1.
Introducción
2.
El Modelo Brasileño De
Subdesarrollo
4. Politica industrial y de
incentivo a las
exportaciones.
5. Bibliografia
Brasil (nombre oficial, República Federativa do
Brasil,
República Federativa de Brasil), república de
Sudamérica que constituye el país más grande
de América
del Sur, pues ocupa casi la mitad de su superficie. Está
limitada al norte por Venezuela,
Guyana, Surinam, Guayana Francesa y el océano
Atlántico; al este por el océano Atlántico;
al sur por Uruguay; al
oeste por Argentina,
Paraguay,
Bolivia y
Perú y al noroeste por Colombia. La
república tiene frontera común con todos los
países de Sudamérica excepto Chile y
Ecuador. Brasil
es el quinto país más grande del mundo
(después de Rusia, China,
Canadá y Estados Unidos).
La superficie total de Brasil es de 8.547.404 km², su
distancia máxima de norte a sur es de 4.345 km y de
este a oeste de 4.330 km. La mayoría de los
habitantes de Brasil viven junto al océano
Atlántico, especialmente en las grandes ciudades de
São Paulo y Río de Janeiro. La capital,
situada en el interior, es Brasilia con una población (1996) estimada de 1.821.946
habitantes. El país, que fue una posesión
portuguesa, es el mayor productor de café en
el mundo y posee grandes recursos minerales; la
explotación de muchos de ellos se intensificó
durante la década de 1980. Desde mediados del
siglo XX se inició un importante proceso de
industrialización que llevó al país a
convertirse en la décima potencia
económica mundial.
Población
De acuerdo con estimaciones realizadas para 1990, la población de Brasil se componía de
un 54% de blancos, un 39% de mestizos (mulatos, caboclos y
cafuzos), un 6% de negros, un 0,8% de asiáticos y un 0,2%
de indígenas americanos. A la composición de esta
población contribuyeron originariamente indígenas,
portugueses y negros, a los que se sumaron, a través del
flujo inmigratorio, italianos, españoles, alemanes,
eslavos y japoneses, entre otros.
Características de la
población:
La población de Brasil (según estimaciones
para 1998) es de 169.806.557 habitantes. La densidad de
población es de 20 hab/km². Alrededor del 80% de la
población es urbana.
Divisiones administrativas
La república se compone de 26 estados y un distrito
federal. Los estados son Acre, Alagoas, Amapá, Amazonas,
Bahía, Ceará, Espírito Santo, Goiás,
Maranhão, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais,
Pará, Paraíba, Paraná, Pernambuco,
Piauí, Río de Janeiro, Rio Grande do Norte, Rio
Grande do Sul, Rondônia, Roraima, Santa Catarina,
São Paulo, Sergipe y Tocantins. El Distrito Federal
incluye Brasilia, que reemplazó a Río de Janeiro
como capital
nacional en 1960.
El territorio brasileño ha sido dividido, con fines
eminentemente estadísticos, en cinco grandes
macrorregiones: Norte (que engloba los estados de Rondônia,
Acre, Amazonas, Roraima, Pará, Amapá y Tocantins),
Noreste (Maranhão, Piauí, Ceará, Rio Grande
do Norte, Paraíba, Pernambuco, Alagoas, Sergipe y
Bahía), Sureste (Minas Gerais, Espírito Santo,
Río de Janeiro y São Paulo), Sul (Paraná,
Santa Catarina y Rio Grande do Sul) y Centro-Oeste (Mato Grosso
do Sul, Mato Grosso, Goiás y Distrito Federal).
La ciudad más grande es São Paulo, centro de la
industria
brasileña, con una población (según
estimaciones para 1996) de 9.839.436 habitantes. Otras ciudades
importantes en cuanto a número de habitantes (según
estimaciones para 1996) son: Río de Janeiro, la antigua
capital del país y destacado centro comercial (5.551.538
habitantes); Porto Alegre (1.288.879 habitantes); Salvador,
ciudad portuaria localizada en una región agrícola
fértil (2.211.539 habitantes); Belém, el principal
puerto en el bajo Amazonas (1.144.312 habitantes); Recife
(1.346.045 habitantes); Curitiba (1.476.253 habitantes); Belo
Horizonte (2.091.448 habitantes), y Manaus, un puerto en el
río Negro (1.157.357 habitantes).
Religión
Casi el 88% de los habitantes de Brasil son
católicos. No obstante, alrededor de veinte millones de
católicos también practican algún tipo de
culto ritual de origen africano. También hay al menos
cinco millones de protestantes, entre los que se incluyen un
número importante de luteranos, metodistas y
episcopalianos, y una pequeña comunidad de
judíos. La mayoría de los indígenas
americanos profesan religiones tradicionales. La
separación de Iglesia y
Estado es
formal y completa.
Lenguas oficiales y habladas
El portugués es la lengua oficial
de Brasil. Muchos brasileños hablan el alemán y el
italiano, especialmente en las ciudades del sur.
Educación
La educación
primaria en Brasil es gratuita y obligatoria para los niños
entre los 7 y los 14 años de edad. Aproximadamente el 83%
de la población adulta está
alfabetizada.
Primaria y secundaria En 1996 asistieron a las
escuelas primarias 33.131.270 alumnos y la tasa de
escolarización en las escuelas secundarias fue del 49,6%.
Los centros de enseñanza primaria y secundaria son
fundamentalmente propiedad de
los estados y los municipios, pero también existen muchos
centros católicos de enseñanza secundaria, entre
otros centros privados.
Superior o universitaria
El gobierno federal
de Brasil comparte con los estados y las entidades privadas la
responsabilidad de las instituciones
de enseñanza superior. A comienzos de la década de
1990 Brasil contaba con más de 873 instituciones
(incluyendo 73 universidades), que tenían una
inscripción anual de alrededor de 1,5 millones de
estudiantes. En 1996 la tasa de escolarización en
enseñanza superior fue del 11,7%. Entre las primeras
universidades existentes en el país destacan la Universidad de
Brasilia (1961), la Universidad de
São Paulo (1934), la Universidad Católica
Pontificia de Campinas (1941), la Universidad Federal de
Río de Janeiro (1920) y la Universidad Católica
Pontificia de Rio Grande do Sul (1948), en Porto Alegre. Otras
instituciones incluyen escuelas de Medicina, Sanidad
Pública, Derecho, Ciencias
Sociales, Ingeniería y Minería.
Recursos naturales
Aunque la superficie de cultivo totaliza sólo
unos 66 millones de ha, menos del 8% de la superficie total,
Brasil es un importante país agrícola. Tiene
inmensos recursos
madereros: las áreas boscosas cubren cerca de 551 millones
de ha, un 65,2% de la superficie total. Los recursos minerales son
numerosos e incluyen cristal de cuarzo, diamantes, cromo, mineral
de hierro,
fosfatos, carbón, manganeso, petróleo,
mica, grafito, titanio, cobre, oro,
bauxita, cinc, estaño y mercurio.
Economía
En principio una nación
predominantemente agrícola, Brasil experimentó un
rápido crecimiento industrial en las décadas de
1960 y 1970, hasta que en la década de 1980 logró
una economía
moderna diversificada. Se extrajeron grandes cantidades de
mineral de hierro y
carbón y la producción de acero, productos
químicos y vehículos de motor
creció sustancialmente. Al mismo tiempo, no
obstante, la inflación crónica y una deuda externa de
más de 100.000 millones de dólares, la más
alta de las naciones en vías de desarrollo,
provocó graves problemas
económicos. A comienzos de la década de 1980, el
presupuesto
nacional se componía de 15.700 millones de dólares
de ingresos y
25.100 millones de dólares de gastos. La deuda
del país fue reestructurada y reducida en abril de 1994
mediante un acuerdo con los bancos
acreedores. El producto
interior bruto (PIB)
aumentó de 369.000 millones de dólares en 1981 a
820.381 millones de dólares en 1997.
Agricultura
Alrededor de la cuarta parte del café del mundo se cultiva
en las plantaciones de São Paulo, Paraná,
Espírito Santo y Minas Gerais. La producción de café en 1998 fue de
1,56 millones de t, de las que la mayoría se exportaron.
Brasil está entre los principales productores mundiales de
caña de azúcar
(339 millones de t), que se utiliza para producir azúcar
refinada y alcohol para
combustible; ricino; cacao (272.131 t); maíz (30
millones de t); y naranjas. Otros importantes cultivos son:
soja, tabaco (506.887
t), patatas (2,37millones de t), algodón (1,22 millones de
t), arroz (7,73 millones de t), trigo (2,71 millones de t),
mandioca y bananas.
El ganado se cría en casi todas las partes del
país, particularmente en São Paulo y otros estados
del sur, donde hay una abundante cantidad de ganado vacuno, con
un total de 161 millones de cabezas, cerdos (35,9 millones),
aves de corral
(925 millones), ovejas (18 millones), cabras (10,5 millones),
caballos (6,39 millones), asnos (1,34 millones), mulas (1,99
millones) y bueyes (1,70 millones).
Silvicultura y pesca
Entre los productos
más valiosos de los bosques brasileños se cuentan:
aleurita, caucho, cera de carnauba, fibra de algarrobo, hojas
medicinales, aceites vegetales, resinas, nueces y maderas para
construcción y muebles. Constituyen
importantes recursos madereros el pino de Paraná, el
más importante comercialmente, y el pimentero. La industria
maderera se desarrolló rápidamente durante las
décadas de 1970 y 1980 al mismo tiempo que los
bosques eran entresacados para los asentamientos.
La industria pesquera, aunque obstaculizada al principio
por la escasez de capital, almacenes e
industrias
conserveras, creció considerablemente en la década
de 1960. En 1996 las capturas totales fueron de 850.000 t
anuales, incluyendo camarones, langostas y sardinas.
Minería Los recursos minerales de Brasil
son amplios, pero la escasez de capital y las inadecuadas
infraestructuras de transporte
frenaron su desarrollo
hasta la década de 1970. El carbón se extrae en Rio
Grande do Sul, Santa Catarina y en otras zonas. La fiebre del oro
en la jungla amazónica, constante desde 1979, ha hecho de
Brasil uno de los mayores productores mundiales. Los yacimientos
de mineral de hierro del país, localizados en Itabira y
otras áreas, están considerados entre los
más ricos del mundo. La producción de mineral de
hierro fue de 117 millones de toneladas en 1996. Los ricos
yacimientos de estaño han hecho de Brasil un productor
líder
de este metal (18.500 toneladas en 1997). También es un
gran exportador de cristales de cuarzo, monacita y berilio.
Manganeso, diamantes (300.000 quilates), cromo, circonio,
petróleo crudo, gas natural,
plata, bauxita y mica se extraen en grandes cantidades. Las
valiosas reservas de magnesita, grafito, titanio, cobre, cinc,
mercurio y platino no se explotan a gran escala.
Industria
Las industrias
manufacturan una amplia gama de artículos. Se producen
grandes cantidades de bienes como
alimentos
procesados, hierro y acero, cemento,
tejidos,
confección, vehículos de motor, productos
químicos, papel, barcos
y equipos eléctricos. São Paulo es el principal
estado
industrial, con factorías que producen alrededor de un
tercio de la cantidad total de las manufacturas de Brasil; las
ciudades de Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre y
Fortaleza también son grandes centros
manufactureros.
Energía
En 1997 el 91% de la producción anual de electricidad se
generó en centrales hidroeléctricas. Las grandes
plantas
hidroeléctricas se situaban en los ríos
Paraná, São Francisco y Grande. En el río
Paraná el complejo hidroeléctrico de Itaipu,
Jupiá, Ilha Solteira y Foz do Areia tiene en total
18.915 MW de potencia
instalada. En el São Francisco el complejo Paulo
Afonso-Sobradinho suma 3.510 MW, y en el río Grande
el complejo Embarcação, Furnas y Marimbondo genera
un total de 3.747 MW aproximadamente. Brasil tenía
una capacidad de producción eléctrica cercana a los
50 millones de kW a comienzos de la década de 1990 y de
303.523 millones de KWh en 1997.
Moneda y banca
La unidad monetaria de Brasil, introducida en julio de
1994 para reemplazar al cruzado, es el real, dividido en 100
centavos (1,08 reales equivalían a 1 dólar
estadounidense en 1997). El Banco Central de
Brasil (1965), con sede principal en Brasilia, emite la moneda
del país. Otras grandes instituciones bancarias son el
Banco de
Brasil, un banco comercial con más de 3.300 sucursales; el
Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social, con sede principal en Río
de Janeiro; y el Banco de Descuento Brasileño, con
más de 1.700 sucursales. Los brasileños
también cuentan con numerosos bancos privados y
estatales.
Comercio exterior
En 1996 Brasil gastó 56.947 millones de
dólares en importaciones de
mercancías, mientras que sus exportaciones
ascendían a 47.762 millones de dólares. Los
principales compradores de los productos brasileños a
comienzos de esa década eran Estados Unidos
(un 20,3% del valor total de
las exportaciones),
Alemania,
Japón,
Italia, Argentina,
Francia,
Países Bajos y Gran Bretaña. Las mayores
exportaciones fueron de soja,
café, mineral de hierro, acero, equipos de transporte,
alimentos
animales,
maquinaria, zapatos y tejidos.
Estados Unidos reemplazaron a Alemania como
la principal fuente de las importaciones
brasileñas al inicio de la II Guerra Mundial
(1939-1945) y continuaron manteniendo esa posición
después de la guerra.
Irak,
Alemania, Japón, Argentina, Francia y
Canadá también fueron grandes suministradores a
comienzos de la década de 1990. En 1995 se importaban,
principalmente: maquinaria y equipos (38%); productos
químicos (15%); combustibles (12,1%), entre ellos
petróleo crudo y refinado; minerales y metales (3,2%); y
trigo.
Transporte
El sistema de
ferrocarril de Brasil constaba en 1994 de 26.648 km de
líneas, implantado principalmente al sur de Bahía.
El principal ferrocarril es la Corporación de Ferrocarril
Federal, bajo control del
gobierno federal,
que explota siete redes regionales. Los
ferrocarriles del país son utilizados principalmente para
el transporte de mercancías. Las carreteras y autopistas,
concentradas en las zonas sur y noreste de Brasil, tenían
una longitud de 1.980.000 km en 1996; algo más del 9% de
las carreteras brasileñas estaban pavimentadas. Un
sistema de
autopistas nacionales de 63.000 km conecta todas las
regiones y estados del país; esta red viaria sigue aumentando
con obras como la autopista transamazónica, una vía
de comunicación que, con dirección este-oeste, une las regiones
aisladas de Brasil y Perú. Las vías fluviales
interiores, que totalizan unos 35.400 km en torno al Amazonas
y sus afluentes, conectan Brasil con otros países de
Sudamérica y proveen importantes medios de
transporte dentro del país. En el interior de muchas
áreas de la cuenca del Amazonas, las vías fluviales
son el principal medio de transporte. Unos 40 puertos a lo largo
de la costa brasileña sirven al comercio de
cabotaje e internacional. Los principales puertos son Santos,
Río de Janeiro, Paranaguá, Recife y Vitória.
Las líneas aéreas nacionales son numerosas y varias
las compañías de transporte aéreo
internacional, incluida la compañía aérea
brasileña Varig, encargadas de enlazar el país con
los principales puntos del mundo.
Comunicaciones
El gobierno desempeña aún un destacado
papel en los
servicios de
telecomunicaciones, aunque en 1999 comenzó
la privatización de las
compañías de telefonía de los estados. En 1997
había 107 teléfonos por cada 1.000 habitantes.
Brasil también cuenta con 2.778 emisoras de radio y
más de 6 canales oficiales de televisión. El número de aparatos de
radio era de
70 millones y 36 millones de receptores de televisión
estaban en servicio. El
país cuenta con 380 periódicos diarios, con una
tirada de 6.472.000 ejemplares. Los diarios de mayor
circulación son O Globo y Jornal do Brasil en Río
de Janeiro; Folha de São Paulo, Gazeta Mercantil y Estado
de São Paulo en São Paulo; Estado de Minas en Belo
Horizonte; y Correio Brasiliense en Brasilia. Los semanarios de
información general de mayor tirada son
Veja e Isto é.
Trabajo
La mano de obra brasileña económicamente
activa se estima que está integrada por cerca de 75,3
millones de personas; las mujeres componen el 35%. Alrededor del
23% de los trabajadores están ocupados en la agricultura,
un 51% están empleados en los servicios y el
resto trabaja en la manufactura,
la construcción y otras actividades. Muchos de
los trabajadores son miembros de sindicatos
pertenecientes a una de las varias confederaciones nacionales;
las entidades sindicales más importantes son la
Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria, la
Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas y
la Confederación Nacional de Trabajadores de Comunicaciones
y Publicidad, todas
ellas localizadas en Brasilia.
Salud y bienestar social
Las condiciones sanitarias en Brasil varían de
una región a otra. Las ciudades más grandes cuentan
con suficiente infraestructura, pero las regiones del interior
sufren escasez de médicos, enfermeras, hospitales,
clínicas y farmacéuticos. Brasil cuenta con
más de 16.000 hospitales, clínicas y centros de
salud local y
unos 200.000 médicos. La Constitución de 1988 define la responsabilidad del Estado en la atención de la salud
pública. El Sistema Único de Salud (SUS) coordina la
red
pública sanitaria y las entidades privadas concertadas.
Los trabajadores urbanos reciben una amplia gama de beneficios,
como el seguro por
enfermedad y las pensiones por jubilación. Estos servicios
son posibles gracias a las aportaciones de trabajadores,
empleados y el gobierno. Los trabajadores rurales y los
funcionarios federales reciben menos beneficios, principalmente
en la atención sanitaria. La Constitución de 1988 estipula una jornada
semanal de 40 horas, permiso por maternidad de 120 días y
de paternidad de 5 días.
Gobierno
Brasil es una república constitucional integrada
por 26 estados federados y un distrito federal. La actual
Constitución fue promulgada en octubre de 1988,
reemplazando a un documento de 1969. Los estados de la
federación tienen sus propios gobiernos, con competencias en
todas las materias no específicamente reservadas a la
Unión.
La Constitución de 1988, que abolió la
Ley de
Seguridad
Nacional empleada para reprimir a los disidentes
políticos, prohibió la tortura, previó
varias formas de plebiscitos populares, iniciativas y referendos;
prohibió virtualmente todas las formas de censura;
garantizó los derechos individuales y la
propiedad
privada, y extendió el derecho de huelga a todos
los trabajadores.
El periodo Vargas
En la contienda presidencial de marzo de 1930, el
candidato respaldado por la administración, Julio Prestes, fue
declarado el vencedor sobre Getúlio Vargas, un destacado
político y nacionalista del estado de Rio Grande do Sul.
Vargas, no obstante, obtuvo el apoyo de muchos líderes
militares y políticos y lideró una revuelta contra
el gobierno en octubre. Después de tres semanas de
encarnizada lucha, dimitió el presidente Washington
Luís Pereira de Sousa y Vargas asumió el poder absoluto
como presidente provisional.
En un intento de aliviar la desolada economía del
país, Vargas redujo la producción de café y
adquirió y destruyó los excesos de
mercancías almacenadas. Los gastos
ocasionados por este programa
provocaron la intensificación de los problemas
financieros del gobierno. Brasil dejó de pagar su deuda externa. En
1932 el régimen de Vargas reprimió una enorme
rebelión en São Paulo después de casi tres
meses de guerra a gran
escala.
Vargas calmó en gran medida la agitación
política
en Brasil al convocar una Asamblea Constituyente en 1933. Entre
los artículos de la nueva Constitución, adoptada
por este cuerpo legislativo en 1934, destacaban aquéllos
que restringían los derechos de los estados y
estipulaban el sufragio para las mujeres, la seguridad
social para los trabajadores y la elección de los
futuros presidentes por el Congreso. El 17 de julio, Vargas fue
elegido presidente.
En el primer año de su administración constitucional, Vargas se
encontró con una importante oposición del ala
radical del movimiento
sindical brasileño. Fracasadas las revueltas organizadas
por los comunistas en Pernambuco y Río de Janeiro en
noviembre de 1935, se declaró la ley marcial y
Vargas fue autorizado por el Congreso a gobernar por decreto. Los
arrestos masivos de radicales y otros oponentes del gobierno se
sucedieron. El descontento popular pronto alcanzó graves
dimensiones, al tiempo que una organización de extrema derecha, la
Acción Integralista Brasileña, generaba crecientes
simpatías entre la clase media. Este grupo pronto
llegó a ser un destacado núcleo de actividad
antigubernamental. En noviembre de 1937, casi en vísperas
de la elección presidencial, Vargas disolvió el
Congreso y proclamó una nueva constitución en la
que otorgaba a su cargo poderes absolutos y dictatoriales.
Reorganizó el gobierno a imitación de los
regímenes totalitarios de Italia y
Alemania, abolió todos los partidos
políticos e impuso la censura en la prensa y en el
sistema postal.
El Estado Novo El gobierno de Vargas, oficialmente
llamado Estado Novo (Nuevo Estado), continuó en el
poder sin
fijar fecha para la celebración de un plebiscito nacional
sobre la nueva ley orgánica. Por medio de una serie de
decretos se amplió el sistema de seguridad
social a los trabajadores en las nacientes industrias; de
este modo, Vargas supo obtener el apoyo de una parte considerable
de la población. El único desafío serio a su
régimen vino de los integralistas, que organizaron una
revuelta en 1938. El levantamiento fue reprimido en pocas
horas.
A pesar del carácter
totalitario de su régimen, Vargas mantuvo relaciones
cordiales con Estados Unidos y otras democracias. Su
administración mantuvo una actitud
vacilante frente al Tercer Reich. Tras el inicio de la
II Guerra Mundial, y
debido al hostigamiento de los submarinos alemanes a los barcos
mercantes brasileños, el país declaró la
guerra a Alemania en 1942.
Al ponerse del lado de los aliados en la II Guerra
Mundial, el régimen de Vargas emprendió un amplio
programa de
expansión industrial, dando un énfasis especial al
incremento de la producción de caucho y otros materiales
esenciales para la guerra. Las bases navales y los
aeródromos, construidos en puntos estratégicos de
la costa, se convirtieron en importantes centros aliados en la
guerra antisubmarina. La armada brasileña asumió
todas las actividades patrulleras en el océano
Atlántico sur. En 1944 y en 1945 un cuerpo expedicionario
brasileño participó en la campaña aliada en
Italia.
Mientras tanto, las manifestaciones de descontento con
la dictadura de
Vargas se incrementaban. En febrero de 1945 un grupo de
influyentes propietarios de periódicos desafió al
gobierno, que se vio forzado a relajar la censura de la prensa. El 28 de
febrero se anunció que las elecciones al Congreso y a la
Presidencia serían celebradas al año siguiente.
Gradualmente, se eliminaron todas las restricciones contra la
actividad política. En abril se
decretó la amnistía para todos los presos
políticos, incluidos los comunistas.
El Gobierno Dutra
Durante la campaña electoral una serie de
leyes
impopulares aprobadas por el Ejecutivo suscitaron el temor de que
Vargas intentara mantenerse indefinidamente en el poder. Un
golpe de
Estado militar en octubre de 1945 forzó a Vargas a
presentar la dimisión. José Linhares, principal
jefe de la corte suprema, fue nombrado jefe del gobierno
provisional. En las elecciones nacionales celebradas en
diciembre, el anterior ministro de la Guerra, Eurico Gaspar
Dutra, obtuvo la presidencia por una gran mayoría de los
votos; tomó posesión de su cargo en enero de 1946.
El congreso, tras su renovación, redactó una nueva
constitución, aprobada en septiembre.
Durante el verano de 1947 la ciudad de Petrópolis
fue la sede de la Conferencia
Internacional (Panamericana) para el Mantenimiento
de la Paz y la Seguridad. El
Pacto Interamericano de Ayuda Mutua (también llamado
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), redactado
por la conferencia, fue
firmado por Brasil en septiembre. Una disposición del
tratado estipulaba la defensa recíproca de los firmantes
contra una agresión armada directa a cualquier
nación miembro. Véase Tratado de Río de
Janeiro.
En octubre de 1947 el gobierno brasileño,
desatada ya la Guerra
fría y ante la publicación de un
artículo aparecido en una revista rusa
que se refería al presidente Dutra como una marioneta de
Estados Unidos, rompió las relaciones diplomáticas
con la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS). Pocos meses más tarde el
Legislativo decidió expulsar a todos los comunistas que
ocupaban escaños en el Parlamento. Un senador y catorce
diputados se vieron afectados.
Segunda presidencia de Vargas
Getúlio Vargas retornó al poder como
presidente en enero de 1951, después de derrotar a dos
candidatos rivales por una gran mayoría de los votos en
las elecciones celebradas en octubre del año anterior.
Vargas formó un gabinete de coalición en
representación de todos los partidos mayoritarios. El
gobierno tomó medidas inmediatas para equilibrar el
presupuesto
nacional y desarrollar un programa para reducir el coste de la
vida, incrementar los salarios y
extender las reformas sociales. La inflación y el alto
coste de la vida, sin embargo, persistieron después del
periodo de posguerra, que vino marcado por un resurgir de las
actividades clandestinas de los comunistas y un resurgimiento del
nacionalismo
que llevó a la nacionalización de los recursos de
petróleo en septiembre de 1952. En suma, el programa de
austeridad del gobierno motivó que los conservadores
contrarios a Vargas incrementaran sus críticas.
En agosto de 1954, durante una campaña electoral
al Congreso, un oficial de la fuerza
aérea murió en el intento de asesinato de un editor
de un periódico
opuesto a Vargas. El asesinato provocó la crisis
gubernamental: los mandos militares demandaron que Vargas
dimitiera. A primeras horas del 24 de agosto, Vargas
acordó renunciar al poder temporalmente en favor del
vicepresidente João Café Filho. Vargas se
suicidó a las pocas horas.
Los gobiernos de Kubitschek, Quadros y Goulart
El antiguo gobernador de Minas Gerais, Juscelino Kubitschek, tuvo
el apoyo de los seguidores de Vargas y los comunistas.
Ganó las elecciones a la presidencia en octubre de 1955 y
tomó posesión del cargo en enero de 1956.
Kubitschek anunció un ambicioso plan
económico quinquenal de desarrollo. Al anuncio le
siguió la concesión de un empréstito por
parte del Banco de Exportación–Importación de Estados Unidos valorado en
más de 150 millones de dólares, y se aprobaron los
planes para una nueva capital federal en Brasilia, en septiembre.
El fuerte ritmo de desarrollo industrial se suavizó, sin
embargo, debido a la caída de los precios del
café en el mundo a mediados y finales de la década
de 1950. La inflación continuó, lo que
aumentó la revuelta social, que derivó en
frecuentes huelgas y disturbios por parte de trabajadores y
estudiantes.
Jânio da Silva Quadros, anterior gobernador de
São Paulo, se convirtió en presidente de Brasil en
enero de 1961 e inmediatamente inició un programa
económico riguroso. A todos los ministerios se les
ordenó reducir los gastos en un 30% y algunos empleados
del servicio civil
fueron despedidos. Quadros también propuso eliminar la
supuesta corrupción
que había florecido durante la
administración Kubitschek. El presidente Quadros
dimitió de su cargo repentinamente en agosto, sin dar
ninguna explicación, y refiriéndose sólo a
las "fuerzas de la reacción" que habían bloqueado
sus esfuerzos. Los líderes militares expresaron su
oposición a la asunción del cargo por el
vicepresidente João Belchior Marques Goulart, manteniendo
que era simpatizante del régimen cubano de Fidel Castro.
Se llegó a un compromiso, sin embargo, cuando la
legislatura brasileña enmendó la
Constitución introduciendo un sistema de gobierno
parlamentario con el fin de privar a la Presidencia de muchos de
sus poderes; la autoridad
ejecutiva fue conferida a un primer ministro y a un gabinete que
era el responsable de la legislatura. Goulart se instaló
en el cargo en septiembre de 1961.
Un año después, Goulart provocó una
crisis
ministerial con su petición de un plebiscito nacional cuya
finalidad era medir el apoyo al restablecimiento del sistema
presidencialista. El plebiscito fue celebrado y la propuesta
aprobada; en enero de 1963, el legislativo decretó un
cambio de la
ley. Después, Goulart presionó
fuertemente para obtener la aprobación legislativa a un
programa de reformas básicas en 1964; mediante esta
legislación se fijaron controles del aumento de los
alquileres que favorecieron a las rentas más bajas, se
nacionalizaron las refinerías de petróleo, se
expropiaron las tierras no explotadas y se limitó la
exportación de beneficios. Las medidas
sólo parecían agravar la inflación
crónica de la nación. El 13 de marzo Goulart
apareció en una reunión de trabajadores; el 31 de
marzo fue derrocado por una sublevación del
ejército y huyó a Uruguay. El
general Humberto Castelo Branco, jefe de las Fuerzas Armadas, fue
elegido presidente.
Gobierno militar
El nuevo régimen, dotado de poderes
extraordinarios por un acta institucional firmada en abril,
suprimió la oposición, particularmente la de
izquierdas, y privó a unas 300 personas de sus derechos
políticos. También adoptó versiones
moderadas de muchas reformas demandadas por Goulart y
combatió la inflación mediante el control de los
salarios, la
recaudación estricta de impuestos y otras
medidas. Una ley aprobada en 1965 limitó las libertades
civiles, incrementó el poder del gobierno de la
nación y dispuso la elección por el congreso del
presidente y el vicepresidente.
El anterior ministro de la Guerra, Artur da Costa e
Silva, candidato del gubernamental partido Alianza Renovadora
Nacional (ARENA), fue elegido presidente en 1966. El Movimiento
Democrático Brasileño (MDB), el único
partido de oposición legal, había rehusado
presentar un candidato en protesta contra la privación,
por parte del gobierno, de los derechos electorales de los
oponentes con más expectativas. También en 1966,
ARENA ganó las elecciones legislativas nacionales y
estatales. El presidente Costa encabezó un gobierno de
orientación militar que se preocupó en primer lugar
del desarrollo
económico. Aunque 1968 se destacó por las
actividades antigubernamentales, entre las que sobresalieron las
revueltas estudiantiles, la economía recibió un
fuerte impulso. En diciembre, Costa asumió poderes
ilimitados, que concluyeron en purgas políticas,
ralentización económica y censura. En agosto de
1969 fue incapacitado por una enfermedad y en octubre los
militares eligieron como sucesor al general Emílio
Garrastazu Médici; el Congreso lo confirmó en la
Presidencia. El régimen de Médici
intensificó la represión y los grupos
revolucionarios se hicieron más activos. Cuando
el gobierno fomentó el crecimiento
económico y el desarrollo de las extensas regiones del
interior, la economía padecía altos costes
energéticos, una inflación incontrolada y
déficit en la balanza de pagos.
La jerarquía católica incrementó las
críticas ante el fracaso del gobierno en mejorar las
condiciones de vida de los más pobres.
En 1974 el general Ernesto Geisel, presidente de
Petrobrás, el monopolio
nacional de combustibles, se convirtió en presidente. Al
principio, desarrolló políticas
de signo liberal, relajando la presión de
la censura y dando considerables libertades a los partidos de la
oposición, pero en 1976 y 1977 los controles se hicieron
estrictos de nuevo, justo antes de la elección de
João Baptista da Oliveira Figueiredo, que sucedió a
Geisel en 1979.
Restaruración del gobierno civil
En 1985 Tancredo Neves fue nombrado primer presidente civil de
Brasil después de 21 años; murió antes de
tomar posesión y José Sarney se convirtió en
presidente. Enfrentado a una inflación renaciente y una
enorme deuda externa, Sarney impuso un programa de austeridad que
incluía una nueva unidad monetaria, el cruzado. Una nueva
constitución que incluía la elección
presidencial directa fue promulgada en octubre de 1988, y
Fernando Collor de Mello, del Partido de Reconstrucción
Nacional, de tendencia conservadora, fue elegido presidente en
diciembre de 1989. Su drástico programa anti-inflacionista
llevó a Brasil a la peor recesión de la
última década, y las acusaciones de corrupción
financiera desgastaron su popularidad. En junio de 1992 Brasil
fue el anfitrión de los más de 100 líderes
mundiales que se reunieron en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente
y Desarrollo, también conocida como Conferencia de
la Tierra. En
septiembre Collor fue acusado de corrupción por la
Cámara de los Diputados y el vicepresidente Itamar Franco
se convirtió en presidente en funciones. Collor
dimitió el 29 de diciembre, justo cuando el proceso contra
él en el Senado estaba comenzando, y Franco entonces
prestó juramento como su sucesor. Un plan para
reestructurar y reducir la deuda externa de Brasil se puso en
práctica en abril de 1994.
Este plan se conoció con el nombre de Plan Real,
y fue diseñado por el entonces ministro de Hacienda en el
gobierno de Itamar Franco, el socialdemócrata Fernando
Henrique Cardoso.
En las elecciones presidenciales celebradas en octubre
de 1994 resultó vencedor Cardoso, candidato del Partido
Social Democrático Brasileño, que se impuso a
Luís Inácio Lula da Silva, candidato presentado por
el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). La
campaña electoral tuvo como ejes básicos las
promesas por parte de ambos políticos de promover una
mayor justicia
social y el desarrollo de reformas económicas y
políticas de gran envergadura.
Este proyecto
reformador se empezó a poner en marcha con la
presentación por parte de Cardoso ante el Congreso
brasileño, en febrero de 1995, de una serie de enmiendas
constitucionales, a las que se añadió, en 1996, el
intento de modificar la Constitución brasileña con
la finalidad de permitir la reelección en el cargo
presidencial; en enero del año siguiente, el Congreso
aprobó la enmienda constitucional que hacía
factible tal modificación.
No obstante, las reformas económicas iniciadas
por el nuevo gobierno fueron rechazadas (en forma de marchas,
huelgas y manifestaciones) a lo largo de 1997 por aquellos
sectores productivos que resultaron perjudicados con las mismas.
En junio de ese año, Brasil se adhirió al Tratado
de No Proliferación de Armas
Nucleares.
En septiembre de 1997, Cardoso aceleró su carrera
hacia la reelección presidencial respaldado por los
partidos que integraban la coalición de gobierno (Partido
Social Demócrata Brasileño, Partido del Frente
Liberal y Partido del Movimiento Democrático
Brasileño).
La crisis financiera que afectó seriamente a la
economía brasileña durante buena parte de 1998, y
que tuvo su continuación en la primera mitad de 1999, no
supuso un revés a las expectativas electorales del
presidente Fernando Henrique Cardoso ante los comicios
presidenciales, legislativos y estatales que se celebraron el 4
de octubre de ese mismo año, y en los que se
enfrentó de nuevo con Luís Inácio Lula da
Silva, el candidato de buena parte de la izquierda
brasileña, así como con Ciro Gomes, cabeza de lista
del Partido Popular Socialista (PPS) y Eneas Carneiro, del
Partido de la Reedificación del Orden Nacional (Prona).
Antes al contrario, Cardoso venció de forma arrolladora en
la primera vuelta, sin necesidad de efectuar una segunda, con lo
que se convirtió, una vez que tomó posesión
del cargo en enero de 1999, en el primer presidente
brasileño que era reelegido democráticamente en la
historia de
Brasil. El nivel de abstención, votos nulos y en blanco
fue considerable, habida cuenta que en Brasil los electores
están obligados a votar.
Los resultados en los comicios para renovar los cargos de los 26
estados y el Distrito Federal en que se divide Brasil, por
contra, obligaron a una segunda vuelta en 12 de ellos, pues
ninguno de los candidatos obtuvo mayoría absoluta. La
importancia de los resultados en esta consulta venía dada
por el hecho de que el recién reelegido presidente
necesitaba el apoyo de los gobernadores para llevar a cabo el
ajuste fiscal
impuesto tras
el acuerdo firmado poco después con el Fondo Monetario
Internacional.
2. El Modelo
Brasileño De Subdesarrollo
La economía brasileña constituye un
ejemplo interesante de cuanto puede avanzar un país en el
proceso de industrialización sin abandonar sus principales
características de subdesarrollo:
gran disparidad en la productividad
entre las áreas rurales y las urbanas, una gran
mayoría de la población viviendo a un nivel de
subsistencia fisiológica, crecientes masas de personas
sub-empleadas en las zonas urbanas, etc.
Así fue refutada la tesis
implícita en los modelos de
crecimiento del tipo introducido por Lewis –que la
canalización del excedente de una economía
subdesarrollada hasta el sector industrial (las actividades que
absorben progreso técnico) crearía finalmente un
sistema económico de homogeneidad creciente (donde el
nivel salarial tiende a crecer en todas las actividades
económicas al mismo ritmo que la productividad
media del sistema).
Los objetivos de
este ensayo
son:
- investigar por que la difusión mundial del
progreso técnico y los incrementos de la productividad
derivados de él no tendieron a liquidar el subdesarrollo. - Demostrar que en la política de "desarrollo"
orientada hacia la satisfacción de los altos niveles de
consumo de
una pequeña minoría de la población, tal
como la ejecutada en Brasil, tiende a agravar las desigualdades
sociales y a elevar el costo social
de un sistema económico.
Partimos de la hipótesis de que el subdesarrollo es un
aspecto del modo como el capitalismo
industrial viene creciendo y difundiéndose desde su
aparición.
Siendo así, es totalmente engañoso
construir un modelo de una
economía subdesarrollada como un sistema cerrado. Aislar
una economía subdesarrollada del contexto general del
sistema capitalista en expansión es dejar de lado, desde
el comienzo, el problema fundamental de la naturaleza de las
relaciones externas de esa economía.
Definimos el progreso técnico como la introducción de nuevos procesos
productivos capaces de aumentar la eficiencia en la
utilización de recursos escasos y/o la introducción
de nuevos productos susceptibles de ser incorporados a la canasta
de bienes y
servicios de consumo.
Suponemos que desarrollo económico implica la
difusión del uso de productos ya conocidos y/o la
introducción de nuevos productos a la canasta de bienes de
consumo.
Por el hecho que el acceso a nuevos productos se halla,
con raras excepciones limitado, por lo menos durante una fase
inicial a una minoría formada por personas de ingresos
elevados, el desarrollo basado principalmente en la
introducción de nuevos productos corresponde a un proceso
de concentración del ingreso. Y por el hecho que la
difusión significa acceso de un mayor número de
personas al uso de productos conocidos, el desarrollo basado en
la difusión corresponde a un patrón de distribución más igualitaria del
ingreso.
Hay una condición necesaria en cualquier proceso
de desarrollo económico que es la acumulación de
capital, tan importante para la difusión de productos
conocidos como para la introducción de otros nuevos. Por
ejemplo, la introducción de un nuevo modelo de
automóvil de cierta categoría requiere más
inversiones
(incluyendo investigación y desarrollo) por unidad que
el aumento de la producción del modelo correspondiente que
ya se estaba produciendo.
Cuanto más diversificada la canasta de bienes de
consumo, mayor tendrá que ser el ingreso de las personas
que consumen esos bienes y mayor la suma de capital exigida para
satisfacer las necesidades de las personas.
El ciudadano norteamericano medio recibía en
1970, un ingreso de aproximadamente 4 mil dólares por
año, y a ese nivel de ingreso correspondía
determinada canasta de bienes de consumo. Este conjunto de bienes
se hizo posible gracias a un proceso de acumulación de
capital que se elevaba acerca de 12 mil dólares por
habitante del país. El ciudadano brasileño
recibía como promedio un ingreso aproximadamente de 400
dólares por año y el capital acumulado en Brasil
alcanzaba la suma de mil dólares por habitante. De este
modo, el conjunto de bienes de consumo al cual tiene acceso el
brasileño medio tenía que ser mucho menos
diversificado que el que prevalecía en los
EE.UU.
El aumento de ingreso de una comunidad puede
resultar de por lo menos tres procesos
diferentes:
- El desarrollo económico, es decir la
acumulación de capital y la adopción
de procesos productivos más eficientes. - La explotación de recursos
naturales no renovables - La redistribución de recursos con miras a una
especialización de un sistema de división
internacional del trabajo.
El aumento de ingreso resulta en diversificación
del consumo, introducción de nuevos productos, etc.
Así ese aumento puede ocurrir en una comunidad sin
desarrollo económico, es decir, sin acumulación de
capital e introducción de procesos productivos más
eficientes. Puede representar simplemente un incremento debido a
la explotación de recursos
naturales no renovables y/o a los artículos del punto
c) mencionado anteriormente.
Llamemos modernización a este proceso de adopción
de nuevas pautas de consumo, correspondientes a niveles
más elevados de ingreso, en ausencia del desarrollo
económico.
En Brasil durante un largo período, los aumentos
del ingreso (productividad económica), fueron
básicamente el resultado de una simple
redistribución de recursos con miras a la
maximización de las ventajas comparativas estáticas
en el comercio
exterior.
El paso de la agricultura de
subsistencia a la agricultura comercial no presupone
necesariamente una mudanza de la agricultura tradicional a la
moderna. Sin embargo, cuando es generado por el comercio
exterior, ese paso acarrea un crecimiento significativo de la
productividad económica y puede iniciar un proceso de
modernización. La importancia de este proceso
dependerá de la matriz
institucional preexistente.
En Brasil debido a la concentración de la
propiedad territorial y a la abundancia de la fuerza de
trabajo en la agricultura de subsistencia, los aumentos de la
productividad beneficiaron principalmente a una pequeña
minoría. Sin embargo en razón del tamaño de
la población, esa minoría modernizada fue
suficiente para permitir un amplio desarrollo urbano y un
comienzo de industrialización.
Así, el mercado de
productos manufacturados está formado por dos grupos
completamente diferentes:
- Primer grupo: Consumidores de ingreso muy bajo (la
mayoría de la población). La canasta de bienes es
muy poco diversificada y tiende a permanecer sin
modificaciones, ya que la tasa de salario real
es bastante estable. Las industrias que producen estos bienes
tienen efectos de encadenamiento (linkcages) débiles,
utilizan materias primas de agricultura (industrias textiles y
alimenticias) y producen directamente para el consumidor
final. Además de eso estas industrias se benefician poco
de las economías de escala y externas. - Segundo grupo: Minoría de ingresos elevados.
La canasta de bienes de consumo correspondiente a este grupo,
por ser totalmente diversificada, requiere un proceso de
industrialización complejo para ser producida en el
país. El principal obstáculo para esos se origina
en las dimensiones del mercado
local.
La verdadera industrialización solo será
posible si se orienta solo al sector del mercado que está
realmente en expansión. Dada los diferentes
comportamientos de los dos grupos, el primero en expansión
lenta y sin la introducción de bienes nuevos y el segundo
creciendo rápidamente, principalmente a través de
la introducción de nuevos productos, los dos sectores
industriales, solo en grado muy pequeño compiten por los
mismos mercados y pueden
mantener diferentes normas de
organización y marketing.
Pero una vez que el sector que produce para la minoría
rica se adelanta en relación con el otro, las necesidades
de capital y tecnología moderna
tienden a crecer rápidamente. En consecuencia la
creación de nuevos empleos por unidad de inversión declina.
Además las industrias cuyo mercado es la masa de
población están destinadas a sufrir
transformaciones importantes como consecuencia del proceso de
industrialización basado en el segundo tipo de bienes de
consumo.
Economías de escala e internas pueden beneficiar
también a la masa de la población y productos como
plásticos,
fibras pueden ser incorporados al consumo popular. Como
consecuencia de la progresiva integración al sistema industrial, tiende a
aumentar la adopción de procesos de utilización
intensiva del capital en las industrias que inicialmente se
desarrollaran en competencia con
actividades artesanales locales. El progreso técnico deja
de ser una cuestión de compra de cierto tipo de equipo y
pasa a depender del acceso a las innovaciones que surgen en gran
cantidad en los países ricos.
En esta fase las filiales de corporaciones
multinacionales superan con facilidad a las firmas locales,
especialmente a las industrias orientadas hacia el mercado
diversificado. Más precisamente esa canasta diversificada
de bienes de consumo nunca sería producida localmente su
el flujo de innovaciones técnicas
debiera ser pagado a laos precios del
mercado.
La industrialización de las economías
donde se inicia un proceso de modernización tiene a
enfrentar una doble dificultad: Si las industrias locales
continúan produciendo la primer canasta de bienes
(Industrias con efectos de encadenamiento débiles) y la
segunda tiene que ser importada, el país nunca
alcanzará el punto necesario para formar un sistema
industrial; y si las industrias locales se orientan hacia la
producción de la segunda canas de bienes, pueden ocurrir
rendimientos decrecientes, en razón del tamaño
reducido del mercado local.
Algunos países de grandes dimensiones
demográficas y un sector exportador sumamente rentable,
consiguieron superar esos obstáculos, ese fue el caso de
Brasil. Esto no significa que el capitalismo
industrial puede operar en Brasil según las reglas que
prevalecen en una economía desarrollada. En ésta la
expansión de la producción significa aumento
paralelo del costo de la
fuerza de trabajo, es decir del valor agregado
por el trabajo en
el proceso de producción. Y por cuanto la demanda es
generada principalmente por el pago del trabajo, la
expansión de la demanda tiende
a seguir al crecimiento de la producción. En las
economías subdesarrolladas, el valor agregado por el trabajo
tiende a declinar en términos relativos, durante las fases
de expansión.
Los aumentos de la productividad creados por
economía internas o externas tienden a beneficiar
exclusivamente a los propietarios del capital y dada la estructura de
los mercados nada los
presionará para que transfieran los frutos del aumento de
productividad a los consumidores: la minoría modernizada.
Por otra parte, aumentar la tasa salarial llevaría a un
crecimiento de los costos, sin
ampliar el mercado, toda vez que los trabajadores están.
vinculados a una canasta de bienes diferente. El hecho es que el
sistema opera espontáneamente, beneficiando a una
minoría demasiado pequeña, los propietarios de
capital.
El desempeño de la economía
brasileña
En los últimos veinticinco años la
economía brasileña ha venido creciendo con una tasa
relativamente alta.
La abundancia de recursos naturales, el tamaño de
la población y el nivel medio de ingreso obtenido en el
pasado a través de la maximización de las ventajas
comparativas estáticas en el comercio
exterior, convergen para producir ese potencial de
crecimiento.
Además de eso, las fluctuaciones de la tasa de
crecimiento del PBI tuvieron efectos de escasa
significación en el proceso de formación de
capital.
Los cambios en la tasa de crecimiento del PBI reflejan
fundamentalmente modificaciones en el grado de utilización
de la capacidad productiva ya instalada.
En los modelos de
crecimiento, los cambios en esa tasa son principalmente causados
por modificaciones del parámetro que representa la
relación entre la producción y el stock de capital
reproducible y el otro parámetro que representa la
relación entre inversión y renta, tiende a ser
estable.
En realidad el primer parámetro (relación
producto-capital) se duplicó entre 1964/67
y 1968/69, mientras que el segundo (tasa de inversiones)
apenas creció ligeramente. Así el proceso de
acumulación ha sido mucho más regular que el
desempeño de la economía en general.
Durante este período, la economía
brasileña operó bajo fuerte presión del
exceso de demanda monetaria, con una elevada tasa de
inflación, tanto en los períodos de rápido
crecimiento como en los de relativo estancamiento.
Un rápido crecimiento industrial, implica una
intensa absorción de progreso técnico en forma de
nuevos productos y de nuevos procesos requeridos para
producirlos. El costo de oportunidad de ese progreso
técnico se halla a un nivel mínimo cuando las
industrias pueden reproducir lo que crean y amortizan en los
países responsables del financiamiento
de la investigación y el desarrollo y se
encuentra al nivel máximo cuando tienen que introducir
investigación y desarrollo nuevos.
Las ondas sucesivas
de expansión industrial en Brasil durante el
período de posguerra no pueden ser explicadas sin tener en
cuenta el papel autónomo desempeñado por el
gobierno, tanto subsidiando la inversión como ampliando la
demanda. El cuadro general fue el proceso de sustitución
de importaciones. Creando nuevos empleos, ese proceso
amplió el mercado para bienes de consumo popular, pero ,
dadas las pequeñas proporciones del mercado para bienes de
consumo durables, la producción local de éstos fue
acompañada por un tendencia al aumento de sus precios
relativos, con efectos negativos sobre la demanda. Este efecto
negativo fue combatido hasta mediados de los años 50 por
acciones del
gobierno con miras a reducir los precios de los equipos
importados, por medio de tasas de cambio
diferenciales, y también con el objeto de subsidiar las
inversiones industriales (especialmente en industrias que
produjeran sucedáneos de bienes importados),
principalmente a través de préstamos con tasas de
interés
negativas.
La reducción a la mitad del costo real del
capital fijo ayudó a las empresas
productoras de bienes de consumo durables a obtener utilidades,
aún teniendo que operar con un amplio márgen de
capacidad ociosa. En la segunda mitad de los años 50,
cuando los términos de intercambio se deterioraron, el
gobierno se lanzó a una política de endeudamiento
externo que hizo posible la continuación de los subsidios.
Al mismo tiempo el gobierno se embarcó en una
política de grandes obras pública: La
construcción de Brasilia y de una red nacional de
carreteras, incluyendo algunas pioneras como la carretera
Belem-Brasilia.
En el período más reciente, se tomaron
medidas con efectos directos sobre la distribución del ingreso, a fin de producir
la calidad o perfil
de demanda que mejor se ajusta a los planes de expansión
de las grandes empresas de
actuación internacional y a las expectativas de la
minoría modernizada.
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