cambios cuantitativos de gran importancia en los dos
    últimos años (1999-2000), determinados por la
    desincorporación de grandes destacamentos que
    anteriormente estructuraban la masa laboral
    empresarial, la cual se ha ido despojando de un considerable
    número de ellos, como consecuencia de una
    apreciación de transformación estructural en el
    país , sin se aprecien transformaciones cualitativas al
    nivel de la inserción tecnológica.

    Los triunfos históricos de la clase obrera en
    diversas regiones del mundo, las revoluciones sociales que han
    convertido al proletariado como clase gobernante, atemorizan a
    los colonizadores modernos y sus aliados, las clases dominantes
    nacionales, y los lleva a intensificar las actividades dirigidas
    a conseguir la división del movimiento obrero nacional y
    así obstaculizar el desarrollo de las luchas que se van
    adecuando a las nuevas necesidades del país, a las
    transformaciones que se operan en él.

    Para lograrlo, invierten fabulosas sumas de dinero en
    propaganda que
    confunde, generando a la vez, los mecanismos de corrupción
    de algunos dirigentes sindicales. La división del
    movimiento obrero y de los trabajadores en general, es una
    finalidad permanente, que se expresa con toda nitidez en la
    estructura de
    los maestros y profesores, donde siete agrupaciones, con
    distintos colores
    partidistas, luchan por el predominio contractual. Betancourt,
    desde la jefatura del gobierno, hizo de los dirigentes sindicales
    afiliados a Acción Democrática, los difusores del
    reformismo entre los efectivos del movimiento obrero
    nacional.

    Resultado de estas gestiones fue lo que se
    conoció como la "paz laboral", establecida mediante la
    celebración de contratos
    colectivos de trabajo de larga duración, que eliminan, en
    lo legal, situaciones conflictivas entre patronos y trabajadores
    durante dilatados períodos, al encontrarse los sindicatos
    jurídicamente incapacitados para luchar (a través
    de contrataciones colectivas, se fue ajustando el tiempo de
    duración, hasta lograr revisiones de contrato cada dos
    años, tanto al nivel de la empresa como del gobierno). Los
    somete a la congelación de los salarios, mientras sube
    libremente el costo de los
    artículos de vital necesidad.

    6. La burocracia
    sindical.

    Las raíces de la burocracia sindical y su
    composición son distintas a las de la aristocracia obrera.
    Entre los principales componentes de la primera, están
    principalmente, directivos y funcionarios de sindicatos que
    militan en partidos policlasistas; generalmente trabajadores
    marginados desde hace años del frente de la
    producción para desempeñar cargos en dependencias
    del Estado, confundidos con burócratas vinculados a
    representantes de los intereses gubernamentales y de las clases
    dominantes.

    La burocracia sindical se forma y desenvuelve fuera del
    marco de las relaciones de trabajo, de los centros fabriles. Por
    sus ligazones con empresarios estatales y privados deforma y
    frena las luchas de contenido clasista que adelantan los
    trabajadores. Quienes la constituyen, particularmente los
    dependientes del Estado, rompen con la clase obrera que se
    aísla de ella, pero no se adhiere a otra: surge y crece en
    las masas asalariadas y aunque integrada por trabajadores mejor
    remunerados, rodeados de ventajas y garantías, se
    mantienen activos en los
    procesos de
    producción. El obrero aristócrata en un trabajador
    sobornado por la burguesía; el burócrata sindical
    es un parásito que vive de los burgueses, el Estado, los
    Sindicatos o partidos políticos.

    Durante los últimos años, la burocracia
    sindical se ha extendido y enraizado en el andamiaje estatal
    principalmente. Los gobiernos populistas de Acción
    Democrática y el Social Cristiano Copey, la estimulan.
    Estos gobiernos han hablado con frecuencia de la
    incorporación de los obreros al aparato gubernamental. De
    esta manera, dirigentes y militantes de organizaciones sindicales
    oficialistas desempeñan cargos importantes en Ministerios,
    Institutos Autónomos, Gobernaciones, Dependencias
    Policiales y otros organismos estatales. Pero su condición
    de burócratas no les impide seguir
    autodenominándose "sindicalistas", e intervenir directa o
    indirectamente en las actividades de los sindicatos.

    Existen burócratas sindicales pagados por
    dependencias del Estado; un buen número percibe sueldos de
    acuerdo con partidas previstas en el Presupuesto de la
    Nación,
    o de cada Estado o de las Municipalidades; nóminas de
    pago, contribuciones y ayudas al movimiento sindical.

    En nuestra sociedad la burocracia obrera crece siguiendo
    dos direcciones: a) al margen de los mecanismos propios de los
    organismos sindicales y sin relaciones directas con los procesos de
    producción que adelantan las empresas
    públicas y privadas: sus integrantes son en su
    mayoría piezas de la burocracia del Estado; b) en el seno
    mismo de las organizaciones sindicales, comprende trabajadores
    retirados de la actividad fabril desde hace cierto tiempo, o
    bien, personas que nunca han sido obreros o empleados y reciben
    sueldos jugosos extraídos de los fondos formados por la
    acumulación de las cotizaciones ordinarias y
    extraordinarias de los activistas del sindicato.

    El burócrata sindical acumula poder y lo
    ejerce sobre miembros del sindicato: es un rebelde aparente, pero
    la misión es
    frenar la rebelión. Vendedor de asalariados, traficante de
    energía laboral, caudillo de una maquinaria engrasada con
    intereses de fuerzas políticas,
    de un partido, generalmente; es un negociador de fuerza de
    trabajo ajena.

    Ni por su origen ni por sus características, los componentes de la
    burocracia sindical no constituyen una capa del proletariado. Son
    marginados de esta clase, puntas de lanza del enemigo incrustadas
    en los organismos de lucha de la población trabajadora. Aunque los
    empresarios no asumen abiertamente la responsabilidad de mantenerlos, los ayudan. Los
    burócratas negocian los pliegos de peticiones y
    están autorizados para firmar contratos
    colectivos de trabajo con los empleadores.

    En Venezuela, el
    instrumento principal que permite mantener quietas a las masas
    trabajadoras ha sido y es la Confederación de Trabajadores
    de Venezuela CTV,
    como organización dominante, nacida del Tercer Congreso
    Nacional de Trabajadores. La Confederación se
    fraccionó al agudizarse en su seno la lucha contra el
    quietismo, adelantada por personas y organizaciones de tendencia
    aparentemente "revolucionaria"; pero en la práctica,
    reformistas, que prefirieron, después de la ruptura,
    seguir el mismo camino que transita la CTV.

    Los burócratas sindicales actúan en dos
    sentidos: a) colaboración efectiva con los aparatos
    represivos del Estado y fuerzas patronales empeñados en
    liquidar a cuantos se opongan al sedentarismo, y b) defensa
    decidida del sistema. La combinación de las dos
    actuaciones profundiza la intervención del Estado y los
    patronos en los sindicatos.

    El sedentarismo convierte a los organismos sindicales en
    simples distribuidores de servicios
    legales, en instrumentos que "ayudan" a solucionar conflictos de
    trabajo individuales o colectivos que surjan.

    La militancia de la CTV no dispone de mecanismos y
    oportunidades para elegir colectivamente entre la vía
    reformista y la acción progresista transformadora;
    sólo puede escoger entre un reformismo legal y un
    reformismo contractual. Los burócratas operan en la
    Central Obrera manejados por neocolonizadores, gobernantes y
    empresarios, procuran que los obreros participen en una
    enmascarada democracia de
    masas.

    Cuando se hace el análisis de la clase obrera nacional, para
    valorarla como fuerza social capacitada para impulsar un cambio
    progresista y transformador, se deben localizar y jerarquizar los
    fenómenos surgidos y que surjan en su seno, teniendo en
    cuenta la significación de los mismos y sus
    proyecciones.

    El proceso de desorganización de los trabajadores
    que estamos presenciando, que afecta a hombres y mujeres activos a tiempo
    completo en la producción, a semiempleados y desocupados,
    obedece a causas particulares. El hecho de dicha
    desorganización se debe más que todo a la forma y a
    los procedimientos
    que utiliza la CTV en cuanto al desarrollo de la
    contratación colectiva y al deterioro de las luchas
    sindicales para la conquista de reales reivindicaciones
    laborales; además, el bajo nivel de conciencia de
    clase que poseen los trabajadores venezolanos al no impulsar sus
    luchas a través de organizaciones progresistas por temor a
    las represalias por parte de empleadores y cuerpos policiales del
    Estado.

    La unidad obrera no se logra sólo con abundancia
    de palabras y escritos sobre el tema; se forma al calor de los
    combates en pro de las más sentidas aspiraciones de la
    masa trabajadora. Hay que estimular la capacidad de creatividad de
    las masas populares, prepararlas para la utilización
    oportuna de las diferentes formas de lucha que vayan en beneficio
    del país.

    7.
    Bibliografía

    – Ander-Egg, Ezequiel. Diccionario
    del Trabajo Social.
    El Cid Editor de Venezuela C.A. Caracas, 1982.
    – Blanco Muñoz, Agustín. Venezuela: Historia de una
    frustración. Habla D.F. Maza Zavala. Cátedra
    Pío Tamayo/ Centro de Estudio de Historia Actual. Caracas,
    1986.
    – Borisov/Zhamin/Makarova. Diccionario de
    Economía
    Política. Akal Editor, 1975.
    – Diccionario Rioduero. Sociología. Ediciones Rioduero, 1980
    – Haro Tecglen, Eduardo. Diccionario Político. Editorial
    Planeta. Barcelona.
    España.
    5ª. Edición. 1976.
    – Quintero, Rodolfo. Clase obrera y revolución. Viloria y Cruz Editores.
    Caracas, 1970. 141 pp.

      

     

     

    Autor:

    Lic. Luis E. Gómez Pineda

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